lunes, 26 de agosto de 2019

RECONOCIENDO EL TERRENO


(Imagen portada del libro Teoponte, la otra guerrilla guevarista en Bolivia de Gustavo Rodríguez Ostria)


La mañana del 1 de febrero, Monje se reunió brevemente con el Che y le comunicó que se retiraba. Por la tarde, Guevara reunió a sus hombres y les explicó la situación, dejando claro que pese a la traición del PC boliviano, estaba dispuesto a seguir adelante. Luego arregló con “Tania” su viaje a la Argentina1 y finalmente dejó establecidas las pautas para la constitución de la nueva red de apoyo, vital para el sostén de la guerrilla.
En lo que a ese punto respecta, el comandante lo tenía todo planeado. Rodolfo Saldaña, Humberto Rhea Clavijo y Loyola Guzmán deberían permanecer en La Paz, esta última a cargo de las finanzas, en tanto en Camiri, haría lo propio su hermana Vicenta y en Santa Cruz de la Sierra el agente encubierto Calvimonte, todo eso mientras “Mito”, recorría Sucre buscando un lugar adecuado donde instalarse. Inmediatamente después, “Coco” viajaría a Santa Cruz para reunirse con Olga Vaca Marchetti, hermana de Lorgio (“Carlos”) y encomendarle la recepción de otros tres combatientes que llegarían desde La Habana.
No dice una palabra el Che en su diario, sobre la masacre del 22 de enero perpetrada por la Guardia Nacional nicaragüense contra los manifestantes de la Unión Nacional Opositora, sobre la av. Roosevelt esquina Calle Sudoeste de Managua, junto al Banco Nacional, con su saldo de muertos y heridos que aún hoy no se ha podido determinar, ni de la denuncia efectuada por el “The New York Times”, el 14 de enero, en cuanto a que el ejército de los Estados Unidos estaba llevando a cabo experimentos secretos de guerra biológica. Tampoco hace ninguna alusión al discurso pronunciado por Fidel Castro durante la gran parada militar que tuvo lugar en La Habana el 2 de enero, con motivo del VIII aniversario de la Revolución ni al inminente Tratado del Espacio Exterior que la Unión Soviética estaba a punto de firmar con Estados Unidos y Gran Bretaña. El aislamiento y la gran cantidad de tareas tenían su mente alejada de los sucesos internacionales.



La noche del 26 de enero de 1967, un grupo de personas encabezado por “Coco” Peredo, se detuvo en las inmediaciones del segundo campamento, en espera de una señal. A los cubanos que les salieron al encuentro, les llamó la atención una muchacha menuda, de rasgos indios, que lucía uniforme de combate; era Loyola Guzmán Lara, militante de la Juventud Comunista Boliviana y estudiante de Filosofía, con la que se había establecido contacto para organizar una red urbana clandestina en caso de ser necesario aplicar un plan B.
Junto con Loyola llegaron Moisés Guevara y algunos de los dirigentes mineros que éste representaba, recientemente separados del partido maoista de Oscar Zamora Medinacelli. Venían desde Camiri en dos vehículos, bajo la guía de “Coco” y debieron caminar un trecho prolongado a través de la selva porque los mismos, siguiendo las consignas establecidas por el Che, debían ser abandonados a la vera del camino, para evitar que alguien pudiese detectarlos.
La señal que el grupo esperaba en medio de la espesura era una contraseña, la misma que pronunciaron unas sombras que se recortaron en la obscuridad.
Según recuerda Loyola,  “Ellos también salieron del campamento central para encontrarnos en un punto intermedio [se refiere al Che y los guerrilleros]. El Che se reunió con cada uno individualmente y después en conjunto para explicarnos cuál era el proyecto, cuáles eran las perspectiva”2.
Al comandante la muchacha le causó buena impresión. “Es muy joven y suave, pero se le nota una cabal determinación. Está a punto de ser expulsada de la juventud, pero tratan de lograr su renuncia”3.
Como explicaría la muchacha muchos años después, ya en el campamento, el Che se reunió con cada uno individualmente y después en forma conjunta, para explicarles cual eran su proyecto y sus perspectivas. La militante estaba algo fascinada por la presencia del argentino y enseguida comprendió su plan.

El no creía que iba a ser una lucha corta, jamás habló de uno o dos años. Inclusive nos dijo que para el caso de Bolivia deberíamos esperar por lo menos unos quince años hasta que se concretara algo. El proyecto de él era venir a la Argentina. El no pensaba quedarse en Bolivia, para él su meta era Argentina. Nos lo dijo varias veces. Porque su idea era establecer columnas que luego se dirigirían a liberar Perú, Brasil y Argentina4.

El Che le dio a Loyola las instrucciones para los cuadros de la naciente red urbana, le confió el control de las finanzas y le entregó $70.000 para que se manejara. Al Dr. Walter Pareja Fernández lo nombró jefe de la organización y mandó a “Rodolfo” a incorporarse a la guerrilla lo antes posible. También le envió instrucciones a “Iván” (mensaje D. VI) y le ordenó a “Coco” vender el jeep aunque sin perder la comunicación con la finca.
El grupo partió al día siguiente, por la noche, quedando establecido que Moisés Guevara regresaría el 14 de febrero con el primer contingente de combatientes y “Coco”, quien debía llevarlos de regreso a Camiri, continuaría hasta Santa Cruz de la Sierra para desprenderse del jeep.


La brigada internacionalista había dedicado todo el mes de enero a la organización del campamento central, acondicionando sus puntos de apoyo -entiéndase por ello las cuevas, túneles y galerías destinadas a ocultar el arsenal-, reforzando sus defensas, construyendo puestos de vigilancia, trincheras y senderos e incluso adaptando lugares para montar emboscadas. Esos trabajos, junto a las patrullas que se venían realizando desde noviembre, habían fogueado a los hombres, poniéndolos en estado para la campaña que se avecinaba.
Fue así como el Che decidió emprender una prolongada expedición hasta el río Rosita, 60 kilómetros al norte del campamento a través de un territorio hostil y desconocido, para completar la adaptación de sus hombres a los rigores de la geografía y tomar una idea del área de operaciones. Pero lo que debía ser una expedición de veintitrés días de duración se prolongó cuarenta y ocho, desgastando al personal y hasta cobrándose las primeras vidas.
El Che Guevara con Loyola Guzmán

La columna de veinticinco efectivos al mando del Che Guevara, se puso en marcha el 1 de febrero, llevando en sus mochilas una carga de 20 kilogramos cada uno, sin contar las armas. Lo hizo dividida en tres secciones, la vanguardia, encabezada por “Marcos”, el centro con el propio comandante al mando y la retaguardia, a las órdenes de “Joaquín”, ello luego de borrar toda huella del acantonamiento anterior y fijar puntos de reunión alternativos donde reagruparse en caso de extravío o dispersión.
Quedaban en el campamento, “Antonio”, “Aniceto”, el “Ñato” y “Camba”, quienes tendrían a su cargo la vigilancia y recibir a los cuadros que fuesen llegando desde La Paz.
El general Gary Prado Salmón detalla el planeamiento y los objetivos de este recorrido:

1- Procurar la adaptación de los hombres a la vida de campaña (sed, falta de alimentos, largas caminatas, escaso descanso, etc.).

