EL ASESINATO DE SILVIO FRONDIZI
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| Silvio Frondizi ha sido alevosamente asesinado. Su cuerpo yace dentro de una camioneta luego de ser encontrado |
En
la segunda mitad de septiembre, el Partido Revolucionario de los
Trabajadores, brazo político del ERP, informó a través de “Estrella
Roja” que había otorgado condecoraciones por acciones en el frente de
batalla a numerosos combatientes1.
A cuatro de ellos, que tomaron parte en el combate de Azul, les fue concedida la Orden Héroes de Trelew en Segundo Grado (méritos excepcionales) por su desempeño en el asalto a la Guardia Central y el Puesto Nº 1 de la guarnición. Los veintiocho restantes recibieron la misma medalla en Tercer Grado (servicios militares distinguidos), por su actuación en los enfrentamientos, entre ellos los abatidos Guillermo Altera, Héctor Antelo y Reinaldo Roldán.
El mismo honor les fue conferido a quienes tomaron parte en el combate de Villa María. Tres lo recibieron en Segundo Grado por haber resistido el embate de las fuerzas policiales durante cuatro horas, en el Hotel Base Operativa, mencionando especialmente a César Argañaraz, abatido durante el intercambio de fuego y “José” por su brillante accionar al sacar del cerco al resto de la sección. Al cuarto, se lo distinguió con la de Tercer Grado por su resistencia, comportamiento sereno y valeroso.
A cuatro de ellos, que tomaron parte en el combate de Azul, les fue concedida la Orden Héroes de Trelew en Segundo Grado (méritos excepcionales) por su desempeño en el asalto a la Guardia Central y el Puesto Nº 1 de la guarnición. Los veintiocho restantes recibieron la misma medalla en Tercer Grado (servicios militares distinguidos), por su actuación en los enfrentamientos, entre ellos los abatidos Guillermo Altera, Héctor Antelo y Reinaldo Roldán.
El mismo honor les fue conferido a quienes tomaron parte en el combate de Villa María. Tres lo recibieron en Segundo Grado por haber resistido el embate de las fuerzas policiales durante cuatro horas, en el Hotel Base Operativa, mencionando especialmente a César Argañaraz, abatido durante el intercambio de fuego y “José” por su brillante accionar al sacar del cerco al resto de la sección. Al cuarto, se lo distinguió con la de Tercer Grado por su resistencia, comportamiento sereno y valeroso.
Junto a ellos fue condecorado el resto del escuadrón, mencionándose especialmente al soldado Mario Eugenio Pettigiani (alias de guerra “Quico”) y los milicianos José Luis Buscarolo e Iván Brolo, los dos últimos post-mortem, por haber caído en combate.
Fue merecedor de una felicitación especial el compañero “Camilo”, de la Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez”, “…por enfrentar valientemente [luego e la batalla de Catamarca] 12 días de total aislamiento sin comida ni bebida y finalmente lograr romper el cerco enemigo y llegar totalmente solo a La Rioja de donde regresó inmediatamente a su puesto de combate”.
En esa misma edición, el ERP publicó dos parte de guerra dando conocer el ataque al destacamento policial “Sargento Otero” de la localidad de Virreyes, acción acometida por la Escuadra “Guillermo Rubén Pérez-Elena Da Silva Pereira” de la Sección Armas Pesadas de la Compañía “Héroes de Trelew” y la agresión contra el domicilio del ingeniero Kulavic de la empresa Eaton por la Escuadra “José Luis Castrogiovanni” de la misma agrupación.
Rezaba el primero:
Buenos Aires, 22 de agosto
de 1974
AL
PUEBLO:
En el día de la fecha, 22
de Agosto, la ESCUADRA Guillermo Rubén Pérez-Elena Da Silva Pereira de la
Sección armas Pesadas de la COMPAÑÍA HÉROS DE TRELEW, atacó el destacamento
policial Sargento Otero de la localidad de Virreyes, utilizando para ello
ametralladoras pesadas y bazookas.
Esta acción e
aniquilamiento llevada a cabo por nuestro Ejército es en respuesta a los
criminales de este destacamento que, dependiendo de la comisaría de Béccar
[sic], participaron en los asesinatos de nuestros queridos compañeros Da Silva
Pereira, Villaverde y Uriz, masacrados con ensañamiento el 15 de julio pasado.
También estos asesinos
torturaron y dieron muerte fríamente después de haber detenido con vida a dos
combatientes populares, Hugo Drangosch y Miguel Angel Villa.
Por primera vez se emprenden
estas acciones de aniquilamiento. Hasta hoy habíamos sido muy cuidadosos en la
planificación y ejecución de las operaciones, tratando siempre de poder reducir
al personal policial en base a nuestra superioridad numérica y moral de combate, cuidando en lo posible la
integridad física de los policías, teniendo en cuenta que esta guerra que el
pueblo está desarrollando es contra el injusto régimen capitalista y no contra
los que lo sirven. Pero la desesperación de las fuerzas represivas ente el avance
y los éxitos de las luchas populares, los lleva a cometer los más abominables
crímenes, torturando y asesinando luchadores del pueblo, reprimiendo y
encarcelando a los activistas obreros.
Esta etapa de la guerra en
la que hemos entrado, de enfrentamientos generalizados entre las fuerzas
contrarrevolucionarias del régimen y las fuerzas populares, exige pasar a un
nuevo nivel de combate, respondiendo en forma enérgica, con acciones de este
tipo, a los asesinos y torturadores policiales.
Desde ya recalcamos que se
respetará la vida de aquellos policías que no intervengan directamente en la
represión, llamándolos constantemente a abandonar las filas del enemigo, a
denunciar a los torturadores y a apoyar a su propio pueblo.
¡JUSTICIA POPULAR PARA LOS
TORTURADORES Y ASESINOS!
¡NINGUNA TREGUA AL EJERCITO
OPRESOR!
¡GLORIA A LOS COMPAÑEROS
URIZ, VILLAVERDE, DA SIILVA PEREIRA, DRANGOSCH Y VILLA!
¡A VENCER O MORIR POR LA
ARGENTINA!
ERP
COMPAÑÍA
HÉROES DE TRELEW2
Sobre el ataque al domicilio del ejecutivo decía:
Buenos Aires, 29 de agosto
de 1974
AL
PUEBLO:
Oportunamente el EJERCITO
REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO advirtió a una serie de explotadores, agentes de la
patronal imperialista EATON sobre las represalias que tomaríamos en caso de
persistir en sus actitudes anti-obreras. Casi todos ellos tuvieron la prudencia
de tomar seriamente esta advertencia.
Pero el ingeniero KULAVIC,
lejos de ello, acrecentó sus actitudes patronales, ganándose el odio de toda la
fábrica.
Ante esta actitud, la escuadra
JOSÉ LUIS CASTROGIOVANNI de la COMPAÑÍA HEROES D ETRELEW de nuestro ERP
procedió, a la 1.30 de hoy, 29 de agosto, ametrallar el garaje de su domicilio
de Grand Bourg, mediante descargas de subametralladoras PAM 3 y escopeta
recortada.
El EJERCITO REVOLUCIONARIO
DEL PUEBLO reafirma así su decisión de defender con sus armas los derechos de
los obreros de EATON, de todos los trabajadores y todo el pueblo de nuestra
Patria, impregnados del espíritu proletario de hombres como ANTONIO DEL CARMEN
FERNANDEZ, gloriosamente caído en Catamarca.
Advertimos que ante cada
nueva actitud antiobrera de los agentes de la patronal imperialista, nuestras
represalias serán cada vez más enérgicas y contundentes.
¡VIVA LA JUSTA LUCHA DE LOS
OBREROS DE EATON!
¡GLORIA A LOS MARTIRES Y
HEROES DE LA REVOLUCION SOCIALISTA!
LIBERTAD A LOS PRESOS
POLITICOS!
¡A VENCER O MORIR POR LA
ARGENTINA!
Compañía Héroes de Trelew3
Como
podrá advertirse, son los subversivos quienes hablan permanentemente de
guerra, combates, caídos, enemigos; quienes emiten partes, conforman
compañías, escuadrones y pelotones que a su vez están divididos en
secciones y quienes imponen condecoraciones a sus combatientes por actos
en el campo de batalla, algo que los voceros de la apología negarán
enfáticamente cuando el advenimiento de la democracia insufló los ánimos
y encendió las pasiones.
Mientras tanto, la ola de asesinatos continuaba. En Bahía Blanca, un escuadrón de la Triple A secuestró a Luis Jesús García, joven activista del gremio de la construcción y después de sacarlo a la rastra de su casa (calle Jujuy 1198), lo condujo a un descampado en las afueras de la ciudad y lo ejecutó de varios disparos4.
Según la denuncia formulada por su madre, el joven nacido en Gral. San Martín, provincia de La Pampa, fue retirado por cuatro desconocidos, uno de los cuales llevaba el rostro cubierto. Fue subido a un automóvil donde aguardaba un hombre al volante y en él desapareció sin dejar rastro. Un segundo vehículo partió inmediatamente detrás, llevando tres personas en su interior.
Dos horas después (6 p.m.), un hombre halló un cadáver en la Ruta 3, a la altura del kilómetro 704, muy cerca de Gral. Daniel Cerri, localidad distante a 12 kilómetros de la ciudad, hecho que se apresuró a notificara a la policía.
Presentes en el lugar, las autoridades pudieron determinar que, efectivamente, se trataba de García y que su cuerpo presentaba, al menos diez impactos de diferente calibre.
