jueves, 1 de agosto de 2019

EL NAVARRAZO. LA CAÍDA DE RICARDO OBREGÓN CANO

Civiles armados durante el Navarrazo. La derecha peronista se sumó al movimiento

Derrocado Oscar Bidegain, la siguiente jugada de Perón fue hacer lo propio con el titular del PE de la provincia de Córdoba, Ricardo Obregón Cano y su vicegobernador Hipólito Atilio López. Se trataba de dos dirigentes marxistas que contaban con el apoyo de organizaciones como la Juventud Universitaria Peronista, el Movimiento Villero Peronista, el Movimiento Revolucionario Peronista (en esa época a todo se le ponía “peronista”) y agrupaciones de extrema izquierda como el Partido Vanguardia Popular , el Movimiento de Afirmación Popular y hasta los mismos Montoneros.
Que Perón estaba molesto con el gobernador lo muestra el artículo de Roberto A. Ferrero aparecido en “Prensa Obrera” el 30 de octubre de 2017, donde se lee el siguiente diálogo entre el líder justicialista y el funcionario depuesto.
Perón: Doctor, tenga cuidado con los infiltrados.
Obregón Cano: No se preocupe general, los izquierdistas están bien vigilados y se portan bien.
Perón: Me refiero a que no se le vaya a infiltrar algún peronista en el gobierno.


Los sectores ortodoxos del peronismo sabían aquello y decidieron apoyar la designación del nuevo jefe de Policía provincial, el teniente coronel Antonio Domingo Navarro, hombre del general Jorge Carcagno, quien según fuentes de izquierda y de diferentes sectores justicialistas, encabezó un golpe de estado que derrocó al gobernador y su equipo de colaboradores.
A nuestro entender, si Navarro respondía a alguien era a Perón y si fue el artífice de una asonada policial, lo hizo con el consentimiento de aquel, sumido, como se encontraba, en plena operación de descabezar a la izquierda del movimiento.
El 23 de enero la policía de la provincia de Córdoba masacró por error a cinco cooperativistas rurales de la localidad santafesina de Armstrong cuando circulaban a la altura del kilómetro 694 de la Ruta 9. Los confundió con subversivos provenientes de Azul, luego del intento de copamiento a la gran unidad militar, y los acribilló emboscada en las zanjas que corrían al costado del camino. Según versiones, los agentes tenían la orden de asesinar a una partida policial que efectuaba requisas en la zona, para forzar la intervención de la provincia.
El 19 de febrero las empresas de transporte decidieron un paro general en oposición a un aumento de salarios para los empleados del sector, decretado por Obregón Cano a fines de 1973. El 27, el gobernador decidió destituir a Navarro pero este se acuarteló, iniciando un motín que se extendió a toda la ciudad.
Atrincherado en el histórico Cabildo, sede del comando de las fuerzas de seguridad, ordenó bloquear las calles y valerse de ómnibus y otros vehículos para levantar barricadas.
En horas de la noche, un pelotón policial tomó por asalto la Casa de Gobierno y detuvo a Obregón, a su hijo Horacio que se desempeñaba como secretario personal de su padre, al vicegobernador Atilio López, a los ministros Elio Alfredo Bonetto (Gobierno), Antonio Lombardich (Bienestar Social) a los diputados Luis Bruno y Blas García, a Julio Aliciardi, presidente del Banco de la Provincia de Córdoba, al fiscal Juan Carlos Bruera y al secretario de Prensa, Alejo Díaz Tiliar, quienes fueron conducidos al Comando Radioeléctrico regional.
Ricardo Obregón Cano
Perón no solo que avaló los procedimientos de Navarro sino que decidió la intervención provincial, aprobando la designación del presidente de la Cámara de Diputados cordobesa, Mario Dante Agodino, como titular interino del Ejecutivo.
Con Obregón y su gente arrestados, Agodino se hizo cargo de sus funciones (28 de febrero) y la CGT declaró una huelga general. Para entonces, la ciudad se hallaba en poder de Navarro y los sectores de la derecha sindical habían forzado al sector combativo a huir hacia Alta Gracia.
El 2 de marzo Perón anunció la intervención. Obregón Cano y su gente ya habían recuperado la libertad y mantenían un silencio expectante, esperando que la situación se calmase. La decisión los tomó por sorpresa y los forzó a buscar desesperadamente una salida mientras sus laderos se ponían en guardia. Sin embargo, a esa altura, no había más nada que hacer.
El 7 por la mañana viajaron a Buenos Aires con la intención de reunirse con el primer mandatario y al no ser recibidos, comprendieron que debían renunciar. Regresaron esa misma noche y a primera hora del día siguiente se presentaron en la Casa de Gobierno provincial con sus dimisiones en la mano, la cuales fueron giradas a la Legislatura para su tratamiento.
La nota de Obregón Cano venía acompañada por la misma perorata de siempre, cuidándose muy bien de no involucrar a Perón.