2- Formación de la base de apoyo campesino e identificación de posibles áreas donde poder organizar la base de apoyo del ELN5.

3- Conocer mejor el terreno bajo su influencia para complementar la información disponible en la cartografía existente6.

A dos días de marcha, se percibieron las primeras dificultades; “Joaquín” en la retaguardia demoró un tanto el desplazamiento por problemas con su mochila y lo mismo ocurrió con el “Médico”, cuarenta y ocho horas después, al evidenciar fatiga y falta de adaptación.
En la mañana del 3 de febrero se abatió sobre la columna un diluvio torrencial que la tuvo aferrada al terreno hasta las 08.00. Los hombres debieron valerse de sogas para atravesar vados y áreas pantanosas y recién a las 10.00 llegaron a un arroyo, al que en un primer momento confundieron el río Frías.
Continuaron sin novedades Ñancahuazu arriba, hasta el 5 por la mañana, cuando se toparon con los primeros indicios de presencia humana: una yegua y un potrillo, novedad que los obligó a hacer un alto para analizar la situación y estudiar los siguientes pasos. El Che quería evitar lugares poblados y por esa razón decidió aguardar, tratando de dilucidar si se encontraban en Iripití o en la confluencia con el Saladillo7.
En esas estaban cuando llegó “Pachungo” desde la vanguardia, para informar que algo más adelante había un gran río, mucho más caudaloso que el Ñancahuazu y que el camino se hallaba despejado.
Se trataba del Río Grande8, en esos momentos bastante crecido por la lluvia del 3 de febrero, novedad produjo alegría e incluso tranquilidad porque evidenciaba que se encontraban en ruta; sin embargo, el hallazgo de huellas humanas los obligó a efectuar un detenido análisis que luego de un intercambio de opiniones, les permitió determinar su antigua data, disipando, de ese modo, todo tipo de temor.
Decidieron pasar la noche ahí y explorar ambos lados del Ñancahuazu, tratando de ubicar algún paso por donde cruzar. Las comunicaciones entre el cuerpo central y la vanguardia se hacían a través de la radio cada una hora y los altos para reponer fuerzas, cada cuatro o cinco.
El 6 fue un día de descanso, que el Che aprovechó para organizar dos patrullas, la Nº 1 al mando de “Joaquín”, debía buscar un paso a través del Río Grande en dirección este y la Nº 2, al de “Marcos”, lo mismo en sentido contrario.
La primera partió a hora temprana y además de su jefe, la integraban Walter y el “Médico”; la segunda lo hizo inmediatamente después, con “Aniceto” y el “Loro” complementando la formación.
Regresaron al cabo de varias horas, con las siguientes novedades: según “Joaquín”, había caminado 8 kilómetros sin encontrar ningún sitio para efectuar el cruce aún cuando había un vado que en otras circunstancias posibilitaría hacerlo; “Marcos” por su parte, llegó a la conclusión de que su camino no conducía a ningún lado pero había lugares alternativos por donde se podía pasar.
En vista de ello, el Che tomó la radio y le ordenó a “Pachungo” que con “Inti” y “Alejandro” intentasen el cruce mientras él se replegaba con el grueso de la tropa hasta un sitio más apropiado, distante a un kilómetro de su posición, en espera de novedades.
Estableciendo contacto con la vanguardia

