UTURUNCOS: intento fallido de una guerrilla peronista
Jorge Fernández Zicavo
En 1958, Perón (entonces exiliado en Ciudad Trujillo, Santo Domingo, tras el Golpe de Estado militar de la Revolución Libertadora que le derrocó en 1955), había roto su Pacto electoral (1) con el presidente Arturo Frondizi (vencedor en las elecciones del 23 de febrero de 1958 gracias a los votos peronistas), tras conocerse que se otorgaría la comercialización del petróleo nacional a compañías de EEUU.
En enero de 1959 la Confederación General del Trabajo (CGT) desencadenó una oleada de huelgas por todo el país, siendo la más relevante la protagonizada por el Frigorífico Nacional “Lisandro de la Torre” que se quería privatizar. Rompiendo su Pacto con Perón, Frondizi respondió a estas huelgas y a los atentados terroristas cometidos por grupos de la Resistencia Peronista, aplicando el PLAN CONINTES (Conmoción Interna del Estado) para reprimir el accionar subversivo que la Resistencia había iniciado desde la presidencia del golpista general Aramburu y el fallido alzamiento militar contra éste, liderado por el general peronista Juan José Valle en 1956.
La
huelga general de la CGT fracasó y centenares de sindicalistas fueron
encarcelados. Para entonces, ante el caos que ya desde 1958 imperaba en
los comandos terroristas del peronismo formados espontáneamente en todo
el país tras el Golpe de Estado de 1955, Perón había ordenado al general
peronista Miguel Ángel Iñíguez que los integrara en un Mando Único
denominado Comando de Orientación de la Resistencia (COR).
Dado el fracaso de esa huelga insurreccional, Perón reemplazó a su delegado en Argentina John William Cooke (entonces exiliado en Caracas tras fugarse del penal de Río Gallegos) por el dirigente sindical metalúrgico Alberto Campos. De todas maneras, Perón ya tenía desacuerdos con Cooke por sus relaciones con el trotskista argentino Hugo Miguel Bressano (“Nahuel Moreno”) y con el anarquista español y comandante de guerrillas durante la Guerra Civil Española, Abraham Guillén.
En este contexto, entra en escena un singular personaje llamado Claudio Tomás Adiego Francia. Involucrado en varios atentados terroristas ocurridos durante el Gobierno de Aramburu, había huido a Bolivia y fundado en Cochabamba una Asociación de exiliados peronistas dedicada a difundir la doctrina justicialista entre los obreros, mineros y campesinos de ese país. Posteriormente organizó comandos en varias ciudades bolivianas que puso a disposición de Juan Lechín Oquendo, líder sindical minero de ideología trotskista que entre 1960 y 1964 sería vicepresidente de Bolivia durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro.
En 1957, tras producirse un atentado explosivo en la embajada argentina en La Paz que la Secretaría de Inteligencia del Estado argentina (SIDE) adjudicó a los comandos de Francia, éste se refugió en Chile y luego regresó a Argentina para integrarse en una Resistencia Peronista renovada: la “Segunda Resistencia”. En la provincia de Buenos Aires organizó un grupo terrorista y montó una fábrica de explosivos en Ciudadela (Oeste del Gran Buenos Aires).
Durante la ya citada huelga general de enero de 1959 contra el Gobierno de Frondizi, el grupo de Francia y los comandos del COR del general Iñíguez realizaron centenares de atentados explosivos por todo el país durante dos años. Entre esos atentados (más asaltos a bancos y asesinatos) destacaron dos por su indiferencia ante la presencia de personas inocentes: el 16 de febrero de 1960 dinamitaron un depósito de la SHELL MEX ARGENTINA en el barrio Villa Bustos de la ciudad de Córdoba, que contenía 3.000.000 de litros de nafta y 400.000 de gasoil: entre trabajadores del depósito y peatones hubo 13 muertos y decenas de heridos con espantosas quemaduras. Poco después, en la noche del 12 de marzo, dinamitaron la vivienda del capitán del Ejército David René Cabrera, en La Lucila, Gran Buenos Aires, ocupada por su esposa y cuatro hijos con edades entre seis meses y cinco años, muriendo en el acto la pequeña Guillermina, de tres años y resultado gravemente herido su hermano Gerónimo Luis, de cinco. La DIPA (División de Investigaciones Policiales Antidemocráticas) de la PFA, atribuyó este atentado a los terroristas de Francia.
