miércoles, 27 de febrero de 2019
VENGANZAS, HUMILLACIONES Y DESPOJOS A LAS FUERZAS ARMADAS
Desde el año 1983 las Fuerzas Armadas Argentinas
han sido sometidas a un proceso de destrucción moral y material, por parte
de sucesivos gobiernos, que sin duda quedarán en la historia universal
como el único ejemplo de latrocinio
perpetrado a una propia Institución. Esto es así porque ahondando en la
historia, no hay registro de semejante proceso de venganza y humillación. No
sucedió luego de todas las guerras perdidas o ganadas por un país, excepto las
medidas impuestas por el enemigo
vencedor. Basta recordar algunas contiendas del siglo pasado y del presente y
verán que jamás el propio gobierno
sometió a sus ejércitos a semejantes medidas de venganza. Tanto los juicios
de Nûremberg como los impulsados contra las barbaries de la guerra entre Serbia
y Croacia, fueron impulsados por tribunales extranjeros. En ninguno de los
dos casos que cito como ejemplo se alcanzaron las cien condenas y ¡Eran los enemigos
los acusadores! La Argentina se
vanagloria por más de dos mil procesados y casi quinientos prisioneros muertos.
Claro, se oculta el gran negocio que se hizo con esas cantidades de presos.
Parece imposible que se crea que se está haciendo justicia, mientras los
provocadores de aquellos tristes años setenta gozan de inmunidad, cobran
indemnizaciones, ocupan cargos en el Estado y lo más penoso, la sociedad mira
al costado. ¿Qué clase de personas pueblan este suelo? ¿Cómo hacen para mirar
de frente a sus hijos condenando a quienes les posibilitaron vivir en
democracia? O no creen en lo que los mismos terroristas han declarado: “si
era necesario hubiéramos matado un millón de ciudadanos con tal de hacernos del
poder”. ¿Todavía creen en los treinta mil desaparecidos? ¿O no le creen
a Labraña, el terrorista que inventó el número para que impactara en Amnesty
Internacional?... y luego permitiera el vergonzoso negocio que el actual
Presidente dijo en su campaña que iba a terminar y hoy se olvidó de lo que dijo.
Movimientos vivos militares.
“LA MILICIA NO
ES ANGELICA”. ... “En sentido recto, soldado remite a lo
que debe: un fulano disponible para matar y que lo maten en guerras defensivas
u ofensivas. Alguien que por patriotismo, obligación, dinero o lo que estime
oportuno, está entrenado para escabechar a sus semejantes; procurando que
palmen más fulanos del otro bando que del suyo. El lado turbio del oficio -matarife, a fin de cuentas- se compensa con
otros aspectos respetables: disciplina, disposición a soportar penalidades
y miserias, y el sacrificio singular de exponerse al dolor, la mutilación y la
muerte…”. El artículo es mucho mas descriptivo con el fin que aquella Ministra
comprendiera lo que los civiles que no tienen vocación ni conocimiento alguno,
se enteren de qué se trata la profesión militar. Calderón, mucho tiempo atrás, la describió
como un “sacerdocio”. Anhelo entonces
que el ocasional lector, haya entendido el impacto que generó aquella primera
medida de prohibir los movimientos vivos y denunciar al superior. Fue el
principio, pues luego se sucedieron otras, por ejemplo la supresión del sistema militar judicial y del Código de Justicia
Militar, que hasta hoy nos convierte en el único país en el que un abogado con nulos conocimientos del sistema
militar, como juez penal, deba investigar, por ejemplo, el hundimiento de un
buque. Quisiera imaginar si estos funcionarios en una contienda militar se
van a desplazar a primera línea para investigar un delito. Vergonzosamente ya
ocurrió un caso en el exterior, en una misión de paz en donde un miembro de
nuestras Fuerzas perdió la vida. Hecha la denuncia, como es lógico, el juez,
debió aceptar la investigación llevada a cabo por los propios militares en esa
zona. Es tan absurdo que nadie en el extranjero entiende como se ha llegado a este
extremo en nuestro país. En recientes simposios internacionales, con invitados
argentinos, hubo de reconocerse como una simple venganza del Estado hacia sus
propias Fuerzas Armadas por haber sometido en los setenta, a nuestros “jóvenes idealistas” terroristas, hoy
protegidos por nuestros gobiernos. Otras
medidas que han deteriorado hasta el hartazgo la disciplina militar, son
los casos de embarazo en los Institutos de Formación. Allí la joven embarazada
suspende temporalmente su permanencia hasta tener familia y luego como madre,
puede reincorporarse a la Escuela, que tiene un régimen de internado, con lo
cual la madre no puede atender a su hijo y todas las consecuencias que estas
medidas garantistas ocasionan respecto a los códigos de convivencia y disciplina
con que se rigen todos los Institutos de Formación Militar en el mundo. Podría
seguir señalando por ejemplo el noviazgo entre alumnos del mismo sexo, bailando
juntos, etc. etc. Por supuesto que cualquier afectado a una medida
disciplinaria puede recurrir a un juez del fuero penal o civil en reclamo de
sus derechos. No puedo omitir que también se
suprimieron los Tribunales de Honor Militar (¿Qué sentido tendrían?).
