CRECE LA TENSIÓN EN EL CARIBE
Al
tiempo que la CIA y el Pentágono elaboraban planes para Cuba, Fidel Castro
comenzaba a militarizar a su pueblo y a hacerle tomar conciencia de que se
avecinaban tiempos de guerra.
El
1 de mayo, habló ante otra multitud en la Plaza de la Revolución, previo
desfile del Ejército Rebelde y las milicias populares, que ese día mostraron un
fervor especial. Tanto él como el Che elogiaron a aquellas falanges y alentaron
a la población a armarse y estar preparado para una invasión. Había que luchar,
resistir y morir por la revolución, dar la vida por la causa y entregarlo todo
para alcanzar la victoria.
Ese
día Fidel Castro dijo cosas tremendas, explicó claramente que en caso de morir,
su hermano Raúl lo sucedería y que no iba a haber elecciones porque eran los
campesinos, los trabajadores y los estudiantes, es decir, el pueblo cubano,
quien gobernaba la nación, de ahí lo innecesario de llamar a las urnas. El
pueblo aprobó pletórico de entusiasmo y coreó consignas como “¡Cuba si, yankis no!” y “¡Revolución sí, elecciones no!”1.
Un
informe del Pentágono al Departamento de Estado, dio cuenta de que las fuerzas
armadas cubanas habían aumentado su número a 50.000 hombres y que
constantemente se incorporaban civiles a las milicias revolucionarias. De
seguir así, la isla contaría con el ejército más poderoso de América Latina,
superando incluso a sus pares de la Argentina y Brasil2, sin contar
con el hecho de que la injerencia soviética se tornaría una realidad (para
muchos analistas, la misma ya había comenzado).
Ante
tales avances, Washington aceleró sus movimientos para desestabilizar al
régimen. El ex general Tabernilla, segundo en jerarquía después de Batista, se
presentó en el Congreso para denunciar la intromisión rusa en la isla y el
coronel Ugalde Carrillo, habló por primera vez ante una comisión del Senado,
alertando sobre el emplazamiento de bases y misiles.
Sin
perder tiempo, agentes de la CIA establecieron contacto con Félix Rodríguez
-quien aún no cumplía los veinte años de edad y estaba a punto de graduarse en
Pensilvania- y lo convocó a una reunión en el edificio de Langley, Virginia,
junto a otros exiliados. La reunión, a puertas cerradas, fue una suerte de
prólogo en cuanto a los pasos a que se debían seguir y los planes que en breve,
habría que poner en práctica para contrarrestar el peligro de la injerencia
soviética en el área.
Anastas Mikoyán |
La
llegada de los primeros petroleros rusos puso en estado de alerta a las
multinacionales que operaban en la isla. Eran parte de los acuerdos firmados
con Mikoyán y la primera avanzada soviética en el Caribe. Poco después, Raúl
Castro partió hacia Moscú y Checoslovaquia -donde permaneció algunos meses- y a
su regreso, anunció la adquisición de armamento pesado, incluyendo cañones,
tanques y aviones Mig. Le siguieron el envío de los primeros pilotos cubanos,
seleccionados para entrenarse en Praga, en el pilotaje de aviones cazas y algo
más tarde el viaje de Antonio Núñez Jiménez, en calidad de delegado del INRA,
para cerrar los pactos acordados con el vicepremier ruso.
El
Che estaba ansioso por actuar y se lo dijo a Alexeiev, exponiéndole un plan en
extremo audaz.
El
Che, que ya se sentía lo suficientemente confiado para desafiar a las
petroleras norteamericanas, reveló a Alexeiev su plan de hacerles una oferta
que sólo podrían rechazar, con lo cual tendría el pretexto necesario para apoderarse de sus instalaciones. El ruso le
aconsejó que fuera cauto, pero el Che siguió adelante. El 17 de mayo informó a
las petroleras de que podría pagar la deuda si cada una compraba trescientos
mil barriles del petróleo soviético que estaba por llegar y lo procesaba en sus
refinerías3.
Las
corporaciones no supieron responder en el momento y debieron consultar a sus
casas matrices. Esso, Standard Oil y Texaco llamaron a los Estados Unidos, la
Shell a Holanda y a los pocos días, contestaron que no aceptaban. Sin esperar
más, Fidel mandó intervenirlas junto con las refinerías que la Texas Company
poseía en Santiago (Resolución 188 del 29 de junio) y anunció a los cuatro
vientos que se había alcanzado la soberanía en materia petrolera.