A la mañana siguiente los guerrilleros comenzaron a construir una balsa bajo la supervisión de “Marcos”, la que según apuntó el Che en su diario, quedó excesivamente grande y poco maniobrable; aún así, pasado el mediodía, se trasladaron con ella hasta el lugar señalado y a las 14.30 comenzaron la operación9.
La primera en cruzar fue la vanguardia, al mando de “Marcos”; lo hizo en dos viajes sin mayores inconvenientes, seguida por la primera sección del cuerpo central, con parte de la carga del Che.
La gente desde ambas orillas, vio como los hombres llegaban al otro lado y echaban pie a tierra pero cuando la embarcación emprendía el regreso, el “Rubio” Suárez Mayol calculó mal y la corriente la arrastró aguas abajo, sin que nadie pudiera hacer nada para recuperarla.
La balsa pegó contra unas rocas y sus restos se desperdigaron por el río a gran velocidad. Sin perder tiempo, Joaquín comenzó a construir otra que recién estuvo lista a las 21.00, por lo que cualquier intento de atravesar la corriente a esa hora hubiese implicado un riesgo.
Como en ese momento no llovía y las aguas estaban bajando, el Che creyó prudente esperar y completar la operación al día siguiente.
De ses modo, la brigada guerrillera quedó dividida en dos, la vanguardia y media sección del centro en la ribera norte y la retaguardia con el resto (Guevara, “Tuma”, “Inti”, “Urbano” y “Alejandro”) al sur10.
Una vez más durmieron bajo las estrellas, el Che y “Tumaini” en el suelo con el resto en hamacas y al despuntar el 8 de febrero reiniciaron la maniobra, finalizando casi tres horas después.
Ya con toda la brigada al otro lado del río, el comandante mandó ocultar la balsa y reanudar la marcha, abriéndose paso a machete por un camino en extremo accidentado, mientras ascendían lentamente el terreno en pendiente. Recién a las 18.00 llegaron a un sitio contiguo a un arroyo y allí acamparon, agotados y hambrientos. Las huellas de calzados, así como la de varios animales, uno de ellos un caballo, fue la prueba de que el sector acababa de ser transitado.
El 9 de febrero tomaron contacto por primera vez con los pobladores del lugar, dos niños, hijos de un joven campesino de la región llamado Honorato Rojas -un sujeto de quien volveremos a oír más adelante-, padre de seis vástagos y hombre en extremo humilde, quien pese a su rusticidad, recibió a “Inti” y “Papi” de manera cordial. El hombre les proporcionó algo de información y hasta les vendió dos puercos que los guerrilleros asaron mientras preparaban algo de huminta, un plato típico de la región que se elaborado sobre la base de maíz.
Al día siguiente, el Che en persona fue a visitar al campesino, haciéndose pasar por ayudante de “Inti”. Quería más información y para ello fue necesario actuar, pero la cortedad de Peredo no le facilitó demasiado las cosas. Al hombre de campo le llamó la atención que quien se decía asistente de su patrón llevase la voz cantante y éste mantuviese una actitud sumisa, en extremo secundaria.
A Guevara, Rojas le pareció peligroso porque lo creía capaz de delatar su presencia, sin embargo, logró sacarle algunos nombres que les podían ser útiles a lo largo de la marcha y consiguió algo más de alimento.
La columna pasó la noche junto al camino que conducía desde la casa de Rojas hasta la de un tal Montaño, hacia donde se dirigieron al día siguiente para establecer contacto con él.
En este punto, los diarios del Che y “Pombo” parecen decir cosas distintas. Según el primero, cuando “Inti” y el “Loro” llegaron al rancho (16.00), no hallaron a nadie. Regresaron más tarde (cerca de las 22.00) y encontraron al hijo de 16 años, completamente borracho y algo agresivo. Venía de la casa de Evaristo Caballero, alcalde de Arenales, al otro lado del río (donde se había pescado la “tranca”) y al parecer, no podía coordinar mucho. Hubo que esperar hasta el día siguiente para confirmar que su progenitor se hallaba de viaje y que la zona baja se encontraba a solo una legua de allí.
“Pombo” apenas dice que a Montaño no lo encontraron pero sí a su hijo de 20 años, quien se asombró mucho al ver sus hamacas y les pidió de regalo el utensilio que utilizaban para moler el maíz.
El mismo 13 de febrero la columna guerrillera se desplazó hacia un campo de mazorcas contiguo a un arroyo, intentando eludir la casa de otro poblador, Nicolás Pérez, hombre de cierta importancia, propietario de las tierras, porque su hija estaba de novia con un oficial (o suboficial) del ejército.
Pasaron todo el 14 allí, recibiendo constantemente al hijo de Montaño, que les traía información sobre gente que iba y venía cruzando el río y al llegar la noche, recibieron un extenso mensaje de La Habana dando cuenta de la visita a Cuba de Jorge Kolle Cueto y otras menudencias.
En cuanto a lo primero, el dirigente boliviano manifestó no conocer los alcances continentales de la operación que encabezaba el Che; dijo que dado el mismo, estaban todos dispuestos a cooperar y que ni bien regresase a su país, se encaminaría a la zona de operaciones para unirse a la guerrilla junto con Simón Reyes y Humberto Ramírez, integrantes de la mesa directiva del partido11.
El Che durante la prolongada expedición al río Rosita

El otro punto importante del comunicado era el referido viaje de Regis Debray (“Dantón”, “Debré” o el “Francés”) a La Paz, a donde llegaría el 23 de ese mes para alojarse en alguna de las casas operativas de la nueva red urbana12.
Algo que dejó preocupado a Guevara fue la reaparición de “Mercy”, quien alegaba haber perdido todo el dinero en un robo, novedad que lo llevó a pensar erróneamente –lo mismo a la gente de La Habana– en una malversación.
El 15 de febrero el grueso de la columna llegó a la casa de Miguel Pérez, hermano de Nicolás, el terrateniente, quien al presentarse, los invitó a pasar y les explicó que si bien trabajaba para aquel, era explotado como cualquier otro peón. El Che lo notó más predispuesto a colaborar y eso lo tranquilizó. Estaban a 720 metros de altura sobre el nivel del mar, en una saliente sobre el río, que corría 50 metros debajo, un punto inadecuado y bastante incómodo aunque seguro en lo que a miradas indiscretas se refiere. El comandante ordenó acampar ahí, a cubierto entre la vegetación, pero al cabo de una hora, el aguacero que se abatió sobre la región lo decidió a cambiar de posición13.
Llovió todo el 17 y eso obligó a los combatientes a permanecer en el lugar, en espera de una mejoría del clima. Mientras eso acontecía, el Che envió a “Marcos, “Miguel” y “Braulio” en busca del tan ansiado camino al río Rosita y se detuvo a analizar los próximos pasos.
Los exploradores regresaron por la tarde, con la novedad de que algo más adelante había un firme despejado, por el que se podía pasar.
Reanudaron la marcha al día siguiente (18 de febrero), con los macheteros delante, abriendo camino, e “Inti” en malas condiciones porque le había caído mal la cena. Ascendiendo lentamente, alcanzaron el firme (14.00) y una hora después, acamparon en una aguada situada a 960 metros de altura. “Marcos” partió acompañado por “Tuma” en misión de exploración y regresó horas después con la mala nueva de que la senda terminaba abruptamente en unos precipicios cortados a pico y por consiguiente, era imposible descender.
Al Che no le quedó más remedio que desandar el camino, bajar nuevamente hasta el arroyo y buscar una nueva ruta. Al no hallarla, envió a “Miguel” y “Aniceto”, para intentar dar con algún sendero pero regresaron al cabo de un tiempo para informar que por ese lado el problema persistía. Los farallones eran muy abruptos y no permitían el paso. Se encontraban atascados en la Serranía de San Marcos, el tramo más dificultoso de todo el recorrido y si querían cumplir con los plazos, necesitaban encontrar urgentemente una vía que les permitiese salir de allí lo antes posible.
El 20 de febrero se hallaban prácticamente en el mismo lugar; “Miguel” y “Braulio” perdieron el rumbo al intentar dar con el arroyuelo que corría contiguo al maizal (aquel junto al cual habían acampado el día 13) y “Pombo” con “Rolando” se toparon con nuevos despeñaderos que cortaban toda posibilidad de desplazamiento.
Siguiendo el curso del arroyo, la columna guerrillera volvió a ascender la pendiente hasta dar con unos pozos de agua extremadamente fríos, imposibles de ser franqueados. El Che le ordenó al “Loro” explorar hacia adelante en tanto “Joaquín” y “Braulio” hacían lo propio por la retaguardia mientras él los esperaba en ese punto.
Como el primero regresó con la novedad de que algo más adelante el arroyo si bien se ensanchaba, era menos profundo, decidió reemprender la marcha sin esperar al resto de los exploradores.
El cruce llevó buena parte del día 22 ya que fue necesario practicar el desmonte y eso llevó demasiado tiempo. Acababan de alcanzar el nacimiento del arroyo que desembocaba en el Masicuri hacia el sur y se encontraban a 1180 metros sobre el nivel del mar.
Al día siguiente el Che tuvo un severo ataque de asma que lo mantuvo prácticamente inmovilizado. “Tuma”, “Braulio” y “Marcos” trabajaron toda la mañana con sus machetes, quitando incluso algunas piedras del camino mientras el resto esperaba en el campamento, intentando recobrar energías.
Valiéndose de su diminuto manual de códigos, el Che y sus colaboradores aprovecharon la oportunidad para descifrar un nuevo mensaje cifrado, y de esa manera supieron que Debray había recibido el mensaje que Guevara le había dejado antes de partir.
Reanudaron la marcha al mediodía, bajo un sol abrasador, intentando alcanzar una loma señalada por el mapa, decisión que le provocó al Che la pérdida momentánea del conocimiento. Al verlo tambalear, sus hombres corrieron a socorrerlo y cuando se repuso, pudo comprobar que la topografía no se correspondía con la carta que llevaban.