Mientras tanto, la ola de asesinatos continuaba. En Bahía Blanca, un escuadrón de la Triple A secuestró a Luis Jesús García, joven activista del gremio de la construcción y después de sacarlo a la rastra de su casa (calle Jujuy 1198), lo condujo a un descampado en las afueras de la ciudad y lo ejecutó de varios disparos4.
Según la denuncia formulada por su madre, el joven nacido en Gral. San Martín, provincia de La Pampa, fue retirado por cuatro desconocidos, uno de los cuales llevaba el rostro cubierto. Fue subido a un automóvil donde aguardaba un hombre al volante y en él desapareció sin dejar rastro. Un segundo vehículo partió inmediatamente detrás, llevando tres personas en su interior.
Dos horas después (6 p.m.), un hombre halló un cadáver en la Ruta 3, a la altura del kilómetro 704, muy cerca de Gral. Daniel Cerri, localidad distante a 12 kilómetros de la ciudad, hecho que se apresuró a notificara a la policía.
Presentes en el lugar, las autoridades pudieron determinar que, efectivamente, se trataba de García y que su cuerpo presentaba, al menos diez impactos de diferente calibre.
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| Luis Jesús García, militante de agrupaciones de izquierda, fue ejecutado por la Triple A en las afueras de Bahía Blanca |
Ese
mismo día se produjo el ataque a Alberto Ottalagano al que nos hemos
referido en páginas anteriores. Durante el mismo, resultaron muertos el
Ramón Carulla, propietario del Hotel Lasort de Villaguay donde el rector
se alojaba, y el atacante, Héctor Adolfo Echeverría, suboficial
retirado de la Policía Federal.
En la oportunidad, Ottalagano conversaba con el dueño del hospedaje cuando Echeverría irrumpió al grito de “¡Traición, traición: cuidado con los policías provinciales!”.
Acto seguido extrajo su pistola 45 abatiendo a Carulla e hiriendo de
gravedad a los oficiales Santos Serrasti, Juan Eugenio Páez y al agente
Pereyra, integrantes de la custodia del interventor.
Si bien los representantes del orden sufrieron heridas de gravedad, alcanzaron a disparar, matando a Echeverría.
Ottalagano salvó su vida al arrojarse al piso, lo mismo su señora esposa, que previamente tomó una silla y cubrió a su marido con ella.
El martes 24 llegó desde España la noticia de que la organización terrorista ETA que acababa de cometer el sangriento atentado de la Puerta del Sol donde murieron once once personas y otras setenta y una resultaron heridas, había recibido adiestramiento de subversivos argentinos. La prueba la aportó la policía española al mostrar fotografías y planos de cárceles del pueblo llevadas a España desde la Argentina por José María Arruabarrena Esnaola5.
A todo esto, en La Rioja, el senador Fernando De la Rúa propuso una gran tregua nacional para poner término a la ola de violencia que aquejaba al país en tanto el presidente del bloque de diputados nacionales de la UCR, Antonio Tróccoli, remarcó que el objetivo final de la escalada terrorista estaba orientado a perjudicar el régimen constitucional, terminar con la paz y la convivencia democrática a efectos de desencadenar el choque armado a nivel guerra civil.
Si bien los representantes del orden sufrieron heridas de gravedad, alcanzaron a disparar, matando a Echeverría.
Ottalagano salvó su vida al arrojarse al piso, lo mismo su señora esposa, que previamente tomó una silla y cubrió a su marido con ella.
El martes 24 llegó desde España la noticia de que la organización terrorista ETA que acababa de cometer el sangriento atentado de la Puerta del Sol donde murieron once once personas y otras setenta y una resultaron heridas, había recibido adiestramiento de subversivos argentinos. La prueba la aportó la policía española al mostrar fotografías y planos de cárceles del pueblo llevadas a España desde la Argentina por José María Arruabarrena Esnaola5.
A todo esto, en La Rioja, el senador Fernando De la Rúa propuso una gran tregua nacional para poner término a la ola de violencia que aquejaba al país en tanto el presidente del bloque de diputados nacionales de la UCR, Antonio Tróccoli, remarcó que el objetivo final de la escalada terrorista estaba orientado a perjudicar el régimen constitucional, terminar con la paz y la convivencia democrática a efectos de desencadenar el choque armado a nivel guerra civil.
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| El interventor de la UBA Alberto Ottalagano fue víctima de un atentado en Villaguay (Imagen: "La Razón") |
El
24 de septiembre a las 3:10 a.m. estalló una bomba incendiaria en el
domicilio de Jorge Alberto Rampoldi, asesor del Instituto Nacional de
Acción Cooperativa dependiente del Ministerio de Bienestar Social.
Previamente, los atacantes ametrallaron su frente haciendo estallar los
vidrios y dañando las aberturas.
El
funcionario de 27 años, vivía con su esposa y sus hijos en Luis Sáenz
Peña 1075 de la localidad e Martínez y desempeñaba esas funciones desde
1973. Al producirse la explosión Rampoldi salió presurosamente a la
calle y con la ayuda de los vecinos procedió a extinguir el incendio.
El mismo día fue atacado en Banfield el hacendado Ricardo Emilio Nipoti de 44 años, sin militancia política de ninguna clase.
La víctima había salido de su casa en Talcahuano 327 para llevar a sus tres pequeñas hijas hasta el Colegio Balmoral, distante a 8 cuadras. Ni bien las niñas ingresaron en el establecimiento, Nipoti arrancó y al llegar a la esquina (French y Manuel Castro), su Chevy azul pastel recibió una lluvia de disparos, más precisamente de una escopeta Itaka y una pistola 45, que lo hirieron de gravedad. Aun así, viendo que sus agresores huían a la carrera, logró descender del vehículo y caminando muy dificultosamente regresó al colegio por la calle por French, donde fue socorrido por el portero. Presentaba impactos en la columna vertebral, el abdomen y las piernas y manaba abundante sangre.
Con la ayuda del personal del establecimiento y algunos transeúntes que pasaban por el lugar, el hacendado fue subido al automóvil de una vecina y conducido a la clínica local, donde fue intervenido quirúrgicamente.
Nipoti no desarrollaba ninguna actividad política ni gremial según se ha dicho, se dedicaba a la actividad rural y formaba parte de la Liga de Padres del Colegio Balmoral, por lo que fue fácil deducir que los agresores lo habían confundido con otra persona.
Investigaciones posteriores permitieron establecer que, efectivamente, quienes atentaron contra su vida equivocaron el objetivo.
El hecho se esclareció esa misma noche cuando el ERP emitió un comunicado en el que informaba haber ajusticiado al mayor Manuel J. Abuin por sus actividades en el Estado Mayor del Ejército. Abuin era cuñado de Nipoti, residía también en Banfield y se desempeñaba como jefe del DISCAD, sección de computación del Comando General del arma cuyas tareas eran el procesamiento de datos a través de computadoras6.
Al otro día, miércoles 25 de septiembre fue asesinado en Córdoba el coronel Jorge Oscar Grassi, jefe de la División Ingenieros del III Cuerpo de Ejército. El ataque se produjo a las 7:30 a.m. frente a su domicilio, calle 8 Nº 35 del Barrio Parque Vélez Sársfield, entre las calles Naciones Unidas y Pablo Marizzi.
A esa hora, el alto oficial salió de su vivienda y caminó hasta el Rastrojero blanco del Ejército que aguardaba en la calle a cargo de un soldado conscripto.
Grassi saludó a su subalterno y cuando éste le abría la puerta para permitirle ascender un Renault 12 gris frenó bruscamente a su lado, llevando cuatro desconocidos en su interior.
Al ver a dos de ellos descender con armas en la mano, Grassi se inclinó sobre el asiento y el soldado se arrojó al piso del vehículo, justo en el momento en que los agresores abrían fuego, el primero con una ametralladora PAM 3 y el segundo con una pistola 11,25.
El alto oficial recibió las descargas de lleno, no así el conscripto que salvó su vida por milagro.
El mismo día fue atacado en Banfield el hacendado Ricardo Emilio Nipoti de 44 años, sin militancia política de ninguna clase.
La víctima había salido de su casa en Talcahuano 327 para llevar a sus tres pequeñas hijas hasta el Colegio Balmoral, distante a 8 cuadras. Ni bien las niñas ingresaron en el establecimiento, Nipoti arrancó y al llegar a la esquina (French y Manuel Castro), su Chevy azul pastel recibió una lluvia de disparos, más precisamente de una escopeta Itaka y una pistola 45, que lo hirieron de gravedad. Aun así, viendo que sus agresores huían a la carrera, logró descender del vehículo y caminando muy dificultosamente regresó al colegio por la calle por French, donde fue socorrido por el portero. Presentaba impactos en la columna vertebral, el abdomen y las piernas y manaba abundante sangre.
Con la ayuda del personal del establecimiento y algunos transeúntes que pasaban por el lugar, el hacendado fue subido al automóvil de una vecina y conducido a la clínica local, donde fue intervenido quirúrgicamente.
Nipoti no desarrollaba ninguna actividad política ni gremial según se ha dicho, se dedicaba a la actividad rural y formaba parte de la Liga de Padres del Colegio Balmoral, por lo que fue fácil deducir que los agresores lo habían confundido con otra persona.
Investigaciones posteriores permitieron establecer que, efectivamente, quienes atentaron contra su vida equivocaron el objetivo.
El hecho se esclareció esa misma noche cuando el ERP emitió un comunicado en el que informaba haber ajusticiado al mayor Manuel J. Abuin por sus actividades en el Estado Mayor del Ejército. Abuin era cuñado de Nipoti, residía también en Banfield y se desempeñaba como jefe del DISCAD, sección de computación del Comando General del arma cuyas tareas eran el procesamiento de datos a través de computadoras6.
