sábado, 31 de agosto de 2019

OPERACIÓN TÍA VICTORIA

LA EXTRAÑA ODISEA DEL DIARIO DE CAMPAÑA


Fidel Castro confirma a través de la Cadena Nacional de Radio y Televisión
que el Che Guevara ha muerto



Quien mantuvo un hermético silencio hasta la confirmación de la muerte del Che fue Fidel Castro. La noticia había sorprendido a la isla, tanto o más que al resto del mundo y era necesario analizar los datos que iban llegando a medida que pasaban las horas, contradictorios la mayoría.
Anderson cuenta que la noche del 8 al 9 de octubre, cuando el Che aguardaba maniatado en el interior de la escuelita, Aleida se despertó bruscamente, como percibiendo algo malo y que cuando en la tarde siguiente se presentaron dos hombres de seguridad enviados por Fidel, ya sabía lo que estaba sucediendo1.
Posiblemente la versión esté un tanto novelada pero nos ilustra sobre las sensaciones que debieron sentir los protagonistas de esta historia en tan cruciales momentos.
Pese a las sospechas que recaen sobre el máximo líder de la revolución, en cuanto a haber abandonado a su lugarteniente, el autor norteamericano sostiene que en los últimos meses había seguido la campaña con creciente angustia y visitado a su esposa regularmente, para mantenerla al corriente.


En La Habana, Fidel analizaba los informes de Bolivia con una mezcla de recelo y preocupación creciente. El 9 de octubre informaron de que el "Che" había caído y luego que estaba "muerto a causa de sus heridas". Cuando llegó la primera fotografía del cuerpo que se decía que era suyo, Fidel observó un cierto parecido, pero no pudo creer que aquel cadáver demacrado fuera el del hombre que había partido de Cuba once meses antes2.

Aleida regresó a la capital y junto a Castro y su equipo, se pusieron a analizar los informes y las fotografías que iban llegando. Con la primera de ellas en la mano, el líder de la Revolución notó cierto parecido pero no quedó del todo convencido pero una vez que llegaron las pruebas de caligrafía, la angustiada esposa no tuvo más dudas. Era el Che.
No quedaba más remedio que admitirlo, de ahí la decisión de Fidel de comunicárselo a la nación y para hacerlo escogió una vez más la cadena nacional de Radio y Televisión, donde confirmó que, efectivamente, su compañero y amigo había muerto en Bolivia.

Nos parece a nosotros de todo punto imposible; nos parece técnicamente imposible y nos parece en la realidad imposible organizar todo esto sobre una base falsa [larga pausa y luego, tomando la fotografía del cuerpo yacente del Che en la lavandería del hospital]. Se pueden hacer muchas imitaciones, pero es imposible hacer una imitación de lo que constituye casi un rasgo, los rasgos más sutiles de la personalidad, del gesto, de todas las cosas, la fisonomía de una persona y analizando todos los antecedentes, todos los detalles, todos los aspectos: diarios, noticias, fotografías, la forma en la que se produce la noticia, toda una serie de…, de datos, a nuestro juicio era técnicamente imposible fabricar esas pruebas

Y después de explicar la falta de sentido de fabricar semejante noticia para que diez o veinte días después la misma quedase al descubierto, lanzó lo que la gran mayoría no quería admitir; efectivamente el Che Guevara había muerto.

…la coincidencia del diario, el contenido del diario, las zonas donde el diario habla donde están… las fotografías, fotografías que no entrega el gobierno sino que toman los periodistas, toda una serie de características nos permiten, haber llegado a la conclusión absoluta de que la noticia es amargamente cierta. Lógicamente.
Lógicamente la tendencia de cualquier persona ante una noticia que se relaciona con alguien al que se le tiene un gran cariño, esa tendencia innata es a rechazarla, y a nosotros en un grado considerable, nos ocurrió eso en los primeros momentos. Una noticia de este tipo siempre en el ánimo del pueblo, hay la tendencia a rechazarla, en el ánimo de los revolucionarios, en cualquier parte del mundo hay la tendencia a rechazarla3.

Una de las partes más emotivas de aquel anuncio fue cuando se refirió al reconocimiento que el Che había logrado aún entre sus más acérrimos adversarios.

