EL PLAN CÓNDOR
Cumbre de Morón, 16 de mayo de 1974. Perón y Pinochet pasan revista a las tropas |
Como
se recordará, el 13 de noviembre de 1973 Perón recibió en visita
oficial al general Hugo Banzer Suárez, quien se había adueñado del poder
en Bolivia tras un golpe militar el 21 de agosto de 1971. El jefe de
Estado boliviano permaneció dos días en nuestro país, visitó la Suprema
Corte de Justicia, se entrevistó con el mandatario argentino en la Casa
de Gobierno y recorrió unidades castrenses.
Cinco
días después, Perón cruzó el Río de la Plata para reunirse con José
María Bordaberry y en marzo de 1974 recibió al Nicolás Ceucescu, el más
“derechista” de los tiranos comunistas.
La
gran pregunta que los sectores de izquierda se hacían era ¿qué movía al
líder del movimiento a agasajar y visitar a los peores dictadores
golpistas?
A fines de aquel año, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires
dispuso la quema de 300.000 libros “inconvenientes por su contenido
marxista, subversivo y obsceno”.
Los
militantes de la Tendencia que aun intentan engañar a la opinión
pública con ese imaginario Perón revolucionario, se devanan los sesos
para buscarle una explicación a esos hechos y sobre todo a la cumbre con
Pinochet que tuvo lugar el 16 de mayo de 1974 en la Base Aérea Militar
de Morón.
Alguna
vez alguien dijo que al enterarse del derrocamiento de Salvador Allende
Perón lloró porque el cambio dramático de la escena política del Cono
Sur hacia derrumbar todos sus planes de negociación con el imperialismo1.
“Miente,
miente, que algo quedará”, decía Voltaire para justificar su política y
en este caso la frase se adecúa perfectamente a la realidad. Aquello
del llanto se le atribuye a Jorge Alberto Taiana pero la pudo haber
pronunciado cualquier exponente de la izquierda peronista y de hecho,
alguno que otro la sigue utilizando todavía.
Lo
cierto es que Perón no derramó una sola lágrima por Allende sino que,
por el contrario, celebró con sus íntimos la caída. Y la mejor prueba es
la cumbre que mantuvo con el militar golpista el 16 de mayo, cuando
aquel se detuvo expresamente en Buenos Aires a su regreso de Asunción.
El
15, los medios de prensa pusieron de relieve “las buenas relaciones
entre los dos países” y ratificaron que la Cancillería se apresuró a
confirmar el encuentro.
“El
Mercurio” de Chile, informó ese mismo día que el mandatario trasandino
haría una escala de cuatro horas en la capital argentina y que el
ministro de Relaciones Exteriores Ismael Huerta, que acompañaba a
Pinochet, permanecería algunos días para suscribir convenios de
transporte marítimo y terrestre con Buenos Aires.
Como
era de esperar, el paso del militar chileno generó las más airadas
protestas y todo tipo de polémica. La noche del 14 de mayo la Sala de
Representantes aprobó un proyecto auspiciado por la mayoría del bloque
justicialista declarando al visitante “persona no grata”; solo las
representantes femeninas Nélida de Miguel, Elsa Castro y Haydée Pardo se
abstuvieron, así como la bancada radical. Por su parte, legisladores de
esa última tendencia y del Partido Intransigente, estamparon su firma
en un proyecto en el que exhortaban al Poder Ejecutivo a solicitar
clemencia al gobierno de Chile para los condenados a muerte de ese país.
El petitorio finalizaba con una advertencia al afirmar no hacerlo sería
un agravio más al pueblo del país vecino y a América Latina entera.
Incluso se formó un comité para velar por los derechos humanos,
integrado por los diputados Hipólito Solari Yrigoyen, Vicente Miguel
Musacchio, Rafael Francisco Marino, Jorge Omar Viale, Rodolfo Ortega
Peña, Adolfo Gass, Leonardo Bettanín, Héctor Portero, Tomás P. Arana,
Jesús Mira, Osvaldo Álvarez Guerrero, Mario Abel Amaya, Horacio Jorge
Sueldo, Héctor Raúl Sandler, Manuel Isauro Molina, Armando Molina
Zavalía, Juan Carlos Cárdenas, Eduardfo Elías Traboulsi y María Cristina
Guzmán, así como los catedráticos Mario Kestelboim y Juan Carlos Puig,
el ex canciller Ricardo Rojo y otros. Distintos sectores del quehacer
político también se pronunciaron, entre ellos las agrupaciones juveniles
y las entidades culturales.
Perón
ignoró todo eso y como si nada sucediese, ordenó ultimar los detalles
para concretar el encuentro. Y por si eso fuera poco, recibió en Gaspar
Campos al as de la Luftwaffe y nacionalsocialista confeso, Hans Ulrich
Rudel, uno de los pilotos alemanes que había traído al país para
organizar la Fuerza Aérea en los años cincuenta.
Rudel
llegó acompañado por su hija y su nieto y luego de tres horas de ameno
encuentro, posaron con para los fotógrafos junto a los dueños de casa.
Ese
mismo día, el presidente recibió las cartas credenciales del nuevo
embajador de Austria y confirmó sus inminentes visitas Paraguay e
Italia.
Pinochet
aterrizó en Morón a las 11:45 del 16 de mayo. En el edificio principal
lo aguardaban Perón con su uniforme de general, María Estela Martínez y
una importante comitiva, entre la que se encontraban José López Rega, el
brigadier Orlando Capellini, comandante de la base aérea; el ministro
de Relaciones Exteriores y Culto, Alberto Juan Vignes; el comandante
accidental de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier mayor José María
Klix; el jefe de la Casa Militar, coronel Carlos Alberto Corral y el
embajador chileno en la argentina, René Rojas Galdano.
La
máquina de las Líneas Aéreas Nacionales de Chile se posó suavemente en
la pista y cubrió lentamente la distancia desde su cabecera hasta el
edificio central. Una guardia integrada por efectivos de la FAA, la
Escuela de Mecánica de la Armada y el Batallón Logístico Nº 10,
aguardaba formada en la plataforma para rendir los respectivos honores.
Una
vez que la aeronave hubo detenido sus motores, el embajador Rojas
Galdano y el jefe de ceremonial del Estado, brigadier Juan José
Güiraldes se adelantaron y ascendieron la escalerilla para invitar al
presidente chileno.
Perón, lucía radiante en su uniforme militar. Aguardaba sonriente al pie
de la escalinata secundado por la comitiva oficial.