Pretender que se salude militarmente es difícil hacerlo, el beso entre hombres
(creado por Menem en nuestra Argentina) es lo habitual, ni hablar entre hombres
y mujeres militares de distinto grado cuando existe cierta confianza. ¿Alguien
podrá poner en duda el deterioro en la disciplina militar? Sinceramente no lo
creo. Si nos remitimos a la escala salarial, que años atrás era equivalente al
poder judicial, hoy es un cuarto de esos salarios y la mitad de los
correspondientes a las Fuerzas de Seguridad, que tienen como exigencias de
capacitación y formación, la mitad de años de estudio.
Como si todas
estas medidas no hubieran tenido suficientes consecuencias, sobrevino una de
las más absurdas tomadas por un país que asigna mínimos recursos
presupuestarios a sus Fuerzas Armadas, cual es el hecho de suprimir el Servicio Militar Obligatorio. Solo voy a mencionar
parte de los daños ocasionados: no
contamos con reservas, podría haberse limitado en uso de drogas, se hubiera
practicado la disciplina y el respeto, podrían haberse aprendido oficios. Los
analfabetos concurrían a una Escuela Militar y recuerdo que el examen de fin de
curso que exigía uno de mis Comandantes, era que le escribiera una pequeña
carta a su madre, que supiera cantar el Himno (ese que bailaba nuestra ex
presidente) y le entregaba dinero con algo de cambio y le pedía que pagara distintos
pasajes. Se les enseñaba a higienizarse
a quienes venían del norte, a muchos que solo se bañaban en el río, y para ser
breve todos eran medidos con la misma
vara y aprendían a valorar sus hogares. Ni hablar de las consecuencias
económicas, solo posibles de afrontar con importantes presupuestos, pues al
profesional se le paga un sueldo, se debe atender a él y a su familia con la
obra social y muchos otros costos. ¿Cómo se solucionó? Sencillamente reduciendo
la cantidad de efectivos. Solo una comparación, hoy la Infantería de Marina
difícilmente alcanza los 2000 efectivos cuando otrora contaba con 12.000. Como
no tenemos medios navales para proteger
al menos nuestras riquezas ictícolas, no es necesario contar con más
tripulaciones y así se repite el caso en todos los órdenes. Para
concentrar Unidades para un desfile el
día de la Independencia, las Fuerzas Armadas no disponen de presupuesto. ¿Es
posible semejante situación? Cuando se hace un acto militar en la Cancha de
Polo de Palermo, el público concurre en masa. En todo Sudamérica se festejan
los días patrios con desfiles militares que presiden las máximas autoridades
del país y el cuerpo diplomático extranjero. Aquí parece que tenemos vergüenza
de hacerlo. Este año tampoco hay presupuesto para el viaje de instrucción de la
Fragata Libertad. Otra desilusión y limitación en su capacitación de los
cadetes, que luego de cuatro años de estudio no pueden poner en práctica sus
conocimientos teóricos. Alto precio podría pagarse cuando ellos se incorporen a
las unidades operativas. Jamás creí que iba ser testigo de lo que hoy relato.
Pero las venganzas
y despojos no concluyeron con lo relatado. Por estos tiempos el
Estado echó mano a fondos del Instituto de Ayuda Financiera para
pagos de Retiros y Pensiones Militares. El mismo que entre otros recursos se
sostiene con los aportes del personal militar. Lo destaco porque lo que siempre
se ha omitido decir, es que insólitamente,
también somos los únicos militares retirados de las Fuerzas Armadas del mundo,
que al efectivizar el retiro, seguimos aportando el 11 %, el mismo
valor que los civiles al jubilarse dejan
de efectivizar. Con la gravedad que si se muere el titular, la viuda sigue aportando.
