sábado, 3 de agosto de 2019

EL PLAN CÓNDOR

Cumbre de Morón, 16 de mayo de 1974. Perón y Pinochet pasan revista a las tropas 

Como se recordará, el 13 de noviembre de 1973 Perón recibió en visita oficial al general Hugo Banzer Suárez, quien se había adueñado del poder en Bolivia tras un golpe militar el 21 de agosto de 1971. El jefe de Estado boliviano permaneció dos días en nuestro país, visitó la Suprema Corte de Justicia, se entrevistó con el mandatario argentino en la Casa de Gobierno y recorrió unidades castrenses.
Cinco días después, Perón cruzó el Río de la Plata para reunirse con José María Bordaberry y en marzo de 1974 recibió al Nicolás Ceucescu, el más “derechista” de los tiranos comunistas.
La gran pregunta que los sectores de izquierda se hacían era ¿qué movía al líder del movimiento a agasajar y visitar a los peores dictadores golpistas? A fines de aquel año, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires dispuso la quema de 300.000 libros “inconvenientes por su contenido marxista, subversivo y obsceno”.
Los militantes de la Tendencia que aun intentan engañar a la opinión pública con ese imaginario Perón revolucionario, se devanan los sesos para buscarle una explicación a esos hechos y sobre todo a la cumbre con Pinochet que tuvo lugar el 16 de mayo de 1974 en la Base Aérea Militar de Morón. 


Alguna vez alguien dijo que al enterarse del derrocamiento de Salvador Allende Perón lloró porque el cambio dramático de la escena política del Cono Sur hacia derrumbar todos sus planes de negociación con el imperialismo1.
“Miente, miente, que algo quedará”, decía Voltaire para justificar su política y en este caso la frase se adecúa perfectamente a la realidad. Aquello del llanto se le atribuye a Jorge Alberto Taiana pero la pudo haber pronunciado cualquier exponente de la izquierda peronista y de hecho, alguno que otro la sigue utilizando todavía.
Lo cierto es que Perón no derramó una sola lágrima por Allende sino que, por el contrario, celebró con sus íntimos la caída. Y la mejor prueba es la cumbre que mantuvo con el militar golpista el 16 de mayo, cuando aquel se detuvo expresamente en Buenos Aires a su regreso de Asunción.
El 15, los medios de prensa pusieron de relieve “las buenas relaciones entre los dos países” y ratificaron que la Cancillería se apresuró a confirmar el encuentro.
“El Mercurio” de Chile, informó ese mismo día que el mandatario trasandino haría una escala de cuatro horas en la capital argentina y que el ministro de Relaciones Exteriores Ismael Huerta, que acompañaba a Pinochet, permanecería algunos días para suscribir convenios de transporte marítimo y terrestre con Buenos Aires.
Como era de esperar, el paso del militar chileno generó las más airadas protestas y todo tipo de polémica. La noche del 14 de mayo la Sala de Representantes aprobó un proyecto auspiciado por la mayoría del bloque justicialista declarando al visitante “persona no grata”; solo las representantes femeninas Nélida de Miguel, Elsa Castro y Haydée Pardo se abstuvieron, así como la bancada radical. Por su parte, legisladores de esa última tendencia y del Partido Intransigente, estamparon su firma en un proyecto en el que exhortaban al Poder Ejecutivo a solicitar clemencia al gobierno de Chile para los condenados a muerte de ese país. El petitorio finalizaba con una advertencia al afirmar no hacerlo sería un agravio más al pueblo del país vecino y a América Latina entera. Incluso se formó un comité para velar por los derechos humanos, integrado por los diputados Hipólito Solari Yrigoyen, Vicente Miguel Musacchio, Rafael Francisco Marino, Jorge Omar Viale, Rodolfo Ortega Peña, Adolfo Gass, Leonardo Bettanín, Héctor Portero, Tomás P. Arana, Jesús Mira, Osvaldo Álvarez Guerrero, Mario Abel Amaya, Horacio Jorge Sueldo, Héctor Raúl Sandler, Manuel Isauro Molina, Armando Molina Zavalía, Juan Carlos Cárdenas, Eduardfo Elías Traboulsi y María Cristina Guzmán, así como los catedráticos Mario Kestelboim y Juan Carlos Puig, el ex canciller Ricardo Rojo y otros. Distintos sectores del quehacer político también se pronunciaron, entre ellos las agrupaciones juveniles y las entidades culturales.
Perón ignoró todo eso y como si nada sucediese, ordenó ultimar los detalles para concretar el encuentro. Y por si eso fuera poco, recibió en Gaspar Campos al as de la Luftwaffe y nacionalsocialista confeso, Hans Ulrich Rudel, uno de los pilotos alemanes que había traído al país para organizar la Fuerza Aérea en los años cincuenta.
Rudel llegó acompañado por su hija y su nieto y luego de tres horas de ameno encuentro, posaron con para los fotógrafos junto a los dueños de casa.
Ese mismo día, el presidente recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Austria y confirmó sus inminentes visitas Paraguay e Italia.
Pinochet aterrizó en Morón a las 11:45 del 16 de mayo. En el edificio principal lo aguardaban Perón con su uniforme de general, María Estela Martínez y una importante comitiva, entre la que se encontraban José López Rega, el brigadier Orlando Capellini, comandante de la base aérea; el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Alberto Juan Vignes; el comandante accidental de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier mayor José María Klix; el jefe de la Casa Militar, coronel Carlos Alberto Corral y el embajador chileno en la argentina, René Rojas Galdano.
Reunión a puertas cerradas en Morón. Perón fue el único presidente constitucional
en recibir al dictador chileno. Mientras ellos conversaban, en el Estadio Nacional
de Santiago eran torturadas y asesinadas decenas de personas