La altura máxima de la zona está a 1,420 m.; de allí se domina una amplia zona incluido el Río Grande, la desembocadura del Ñancahuazu y una parte de Rosita. La topografía es distinta de la que marca el mapa: luego de una clara línea divisoria, se baja abruptamente a una especie de meseta arbolada de 8 a 10 kilómetros de ancho en cuyo extremo corre el Rosita; luego se eleva otro macizo con alturas equivalentes a la de esta cadena y a lo lejos se ve el llano14.

Después de estudiar detenidamente el mapa, acordaron descender la pendiente hasta un arroyo que conducía al Río Grande y continuar desde allí al Rosita. Anochecía cuando novecientos metros más adelante, levantaron un nuevo vivac, imposibilitados de seguir avanzando por el agotamiento y la falta de agua.
A esa altura, algunos hombres comenzaron a dar señales de alteración, sobre todo “Marcos”, quien se mostraba excesivamente irritable y mal predispuesto con algunos compañeros.
A la mañana siguiente amaneció nublado, algo que vino a facilitar los trabajos de desmonte; sin embargo, llegado el mediodía, los macheteros debieron ser reemplazados y cinco horas después acamparon en un claro contiguo al arroyo.
A las 14.00 llovió un poco y eso les permitió cargar las cantimploras y reponer fuerzas. “Marcos” y “Urbano” habían salido a explorar y cuando regresaron, informaron que el río corría por delante, a un par de kilómetros, pero el camino era muy malo y terminaba en un lodazal.
El Che apuntó en su diario que el 25 de febrero fue un día negro por las numerosas dificultades que se presentaron; “Marcos” equivocó el rumbo y pasaron la mañana tratando de retomarlo; a las 14.00 se perdió la comunicación con la vanguardia, que acababa de ser relevada y a las 18.00 se reanudó la comunicación, para poner en evidencia que las tensiones iban en aumento.
“Pachungo” se puso en contacto con el Che y le informó que acababa de tener un duro altercado con “Marcos” quien, al parecer, lo había amenazado con un machete y hasta le había golpeado la cara con el mango. Incluso parece que cuando el “denunciante” amenazó con abandonar la vanguardia, aquel lo zarandeó hasta romperle la ropa. Fue necesario que él mismo interviniese para poner fin al asunto, llamando a “Inti” y “Rolando” para escuchar sus versiones. Ambos cuadros parecieron coincidir en cuanto a lo del machete, pero en ningún momento vieron que “Marcos” golpeara a “Pachungo” en el rostro y además, éste se había mostrado bastante díscolo y altanero durante buena parte del trayecto.
Un alto en la selva

El Che habló con ambos al día siguiente, les advirtió sobre su comportamiento y luego reunió a toda la gente para darle una lección de disciplina y autocontrol, de lo que significaba llegar a destino (el río Rosita), sobre los sufrimientos que les esperaban y finalizó advirtiendo que las discusiones entre cubanos debían cesar en ese mismo momento, dado que eran justamente ellos quienes debían dar el ejemplo. Luego criticó a “Pinares”, es decir, “Marcos”, por su actitud y se llevó a un costado a “Pachungo” para advertirle que un incidente más como aquel, producto de su bravuconería y dictaminaría su baja deshonrosa de la guerrilla. Había desobedecido la orden de un superior (“Marcos”) y le había mentido a él, inventando lo del golpe, eso sin contar el abandono del equipo de radio que hizo en determinado momento. “Se puso bravo –apuntaría “Pachungo” en su diario- por demorar en informar”.
Acto seguido, se dirigió a los bolivianos, indicándoles dirigirse a él en caso de sentirse incapaces de continuar en la guerrilla pues nadie iba a ser retenido contra su voluntad; a aquellos que lo solicitasen se los licenciaría en el acto y se les permitiría regresar a sus casas, sin contratiempos.
Poco después reanudaron la marcha en busca del Río Grande, ignorantes de la tragedia que se avecinaba.
Desde el día anterior la columna venía descendiendo por un acantilado excesivamente empinado, soportando numerosas caídas y tropezones. Después de reunirse con la vanguardia, reanudaron el avance y al cabo de seis horas, llegaron a un arroyo cubierto de vegetación, en especial palmitos15, con los que, escasos como estaban de agua y alimentos, pudieron alimentarse.
El 26 de febrero fue un día negro para la guerrilla. En su marcha hacia el Río Grande, el Che notó que “Benjamín” se estaba retrasado y tenía dificultades con la mochila. Le indicó a “Urbano” que fuera a advertirle sobre la pérdida de parte de su carga y en momentos en que este desandaba el camino para cumplir la orden, el joven boliviano hizo un movimiento brusco y cayó al agua, que en esos momentos estaba bastante torrentosa. Como no sabía nadar, la corriente comenzó a arrastrarlo en tanto sus compañeros (el Che entre ellos), corrían por la playa para socorrerlo.
Desesperado, el inexperto combatiente comenzó a agitar los brazos pidiendo ayuda desesperadamente pero todo fue en vano. El primero en quitarse la ropa y arrojarse al río fue “Rolando”, excelente nadador, pero sus esfuerzos por alcanzarlo fueron en vano.
Al ver desaparecer a “Benjamín” bajo las aguas, el cubano se sumergió para intentar auxiliarlo pero el muchacho no volvió a emerger. Quienes estaban en la orilla ayudaron a “Rolando” a salir del agua y mientras lo hacían observaban a la distancia, esperando en vano ver reaparecer al infortunado voluntario16.

Era un muchacho débil y absolutamente inhábil, pero con gran voluntad de vencer; la prueba fue más fuerte que él, el físico no lo acompañó y tenemos ahora nuestro bautismo de muerte a orilla del Río Grande, de una manera absurda17.