Ni
bien el recién llegado pisó suelo argentino, se estrecharon
fraternalmente las manos y procedieron a pasar revista a las tropas en
tanto la banda ejecutaba sones marciales.
Como
acertadamente afirman Sergio Bufano y Laura Teixidó, Perón se convertía
en el único mandatario constitucional de América en recibir al chileno
mientras en el Estadio Nacional de Santiago se torturaba y asesinaba a
miles de ciudadanos2.
Pinochet
llegó acompañado por su esposa Lucía Hiriart, su hija Jacqueline
Pinochet, el ministros e Obras Públicas y Transportes, general Sergio
Figueroa Gutiérrez; el de Relaciones Exteriores, Ismael Huerta; el
vicepresidente de la Comisión de Fomento y Producción, general inspector
de carabineros Eduardo Gordon Cañas; el director de Ceremonial y
Protocolo, Emilio María Silva Concha; el secretario ejecutivo del
Ministerio de Relaciones Exteriores, Jaime Rojas Brague; el secretario
adjunto de Protocolo, José María Gallardo; el de Prensa, Federico
Willoughby; el general Javier Palacios, quien tuvo a su cargo el asalto a
la Casa de la Moneda y los edecanes de las cuatro fuerzas armadas
(Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Carabineros).
Finalizada
la revista, Perón invitó a Pinochet a dirigirse al casino de oficiales,
distante a 800 metros y tras una breve recepción en la biblioteca,
pasaron todos a una sala contigua donde se sirvió el cóctel de
bienvenida. Una vez allí, la señora de Pinochet le obsequió una cartera y
una alhaja a su par argentina en tanto la dueña de casa hizo lo propio
con una pulsera de oro, que fue muy bien recibida.
Mientras
tenía lugar el obsequio, los mandatarios conversaron entre sí y luego
se retiraron a otra dependencia para dialogar a solas. Permanecieron en
el lugar hasta las 13:30 cuando mandaron llamar a sus respectivos
ministros de Relaciones Exteriores para que se incorporasen al diálogo.
Las
conversaciones fueron a puertas cerradas y una vez finalizadas, sus
protagonistas hicieron las típicas declaraciones de ocasión.
-No importa quién esté al frente de los gobiernos, ya que nuestra amistad con chile es inmutable–les dijo Perón a los reporteros-, Siempre fueron excelentes y tenemos la obligación de asegurarlas y afirmarlas.
Cuando se le preguntó por la reunión, manifestó que se habían abordado problemas comunes y que la visita de Pinochet se debía a “una escala técnica”.
-La máquina que lo transportaba a su país debía hacer una escala técnica aquí, y entonces nada más lógico que lo recibiera el presidente de la República.
¿Semejante movilización por una escala técnica que apenas duró dos horas? ¿Trasladar toda una comitiva para recibir con uniforme militar al más infame tirano de América, según amplios sectores de la ciudadanía? Y si de un alto por cuestiones mecánicas se trataba, ¿por qué la esposa de Pinochet venía con regalos para la vicepresidenta argentina?
Antes de abordar el avión, el mandatario chileno también habló con la prensa desmintiendo, sin proponérselo, a su par argentino:
-La entrevista fue consecuencia de la gentil invitación del general Perón.
Cuando se le pidió que ampliase conceptos con respecto al encuentro, respondió que no podía hacerlo porque antes debía informar a sus pares de la junta en Santiago.
Mientras
ambos presidentes dialogaban en una dependencia contigua, el secretario
de Prensa chileno, Federico Willoughby ofreció una mini conferencia de
prensa en la cual confirmó que la entrevista se había realizado a pedido
de Perón, la cual arrojaría resultados prometedores. Aclaró que el
canciller Huertas permanecería 24 horas más en el país a los efectos de
mantener reuniones con su par argentino y que entre ambos buscarían
llegar a un acuerdo sobre algunos “problemas pendientes”. Sobre el final
manifestó que Chile pensaba reanudar las relaciones diplomáticas con
Bolivia “…porque Banzer era un patriota” y que el planteo de una salida al mar era una necesidad de ambas naciones.
Al ser indagado sobre la situación en su país su contestación fue concluyente:
-Estamos tratando de normalizar Chile, que fue saqueado. No deseo a ningún pueblo lo que nos pasó a nosotros. En ninguna parte hemos visto tanta prostitución como cuando el gobierno de Allende.
-¿El gobierno militar ha fijado alguna fecha para llamar a elecciones? – le preguntó un periodista.
-Pinochet no se fijó plazos, sino metas –respondió el funcionario–. Por lo menos el 70% del pueblo chileno apoya al gobierno, según una encuesta realizada en abril. La gente pide las medidas de seguridad actualmente en vigencia, como el toque de queda, por ejemplo, por su propia seguridad.
Perón y su séquito acompañaron al visitante hasta el pie de la escalerilla y al momento de despedirse lo hicieron con sonrisas y efusivos apretones de manos, a la vista de camarógrafos, periodistas y personal militar.
El
avión de LAN Chile decoló de Morón a las 13:50 y cinco minutos después,
Perón e Isabel abordaron el helicóptero en el que habían llegado hasta
la base para dirigirse a la Quinta Presidencial de Olivos, donde se
posaron a las 14:10. Al mismo tiempo, ministros y funcionarios
regresaban a sus respectivas áreas en tanto el canciller chileno se
encaminaba a su legación acompañado por el embajador Rojas.
Pinochet
llegó a Santiago dos horas y media después y lo primero que hizo fue
dirigirse a la Casa de la Moneda para informar a sus pares los
resultados de su periplo.
En
horas de la tarde, los cancilleres de Argentina y Chile mantuvieron una
primera reunión en el Salón Dorado del Palacio San Martín, donde se
trataron cuestiones de índole comercial, cultural y política. Al día
siguiente tuvo lugar un nuevo encuentro para abordar convenios de
comunicaciones terrestres y marítimas y pergeñar una declaración
conjunta respecto de tales asuntos.
Fuentes
oficiales en Chile señalaron la significación de la cumbre de Morón y
remarcaron la intención de ambos mandatarios de estrechar lazos y
suscribir pactos de cooperación.
El
17 de mayo diarios e informativos del país trasandino resaltaron la
entrevista y uno de ellos, “La Tercera”, deslizó que entre los temas
abordados se encontraba el de las guerrillas3.