Los imperialistas saben también la fuerza del ejemplo, la tremenda fuerza del impacto; y los imperialistas saben que si un hombre físicamente puede ser eliminado, ¡un ejemplo como ese nada ni nadie lo puede eliminar jamás! Y es lógico que se sientan profundamente preocupados. La vida del “CHE”, ha tenido la virtud incluso de impresionar y sembrar la admiración entre sus peores enemigos ideológicos.
Ha sido universal el reconocimiento a las virtudes del CHE por periódicos de todas las tendencias y todas las corrientes. Solo por excepción, entre cientos de opiniones, se puede encontrar alguna opinión grosera de algún malvado. Porque la vida del CHE ha tenido la virtud, incluso de impresionar y sembrar la admiración entre sus peores enemigos ideológicos.
Es un ejemplo casi único de como un hombre ha podido ganar el reconocimiento y el respeto de sus enemigos, de sus propios enemigos contra los que se enfrentó con las armas en la mano, de los que son enemigos ideológicos, y que han sido en cambio casi unánimes en expresar sentimientos de admiración y de respeto hacia el CHE. Y es lógico que esto tenga que preocuparle al imperialismo.
Y no son pocos, como algunas personalidades políticas, los que han afirmado que Europa se asombró de toda la relevancia y toda la trascendencia que ha tenido la noticia sobre el CHE. Es como una especie de despertar a las realidades de estos tiempos4.

De ese modo, luego de reseñar ampliamente su vida y su trayectoria, de regresar nuevamente a los hechos de Bolivia, de compararlos con Sierra Maestra y analizar la información, finalizó anunciando la adopción de una serie de medidas, destinadas a perpetuar la memoria del líder caído, a saberse, la constitución de una comisión encargada de dirigir la tarea y la convocatoria decretada por el Comité Central del Partido al gran homenaje en la Plaza de la Revolución, el día 18:

En el día de hoy se reunió el Consejo de Ministros y adoptó el siguiente acuerdo:
“Por cuanto: El heroico Comandante Ernesto Guevara murió combatiendo por la liberación de los pueblos de América al frente del Ejército de Liberación de Bolivia”.
“Por cuanto: El pueblo de Cuba recordará siempre los extraordinarios servicios que prestó el
Comandante Ernesto Guevara, tanto en nuestra guerra liberadora, como en la consolidación y avance de nuestra Revolución”.
“Por cuanto: Su conducta encarna el sentimiento internacionalista que inspira la lucha solidaria de los pueblos”.
“Por cuanto: Su infatigable actividad revolucionaria, que no reconocía fronteras, su pensamiento comunista y su inquebrantable decisión de luchar hasta vencer o morir en favor de la liberación nacional y social de los pueblos del continente y contra el imperialismo, constituyen un ejemplo de convicción y heroísmo revolucionarios, que deberá perdurar imperecederamente”.
“Por cuanto: El Consejo de Ministros acuerda lo siguiente:
1º) Que durante treinta días a partir de este acuerdo, la bandera nacional se izará a media asta, y durante tres días, desde las doce de la noche de hoy, se suspenderán absolutamente todos los espectáculos públicos.
2º) Se declara como fecha de recordación nacional el día de su heroica caída en combate, quedando instituido a tal efecto el 8 de octubre como “Día del Guerrillero Heroico”.
3º) Se efectuarán cuantas actividades sean conducentes para perpetuar, en el recuerdo de las futuras generaciones, su vida y su ejemplo”
A la vez, el A la vez, el Comité Central de nuestro Partido acordó:
1º) Crear una Comisión integrada por los comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Rogelio Acevedo y Alfonso Zayas, presidida por el primero de los mencionados compañeros, para orientar y dirigir todas las actividades encaminadas a perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.
2º) Convocar al pueblo el próximo miércoles 18 de octubre a las 8 de la noche, para efectuar una velada solemne en la Plaza de la Revolución, a fin de rendir tributo al inolvidable y heroico luchador caído en combate”.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!5

Tres días después, el miércoles 18 de octubre de 1967, se llevó a cabo en la Plaza de la Revolución, el anunciado homenaje. Y una vez más, una multitud desbordó el área para escuchar a un emocionado Fidel pronunciar uno de sus discursos más significativos (ver Anexo XXXI). Y fue donde se le escucharon aquellas palabras que han quedado para la historia:

Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che!6  

Según Anderson -quien tuvo oportunidad de dialogar con ella-, Aleida sufrió un colapso emocional que obligó a Fidel llevársela a su casa junto a los niños, donde los atendió durante una semana; luego los llevó de regreso a su domicilio y allí permanecieron incomunicados hasta que ella comenzó a recuperarse.
Por su parte, Orlando Borrego cayó en un profundo pozo depresivo pues, según dijo años después, la muerte del Che lo llegó a afectar más que la de su propio padre. Había ayudado a Fidel en la tarea de atender a Aleida pero cuando ella regresó a su hogar, las sensaciones y el pesar se le vinieron encima. “Fue como si perdiera el equilibrio – recordó-. No podía hacerme a la idea de que el Che estaba muerto, tenía sueños recurrentes en los que se me aparecía con vida”7.

Cuando el coronel Zenteno Anaya anunció el 10 de octubre que la mochila del Che se encontraba en poder del Ejército y que en su interior se había encontrado su diario, nadie imaginaba la increíble odisea que el escrito iba a vivir.
El 13 de octubre, un editor estadounidense se puso en contacto con el Estado Mayor boliviano para acordar un precio, deseoso de obtener la exclusividad para su edición. Sin embargo, como el mismo aún no había sido analizado por los expertos, la cosa no pasó de ahí.
En los días posteriores, el diario fue llevado a La Paz, donde el general Ovando le dio una primera lectura intensiva, al parecer por las noches, en su cama, analizando cuidadosamente lo que el comandante cubano había volcado en él. El 26, el coronel Remberto Iriarte, el fiscal que llevaba a cabo el juicio de Debray y Bustos en Camiri, anunció que presentaría a consideración del Consejo de Guerra la lectura de los párrafos más relevantes del escrito pues los mismos podían contribuir a esclarecer la situación de los acusados. Para entonces, varios editores más habían tomado contacto con el gobierno, interesados en su publicación.

El diario de campaña del Che en Bolivia

El 4 de noviembre, los principales diarios de Buenos Aires informaron que el gobierno boliviano había cerrado tratos con un grupo periodístico norteamericano del que formaban parte “The New York Times” y algunas cadenas de televisión, interesado en adquirir de los derechos del diario, así como el de Debray y todos los documentos relacionados con el caso. Ello habría provocado una carrera de precios que se inició con una oferta de u$s 20.000, que se fue incrementando hasta alcanzar los u$s 400.000. También “Paris-Match” pugnaba por la exclusividad hasta que, según versiones, los acuerdos se cerraron con el grupo Magnum, que habría pagado un adelanto de u$s 50.000 (la versión fue luego desmentida por la agencia AFP8).
El 6 de diciembre, Radio Altiplano confirmó que el gobierno, a través de su máximo representante, el general René Barrientos, acababa de acordar la venta del manuscrito “a una empresa  de gigantesca magnitud publicitaria”, noticia que el mandatario dio en la ciudad de Oruro, durante un festejo militar. Dos días después, fue el general Ovando quien sacó a relucir el tema, asegurando que el mismo iba a ser vendido al mejor postor y que había en oferta una suma que alcanzaba los u$s 100.000, desmintiendo, sin proponérselo, a su par en el mando.
Otros consorcios interesados en conseguir el diario fueron: Doubleday and Co. y Stein and Day de Nueva York, esta última a través del polémico Andrew Saint George.
El tema llegó a la Casa Blanca de la mano del propio director de la CIA, Richard Helms, a través de un memorándum secreto cursado el 24 de octubre.

El diario original de Ernesto Che Guevara de la Serna se halla en manos del gobierno boliviano que, por el momento, negocia su venta. Una editorial alemana (no identificada) ya ha ofrecido cien mil dólares, a condición de hacerse con su posesión durante las próximas dos semanas. También el New York Times y la revista Parade están negociando la adquisición del manuscrito. Nuestra opinión es que el diario será publicado en un futuro muy próximo y se convertirá, así, de dominio público. Contiene el resumen general de los hechos acaecidos entre el 7 de noviembre de 1966 y el 7 de octubre de 1967. Ilustra sucesos varios y no presenta informaciones particularmente sensibles. Aunque la grafía a veces resulta particularmente difícil de interpretar, podría ser publicado en su forma actual. […] No hay ninguna necesidad de purgar el texto. […]9.