Los consternados combatientes decidieron acampar en el lugar y después de racionar, se echaron a descansar, silenciosos y pensativos, sacudidos sin duda por la desgracia que acababa de ocurrir. A “Pombo” la muerte del joven recluta le recordó el comienzo de la campaña en el Congo, cuando Mitoudidi se ahogó en aguas del lago Tanganika, sin que nadie pudiese hacer nada por salvarlo.

Esta lucha ha comenzado con un triste parecido a lo ocurrido en el Congo durante la cual el compañero Mitoudidi, el jefe del Estado Mayor, se ahogó18.

Alcanzaron el Rosita al día siguiente y fue entonces que a la vera de su cauce, el Che decidió hacer una reflexión sobre la muerte del boliviano, analizando los motivos que la habían provocado y comparándolo con hechos acaecidos durante la lucha en Sierra Maestra.
Cumpliendo sus directivas, “Inti”, el “Loro” y “Miguel” partieron hacia el norte, siguiendo el curso del río, en busca de un sendero que los condujese al Abapocito, otro de sus afluentes. “Alejandro” y el “Rubio” hicieron lo propio en la orilla opuesta en tanto “Joaquín” y "Pan Divino"  (“Pedro”) se largaban a recorrer los montes, intentando dar con algún indicio.
Una vez más “Marcos” supervisó la construcción de una balsa y cuando estuvo terminada (16.00), la vanguardia inició el cruce, pero el mismo debió ser cancelado debido a ciertos inconvenientes. La balsa encalló un kilómetro más abajo de lo previsto y quedó deshecha.
Fue necesario hacer otra pero debido al calor, los trabajos recién comenzaron en horas de la noche.

Hoy construimos una balsa y conseguimos pulpa de palma y pescado. Para el almuerzo hicimos sopa de pescado y para la cena tuvimos las pulpas de las palmas sazonadas con un halcón que maté. A las 1600 la vanguardia cruzó el [símbolo] en la balsa, pero alcanzó la orilla un kilómetro más abajo de la corriente y tuvo que ser rota. A la caída del sol, Chino, Alejandro, Rubio y yo mismo volvimos al campamento. La corriente nos llevó 500 metros más lejos. En la noche construimos otra balsa19.

Pese a la muerte de uno de sus hombres y alguna que otra incidencia, para el Che aquel fue un mes relativamente bueno

Aunque no tengo noticias de lo ocurrido en el campamento [Ñancahuazu], todo marcha aproximadamente bien, con las debidas excepciones, fatales en estos casos.
En lo externo, no hay noticias de los dos hombres que debían mandarme para completar el conjunto; el francés [Debray] ya debe estar en La Paz y cualquier día en el campamento; no tengo noticias de los argentinos ni del Chino; los mensajes se reciben bien en ambas direcciones; la actitud del partido sigue siendo vacilante y doble, lo menos que se puede decir de ella, aunque queda una aclaración, que puede ser definitiva, cuando hable con la nueva delegación.
La marcha se cumplió bastante bien, pero fue empañada por el accidente que costó la vida a Benjamín; la gente está débil todavía y no todos los bolivianos resistirán. Los últimos días de hambre han mostrado una debilitación del entusiasmo, caída que se hace más patente al quedar divididos.
De los cubanos, dos de los de poca experiencia, Pacho y el Rubio no han respondido todavía, Alejandro lo ha hecho a plenitud; de los viejos, Marcos da continuos dolores de cabeza y Ricardo no está cumpliendo cabalmente. Los demás bien. La próxima etapa será de combate y decisiva20.

El mes de marzo comenzó lluvioso, razón por la cual, el Che retrasó el cruce del río hasta que el aguacero amainase. Pero eso no ocurrió. El temporal se tornó diluvio y los obligó a retrasar el regreso, manteniéndolos aferrados al terreno hasta el mediodía siguiente.
Luego de casi cinco horas de penosa caminata, a las 18.00 del 3 de marzo llegaron a otro arroyo y a su vera acamparon para racionar, dando cuenta de los palmitos rojos que habían recogido el día anterior. Llevaban una semana de retraso sobre el total de la expedición y eso tenía a Guevara un tanto preocupado.
El día 4, “Urbano” y “Miguel” se dedicaron a despejar cinco kilómetros de camino y recién a las 18.00 estuvieron de regreso, exhaustos y hambrientos. Por fortuna, los encargados de proveer alimento cazaron dos pequeños monos, una paloma y una cotorra y así pudieron engañar el estómago y salir airosos del trance. Como apunta el Che en su cuaderno, el palmito y los cocos venían salvando la situación pero al mismo tiempo, se hacía evidente el decaimiento anímico de su gente, así como su deterioro físico. Él mismo padecía edemas en las piernas y por momentos le costaba un poco respirar.
El 6 de marzo creyeron divisar unos firmes que les parecieron los del Ñancahuazu y eso les dio esperanzas; el Che sabía que debía apresurarse en llegar al campamento porque el alimento escaseaba y la moral seguía en picada
Dos días después alcanzaron lo que parecía ser una estación de bombeo donde un equipo de ingenieros extraía petróleo. El relato del Che en este punto es un tanto enredado:

…Inti y Ricardo se tiraron al agua; debían simular ser cazadores. Se tiraron vestidos a pasar en dos etapas pero Inti tuvo dificultades y casi se ahoga; Ricardo lo auxilió y por fin salieron a la orilla llamando la atención de todo el mundo. La contraseña si había peligro no se produjo y desaparecieron. Habían iniciado el cruce a las 12 y a las 15.15 me retiré sin que dieran señales de vida. Pasó toda la tarde y no aparecieron. La última posta se retiró a las 21 y no se habían dado nuevas señales21.
                                    
“Rolando” parece mucho más claro al relatar los hechos.

A las 0530 ocho de nosotros van de caza hasta las 0900 y vuelven para la marcha del día. Yo cobré seis pájaros pequeños y dos monos; Muganga y Chinculine mataron nueve pericos y con eso hicimos un caldo. A las 1200, Urbano y Miguel, que habían ido a las 0600 a abrir un sendero, llegaron a un lugar desde el cual se podía ver la orilla opuesta, una turbina de agua y dos a tres personas. Ramón decidió enviar a Inti y Chinculine a encontrar lo que había, con órdenes de comprar cualquier mercancía, en caso de haberla. Al cruzar el río vestidos, el río se lleva a Inti, quien se ve forzado a quitarse la ropa y con la ayuda de Chincho puede llegar a la orilla, pero en calzoncillos. Estuvimos vigilando el otro lado, pero pasa el día entero y no vemos a los camaradas. Esto nos preocupa a todos y Ramón decide que mañana Alejandro y yo cruzaremos el río en una pequeña balsa, llevando nuestras armas, para ver lo que ha sucedido, y, si hay policía en el lugar, atacarla y rescatar a nuestros camaradas22.

