PALABRAS FINALES
Cuando
en el año 2009 salió a la venta El
canalla. La verdadera historia del Che, de Nicolás Márquez, me apresuré a
comprarlo pues movido por mi rechazo hacia el personaje, me interesaba su
lectura.
Me
llamaron la atención dos cosas que le escuché decir al autor durante un
reportaje televisivo, la primera, que el número dos de la Revolución Cubana era
un consumado racista y la segunda, que se trataba de un declarado homófobo, facetas
en las que quería ahondar.
Lo
primero que noté cuando fui a comprar el libro fue la mala cara del vendedor.
Evidentemente era izquierdista y no compartía la posición de Márquez.
Recién
en el tren, de regreso a mi casa, reparé en un detalle que había pasado por
alto en la librería. En la tapa, debajo del título, resaltaba una leyenda que
decía: “Hasta la derrota siempre”, la célebre frase
revolucionaria trastocada
de manera irónica. Aquello me desconcertó porque parecía una chanza de
escolares secundarios y no algo propio de una obra seria. Aún así, pasé
por alto el detalle y me aboqué a la lectura; lo hice con verdadero
interés porque había leído otros trabajos del autor y compartía en parte
su posición y además, parecía que la investigación iba a develar
aspectos poco conocidos de la personalidad
del Che, pero grande fue mi decepción a medida que pasaban las hojas.
Para mi pesar, pude comprobar que se trata de un simple “corta y pega”
de textos fácilmente
ubicables en la abundante bibliografía guevarista, un escrito subjetivo y
elemental, destinado a un público determinado.
Lo
que más me desilusionó fue que el trabajo no aportaba nada nuevo salvo la lista
de las personas ejecutadas por Guevara, algunas de las cuales estaban mal
incluidas, tal el caso de “Chicho” Osorio, quien fue pasado por las armas por
orden de Castro tras el asalto al cuartel de La Plata y no por el Che. Una decepción para
quienes leímos todo al respecto y creíamos estar, vuelvo a repetirlo, ante
algo novedoso.
El
tema de las ejecuciones, ha sido tratado y abordado en decenas de
escritos, lo mismo en la película de Richard Fleischer, interpretada por
Omar Shariff y
Jack Palance en 1969.
El
anuncio que el autor hizo por televisión, sobre el campo de concentración para
homosexuales que Guevara comandó en el extremo occidental de Cuba, fue motivo
de especial interés para mí, pues había muy pocas referencias al respecto. Sin
embargo, la mención se limitaba a un simple párrafo, sin sustancia ni
consistencia y una posterior alusión a acontecimientos acaecidos en 1965,
cuando el Che estaba en el Congo. En una palabra, nada absolutamente.
Lo
lamentable es que al intentar minimizar a Guevara, la subjetividad
obnubila
al autor. El Che podrá ser un carnicero, un represor, un asesino, un
invasor,
tal como intentamos mostrarlo a lo largo de este trabajo, pero el señor
Márquez no
puede manipular la información que aportan las fuentes. No vamos a
hablar de su
versión de la batalla de Santa Clara y el tren blindado, ni de las
expresiones
que vierte sobre las Fuerzas Armadas Cubanas, a las que en su intento
por
desmerecer al Che, rebaja a la condición de cobardes; recurriremos a
algunos de
los autores que Márquez cita, tal el caso de Pierre Kalfón, al que
reconoce bien documentado e informado, quien se refiere al desempeño del
Ejército
Rebelde en la sierra y al de las tropas de Batista a lo largo de los dos
años
que duró la contienda, de ahí que minimizar su accionar es en verdad, un
insulto al pueblo cubano.
Jon
Lee Anderson, Paco Ignacio Taibo II, Gary Prado, Luis Reque Terán, los
documentos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano y casi todos los
autores serios que han abordado el tema muestran claramente que hubo acción y
que la campaña no se limitó a un simple paseo como el autor pretende demostrar.
Remito al lector a mi trabajo, lo invito a releer las acciones de guerra,
algunas de las cuales han sido extraídas de memorias, diarios de combate y
bibliografía de quienes tomaron parte en los hechos, y luego sacar sus propias
conclusiones.
