sábado, 31 de agosto de 2019

PALABRAS FINALES






Cuando en el año 2009 salió a la venta El canalla. La verdadera historia del Che, de Nicolás Márquez, me apresuré a comprarlo pues movido por mi rechazo hacia el personaje, me interesaba su lectura.
Me llamaron la atención dos cosas que le escuché decir al autor durante un reportaje televisivo, la primera, que el número dos de la Revolución Cubana era un consumado racista y la segunda, que se trataba de un declarado homófobo, facetas en las que quería ahondar.
Lo primero que noté cuando fui a comprar el libro fue la mala cara del vendedor. Evidentemente era izquierdista y no compartía la posición de Márquez.

Recién en el tren, de regreso a mi casa, reparé en un detalle que había pasado por alto en la librería. En la tapa, debajo del título, resaltaba una leyenda que decía: “Hasta la derrota siempre”, la célebre frase revolucionaria trastocada de manera irónica. Aquello me desconcertó porque parecía una chanza de escolares secundarios y no algo propio de una obra seria. Aún así, pasé por alto el detalle y me aboqué a la lectura; lo hice con verdadero interés porque había leído otros trabajos del autor y compartía en parte su posición y además, parecía que la investigación iba a develar aspectos poco conocidos de la personalidad del Che, pero grande fue mi decepción a medida que pasaban las hojas. Para mi pesar, pude comprobar que se trata de un simple “corta y pega” de textos fácilmente ubicables en la abundante bibliografía guevarista, un escrito subjetivo y elemental, destinado a un público determinado.
Lo que más me desilusionó fue que el trabajo no aportaba nada nuevo salvo la lista de las personas ejecutadas por Guevara, algunas de las cuales estaban mal incluidas, tal el caso de “Chicho” Osorio, quien fue pasado por las armas por orden de Castro tras el asalto al cuartel de La Plata y no por el Che. Una decepción para quienes leímos todo al respecto y creíamos estar, vuelvo a repetirlo, ante algo novedoso.
El tema de las ejecuciones, ha sido tratado y abordado en decenas de escritos, lo mismo en la película de Richard Fleischer, interpretada por Omar Shariff y Jack Palance en 1969.
El anuncio que el autor hizo por televisión, sobre el campo de concentración para homosexuales que Guevara comandó en el extremo occidental de Cuba, fue motivo de especial interés para mí, pues había muy pocas referencias al respecto. Sin embargo, la mención se limitaba a un simple párrafo, sin sustancia ni consistencia y una posterior alusión a acontecimientos acaecidos en 1965, cuando el Che estaba en el Congo. En una palabra, nada absolutamente. Lo lamentable es que al intentar minimizar a Guevara, la subjetividad obnubila al autor. El Che podrá ser un carnicero, un represor, un asesino, un invasor, tal como intentamos mostrarlo a lo largo de este trabajo, pero el señor Márquez no puede manipular la información que aportan las fuentes. No vamos a hablar de su versión de la batalla de Santa Clara y el tren blindado, ni de las expresiones que vierte sobre las Fuerzas Armadas Cubanas, a las que en su intento por desmerecer al Che, rebaja a la condición de cobardes; recurriremos a algunos de los autores que Márquez cita, tal el caso de Pierre Kalfón, al que reconoce bien documentado e informado, quien se refiere al desempeño del Ejército Rebelde en la sierra y al de las tropas de Batista a lo largo de los dos años que duró la contienda, de ahí que minimizar su accionar es en verdad, un insulto al pueblo cubano. Jon Lee Anderson, Paco Ignacio Taibo II, Gary Prado, Luis Reque Terán, los documentos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano y casi todos los autores serios que han abordado el tema muestran claramente que hubo acción y que la campaña no se limitó a un simple paseo como el autor pretende demostrar. Remito al lector a mi trabajo, lo invito a releer las acciones de guerra, algunas de las cuales han sido extraídas de memorias, diarios de combate y bibliografía de quienes tomaron parte en los hechos, y luego sacar sus propias conclusiones.
Uno de los pasajes más burdos del libro de Márquez es aquel que dice; “no hay constancias de que el Che haya matado a nadie en combate”. La afirmación es tan elemental, tendenciosa y refutable, que evidencia un apresuramiento alarmante a la hora de administrar la información, en primer lugar porque miles de soldados, en todas las guerras, vuelven sin saber si han abatido a alguien durante los combates que protagonizaron y segundo, porque Guevara estuvo bajo fuego en decenas de oportunidades, tanto en Cuba, como en el Congo y Bolivia.
Para desmentir esa aseveración, vaya como prueba el combate de El Hombrito, donde el Che abatió a un hombre, lo mismo el de Arroyo del Infierno, el 22 de enero de 1957, cuando mató a otro soldado y el ataque al cuartel del río La Plata unos días antes, donde hirió de gravedad a un tercero.
El Che Guevara habla de esas acciones en sus escritos y todos sabemos lo excesivamente autocrítico que ha sido en cuanto a su desempeño, haciendo mención de sus errores, sus malos procedimientos y sus debilidades. Jamás magnificó sus acciones y hasta fue sincero a la hora de rememorar alguna fuga precipitada, así como sus temores y angustias.