La máquina de las Líneas Aéreas Nacionales de Chile se posó suavemente en la pista y cubrió lentamente la distancia desde su cabecera hasta el edificio central. Una guardia integrada por efectivos de la FAA, la Escuela de Mecánica de la Armada y el Batallón Logístico Nº 10, aguardaba formada en la plataforma para rendir los respectivos honores. 
Una vez que la aeronave hubo detenido sus motores, el embajador Rojas Galdano y el jefe de ceremonial del Estado, brigadier Juan José Güiraldes se adelantaron y ascendieron la escalerilla para invitar al presidente chileno. Perón, lucía radiante en su uniforme militar. Aguardaba sonriente al pie de la escalinata secundado por la comitiva oficial.
Ni bien el recién llegado pisó suelo argentino, se estrecharon fraternalmente las manos y procedieron a pasar revista a las tropas en tanto la banda ejecutaba sones marciales. 
Como acertadamente afirman Sergio Bufano y Laura Teixidó, Perón se convertía en el único mandatario constitucional de América en recibir al chileno mientras en el Estadio Nacional de Santiago se torturaba y asesinaba a miles de ciudadanos2.
Pinochet llegó acompañado por su esposa Lucía Hiriart, su hija Jacqueline Pinochet, el ministros e Obras Públicas y Transportes, general Sergio Figueroa Gutiérrez; el de Relaciones Exteriores, Ismael Huerta; el vicepresidente de la Comisión de Fomento y Producción, general inspector de carabineros Eduardo Gordon Cañas; el director de Ceremonial y Protocolo, Emilio María Silva Concha; el secretario ejecutivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Jaime Rojas Brague; el secretario adjunto de Protocolo, José María Gallardo; el de Prensa, Federico Willoughby; el general Javier Palacios, quien tuvo a su cargo el asalto a la Casa de la Moneda y los edecanes de las cuatro fuerzas armadas (Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Carabineros).
Finalizada la revista, Perón invitó a Pinochet a dirigirse al casino de oficiales, distante a 800 metros y tras una breve recepción en la biblioteca, pasaron todos a una sala contigua donde se sirvió el cóctel de bienvenida. Una vez allí, la señora de Pinochet le obsequió una cartera y una alhaja a su par argentina en tanto la dueña de casa hizo lo propio con una pulsera de oro, que fue muy bien recibida.
Mientras tenía lugar el obsequio, los mandatarios conversaron entre sí y luego se retiraron a otra dependencia para dialogar a solas. Permanecieron en el lugar hasta las 13:30 cuando mandaron llamar a sus respectivos ministros de Relaciones Exteriores para que se incorporasen al diálogo.
Las conversaciones fueron a puertas cerradas y una vez finalizadas, sus protagonistas hicieron las típicas declaraciones de ocasión.

-No importa quién esté al frente de los gobiernos, ya que nuestra amistad con chile es inmutable–les dijo Perón a los reporteros-, Siempre fueron excelentes y tenemos la obligación de asegurarlas y afirmarlas.

Cuando se le preguntó por la reunión, manifestó que se habían abordado problemas comunes y que la visita de Pinochet se debía a “una escala técnica”.

-La máquina que lo transportaba a su país debía hacer una escala técnica aquí, y entonces nada más lógico que lo recibiera el presidente de la República.

¿Semejante movilización por una escala técnica que apenas duró dos horas? ¿Trasladar toda una comitiva para recibir con uniforme militar al más infame tirano de América, según amplios sectores de la ciudadanía? Y si de un alto por cuestiones mecánicas se trataba, ¿por qué la esposa de Pinochet venía con regalos para la vicepresidenta argentina?
Antes de abordar el avión, el mandatario chileno también habló con la prensa desmintiendo, sin proponérselo, a su par argentino:

-La entrevista fue consecuencia de la gentil invitación del general Perón.

Cuando se le pidió que ampliase conceptos con respecto al encuentro, respondió que no podía hacerlo porque antes debía informar a sus pares de la junta en Santiago.
Mientras ambos presidentes dialogaban en una dependencia contigua, el secretario de Prensa chileno, Federico Willoughby ofreció una mini conferencia de prensa en la cual confirmó que la entrevista se había realizado a pedido de Perón, la cual arrojaría resultados prometedores. Aclaró que el canciller Huertas permanecería 24 horas más en el país a los efectos de mantener reuniones con su par argentino y que entre ambos buscarían llegar a un acuerdo sobre algunos “problemas pendientes”. Sobre el final manifestó que Chile pensaba reanudar las relaciones diplomáticas con Bolivia “…porque Banzer era un patriota” y que el planteo de una salida al mar era una necesidad de ambas naciones.
Al ser indagado sobre la situación en su país su contestación fue concluyente:

-Estamos tratando de normalizar Chile, que fue saqueado. No deseo a ningún pueblo lo que nos pasó a nosotros. En ninguna parte hemos visto tanta prostitución como cuando el gobierno de Allende.

-¿El gobierno militar ha fijado alguna fecha para llamar a elecciones? – le preguntó un periodista.

-Pinochet no se fijó plazos, sino metas –respondió el funcionario–. Por lo menos el 70% del pueblo chileno apoya al gobierno, según una encuesta realizada en abril. La gente pide las medidas de seguridad actualmente en vigencia, como el toque de queda, por ejemplo, por su propia seguridad.

Perón y su séquito acompañaron al visitante hasta el pie de la escalerilla y al momento de despedirse lo hicieron con sonrisas y efusivos apretones de manos, a la vista de camarógrafos, periodistas y personal militar.
El avión de LAN Chile decoló de Morón a las 13:50 y cinco minutos después, Perón e Isabel abordaron el helicóptero en el que habían llegado hasta la base para dirigirse a la Quinta Presidencial de Olivos, donde se posaron a las 14:10. Al mismo tiempo, ministros y funcionarios regresaban a sus respectivas áreas en tanto el canciller chileno se encaminaba a su legación acompañado por el embajador Rojas.
Pinochet llegó a Santiago dos horas y media después y lo primero que hizo fue dirigirse a la Casa de la Moneda para informar a sus pares los resultados de su periplo.
En horas de la tarde, los cancilleres de Argentina y Chile mantuvieron una primera reunión en el Salón Dorado del Palacio San Martín, donde se trataron cuestiones de índole comercial, cultural y política. Al día siguiente tuvo lugar un nuevo encuentro para abordar convenios de comunicaciones terrestres y marítimas y pergeñar una declaración conjunta respecto de tales asuntos.
Fuentes oficiales en Chile señalaron la significación de la cumbre de Morón y remarcaron la intención de ambos mandatarios de estrechar lazos y suscribir pactos de cooperación.
El 17 de mayo diarios e informativos del país trasandino resaltaron la entrevista y uno de ellos, “La Tercera”, deslizó que entre los temas abordados se encontraba el de las guerrillas3.
De regreso en su país, Pinochet se excusó de brindar información a la prensa aduciendo lo mismo que en Buenos Aires: debía informar primero a los integrantes de la junta militar pero dijo que había invitado al presidente paraguayo a una visita oficial a Chile en el mes de septiembre “La Tercera” tituló la nota: “De las guerrillas hablaron en Buenos Aires” e informó que el diálogo entre ambos mandatarios fue cordial y franco.
El general Pinochet en una conversación informal con los periodistas a bordo de su avión, indicó que en la entrevista con Perón se intercambiaron opiniones sobre aspectos relativos a los guerrilleros extremistas que se han concentrado en la frontera4.
Pinochet dijo también, que en la frontera argentina se preparaban 14.000 extremistas chilenos para desarrollar actividades terroristas en su país5
"El Mercurio” publicó una fotografía en colores de Perón y Pinochet pasando revista a las tropas en la Base Aérea de Morón, revelando que “ambos mandatarios sostuvieron una reunión cordial de 90 minutos” y “La Patria” lanzó en su primera página: “Reunión Pinochet-Perón: inmutable la amistad chileno-argentina” para agregar a continuación: “Pinochet regresó satisfecho de los resultados de su visita a Paraguay y de su breve entrevista con el presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón”.
Estableciendo alianzas