Ese
mismo día, instituyó el Instituto Cubano de Petróleo y le ordenó a su titular
concentrar allí el crudo necesario para mantener el abastecimiento de
combustible, una salida de emergencia para prevenir la escasez.
Los
rusos respondían a acciones directas de los Estados Unidos. Necesitaban
compensar la presencia de ojivas nucleares en Turquía y Europa occidental y
mostrarle a Washington que estaban dispuestos a todo, en especial, después que
un avión espía U2 norteamericano, piloteado por el capitán Francis Gary Powers,
fuera derribado por un misil SA-2 sobre Sverdlovsk, en el sudeste de Rusia,
cuando fotografiaba a gran altura objetivos militares3.
El
incidente y las exclamaciones del propio Eisenhower en el sentido de que su
nación tenía derecho de sobrevolar el espacio aéreo de cualquier país en
salvaguarda de su seguridad, llevaron a Kruschev a romper el diálogo con
Washington e incrementar su accionar.
Ante
semejante sucesión de hechos, el 6 de julio el gobierno estadounidense anunció
que dejaba de comprar azúcar a Cuba. La novedad significaba algo así como el
estallido de una bomba nuclear sobre la isla, en especial para su ministro de
Economía, Regino Boti, porque repercutiría directamente en la estabilidad
nacional pero eso era exactamente lo que sus dirigentes esperaban y en ese
sentido, ya habían adoptado medidas para contrarrestar sus efectos.
Por
entonces, el presidente argentino Arturo Frondizi, había ofrecido su servicio
como mediador, intentando buscarle una salida a la crisis, pero los mandatarios
cubanos le dijeron que no era necesario.
El
10 de julio, el Che Guevara habló en la Plaza de la Revolución, ante cien mil
personas, anunciando el apoyo de la Unión Soviética y el ofrecimiento que su
premier había hecho, de comprar todo el azúcar que Estados Unidos se negaba a
adquirir. La afluencia estalló en una ovación al escuchar sus palabras y entonó
encendidas consignas antiimperialistas.
El
28 de ese mes, tuvo a su cargo la apertura del Primer Congreso Latinoamericano
de la Juventud, organizado en La Habana, al que acudieron militantes y
dirigentes de distintas latitudes -entre ellos Jacobo Arbenz, el ex presidente
de Guatemala.
Su
extenso discurso fue escuchado con fascinación por los jóvenes activistas,
muchos de los cuales, veían por primera vez al mítico comandante.
Si
a nosotros se nos hubiera hecho la agresión que se nos hizo con el azúcar y el
petróleo y no existiera la Unión Soviética que nos diera petróleo y nos
comprara azúcar, se necesitaría toda la fuerza, toda la fe y toda la devoción
de este pueblo, que es enorme, para poder aguantar el golpe que eso
significaría; y las fuerzas de la desunión trabajarían después, amparadas en el
efecto que causarían en el nivel de vida de todo el pueblo cubano, las medidas
que tomó ‘la democracia norteamericana’ contra esta ‘amenaza al mundo libre
[…]. A nosotros se nos ataca, se nos ataca mucho por lo que somos, pero se nos
ataca muchísimo más porque mostramos a cada uno de los pueblos de América lo
que se puede ser. Y le importa mucho más al imperialismo que las minas de
níquel o que los centrales de azúcar de Cuba, el petróleo de Venezuela, o el
algodón de México, o el cobre de Chile, o las vacas de Argentina, o la yerba de
Paraguay, o el Café de Brasil. Y le importa el total de esas materias primas
que nutren los monopolios.
Ese
día, el Che se explayó sobre varios temas, siempre con Estados Unidos como
blanco.
Todos
los miembros del gobierno cubano, jóvenes de edad, jóvenes de carácter y de
ilusiones, han, sin embargo, madurado en la extraordinaria universidad de la
experiencia y en contacto vivo con el pueblo, con sus necesidades y con sus
anhelos […]. Y todos los cubanos, de las ciudades y del campo, hermanos en un
solo sentimiento, van siempre hacia el futuro, pensando con una unidad
absoluta, dirigidos por un líder en el que tienen la más absoluta confianza, porque
ha demostrado en mil batallas y en mil ocasiones diferentes, su capacidad de
sacrificio; así como la potencia y clarividencia de su pensamiento […].