La historia no es como uno quiere que sea, como le conviene o como más le gusta sino tal cual ocurrió y para abordarla, se la debe encarar con respeto, altura y responsabilidad, dejando a un lado ideologías, creencias, principios y posiciones. Y para ello, se debe empezar por respetar al lector y a los personajes a tratar. No se puede escribir un libro enemistado con el tema y mucho menos con sus protagonistas.
Sólo como ejemplo, resultaría imposible abordar la biografía de Stalin pensando que era un estúpido, un inútil, sucio y pigmeo, tanto de estatura como de mente, para luego mostrar una visión parcial de su personalidad. Si llegó a donde llegó y ocupa el sitial que tiene en la historia, es por algo (a entender de quien esto escribe, ha sido el criminal de masas más brutal de todos los tiempos pero de tener la capacidad, formación y tiempo suficientes para encarar su biografía, lo hubiera hecho con verdadera pasión).
La frase con la que Márquez cierra su trabajo me llevó a la conclusión de que sólo se trata de un folletín caro (pues costó sus buenos pesos) y a desempolvar una antigua investigación que había iniciado a comienzos de los noventa y debí suspender cuando me radiqué en Europa, en el año 2001.
“‘Morir acribillado por las balas’, con ‘testigos’, de manera ‘heroica’. En todos los escritos y poemas que los acompañaron durante su corta e intensa vida, Guevara fue anunciando el modo en el cual buscaba su muerte. Empero, el Che no terminó de morir exactamente como quiso. Puesto que para su desdicha, su cuerpo fue bañado e higienizado por las monjitas danesas. Ultraje imperdonable para quien hizo de la roña moral y física un culto y un alarde”.
“Esto no es serio” pensé indignado. “Es el típico escrito de un negador, una visión parcial, cargada de ira, desprecio y soberbia, con el agravante de que la información ha sido manipulada”.
Además, salta a la legua que el autor extrajo de las fuentes lo que le convino y volcó los datos de manera antojadiza, sin el análisis y la reflexión que el tema amerita pues en muchos casos el relato suele estar viciado. Los habitantes de La Higuera y los mismos cuadros que tomaron parte en los hechos, han fabulado y mentido a lo grande, inventando frases que nunca se pronunciaron y hechos que no acontecieron, sólo para darse corte y figurar. La frase “Valgo más vivo que muerto” jamás fue pronunciada, ni Gary Prado, ni los soldados que allí estuvieron la mencionan en sus escritos pero hoy se la tiene por la más absoluta verdad y es esgrimida en cuanta oportunidad se presenta para mostrarle al mundo que el Che, a último momento, vaciló y pidió clemencia. Son los típicos argumentos de los “leones de la derecha”, cuando desde la comodidad de sus hogares, sentados en mullidos sofás, debaten y analizan los hechos como entendidos.
Fue entonces que me puse a trabajar con la idea de hacer algo parecido a lo de Márquez pero desde otra perspectiva. De ese modo, retomé aquel antiguo escrito sobre el Che, en el que apuntaba especialmente al aspecto bélico y después de releerlo varias veces, lo corregí, le hice algunos agregados y finalmente lo subí a internet, intentando hacer mi aporte.
Si Márquez y los detractores de Guevara (tal es mi caso) pretendían mostrar el lado obscuro del personaje, ese que sus partidarios y admiradores han ocultado, dejaron en el tintero muchas cosas, una de ellas, el homenaje que merecen los combatientes que tomaron parte en la campaña que derrotó su invasión.
Existe hoy en Bolivia, una agrupación denominada Confederación de los Beneméritos de Ñancahuazu 1967, presidida por Mario Moreira, ex combatiente del Regimiento 2 de Artillería “Bolívar” quien, entre muchas acciones, estuvo presente en el combate de El Mesón, cuando abatieron al guardia Villanueva Sánchez Cerro, al guía civil Luis Beltrán Roda y su perro Tempestad.
Don Mario llora cuando evoca a sus camaradas muertos, ya en el programa “Levántate Bolivia” o en “Casi al Mediodía”, suerte de “Almorzando con Mirtha Legrand” boliviano, que conduce la tarijeña Casmira Lema. A éste último asistió el 26 de marzo de 2013, acompañado por sus camaradas de armas, Eloy Vera (RC4 “Ingavi”), Juan Siles y Luis Astorga, especialmente invitados al conmemorarse los 46 años de la campaña.
Desde la década del setenta, esos hombres valerosos se reúnen una vez por año para evocar su gesta, recordar a sus compañeros caídos y desfilar con sus uniformes y estandartes en las fechas patrias. El 3 de agosto de 1990 se nuclearon en la recientemente fundada Confederación y desde entonces, hasta el año 2010, pudieron marchar junto a las FF.AA. de su país, en especial sus hermanos veteranos de la Guerra del Chaco, tanto en las paradas militares, como en los festejos por ellos mismos organizados. Sin embargo, con la llegada de Evo Morales se los excluyó de todo evento pues las tendencias imperantes ven en ellos un estorbo, terrible injusticia para quienes lo dieron todo por la patria.
Así lo dejaron ver, entre otros, Luis Astorga, Basilio Espejo y Donato Catumpe Ramos a la salida de la misa que tuvo lugar en la Basílica Menor de San Francisco de La Paz, el sábado 1 de abril de 2011.
Beneméritos de Ñancahuazú
(Imágen: htpps://alcatraz715.blogspot.com)