El 15 de diciembre la misma Agencia Central de Inteligencia elaboró un informe en el que hoy, a la distancia, se perciben claramente su miopía e incapacidad de comprender la situación.

El diario de Ernesto Che Guevara contiene el resumen del desafortunado movimiento rebelde por él guiado en territorio boliviano (de 7 de noviembre de 1966 a 7 de octubre de 1967). El manuscrito, hallado en posesión del Che en momentos de su captura, revela que desde el principio la banda  demostró ineptitud y hubo disensiones durante las operaciones en la selva. Al final, el movimiento falló porque los campesinos bolivianos miraban a los insurgentes con miedo y sospecha.  Guevara escribe de manera simple, sin metáforas, sin lenguaje rebuscado. No trata temas políticos importantes o cuestiones ideológicas. Evita los recuerdos personales. De hecho, no dice nada que pueda inspirar lemas o mitos. Además, todo hace suponer que la leyenda del Che se verá empañada por el relato de su patética lucha en Bolivia. […]10.

El 17 de noviembre, el tribunal militar que juzgaba a Regis Debray y Ciro Bustos, encontró a ambos culpables y los condenó a treinta años de prisión, a cumplir en una cárcel de Camiri, en tanto el resto de los acusados, Ciro Argañaraz entre ellos, fueron absueltos.
Al día siguiente, el Estado Mayor de las FF.AA bolivianas se pronunció una vez más sobre la venta del polémico diario aclarando que en esos momentos se trabajaba en sus copias dactilográficas y fotostáticas, a efectos de conservar el original y negociar la comercialización de las mismas
Para entonces, “Paris-Match” había retirado su oferta de u$s 400.000 y Magnum reforzado la suya, ofreciendo un primer pago de u$s 120.000 más el 10% de las ventas sobre una cifra igual hasta totalizar los u$s 300.000 finales.
El día 24 corrió la versión de que el gobierno había autorizado finalmente la transacción, ello a través del decreto Nº 08165, según el cual, las FF.AA. podían disponer de los documentos y las pertenencias capturadas en combate contra la guerrilla.
A comienzos de diciembre, la Magnum Fotos Inc., aún negociaba con las autoridades y el día 6, Barrientos anunció en rueda de prensa que agentes del comunismo intentaban entorpecer los acuerdos.
Pese a todos estos anuncios, las tratativas entre la corporación y el gobierno terminaron por fracasar y todo volvió a foja cero.