Uno
de los pasajes más burdos del libro de Márquez es aquel que dice; “no hay constancias de que el Che haya matado a nadie en combate”.
La afirmación es tan elemental, tendenciosa y refutable, que evidencia un
apresuramiento alarmante a la hora de administrar la información, en primer
lugar porque miles de soldados, en todas las guerras, vuelven sin saber si han
abatido a alguien durante los combates que protagonizaron y segundo, porque
Guevara estuvo bajo fuego en decenas de oportunidades, tanto en Cuba, como en
el Congo y Bolivia.
Para desmentir esa aseveración, vaya como prueba el combate de El Hombrito, donde el
Che abatió a un hombre, lo mismo el de Arroyo del Infierno, el 22 de enero de
1957, cuando mató a otro soldado y el ataque al cuartel del río La Plata unos
días antes, donde hirió de gravedad a un tercero.
El
Che Guevara habla de esas acciones en sus escritos y todos sabemos lo excesivamente
autocrítico que ha sido en cuanto a su desempeño, haciendo mención de
sus errores, sus malos procedimientos y sus debilidades. Jamás magnificó sus
acciones y hasta fue sincero a la hora de rememorar alguna fuga precipitada, así como sus temores y angustias.
La
historia no es como uno quiere que sea, como le conviene o como más le gusta sino tal cual
ocurrió y para abordarla, se la debe encarar con respeto, altura y responsabilidad,
dejando a un lado ideologías, creencias, principios y posiciones. Y para ello,
se debe empezar por respetar al lector y a los personajes a
tratar. No se puede escribir un libro enemistado con el tema y mucho
menos con sus protagonistas.
Sólo
como ejemplo, resultaría imposible abordar la biografía de Stalin
pensando que era un estúpido, un inútil, sucio y pigmeo, tanto de
estatura como de mente, para luego mostrar una visión parcial de su
personalidad. Si llegó a donde llegó y ocupa el sitial que tiene en
la historia, es por algo (a entender de quien esto escribe, ha sido el
criminal de masas
más brutal de todos los tiempos pero de tener la capacidad, formación y
tiempo suficientes para encarar su biografía, lo hubiera hecho con verdadera pasión).
La
frase con la que Márquez cierra su trabajo me llevó a la conclusión de que sólo
se trata de un folletín caro (pues costó sus buenos pesos) y a desempolvar una antigua investigación que había
iniciado a comienzos de los noventa y debí suspender cuando me radiqué en
Europa, en el año 2001.
“‘Morir acribillado
por las balas’, con ‘testigos’, de manera ‘heroica’. En todos los escritos y
poemas que los acompañaron durante su corta e intensa vida, Guevara fue
anunciando el modo en el cual buscaba su muerte. Empero, el Che no terminó de morir exactamente como quiso.
Puesto que para su desdicha, su cuerpo fue bañado e higienizado por las
monjitas danesas. Ultraje imperdonable para quien hizo de la roña moral y
física un culto y un alarde”.
“Esto
no es serio” pensé indignado. “Es el
típico escrito de un negador, una visión parcial, cargada de ira, desprecio y soberbia, con el agravante de que la información ha sido manipulada”.
Además,
salta a la legua que el autor extrajo de las fuentes lo que le convino y
volcó los datos de manera antojadiza, sin el análisis y la
reflexión que el tema amerita pues en muchos casos el relato suele estar
viciado. Los habitantes de La Higuera y
los mismos cuadros que tomaron parte en los hechos, han fabulado y
mentido
a lo grande, inventando frases que nunca se pronunciaron y hechos que no
acontecieron, sólo para darse
corte y figurar. La frase “Valgo más vivo
que muerto” jamás fue pronunciada, ni Gary Prado, ni los soldados
que allí
estuvieron la mencionan en sus escritos pero hoy se la tiene por la más
absoluta verdad y es esgrimida en cuanta oportunidad se presenta para
mostrarle al mundo que el Che, a último momento, vaciló y pidió
clemencia. Son los típicos argumentos de los “leones de la derecha”, cuando desde
la comodidad de sus hogares, sentados en mullidos sofás, debaten y analizan los hechos como entendidos.