Mientras tanto, en Buenos Aires y las principales ciudades del país, representantes de la política, la cultura y el quehacer nacional se rasgaban las vestiduras ante la visita del tirano y competían entre sí a ver cuál era el más indignado y democrático. Como hemos dicho, a nada prestó atención Perón pero sí se indignó cuando gente de su gobierno se sumó al bullicio. Informado que el H. Concejo Deliberante de la Capital Federal había declarado “persona no grata” al dictador chileno con el apoyo de buena parte del justicialismo, mandó llamar a su presidente, Miguel Unamuno y a su mejor estilo, le hizo una dura advertencia, dejándolo prácticamente en ridículo ante los funcionarios presentes en el lugar:

-Vea Unamuno –dijo visiblemente molesto–, yo como presidente de la República tengo dos funciones: las relaciones exteriores y la defensa nacional mientras que usted, en el Concejo Deliberante, tiene tres: Alumbrado, Barrido y Limpieza6.

Un indicio de lo que estaba sucediendo en América lo brinda “The Finantial Times” de Londres en un artículo firmado por Hugh O’Shaughnessy titulado “Ejércitos que están alerta”.
Siete repúblicas sudamericanas están empeñadas en una amarga y diplomática lucha de poder, como no habían conocido por casi un siglo. Felizmente para todos no se han disparado tiros., pero en los últimos meses hubo momentos de  gran tensión. Se trata, esencialmente, de un recrudecimiento de la tradicional rivalidad entre Brasil y la argentina, provocado por el cambio de régimen el pasado septiembre en Chile. Sus repercusiones afectan, en mayor o menor medida, a Bolivia, Perú, Paraguay y Uruguay. El conflicto ha surgido desde que fue derrocado por los militares el gobierno de Allende, un suceso que ha modificado completamente el mapa diplomático de la región. El doctor Allende, a pesar de su marxismo, probablemente llegó más cerca que cualquier otro “líder” chileno de los últimos tiempos a la meta de establecer relaciones amistosas con todos los países limítrofes: Argentina, Bolivia y Perú. En cierto sentido, eso ocurrió sin que el gobierno de Allende tuviera nada que ver. A Chile, dividido como estaba a consecuencia de su propósito de hacer una revolución interna, no le quedaban evidentes energías para correrías diplomáticas fuera de sus fronteras, de manera que sus vecinos se sentían más tranquilos. En otro sentido, sin embargo, era el resultado de una política concienzudamente practicada por el doctor Allende y su ministro de Relaciones Exteriores Clodomiro Almeyra. Por ejemplo, se aceleró el proceso de incrementar los intercambios con la Argentina, en beneficio de ambos países. En el terreno de las relaciones chileno-peruanas, ambas partes se beneficiaron con la síntomas relaciones personales que se establecieron entre el doctor Allende y el general Juan Velasco, el “líder” peruano, que tuvieron mucha eficacia en cuanto a suavizar el histórico encono del Perú por haber perdido la guerra del Pacífico y con ella mucho territorio pasado a Chile, en 1881. Las relaciones chilenas mejoraron también con Bolivia, que había sido muy duramente perjudicada por la victoria chilena en la “guerra del Pacífico”, habiendo perdido todas sus costas, y habiéndose vuelto así, un país enteramente rodeado por confines terrestres, y siempre buscando una salida al mar.
Bolivia y Chile nunca fueron bastante lejos hacia su acercamiento como para reanudar las relaciones, rotas por iniciativa de Bolivia, en 1962, a consecuencia del pretendido abuso que Chile habría hecho de las aguas del río Lauca, que entran en su territorio. Santiago y La Paz, sin embargo, mantuvieron un diálogo no oficial durante el período en que el presidente de Bolivia, general Juan  José Torres, hombre de izquierda. Mucho menso buenas fueron las relaciones del doctor Allende con el Brasil derechista y fuertemente capitalista. Las cosas cambiaron radicalmente cuando asumió el poder en Santiago la junta militar.  Brasil es ahora el más íntimo amigo de Chile en Sudamérica, le suministra créditos, apoyo diplomático, y lo ayuda con los más modernos métodos policiales. Por ejemplo, las autoridades brasileras han dicho claramente, a por lo menos un fabricante británico de armas, que verían con agrado que le continuara vendiendo a Chile, si deseaba quedar bien con Brasil. A su vez, Brasil ha buscado una solución al diferendo entre Chile y Bolivia, país este que ahora está bajo el control del general derechista Hugo Banzer. Una solución de ese diferendo haría mucho más para robustecer las fuerzas de la derecha en Sudamérica. El general Banzer y el “líder” de la junta chilena, general Augusto Pinochet,  figuraron entre los principales huéspedes en las ceremonias realizadas en Brasilia (marzo de este año), para la asunción del mando por parte del nuevo presidente brasileño, general Ernesto Geisel.
El golpe chileno ha sido menos bien recibido en Perú y Argentina. Los peruanos se estremecieron un poco al ver las fuerzas armadas chilenas, herederas de los vencedores de 1881, llegar al poder en Santiago. Preocuparon a Lima los comentarios que se hicieron en ocasión de la visita a Brasil de los generales Banzer y Pinochet, en el sentido de que Brasil nada habría objetado si Chile se hubiese adueñado de un pequeño pedazo de Perú para darlo a Bolivia como salida al mar. Aunque esa idea pareciera muy aventurada, el general Velasco advirtió, al ser entrevistado por el diario parisiense “Le Monde” acerca del peligro de otra guerra de los seis días. Para Buenos Aires, la nueva amistad entre Chile y Brasil no constituyó una buena noticia, completada como estaba por las relaciones siempre más amistosas mantenidas por Brasil con el presidente boliviano, general Banzer, el presidente paraguayo, general Stroessner y el presidente uruguayo, Juan María Bordaberry, otro que viajó a Brasilia en ocasión de la asunción del general Geisel. La tradicional rivalidad de la argentina con respecto al más extenso y más poblado Brasil, se tornó más intensa por la sensación de estar rodeada por estados clientes de Brasil, y porque a través de Bolivia y chile, Brasil está buscando una salida al Pacífico para sí mismo. Eso provocó un inmediato fortalecimiento de las muy amistosas relaciones entre argentina y Perú. Este mes, además, se recordó a la argentina que Brasil está organizando una expedición a la Antártida. En Bolivia, el general Banzer aprovechó el obvio deseo de Brasil de solucionar el diferendo fronterizo chileno-boliviano. Incluyendo la oportunidad de ganar mucho terreno en su ofensiva diplomática por una salida al mar, y asegurarse al mismo tiempo una verdadera popularidad en su país, convocó en Cochabamba a una conferencia a numerosos sectores de la opinión pública boliviana. Si no son satisfechas, las expectativas bolivianas plantearán problemas. El futuro de todo el conflicto está basado en lo que la junta chilena decida hacer en los próximos meses, Su política es absolutamente imprevisible. La defensa de un país tan largo y estrecho como Chile, representa aun en las mejores circunstancias una pesadilla, apta a provocar las más graves psicosis también en el más equilibrado experto en problemas de defensa. Cualquier gobierno chileno debe siempre vigilar toda tendencia revanchista de Lima y La Paz, y jugar un difícil partido diplomático con los argentinos en el diferendo bilateral acerca de la soberanía sobre tres islotes ubicados en el canal de Beagle, cerca de Tierra del Fuego. Hoy en día la junta no oculta su temor a una revuelta interna y sus sospechas de un ataque externo. La paz futura en la relación depende del dominio que la junta sepa mantener sobre sus nervios. Depende también de la buena voluntad de la junta de no ceder a la tentación de construir su apoyo popular mediante alguna diversión en el campo de la política exterior.
Aun cuando muchos de los interrogantes que plantea el autor de la nota no se cumplieron pues ni Chile se convirtió en una amenaza militar para la región, ni Bolivia obtuvo una salida al mar y mucho menos la consiguió Brasil por medio de esos supuestos estados clientes que a la larga demostraron no serlo, detrás de todo había un claro mensaje: era necesario un acuerdo entre los gobiernos regionales para acabar con la amenaza marxista y robustecer las fuerzas de la derecha
Quizás resulte sugerente la designación que hizo Perón a mediados de mayo, al nombrar a Osinde embajador en Paraguay, meta clave en el entramado del plan continental y la política de represión. No menos significativa fue la cena de despedida que altos oficiales de las Fuerzas Armadas le sirvieron en el Círculo Militar en la primera semana del mes.