El 29 de junio de 1968, un despacho de la agencia británica Reuters, firmado por el periodista Michael Arkus, sacudió a la opinión pública internacional: Cuba publicará el diario del revolucionario cubano Ernesto Che Guevara, muerto en Bolivia en octubre pasado, según se anunció en esta capital”.
La noticia dio la vuelta al mundo y cayó como una bomba en las más altas esferas del gobierno boliviano.
¿Cómo era posible? –se preguntaban todos- ¿De qué manera podía el régimen de Castro editar un diario que se guarda celosamente en dependencia militares del Altiplano? Y de ser así, ¿cómo fue que llegó hasta allá?
“Se trata de un fraude” fue lo primero que anunció La Paz al trascender la noticia, pero eso era falso.
José Antonio Arguedas Mendieta, ministro del Interior boliviano era un hombre extraño. Ambiguo, impenetrable, enigmático. Se decía que en su juventud había integrado las filas del Partido Comunista Boliviano y que allí había conocido a personalidades que luego se harían célebres, entre ellas Mario Monje y los hermanos Peredo.
Desde su cartera había trabajado intensamente en la captura del Che, colaborando con las operaciones militares a nivel ministerial. Sin embargo, ese hombre, acusado de doble agente, de mafioso y violento, estaba en extremo presionado, no solo por Barrientos y Ovando sino también por la CIA. Y era precisamente esa injerencia, la que decidió su accionar.
El gobierno boliviano deseaba sacar provecho de la enorme trascendencia del Che y dado que su reciente campaña le había costado millones de dólares a sus arcas, tenía especial interés por negociar el manuscrito, en parte para paliar esos gastos y en parte para lucrar a nivel particular.
Todo el mundo sabía que los militares tenían en su poder no solo el original sino varias copias, lo mismo la CIA, cuyo agente, Félix “Ramos” (en realidad Félix Rodríguez), lo había fotografiado íntegro la mañana del 9 de octubre.
La inteligencia militar del país andino le había quitado algunas hojas las copias -todas diferentes-, para entregárselas a los más altos representantes de la cúpula militar y política y así determinar, en caso de desaparición o filtraciones, quién fue el causante de la maniobra. Se dijo también que esos faltantes se extraviaron y que hasta hoy se guardan en un lugar desconocido. Pero eso no tiene importancia. Lo que vale es el hecho de que el escrito representaba un gran negocio y que de él pensaban obtener pingües ganancias.
Emitido el decreto que autorizaba la venta, numerosas editoriales se acercaron interesadas, como se ha dicho. El intento de vendérselo a la McGraw Hill Co. fracasó porque la editorial se negó a tratar con quienes habían asesinado ilegalmente al Che. Fue entonces que intervino Arguedas para ponerle fin al asunto. Presionado por la situación, acuciado por su entorno y movido por una desconocida admiración por Fidel Castro, la revolución cubana y sobre todo, el Che Guevara, decidió sacar una copia del país y hacérsela llegar al líder caribeño para que dispusiese de ella como mejor le pareciese.
Cuando se hicieron los facsímiles del diario, el coronel Roberto “Toto” Quintanilla le había entregado una, luego de recibirla de Hugh Murray -de quien nos referimos al hablar de la ayuda exterior que recibió Bolivia-, para chequear nombres, lugares, antecedentes y situaciones.
Según declaró al periodista e historiador boliviano Roberto Cuevas Ramírez, autor del libro Arguedas, por entonces, el ministro se hallaba hastiado de la función pública y el gobierno al que representaba, presionado en parte por su familia, temerosa de la situación y la corrupción que imperaba por todas partes.

… estaba decepcionado de la corrupción que ostensiblemente se veía en el gobierno. Los Ministros de Obras Públicas seguían robando la plata de los caminos, los Directores del Servicio de Caminos hacían pingües negocios en la construcción de caminos, el Ministerio de Economía hacía negocios escandalosos con la harina, en fin, una situación que me ponía absolutamente incómodo. A eso súmele la campaña que los americanos habían iniciado contra mí. Apenas llegaba al Ministerio ya me sentía traumado porque muchos decían que era un tipo incapaz, que era sargento y que no tenía don de mando, que el servicio de inteligencia andaba de cabeza, que no se metía presos a todos los movimientistas que había que tenerlos encerrados, que era una calamidad como Ministro y, sin embargo, nadie parecía advertir la enorme resistencia popular que se traducía en diarios conflictos11.

Decidido a burlar la operación comercial de sus mandantes, Arguedas tomó contacto con el abogado y periodista Víctor Zannier Valenzuela y le solicitó un encuentro en el que pensaba exponerle el asunto y pedirle ayuda, esto a fines de 1967.
Pocos días después, alguien llamó a la puerta de las oficinas que Prensa Latina tenía en el edificio de once pisos, ubicado en la calle Unión Central de
Santiago de Chile. Hernán Uribe Ortega, corresponsal de la mencionada agencia y periodista de la revista “Punto Final”, descorrió la mirilla y vio que un sujeto de baja estatura, con un sombrero calado hasta las cejas, aguardaba ahí parado. Como su aspecto era inofensivo, abrió la puerta y le preguntó que deseaba.

-Buenos días, ¿qué se le ofrece?

-Tengo que hablar contigo algo de suma importancia y de extrema urgencia – dijo el recién llegado.

Uribe reconoció al recién llegado de un viaje que había hecho a Bolivia, en ocasión de la campaña del Che. Sabiendo que podían ser vigilados, le propuso dirigirse al cercano “Black Bar” y una vez ahí, se pusieron a conversar.
En el camino, mientras transitaban por la vereda, el boliviano le lanzó aquella frase que lo dejó helado.

-Vengo por encargo de Antonio Arguedas. El quiere entregar el diario del Che a Cuba.

Uribe casi se cae de espaldas y necesitó detenerse un minuto para mirar al hombre a los ojos y reflexionar.
               