Al otro día, miércoles 25 de septiembre fue asesinado en Córdoba el coronel Jorge Oscar Grassi, jefe de la División Ingenieros del III Cuerpo de Ejército. El ataque se produjo a las 7:30 a.m. frente a su domicilio, calle 8 Nº 35 del Barrio Parque Vélez Sársfield, entre las calles Naciones Unidas y Pablo Marizzi.
A esa hora, el alto oficial salió de su vivienda y caminó hasta el Rastrojero blanco del Ejército que aguardaba en la calle a cargo de un soldado conscripto.
Grassi saludó a su subalterno y cuando éste le abría la puerta para permitirle ascender un Renault 12 gris frenó bruscamente a su lado, llevando cuatro desconocidos en su interior.
Al ver a dos de ellos descender con armas en la mano, Grassi se inclinó sobre el asiento y el soldado se arrojó al piso del vehículo, justo en el momento en que los agresores abrían fuego, el primero con una ametralladora PAM 3 y el segundo con una pistola 11,25.
El alto oficial recibió las descargas de lleno, no así el conscripto que salvó su vida por milagro.
| Domicilio del coronel ingeniero Jorge Oscar Grassi en el Barrio Parque Vélez Sársfield de la ciudad de Córdoba. Allí fue ejecutado por el ERP (Imagen: "La Nación") |
Ni bien los atacantes escaparon, varios vecinos salieron a la calle para ver qué había ocurrido.
El
cuadro que se encontraron fue realmente desolador. El soldado trataba
de socorrer a su jefe y este inconsciente, con las piernas y el abdomen
envueltos en sangre, apenas respiraba.
Según algunas versiones, los terroristas también le dispararon al recluta sin alcanzarlo por milagro. Una bala hizo añicos la ventana de una vivienda vecina, otra pegó en el parante derecho del Rastrojero y varias más en el cantero de la vereda, frente al domicilio del militar.
Junto con los vecinos salieron a la calle la esposa del coronel Grassi, Cecilia Esther Correa y sus hijas adolescentes de 12 y 19 años, María Silvia y Margarita Esther. Entre todos cargaron al oficial y en el mismo Rastrojero lo condujeron al Hospital Pirovano donde a poco de ingresar se produjo su deceso.
Horas después fue hallado el Renault 12 utilizado por los subversivos. Se encontraba abandonado en la esquina de Brasil y Artigas del Barrio Observatorio con cápsulas servidas, proyectiles sin usar y otros objetos en su interior.
El coronel ingeniero Grassi fue velado en su domicilio particular y a las 19:00 trasladado a la capilla ardiente levantada en el comando del III Cuerpo de Ejército, el mismo lugar donde el año anterior había sido velado el general Héctor Alberto Iribarren, asesinado por Montoneros.
Al caer la tarde se oficio la misa de cuerpo presente a cargo del padre Julio MacKinon, capellán militar y a las 11:00 del día siguiente se llevó a cabo el sepelio en el cementerio San Jerónimo, al que concurrieron numerosas personalidades civiles y militares, destacando entre ellas el teniente general Leandro Anaya, el comandante de Ingenieros, general Joaquín Acuña y el general Federico Della Croce, comandante del III Cuerpo.
Ni bien se conoció el suceso, el comando emitió un comunicado firmado por el general Della Croce.
Según algunas versiones, los terroristas también le dispararon al recluta sin alcanzarlo por milagro. Una bala hizo añicos la ventana de una vivienda vecina, otra pegó en el parante derecho del Rastrojero y varias más en el cantero de la vereda, frente al domicilio del militar.
Junto con los vecinos salieron a la calle la esposa del coronel Grassi, Cecilia Esther Correa y sus hijas adolescentes de 12 y 19 años, María Silvia y Margarita Esther. Entre todos cargaron al oficial y en el mismo Rastrojero lo condujeron al Hospital Pirovano donde a poco de ingresar se produjo su deceso.
Horas después fue hallado el Renault 12 utilizado por los subversivos. Se encontraba abandonado en la esquina de Brasil y Artigas del Barrio Observatorio con cápsulas servidas, proyectiles sin usar y otros objetos en su interior.
El coronel ingeniero Grassi fue velado en su domicilio particular y a las 19:00 trasladado a la capilla ardiente levantada en el comando del III Cuerpo de Ejército, el mismo lugar donde el año anterior había sido velado el general Héctor Alberto Iribarren, asesinado por Montoneros.
Al caer la tarde se oficio la misa de cuerpo presente a cargo del padre Julio MacKinon, capellán militar y a las 11:00 del día siguiente se llevó a cabo el sepelio en el cementerio San Jerónimo, al que concurrieron numerosas personalidades civiles y militares, destacando entre ellas el teniente general Leandro Anaya, el comandante de Ingenieros, general Joaquín Acuña y el general Federico Della Croce, comandante del III Cuerpo.
Ni bien se conoció el suceso, el comando emitió un comunicado firmado por el general Della Croce.
Ante este nuevo crimen
perpetrado en la persona del coronel Jorge Omar Grassi, de la División
Construcciones, a cargo del plan de acción cívica del Comando del Tercer Cuerpo
de Ejército, la intervención nacional en la provincia manifiesta su total
repudio y también advierte a la población sobre la necesidad de estar
clarificada ante esta lucha cruenta de grupos delincuentes y mercenarios sin
objetivos argentinos, en busca del caos para implantar su sistema, que estamos
decididos y no claudicaremos hasta instaurar el orden y la paz. Sabemos que nos
acompaña con iguales ideales todo el pueblo que aspira a vivir en una Argentina
justa, libre y soberana.
El
día anterior, a las 19:45, la zona céntrica de Rosario se vio conmovida
por un nuevo atentado. A esa hora se registra el mayor movimiento en
esa parte de la ciudad, la gente abandona sus lugares de trabajo y se
dedica a efectuar compras, tomar algo en un bar o concurrir al cine, de
ahí la conmoción que generó el ataque.
En ese momento, el teniente primero Luis Roberto Brzic del Grupo de Acción Cívica del Batallón de Comunicaciones del Comando 121 circulaba por la calle Bartolomé Mitre a bordo de su Peugeot 404 patente S-228.995. El oficial guilaba despreocupado en dirección norte cuando al cruzar Santa Fe, le cerró el paso un Ford Falcon taxi en el que se desplazaban tres hombres y una mujer.
En ese momento, el teniente primero Luis Roberto Brzic del Grupo de Acción Cívica del Batallón de Comunicaciones del Comando 121 circulaba por la calle Bartolomé Mitre a bordo de su Peugeot 404 patente S-228.995. El oficial guilaba despreocupado en dirección norte cuando al cruzar Santa Fe, le cerró el paso un Ford Falcon taxi en el que se desplazaban tres hombres y una mujer.
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| Tte. 1º Brzic ("La Nación") |
Brzic
frenó bruscamente y ante la violencia de la maniobra intentó bajar del
auto para discutir con el conductor pero en ese momento sonaron cuatro
disparos que impactaron directamente en su cabeza. Brzic cayó hacia la
izquierda y quedó inmóvil, con medio cuerpo fuera del rodado.
Según
algunos testimonios, los disparos partieron del Ford Falcon y de la
vereda impar, desde donde una persona de sexo masculino había accionado
un arma corta. Al parecer, uno de sus proyectiles partió la vidriera de
un bar cercano generando la correspondiente conmoción entre la
clientela.
El teniente primero Brzic murió en el acto, era oriundo de la provincia de Misiones y por ser soltero vivía en el casino de oficiales del II Cuerpo de Ejército.
Una hora y media después, se supo que acababa de ser baleado en Córdoba el teniente coronel Roberto Paz López, jefe del Servicio de Intendencia del III Cuerpo.
El oficial fue atacado a las 9:10 p.m., cuando llegaba a su domicilio de Bulevar Sur al 1300, en el Barrio Jardín, muy cerca de donde el día anterior fue acribillado el coronel Grassi.
En este caso, las descargas partieron de un Peugeot 404 que aminoró la marcha cuando pasaba a su lado. Una de las balas le perforó el pecho por el lado izquierdo y salió por detrás provocándole una hemorragia de consideración.
Operando como las bandas mafiosas, los atacantes escaparon a gran velocidad en tanto varios vecinos ganaban la calle para socorrer a la víctima que yacía inconsciente dentro del Ford Falcon de su propiedad. La cargaron entre varios hombres, la subieron a un auto y la condujeron al Hospital Militar donde a poco de llegar fue sometida a una operación quirúrgica. Ni bien se supo la noticia, las máximas autoridades de la fuerza se dirigieron al nosocomio para interiorizarse de su estado.
Paz López ya había sufrido un ataque en 1972 cuando manos anónimas hicieron estallar un artefacto explosivo en el frente de su domicilio.
La ola de ataques llevó al Poder Ejecutivo a acelerar su proyecto de reforma del Código Penal, elevado oportunamente al Congreso, así como insistir en el endurecimiento de las penas. “No descansaremos hasta erradicar la subversión” manifestó María Estela Martínez de Perón en el mensaje que pronunció por cadena nacional la tarde del 26 de septiembre.
Durante el sepelio del teniente primero Brzic el teniente general Anaya, pronunció un enérgico discurso repudiando los atentados.
El teniente primero Brzic murió en el acto, era oriundo de la provincia de Misiones y por ser soltero vivía en el casino de oficiales del II Cuerpo de Ejército.