-Parto pletórico de fe por los éxitos que irán escalonando el logro de nuestra Argentina Potencia, pero también con mis maletas listas para volver a la trinchera de lucha, si los bastardos intereses en juego de afuera o de adentro; de la extrema derecha liberal y entreguista o de la izquierda marxista antinacional hicieran peligrar el logro de los ideales a cuyo servicio hemos puesto nuestras vidas. El destino me ha proyectado desde joven cerca del maestro, el general Perón, a quien décadas después le reconocerán sus altos méritos patrióticos todos los argentinos para depositar en él, en nuestro presidente, el teniente general Perón, la fe de una esperanza: el destino de la patria. Con los méritos de tantos compañeros de lucha llego hoy a esta nueva etapa de mi vida en que debo alejarme circunstancialmente, en honrosa y responsable misión, a la querida y heroica república hermana del Paraguay. Desde allí seguiré conviviendo con ustedes, mis queridos amigos, nuestras profundas inquietudes patrióticas.

Con esas palabras, el agasajado agradeció la demostración al tiempo que señalaba la política que lo inspiraba.
Entre los invitados presentes se encontraban altos jefes de las tres fuerzas y funcionarios de gobierno, destacando entre los primeros el brigadier Raúl Lacabanne, gestor de la iniciativa; el almirante Guillermo Zarabaitia, el general Franklin Lucero y sus respectivas esposas, quienes compartieron la cabecera con el flamante embajador y su señora. Se hallaban también presentes los coroneles Agustín Digier, Ernesto Bote, Ángel Carlos Berra y Telesforo Varela; el mayor Ciro Ahumada y los capitanes Alfredo Roque Corvalán y Roberto Lacabanne. Entre los civiles presentes, son dignos de mencionar los doctores Oscar R. Igounet y Hernán Ordiales.
Dijo el brigadier Lacabanne en la ocasión:

-Gente honesta, capaz y decente, con un acendrado amor a la patria y una inquebrantable lealtad al general Perón, como el coronel Osinde, es la que necesita el excelentísimo presidente de la Nación para la concreción de su proyecto de Argentina Potencia.

Banzer, Bordaberry, Rudel, Pinochet, Osinde, no son nombres que se asocien con ninguna revolución de izquierda, ni con las luchas proletarias y mucho menos con la “Tendencia”. Por el contrario, eran prueba fehaciente de que Perón no era un líder socialista, ni democrático, ni montonero y que tenía en marcha un plan de gobierno que apuntaba al aniquilamiento de sus enemigos. Pero todavía hay más.
Perón designa a Jorge Osinde embajador argentino en Paraguay
Oficiales de las tres fuerzas le ofrecen una demostración en el Círculo Militar

(Imagen: "La Razón")

El 17 de mayo, el presidente de la Nación tomó parte activa en los festejos del Día de la Armada y el 29 del mismo mes hizo lo propio en los actos por el Día del Ejército. Y en ambas ocasiones volvió a lucir su uniforme de general para codearse con lo más reaccionario del sector castrense.
En el primero de aquellos acontecimientos, pasó revista a la guardia que la Fuerza Aérea Argentina hizo formar en el Aeroparque Metropolitano antes de su partida a Puerto Belgrano. Inmediatamente después abordó un avión y partió hacia ese destino, donde lo esperaba el almirante Massera para darle la recepción.
El 6 de junio viajó a Paraguay para reunirse con su viejo amigo Alfredo Stroessner. Voló primero a la ciudad de Formosa y desde allí pasó en helicóptero hasta Puerto Pilcomayo, donde abordó el barreminas ARA “Neuquén” (M-1) con el que cruzó hasta Asunción. Dos naves de guerra escoltaron a la embarcación, seguidas por una larga hilera de lanchas, veleros, yates y botes particulares que algunos testigos elevaron a setenta.
Una vez en aguas guaraníes, buques de esa nacionalidad lanzaron una salva de 21 cañonazos en honor del mandatario argentino en el público agolpado en el puerto agitaba banderas de ambos países.
Ni bien la comitiva desembarcó, la banda oficial entonó acordes marciales al tiempo que la gente lanzaba vivas y los presidentes se estrechaban en un abrazo. Luego vinieron los himnos e inmediatamente después la recepción oficial.
Dijo Stroessner en la oportunidad:

-La visita del general Perón servirá para fortalecer los innumerables vínculos que existen entre Paraguay y Argentina y para vigorizar aun más los esfuerzos que realizamos en las iniciativas que reclaman predisposición patriótica y decidida frente al desafío de los tiempos modernos.