De
regreso en su país, Pinochet se excusó de brindar información a la
prensa aduciendo lo mismo que en Buenos Aires: debía informar primero a
los integrantes de la junta militar pero dijo que había invitado al
presidente paraguayo a una visita oficial a Chile en el mes de
septiembre
“La Tercera” tituló la nota: “De las guerrillas hablaron en Buenos
Aires” e informó que el diálogo entre ambos mandatarios fue cordial y
franco.
El general Pinochet en una
conversación informal con los periodistas a bordo de su avión, indicó que en la
entrevista con Perón se intercambiaron opiniones sobre aspectos relativos a los
guerrilleros extremistas que se han concentrado en la frontera4.
Pinochet
dijo también, que en la frontera argentina se preparaban 14.000
extremistas chilenos para desarrollar actividades terroristas en su país5.
"El
Mercurio” publicó una fotografía en colores de Perón y Pinochet pasando
revista a las tropas en la Base Aérea de Morón, revelando que “ambos
mandatarios sostuvieron una reunión cordial de 90 minutos” y “La Patria”
lanzó en su primera página: “Reunión Pinochet-Perón: inmutable la
amistad chileno-argentina” para agregar a continuación: “Pinochet
regresó satisfecho de los resultados de su visita a Paraguay y de su
breve entrevista con el presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón”.
Estableciendo alianzas |
Mientras
tanto, en Buenos Aires y las principales ciudades del país,
representantes de la política, la cultura y el quehacer nacional se
rasgaban las vestiduras ante la visita del tirano y competían entre sí a
ver cuál era el más indignado y democrático. Como hemos dicho, a nada
prestó atención Perón pero sí se indignó cuando gente de su gobierno se
sumó al bullicio. Informado que el H. Concejo Deliberante de la Capital
Federal había declarado “persona no grata” al dictador chileno con el
apoyo de buena parte del justicialismo, mandó llamar a su presidente,
Miguel Unamuno y a su mejor estilo, le hizo una dura advertencia,
dejándolo prácticamente en ridículo ante los funcionarios presentes en
el lugar:
-Vea Unamuno –dijo visiblemente molesto–, yo como presidente de la República tengo dos funciones: las relaciones exteriores y la defensa nacional mientras que usted, en el Concejo Deliberante, tiene tres: Alumbrado, Barrido y Limpieza6.
Un indicio de lo que estaba sucediendo en América lo brinda “The Finantial Times” de Londres en un artículo firmado por Hugh O’Shaughnessy titulado “Ejércitos que están alerta”.
Siete repúblicas
sudamericanas están empeñadas en una amarga y diplomática lucha de poder, como
no habían conocido por casi un siglo. Felizmente para todos no se han disparado
tiros., pero en los últimos meses hubo momentos de gran tensión. Se trata, esencialmente, de un
recrudecimiento de la tradicional rivalidad entre Brasil y la argentina,
provocado por el cambio de régimen el pasado septiembre en Chile. Sus
repercusiones afectan, en mayor o menor medida, a Bolivia, Perú, Paraguay y
Uruguay. El conflicto ha surgido desde que fue derrocado por los militares el
gobierno de Allende, un suceso que ha modificado completamente el mapa
diplomático de la región. El doctor Allende, a pesar de su marxismo,
probablemente llegó más cerca que cualquier otro “líder” chileno de los últimos
tiempos a la meta de establecer relaciones amistosas con todos los países limítrofes:
Argentina, Bolivia y Perú. En cierto sentido, eso ocurrió sin que el gobierno
de Allende tuviera nada que ver. A Chile, dividido como estaba a consecuencia
de su propósito de hacer una revolución interna, no le quedaban evidentes
energías para correrías diplomáticas fuera de sus fronteras, de manera que sus
vecinos se sentían más tranquilos. En otro sentido, sin embargo, era el
resultado de una política concienzudamente practicada por el doctor Allende y
su ministro de Relaciones Exteriores Clodomiro Almeyra. Por ejemplo, se aceleró
el proceso de incrementar los intercambios con la Argentina, en beneficio de
ambos países. En el terreno de las relaciones chileno-peruanas, ambas partes se
beneficiaron con la síntomas relaciones personales que se establecieron entre
el doctor Allende y el general Juan Velasco, el “líder” peruano, que tuvieron
mucha eficacia en cuanto a suavizar el histórico encono del Perú por haber
perdido la guerra del Pacífico y con ella mucho territorio pasado a Chile, en
1881. Las relaciones chilenas mejoraron también con Bolivia, que había sido muy
duramente perjudicada por la victoria chilena en la “guerra del Pacífico”,
habiendo perdido todas sus costas, y habiéndose vuelto así, un país enteramente
rodeado por confines terrestres, y siempre buscando una salida al mar.
Bolivia y Chile nunca
fueron bastante lejos hacia su acercamiento como para reanudar las relaciones,
rotas por iniciativa de Bolivia, en 1962, a consecuencia del pretendido abuso
que Chile habría hecho de las aguas del río Lauca, que entran en su territorio.
Santiago y La Paz, sin embargo, mantuvieron un diálogo no oficial durante el
período en que el presidente de Bolivia, general Juan José Torres, hombre de izquierda. Mucho menso
buenas fueron las relaciones del doctor Allende con el Brasil derechista y
fuertemente capitalista. Las cosas cambiaron radicalmente cuando asumió el
poder en Santiago la junta militar.
Brasil es ahora el más íntimo amigo de Chile en Sudamérica, le suministra
créditos, apoyo diplomático, y lo ayuda con los más modernos métodos
policiales. Por ejemplo, las autoridades brasileras han dicho claramente, a por
lo menos un fabricante británico de armas, que verían con agrado que le
continuara vendiendo a Chile, si deseaba quedar bien con Brasil. A su vez,
Brasil ha buscado una solución al diferendo entre Chile y Bolivia, país este
que ahora está bajo el control del general derechista Hugo Banzer. Una solución de ese diferendo haría mucho
más para robustecer las fuerzas de la derecha en Sudamérica. El general
Banzer y el “líder” de la junta chilena, general Augusto Pinochet, figuraron entre los principales huéspedes en
las ceremonias realizadas en Brasilia (marzo de este año), para la asunción del
mando por parte del nuevo presidente brasileño, general Ernesto Geisel.