Una hora y media después, se supo que acababa de ser baleado en Córdoba el teniente coronel Roberto Paz López, jefe del Servicio de Intendencia del III Cuerpo.
El oficial fue atacado a las 9:10 p.m., cuando llegaba a su domicilio de Bulevar Sur al 1300, en el Barrio Jardín, muy cerca de donde el día anterior fue acribillado el coronel Grassi.
En este caso, las descargas partieron de un Peugeot 404 que aminoró la marcha cuando pasaba a su lado. Una de las balas le perforó el pecho por el lado izquierdo y salió por detrás provocándole una hemorragia de consideración.
Operando como las bandas mafiosas, los atacantes escaparon a gran velocidad en tanto varios vecinos ganaban la calle para socorrer a la víctima que yacía inconsciente dentro del Ford Falcon de su propiedad. La cargaron entre varios hombres, la subieron a un auto y la condujeron al Hospital Militar donde a poco de llegar fue sometida a una operación quirúrgica. Ni bien se supo la noticia, las máximas autoridades de la fuerza se dirigieron al nosocomio para interiorizarse de su estado.
Paz López ya había sufrido un ataque en 1972 cuando manos anónimas hicieron estallar un artefacto explosivo en el frente de su domicilio.
La ola de ataques llevó al Poder Ejecutivo a acelerar su proyecto de reforma del Código Penal, elevado oportunamente al Congreso, así como insistir en el endurecimiento de las penas. “No descansaremos hasta erradicar la subversión” manifestó María Estela Martínez de Perón en el mensaje que pronunció por cadena nacional la tarde del 26 de septiembre.
Durante el sepelio del teniente primero Brzic el teniente general Anaya, pronunció un enérgico discurso repudiando los atentados.
Seguiremos afrontando la
lucha hasta exterminar a los enemigos de la patria.
Horas antes había cursado radiomensajes a todas las unidades llamándolas a mantenerse firmes y estar alerta.
Como era previsible, la respuesta de la ultraderecha no se hizo esperar. El 27 por la mañana fueron halladas dos personas muertas en el interior de una casona de la localidad de Martínez ubicada en Corrientes 45, entre Av. Santa Fe y Tres Sargentos. Los cuerpos presentaban más de diez disparos cada uno, todos ellos calibre 9 mm pertenecientes a ametralladoras y si bien estaban vestidos, no llevaban calzado.
Cuando la policía ingresó a la vivienda se encontró uno de los cadáveres sobre un sillón de pana rojo y el otro en el suelo, con medio cuerpo dentro de la cocina. El primero, de aproximadamente 21 años, lucía una remera amarilla y pantalón azul en tanto el segundo, cuya edad rondaba los 30 años, remera azul y vaquero del mismo color.
La planta baja se hallaba completamente revuelta aunque tras una minuciosa inspección se pudo comprobar que al menos en apariencia, no faltaba ningún objeto de valor.
Conducidos los cuerpos a la morgue local se les efectuaron los exámenes de rigor, lográndose su identificación. Se trataba de Carlos Alberto Betemps (el sujeto tirado en el suelo) y Mauricio Borghi, de profesión periodista.
Según el forense, los cuerpos llevaban muertos desde las 7 a.m. de ese mismo día pero de acuerdo con los vecinos, no se escucharon disparos como tampoco gritos.
Las pesquisas pudieron establecer que Betemps era sobrino de los dueños de casa, el escribano Juan Manuel Sánchez fallecido en 1964 y su esposa Laura, muerta el año anterior en circunstancias trágicas, cuando un ladrón intentó arrebatarle su bolso en la estación Martínez y ella cayó a las vías.
Como era previsible, la respuesta de la ultraderecha no se hizo esperar. El 27 por la mañana fueron halladas dos personas muertas en el interior de una casona de la localidad de Martínez ubicada en Corrientes 45, entre Av. Santa Fe y Tres Sargentos. Los cuerpos presentaban más de diez disparos cada uno, todos ellos calibre 9 mm pertenecientes a ametralladoras y si bien estaban vestidos, no llevaban calzado.
Cuando la policía ingresó a la vivienda se encontró uno de los cadáveres sobre un sillón de pana rojo y el otro en el suelo, con medio cuerpo dentro de la cocina. El primero, de aproximadamente 21 años, lucía una remera amarilla y pantalón azul en tanto el segundo, cuya edad rondaba los 30 años, remera azul y vaquero del mismo color.
La planta baja se hallaba completamente revuelta aunque tras una minuciosa inspección se pudo comprobar que al menos en apariencia, no faltaba ningún objeto de valor.
Conducidos los cuerpos a la morgue local se les efectuaron los exámenes de rigor, lográndose su identificación. Se trataba de Carlos Alberto Betemps (el sujeto tirado en el suelo) y Mauricio Borghi, de profesión periodista.
Según el forense, los cuerpos llevaban muertos desde las 7 a.m. de ese mismo día pero de acuerdo con los vecinos, no se escucharon disparos como tampoco gritos.
Las pesquisas pudieron establecer que Betemps era sobrino de los dueños de casa, el escribano Juan Manuel Sánchez fallecido en 1964 y su esposa Laura, muerta el año anterior en circunstancias trágicas, cuando un ladrón intentó arrebatarle su bolso en la estación Martínez y ella cayó a las vías.
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| En esta casona de Martínez la Triple A ejecutó a Carlos Alberto Betemps y el periodista Mauricio Borghi la mañana del 26 de septiembre de 1974 (Imágen: "La Razón") |
El
muchacho era oriundo de Santa Fe y residía en la Capital Federal aunque
solía aparecer por la finca los fines de semana, a veces en transporte
público y otras conduciendo el auto e su hermana Clara, casada y madre
de dos hijos.
En cuanto a Mauricio Borghi, acababa de desligarse de la revista “Week
End”, en cuya redacción había trabajado hasta hacía 20 días, para pasar a
la Editorial Abril con mejores perspectivas.
La policía llegó hasta el domicilio alertada por una el llamado telefónico de una persona que se identificó como Oscar Eduardo Aldrey, quien no quiso brindar más detalles. Pocas horas después, la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) se atribuyó el crimen, lo mismo el del ciudadano polaco José Petrick, de 37 años, domiciliado en Hurlingham.
Petrick acababa de cumplir una condena por defraudación y delitos contra la propiedad privada, razón por la cual poseía un considerable prontuario.
Fue hallado en inmediaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA junto a las vías del Ferrocarril Mitre y a 50 metros del cruce de la calle Eduardo J. Couture con Juan Antonio Bibiloni.
La organización parapolicial depuraba la sociedad ejecutando delincuentes comunes pero no aclaraba los motivos por los cuales había concretado los dos primeros asesinatos.
En tanto mejoraba la salud del coronel Paz López, el gobierno de Mendoza entregó al Ejército el inmenso arsenal incautado al ERP en recientes procedimientos.
El operativo se llevó a cabo la mañana del 27 y estuvo a cargo de un teniente coronel, secundado por varios oficiales y suboficiales.
En medio de un amplio dispositivo de seguridad, un camión militar de la VIII Brigada de Montaña se detuvo frente al galpón que el Departamento 2 de Inteligencia de la Policía Provincial tenía en Av. Mitre 860, pleno centro de la ciudad y procedió a cargar los embalajes con más de 20.000 proyectiles de guerra junto a armas de diferente calibre secuestrados en agosto pasado durante un allanamiento en el barrio Santa Ana de Guaymallén.
El arsenal subversivo era el más grande encontrado desde el estallido de la guerra interna argentina y constaba de balas, granadas, artefactos explosivos, detonantes, mecanismos de tiempo, pistolas, revólveres, escopetas, fusiles, ametralladoras y bazookas con su respectiva munición. Había sido reunido por la guerrilla en diversos hechos de armas en los últimos años y al parecer estaba por ser despachado al monte tucumano, donde la guerrilla venía incrementando su presencia.
El armamento fue entregado al Ejército por disposición del juez federal que entendía en la causa y transportado a los depósitos de la VIII Brigada de Montaña para su posterior empleo.
El 27 de septiembre la Triple A asesinó a Silvio Frondizi, abogado defensor de subversivos y destacado intelectual de izquierda, hermano de Arturo y Risieri Frondizi.
Por tratarse de un activista de amplia trayectoria, familiar directo de un ex presidente de la nación y un rector de la Universidad de Buenos Aires, el hecho debe ser equiparado a los crímenes de Pedro Eugenio Aramburu, José Ignacio Rucci, Hermes Quijada, José Alonso, Augusto Timoteo Vandor, Rodolfo Ortega Peña y el padre Mugica.
En esta nueva ocasión, pasado el mediodía, tres Ford Falcon verdes, sin chapa patente, se detuvieron en inmediaciones del domicilio de Frondizi, ubicado en Cangallo 4474, Parque Centenario.
Se trataba de un edificio de aproximadamente 25 años de antigüedad, tres pisos y frente de mármol, donde además del letrado y su esposa, vivían su hija Isabel Silvia y su yerno, Luis Mendiburu, joven ingeniero, militante de la Juventud Universitaria Peronista, profesor de la Universidad Tecnológica Nacional y secretario de su departamento de Ingeniería.
Dos de los vehículos se cruzaron sobre la calzada, el primero en Cangallo y Río de Janeiro, frente a una farmacia que allí atendía y el segundo en la intersección con Yatay, cien metros detrás. El tercero lo hizo frente a la aludida vivienda, manteniendo el motor encendido y la puerta trasera izquierda abierta.