Algo más les quedaba a las Fuerzas Armadas para
ser despojadas y eran sus Obras Sociales. Aquellas que sin un solo
aporte estatal dirigieron los oficiales en actividad, sin directorios y sin
privilegios de ninguna índole y quiero recordar que se administraron
históricamente con personal que parece que hoy, los actuales responsables,
consideran ineptos ¿Qué raro no? Antes podíamos y ahora con más medios no se
puede. Medida más que humillante y que a la tercera edad, como el suscripto,
que oportunamente dirigió la Obra Social Naval con más de 240.000 afiliados, me
resulta extremadamente preocupante.
He dejado para el final de este relato lo más
grave que hoy nos toca asumir, cual es la venganza perpetrada sobre más de
2.000 hombres que combatieron la subversión terrorista de la década del
setenta.
Las consecuencias sobre los presos de un promedio de edad mayor a los setenta
años son inenarrables, por la tragedia que involucra a ellos y a sus
familiares. Las guerras son las
consecuencias de actos políticos y en nuestro caso es imposible eludir el hecho
que las Fuerzas Armadas fueron empleadas por un Gobierno democrático ante la
imposibilidad de someter a los terroristas con las Fuerzas de Seguridad. Basta
remitirse a los periódicos de la época para comprender el deseo de la población
en que se empleara la fuerza militar. Así lo entendió el gobierno de Isabel
Perón y por eso impartió la orden de
aniquilar al enemigo. La orden fue firmada por varios funcionarios
políticos y en una canallada más, el gobierno de Alfonsín, para salvar a sus
correligionarios políticos de cualquier
responsabilidad, dio la orden de juzgar los actos solo a partir del 24 de marzo
de 1976, fecha en que asumió el gobierno la Junta Militar. Comenzaron los juicios en Tribunales Penales, sacando a los acusados de
los juzgados del fuero que les correspondía,
o sea el militar. Primera aberración jurídica. La investigación la
iniciaron estos ciudadanos civiles que ignoran la milicia y deben juzgar actos
de guerra. Relatar las violaciones jurídicas que todos conocen y pocos
reconocen públicamente, es en vano. Solo me remitiré al gran negocio del
supuesto “Plan Sistemático de Robo de
Bebes”, un invento para sensibilizar más a la opinión pública contra las
Fuerzas Armadas. Jamás un solo hombre militar hubiera aceptado la orden de
apropiarse de un bebe. Si se quedaron con alguno fue por piedad y porque ningún
familiar lo reclamó ante el temor de verse involucrado en haber encubierto
algún terrorista. Solo sepan hasta donde llegó la crueldad de medidas para
humillarnos y despreciarnos, como si no formáramos parte de familias honorables
de cualquier nivel de esta sociedad, que alguna vez sentimos vocación por la
profesión militar.
Los militares no somos ni víctimas ni mártires.
Somos los mismos los de ayer que los de hoy. Cada generación sometida a la época que le tocó vivir. Algunas más
felices que otras. Para concluir, quiero recordar aquella frase que decía algo
así: “Cuando el peligro acecha, el
ciudadano se acuerda de Dios y recurre al soldado. Cuando este no existe, se
olvida de Dios y desprecia al soldado”.
Quiero
recordarle a los responsables del gobierno, un texto de una reciente editorial
de un prestigioso periódico que se refiere a las consecuencias del desprecio a
las instituciones y dice así: “La reconstrucción de las instituciones y la
recuperación de la confianza son el mayor desafío que el país debería asumir
como política de Estado. Sin ellas no habrá pan, ni trabajo, ni educación, ni
salud, ni futuro”. Cito esta reflexión, porque nuestra Institución
Militar, con el solo propósito de vengarse, ha sido humillada y despojada. Dios
quiera que los argentinos jamás deban recurrir nuevamente a sus Fuerzas Armadas
para defender sus vidas y poder vivir en un país con algo de libertad, como hoy
acontece, pues una democracia sin justicia, como sucede actualmente, no es
democracia.
Carlos Wartjes
Contraalmirante de I.M. (RE)