¿A qué se refería el gobernante paraguayo con “vigorizar los esfuerzos frente a los tiempos que se vivían”? Tal vez la respuesta de Perón nos oriente al respecto.

-Llego con el mandato de hacer realidad la colaboración fraterna entre ambas naciones: una colaboración de la que esperamos con fe resultados concretos, con una política de interrelación sin retaceos ni egoísmos, y que se proyecte en grandes y positivos fines para ambos pueblos. No deseamos que el destino aguarde, es la hora de construir. Argentina y Paraguay hermanadas pueden ser una de las bases sobre la que se apoye la integración latinoamericana.

Finalizada la ceremonia, la comitiva argentina, de la que formaba parte el canciller Alberto J. Vignes, se dirigió hasta el Hotel Guaraní, en cuyo 7º piso se había reservado la suite para el mandatario argentino.
Al día siguiente tuvieron lugar nuevas muestras de amistad en las que Perón depositó una ofrenda en el mausoleo que guarda los restos de los héroes paraguayos y recibió del intendente de Asunción las llaves de la ciudad y el título de ciudadano y general honorario. El día anterior Stroessner le colocó el collar “Mariscal Francisco Solano López”, de la Orden Nacional del Mérito y lo acompañó en su visita al Congreso y la Corte Suprema de Justicia. 
Los mandatarios se reunieron en el Palacio López, sede del gobierno, donde conversaron por más de media hora. El cónclave tuvo lugar en el despacho presidencial a puertas cerradas y según la prensa, durante el mismo se trataron temas como el aumento e intercambio comercial, la custodia de las fronteras, la represa Corpus, el otorgamiento de créditos y cuestiones relacionadas con la industria, la tecnología, las comunicaciones, la energía y el proyecto de un puente entre Posadas y Encarnación.
Si bien es verdad que la caída del intercambio comercial entre ambas naciones preocupaba a Buenos Aires, el motivo del viaje era otro, como se verá.
Perón regresó el 7 de junio a las 15:00, efectuando el mismo recorrido a la inversa. Antes de partir (13:20 horas) ofreció una recepción en el hotel donde se hospedaba, oportunidad que aprovechó para remarcar la amistad que unía a ambos países y a sus presidentes.
Dos semanas después (16 de junio de 1974), María Estela Martínez de Perón visitó al generalísimo Franco. Era el primer encuentro desde la partida definitiva del líder justicialista el 20 de junio de 1973 y por esa razón, había muchas expectativas en ambos gobiernos. 
“Isabel” llegó a Barajas procedente de Ginebra. Fue recibida por Carmen Polo de Franco a quien acompañaban el primer ministro Carlos Arias Navarro, el ministro de Asuntos Extranjeros, Pedro Cortina, ambos con sus respectivas esposas; Pilar Franco, hermana del jefe de Estado y amiga personal del matrimonio Perón; el embajador argentino en España, Dr. José Campano y su par español en la Argentina, Dr. Gregorio Marañón Moya.
El avión aterrizó a las a las 11:10 y de ahí partieron directamente al Palacio de la Moncloa, donde la vicepresidenta fue recibida por el Generalísimo, quien antes de las conversaciones de rigor, le otorgó la Orden de Isabel La Católica, máxima distinción del gobierno español a un visitante extranjero.
Perón de reúne con Stroessner en Paraguay

¿Qué significado tenían esos encuentros? ¿A dónde apuntaba Perón? La respuesta no deja dudas, el mandatario argentino mostraba su línea política y buscaba formalizar alianzas para armar un frente común. ¿Pero para qué? La cuestión geopolítica a la que se refiere O’Shaughness nos brinda una respuesta, y muy importante, pero detrás de todo había un propósito más determinado.
Era el génesis del Plan Cóndor destinado a montar un monstruoso aparato represivo de una punta a otra de Sudamérica. A través del mismo se buscaba coordinar la acción y para su ejecución contemplaba tareas de inteligencia, asesinatos, secuestros, detenciones, desapariciones, torturas e intercambio de prisioneros.
Según J. Patrice McSherry, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Long Island, presidente y fundador del Programa de Estudios de América Latina y el Caribe, la palabra “Cóndor” sería aplicada algún tiempo después a instancias del coronel uruguayo José Fons, quien la propuso durante un encuentro de militares organizado en Santiago bajo la presidencia de Manuel Contreras Sepúlveda, director de la DINA.
En el mes de febrero de 1974 se llevó a cabo en Buenos Aires un nuevo cónclave al que acudieron jefes militares y policiales de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia. Como se ha dicho, la idea era coordinar acciones para combatir las acciones insurgentes y establecer una red de información e intercambio entre los países involucrados. Lo llamativo es que la misma se organizó en el único país gobernado por un régimen constitucional, votado y respaldado por una amplia mayoría.
Entre 1947 y 1952, Perón intentó algo en ese sentido al poner en marcha un ambicioso programa continental denominado “Tercera Posición”. A través del mismo, promovió revoluciones y golpes de Estado en diferentes países para colocar en ellos gobiernos sumisos y de ese modo enfrentar a los Estados Unidos y las principales potencias del mundo. De hecho, el programa logró ser implementado y por algún tiempo Paraguay, Bolivia, Perú y Venezuela sucumbieron a su influencia. Chile estuvo a punto de ser anexado en una suerte de “anschluss” sudamericano, intentona desbaratada a último momento por el Departamento de Estado y tanto Brasil como Colombia escaparon a tiempo, en especial el primero, cuando las fuerzas castrenses neutralizaron a Getulio Vargas, el militar brasilero que había alcanzado por segunda vez la presidencia con el apoyo de Perón7.
Según “El Auténtico”, órgano de extracción peronista, a partir de ese momento, fuerzas de seguridad uruguayas, boliviana y argentinas, iniciaron operaciones conjuntas contra objetivos subversivos.
Las primeras desapariciones de aquel programa (aún no se denominaba Plan Cóndor sino Operativo Mercurio) tuvieron lugar bajo el gobierno de Perón.
En diciembre de 1973, tres ciudadanos brasileros, Joaquim Pires Cerveira de 49 años, Joao Batista Rita Pereda de 25 y Edmur Pericles Camargo de 59, fueron detenidos por personal de seguridad. A los dos primeros los secuestraron agentes de policía cuando caminaban por la Av. Corrientes, el 5 de aquel mes y desde ese día no se los volvió a ver.
Horas después, fue allanada la vivienda que el segundo compartía con su esposa Amalia y sus hijos pequeños, en la calle Combate de los Pozos. Las fuerzas del orden destrozaron todo y se llevaron efectos personales del detenido.
Regresaron a las 4 a.m. del 6 de diciembre, esta vez en mayor número y acompañados por un oficial brasilero que tenía el rostro surcado por una cicatriz, Sergio Paranhos Fleury, delegado del Departamento de Ordem Política e Social de Brasil (DOPS) quien siguió de cerca el operativo. Antes de retirarse no solo amenazó a la familia sino que a la hija más pequeña le dejó una bala de revolver como obsequio. Al momento de abandonar la morada Fleury le dijo a la atribulada mujer que su marido sería deportado a Brasil8.
Hans Ulrich Rudel, as de la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial visita a
Perón en Gaspar Campos. El piloto alemán, nazi confeso, sentía devoción por
la figura del líder justicialista