El golpe chileno ha sido
menos bien recibido en Perú y Argentina. Los peruanos se estremecieron un poco
al ver las fuerzas armadas chilenas, herederas de los vencedores de 1881,
llegar al poder en Santiago. Preocuparon a Lima los comentarios que se hicieron
en ocasión de la visita a Brasil de los generales Banzer y Pinochet, en el
sentido de que Brasil nada habría objetado si Chile se hubiese adueñado de un
pequeño pedazo de Perú para darlo a Bolivia como salida al mar. Aunque esa idea
pareciera muy aventurada, el general Velasco advirtió, al ser entrevistado por
el diario parisiense “Le Monde” acerca del peligro de otra guerra de los seis
días. Para Buenos Aires, la nueva amistad entre Chile y Brasil no constituyó
una buena noticia, completada como estaba por las relaciones siempre más
amistosas mantenidas por Brasil con el presidente boliviano, general Banzer, el
presidente paraguayo, general Stroessner y el presidente uruguayo, Juan María
Bordaberry, otro que viajó a Brasilia en ocasión de la asunción del general
Geisel. La tradicional rivalidad de la argentina con respecto al más extenso y
más poblado Brasil, se tornó más intensa por la sensación de estar rodeada por
estados clientes de Brasil, y porque a través de Bolivia y chile, Brasil está
buscando una salida al Pacífico para sí mismo. Eso provocó un inmediato
fortalecimiento de las muy amistosas relaciones entre argentina y Perú. Este
mes, además, se recordó a la argentina que Brasil está organizando una
expedición a la Antártida. En Bolivia, el general Banzer aprovechó el obvio
deseo de Brasil de solucionar el diferendo fronterizo chileno-boliviano.
Incluyendo la oportunidad de ganar mucho terreno en su ofensiva diplomática por
una salida al mar, y asegurarse al mismo tiempo una verdadera popularidad en su
país, convocó en Cochabamba a una conferencia a numerosos sectores de la
opinión pública boliviana. Si no son satisfechas, las expectativas bolivianas
plantearán problemas. El futuro de todo el conflicto está basado en lo que la junta
chilena decida hacer en los próximos meses, Su política es absolutamente
imprevisible. La defensa de un país tan largo y estrecho como Chile, representa
aun en las mejores circunstancias una pesadilla, apta a provocar las más graves
psicosis también en el más equilibrado experto en problemas de defensa.
Cualquier gobierno chileno debe siempre vigilar toda tendencia revanchista de
Lima y La Paz, y jugar un difícil partido diplomático con los argentinos en el
diferendo bilateral acerca de la soberanía sobre tres islotes ubicados en el
canal de Beagle, cerca de Tierra del Fuego. Hoy en día la junta no oculta su
temor a una revuelta interna y sus sospechas de un ataque externo. La paz
futura en la relación depende del dominio que la junta sepa mantener sobre sus
nervios. Depende también de la buena voluntad de la junta de no ceder a la
tentación de construir su apoyo popular mediante alguna diversión en el campo
de la política exterior.
Aun
cuando muchos de los interrogantes que plantea el autor de la nota no
se cumplieron pues ni Chile se convirtió en una amenaza militar para la
región, ni Bolivia obtuvo una salida al mar y mucho menos la consiguió
Brasil por medio de esos supuestos estados clientes que a la larga
demostraron no serlo, detrás de todo había un claro mensaje: era
necesario un acuerdo entre los gobiernos regionales para acabar con la
amenaza marxista y robustecer las fuerzas de la derecha
Quizás resulte sugerente la designación que hizo Perón a mediados de
mayo, al nombrar a Osinde embajador en Paraguay, meta clave en el
entramado del plan continental y la política de represión. No menos
significativa fue la cena de despedida que altos oficiales de las
Fuerzas Armadas le sirvieron en el Círculo Militar en la primera semana
del mes.
-Parto pletórico de fe por los éxitos que irán escalonando el logro de nuestra Argentina Potencia, pero también con mis maletas listas para volver a la trinchera de lucha, si los bastardos intereses en juego de afuera o de adentro; de la extrema derecha liberal y entreguista o de la izquierda marxista antinacional hicieran peligrar el logro de los ideales a cuyo servicio hemos puesto nuestras vidas. El destino me ha proyectado desde joven cerca del maestro, el general Perón, a quien décadas después le reconocerán sus altos méritos patrióticos todos los argentinos para depositar en él, en nuestro presidente, el teniente general Perón, la fe de una esperanza: el destino de la patria. Con los méritos de tantos compañeros de lucha llego hoy a esta nueva etapa de mi vida en que debo alejarme circunstancialmente, en honrosa y responsable misión, a la querida y heroica república hermana del Paraguay. Desde allí seguiré conviviendo con ustedes, mis queridos amigos, nuestras profundas inquietudes patrióticas.
Con esas palabras, el agasajado agradeció la demostración al tiempo que señalaba la política que lo inspiraba.
Entre
los invitados presentes se encontraban altos jefes de las tres fuerzas y
funcionarios de gobierno, destacando entre los primeros el brigadier
Raúl Lacabanne, gestor de la iniciativa; el almirante Guillermo
Zarabaitia, el general Franklin Lucero y sus respectivas esposas,
quienes compartieron la cabecera con el flamante embajador y su señora.
Se hallaban también presentes los coroneles Agustín Digier, Ernesto
Bote, Ángel Carlos Berra y Telesforo Varela; el mayor Ciro Ahumada y los
capitanes Alfredo Roque Corvalán y Roberto Lacabanne. Entre los civiles
presentes, son dignos de mencionar los doctores Oscar R. Igounet y
Hernán Ordiales.
Dijo el brigadier Lacabanne en la ocasión:
-Gente honesta, capaz y decente, con un acendrado amor a la patria y una inquebrantable lealtad al general Perón, como el coronel Osinde, es la que necesita el excelentísimo presidente de la Nación para la concreción de su proyecto de Argentina Potencia.
Banzer, Bordaberry, Rudel, Pinochet, Osinde, no son nombres que se asocien con ninguna revolución de izquierda, ni con las luchas proletarias y mucho menos con la “Tendencia”. Por el contrario, eran prueba fehaciente de que Perón no era un líder socialista, ni democrático, ni montonero y que tenía en marcha un plan de gobierno que apuntaba al aniquilamiento de sus enemigos. Pero todavía hay más.
Perón designa a Jorge Osinde embajador argentino en Paraguay Oficiales de las tres fuerzas le ofrecen una demostración en el Círculo Militar (Imagen: "La Razón") |
El
17 de mayo, el presidente de la Nación tomó parte activa en los
festejos del Día de la Armada y el 29 del mismo mes hizo lo propio en
los actos por el Día del Ejército. Y en ambas ocasiones volvió a lucir
su uniforme de general para codearse con lo más reaccionario del sector
castrense.