Fue
entonces que me puse a trabajar con la idea de hacer algo parecido a lo
de
Márquez pero desde otra perspectiva. De ese modo, retomé aquel antiguo
escrito
sobre el Che, en el que apuntaba especialmente al aspecto bélico y
después de releerlo varias veces, lo corregí, le hice algunos agregados y
finalmente lo subí a internet, intentando hacer mi aporte.
Si
Márquez y los detractores de Guevara (tal es mi caso) pretendían mostrar
el
lado obscuro del personaje, ese que sus partidarios y admiradores han
ocultado, dejaron en el tintero muchas cosas, una de ellas, el homenaje
que merecen los
combatientes que tomaron parte en la campaña que derrotó su invasión.
Existe
hoy en Bolivia, una agrupación denominada Confederación de los Beneméritos de
Ñancahuazu 1967, presidida por Mario Moreira, ex combatiente del Regimiento 2
de Artillería “Bolívar” quien, entre muchas acciones, estuvo presente en el
combate de El Mesón, cuando abatieron al guardia Villanueva Sánchez Cerro, al
guía civil Luis Beltrán Roda y su perro Tempestad.
Don
Mario llora cuando evoca a sus camaradas muertos, ya en el programa “Levántate
Bolivia” o en “Casi al Mediodía”, suerte de “Almorzando con Mirtha Legrand” boliviano, que
conduce la tarijeña Casmira Lema. A éste último asistió el 26 de marzo de 2013,
acompañado por sus camaradas de armas, Eloy Vera (RC4 “Ingavi”), Juan Siles y
Luis Astorga, especialmente invitados al conmemorarse los 46 años de la campaña.
Desde
la década del setenta, esos hombres valerosos se reúnen una vez por año
para
evocar su gesta, recordar a sus compañeros caídos y desfilar con sus
uniformes
y estandartes en las fechas patrias. El 3 de agosto de 1990 se nuclearon
en
la recientemente fundada Confederación y desde entonces, hasta el año
2010,
pudieron marchar junto a las FF.AA. de su país, en especial sus hermanos
veteranos de la
Guerra del Chaco, tanto en las paradas militares, como en los festejos
por ellos mismos organizados. Sin embargo, con la llegada de Evo Morales
se los excluyó de todo evento pues las tendencias
imperantes ven en ellos un estorbo, terrible injusticia para quienes lo
dieron
todo por la patria.
Así
lo dejaron ver, entre otros, Luis Astorga, Basilio Espejo y Donato Catumpe Ramos a
la salida de la misa que tuvo lugar en la Basílica Menor de San Francisco de La
Paz, el sábado 1 de abril de 2011.
En Santa Cruz de la Sierra, los veteranos han tenido que aclarar que no son asesinos como ha sostenido descaradamente el gobierno instaurado el 22 de enero de 2006, sino ciudadanos que cumplieron con su deber, un mandato, en una palabra, su servicio militar en defensa del suelo patrio contra la invasión cubana.
Beneméritos de Ñancahuazú (Imágen: htpps://alcatraz715.blogspot.com) |
En Santa Cruz de la Sierra, los veteranos han tenido que aclarar que no son asesinos como ha sostenido descaradamente el gobierno instaurado el 22 de enero de 2006, sino ciudadanos que cumplieron con su deber, un mandato, en una palabra, su servicio militar en defensa del suelo patrio contra la invasión cubana.
Mientras
el régimen de Evo Morales dicta leyes antidiscriminatorias, él mismo y
buena parte de la población excluyen a su gente por haber luchado y
vertido
su sangre contra un agresor extranjero, que pretendía imponer ideas
totalitarias. Olvidan que hoy ocupan sus cargos gracias a esos
soldados, humildes la mayoría, quienes se jugaron por su tierra y la
sociedad que les encomendó su custodia. Por eso tienen razón los
veteranos al sentir vergüenza
por algunos militares indignos, que al no estar a la altura del uniforme
que
visten, se dejaron llevar por una política tendenciosa que no trepidó en
reemplazar el glorioso “Viva Bolivia libre” por la consigna “Patria o
muerte”
que rugía el enemigo.