En Santa Cruz de la Sierra, los veteranos han tenido que aclarar que no son asesinos como ha sostenido descaradamente el gobierno instaurado el 22 de enero de 2006, sino ciudadanos que cumplieron con su deber, un mandato, en una palabra, su servicio militar en defensa del suelo patrio contra la invasión cubana.
Mientras el régimen de Evo Morales dicta leyes antidiscriminatorias, él mismo y buena parte de la población excluyen a su gente por haber luchado y vertido su sangre contra un agresor extranjero, que pretendía imponer ideas totalitarias. Olvidan que hoy ocupan sus cargos gracias a esos soldados, humildes la mayoría, quienes se jugaron por su tierra y la sociedad que les encomendó su custodia. Por eso tienen razón los veteranos al sentir vergüenza por algunos militares indignos, que al no estar a la altura del uniforme que visten, se dejaron llevar por una política tendenciosa que no trepidó en reemplazar el glorioso “Viva Bolivia libre” por la consigna “Patria o muerte” que rugía el enemigo.
Injusticias como esa viven en otras partes del mundo otros hombres que como estos bolivianos dignos, se esforzaron en la defensa de su tierra y su libertad, tal el caso de la Argentina, donde conscriptos y oficiales que tomaron parte en la lucha contra la subversión asesina, en especial los del Operativo Independencia, en la provincia de Tucumán, no podían desfilar durante las fechas patrias.
Hoy, esos patriotas reclaman justicia y consideración. Según Eduardo Espinoza, secretario de la Federación Departamental de Ex Combatientes Contra la Guerrilla de Santa Cruz de la Sierra, el gobierno debe aprobar la reglamentación que los declare “Beneméritos de la Patria”, equiparándolos a los veteranos de la Guerra del Chaco, junto con una quita en los pasajes públicos y el respeto a la Ley Nº 3327 del 17 de enero de 2006, promulgada por el presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, apenas cinco días antes de dejar el mando, reconociendo su condición de afiliados a la Confederación Nacional de Beneméritos de las Guerrillas de Ñancahuazu 1967. A ella pertenecen un millar de asociados de las diferentes federaciones departamentales, doscientos siete de ellos en Santa Cruz de la Sierra.
Veteranos de Ñancahuazu marchan en Vallegrande
El gobierno de Evo Morales los excluyó injustamente
de los desfiles patrios
(Imagen: Youtube)