Quisiera
también saludar hoy, por paradójico que parezca, a la delegación que representa
lo más puro del pueblo norteamericano. Y quisiera saludarla, porque no
solamente el pueblo norteamericano no es culpable de la barbarie y de la
injusticia de sus gobernantes, sino que también es víctima inocente de la ira
de todos los pueblos del mundo, que se confunden a veces un sistema social con
un pueblo […].
Esa
es una de nuestras grandes fuerzas: las fuerzas que se muevan en todo el mundo
y que olviden todas las banderías particulares de las luchas políticas
nacionales, para defender, en un momento dado, a la revolución cubana. Y me
permitiría decirlo, que es un deber de la juventud de América, porque esto que
hay aquí es algo nuevo, y es algo digno de estudio. No quiero decirles yo qué
tiene de bueno: ustedes podrán constatar lo que tiene de bueno […].
Si a mí me
preguntaran si esta revolución que está ante los ojos de ustedes es
una revolución comunista [...] vendríamos a caer en que esta
revolución, en caso de ser marxista –y escúchese bien que digo marxista–
será porque descubrió también, por sus métodos, los caminos que señalara Marx4.
Era
una declaración de guerra, que la prensa norteamericana se apresuró a destacar
en sus titulares, así como a través de radios y programas de televisión,
señalando al Che Guevara como el principal ideólogo de la agresión.
Aquello
pareció confirmar los vaticinios que Jules Dubois efectuara desde el “Chicago
Tribune” e hizo que su rostro fuera tapa de la importante revista “Time”, tal
como había sucedidos con varios de sus compatriotas en años anteriores, entre
ellos Perón, Evita y Frondizi.
La
nota, en su interior, lo presentaba como el “verdadero genio maléfico” de la
revolución, como al cerebro de Fidel Castro y un fanático intolerante que
estaba dispuesto a llevar a Cuba a la guerra contra los Estados Unidos.
Aclaraba también que como flamante funcionario del Banco Nacional acababa de
retirar sus fondos estadounidenses (incluyendo las reservas en oro), para
llevárselos a Suiza y advertía sobre las consecuencias que ello implicaba.
Era
evidente –según el articulista- que Cuba se preparaba para la guerra y que
intentaba extender su influencia al resto de América Latina.
Fidel
es el corazón y el alma de Cuba actual, Raúl Castro es el puño que sostiene la
daga de la revolución. Guevara es el cerebro. Él es el responsable esencial del
giro a la izquierda efectuado por Cuba. Es el elemento más fascinante y más
peligroso del triunvirato. Mientras luce una sonrisa de dulce melancolía, que muchas mujeres
encuentran arrebatadora, el Che dirige Cuba con frío cálculo, enorme competencia,
gran inteligencia y agudo sentido del humor5.
Por
entonces, el Che iba a ser padre por segunda vez (Aleida estaba embarazada de
su primer hijo) y se había vuelto a mudar a una casa de dos pisos con jardín,
en el barrio de Miramar. Para más, en la segunda quincena de julio su gran
amigo, Alberto Granado, se había radicado en la isla y eso le había llenado el
espíritu porque el recién llegado estaba decidido a quedarse y colaborar con la
revolución. Y ahí se encontraban ambos, como en tantas ocasiones, cuando los
primeros cisternas soviéticos amarraron en el puerto con su cargamento de
petróleo y armas.
Otro que también llegó a Cuba por esos días fue David Mitrani, aquel médico con el que el Che había trabajado en el Hospital General de México quien, como buen hijo de judíos, se había ido un tiempo a Israel para experimentar la vida en los kibutz.
Avión espía U2 derribado sobre Rusia |
Otro que también llegó a Cuba por esos días fue David Mitrani, aquel médico con el que el Che había trabajado en el Hospital General de México quien, como buen hijo de judíos, se había ido un tiempo a Israel para experimentar la vida en los kibutz.
El
clima de tensión se advertía por todas partes. Cuba estaba militarizada y era
evidente que se estaba armando. Y eso les daba a sus líderes cierta confianza
como para amenazar a su colosal vecino norteño.
El
26 de julio, durante un nuevo acto conmemorativo del ataque al Cuartel Moncada,
Fidel habló, por primera vez del plan continental de Guevara, es decir, de
llevar la revolución a otros países de la región.
…Fidel
expresó lo que hasta entonces había sido la visión personal del Che al advertir
a sus vecinos latinoamericanos que si no mejoraban las condiciones de vida de
sus pueblos, “el ejemplo de Cuba convertiría a la Cordillera de los Andes en la
Sierra Maestra del hemisferio”. Fidel puso decir que hablaba en términos
simbólicos pero no era así.