(Imagen: "La Razón")


A Camargo lo interceptaron en Ezeiza durante la escala en su vuelo de Chile a Montevideo y desde entonces se desconoce su paradero. Sobre su desaparición, las fuentes brasileras no se ponen de acuerdo ya que algunas la sitúan en junio de 1971, cuando no había convenios de reciprocidad, otras en 1974 y otras en 1975. Según un informe de “Página 12” aparecido el 14 de julio de 2008, un sujeto de nombre Tim Correa era el encargado de solicitar la detención de los brasileros y una vez obtenida, conducirlos a su país tras la firma del correspondiente recibo9.

Según refiere el Dr. Pedro Ramón Cossio, uno de los especialistas que atendían a Perón10, producido el golpe contra Allende, el líder le dijo:"Que suerte, ahora estamos seguros por esa lado”. También le comentó que la guerrilla intentó asesinarlo y que antes del encuentro con Pinochet, el comisario Villar se había reunido con delegados policiales extranjeros en nuestra capital, más precisamente en el mes de febrero de 1974. Pero nuestras experiencias con los médicos personales de Perón son tan traumáticas (recordemos solamente a Hipólito Barreiro y sus mentiras en Juancito Sosa el indio que cambió la historia)11, que preferimos obviar estas observaciones y centrarnos en fuentes más confiables.
Lo hemos dicho decenas de veces, hoy existe una corriente que tiende a desligar a Perón de los crímenes de Estado que tuvieron lugar durante su mandato y endilgárselos a López Rega y la dictadura que vino después, sin embargo, los hechos son incuestionables y las evidencias también.
La serie de reuniones que el mandatario argentino mantuvo con los dictadores de la región son apenas una muestra, lo mismo su postura frente a acontecimientos tan contundentes como la Masacre de Ezeiza, la creación de la Triple A, la expulsión de los diputados de la Tendencia y su discurso del 1 de mayo de 1974.
El programa de acción mancomunada contra las fuerzas subversivas en el Cono Sur de nuestro continente comenzó mucho antes del 24 de marzo de 1976, más precisamente entre octubre y noviembre de 1975, aunque se empezó a proyectar con anterioridad. 
Cuando Pinochet desembarcó en Buenos Aires lo hizo a pedido de Perón, quien lo mandó llamar. El militar chileno respondió y ahí mismo quedó sellada la alianza que ya se había comenzado a constituir con Banzer a fines de 1973.
Para Eduardo Luis Duhalde, uno de los máximos exponentes de la izquierda peronista, la cumbre de Morón fue el antecedente que puso en marcha el Plan Cóndor. Pensar lo contrario sería iluso, dado que los encuentros con los dictadores de Bolivia, Uruguay Chile y Paraguay no fueron ni por asomo meras visitas protocolares.
Para nosotros esos cónclaves apuntan en ese sentido: la concreción de un vasto operativo internacional destinado a acabar con la amenaza izquierdista.
Por esos días, agentes encubiertos de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas mantenían reuniones secretas en las diferentes capitales regionales, coordinando las acciones y trazando posteriormente los planes.
En su artículo “Argentina. 24 de marzo…¿y la Triple A?”, Rolando Astarita nos recuerda las palabras de Duhalde cuando dijo que Perón no abrió la boca luego de la masacre de Ezeiza, que producido el golpe que derrocó a Allende Lastiri se apresuró a reconocer al nuevo gobierno, que hubo maltratos a los refugiados que cruzaban la cordillera o aterrizaban a Ezeiza (a varios de ellos se los regresó a su país) y que la Argentina se negó sistemáticamente a condenar al nuevo régimen.



Agreguemos la postura de Perón ante gobiernos de derecha en América Latina. Cuando el golpe contra Allende, el gobierno de Lastiri reconoció inmediatamente a la dictadura de Pinochet, y hubo maltrato a refugiados que llegaban a Ezeiza. Perón no abrió la boca. En mayo de 1974 Perón recibió a Pinochet y le dio su apoyo. Según Eduardo Luis Duhalde este encuentro, lejos de ser protocolar, fue un antecedente del plan Cóndor. En las Naciones Unidas Argentina fue uno de los pocos países que rechazaron proyectos de condena a la violación de los derechos humanos en Chile en las Asambleas Generales de 1974 y 1975. El 30 de septiembre fue asesinado en Buenos Aires el general chileno Carlos Prats, refugiado en Argentina. En 1975 el gobierno de Isabel condecoró a Pinochet con la Gran Cruz de la Orden de Mayo al Mérito Militar. Por otra parte, el gobierno de Perón también tuvo una actitud de colaboración con la dictadura de Stroessner, de Paraguay; con la de Bordaberry, de Uruguay; y de Banzer, de Bolivia. El sistema Cóndor nació a fines de 1975, con activa participación argentina.

Todas estas cuestiones deberían entrar en los ejercicios de la Memoria, y en los reclamos de justicia y castigo de los genocidas. Sin embargo, amplios sectores del progresismo bienpensante evitan ahondar en esta historia, y en especial en las responsabilidades de Perón. Además, cuando se planteó, hace unos años, investigar su participación en la creación de la Triple A, la dirigencia sindical puso el veto: “no jodan con Perón”. Desde entonces el tema se ha convertido en absoluto tabú. Por eso, cuando en los documentos ad usum se menciona el terrorismo de derecha previo al golpe, no se menta siquiera lo que hicieron los gobiernos peronistas, entre 1973 y 1976, amparando ese terrorismo. O sea, se trata de “Memoria” en dosis limitadas. De ahí que, frente a tanta hipocresía (¿no les da un poquito de náuseas?), necesitamos contar esta vieja historia. Hay que decirlo con todas las letras: cuando volvió al país Perón se rodeó de un montón de fachos asesinos con el fin de atacar y aniquilar a la vanguardia obrera y a la izquierda. Lo cual no impidió que el Partido Comunista y la izquierda nacional y popular votaran, en 1973, alegremente por Perón. Esto es, por el equipo conformado por los López Rega, Lastiri, Osinde, Lorenzo Miguel, Norma Kennedy, Yessi, Villar, Victorio Calabró, Brito Lima, Giovenco y similares. Más, por supuesto, Isabelita. Todo con el cuento de la “liberación nacional”. ¿Será por esto que se sigue tapando toda esta inmundicia? ¿O es que estos recuerdos echan demasiado vinagre en el menjunje de la unidad patriótica?12