-El ministro sabe perfectamente quien eres tú, pues ordenó vigilarte cuando visitaste Bolivia. Yo sé que esto parece increíble, pero el fondo del problema –y de la explicación- reside en que Arguedas esta hastiado de la intromisión norteamericana en nuestro país y necesita hacer algo que lo reivindique moralmente ante sí mismo y antes sus compatriotas. Él tiene una copia del diario y otras cosas del Che…

Aceleraron ambos el paso y ya en una de las mesas, continuaron con aquel diálogo que parecía salido de la mejor novela de espionaje. El chileno apenas creía lo que oía y por eso, luego de una serie de preguntas, le pidió a su colega que aguardase, porque necesitaba hablarlo con el consejo de redacción de la revista, a saberse, Manuel Cabieses Donoso, co-fundador y director de “Punto Final”, su subdirector Mario Díaz Barrientos, Jaime Faivovich Waisbluth, Carlos Jorquera Tolosa (también de Prensa Latina) y el gerente de la publicación, Alejandro Pérez Arancibia.
Antonio Arguedas
Se reunieron todos con Zannier en un restaurant de las afueras de Santiago, donde, después de escuchar la propuesta, hicieron un completo análisis de la situación pues, como es fácil deducir, necesitaban evaluar las circunstancias y ver cuáles eran las posibilidades de llevar a cabo la operación. Los chilenos querían corroborar la información, en especial si todo aquello era veraz y luego establecer contacto con La Habana, para concretar la misión.
En esos momentos, las relaciones diplomáticas con la isla estaban rotas, no así sus vínculos comerciales de ahí que, todos, de común acuerdo, señalaran a Uribe y Jorqueras para establecer contacto con el agregado cubano y ponerlo al tanto12.
Así se hizo y al cabo de veinticuatro horas, ya había una respuesta de Manuel “Barbarroja” Piñeiro en cuanto a seguir adelante con el operativo. Se convino un encuentro secreto en Europa y se le pidió a Zannier que retornase a Bolivia en pos de la copia.
El boliviano regresó a La Paz y recién a comienzos de marzo estuvo de vuelta, llevando bajo el brazo dos discos de música andina en cuyo interior, adheridos a las tapas de cartón, se encontraban los microfilmes de 35 mm con las copias fotostáticas del documento. Su depositario fue Cabieses, quien los guardó en su casa, colocando el disco entre otros de su colección, en tanto el resto del equipo decidía quien sería el encargado de llevar la preciosa carga a destino. Estaba en marcha la Operación Tía Victoria.
Mario Díaz Barrientos
Tras mucha deliberación, descartados Uribe y Alejandro Pérez, se decidieron, de común acuerdo por Mario Díaz Barrientos, hombre aplomado y sereno que había cumplido funciones como corresponsal en París y formado parte de la redacción de “Panorama Económico”, prestigiosa publicación de los años cuarenta y sesenta.
En casa de Cabieses cambiaron los microfilms a una muñeca de regalo, preparada especialmente por Flora Martínez, esposa de Uribe (en otras versiones se dice que fueron introducidos en un disco de música chilena) y al día siguiente, el emisario partió hacia el aeropuerto, donde abordó un vuelo directo a la ciudad de México. Aterrizó la mañana del 15 de marzo y una hora después se hallaba a bordo de una aeronave de Cubana de Aviación, que se posó en Rancho Boyeros cuatro horas después. Entre la entrega de los microfilms y su llegada a la capital cubana, habían transcurrido 72 horas.
El diario fue publicado el 29 de junio, con prólogo del propio Fidel Castro y el 1 de julio comenzó a ser repartido gratuitamente a la población, sin las trece hojas que se le habían arrancado a la copia de Arguedas.

Comenzó hoy a distribuirse aquí gratuitamente el diario sobre la fallida campaña boliviana, del guerrillero Ernesto “Che” Guevara […] Largas hileras de público se congregaron frente a diversas librerías para aguardar la distribución, que comenzó a las 12.30 […] Castro dice en su introducción que un puede revelarse por ahora cómo “llegó a nuestras manos el diario. Baste decir que fue sin mediar remuneración económica […]” Así mismo consigna que el diario se publicará simultáneamente en español por la revista Punto Final, de Chile, y en otros países, y en francés por la editorial Francois Maspero; por la Feltrinelli, d Italia; en alemán, por la Trikent Verlag de Alemania occidental; y en inglés por la revista Ramparts, de Estados Unidos13.