El
Che sintió una gran emoción ante aquella adopción por parte de Fidel de su plan
de “guerrilla continental” combinada con la amenaza velada de Jrushov a
Washington”6.
A
fines del mes de agosto, el Che disertó ante los estudiantes de medicina y
trabajadores de la salud, sobre medicina revolucionaria, dejando en claro que
todo aquel que se preciara de ser un verdadero profesional, debía estar
preparado para la lucha porque el nuevo orden lo requería. Y para más, el país
estaba a punto de ser invadido. Aconsejaba a los jóvenes facultativos
incorporarse a las milicias revolucionarias y hacer medicina social y como dice
Anderson, con el objeto de incentivarlos, él mismo se puso como ejemplo.
Poco
después, mandó llamar al agrónomo y sociólogo de izquierda René Dumont, que
intentaba dar una mano en el manejo de la economía local y le propuso trabajar
con él. Dumont, nacido en Cambrai, Francia, el 13 de marzo de 1904, había
estado en Vietnam (1929) y era un tenaz enemigo del productivismo agrícola,
pero también era un crítico del sistema industrial soviético al que veía
similar al norteamericano.
Mientras
Cuba hacía aprestos militares y se volcaba abiertamente hacia el bloque
soviético, el 8 de noviembre John Fitzgerald Kennedy derrotaba en las
elecciones presidenciales al candidato republicano Richard Nixon,
convirtiéndose en el trigésimo quinto primer mandatario norteamericano.
Para
La Habana no eran buenas noticias porque el hasta entonces senador por
Massachusetts venía criticando la política de su antecesor con respecto a la
crisis cubana y había aprobado la decisión de sancionar a todo aquel que
intentase establecer lazos comerciales con la isla.
Entre
el 22 y 29 de agosto, se celebró en la capital de Costa Rica la VII Conferencia
de Cancilleres Americanos. La cumbre se desarrolló por pedido expreso de Perú
(16 de julio), para tratar el asunto cubano. Unos días antes, Fidel Castro la
había denunciado como una maniobra de Washington para imponer su política a los
países del continente y advirtió sobre las consecuencias que ello implicaba.
Raúl
Roa, ministro de Relaciones Exteriores de la revolución, se mostró firme a la
hora de sostener su postura (jueves 25 de agosto):
La voz que habla por mí es la voz limpia, entrañada, entera
de Cuba, que suma a sus vibrantes timbres martíanos, bolivarianos, juaristas,
los más nobles registros de Lincoln y Reeve […].
Digámoslo ya sin ambages. El Gobierno Revolucionario de Cuba
no ha venido a San José de Costa Rica como reo, sino como fiscal. Está aquí
para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra
la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo. Los Estados
Unidos parecen destinado por la providencia para plagar a América de miserias
en nombre de la libertad”. Por si alguno de esos titulados expertos
latinoamericanos se apresuran a achacarle a Carlos Marx la paternidad de ese
dictum, me permito aclararle que fue estampado por Simón Bolívar en carta al
coronel Campbell. “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Fue Benito Juárez, y
no Carlos Marx, el autor de esa lúcida advertencia […]
Nuestra Revolución era tan cubana como la Sierra Maestra, tan
americana como los Andes y tan universal como los cimeros valores humanos que
encarna, porque se gestó durante un siglo, en las entrañas mismas del pueblo
cubano7.
La
noche del 28 de agosto, la denuncia del canciller cubano en cuanto a la
influencia que Estados Unidos ejercía sobre las distintas delegaciones, fue
sometida a votación. Al ver que la misma era unánime en su contra (a excepción
de Venezuela), su delegación se retiró de la cumbre y regresó a su país, para
señalar las anormalidades que habían tenido
lugar durante los debates y el servilismo de las naciones miembro. Antes de
abandonar el recinto, Roa manifestó:
Señor presidente y señores Cancilleres: la
delegación de Cuba que me honro en presidir ha decidido retirarse de esta
Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos.
La razón fundamental que nos mueve a ello es
que no obstante todas las declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho
en el sentido de que Cuba podía tener en el seno de la Organización de Estados
Americanos a la cual pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de
otros estados americanos, no han tenido eco, resonancia ni acogida alguna. Me
voy con el pueblo, y con mi pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica8.