Injusticias
como esa viven en otras partes del mundo otros hombres que como estos bolivianos dignos, se esforzaron en la defensa de su
tierra y su libertad, tal el caso de la Argentina, donde conscriptos
y oficiales que tomaron parte en la lucha contra la subversión asesina, en especial
los del Operativo Independencia, en la provincia de Tucumán, no podían desfilar durante las fechas patrias.
Hoy,
esos patriotas reclaman justicia y consideración. Según Eduardo
Espinoza, secretario de la Federación Departamental de Ex Combatientes Contra
la Guerrilla de Santa Cruz de la Sierra, el gobierno debe aprobar la
reglamentación que los declare “Beneméritos de la Patria”, equiparándolos a los
veteranos de la Guerra del Chaco, junto con una quita en los pasajes públicos y
el respeto a la Ley Nº 3327 del 17 de enero de 2006, promulgada por el presidente
Eduardo Rodríguez Veltzé, apenas cinco días antes de dejar el mando,
reconociendo su condición de afiliados a la Confederación Nacional de
Beneméritos de las Guerrillas de Ñancahuazu 1967. A ella pertenecen un millar
de asociados de las diferentes federaciones departamentales,
doscientos siete de ellos en Santa Cruz de la Sierra.
Veteranos de Ñancahuazu marchan en Vallegrande El gobierno de Evo Morales los excluyó injustamente de los desfiles patrios (Imagen: Youtube) |
En julio de 1970, un nuevo foco guerrillero encabezado por Osvaldo “Chato” Peredo, hermano de “Inti” y “Coco”, médico egresado de la Universidad de Moscú, inició acciones contra las FF.AA. de Bolivia, intentando reeditar la campaña del Che. Era el Ejército de Liberación Nacional que volvía a las montañas.
El
19 de ese mes tomaron por asalto la minera South American Placer, secuestraron a
los técnicos alemanes Gunter Lerch y Eugenio Schulhauser y tras negociar la
liberación de Loyola Guzmán y varios militantes detenidos durante tres días, los dejaron ir, para regresar a las alturas
selváticas del Beni.
Menos de tres meses después, los sesenta y siete combatientes, estudiantes la mayoría, eran aniquilados, cayendo entre otros,
Néstor Paz, encargado del diario de guerra; el folklorista Benjo Cruz, Rafael
Antezana Egüez, Federico Argote Zuñiga, José Gamarra Quiroga, Francisco y
Ricardo Imaca Rivera, Genny Koller Echalar, Carlos Navarro Lara, Rita Valdivia
y los hermanos Emilio y Eduardo Quiroga Bonadona; sus jefes fueron apresados y
los sobrevivientes enviados a prisión. Una vez más, los soldados bolivianos
acudieron en defensa de su tierra.
Por
eso creemos un deber cerrar este trabajo con las estrofas del himno a los Beneméritos de
Ñancahuazu, reconociendo en ellas a cuantos lucharon y
enfrentaron la amenaza totalitaria del comunismo en todos los rincones de la Tierra.
Grandioso soldado
contraguerrillero,
Has demostrado valor
al mundo entero,
Con gran heroísmo
evitaste que nos mellara,
El nefasto comunismo
del invasor Che Guevara.
El 8 de octubre de
1967 en la Quebrada de Churo
Venciste al obscuro
holocausto fatal
Y nuestra sacrosanta
bandera, gloriosa y triunfal
Allá en La Higuera
volvió a flamear en libertad.
Valiente gran ex
combatiente
La patria te rinde su
gran homenaje
Honor y gloria a los
que con coraje
Ofrendaron sus vidas
con dignidad.
Soldado boliviano
eres auténtico
Centinela de América
del Sur
Humilde pero con tesón
fantástico
Tan límpido como el
cielo azul.
Rugiste cual fiera en
Ñancahuazú.
--------------------------
Valiente gran ex
combatiente
La patria te rinde su
gran homenaje
Honor y gloria a los
que con coraje
Ofrendaron sus vidas
con lealtad.
Soldado boliviano
eres auténtico
Centinela de América
del Sur
Humilde pero con tesón
fantástico
Tan límpido como el
cielo azul.
Rugiste cual fiera en
Ñancahuazú.