Paralelamente a este accionar de Francia y los comandos del COR, Cooke (entonces exiliado en Caracas), estaba organizando con la ayuda del mencionado Guillén, un “foco” guerrillero para operar en la zona selvática que rodea al cerro Cochuna, Departamento de Chicligasta, Provincia de Tucumán.
La jefatura estratégica de este “foco” estaba a cargo de Cooke en Caracas y la táctica del veterano terrorista peronista Enrique Manuel Mena en Tucumán. En julio de 1959 algunos de los reclutados para esta guerrilla recorrieron la zona estudiando su topografía, y en octubre, ocho de ellos, encuadrados en un “Comando Insurreccional Perón o Muerte” (CIPOM), se internaron en los montes del cerro Cochuna y levantaron un campamento de dos carpas. Para los ocho sólo había un subfusil PAM, una pistola y un revólver, pero como sostiene una famosa premisa guerrillera, "las armas se obtienen del enemigo".
Dos semanas después asaltaron los destacamentos policiales de Las Banderitas y de Alto Verde para aprovisionarse de más armas, y luego hicieron lo mismo en el destacamento de la Policía Ferroviaria en San Miguel de Tucumán. Gracias al factor sorpresa, esos audaces operativos resultaron ser relativamente fáciles.
Esta ínfima guerrilla o partida de bandoleros, se dio a conocer con el pretencioso nombre de “Ejército de Liberación Nacional" - "Movimiento Peronista de Liberación”, aunque serían bautizados UTURUNCOS porque uno de sus fundadores utilizaba ese “alias" o "nombre de guerra”. En la mitología quechua uturunco significa “hombre puma”. El 7 de noviembre, la policía tucumana localizó el campamento (abandonado) del cerro Cochuna; pero cuando los agentes se retiraban, toparon sorpresivamente con tres guerrilleros y los detuvieron.
Dado el fracaso de esa huelga insurreccional, Perón reemplazó a su delegado en Argentina John William Cooke (entonces exiliado en Caracas tras fugarse del penal de Río Gallegos) por el dirigente sindical metalúrgico Alberto Campos. De todas maneras, Perón ya tenía desacuerdos con Cooke por sus relaciones con el trotskista argentino Hugo Miguel Bressano (“Nahuel Moreno”) y con el anarquista español y comandante de guerrillas durante la Guerra Civil Española, Abraham Guillén.
En este contexto, entra en escena un singular personaje llamado Claudio Tomás Adiego Francia. Involucrado en varios atentados terroristas ocurridos durante el Gobierno de Aramburu, había huido a Bolivia y fundado en Cochabamba una Asociación de exiliados peronistas dedicada a difundir la doctrina justicialista entre los obreros, mineros y campesinos de ese país. Posteriormente organizó comandos en varias ciudades bolivianas que puso a disposición de Juan Lechín Oquendo, líder sindical minero de ideología trotskista que entre 1960 y 1964 sería vicepresidente de Bolivia durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro.
En 1957, tras producirse un atentado explosivo en la embajada argentina en La Paz que la Secretaría de Inteligencia del Estado argentina (SIDE) adjudicó a los comandos de Francia, éste se refugió en Chile y luego regresó a Argentina para integrarse en una Resistencia Peronista renovada: la “Segunda Resistencia”. En la provincia de Buenos Aires organizó un grupo terrorista y montó una fábrica de explosivos en Ciudadela (Oeste del Gran Buenos Aires).