Cuando
los representantes cubanos se pusieron de pie, algunos connacionales que se
encontraban presentes prorrumpieron en aplausos y hasta entonaron el Himno
nacional. Una vez en la calle, numeroso público los vitoreó y lanzó
estrepitosos “vivas” a la revolución.
Roa
abordó el automóvil que tenía asignado y se encaminó a una casa sita en un
barrio periférico, donde al llegar, se encontró con la sorpresa de que la
policía había acordonado el área y que manifestantes costarricences, junto a
residentes cubanos, se habían concentrado para expresar su apoyo. En Venezuela
hubo actos masivos, con las agrupaciones de izquierda manifestando masivamente
en las calles y militantes socialistas y comunistas se pronunciaron tibiamente
en el resto del continente.
La
Declaración de San José de Costa Rica
fue aprobada por unanimidad, a excepción del canciller venezolano, Ignacio Luis
Arcaya, que como se dijo anteriormente, se abstuvo9.
Al
día siguiente, en La Habana, Fidel Castro habló a los maestros que habían ido a
hacer capacitación revolucionaria en Sierra Maestra, poniendo énfasis en que
nunca había esperado una rebelión de los países miembros contra la voluntad
estadounidense, pero tampoco tanto servilismo.
Las cancillerías traicionaron a Cuba, no se pusieron al lado
del país agredido, sino del agresor.
¡Estados Unidos fue a Costa Rica con la bolsa de millones en
una mano y con el garrote en la otra mano! [...] el gobierno que nos arrebató
nuestra cuota y la repartió entre otros gobiernos de América antes de ir a la
conferencia a discutir las agresiones a Cuba; el gobierno que en plena
conferencia acuerda un crédito de 500 millones de dólares para “ayudar” a esos
gobiernos que estaban reunidos en Costa Rica; el gobierno que en medio de la
conferencia acuerda un crédito de 100 millones de dólares para Chile.
Y
con respecto a la actitud del canciller venezolano agregó:
¡Venezuela, es uno de los pueblos más heroicos y
revolucionarios de este continente! ¡Venezuela es un país donde hay una
tremenda conciencia revolucionaria! ¡Venezuela es un país donde hay una
tremenda conciencia antiimperialista! ¡Venezuela es un país que ha tenido que
sufrir mucho la opresión de las tiranías militares y la explotación de los
monopolios yanquis! ¡Venezuela no es un país cruzado de brazos! ¡En Venezuela
hay un pueblo que es amigo de Cuba! ¡Venezuela es el pueblo de donde surge
Simón Bolívar, y de Venezuela surgieron los soldados que dieron la libertad a
la mitad del continente sudamericano!10.
La
salida de la delegación cubana de Costa Rica fue un tanto traumática. La misma
había sido fijada para las 17.00 del 30 de agosto, pero al filtrarse
información de que grupos opositores al castrismo tenían la intención de
derribar el avión que debía conducirlos a su país, el ministro de Seguridad de
Costa Rica junto al jefe de la Casa Militar, decidieron acompañarlos, acordando
decolar cinco horas antes de lo programado.
Ni
bien piso Rancho Boyeros, Roa se dirigió a la Plaza de la Revolución, para
hablar ante el pueblo desde el palco que se había montado especialmente en ese
lugar. Miles de personas presenciaron el momento en que Fidel Castro se hizo
presente, interrumpiendo por unos minutos la alocución de su canciller ,para
confundirse ambos en un abrazo.
-¡¡Fidel, Fidel!! – comenzó a entonar la multitud- ¡¡¿Qué
tiene Fidel que los americanos no pueden con él?!!
-¡¡Viva
Roa!!
-¡Discúlpenme
– respondió el primer mandatario alzando su brazo derecho- pero es que estoy
medio afónico!
-¡¡Qué-se-cuide.
Qué-se-cuide!! – se escuchó entonar a la concurrencia.
El
2 de septiembre de 1960, la Asamblea General Nacional de Cuba respondió a Declaración de San José de Costa Rica,
aprobando la Primera Declaración de La
Habana. Dos días antes, Raúl Castro había manifestado en la Plenaria
Nacional Azucarera, que era una obligación asistir a ella. Y allí se encontraba
una vez más el pueblo, para escuchar el texto completo, en el que se rechazaban
los términos de la Declaración y se
recalcó una vez más, la alianza con la Unión Soviética.