El 9 de marzo la brigada intentó un nuevo cruce pero la presencia de gente semidesnuda bañándose al otro lado, lo impidió.
A eso de las 16.00, un grupo de hombres, encabezado por “Inti”, abordó la nueva balsa en busca de alimentos y cuatro o cinco horas después estuvieron de regreso, trayendo un puerco, arroz, café, azúcar, pan, maíz y latas de conserva con lo que se dieron un festín23.
Al día siguiente la columna reemprendió la caminata con los macheteros abriendo senda delante (06.30); una hora y media después comenzó a llover y a las 17.00 acamparon en un punto desde donde se podían ver unas lomas que les parecieron el Ñancahuazu. El Che estaba preocupado porque, según trascendidos, al llegar a la estación de bombeo “Marcos” había hecho ostentación de su armamento y eso podía traer problemas, sin embargo, para su fortuna nada ocurrió aún cuando el peligro de que los ingenieros fuesen a dar cuenta del hecho persistía. Por esa razón, fue necesario mantenerse a la expectativa y en ese sentido envió a “Braulio” a explorar los alrededores24.
Aquí “Pombo” refiere que el grupo comenzó la construcción de una nueva balsa y que después de cruzar el la vía acuática, trazaron planes para apoderarse de una casa. Antes de hacerlo, parapetaron a “Miguel” y otros dos compañeros en diferentes puntos de la costa con instrucciones de abrir fuego en caso de movimientos sospechosos. De acuerdo a sus notas, “Marcos” se había hecho pasar por un ingeniero mexicano y durante el cruce, “Inti” casi se ahoga a causa de un calambre, forzando a “Papi” a moverse rápido para rescatarlo.
“Braulio”, por su parte, aporta más datos:

…el 8 a las 10 de la mañana Miguel ve un motor turbina y un maizalito, Ramón ordena a Ricardo y a Inti a que pasen el río en busca de alimentos. Inti por poco se ahoga pero el día 9 regresan con una balsa con pan, café, azúcar, cigarrillos, arroz, maíz y un puerco. Aquí nos enteramos que Marco había pasado ya el día 5, ya fortalecidos un poco continuamos hacia al entronque del Ñacahuazu con el río Grande que suponíamos Marcos estaría esperando allí con alimentos, pero en realidad era que ya en el campamento las cosas no andaban bien pues habían llegado con Guevara algunos compañeros nuevos y ya habían desertores y Marco que se dejó ver sin motivo que era un yacimiento petrolero que el ejército ya tenía una pista además hacía unos días que el ejército había registrado la finca en busca de 2 fábricas de cocaína. Que Marco continúa, llega al campamento pero por el lado contrario, ponen emboscada en la finca, el ejército sorprende por detrás a nuestra posta y el Loro dispara y mata un soldado y hiere a otro; nosotros mientras tanto no sabemos nada y avanzamos sobre el Ñacahuazu por el lado opuesto25.

En la vanguardia las cosas parecían marchar igual.  El 8 alcanzó el río Ñancahuazu, el 9 descendió hacia el Grande dispuesta a encontrarse con el Che (“Ramón”) y al no hallarlo, dejó algunas señales, racionó y continuó un trecho más hasta que la noche la obligó a detenerse.
Ya por caminos conocidos, “Pachungo” se quitó los borceguíes y los arrojó a un lado porque estaban destruidos; en vista de ello, “Benigno” le prestó un par de alpargatas y de ese modo pudo seguir.
Para fortuna de toda la columna, el día 11 dieron con un camino en excelente estado y por el anduvieron más de una hora hasta dar con una playa a la que llegaron luego de desmalezar un trecho.
Desde la izquierda, "Rolando", "Antonio", "Pombo" y "Marcos" ("Pinares")


En esas estaban cuando el río comenzó a crecer y los dejó aislados. El Che mandó por la vanguardia, indicándole que retrocediese en caso de no dar con el Ñancahuazu y le ordenó a la retaguardia acelerar el paso, medida necesaria dadas las tensiones que se habían suscitado debido al racionamiento del azúcar que estaba efectuando “Braulio”.
Nuevamente ante la disyuntiva de un farallón cortado a pique, la columna se vio obligada a detenerse, lo que fue aprovechado algunos de sus integrantes para cazar algunas aves y por otros para preparar arroz y mejillones de río con los que se pensaba racionar en caliente.
El avance hacia el Ñancahuazu fue más dificultoso de lo esperado; lento, riesgoso y con la molestia de una tenue llovizna que comenzó a caer a partir de las 17.00. Llegaron a la nueva posición el 14 a la mañana, con el Che extenuado y toda la columna hambrienta y como el río estaba crecido, “Rolando” se ofreció a cruzarlo a nado y dirigirse al campamento central para advertir sobre la cercanía del grupo. Salió a las 15.20, con su rifle y un abrigo, atravesó el río sin inconvenientes y sin detenerse se puso en marcha, calculando llegar a destino en dos días.
La gente sabía que su jefe no estaba bien y aunque no lo lograba, trataba de disimularlo, de ahí sus enfados cuando alguien se ofrecía a ayudarlo, aliviar su situación o peor aún, arreglaba las postas para que hiciese guardia el menor tiempo posible. Ni que hablar cuando el cocinero le servía una porción más abundante. Para él, la disciplina era sagrada y había que ajustarse a ella con rigor espartano.

Las principales armas de un ejército revolucionario son su moral y disciplina –solía decirles- La moral tiene dos sentidos: uno ético y otro heroico. En nuestros guerrilleros deben reunirse las dos condiciones. Ustedes, por ejemplo, no pueden saquear una población si ésta cae en poder de nosotros, ni maltratar a sus habitantes, ni faltarles el respeto a las mujeres. Esto en lo ético. En el sentido heroico es la decisión que debe tener cada uno de ustedes para vencer, para combatir hasta la muerte en defensa de la revolución. Ésa es la fuerza que nos llevará a realizar las más extraordinarias hazañas. A estas dos condiciones hay que agregar la disciplina, que no es la tradicional, la que ustedes han podido apreciar en los ejércitos represivos. Disciplina para nosotros no es cuadrarse ante un superior jerárquico. Ésta es una actitud extrema, formal, automática. Nuestra disciplina es consciente, motorizada por una ideología. Ustedes saben por qué luchan, por qué aspiran a tomar el poder. Los soldados de los ejércitos represivos son entes fríos, mecánicos, vacíos por dentro. Ésa es la diferencia entre ellos y nosotros. Y esa diferencia radica en que ellos no tienen conciencia de lucha. Nosotros sí la tenemos.
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No deben desmoralizarse recalcó. Hay ocasiones en que parece que las energías hubieran llegado al límite de nuestras fuerzas. Es entonces cuando ustedes deben apelar con energía a su voluntad y dar un paso más. Después de eso otro y otro, sin detenerse nunca26.