Eran las 13:50 y dado que en el lugar funcionaban numerosos talleres mecánicos y fábricas, la circulación era escasa, algo que favorecía cualquier acción violenta.
Entre nueve y diez personas se concentraron la puerta y tras identificarse como policías se dirigieron directamente al primer piso, donde vivía el Dr. Frondizi. Una vez allí, oprimieron el timbre y cuando Pura Sánchez Campos abrió, los desconocidos ingresaron violentamente para tomar al dueño de casa de un brazo y llevárselo por la fuerza.
-¡Vení zurdo de m…! – le dijeron.
Ante semejante escena, la atribulada mujer comenzó a gritar e incluso trató de forcejear para liberar a su esposo pero uno de los captores le disparó, hiriéndola en una pierna7.
Con Silvio Frondizi tomado por el cabello los asaltantes descendieron a la planta baja, donde la situación alcanzaría ribetes de tragedia.
Alertado por los gritos de su suegra, el ingeniero Mendiburu descendió la escalera a la carrera y desesperado por evitar el secuestro se lanzó tras el grupo cuando este atravesaba la puerta.
-¡Esperen un momento, ¿qué están haciendo?! – alcanzó a gritar.
Al escuchar tales palabras, el hombre que marchaba en último lugar algo retrasado del resto, dio media vuelta y apuntándole con su arma le efectuó varios disparos, hiriéndolo mortalmente.
Mendiburu cayó al piso bañado en sangre, lo mismo una señora de apellido De la Fuente que habitaba el departamento Nº 4 de la planta baja. Sobresaltada por el griterío, la mujer salió a ver qué sucedía y al abrir la puerta recibió dos balazos, uno a la altura de la pantorrilla y el otro en el muslo, cerca de la cadera.
En el preciso instante en que los sicarios ganaban la calle, la hija de Frondizi se asomó por el balcón esgrimiendo un arma y disparó contra ellos, generándose un breve tironeo que finalizó a los pocos segundos cuando ante la intensidad del fuego recibido se vio obligada a ingresar. El frente de la vivienda quedó acribillado y según versiones no confirmadas, dos vehículos atacantes resultaron dañados, uno con un neumático reventado y el otro con el tanque de nafta perforado.
Los atacantes se llevaron a Frondizi a la rastra, siempre tomado de los pelos mientras la propinaban golpes y proferían los peores insultos, lo introdujeron en el Ford Falcon que aguardaba en la esquina de Río de Janeiro y una vez dentro el conductor arrancó en dirección oeste, tomando Cangallo a gran velocidad. Tres de ellos se metieron en el que se encontraba estacionado en la puerta y el que había disparado contra Mendiburu corrió en dirección a Yatay llevando aun la pistola en la mano
La policía llegó hasta el domicilio alertada por una el llamado telefónico de una persona que se identificó como Oscar Eduardo Aldrey, quien no quiso brindar más detalles. Pocas horas después, la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) se atribuyó el crimen, lo mismo el del ciudadano polaco José Petrick, de 37 años, domiciliado en Hurlingham.
Petrick acababa de cumplir una condena por defraudación y delitos contra la propiedad privada, razón por la cual poseía un considerable prontuario.
Fue hallado en inmediaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA junto a las vías del Ferrocarril Mitre y a 50 metros del cruce de la calle Eduardo J. Couture con Juan Antonio Bibiloni.
La organización parapolicial depuraba la sociedad ejecutando delincuentes comunes pero no aclaraba los motivos por los cuales había concretado los dos primeros asesinatos.
En tanto mejoraba la salud del coronel Paz López, el gobierno de Mendoza entregó al Ejército el inmenso arsenal incautado al ERP en recientes procedimientos.
El operativo se llevó a cabo la mañana del 27 y estuvo a cargo de un teniente coronel, secundado por varios oficiales y suboficiales.
En medio de un amplio dispositivo de seguridad, un camión militar de la VIII Brigada de Montaña se detuvo frente al galpón que el Departamento 2 de Inteligencia de la Policía Provincial tenía en Av. Mitre 860, pleno centro de la ciudad y procedió a cargar los embalajes con más de 20.000 proyectiles de guerra junto a armas de diferente calibre secuestrados en agosto pasado durante un allanamiento en el barrio Santa Ana de Guaymallén.
El arsenal subversivo era el más grande encontrado desde el estallido de la guerra interna argentina y constaba de balas, granadas, artefactos explosivos, detonantes, mecanismos de tiempo, pistolas, revólveres, escopetas, fusiles, ametralladoras y bazookas con su respectiva munición. Había sido reunido por la guerrilla en diversos hechos de armas en los últimos años y al parecer estaba por ser despachado al monte tucumano, donde la guerrilla venía incrementando su presencia.
El armamento fue entregado al Ejército por disposición del juez federal que entendía en la causa y transportado a los depósitos de la VIII Brigada de Montaña para su posterior empleo.
El 27 de septiembre la Triple A asesinó a Silvio Frondizi, abogado defensor de subversivos y destacado intelectual de izquierda, hermano de Arturo y Risieri Frondizi.
Por tratarse de un activista de amplia trayectoria, familiar directo de un ex presidente de la nación y un rector de la Universidad de Buenos Aires, el hecho debe ser equiparado a los crímenes de Pedro Eugenio Aramburu, José Ignacio Rucci, Hermes Quijada, José Alonso, Augusto Timoteo Vandor, Rodolfo Ortega Peña y el padre Mugica.
En esta nueva ocasión, pasado el mediodía, tres Ford Falcon verdes, sin chapa patente, se detuvieron en inmediaciones del domicilio de Frondizi, ubicado en Cangallo 4474, Parque Centenario.
Se trataba de un edificio de aproximadamente 25 años de antigüedad, tres pisos y frente de mármol, donde además del letrado y su esposa, vivían su hija Isabel Silvia y su yerno, Luis Mendiburu, joven ingeniero, militante de la Juventud Universitaria Peronista, profesor de la Universidad Tecnológica Nacional y secretario de su departamento de Ingeniería.
Dos de los vehículos se cruzaron sobre la calzada, el primero en Cangallo y Río de Janeiro, frente a una farmacia que allí atendía y el segundo en la intersección con Yatay, cien metros detrás. El tercero lo hizo frente a la aludida vivienda, manteniendo el motor encendido y la puerta trasera izquierda abierta.
Eran las 13:50 y dado que en el lugar funcionaban numerosos talleres mecánicos y fábricas, la circulación era escasa, algo que favorecía cualquier acción violenta.
Entre nueve y diez personas se concentraron la puerta y tras identificarse como policías se dirigieron directamente al primer piso, donde vivía el Dr. Frondizi. Una vez allí, oprimieron el timbre y cuando Pura Sánchez Campos abrió, los desconocidos ingresaron violentamente para tomar al dueño de casa de un brazo y llevárselo por la fuerza.
-¡Vení zurdo de m…! – le dijeron.
Ante semejante escena, la atribulada mujer comenzó a gritar e incluso trató de forcejear para liberar a su esposo pero uno de los captores le disparó, hiriéndola en una pierna7.
Con Silvio Frondizi tomado por el cabello los asaltantes descendieron a la planta baja, donde la situación alcanzaría ribetes de tragedia.
Alertado por los gritos de su suegra, el ingeniero Mendiburu descendió la escalera a la carrera y desesperado por evitar el secuestro se lanzó tras el grupo cuando este atravesaba la puerta.
-¡Esperen un momento, ¿qué están haciendo?! – alcanzó a gritar.
Al escuchar tales palabras, el hombre que marchaba en último lugar algo retrasado del resto, dio media vuelta y apuntándole con su arma le efectuó varios disparos, hiriéndolo mortalmente.
Mendiburu cayó al piso bañado en sangre, lo mismo una señora de apellido De la Fuente que habitaba el departamento Nº 4 de la planta baja. Sobresaltada por el griterío, la mujer salió a ver qué sucedía y al abrir la puerta recibió dos balazos, uno a la altura de la pantorrilla y el otro en el muslo, cerca de la cadera.
En el preciso instante en que los sicarios ganaban la calle, la hija de Frondizi se asomó por el balcón esgrimiendo un arma y disparó contra ellos, generándose un breve tironeo que finalizó a los pocos segundos cuando ante la intensidad del fuego recibido se vio obligada a ingresar. El frente de la vivienda quedó acribillado y según versiones no confirmadas, dos vehículos atacantes resultaron dañados, uno con un neumático reventado y el otro con el tanque de nafta perforado.
Los atacantes se llevaron a Frondizi a la rastra, siempre tomado de los pelos mientras la propinaban golpes y proferían los peores insultos, lo introdujeron en el Ford Falcon que aguardaba en la esquina de Río de Janeiro y una vez dentro el conductor arrancó en dirección oeste, tomando Cangallo a gran velocidad. Tres de ellos se metieron en el que se encontraba estacionado en la puerta y el que había disparado contra Mendiburu corrió en dirección a Yatay llevando aun la pistola en la mano
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| Silvio Frondizi |
Alertada por el vecindario, la policía se presentó en el lugar seguida a
las 15:00 (3 p.m.) por el mismísimo comisario Villar quien tras
interiorizarse de lo acaecido, impartió una serie de instrucciones y se
retiró.
Una ambulancia recogió el cuerpo del ingeniero Mendiburu y lo condujo al cercano Hospital Italiano, lo mismo a la señora de De la Fuente, en este caso al Hospital Durand, donde quedó internada8.