Durante la ya citada huelga general de enero de 1959 contra el Gobierno de Frondizi, el grupo de Francia y los comandos del COR del general Iñíguez realizaron centenares de atentados explosivos por todo el país durante dos años. Entre esos atentados (más asaltos a bancos y asesinatos) destacaron dos por su indiferencia ante la presencia de personas inocentes: el 16 de febrero de 1960 dinamitaron un depósito de la SHELL MEX ARGENTINA en el barrio Villa Bustos de la ciudad de Córdoba, que contenía 3.000.000 de litros de nafta y 400.000 de gasoil: entre trabajadores del depósito y peatones hubo 13 muertos y decenas de heridos con espantosas quemaduras. Poco después, en la noche del 12 de marzo, dinamitaron la vivienda del capitán del Ejército David René Cabrera, en La Lucila, Gran Buenos Aires, ocupada por su esposa y cuatro hijos con edades entre seis meses y cinco años, muriendo en el acto la pequeña Guillermina, de tres años y resultado gravemente herido su hermano Gerónimo Luis, de cinco. La DIPA (División de Investigaciones Policiales Antidemocráticas) de la PFA, atribuyó este atentado a los terroristas de Francia.
Paralelamente a este accionar de Francia y los comandos del COR, Cooke (entonces exiliado en Caracas), estaba organizando con la ayuda del mencionado Guillén, un “foco” guerrillero para operar en la zona selvática que rodea al cerro Cochuna, Departamento de Chicligasta, Provincia de Tucumán.
La jefatura estratégica de este “foco” estaba a cargo de Cooke en Caracas y la táctica del veterano terrorista peronista Enrique Manuel Mena en Tucumán. En julio de 1959 algunos de los reclutados para esta guerrilla recorrieron la zona estudiando su topografía, y en octubre, ocho de ellos, encuadrados en un “Comando Insurreccional Perón o Muerte” (CIPOM), se internaron en los montes del cerro Cochuna y levantaron un campamento de dos carpas. Para los ocho sólo había un subfusil PAM, una pistola y un revólver, pero como sostiene una famosa premisa guerrillera, "las armas se obtienen del enemigo".
Dos semanas después asaltaron los destacamentos policiales de Las Banderitas y de Alto Verde para aprovisionarse de más armas, y luego hicieron lo mismo en el destacamento de la Policía Ferroviaria en San Miguel de Tucumán. Gracias al factor sorpresa, esos audaces operativos resultaron ser relativamente fáciles.
Esta ínfima guerrilla o partida de bandoleros, se dio a conocer con el pretencioso nombre de “Ejército de Liberación Nacional" - "Movimiento Peronista de Liberación”, aunque serían bautizados UTURUNCOS porque uno de sus fundadores utilizaba ese “alias" o "nombre de guerra”. En la mitología quechua uturunco significa “hombre puma”. El 7 de noviembre, la policía tucumana localizó el campamento (abandonado) del cerro Cochuna; pero cuando los agentes se retiraban, toparon sorpresivamente con tres guerrilleros y los detuvieron.
Mientras
tanto, en Santiago del Estero un grupo de jóvenes peronistas estaban
siendo entrenados por un ex miembro de la Gendarmería Nacional que había
operado durante la Primera Resistencia, llamado Félix Francisco
Serravalle (“Comandante Puma”). Entre estos reclutas, algunos habían
sido aportados por el COR del general Iñíguez. En diciembre, los cinco
uturuncos tucumanos que quedaban de aquel grupo de ocho, se reunieron
con los uturuncos santiagueños de Serravalle para copar la Jefatura de
Policía de Frías, Santiago del Estero, con el mismo objetivo de
conseguir armamento. El operativo de Frías fue llevado a cabo sin
mayores dificultades en la Nochebuena del 24 de diciembre y pudieron
desarmar a una Guardia integrada por siete agentes y un oficial.
Posteriormente, esos cinco uturuncos tucumanos regresaron al cerro Cochuna, pero tras varios días sin comer nada y desmoralizados por la indiferencia y desconfianza hacia ellos de los pobladores y peones rurales la zona, se entregaron a las patrullas policiales. De aquellos uturuncos tucumanos y salteños sólo lograron romper el cerco sus jefes Serravalle y Mena; pero el 2 de abril de 1960 Serravalle fue capturado en Concepción, Tucumán, y tres semanas después le ocurrió lo mismo a Mena, que sería condenado a siete años de prisión.