A la indignación de los sectores de izquierda que, dicho sea de paso, desde el retorno de la democracia en 1983 mantuvieron un silencio cómplice con respecto a Perón, sumamos las afirmaciones de Sergio Bufano, quien asegura que desde febrero de 1974, es decir, menos de tres meses después de la visita de Banzer, tuvieron lugar en Buenos Aires una serie de reuniones con oficiales de Inteligencia13 de diferentes naciones, cuyo objetivo era coordinar las acciones. Confirma con ello la versión del Dr. Cossio.
Resultado de las mismas fueron los asesinatos del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, el 30 de septiembre de 1974 y el atentado contra Bernardo Leighton en Roma, así como el arresto y la deportación de numerosos exiliados.

Gral. Carlos Prats

En cuanto al primero de esos casos (que veremos en detalle en capítulos posteriores), el general chileno había salido al cine con un matrimonio amigo. De regreso en su domicilio, sito en Malabia 3359, descendió de su Fiat 125 patente C-949.958 y se dirigió al portón para introducir el auto en el garaje, en tanto su mujer permanecía sentada en el interior del vehículo.
Era el domingo 30 de septiembre de 1974 y venían de pasar el día en una quinta de las afueras de Buenos Aires.
Justo cuando Prats llegaba al portón, el coche voló en pedazos esparciendo sus restos varios metros a la redonda, incluyendo el 4º y 5º piso del edificio. Los cuerpos carbonizados quedaron espantosamente mutilados, el del marido sobre la vereda y el de su esposa en el interior del rodado, sin piernas y sin el brazo derecho.
Cuando los empleados del a estación de servicio situada en Malabia y Av. Libertador llegaron al lugar, tomaron al militar de los brazos y lo alejaron de las llamas, comprobando que había fallecido. Justo en se momento repararon en una camioneta que a gran velocidad, retrocedió marcha atrás hasta la calle Seguí por la que huyeron en dirección norte.
Varios años después, Sofía Prats, que fue alcaldesa de la comuna de Hechurala en el año 2000, especulaba sin prueba alguna con que Pinochet aguardó que Perón muriera para ordenar el atentado contra su padre. Es más, con sus deducciones no hizo más que enredar la causa y confundir a la opinión pública. Perón falleció el 1 de julio cuando el Plan estaba en pleno proceso de gestación y agentes de inteligencia locales y extranjeros hacían inteligencia, siguiendo los movimientos del matrimonio Prats, de ahí que sus conclusiones resulten apresuradas.
Desde hacía meses, estando Perón en el poder, elementos de la CIA, el SIDE y la DINA14, tomaban minuciosa nota de horarios, hábitos, personas y recorridos. Se dijo que la bomba fue colocada por el agente norteamericano Michael Townley, quien tendrá participación en el atentado contra Orlando Letelier dos años después en Washington, pero circulan rumores que en realidad el ataque fue perpetrado por personal argentino a sus órdenes. 
Bernardo Leighton había sido ministro de Trabajo en su país, desde marzo de 1937 a marzo del año siguiente; diputado (1945-1949), ministro de Educación Pública del presidente Gabriel González Videla (1950-1952), del Interior durante el mandato de Eduardo Frei Montalva (1963-1968) y nuevamente diputado desde 1969 a 1973. Había criticado el golpe de Estado del general Pinochet y por esa razón debió exiliarse en Italia.
El lunes 6 de octubre de 1975, a las 20:20 hora local, fue atacado a tiros cuando ingresaba junto a su esposa, Ana María Fresno Ovalle, en el apartamento que ocupaba en un barrio de la ciudad. Los autores del atentado fueron elementos neofascistas locales encabezados por el tristemente célebre Stefano Delle Chiae, militante de la Triple A que había estado presente en Ezeiza el día de la masacre. Del mismo tomaron parte el norteamericano Michael Townley y el agente cubano de la CIA Virgilio Paz Romero. Tanto Leigthon como su esposa resultaron heridos pero lograron sobrevivir.
El 25 de noviembre de 1975, cuatro efectivos de Coordinación Federal, derribaron a patadas la puerta del apartamento que Roberto Pizarro y su esposa Alicia Gariazzo ocupaban en Caballito, cerca de Plaza Irlanda. Pizarro era hijo de uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile y por esa razón estaba bajo la lupa del gobierno de Pinochet. 
Los agentes irrumpieron violentamente y después de revolver todo se llevaron a ambos detenidos. Fueron conducidos al Departamento Central de Policía, sobre la Av. Belgrano, para ser arrojados a un calabozo y quedar incomunicados durante diez días, solo alimentados a pan y agua. En el interín, soportaron interrogatorios, golpes y torturas. 
Cuando el detenido preguntó las causas de su arresto, los policías le dijeron que la DINA los estaba buscando.
Después de sufrir todo tipo de apremios, los Pizarro fueron introducidos en un caminón-calular y trasladados a la tenebrosa cárcel de Villa Devoto, donde permanecieron encerrados por espacio de un año. Sus dos hijos de 7 y 5 años quedaron abandonados en la vivienda hasta que alguien se hizo cargo de ellos.
Si se salvaron de ser ejecutados fue porque compartieron la prisión con dos ciudadanos británicos por los cuales la embajada de su país había intervenido. Ellos fueron quienes alertaron sobre su suerte y el destino que les esperaba, razón por la cual, se iniciaron gestiones para obtener su liberación y posterior extradición. Diecinueve años después, el “siempre listo” Martín Balza les pidió disculpas por lo sucedido.
El 18 de abril de aquel mismo año, Pinochet visitó nuevamente la Argentina y como en mayo del año anterior, fue recibido en la Base Aérea Militar de Morón por una María Estela Martínez de Perón que desde hacía diez meses regía los destinos de la nación.
El cuerpo del general Prats yace horriblemente mutilado sobre
la vereda de la calle Malabia