El
26 de septiembre, Fidel viajó a los Estados Unidos para hablar en la Asamblea
General de las Naciones Unidas. Se alojó en el modesto Hotel Theresa del barrio
de Harlem (calle 125), se estrechó en un abrazo de oso con Kruschev, se reunió
con los máximos representantes del Tercer Mundo (Nasser, Nehru y el presidente
Kwame Nkrumah de Ghana) y pronunció el discurso más largo de la historia de la
organización (más de tres horas), reiterando las agresiones que su país sufría
por parte de los Estados Unidos y el boicot de las sumisas naciones del
hemisferio.
Una
vez de regreso, creó el Comité de Defensa de la Revolución (28 de diciembre) y
asistió junto al Che y Raúl, a los festejos nacionales de la República Popular
China, que organizó la legación de ese país.
Fidel Castro en la ONU |
En cuanto a que Cuba se estaba militarizado, eso fue lo que percibieron Sartre y Simone de Beauvoir cuando en a fines de 1960 regresaron a la isla: “La Habana había cambiado no había más clubs nocturnos ni casinos ni turistas norteamericanos; en el semidesierto Hotel Nacional, milicianos y milicianas muy jóvenes daban una conferencia. Por todas partes, en las calles, se entrenaba la milicia”.
Había
clima de guerra y los rumores de una invasión dominaban la escena. En las
fábricas, los obreros repetían como autómatas los postulados revolucionarios,
prácticamente sin razonarlos, había censura, no se pensaba llamar a elecciones
democráticas y se consideraba “contrarrevolucionario” a todo aquel que no coincidiera
cien por ciento con el gobierno.
La
pareja de intelectuales comprendió con cierta desazón que el entusiasmo
inicial, palpable en su primer viaje, estaba dando paso al fanatismo y si bien
“quiso” ver algunos progresos en determinadas cuestiones (muy puntuales, por
cierto), comprobó con pena que se estaban coartando las libertades y que la
alegría estaba dando paso a la ira.
Imágenes
Francis Gary Powers Piloto norteamericano derribado en territorio soviético |
El Che tapa de "Time" (8 de agosto de 1960 |
La llegada de Alberto Granado fue un aliciente para el Che |
El 8 de noviembre de 1960 Kennedy gana las elecciones |
El canciller Raúl Roa defiende la postura cubana en Costa Rica |
Canciller venezolano Ignacio Luis Arcaya |
Fidel Castro junto al canciller Raúl Roa |
Fidel se dirige al pueblo tras la desición adoptada por los países miembros de la OEA en contra de Cuba (29 de agosto de 1960) |
Castro denuncia las irregularidades de la Declaración de San José de Costa Rica |
El legendario fotógrafo Alberto Korda retrata el instante en que Fidel Castro se dirige a la multitud |
El Che abre el Primer Congreso Latinoamericano de la Juventud celebrado en La Habana (28 de julio de 1960) |
Fidel Castro en las Naciones Unidas Su discurso duró más de tres horas |
Fidel Castro y Nikita Kruschev en la ONU |
Notas
1 Jon Lee Anderson, op. Cit., p. 448 y ss.
2 En tiempos de Perón,
cuando el líder justicialista intentaba conformar un bloque de naciones fuera
de la órbita rusa y norteamericana (la Tercera Posición), las Fuerzas Armadas
Argentinas superaban en poder y presupuesto a las de toda Sudamérica junta.
3 Durante las
acciones, pereció el piloto de un Mig, alcanzado por un misil propio.
4 Extractos del
discurso inaugural pronunciado por el Che Guevara al abrirse las sesiones del
Primer Congreso Latinoamericano de la Juventud en La Habana, el 28 de julio de
1960.
5 Revista “Time”,
agosto 8 de 1960, NY, Vol. LXXVI, Nº 6.
6 Jon Lee Anderson, op. Cit., pp. 452-453.
7 Eugenio
Suárez Pérez, Í"Hace 50 años: VII Reunión de Cancilleres de la OEA. Con
OEA o sin OEA, ganaremos la pelea". CubaDebate,
http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/09/01/hace-50-anos-vii-reunion-de-cancilleres-de-la-oea/#.VW4ZPNJ_Oko
8 Ídem. Cita a
“Revolución”, 29 de agosto de 1960, pp. 1 y 2.
9 Por esa razón, el 16
de agosto de 1960 fue destituido por Betancurt. En Cuba y Venezuela se lo llamó
“el canciller de la dignidad”.
10 Eugenio Suárez Pérez, Ídem.