El Che tenía sus esperanzas puestas en “Rolando” porque las provisiones se habían agotado y ahora sólo dependían de la caza.
Esa noche escucharon por radio el discurso en el que Fidel Castro fustigó con extrema dureza a los comunistas venezolanos, haciendo referencia a la Unión Soviética y sus títeres27.
El cruce del río, al día siguiente, fue en extremo dificultoso; la corriente los arrastró un kilómetros aguas abajo y la balsa terminó rompiéndose, dejando varada a la retaguardia del otro lado.
Escasos de alimentos, con todo su arsenal y equipo empapado, la moral de los hombres decayó aún más y eso decidió al Che a sacrificar el caballo que llevaban consigo desde hacía un tiempo para alimentarlos en abundancia; la situación se había tornado crítica y algunos hombres (“Inti”, “Alejandro”, “Urbano” y “Miguel”), comenzaron a enfermarse.
El cruce de la retaguardia fue caótico y durante el mismo, casi se pierden el “Médico” y el “Rubio”. De todas maneras, dieron buena cuenta de la carne equina y cuando hubieron finalizado, procedieron a descifrar el mensaje Nº 32 según el cual, el boliviano Ramiro Reinaga Burgoa se incorporaba a la guerrilla con un importante cargamento de antiparasitarios.
El 16 de marzo se produjo otra tragedia. Durante el cruce del río, la corriente comenzó a arrastrar la balsa hasta un remolino donde, a causa de la corriente, terminó por darse vuelta, lanzando a sus ocupantes y el cargamento a varios metros de distancia.
“Carlos” y “Braulio” cayeron al agua y al verse impelidos, comenzaron a nadar desesperadamente, intentando escapar de la trampa. El segundo logró zafar y con mucho esfuerzo alcanzó la orilla, no así su compañero que falto de energías, se dejó arrastrar sin ofrecer resistencia, tal como apunta el Che en su diario. Con él se perdieron varias mochilas, seis fusiles (el Brno de “Braulio”, las carabinas M-1 de “Pan Divino” y “Carlos” y los Máuser de “Eusebio”, “Polo” y “Abel”) y toda la carga de balas. Lamentablemente “Joaquín”, que había cruzado con el resto de los hombres antes del desastre, se hallaba bastante adelantado y no vio pasar al combatiente, considerado por todos, el mejor cuadro boliviano en la retaguardia, serio, disciplinado y sobre todo, incentivado28. La muerte de “Carlos” (Lorgio Vaca Marchetti) dejó a todos consternados, en especial al Che porque acababa de perder a su segundo hombre sin haber entrado en combate.
Mientras la columna guerrillera pernoctaba, “Rolando” continuó su marcha hacia el campamento central, a veces por la orilla, otras por el río, sin detenerse en ningún momento. Recién el 15 a las 19.00, aquella nueva versión de Filípides hizo un alto junto al arroyo Nº 1, y en una cueva cercana se dispuso a pasar la noche. Reanudó el avance a las 07.00 del día siguiente y casi cuatro  horas después se topó con “Benigno”, acompañado por otros tres combatientes con los que exploraba la desembocadura del arroyo en busca de la columna. Llevaban carne y bebida en abundancia y eso le permitió al recién llegado, saciar su hambre y su sed.
Mientras racionaba, “Rolando” le indicó a la patrulla la manera de dar con el Che. Era imperioso encontrarlo, les dijo, porque si por alguna razón no había podido cruzar el Río Grande, toda la columna estaría sin alimentos.
Mientras “Benigno” y su gente se lanzaban a la carrera, “Rolando” continuó hacia el campamento central, donde esperaba transmitir las instrucciones que le había impartido el Che.
Cuando llegó al día siguiente, supo que dos de los reclutas traídos por Moisés Guevara, Vicente Rocabado Terrazas (“Orlando”) y Pastor Barrera Quintana (“Daniel”), acababan de desertar y que un piquete del ejército, integrado por seis efectivos, había estado en la casa de Calamina.
Eso era algo realmente grave porque evidenciaba dos cosas: que los fugados habían hablado y las fuerzas regulares estaban alertadas.
Una nueva lluvia mantuvo varado al Che durante todo el 17; recién al la mañana siguiente se puso en marcha, mostrando cierta dificultad para mantener contacto con la retaguardia pues varios de sus integrantes se habían rezagado.
El 19 avanzaban por la espesura cuando una avioneta comenzó a rondar sobre sus cabezas; eso los obligó a acelerar el paso y de esa manera, a las 17.30, se toparon con el “Negro” (Restituto Cabrera Flores, también llamado “Médico”), quien les dio la buena nueva de que “Benigno”, aguardaba algo más adelante, con abundantes provisiones. También informó sobre la llegada de Debray, Bustos, “Tania” y el “Chino” así como de la deserción de los hombres de Moisés Guevara.
Racionando en caliente
Ese día tuvo lugar un tercer accidente, que hizo temer por la vida de “Pombo”. La columna avanzaba penosamente por un camino en pendiente cuando este tropezó y rodó hacia el río, debiendo ser socorrido por “Urbano”; iba excedido de peso, porque el Che le había ordenado hacerse cargo de la radio y ese pudo ser el motivo por el cual perdió el equilibrio
El encuentro con “Benigno” fue más que emotivo, en especial, por las provisiones que traía; el guajiro explicó que los estaba buscando desde hacía tres días y que se había cruzado con “Rolando” la mañana del 16. El Che le preguntó por los desertores y después de brindarle los detalles, agregó que se habían detenido en ese punto por causa de la avioneta pues temía que el ejército pudiese estar recorriendo la zona. También le confirmó que en el campamento se encontraban el “Chino”, el telegrafista “Eustaquio” (Lucio Edilberto Galván Hidalgo), Regis Debray, Ciro Roberto Bustos, “Tania” y Moisés Guevara y le habló de un extraño incidente en el cual el “Loro” se habría enfrentado solo a una patrulla del ejército y abatido a un soldado.
El Che escuchó atentamente y por la noche volcó las vivencias del día, apuntando que hubo un ataque a la finca y no había noticias del “Loro”.
Lo que encontró en el campamento no fue para nada de su agrado. Según sus propias palabras, imperaba un clima de derrota, el ejército merodeaba por los alrededores y la deserción de los hombres de Moisés ponía en peligro la campaña antes de que comenzase. Como para agravar el cuadro de situación, “Rolando” se había ausentado, enfrascado en tareas que no le competían, “Marcos” y “Antonio” estaban lejos, en la aguada y nadie sabía a ciencia cierta cuál era su verdadera función. “Todo da la impresión de un caos terrible; no saben que hacer”29.
La caminata ese día había durado demasiado; salieron a las 10.00, precedidos por “Benigno” y el “Negro”, pasado el mediodía hicieron una parada bastante prolongada para reponer fuerzas y a las 18.30 llegaron al campamento, extenuados y hambrientos.
Regis Debray hizo una colorida descripción de la llegada del grupo al campamento:

“A lo lejos, una procesión de enemigos jorobados emerge poco a poco de la noche con una rígida lentitud de ciegos. El centro por fin (. . . ) Parecen sonámbulos en fila india, con arreos o más bien albardas bamboleantes, harapientos, inclinados hacia adelante por el peso del morral (por lo menos 30 kilos). Los cañones de los fusiles, en horizontal; portafusiles en ángulo recto sobre el hombro, recogen y reverberan las primeras luces (. . . ) El Che anda en el medio: busto casi derecho con una mochila que rebasa la cabeza, la carabina M1 vertical, su boina de fieltro café en la cabeza y un esbozo de barba: - Excúsenos por el retraso -queda de pie, los demás se desploman, a medida que van llegando. - A cocinar -ordena el Che al ver el cuadrúpedo ya desollado, colgado por las patas. Durante 24 horas y para todo el mundo. - Vamos, cocinero, ¡a moverse! - ¿Podemos hacer fuego, comandante? ¿En pleno día? - Sí, excepcionalmente, pero hasta que no llegue la retaguardia, nadie tocará nada30.
Imágenes


El Che a caballo junto a un campesino



De guardia en el segundo campamento


Junto a sus fieles combatientes. Pocas veces se ha visto tanta entrega y devoción
hacia un líder como la de estos hombres. Salvo cinco, morirán todos con él



La misma foto desde otro ángulo


"Coco" Peredo, "Papi", Loyola Guzmán e "Inti" Peredo en el segundo campamento




Otra con Loyola Guzmán en el segundo campamento, aquí acompañada por "Coco", "Inti" y "Alejandro" (Gustavo Machín Hoed de Beche), 



Guerrillero cubano (de barba)
junto a combatiente boliviano
Notas

1 Debía contactar a Ciro Roberto Bustos y otros militantes, para que se trasladasen a Bolivia a planificar la organización del movimiento guerrillero en la Argentina.

2 Luis Brunschtein, “Che, sálvanos de que te conviertan en Dios, Loyola Guzmán, compañera de Ernesto Guevara en la guerrilla boliviana”, diario “Página 12”, 6 de diciembre de 1999, p. 16.

3 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 74.

4 Luis Brunschtein, op. Cit.

5 Ejército de Liberación Nacional, nombre que la brigada del Che adoptó en Bolivia.

6 Gary Prado Salmón, op. Cit., pp. 100-101.

7 Ernesto “Che” Guevara, El diario del Che en Bolivia”, op. Cit., p. 88.

8 También llamado Guapay.

9 Según el diario de “Pombo”, la misma comenzó a la 1 p.m. (13.00).

10 Cosa rara, según “Pombo”, quienes quedaron en la orilla, sin poder cruzar fueron “Muganga”, “Rolando”, el “Chino” y él.

11 Según información especial enviada al Che, Simón estaba dispuesto a ayudar independientemente de las decisiones que adoptase el partido.

12 No eran otras que las de Rhea o el doctor Walter Pareja Fernández, designado jefe de la nueva red urbana.

13 Era el tercero desde su partida; el segundo tuvo lugar en la madrugada del día 13 y duró toda la mañana.

14 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 104.

15 Bolivia es uno de los principales exportadores de palmitos.

16 “Pombo” sitúa este hecho el día 28; “Rolando” coincide con el Che y hasta ofrece un relato pormenorizado de su intento de rescate: “A las 1600 tuvo lugar un accidente muy lamentable y doloroso: Benjamín cometió un error, abandonó el camino apenas abierto y cuando trató de volver resbaló y cayó al río. Yo estaba en ese momento como a 100 metros del lugar; otros camaradas, como Ramón, A. [Alejandro] y R. [Rubio], estaban a 60 metros. Corrimos al lugar y saltamos al agua pero fue imposible encontrarlo. La corriente me llevó por unos 600 metros, mientras estaba buscando, en menos de 10 minutos. Ello da una idea de la rapidez de la corriente en este punto y la profundidad era enorme. Toqué el fondo solo unas seis veces. Él hizo todo lo que pudo; no gritó, nos dijo Ramón”.

17 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 107.

18 Harry Villegas (Pombo), op. cit., p. 99.

19 Eliseo Reyes Rodríguez (“Rolando”), Diario Eliseo Reyes Rodríguez “Rolando”, Bolivia. Diario de lucha (http://diariochebolivia.cubasi.cu/ampliacion.asp?id_contenido=2&tipo_info=2)

20 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 111.

21 Ídem, p. 118.

22 Eliseo Reyes Rodríguez (“Rolando”), op. Cit.

23 “Pombo” sitúa este hecho el día 10.

24 Una vez de regreso, informó que delante había una senda y el río seguía recto hacia el oeste.

25 Israel Reyes Zayas (Braulio”), Diario Israel Reyes Zayas “Braulio”, Diario de lucha

(http://diariochebolivia.cubasi.cu/ampliacion.asp?id_contenido=1&tipo_info=2).

26Inti Peredo, Mi campaña junto al Che, Capítulo IV: “Nacimiento del ELN”.

27 Se trata del discurso que Castro pronunció en las escalinatas de la Universidad de La Habana, durante la conmemoración del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1967.

28 El Che sitúa el incidente el 17 de febrero, “Braulio” el 16; “Pombo” lo apunta ese día pero como acaecido el anterior y “Pachungo” no hace ninguna referencia, como tampoco el “Médico”. “Inti” también hizo mención del suceso pero sin especificar la fecha.

29 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 129.

30 Regis Debray, Les Masques, Gallimard, París, 1987, pp. 69-70



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