Inmediatamente después, comenzaron a aparecer, en diferentes partes del mundo diferentes ediciones, arruinando de ese modo el gran negocio de los gobernantes bolivianos.
Por supuesto, la primera reacción de éstos últimos fue negar su autenticidad, incluso el general Torres llegó a manifestar en una conferencia de prensa que según su parecer, se trataba de una maniobra de Fidel Castro pues en ningún momento se habían entregado copias a nadie; dijo también que el original había sido guardado en un lugar seguro y reservado, que solo los altos jefes militares habían tenido acceso al mismo (unos siete en total), que en ningún momento se habían concedido los derechos de publicación y que los documentos capturados a la guerrilla eran de propiedad de las Fuerzas Armadas de la Nación, aclarando sobre el final que el diario publicado en Cuba iba a ser cotejado con el original.
El 3 de julio Andrew Saint George salió a desdecir la versión de La Habana, asegurando que el verdadero escrito contenía críticas a Fidel, inexactitud que otros personajes salieron a sostener.
La seguidilla de versiones se fue al tacho cuando, ese mismo día, Castro pronunció un nuevo discurso por la cadena de radio y TV, descalificando abiertamente a las autoridades del país andino y desafiándolas a que probasen que el volumen publicado era falso:

Nadie que esté en su sano juicio puede concebir que alguien publique una copia falsa de un documento cuyo original está en manos de otro, siendo además ese otro su enemigo. Es algo inconcebible la sola idea de que nosotros fuésemos a incurrir en semejante error; además de error, en semejante inmoralidad, que jamás acostumbra esta Revolución. Nosotros recibimos las copias fotostáticas y las sometimos a cuidadoso estudio […] y no tenemos realmente la más remota duda que es el auténtico diario. Y esto podrá ser comprobado. Y cuando arribamos a esa conclusión, tratándose de un documento de esa importancia histórica, entonces decidimos publicarlo.
Los dirigentes de Bolivia, dirigentes por supuesto por encargo del imperialismo yanqui, mienten. Mienten en primer lugar cuando afirman que no ha salido de Bolivia ninguna copia del diario del Che. Pretenden ignora, por ejemplo, el hecho de que un tal “doctor González” agente de la CIA que actuó ampliamente en Bolivia, tomó fotografías de todos los documentos del Che, las cuales, por supuesto, inmediatamente las remitió a sus jefes de la CIA, prometiéndole al coronel Zenteno Anaya que le enviaría una copia […]14 Pretenden ignorar que en Bolivia el propio Alto Mando de las Fuerzas Armadas ordenó un proceso reservado contra los coroneles Joaquín Zenteno Anaya y Luis Antonio Reque Terán, a cargo del coronel Reyes Villa, por haber vendido documentos incautados a los guerrilleros. Pretenden ignorar que un periodista de New York Times, Juan de Onís, tuvo acceso a los documentos del Che, aunque no consta que haya sacado copias íntegras de los mismos.

Y luego de referirse a las intrigas de Andrew Saint George, a la editora McGraw Hill, cuya honradez y decencia reconoció, al gobierno boliviano y a las fotografías que mostraban a agentes de la CIA en Vallegrande, así como a oficiales de las FF.AA. festejando la muerte del Che, volvió a desafiar a quienquiera negase la autenticidad del impreso.
De manera inmediata, el gobierno boliviano inició una investigación que recién  arrojó resultados con la huida de Arguedas.
Alertado de que iba a ser detenido, el funcionario abordó un jeep del Ministerio (conducido por un dependiente) y armado con dos metralletas, partió hacia la frontera con Chile, en compañía de su hermano Jaime. Una vez en Pisiga (6 a.m.), le ordenó al chofer regresar y cruzó el límite caminando para presentarse a las autoridades de migraciones. Fue detenido e incomunicado durante diez dias. Al cabo de ese período, fue conducido hasta un avión de la Fuerza Aérea que partió con destino a Iquique, de donde siguió luego a Santiago, para quedar nuevamente confinado –siempre junto a su hermano-, ocho días más.