A Pura Sánchez Campos de Frondizi la trasladaron en un automóvil particular, también al Hospital Italiano donde fue luego de ser atendida por sus lesiones, fue dada de alta. Para entonces, Luis Mendiburu había fallecido.
Intervino en la causa la seccional 11ª de la Capital Federal a cargo del comisario González pero posteriormente la investigación fue derivada a la Superintendencia de Seguridad Federal que como primera medida procedió a interrogar a la esposa del secuestrado y luego a su hija Isabel quien como se ha dicho, llegó a disparar contra los secustradores.
Todo hace presumir que estos huyeron por Cangallo, bordearon por el sur el Parque Centenario y continuaron por Av. Díaz Vélez hasta Ángel Gallardo. Al tomar San Martín doblaron a la izquierda y quince minutos después desembocaron en la Av. General Paz por donde enfilaron hacia Ezeiza. Es probable que se hubiesen desviado por Francisco Beiró para cortar camino pero eso es materia de especulación.
Lo cierto es que, en menos de una hora llegaron a un descampado distante a un kilómetro y medio de la Autopista Gral. Ricchieri y allí se detuvieron para introducir a su presa en unos matorrales.
Frondizi fue golpeado, obligado a ponerse de rodillas y acribillado desde una distancia de cuatro metros, de manera inmisericorde.
El cadáver fue hallado una hora después por un transeúnte ocasional.
Trasladado a la morgue del policlínico de Ezeiza, se pudo establecer que se trataba del intelectual marxista, noticia que le fue confirmada a su familia a través de un vocero policial.
La novedad provocó conmoción en los medios políticos, catedráticos y estudiantiles del país.
Fue el propio Arturo Frondizi quien se trasladó hasta el policlínico para reconocer el cadáver. Según su relato, estaba desfigurado, tenía los brazos deshechos y había recibido más de cincuenta disparos, buena parte de ellos en la cabeza.
Efectuadas las gestiones de rigor, los restos del occiso fueron trasladados una la casa mortuoria sita en Gallo 755, donde se dispuso todo para su velatorio. El cuerpo llegó a las 4 a.m. del 28 de septiembre, dentro de un ataúd cerrado y fue depositado en un salón del primer piso, especialmente adaptado, sin velas ni cruces por expreso pedido de sus deudos. Casi al mismo tiempo se hizo presente su hermano Risieri, recién llegado de los Estados Unidos, quien permaneció en la funeraria hasta las 10:50 cuando procedió a retirarse, acompañado por la viuda de Rodolfo Ortega Peña. Lo hizo cabizbajo, con gesto adusto, sin formular declaraciones.
Arturo Frondizi había llegado una hora antes acompañado por su esposa y su hija Elena, quienes tampoco conversaron con la prensa.
-No se dejará pasar al periodismo ni habrá declaraciones – dijo el ex mandatario antes de ingresar al recinto.
Una vez allí saludó a las personas presentes y se puso a conversar con su hermano hasta que este se retiró. Algo que llamó la atención de quienes estuvieron presentes en el lugar, fueron los dos claveles y la manzana colocadas por la familia sobre el cajón
Mientras eso sucedía en la funeraria de la calle Gallo, los restos mortales de Luis Mendiburu eran velados en el aula magna “Felipe Vallese” de la Universidad Tecnológica Nacional. El frente del edificio se encontraba cubierto por coronas y carteles con consignas en las que se repudiaban ambos crímenes, destacando entre ellos uno de Montoneros y otro del ERP.
Al caer la noche, el ataúd de Frondizi fue conducido hasta la alta casa de estudios y depositado junto al de su yerno pues tanto los familiares como la dirigencia llegaron a la conclusión de que lo mejor y lo más adecuado era velarlos juntos.
Una multitud desfiló frente a los féretros, destacando personalidades del quehacer político y cultural, especialmente figuras emblemáticas de la izquierda nacional.
Una ambulancia recogió el cuerpo del ingeniero Mendiburu y lo condujo al cercano Hospital Italiano, lo mismo a la señora de De la Fuente, en este caso al Hospital Durand, donde quedó internada8.
A Pura Sánchez Campos de Frondizi la trasladaron en un automóvil particular, también al Hospital Italiano donde fue luego de ser atendida por sus lesiones, fue dada de alta. Para entonces, Luis Mendiburu había fallecido.
Intervino en la causa la seccional 11ª de la Capital Federal a cargo del comisario González pero posteriormente la investigación fue derivada a la Superintendencia de Seguridad Federal que como primera medida procedió a interrogar a la esposa del secuestrado y luego a su hija Isabel quien como se ha dicho, llegó a disparar contra los secustradores.
Todo hace presumir que estos huyeron por Cangallo, bordearon por el sur el Parque Centenario y continuaron por Av. Díaz Vélez hasta Ángel Gallardo. Al tomar San Martín doblaron a la izquierda y quince minutos después desembocaron en la Av. General Paz por donde enfilaron hacia Ezeiza. Es probable que se hubiesen desviado por Francisco Beiró para cortar camino pero eso es materia de especulación.
Lo cierto es que, en menos de una hora llegaron a un descampado distante a un kilómetro y medio de la Autopista Gral. Ricchieri y allí se detuvieron para introducir a su presa en unos matorrales.
Frondizi fue golpeado, obligado a ponerse de rodillas y acribillado desde una distancia de cuatro metros, de manera inmisericorde.
El cadáver fue hallado una hora después por un transeúnte ocasional.
Trasladado a la morgue del policlínico de Ezeiza, se pudo establecer que se trataba del intelectual marxista, noticia que le fue confirmada a su familia a través de un vocero policial.
La novedad provocó conmoción en los medios políticos, catedráticos y estudiantiles del país.
Fue el propio Arturo Frondizi quien se trasladó hasta el policlínico para reconocer el cadáver. Según su relato, estaba desfigurado, tenía los brazos deshechos y había recibido más de cincuenta disparos, buena parte de ellos en la cabeza.
Efectuadas las gestiones de rigor, los restos del occiso fueron trasladados una la casa mortuoria sita en Gallo 755, donde se dispuso todo para su velatorio. El cuerpo llegó a las 4 a.m. del 28 de septiembre, dentro de un ataúd cerrado y fue depositado en un salón del primer piso, especialmente adaptado, sin velas ni cruces por expreso pedido de sus deudos. Casi al mismo tiempo se hizo presente su hermano Risieri, recién llegado de los Estados Unidos, quien permaneció en la funeraria hasta las 10:50 cuando procedió a retirarse, acompañado por la viuda de Rodolfo Ortega Peña. Lo hizo cabizbajo, con gesto adusto, sin formular declaraciones.
Arturo Frondizi había llegado una hora antes acompañado por su esposa y su hija Elena, quienes tampoco conversaron con la prensa.
-No se dejará pasar al periodismo ni habrá declaraciones – dijo el ex mandatario antes de ingresar al recinto.
Una vez allí saludó a las personas presentes y se puso a conversar con su hermano hasta que este se retiró. Algo que llamó la atención de quienes estuvieron presentes en el lugar, fueron los dos claveles y la manzana colocadas por la familia sobre el cajón
Mientras eso sucedía en la funeraria de la calle Gallo, los restos mortales de Luis Mendiburu eran velados en el aula magna “Felipe Vallese” de la Universidad Tecnológica Nacional. El frente del edificio se encontraba cubierto por coronas y carteles con consignas en las que se repudiaban ambos crímenes, destacando entre ellos uno de Montoneros y otro del ERP.
Al caer la noche, el ataúd de Frondizi fue conducido hasta la alta casa de estudios y depositado junto al de su yerno pues tanto los familiares como la dirigencia llegaron a la conclusión de que lo mejor y lo más adecuado era velarlos juntos.
Una multitud desfiló frente a los féretros, destacando personalidades del quehacer político y cultural, especialmente figuras emblemáticas de la izquierda nacional.
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| Impactos de bala en el frente del departamento de Frondizi luego del intercambio de disparos entre sus captores y su hija (Imagen: "La Razón") |
El 29 por la mañana, los despojos fueron inhumados en el cementerio de la Chacarita.
Antes
de ser retirados, hicieron uso de la palabra numerosos oradores,
quienes fueron vivados y aplaudidos por el millar de personas
congregadas, lo mismo el Dr. Risieri Frondizi cuando llegó acompañado
por los legisladores del MID9.
El primero en hablar fue el Dr. José Díaz Colodrero. Lo hizo en nombre de la Asociación Gremial de Abogados, manifestando entre otros conceptos que tanto Frondizi como Mendiburu cayeron en cumplimiento de su deber revolucionario, es decir, por la causa del pueblo.
Una profesora por la Gremial Docente volvió a la carga con Perón, definiendo a los caídos como soldados de su causa. Le siguió un familiar y a éste la lectura de mensajes de repudio y una proclama suscrita por los montoneros quienes con gran cinismo denunciaban una persecución destinada a acabar con quienes llevaban a cabo la lucha por la reivindicación popular.
Los ataúdes fueron conducidos hasta los respectivos coches fúnebres y de allí a la necrópolis del Oeste (Chacarita).
El cortejo avanzó por Medrano, Lavalle y Córdoba precedido por motocicletas y vehículos policiales. Detrás de los coches, grupos de jóvenes ostentaban cartelones del ERP, Montoneros, FAR, FAL, FAP, JP, JUP, PC, PCR, Frente Antiimperialista, partidos socialistas, Franja Morada e imágenes del Che Guevara en tanto lanzaban gritos contra el gobierno y entonaban la marcha peronista. Era la melange política en su máxima expresión, Perón por un lado, el Che por el otro, gritos contra la derecha entremezclados con la marcha; una incongruencia total.