Hace ocho días fui depuesto y juntamente con el señor vicegobernador, ministros, legisladores, funcionarios provinciales y dirigentes sindicales, encarcelado injusta e inicuamente, por una asonada encabezada por el jefe de policía. Hago notar que pese a mis reiterados reclamos al Ministerio del Interior a fin de que el gobierno nacional enviara el apoyo federal para sostener la legítima autoridad –obligación constitucional conforme al artículo 6º de la Constitución Nacional y al pacto de seguridad firmado entre el gobierno de la Nación y nuestra provincia-, la falta de respuesta del requerido ministro indica una clara disposición a dejar librada la suerte del gobierno provincial a sus fuerzas.
Aquella conjura ha sido instrumentada con apoyo de funcionarios del gobierno nacional, en especial el ministro del Interior y el señor ministro de Trabajo. En consecuencia es imposible retornar al gobierno con la autoridad que me daría una reparación que se me ha negado como gobernante.
No quiero que mi persona sea motivo de escándalo político e institucional de imprevisibles consecuencias para el futuro del país. Por tanto no me queda otro camino que el que adopto por este documento.
[Los móviles que determinaron mi gestión de gobierno] no fueron otros que el del Movimiento Nacional Justicialista. No dejaré de ser un soldado de una causa que es la gran esperanza nacional y de la que no pienso desertar, cualquiera sea el puesto de lucha que me corresponda.
La sublevación policial debe ser] valorada en todos sus alcances y consecuencias y sancionada según la ley. Esto lo exijo como ciudadano y como peronista en nombre del respeto al orden jurídico por el que con justa y patriótica vehemencia brega el señor presidente de la Nación.

Después de expresar su agradecimiento a su vice, Atilio López, Obregón Cano concluye diciendo:

Siempre entendí que la política es la realización de una idea moral que solo es grande en la medida que representa firmemente las apetencias y tendencias predominantes en la comunidad. Esto es lo que da autoridad.  Lo otro es fuerza bruta con la que nada duradero se construye.

Por su parte, López manifestó su total y absoluta solidaridad con su compañero de fórmula, con quien compartió los términos vertidos en su escrito.
Hoy los historiadores de izquierda intentan dibujar las destituciones de Bidegain y Obregón Cano negando el malestar de Perón y los procedimientos que adoptó. Si realmente el jefe del movimiento los apoyaba, que nos expliquen cómo es posible que haya permanecido impávido ante el derrocamiento de ambos y en el caso del dirigente cordobés, tolerado su encarcelamiento por más de 48 horas y decretado inmediatamente después la intervención federal.
Durante su viaje a Buenos Aires, Obregón Cano y López intentaron por todos los medios reunirse con el presidente pero este no los recibió. Quien sí lo hizo fue Lastiri en su despacho de la Cámara de Diputados de la Nación, a donde llegaron pasado el mediodía. Al ingresar por la puerta de Av. Rivadavia los esperaba Ferdinando Pedrini, jefe del bloque justicialista, junto a otros legisladores.
Ni bien descendió del automóvil, Obregón Cano y López fueron abordados por la prensa. 

Periodistas: ¿Cuál es el motivo de si visita?

Obregón Cano: Vengo a hablar con el presidente de la Cámara de Diputados Lastiri 

Periodistas: ¿Hay negociaciones?

Obregón Cano: Se ha estado hablando de todo este proceso y les prometo que al término de la conferencia les concederé una reunión e prensa.

Periodistas: ¿Vienen a presentar sus renuncias?

Atilio López: No se ha hablado de nuestras renuncias. El nivel de conversación es otro. 

Después de saludar efusivamente a una reportera, ambos funcionarios ingresaron en el Congreso para dirigirse directamente a la oficina de Lastiri. Estuvieron allí por espacio de tres horas y al finalizar la reunión salieron ambos, intentando disimular los resultados de aquel encuentro. Y como buen político democrático latinoamericano, Obregón mintió al aseverar frente a la prensa que seguía siendo jefe del Ejecutivo provincial:

-Si señores, yo sigo siendo el gobernador de Córdoba. Acabamos de mantener una reunión entre peronistas y amigos, como somos todos los que estuvimos aquí. Tengo fe en el proceso histórico que está viviendo nuestro país a través de la revolución peronista. Yo tengo plena confianza en que habrá una solución favorable para todos en este problema.