En
el primero de aquellos acontecimientos, pasó revista a la guardia que
la Fuerza Aérea Argentina hizo formar en el Aeroparque Metropolitano
antes de su partida a Puerto Belgrano. Inmediatamente después abordó un
avión y partió hacia ese destino, donde lo esperaba el almirante Massera
para darle la recepción.
El
6 de junio viajó a Paraguay para reunirse con su viejo amigo Alfredo
Stroessner. Voló primero a la ciudad de Formosa y desde allí pasó en
helicóptero hasta Puerto Pilcomayo, donde abordó el barreminas ARA
“Neuquén” (M-1) con el que cruzó hasta Asunción. Dos naves de guerra
escoltaron a la embarcación, seguidas por una larga hilera de lanchas,
veleros, yates y botes particulares que algunos testigos elevaron a
setenta.
Una
vez en aguas guaraníes, buques de esa nacionalidad lanzaron una salva
de 21 cañonazos en honor del mandatario argentino en el público agolpado
en el puerto agitaba banderas de ambos países.
Ni
bien la comitiva desembarcó, la banda oficial entonó acordes marciales
al tiempo que la gente lanzaba vivas y los presidentes se estrechaban en
un abrazo. Luego vinieron los himnos e inmediatamente después la
recepción oficial.
Dijo Stroessner en la oportunidad:
-La visita del general Perón servirá para fortalecer los innumerables vínculos que existen entre Paraguay y Argentina y para vigorizar aun más los esfuerzos que realizamos en las iniciativas que reclaman predisposición patriótica y decidida frente al desafío de los tiempos modernos.
¿A qué se refería el gobernante paraguayo con “vigorizar los esfuerzos frente a los tiempos que se vivían”? Tal vez la respuesta de Perón nos oriente al respecto.
-Llego con el mandato de hacer realidad la colaboración fraterna entre ambas naciones: una colaboración de la que esperamos con fe resultados concretos, con una política de interrelación sin retaceos ni egoísmos, y que se proyecte en grandes y positivos fines para ambos pueblos. No deseamos que el destino aguarde, es la hora de construir. Argentina y Paraguay hermanadas pueden ser una de las bases sobre la que se apoye la integración latinoamericana.
Finalizada la ceremonia, la comitiva argentina, de la que formaba parte el canciller Alberto J. Vignes, se dirigió hasta el Hotel Guaraní, en cuyo 7º piso se había reservado la suite para el mandatario argentino.
Al
día siguiente tuvieron lugar nuevas muestras de amistad en las que
Perón depositó una ofrenda en el mausoleo que guarda los restos de los
héroes paraguayos y recibió del intendente de Asunción las llaves de la
ciudad y el título de ciudadano y general honorario. El día anterior
Stroessner le colocó el collar “Mariscal Francisco Solano López”, de la
Orden Nacional del Mérito y lo acompañó en su visita al Congreso y la
Corte Suprema de Justicia.
Los
mandatarios se reunieron en el Palacio López, sede del gobierno, donde
conversaron por más de media hora. El cónclave tuvo lugar en el despacho
presidencial a puertas cerradas y según la prensa, durante el mismo se
trataron temas como el aumento e intercambio comercial, la custodia de
las fronteras, la represa Corpus, el otorgamiento de créditos y
cuestiones relacionadas con la industria, la tecnología, las
comunicaciones, la energía y el proyecto de un puente entre Posadas y
Encarnación.
Si
bien es verdad que la caída del intercambio comercial entre ambas
naciones preocupaba a Buenos Aires, el motivo del viaje era otro, como
se verá.
Perón regresó el 7 de junio a las 15:00, efectuando el mismo recorrido a
la inversa. Antes de partir (13:20 horas) ofreció una recepción en el
hotel donde se hospedaba, oportunidad que aprovechó para remarcar la
amistad que unía a ambos países y a sus presidentes.
Dos
semanas después (16 de junio de 1974), María Estela Martínez de Perón
visitó al generalísimo Franco. Era el primer encuentro desde la partida
definitiva del líder justicialista el 20 de junio de 1973 y por esa
razón, había muchas expectativas en ambos gobiernos.
“Isabel”
llegó a Barajas procedente de Ginebra. Fue recibida por Carmen Polo de
Franco a quien acompañaban el primer ministro Carlos Arias Navarro, el
ministro de Asuntos Extranjeros, Pedro Cortina, ambos con sus
respectivas esposas; Pilar Franco, hermana del jefe de Estado y amiga
personal del matrimonio Perón; el embajador argentino en España, Dr.
José Campano y su par español en la Argentina, Dr. Gregorio Marañón
Moya.
El
avión aterrizó a las a las 11:10 y de ahí partieron directamente al
Palacio de la Moncloa, donde la vicepresidenta fue recibida por el
Generalísimo, quien antes de las conversaciones de rigor, le otorgó la
Orden de Isabel La Católica, máxima distinción del gobierno español a un
visitante extranjero.
Perón de reúne con Stroessner en Paraguay |
¿Qué
significado tenían esos encuentros? ¿A dónde apuntaba Perón? La
respuesta no deja dudas, el mandatario argentino mostraba su línea
política y buscaba formalizar alianzas para armar un frente común. ¿Pero
para qué?
La cuestión geopolítica a la que se refiere O’Shaughness nos brinda una
respuesta, y muy importante, pero detrás de todo había un propósito más
determinado.
Era
el génesis del Plan Cóndor destinado a montar un monstruoso aparato
represivo de una punta a otra de Sudamérica. A través del mismo se
buscaba coordinar la acción y para su ejecución contemplaba tareas de
inteligencia, asesinatos, secuestros, detenciones, desapariciones,
torturas e intercambio de prisioneros.
Según
J. Patrice McSherry, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad
de Long Island, presidente y fundador del Programa de Estudios de
América
Latina y el Caribe, la palabra “Cóndor” sería aplicada algún tiempo
después a instancias del coronel uruguayo José Fons, quien la propuso
durante un encuentro de militares organizado en Santiago bajo la
presidencia de Manuel Contreras Sepúlveda, director de la DINA.
En
el mes de febrero de 1974 se llevó a cabo en Buenos Aires un nuevo
cónclave al que acudieron jefes militares y policiales de Argentina,
Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia. Como se ha dicho, la idea
era coordinar acciones para combatir las acciones insurgentes y
establecer una red de información e intercambio entre los países
involucrados. Lo llamativo es que la misma se organizó en el único país
gobernado por un régimen constitucional, votado y respaldado por una
amplia mayoría.