Ante aquel demoledor fracaso, Cooke (y su esposa Alicia Eguren que estaba en Montevideo organizando un envío de armas a los uturuncos) huyeron a La Habana.
En cuanto a Mena, en 1962 se fugó del hospital penitenciario del Chaco y viajó a La Habana, donde se entrevistó con el “Che”. En mayo de 1963, regresó a Argentina con un grupo de militantes peronistas entrenados en Cuba y, una vez más, montó un campamento junto al cerro Cochuna. Este grupo de Mena estaba subordinado a Miguel Ángel Bengoechea ("el vasco"), un trotskista argentino que ya había operado en Perú con la guerrilla campesina del también trotskista, Hugo Blanco.
Por lo visto, este reactivado “foco” de Tucumán integrado por uturuncos de Mena y trotskistas de Bengoechea, iba a ser complementario al “foco” cubano-argentino del EJÉRCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO (EGP) que en septiembre de ese año 1963 comenzó a operar en Salta bajo el mando del argentino radicado en Cuba, Jorge Ricardo Masetti; pero tras fracasar este “foco” en abril de 1964, Mena y Bengoechea disolvieron su grupo y se trasladaron a Buenos Aires para integrarse a una célula del EGP que se ocupaba de la logística. Dicha célula estaba formada por disidentes del Partido Comunista Argentino (PCA) y algunos trotskistas del PRT, como Mario Roberto Santucho.
(1) El Pacto Perón-Frondizi consistía en poner fin a la intervención gubernamental de los sindicatos y la CGT, derogar los decretos que ilegalizaron al peronismo y devolver a Perón sus bienes personales confiscados por la Revolución Libertadora.
_ _ _ _
Consideraciones finales:
Para la historia de la Guerra Revolucionaria en Argentina, apenas esbozada por la disparatada aventura de los UTURUNCOS en 1959 y que alcanzaría su mayor desarrollo político y militar entre 1969 y 1979, pueden sacarse al menos dos conclusiones:
1- Que en Argentina, incluso en sus regiones rurales más subdesarrolladas y con altos índices de pobreza como era aquella región de Tucuman en 1959, la situación no era lo suficientemente extrema o desesperante como para que sus pobladores estuvieran dispuestos a alzarse en armas y morir ante vagas promesas de "justicia social" ofrecidas por unos jovencitos forasteros de "la ciudad".
2- En consecuencia, la aventurera y elitista teoría cubana del "foco" guerrillero (UTURUNCOS apareció diez meses después de la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana), demostró en Tucumán que no era una "estrategia general" acertada para tomar el poder e implantar el socialismo en Argentina. Ni, como se comprobaría luego, en toda América Latina.
Lo desconcertante, es que, a pesar de que esa estrategia dogmática, voluntarista y romántica había fracasado con los UTURUNCOS, volviera a intentarse en 1963 por el cubano-argentino Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en Salta: un Plan diseñado por el "Che" Guevara que también preveía un "foco" complementario en Tucumán para más adelante. Al margen de este proyecto, en 1968 las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) lo intentarían en Taco Ralo, Tucumán; y en 1974, lo haría el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), también en ese Tucumán que obsesionaba a la izquierda.
Notables errores, soberbia y falta de sentido común en "militantes" supuestamente marxistas que ignoraron una premisa fundamental de Lenin y de Trotski:
La Revolución sólo es posible en una nación a punto de implosionar debido a una crisis general, insostenible y desesperante para las masas.
Concretamente, sobre esta cuestión hay un célebre pasaje escrito por Lenin en su opúsculo "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo":
Con sólo la vanguardia, es imposible triunfar. Lanzar sólo a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase (obrera), cuando las grandes masas, no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta vanguardia o al menos una neutralidad benévola hacia ella, sería no sólo una estupidez, sino, además, un crimen.
Posteriormente, esos cinco uturuncos tucumanos regresaron al cerro Cochuna, pero tras varios días sin comer nada y desmoralizados por la indiferencia y desconfianza hacia ellos de los pobladores y peones rurales la zona, se entregaron a las patrullas policiales. De aquellos uturuncos tucumanos y salteños sólo lograron romper el cerco sus jefes Serravalle y Mena; pero el 2 de abril de 1960 Serravalle fue capturado en Concepción, Tucumán, y tres semanas después le ocurrió lo mismo a Mena, que sería condenado a siete años de prisión.