En julio de 1970, un nuevo foco guerrillero encabezado por Osvaldo “Chato” Peredo, hermano de “Inti” y “Coco”, médico egresado de la Universidad de Moscú, inició acciones contra las FF.AA. de Bolivia, intentando reeditar la campaña del Che. Era el Ejército de Liberación Nacional que volvía a las montañas.
El 19 de ese mes tomaron por asalto la minera South American Placer, secuestraron a los técnicos alemanes Gunter Lerch y Eugenio Schulhauser y tras negociar la liberación de Loyola Guzmán y varios militantes detenidos durante tres días, los dejaron ir, para regresar a las alturas selváticas del Beni. Menos de tres meses después, los sesenta y siete combatientes, estudiantes la mayoría, eran aniquilados, cayendo entre otros, Néstor Paz, encargado del diario de guerra; el folklorista Benjo Cruz, Rafael Antezana Egüez, Federico Argote Zuñiga, José Gamarra Quiroga, Francisco y Ricardo Imaca Rivera, Genny Koller Echalar, Carlos Navarro Lara, Rita Valdivia y los hermanos Emilio y Eduardo Quiroga Bonadona; sus jefes fueron apresados y los sobrevivientes enviados a prisión. Una vez más, los soldados bolivianos acudieron en defensa de su tierra.
Por eso creemos un deber cerrar este trabajo con las estrofas del himno a los Beneméritos de Ñancahuazu, reconociendo en ellas a cuantos lucharon y enfrentaron la amenaza totalitaria del comunismo en todos los rincones de la Tierra.




Grandioso soldado contraguerrillero,

Has demostrado valor al mundo entero,

Con gran heroísmo evitaste que nos mellara,

El nefasto comunismo del invasor Che Guevara.

El 8 de octubre de 1967 en la Quebrada de Churo

Venciste al obscuro holocausto fatal

Y nuestra sacrosanta bandera, gloriosa y triunfal

Allá en La Higuera volvió a flamear en libertad.



Valiente gran ex combatiente

La patria te rinde su gran homenaje

Honor y gloria a los que con coraje

Ofrendaron sus vidas con dignidad.

Soldado boliviano eres auténtico

Centinela de América del Sur

Humilde pero con tesón fantástico

Tan límpido como el cielo azul.

Rugiste cual fiera en Ñancahuazú.



--------------------------



Valiente gran ex combatiente

La patria te rinde su gran homenaje

Honor y gloria a los que con coraje

Ofrendaron sus vidas con lealtad.

Soldado boliviano eres auténtico

Centinela de América del Sur

Humilde pero con tesón fantástico

Tan límpido como el cielo azul.

Rugiste cual fiera en Ñancahuazú.