Al ser requerido sobre si tenía prevista una reunión con Perón, el ex funcionario respondió que no y enseguida López aclaró que no tenían pensado renunciar manifestándose optimista en cuanto a encontrar una solución favorable al asunto.
Puras palabrerías. Como se ha dicho, Perón no los recibió, no les brindó su apoyo, avaló lo actuado por el teniente coronel Navarro, intervino la provincia y les inició una causa.
Para mayor desconcierto, en esos días llegó en visita oficial Nicolás Ceusescu, el sanguinario tirano de Rumania, quien devolvía la atención que el presidente argentino le dispensara a poco de asumir su tercer mandato cuando viajó a la nación europea a saludarlo personalmente.
Así como se negaba a brindarle su apoyo a los representantes de la Tendencia, Perón continuaba con su política de recibir dictadores, en este caso uno que sentía tanta admiración por su persona, que en la década del cincuenta envió especialmente un emisario a Buenos Aires para que escribiera su biografía.
Ceausescu era un comunista nacionalista que aspiraba a una relativa autonomía del bloque soviético y creía fervientemente en la Tercera Posición justicialista. Quien quiera ver en esto un acercamiento de Perón hacia la izquierda se engaña completamente porque el rumano obraba más como un dirigente fascista que buscaba afanosamente alejarse de la órbita de Moscú. Llegó al país acompañado por su esposa Elena, la cuestionada ingeniera química y futura viceprimera ministra de su tierra1 y fue recibido personalmente por el matrimonio presidencial en el Aeropuerto, para ser agasajado con un brindis en la residencia de Olivos. Al día siguiente mantuvieron reuniones de trabajo a las que asistió casi todo el gabinete, visitaron la CGT y firmaron acuerdos bilaterales estrechando sus lazos de “paz y amistad”. 
Mientras tanto, continuaban los atentados en todo el país.
Perón e "Isabel" reciben en Ezeiza al matrimonio Ceusescu
(Imagen: "La Razón"
)

La noche del 8 de marzo, Miguel Ángel Castrofini, militante peronista de 31 años, empleado de la Caja de Jubilaciones para el Personal de la Industria salió de su casa ubicada en 20 de Febrero 6066, pleno barrio de Saavedra, y en compañía de su esposa Mercedes y su padre Francisco, cruzó la calle para dirigirse al automóvil que tenían estacionado en la vereda de enfrente.
Conversaban los tres bajo la lluvia, cuando una pareja joven se les acercó por detrás para preguntarles por una dirección. Al volverse para responder, el desconocido extrajo un arma y disparó cuatro veces contra Miguel Ángel, emprender inmediatamente la huida junto a su pareja.
El joven militante cayó sobre el pavimento, cubierto de sangre, mientras su esposa profería alaridos y su progenitor intentaba socorrerlo.
Al llegar a la esquina, los desconocidos abordaron un Fiat 128 blanco que esperaba allí estacionado y después de subir rápidamente, partieron a gran velocidad, conducidos por una tercera persona.
Alarmados por los estampidos y los gritos de la mujer, varios vecinos se asomaron para ver qué había sucedido y allí distinguieron el cuerpo tirado y a sus familiares agachados junto a él. Tres de ellos se acercaron dispuestos a asistirlos y subieron al herido al automóvil de su padre quien partió raudamente hacia el Hospital Pirovano.
Castrofini falleció a poco de ingresar a la sala de operaciones. En los años sesenta había integrado la agrupación Tacuara y en esos momentos formaba parte del Movimiento Nueva Argentina y de Concentración Nacional Universitaria (CNU), vinculadas a la Juventud Sindical Peronista y a la naciente Triple A.
Investigaciones efectuadas por la policía permitieron establecer que uno de los disparos efectuados por la pareja atacante perforó los vidrios de la vivienda ubicada en 20 de Febrero 6072, pasando a escasos centímetros de una menor, la joven Carmen Mónica Fassano de 17 años y la pequeña hija del dueño de casa, apellidado Grané. Un segundo impacto destrozó el parabrisas de una camioneta propiedad de un señor Ocampo, uno de los vecinos que corrió en auxilio de Castrofini con Ramón Rajoy y su cuñado Nazario Blanco.
En horas de la tarde, la Legión Revolucionaria Peronista condenó enérgicamente el atentado.

…Esto prueba una vez más no sólo la cobardía marxista sino también el propósito de asesinar uno a uno a los leales soldados de la patria, el pueblo y el teniente general Perón.