Como en aquella ocasión, llegó en un vuelo de Lan-Chile y tras firmar una serie de acuerdos protocolares, se reunió a solas con la presidenta y otros funcionarios donde manifestaron su preocupación por la creciente escalada terrorista, acordando formas de conjuntas de combate. Era la ratificación de lo hablado un año antes en ese mismo lugar, cuando Perón ocupaba la presidencia.
A los chilenos les inquietaba el accionar subversivo en la provincia de Tucumán y su posible ramificación por el noroeste argentino por lo que a principios de ese mes el canciller Vignes había viajado a Santiago con el objeto de formalizar la visita y preparar una agenda. Vignes condecoró al canciller Patricio Carvajal entregándole la Orden del Libertador y trabajó en el bosquejo de la declaración conjunta de ambos presidentes. Isabel Perón y Pinochet, la suscribieron en Morón, donde además ratificaron los derechos soberanos de ambos países en la Antártida, expresaron su mutua voluntad de mejorar las condiciones de transporte por el estrecho de Magallanes, interconectar los sistemas nacionales de telecomunicación, constituir empresas binacionales, estimular el turismo y llegar a acuerdos con respecto al gas. Pero lo más importante fue, sin duda, el pacto de seguridad e inteligencia establecido entre ambos regímenes. Era imperioso actuar en forma sincronizada y de esa manera frenar la acometida subversiva a ambos lados de la cordillera, algo que se había acordado de palabra en la reunión del año anterior.
Como explica el fiscal Pablo Ouviña del Tribunal Oral Federal 1 que entendió en la causa del Plan Cóndor, tras los golpes de Estado de Chile y Uruguay en 1973, los exiliados creyeron que la Argentina era el último refugio disponible en el continente y hacia allí emigraron cientos, por no decir miles de personas, sin percatarse de que se dirigían a una trampa. Que un gobierno sea electo no significa que fuese una democracia y en ese sentido, el peronismo no lo era por lo que a decir de Ouviña, nuestro país se convirtió en una gran prisión, una celada.
Los vínculos entre los estados totalitarios, las dictaduras militares entre las cuales se encontraba el régimen justicialista, comenzaron en 1973 y se fortalecieron el 28 de noviembre de 1975 con la firma del acta constitutiva del Plan Cóndor. El acontecimiento tuvo lugar durante un encuentro secreto de tres días que se desarrolló en la capital chilena. 
Sigue diciendo Ouviña que en marzo de 1976 "comenzó la etapa madura del plan", porque el golpe de Estado en Argentina favoreció su consolidación. Fue cuando Brasil se incorporó formalmente y comenzaron a prepararse "grupos ejecutores" para intervenir fuera del Cono Sur.
Desde su establecimiento, la base del operativo fue Santiago de Chile pero a fines de 1976 la misma se trasladó a Buenos Aires, desde donde se coordinaron las acciones y se le dio mayor vigor al movimiento. En 1978 ingresaron Perú y Ecuador, completando el bloque continental que ya formaban la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay15, bajo supervisión directa de la CIA. 




Imágenes



Perón con Banzer en
noviembre de 1973



Aquí junto a Ceusescu, el más "derechista" de los dictadores comunistas
Su caída el 25 de diciembre de 1989 le mostró al mundo la brutalidad de
su régimen. Acabó fusilado por el pueblo junto a su esposa



Con Bordaberry y su familia durante su viaje a Montevideo.
Tres días antes se había reunido con Banzer en Buenos Aires

(Imagen: Uruguay. Visión Marítima)



El encuentro con Pinochet en Morón. Que la izquierda peronista desmienta esto
(Imagen: "La Razón")
Y mientras ellos dialogaban en Chile ocurría esto
Y esto
Y esto

Visitando a Stroessner en Paraguay
Luego de recibir el collar "Francisco Solano López" Stroessner lo nombre teniente general honorario del Ejército paraguayo
(Imagen: "La Nación")



Frente al panteón de los Héroes del Paraguay el intendente de Asunción
ne entrega las llaves de la ciudad y lo nombra "ciudadano ilustre"

(Imagen: "La Nación")
Visita al Parlamento y la Corte Suprema de Justicia
(Imagen: "La Nación")
Despedida. Perón emprende el regreso
Día de la armada. Perón pasa revista a las tropas de la Fuerza Aérea formadas
en el Aeroparque Metropolitano antes de viajar a Puerto Belgrano

(Imagen: "La Nación")
Perón recibe al embajador italiano y anuncia un próximo viaje a la península
(Imagen: "La Nación")
Así quedó el automóvil del general Prats luego del atentado
Fotografía tomada desde lo alto. El cuerpo del militar chileno yace en la vereda,
el de su esposa se encuentra dentro del vehículo, completamente destrozado
Edmur Pericles Camargo, ciudadano brasilero. Fue arrestado por la policía
aeroportuaria argentina en Ezeiza y no se lo volvió a ver. En Brasil señalan
fechas diferentes para su secuestro
Bernardo Leigthon víctima de un atentado en Roma. A la der.
Stefano Delle Chiaie
Junio de 1974. Franco concede a Isabel Perón la Cruz de
Isabel la Católica, máxima distinción del gobierno español

(Imagen: "La Nación")
Pinochet y Banzer tras la firma del Acuerdo de Charaña
(Febrero de 1975)
Abril de 1975. Pinochet regresa a la Argentina
En la imagen junto a Isabel Perón en la Base Aérea de Morón
Mienten los montoneros cuando afirman que ambos mandatarios
pidieron la reunión. La misma se realizó a solicitud de Perón
Hans Ulrich Rudel y su familia visitan a Perón en Gaspar Campos
¿Cómo explican la Tendencia y el peronismo estas imágenes?
¿Seguirán insistiendo con la fábula de López Rega?
Otra junto al as nazi de la Luftwaffe
Notas

1 Facundo Aguirre, “El día que se juntaron Pinochet y Perón”, La Verdad Obrera, 12 de septiembre de 2013 (http://pts.org.ar/El-dia-que-se-juntaron-Pinochet-y-Peron).
2 Sergio Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., pp. 343-344.
3 “La Razón, “La Nación”, sábado 18 de mayo de 1974.
4 “La Tercera” de Chile, 17 de mayo de 1974; “La Razón”, Bs. As., 18 de mayo de 1974 (primera plana).
5 Ídem.
6 Sergio Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., p. 344 (nota al pie). Citan a Mariano Caucino, Infobae, 01/07/2014.
7 Alberto N. Manfredi (h), Perón y la Tercera Posición. El IV Reich en la Argentina
Loris Zanatta, Loris Zanatta, La Internacional Justicialista. Auge y ocaso de los sueños imperiales de Perón, Sudamericana, Buenos Aires, 2013.
8 Acervo - Mortos e Desaparecidos Políticos. Ficha descriptiva: Joaquim Pires Cerveira, Procedimiento administrativo CEMDP 064/96, Brasil. Secretaria Especial dos Direitos Humanos. Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos Políticos.Direito à verdade e à memória: Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos. 1ª Edição. Brasília: Secretaria Especial dos Direitos Humanos, 2007.
9 Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., p. 340-341.
10 Pedro Ramón Corrio y Carlos A. Seara Perón. Testimonios médicos y vivencias (1973-1974), Lumen.



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