Ante aquel demoledor fracaso, Cooke (y su esposa Alicia Eguren que estaba en Montevideo organizando un envío de armas a los uturuncos) huyeron a La Habana.
En cuanto a Mena, en 1962 se fugó del hospital penitenciario del Chaco y viajó a La Habana, donde se entrevistó con el “Che”. En mayo de 1963, regresó a Argentina con un grupo de militantes peronistas entrenados en Cuba y, una vez más, montó un campamento junto al cerro Cochuna. Este grupo de Mena estaba subordinado a Miguel Ángel Bengoechea ("el vasco"), un trotskista argentino que ya había operado en Perú con la guerrilla campesina del también trotskista, Hugo Blanco.
Por lo visto, este reactivado “foco” de Tucumán integrado por uturuncos de Mena y trotskistas de Bengoechea, iba a ser complementario al “foco” cubano-argentino del EJÉRCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO (EGP) que en septiembre de ese año 1963 comenzó a operar en Salta bajo el mando del argentino radicado en Cuba, Jorge Ricardo Masetti; pero tras fracasar este “foco” en abril de 1964, Mena y Bengoechea disolvieron su grupo y se trasladaron a Buenos Aires para integrarse a una célula del EGP que se ocupaba de la logística. Dicha célula estaba formada por disidentes del Partido Comunista Argentino (PCA) y algunos trotskistas del PRT, como Mario Roberto Santucho.
(1) El Pacto Perón-Frondizi consistía en poner fin a la intervención gubernamental de los sindicatos y la CGT, derogar los decretos que ilegalizaron al peronismo y devolver a Perón sus bienes personales confiscados por la Revolución Libertadora.
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Consideraciones finales:
Para la historia de la Guerra Revolucionaria en Argentina, apenas esbozada por la disparatada aventura de los UTURUNCOS en 1959 y que alcanzaría su mayor desarrollo político y militar entre 1969 y 1979, pueden sacarse al menos dos conclusiones:
1- Que en Argentina, incluso en sus regiones rurales más subdesarrolladas y con altos índices de pobreza como era aquella región de Tucuman en 1959, la situación no era lo suficientemente extrema o desesperante como para que sus pobladores estuvieran dispuestos a alzarse en armas y morir ante vagas promesas de "justicia social" ofrecidas por unos jovencitos forasteros de "la ciudad".
2- En consecuencia, la aventurera y elitista teoría cubana del "foco" guerrillero (UTURUNCOS apareció diez meses después de la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana), demostró en Tucumán que no era una "estrategia general" acertada para tomar el poder e implantar el socialismo en Argentina. Ni, como se comprobaría luego, en toda América Latina.
Lo desconcertante, es que, a pesar de que esa estrategia dogmática, voluntarista y romántica había fracasado con los UTURUNCOS, volviera a intentarse en 1963 por el cubano-argentino Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en Salta: un Plan diseñado por el "Che" Guevara que también preveía un "foco" complementario en Tucumán para más adelante. Al margen de este proyecto, en 1968 las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) lo intentarían en Taco Ralo, Tucumán; y en 1974, lo haría el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), también en ese Tucumán que obsesionaba a la izquierda.
Notables errores, soberbia y falta de sentido común en "militantes" supuestamente marxistas que ignoraron una premisa fundamental de Lenin y de Trotski:
La Revolución sólo es posible en una nación a punto de implosionar debido a una crisis general, insostenible y desesperante para las masas.
Concretamente, sobre esta cuestión hay un célebre pasaje escrito por Lenin en su opúsculo "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo":
Con sólo la vanguardia, es imposible triunfar. Lanzar sólo a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase (obrera), cuando las grandes masas, no han adoptado aún una posición de apoyo directo a esta vanguardia o al menos una neutralidad benévola hacia ella, sería no sólo una estupidez, sino, además, un crimen.
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