Así se llegó a la Av. Scalabrini Ortiz donde la policía formó un cordón y le ordenó a la muchedumbre dispersarse.
Como la directriz no fue acatada, se produjeron los primeros disturbios que se agravaron cuando la Guardia de Infantería cargó sobre la columna y la gente respondió lanzando todo tipo de objeto. La situación se prolongó varios minutos y finalizó abruptamente cuando volaron las primeras granadas de gases lacrimógenos con su secuela de corridas, caídas, golpes y contusiones.
Dado el cariz que tomaban los acontecimientos, los vehículos fúnebres aceleraron la marcha y siempre escoltados por la custodia policial, se alejaron de los coches que transportaban a los deudos.
En la necrópolis, aguardaba el arribo otro gentío de aproximadamente 500 personas pero las fuerzas del orden le impidieron acercarse produciéndose allí nuevos forcejeos. Los autos entraron por una puerta lateral y escoltados por patrulleros, motocicletas y carros de asalto se dirigieron directamente al depósito Nº 5 donde los mismos efectivos se encargaron de conducirlos a pulso hasta los lugares asignados
Un oficial de la Policía Federal intimó a la concurrencia a retirarse. Lo hizo a través de un megáfono y usando el altavoz de uno de los patrulleros en tanto la Brigada Antiguerrillera recorría las calles internas y personal fuertemente armado tomaba posiciones en puntos estratégicos.
Mucha indignación causo entre familiares y militantes el hecho de no haber podido acompañar los restos hasta el sitio de su postrer reposo.
Risieri Frondizi improvisó una rueda de prensa en un espacio próximo a la administración. Lo hizo en compañía de su sobrina Elena (hija de Arturo) diciendo en primer lugar que su hijo Carlos Alberto, quien según sus palabras no militaba en ninguna organización, había sido agredido por la policía en la esquina de Córdoba y Scalabrini Ortiz, al producirse la carga para alejar a los manifestantes. Sus palabras fueron interrumpidas por varios agentes quienes le informaron que la reunión no estaba autorizada y por consiguiente, todas las personas debían retirarse. Como era de esperar, se alzaron voces de protesta, se gritó contra las fuerzas del orden y el gobierno pero finalmente la gente se dispersó sin que se produjeran incidentes.
En horas de la tarde, la policía informó que durante la marcha fueron detenidas setenta y cinco personas y que las mismas se hallaban alojadas en las comisarías 21ª, 25ª, 27ª y 29ª, a disposición de la justicia.
El primero en hablar fue el Dr. José Díaz Colodrero. Lo hizo en nombre de la Asociación Gremial de Abogados, manifestando entre otros conceptos que tanto Frondizi como Mendiburu cayeron en cumplimiento de su deber revolucionario, es decir, por la causa del pueblo.
Una profesora por la Gremial Docente volvió a la carga con Perón, definiendo a los caídos como soldados de su causa. Le siguió un familiar y a éste la lectura de mensajes de repudio y una proclama suscrita por los montoneros quienes con gran cinismo denunciaban una persecución destinada a acabar con quienes llevaban a cabo la lucha por la reivindicación popular.
Los ataúdes fueron conducidos hasta los respectivos coches fúnebres y de allí a la necrópolis del Oeste (Chacarita).
El cortejo avanzó por Medrano, Lavalle y Córdoba precedido por motocicletas y vehículos policiales. Detrás de los coches, grupos de jóvenes ostentaban cartelones del ERP, Montoneros, FAR, FAL, FAP, JP, JUP, PC, PCR, Frente Antiimperialista, partidos socialistas, Franja Morada e imágenes del Che Guevara en tanto lanzaban gritos contra el gobierno y entonaban la marcha peronista. Era la melange política en su máxima expresión, Perón por un lado, el Che por el otro, gritos contra la derecha entremezclados con la marcha; una incongruencia total.
Así se llegó a la Av. Scalabrini Ortiz donde la policía formó un cordón y le ordenó a la muchedumbre dispersarse.
Como la directriz no fue acatada, se produjeron los primeros disturbios que se agravaron cuando la Guardia de Infantería cargó sobre la columna y la gente respondió lanzando todo tipo de objeto. La situación se prolongó varios minutos y finalizó abruptamente cuando volaron las primeras granadas de gases lacrimógenos con su secuela de corridas, caídas, golpes y contusiones.
Dado el cariz que tomaban los acontecimientos, los vehículos fúnebres aceleraron la marcha y siempre escoltados por la custodia policial, se alejaron de los coches que transportaban a los deudos.
En la necrópolis, aguardaba el arribo otro gentío de aproximadamente 500 personas pero las fuerzas del orden le impidieron acercarse produciéndose allí nuevos forcejeos. Los autos entraron por una puerta lateral y escoltados por patrulleros, motocicletas y carros de asalto se dirigieron directamente al depósito Nº 5 donde los mismos efectivos se encargaron de conducirlos a pulso hasta los lugares asignados
Un oficial de la Policía Federal intimó a la concurrencia a retirarse. Lo hizo a través de un megáfono y usando el altavoz de uno de los patrulleros en tanto la Brigada Antiguerrillera recorría las calles internas y personal fuertemente armado tomaba posiciones en puntos estratégicos.
Mucha indignación causo entre familiares y militantes el hecho de no haber podido acompañar los restos hasta el sitio de su postrer reposo.
Risieri Frondizi improvisó una rueda de prensa en un espacio próximo a la administración. Lo hizo en compañía de su sobrina Elena (hija de Arturo) diciendo en primer lugar que su hijo Carlos Alberto, quien según sus palabras no militaba en ninguna organización, había sido agredido por la policía en la esquina de Córdoba y Scalabrini Ortiz, al producirse la carga para alejar a los manifestantes. Sus palabras fueron interrumpidas por varios agentes quienes le informaron que la reunión no estaba autorizada y por consiguiente, todas las personas debían retirarse. Como era de esperar, se alzaron voces de protesta, se gritó contra las fuerzas del orden y el gobierno pero finalmente la gente se dispersó sin que se produjeran incidentes.
En horas de la tarde, la policía informó que durante la marcha fueron detenidas setenta y cinco personas y que las mismas se hallaban alojadas en las comisarías 21ª, 25ª, 27ª y 29ª, a disposición de la justicia.
El cortejo con los restos de Silvio Frondizi y Luis Mendiburu
se dirige al Cementerio de la Chacarita (Imagen: "La Razón") |
Lejos de amainar, la ola de violencia y asesinatos iba en aumento.
Mientras las autoridades difundían los identikits de los asesinos del
Dr. Alejandro Bartosch, la Cámara de Diputados aprobó la nueva
legislación contra la subversión. Lo hizo en un debate caliente donde
las agresiones verbales y las amenazas estuvieron a la orden del día y
solo con el voto de los diputados del FREJULI.
Lastiri abrió las sesiones a las 17:50, contando con la presencia del ministro de Justicia Antonio J. Benítez, el de Defensa, Adolfo M. Savino, el subsecretario de Interior, Alberro Rocamora y el de Justicia, Dr. Pérez.
El 30 de septiembre fueron asesinados en pleno Buenos Aires el general chileno Carlos Hugo Prats y su esposa Sofía Cuthbert, tal como lo hemos relatado en el capítulo referente al Plan Cóndor.
El programa pergeñado Perón con el visto bueno de la CIA, se ponía en marcha y cobraba sus primeras víctimas.
Lastiri abrió las sesiones a las 17:50, contando con la presencia del ministro de Justicia Antonio J. Benítez, el de Defensa, Adolfo M. Savino, el subsecretario de Interior, Alberro Rocamora y el de Justicia, Dr. Pérez.
El 30 de septiembre fueron asesinados en pleno Buenos Aires el general chileno Carlos Hugo Prats y su esposa Sofía Cuthbert, tal como lo hemos relatado en el capítulo referente al Plan Cóndor.
El programa pergeñado Perón con el visto bueno de la CIA, se ponía en marcha y cobraba sus primeras víctimas.
Septiembre
finalizó con dos ataques fallidos a personal militar, el primero contra
el teniente coronel Rodolfo P. Fernández y el segundo, casi a la misma
hora, contra su igual en el rango Mario Ricardo Poggi, los dos cuando
abandonaban sus domicilios temprano por la mañana.
En el primero, la agresión tuvo lugar a las 08:30 cuando el joven oficial Eduardo Horacio Torres Goldaráz se hizo presente en el domicilio de su superior (Villa Insuperable), para conducirlo a la Compañía de Municiones 601 de la que era jefe. Lo hicieron a bordo de un Chevrolet 400 blanco, patente B-443.203, conducido por el conscripto Miguel Ángel Álvarez.
Cuando el auto se detuvo, el teniente primero Torres se apeó para dirigirse a la puerta y tocar el timbre en tanto el soldado aguardaba en la vereda con la puerta trasera abierta.
Fernández apareció enseguida, saludó a Torres, luego hizo lo propio con el recluta y cuando ya estaban dentro, aparecieron de repente dos camionetas cerrándoles el paso, una Ford F-100 celeste, patente C-531.082 y una Chevrolet verde claro, chapa B-847.270 a bordo de las cuales se desplazaba media docena de personas.
Al ver la maniobra, el teniente primero Torres, a cargo del volante en esos momentos, aceleró y eludió a sus oponentes iniciando una desesperada fuga que se inició en la esquina de Alcorta y Tapalqué y finalizó ocho cuadras después, cuando el vehículo que transportaba a los militares se estrelló contra una columna de iluminación en Provincias Unidas y Roque Sáenz Peña.