Entre
1947 y 1952, Perón intentó algo en ese sentido al poner en marcha un
ambicioso programa continental denominado “Tercera Posición”. A través
del mismo, promovió revoluciones y golpes de Estado en diferentes países
para colocar en ellos gobiernos sumisos y de ese modo enfrentar a los
Estados Unidos y las principales potencias del mundo. De hecho, el
programa logró ser implementado y por algún tiempo Paraguay, Bolivia,
Perú y Venezuela sucumbieron a su influencia. Chile estuvo a punto de
ser anexado en una suerte de “anschluss” sudamericano, intentona
desbaratada a último momento por el Departamento de Estado y tanto
Brasil como Colombia escaparon a tiempo, en especial el primero, cuando
las fuerzas castrenses neutralizaron a Getulio Vargas, el militar
brasilero que había alcanzado por segunda vez la presidencia con el
apoyo de Perón7.
Según
“El Auténtico”, órgano de extracción peronista, a partir de ese
momento, fuerzas de seguridad uruguayas, boliviana y argentinas,
iniciaron operaciones conjuntas contra objetivos subversivos.
Las
primeras desapariciones de aquel programa (aún no se denominaba Plan
Cóndor sino Operativo Mercurio) tuvieron lugar bajo el gobierno de
Perón.
En
diciembre de 1973, tres ciudadanos brasileros, Joaquim Pires Cerveira
de 49 años, Joao Batista Rita Pereda de 25 y Edmur Pericles Camargo de
59, fueron detenidos por personal de seguridad. A
los dos primeros los secuestraron agentes de policía cuando caminaban
por la Av. Corrientes, el 5 de aquel mes y desde ese día no se los
volvió a ver.
Horas
después, fue allanada la vivienda que el segundo compartía con su
esposa Amalia y sus hijos pequeños, en la calle Combate de los Pozos.
Las fuerzas del orden destrozaron todo y se llevaron efectos personales
del detenido.
Regresaron
a las 4 a.m. del 6 de diciembre, esta vez en mayor número y acompañados
por un oficial brasilero que tenía el rostro surcado por una cicatriz,
Sergio Paranhos Fleury, delegado del Departamento de Ordem Política e
Social de Brasil (DOPS) quien siguió de cerca el operativo. Antes de
retirarse no solo amenazó a la familia sino que a la hija más pequeña le
dejó una bala de revolver como obsequio. Al momento de abandonar la
morada Fleury le dijo a la atribulada mujer que su marido sería
deportado a Brasil8.
A
Camargo lo interceptaron en Ezeiza durante la escala en su vuelo de
Chile a Montevideo y desde entonces se desconoce su paradero. Sobre su
desaparición, las fuentes brasileras no se ponen de acuerdo ya que
algunas la sitúan en junio de 1971, cuando no había convenios de
reciprocidad, otras en 1974 y otras en 1975. Según un informe de “Página
12” aparecido el 14 de julio de 2008, un sujeto de nombre Tim Correa
era el encargado de solicitar la detención de los brasileros y una vez
obtenida, conducirlos a su país tras la firma del correspondiente recibo9.
Según refiere el Dr. Pedro Ramón Cossio, uno de los especialistas que atendían a Perón10,
producido el golpe contra Allende, el líder le dijo:"Que suerte, ahora
estamos seguros por esa lado”. También le comentó que la guerrilla
intentó asesinarlo y que antes del encuentro con Pinochet, el comisario
Villar se había reunido con delegados policiales extranjeros en nuestra
capital, más precisamente en el mes de febrero de 1974. Pero nuestras
experiencias con los médicos personales de Perón son tan traumáticas
(recordemos solamente a Hipólito Barreiro y sus mentiras en Juancito
Sosa el indio que cambió la historia)11, que preferimos obviar estas observaciones y centrarnos en fuentes más confiables.
Lo hemos dicho decenas de veces, hoy existe una corriente que tiende a desligar a Perón de los crímenes de Estado que tuvieron lugar durante su mandato y endilgárselos a López Rega y la dictadura que vino después, sin embargo, los hechos son incuestionables y las evidencias también.
La serie de reuniones que el mandatario argentino mantuvo con los dictadores de la región son apenas una muestra, lo mismo su postura frente a acontecimientos tan contundentes como la Masacre de Ezeiza, la creación de la Triple A, la expulsión de los diputados de la Tendencia y su discurso del 1 de mayo de 1974.
El programa de acción mancomunada contra las fuerzas subversivas en el Cono Sur de nuestro continente comenzó mucho antes del 24 de marzo de 1976, más precisamente entre octubre y noviembre de 1975, aunque se empezó a proyectar con anterioridad.
Cuando Pinochet desembarcó en Buenos Aires lo hizo a pedido de Perón, quien lo mandó llamar. El militar chileno respondió y ahí mismo quedó sellada la alianza que ya se había comenzado a constituir con Banzer a fines de 1973.
Para Eduardo Luis Duhalde, uno de los máximos exponentes de la izquierda peronista, la cumbre de Morón fue el antecedente que puso en marcha el Plan Cóndor. Pensar lo contrario sería iluso, dado que los encuentros con los dictadores de Bolivia, Uruguay Chile y Paraguay no fueron ni por asomo meras visitas protocolares.
Para nosotros esos cónclaves apuntan en ese sentido: la concreción de un vasto operativo internacional destinado a acabar con la amenaza izquierdista.
Por esos días, agentes encubiertos de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas mantenían reuniones secretas en las diferentes capitales regionales, coordinando las acciones y trazando posteriormente los planes.
En su artículo “Argentina. 24 de marzo…¿y la Triple A?”, Rolando Astarita nos recuerda las palabras de Duhalde cuando dijo que Perón no abrió la boca luego de la masacre de Ezeiza, que producido el golpe que derrocó a Allende Lastiri se apresuró a reconocer al nuevo gobierno, que hubo maltratos a los refugiados que cruzaban la cordillera o aterrizaban a Ezeiza (a varios de ellos se los regresó a su país) y que la Argentina se negó sistemáticamente a condenar al nuevo régimen.
Lo hemos dicho decenas de veces, hoy existe una corriente que tiende a desligar a Perón de los crímenes de Estado que tuvieron lugar durante su mandato y endilgárselos a López Rega y la dictadura que vino después, sin embargo, los hechos son incuestionables y las evidencias también.