Estuve incomunicado ocho días. Al cabo de ese tiempo decidieron presentarme a la prensa anunciándome que a los tres días saldría en libertad. Efectivamente, la conferencia se llevó a cabo en la Prefectura de Santiago a la que asistieron un montón de fotógrafos, camarógrafos, reporteros, etc. Comencé a hablar y tiré pestes contra los americanos. Terminada la conferencia, el señor Palma, funcionario de la Cancillería que estaba a cargo de la organización de aquel encuentro me dijo: “Gracias por el show. Puede retirarse”. Habían sido agentes de policía todos ellos y la conferencia de prensa no fue tal. Era sólo un entrenamiento para saber qué es lo que iba a decir. Me volvieron a incomunicar y me dijeron que la única forma en que solucionaría el problema era teniendo una entrevista con un funcionario de la Embajada Americana. Me negué y comenzamos a negociar mi salida15. 

Desde la capital chilena, Arguedas partió rumbo a Londres, haciendo escalas en Buenos Aires, Rio de Janeiro, Las Palmas y Madrid. No aceptó el asilo político ofrecido allí por la embajada cubana y al cabo de un tiempo voló a Nueva York, poniendo fin a su viaje. Regresaría a su tierra vía Perú, en 1969, para ser sometido a proceso por el “robo” de la copia, pero tras la muerte de Barrientos, su expediente “terminó extraviado”.
Un año después, volvería a ser protagonista de un hecho de similares características.



Notas
1 En esos momentos Aleida se encontraba en el Escambray, realizando trabajos para el gobierno. Durante la ausencia de su marido había reanudado sus estudios de Historia en la Universidad de La Habana.
2 Jon Lee Anderson, op. Cit., p. 690.
3 Texto completo de la conferencia por Radio y TV de Fidel Castro Sobre la Muerte de Ernesto
Guevara (15/10/1967). Transcripción digital del Diario Granma del 16 de octubre de 1967 realizada por el a 45 años de la caída en combate del Comandante Che Guevara. Plenario Obrero y Popular.
4 Ídem.
5 Ídem.
6 Discurso pronunciado por Fidel Castro, en la velada solemne en memoria Ernesto Che Guevara, en la Plaza de la Revolución, el 18 de Octubre de 1967. Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno Revolucionario.
7 Jon Lee Anderson, op. Cit., pp. 690-691.
Che en Bolivia”, de Vladimir Pérez Casal (CubaDebate, 10 de agosto de 2015
8 Gregorio Selser, op. cit., p. 77.
9 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op.Cit., pp. 143-144 (Memorándum enviado por Richard Helms, director de la CIA, a George Christian, portavoz de la Casa Blanca, secreto, 24 de octubre de 1967, CREST.)
10 Ídem., p. 157 (Informe de la CIA, secreto, 15 de diciembre de 1967, CREST.)
11 Roberto Cuevas Ramírez, Arguedas, Artes Gráficas Latinas, 1ª Ediciín, La Paz, abril de 2000.
12 Aquí también, las versiones difieren. Según el artículo “La tía Victoria y el diario del
(http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/08/10/la-tia-victoria-y-el-diario-del-che-en-bolivia/#.V0rsudThBkg), el arreglo se hizo a través de un representante comercial de la isla. Según la nota de Manuel Cabieses Donoso, “Al rescate del diario del Che”, Revolución o Muerte, martes 8 de octubre de 2013 (http://www.revolucionomuerte.org/index.php/manuel-cabieses/1606-el-rescate-del-diario-del-che-en-bolivia), la maniobra se realizó a través de Luis Fernández Oña, funcionario del Departamento América del Comité Central del PC de Cuba, en casa de Cabieses, donde éste último vio por primera vez el diario y reconoció la letra del Che. Fernández Oña contraería matrimonio con Beatriz Allende, hija del depuesto mandatario chileno, quien se suicidó en La Habana, el 11 de octubre de 1977.
13 Gregorio Selser, op. Cit., p. 83 (cita a “La Prensa” de Buenos Aires, edición del 2 de julio de 1968).
14 En realidad fue Félix “Ramos” quien tomó las fotografías.
15 Roberto Cuevas Ramírez, op. Cit.