jueves, 8 de agosto de 2019

Los elementos religiosos del peronismo (15° parte)

Los elementos religiosos del peronismo (15° parte)






Las veinte verdades de fe política
Suele asignársele el carácter de fundamento filosófico del Justicialismo a "La comunidad organizada", un ensayo cuya autoría ha reclamado el propio Perón, pero que difícilmente pueda adjudicarse por uanto el planteo revela un conocimiento y un dominio de conceptos de la filosofía y la cultura que evidentemente el mismo estaba lejos de poseer.
Se ha mencionado como autor al filósofo Carlos Astrada y también se ha hecho lo propio con Hernán Benítez, el asesor espiritual de Evita, quien poseía una profunda formación filosófica. El trabajo fue expuesto en el Primer Congreso de Filosofía en el año 1949, en un marco intelectual de primer rango.


Habían enviado comunicaciones personalidades de la filosofía contemporánea de la talla de Benedetto Croce, Cornelio Fabro, Garrigou Lagrange, Bertrand Russell, Michele Federico Sciacca, Karl Jaspers, Martin Heidegger y Gabriel Marcel.

Perón consideraba a este trabajo como una construcción intelectual que otorgaba los cimientos filosóficos de su doctrina, y se refirió a él en múltiples ocasiones a lo largo de su vida. Su lectura trasunta una concepción humanista, que busca organizar la comunidad en un equilibrio que respete la individualidad de la persona con una corrección ética del egoísmo.

Era la "tercera posición", un híbrido según sus detractores, y un signo de independencia según sus seguidores frente a las corrientes ideológicas del capitalismo liberal y el socialismo marxista, cuya hegemonía cubre todo el siglo. Esta perspectiva "tercerista" permitiría al nuevo mesías, bastantes años después, presentarse como un profético precursor del "tercer mundo". Al tratar sobre la iglesia clandestina del proyecto tercermundista se hará una nueva referencia a este punto.

Perón enseña que la ideología del justicialismo está definida en la "comunidad organizada" y sintetizada en otra de sus obras, "doctrina peronista", que fija las formas de ejecución de la misma. La triada se completaría con "conducción política", donde se trata acerca de ese complicado arte que tan magistralmente dominaba el caudillo y mediante el cual se ponen en funcionamiento los cánones ideológicos.

El líder ha distinguido también en infinidad de ocasiones entre "teoría" y "doctrina", aunque siempre su esquema quedaba impregnado de ese pragmatismo que le permitía reconducir toda la realidad a hacer su sola voluntad.

Si bien el peronismo y el fascismo pueden confluir en algunas características, en cuanto comparten la matriz común de un nacionalismo autoritario, se distinguen en ellos netas diferencias, por ejemplo, la composición social del peronismo, básicamente representativa de los estratos más pobres de la sociedad, que es distinta de la del fascismo, donde el componente proletario es más débil. Perón estructuró un corpus doctrinal del que se han señalado influencias provenientes de distintas vertientes. Si se trata de distinguir las principales fuentes en las cuales esa doctrina puede reconocer esa paternidad, corresponde citar a tres principales: el nacionalismo autoritario, un socialismo liberal o laborismo y la doctrina social de la Iglesia Católica.

El trípode de principios a modo de eslóganes, que tradicionalmente se presenta a su vez como una síntesis de la ideología, se conforma con las expresiones "soberanía política, independencia económica y justicia social", repetidos como una letanía hasta el cansancio. En virtud de un objetivo que apuntaba a conseguir una Argentina "socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana", según rezaba una de las veinte "verdades" acuñadas por el fundador, el apotegma constituye la casi exacta reproducción de una fórmula anterior del Movimiento de la Renovación, al cual Perón procuró sumar a su trabajo político en el inicio de su vida pública.

No es ocioso que Perón representara a la masa de sus seguidores reunida en el ágora de la Plaza de Mayo la suprema ley llamada "veinte verdades del justicialismo", exactamente un 17 de octubre, fecha de significación épica para los peronistas. 

Nos encontramos entonces ante "la" verdad en materia política: la verdad justicialista.