La serie de reuniones que el mandatario argentino mantuvo con los dictadores de la región son apenas una muestra, lo mismo su postura frente a acontecimientos tan contundentes como la Masacre de Ezeiza, la creación de la Triple A, la expulsión de los diputados de la Tendencia y su discurso del 1 de mayo de 1974.
El programa de acción mancomunada contra las fuerzas subversivas en el Cono Sur de nuestro continente comenzó mucho antes del 24 de marzo de 1976, más precisamente entre octubre y noviembre de 1975, aunque se empezó a proyectar con anterioridad.
Cuando Pinochet desembarcó en Buenos Aires lo hizo a pedido de Perón, quien lo mandó llamar. El militar chileno respondió y ahí mismo quedó sellada la alianza que ya se había comenzado a constituir con Banzer a fines de 1973.
Para Eduardo Luis Duhalde, uno de los máximos exponentes de la izquierda peronista, la cumbre de Morón fue el antecedente que puso en marcha el Plan Cóndor. Pensar lo contrario sería iluso, dado que los encuentros con los dictadores de Bolivia, Uruguay Chile y Paraguay no fueron ni por asomo meras visitas protocolares.
Para nosotros esos cónclaves apuntan en ese sentido: la concreción de un vasto operativo internacional destinado a acabar con la amenaza izquierdista.
Por esos días, agentes encubiertos de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas mantenían reuniones secretas en las diferentes capitales regionales, coordinando las acciones y trazando posteriormente los planes.
En su artículo “Argentina. 24 de marzo…¿y la Triple A?”, Rolando Astarita nos recuerda las palabras de Duhalde cuando dijo que Perón no abrió la boca luego de la masacre de Ezeiza, que producido el golpe que derrocó a Allende Lastiri se apresuró a reconocer al nuevo gobierno, que hubo maltratos a los refugiados que cruzaban la cordillera o aterrizaban a Ezeiza (a varios de ellos se los regresó a su país) y que la Argentina se negó sistemáticamente a condenar al nuevo régimen.
Agreguemos la postura de
Perón ante gobiernos de derecha en América Latina. Cuando el golpe contra
Allende, el gobierno de Lastiri reconoció inmediatamente a la dictadura de
Pinochet, y hubo maltrato a refugiados que llegaban a Ezeiza. Perón no abrió la
boca. En mayo de 1974 Perón recibió a Pinochet y le dio su apoyo. Según Eduardo
Luis Duhalde este encuentro, lejos de ser protocolar, fue un antecedente del
plan Cóndor. En las Naciones Unidas Argentina fue uno de los pocos países que
rechazaron proyectos de condena a la violación de los derechos humanos en Chile
en las Asambleas Generales de 1974 y 1975. El 30 de septiembre fue asesinado en
Buenos Aires el general chileno Carlos Prats, refugiado en Argentina. En 1975
el gobierno de Isabel condecoró a Pinochet con la Gran Cruz de la Orden de Mayo
al Mérito Militar. Por otra parte, el gobierno de Perón también tuvo una
actitud de colaboración con la dictadura de Stroessner, de Paraguay; con la de
Bordaberry, de Uruguay; y de Banzer, de Bolivia. El sistema Cóndor nació a
fines de 1975, con activa participación argentina.
Todas estas cuestiones
deberían entrar en los ejercicios de la Memoria, y en los reclamos de justicia
y castigo de los genocidas. Sin embargo, amplios sectores del progresismo
bienpensante evitan ahondar en esta historia, y en especial en las responsabilidades
de Perón. Además, cuando se planteó, hace unos años, investigar su
participación en la creación de la Triple A, la dirigencia sindical puso el
veto: “no jodan con Perón”. Desde entonces el tema se ha convertido en absoluto
tabú. Por eso, cuando en los documentos ad usum se menciona el terrorismo de
derecha previo al golpe, no se menta siquiera lo que hicieron los gobiernos
peronistas, entre 1973 y 1976, amparando ese terrorismo. O sea, se trata de
“Memoria” en dosis limitadas. De ahí que, frente a tanta hipocresía (¿no les da
un poquito de náuseas?), necesitamos contar esta vieja historia. Hay que
decirlo con todas las letras: cuando volvió al país Perón se rodeó de un montón
de fachos asesinos con el fin de atacar y aniquilar a la vanguardia obrera y a
la izquierda. Lo cual no impidió que el Partido Comunista y la izquierda
nacional y popular votaran, en 1973, alegremente por Perón. Esto es, por el
equipo conformado por los López Rega, Lastiri, Osinde, Lorenzo Miguel, Norma
Kennedy, Yessi, Villar, Victorio Calabró, Brito Lima, Giovenco y similares.
Más, por supuesto, Isabelita. Todo con el cuento de la “liberación nacional”.
¿Será por esto que se sigue tapando toda esta inmundicia? ¿O es que estos
recuerdos echan demasiado vinagre en el menjunje de la unidad patriótica?12
A la indignación de los sectores de izquierda que, dicho sea de paso, desde el retorno de la democracia en 1983 mantuvieron un silencio cómplice con respecto a Perón, sumamos las afirmaciones de Sergio Bufano, quien asegura que desde febrero de 1974, es decir, menos de tres meses después de la visita de Banzer, tuvieron lugar en Buenos Aires una serie de reuniones con oficiales de Inteligencia13 de diferentes naciones, cuyo objetivo era coordinar las acciones. Confirma con ello la versión del Dr. Cossio.
Resultado de las mismas fueron los asesinatos del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, el 30 de septiembre de 1974 y el atentado contra Bernardo Leighton en Roma, así como el arresto y la deportación de numerosos exiliados.
Gral. Carlos Prats |
En
cuanto al primero de esos casos (que veremos en detalle en capítulos
posteriores), el general chileno había salido al cine con un matrimonio
amigo. De regreso en su domicilio, sito en Malabia 3359, descendió
de su Fiat 125 patente C-949.958 y se dirigió al portón para introducir
el auto en el garaje, en tanto su mujer permanecía sentada en el
interior del vehículo.
Era el domingo 30 de septiembre de 1974 y venían de pasar el día en una quinta de las afueras de Buenos Aires.
Justo cuando Prats llegaba al portón, el coche voló en pedazos esparciendo sus restos varios metros a la redonda, incluyendo el 4º y 5º piso del edificio. Los cuerpos carbonizados quedaron espantosamente mutilados, el del marido sobre la vereda y el de su esposa en el interior del rodado, sin piernas y sin el brazo derecho.