Viendo que la presa se les escapaba, los guerrilleros abrieron fuego, recibiendo como respuesta numerosos disparos tanto del teniente coronel Fernández como del conscripto Álvarez, quienes asomando parte del cuerpo por las ventanas, intentaron repeler el ataque.
Cuando el Chevrolet 400 llegaba al cruce a Provincias Unidas, la F-100 lo embistió por detrás, haciéndole perder el control. El sedán se incrustó contra el poste que se elevaba en la esquina y allí quedó deshecho, con sus ocupantes atrapados en el interior.
Al pasar a su lado, los agresores lo hicieron accionando sus armas pero ante la resistencia opuesta por los militares, aceleraron y se fueron.
En su afán por asesinar a Fernández mostraron una total falta de escrúpulos pues sus proyectiles acribillaron las vidrieras y paredes de un bar que funcionaba en la intersección de las mencionadas arterias. Viéndose en la línea de fuego, clientes y dependientes se arrojaron presurosamente el suelo salvando providencialmente sus vidas.
Tanto Fernández como sus subordinados yacían apresados entre los hierros retorcidos. Mucha gente se les acercó para tratar de sacarlos pero los esfuerzos fueron inútiles pues resultaba imposible abrir las puertas. Recién cuando llegó personal de la seccional 3ª de La Matanza lograron ser liberados, trasladados a una camioneta y conducidos al Hospital Salaberry para ser atendidos.
En el primero, la agresión tuvo lugar a las 08:30 cuando el joven oficial Eduardo Horacio Torres Goldaráz se hizo presente en el domicilio de su superior (Villa Insuperable), para conducirlo a la Compañía de Municiones 601 de la que era jefe. Lo hicieron a bordo de un Chevrolet 400 blanco, patente B-443.203, conducido por el conscripto Miguel Ángel Álvarez.
Cuando el auto se detuvo, el teniente primero Torres se apeó para dirigirse a la puerta y tocar el timbre en tanto el soldado aguardaba en la vereda con la puerta trasera abierta.
Fernández apareció enseguida, saludó a Torres, luego hizo lo propio con el recluta y cuando ya estaban dentro, aparecieron de repente dos camionetas cerrándoles el paso, una Ford F-100 celeste, patente C-531.082 y una Chevrolet verde claro, chapa B-847.270 a bordo de las cuales se desplazaba media docena de personas.
Al ver la maniobra, el teniente primero Torres, a cargo del volante en esos momentos, aceleró y eludió a sus oponentes iniciando una desesperada fuga que se inició en la esquina de Alcorta y Tapalqué y finalizó ocho cuadras después, cuando el vehículo que transportaba a los militares se estrelló contra una columna de iluminación en Provincias Unidas y Roque Sáenz Peña.
Viendo que la presa se les escapaba, los guerrilleros abrieron fuego, recibiendo como respuesta numerosos disparos tanto del teniente coronel Fernández como del conscripto Álvarez, quienes asomando parte del cuerpo por las ventanas, intentaron repeler el ataque.
Cuando el Chevrolet 400 llegaba al cruce a Provincias Unidas, la F-100 lo embistió por detrás, haciéndole perder el control. El sedán se incrustó contra el poste que se elevaba en la esquina y allí quedó deshecho, con sus ocupantes atrapados en el interior.
Al pasar a su lado, los agresores lo hicieron accionando sus armas pero ante la resistencia opuesta por los militares, aceleraron y se fueron.
En su afán por asesinar a Fernández mostraron una total falta de escrúpulos pues sus proyectiles acribillaron las vidrieras y paredes de un bar que funcionaba en la intersección de las mencionadas arterias. Viéndose en la línea de fuego, clientes y dependientes se arrojaron presurosamente el suelo salvando providencialmente sus vidas.
Tanto Fernández como sus subordinados yacían apresados entre los hierros retorcidos. Mucha gente se les acercó para tratar de sacarlos pero los esfuerzos fueron inútiles pues resultaba imposible abrir las puertas. Recién cuando llegó personal de la seccional 3ª de La Matanza lograron ser liberados, trasladados a una camioneta y conducidos al Hospital Salaberry para ser atendidos.
Informado
el Comando Radioeléctrico, se montó un operativo cerrojo destinado a
cortar las vías de escape pero los insurgentes lograron escapar. En la
esquina de Brown y Huergo abandonaron la Chevrolet y una vez en la F-100
se perdieron en el tráfico, tomando rumbo desconocido10.
Según
informó la policía, los autores del hecho conocían perfectamente los
movimientos del oficial aunque no se podía determinar si su móvil era el
secuestro o directamente el asesinato
Al llegar al Hospital Salaberry, el teniente coronel Fernández fue ingresado en uno de los quirófanos para ser sometido a una intervención. Lo hizo de buen humor, animado e interesado por la suerte de sus subalternos.
-Por favor, atiéndanlos de inmediato –les dijo a los médicos- en especial al soldado Álvarez.
Presentaba fracturas expuestas de la tibia y el peroné, heridas de bala en el cuello y el tórax, escoriaciones en diferentes partes del cuerpo y contusiones menores. El conscripto tenía una seria lesión en el brazo derecho y fuertes golpes en el torso en tanto Torres Goldaráz una herida cortante en la ceja y lastimaduras en el cuello.
Tras recibir las primeras curaciones, los dos últimos fueron derivados al Hospital Militar. Lo hicieron en una ambulancia en tanto el teniente coronel Fernández era intervenido quirúrgicamente. La operación duró 70 minutos y una vez finalizada, fue trasladado al mismo nosocomio donde quedó internado en observación. Lo hizo fuertemente escoltado, acompañado por una enfermera y un familiar, sin conocimiento, con suero y la pierna derecha enyesada11.
En el preciso momento en que tenía lugar el combate entre los subversivos y los hombres del teniente coronel Rodolfo Fernández, era atacado al salir de su domicilio, frente a la Av. Gral. Paz, el teniente coronel Ricardo Poggi, oficial del Comando General del Ejército, quien alcanzó a arrojarse al suelo y repeler la agresión.
Al llegar al Hospital Salaberry, el teniente coronel Fernández fue ingresado en uno de los quirófanos para ser sometido a una intervención. Lo hizo de buen humor, animado e interesado por la suerte de sus subalternos.
-Por favor, atiéndanlos de inmediato –les dijo a los médicos- en especial al soldado Álvarez.
Presentaba fracturas expuestas de la tibia y el peroné, heridas de bala en el cuello y el tórax, escoriaciones en diferentes partes del cuerpo y contusiones menores. El conscripto tenía una seria lesión en el brazo derecho y fuertes golpes en el torso en tanto Torres Goldaráz una herida cortante en la ceja y lastimaduras en el cuello.
Tras recibir las primeras curaciones, los dos últimos fueron derivados al Hospital Militar. Lo hicieron en una ambulancia en tanto el teniente coronel Fernández era intervenido quirúrgicamente. La operación duró 70 minutos y una vez finalizada, fue trasladado al mismo nosocomio donde quedó internado en observación. Lo hizo fuertemente escoltado, acompañado por una enfermera y un familiar, sin conocimiento, con suero y la pierna derecha enyesada11.
En el preciso momento en que tenía lugar el combate entre los subversivos y los hombres del teniente coronel Rodolfo Fernández, era atacado al salir de su domicilio, frente a la Av. Gral. Paz, el teniente coronel Ricardo Poggi, oficial del Comando General del Ejército, quien alcanzó a arrojarse al suelo y repeler la agresión.
Imágenes
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| Coronel ingeniero Jorge Oscar Grassi (Imagen: "La Nación") |
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| Un proyectil destinado al coronel Grassi impactó en la ventana de una vivienda vecina (Imagen: "La Nación") |
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| Sepelio del teniente primero Brzic en el Cementerio de la Chacarita (Imagen: "La Razón") |
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| El cuerpo de Carlos Alberto Betemps es retirado de la finca de Corrientes 45, Martínez, por personal policial (Imagen: "La Razón") |
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| Una comisión policial llega al edificio de Cangallo 4474 (Imagen: "La Nación") |
| Los hermanos Frondizi llegan al velatorio. A la izquierda, Arturo con su señora y allegados. A la derecha, Risieri lo hace solo (Imagen: "La Razón") |
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| Estado en el que quedó el automóvil del general Prats luego del atentado (Imagen: "La Razón") |
| El domicilio de Silvio Frondizi en la actualidad |
Notas
1 “Estrella
Roja” Nº 40, 23 de septiembre de 1974, p. 20.
2 Ídem, p.
9.
3 Ídem, p.
15.
4 García
militaba en la Juventud Trabajadora Peronista y en el Frente Antiimperialista.
5
Terrorista vasco apodado “Tanke”.
6 El DISCAD
tenía a su cargo tareas administrativas como la convocatoria de clases al
servicio militar, despacho de notificaciones, elaboración de registros,
padrones, inventarios, estadísticas y especialmente el procesamiento de la
información.
7 Según versiones
periodísticas, antes de impactar, la bala rebotó contra el piso o una pared.
8 Tras ser
sometida a una intervención quedó fuera de peligro, lo mismo Pura Sánchez
Campos de Frondizi.
9 Antes de ingresar
al recinto, las personas eran palpadas de armas.
10 En su
interior, la policía halló dos cargadores completos, el primero calibre 9 mm
para pistola Browning y otro de una escopeta Itaka.
11 Los tres
evolucionaron favorablemente.

