El sábado 9 de marzo a las 01:25 estalló una bomba en la redacción del diario “Noticias”, sita en Piedras 735, provocando numerosos destrozos. El artefacto tumbó la pared que separaba la sede del matutino de una firma comercial y destrozó la puerta de hierro del acceso, retorciendo sus barrotes y haciendo añicos los vidrios. Fueron afectados además, la sala de reuniones, el despacho del director, parte de la mampostería y el mobiliario.
En el atentado resultaron heridos Ricardo Menes, Sócrates Alejandro Chirolia, Osvaldo Herrera y Roberto Horacio Minaberry, todos ellos huéspedes de un hotel contiguo.
Ese mismo día, varios desconocidos que se desplazaban en un taxi Siam Di Tella y un Peugeot blanco arrojaron bombas molotov contra la sucursales del Banco de Boston y el Bank of America del barrio de Flores (Av. Rivadavia 6312 y 6398 respectivamente). En el primero se produjo un principio de incendio con caída de escombros, el cual fue reducido por los bomberos quienes se hicieron presente cerca de las 20:002.
En Rosario un llamado anónimo dio cuenta de otro artefacto explosivo en la redacción de “La Capital”, motivando su inmediato abandono y la presencia de la Brigada de Explosivos que al llegar no encontró nada.
En horas de la noche estallaron dos granadas en la sede central de la UOM, Cangallo 1437, destrozando parte de su frente, así como los de varios locales cercanos a causa de la onda expansiva.
Frente del diario "Noticias" tras el atentado explosivo
(Imagen: "La Razón")

Según testigos, dos desconocidos estacionaron una camioneta Dodge patente C-461878 frente al inmueble y escaparon por Cangallo a bordo de un Chevrolet color arena en el que se desplazaban otras dos personas. Al verlos huir, personal de seguridad que se encontraban en una playa de estacionamiento situada enfrente, salieron a la calle y efectuaron varios disparos sin alcanzar al rodado.
Las explosiones fueron percibidas en un amplio radio de la zona céntrica, resultando la primera de mucha mayor intensidad. El incendio que produjeron requirió la presencia de una dotación de bomberos y la Brigada de Explosivos que tras una minuciosa inspección del lugar solo halló los fragmentos de ambos artefactos.
Los peritajes permitieron comprobar que se trataba de dos granadas antitanque accionadas desde un dispositivo ubicado en la caja de la camioneta abandonada, una suerte de parrilla que sostenía dos tubos metálicos tipo bazooka. Los explosivos dieron de lleno en el frente rompiendo cristales, un cartel y hasta la misma estructura de mármol de la entrada donde hicieron un orificio de 10 cm. de diámetro.
Junto al ingenio, fue hallado un bidón de nafta cubierto con estopa destinado a provocar un incendio.
El domingo 10, cerca del mediodía, fueron inhumados en el cementerio de la Chacarita los restos de Miguel Ángel Castrofini. Militantes del Movimiento de Agrupaciones Peronistas “José Ignacio Rucci” fueron los encargados de transportar el féretro, cubierto por banderas argentinas y justicialistas, hasta la capilla donde un sacerdote se rezó el responso. Al ser depositado el cajón en el nicho, hizo uso de la palabra José Luis Cordero en nombre del Movimiento Nueva Argentina.



Imágenes
Ricardo Obregón Cano sale con cara de "la casa está en orden"
del despacho de Lastiri en el Congreso. Presentará su renuncia
menos de 24 horas después y será procesado por decisión de
Perón. Detrás suyo, semicubierto, Hipólito Atilio López
(Imagen: "La Razón")


Tte. Cnel. Antonio Domingo Navarro

Perón recibe a Ceusescu
(Imagen: "La Razón")

Un tirano en Olivos. El matrimonio Perón ofrece un brindis a los
Ceucescu en la Residencia Presidencial
(Imagen: "La Razón")

Reunión con el gabinete
(Imagen: "La Razón")

Firmando acuerdos bilaterales. Los crímenes del gobernante rumano
se contaban por miles. Todo saldrá a al luz en diciembre de 1989
(Imagen: "La Razón")

Quienes hoy hablan de genocidas parecen olvidar
algunos hechos. Visitas como esta volverán a repetirse

Destrozos en el diario "Noticias". En esta caso la sala de reuniones
(Imagen: "La Razón")

Pared contigua a un comercio vecino de "Noticias" derribada
(Imagen: "La Razón")

El chalet de la familia Castrofini en el barrio d eSaavedra
frente al cual se cometió el atentado
(Imagen: "La Razón")
Atentado explosivo en la UOM. Desde esa camioneta se dispararon las granadas
(Imagen: "La Razón")


El Navarrazo en la tapa de "Panorama"
Notas
1 Será designada por su marido el 29 de marzo de 1980. Perecerán fusilados ambos el 25 de diciembre de 1989, tras la violenta rebelión que acabó con su régimen.
2 A raíz de este hecho fue detenida una persona en Terrero 260, Capital Federal.