Cuando los empleados del a estación de servicio situada en Malabia y Av. Libertador llegaron al lugar, tomaron al militar de los brazos y lo alejaron de las llamas, comprobando que había fallecido. Justo en se momento repararon en una camioneta que a gran velocidad, retrocedió marcha atrás hasta la calle Seguí por la que huyeron en dirección norte.
Varios años después, Sofía Prats, que fue alcaldesa de la comuna de Hechurala en el año 2000, especulaba sin prueba alguna con que Pinochet aguardó que Perón muriera para ordenar el atentado contra su padre. Es más, con sus deducciones no hizo más que enredar la causa y confundir a la opinión pública. Perón falleció el 1 de julio cuando el Plan estaba en pleno proceso de gestación y agentes de inteligencia locales y extranjeros hacían inteligencia, siguiendo los movimientos del matrimonio Prats, de ahí que sus conclusiones resulten apresuradas.
Desde hacía meses, estando Perón en el poder, elementos de la CIA, el SIDE y la DINA14, tomaban minuciosa nota de horarios, hábitos, personas y recorridos. Se dijo que la bomba fue colocada por el agente norteamericano Michael Townley, quien tendrá participación en el atentado contra Orlando Letelier dos años después en Washington, pero circulan rumores que en realidad el ataque fue perpetrado por personal argentino a sus órdenes.
Bernardo Leighton había sido ministro de Trabajo en su país, desde marzo de 1937 a marzo del año siguiente; diputado (1945-1949), ministro de Educación Pública del presidente Gabriel González Videla (1950-1952), del Interior durante el mandato de Eduardo Frei Montalva (1963-1968) y nuevamente diputado desde 1969 a 1973. Había criticado el golpe de Estado del general Pinochet y por esa razón debió exiliarse en Italia.
El lunes 6 de octubre de 1975, a las 20:20 hora local, fue atacado a tiros cuando ingresaba junto a su esposa, Ana María Fresno Ovalle, en el apartamento que ocupaba en un barrio de la ciudad. Los autores del atentado fueron elementos neofascistas locales encabezados por el tristemente célebre Stefano Delle Chiae, militante de la Triple A que había estado presente en Ezeiza el día de la masacre. Del mismo tomaron parte el norteamericano Michael Townley y el agente cubano de la CIA Virgilio Paz Romero. Tanto Leigthon como su esposa resultaron heridos pero lograron sobrevivir.
El 25 de noviembre de 1975, cuatro efectivos de Coordinación Federal, derribaron a patadas la puerta del apartamento que Roberto Pizarro y su esposa Alicia Gariazzo ocupaban en Caballito, cerca de Plaza Irlanda. Pizarro era hijo de uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile y por esa razón estaba bajo la lupa del gobierno de Pinochet.
Los agentes irrumpieron violentamente y después de revolver todo se llevaron a ambos detenidos. Fueron conducidos al Departamento Central de Policía, sobre la Av. Belgrano, para ser arrojados a un calabozo y quedar incomunicados durante diez días, solo alimentados a pan y agua. En el interín, soportaron interrogatorios, golpes y torturas.
Cuando el detenido preguntó las causas de su arresto, los policías le dijeron que la DINA los estaba buscando.
Después de sufrir todo tipo de apremios, los Pizarro fueron introducidos en un caminón-calular y trasladados a la tenebrosa cárcel de Villa Devoto, donde permanecieron encerrados por espacio de un año. Sus dos hijos de 7 y 5 años quedaron abandonados en la vivienda hasta que alguien se hizo cargo de ellos.
Si se salvaron de ser ejecutados fue porque compartieron la prisión con dos ciudadanos británicos por los cuales la embajada de su país había intervenido. Ellos fueron quienes alertaron sobre su suerte y el destino que les esperaba, razón por la cual, se iniciaron gestiones para obtener su liberación y posterior extradición. Diecinueve años después, el “siempre listo” Martín Balza les pidió disculpas por lo sucedido.
El 18 de abril de aquel mismo año, Pinochet visitó nuevamente la Argentina y como en mayo del año anterior, fue recibido en la Base Aérea Militar de Morón por una María Estela Martínez de Perón que desde hacía diez meses regía los destinos de la nación.
Era el domingo 30 de septiembre de 1974 y venían de pasar el día en una quinta de las afueras de Buenos Aires.
Justo cuando Prats llegaba al portón, el coche voló en pedazos esparciendo sus restos varios metros a la redonda, incluyendo el 4º y 5º piso del edificio. Los cuerpos carbonizados quedaron espantosamente mutilados, el del marido sobre la vereda y el de su esposa en el interior del rodado, sin piernas y sin el brazo derecho.
Cuando los empleados del a estación de servicio situada en Malabia y Av. Libertador llegaron al lugar, tomaron al militar de los brazos y lo alejaron de las llamas, comprobando que había fallecido. Justo en se momento repararon en una camioneta que a gran velocidad, retrocedió marcha atrás hasta la calle Seguí por la que huyeron en dirección norte.
Varios años después, Sofía Prats, que fue alcaldesa de la comuna de Hechurala en el año 2000, especulaba sin prueba alguna con que Pinochet aguardó que Perón muriera para ordenar el atentado contra su padre. Es más, con sus deducciones no hizo más que enredar la causa y confundir a la opinión pública. Perón falleció el 1 de julio cuando el Plan estaba en pleno proceso de gestación y agentes de inteligencia locales y extranjeros hacían inteligencia, siguiendo los movimientos del matrimonio Prats, de ahí que sus conclusiones resulten apresuradas.
Desde hacía meses, estando Perón en el poder, elementos de la CIA, el SIDE y la DINA14, tomaban minuciosa nota de horarios, hábitos, personas y recorridos. Se dijo que la bomba fue colocada por el agente norteamericano Michael Townley, quien tendrá participación en el atentado contra Orlando Letelier dos años después en Washington, pero circulan rumores que en realidad el ataque fue perpetrado por personal argentino a sus órdenes.
Bernardo Leighton había sido ministro de Trabajo en su país, desde marzo de 1937 a marzo del año siguiente; diputado (1945-1949), ministro de Educación Pública del presidente Gabriel González Videla (1950-1952), del Interior durante el mandato de Eduardo Frei Montalva (1963-1968) y nuevamente diputado desde 1969 a 1973. Había criticado el golpe de Estado del general Pinochet y por esa razón debió exiliarse en Italia.
El lunes 6 de octubre de 1975, a las 20:20 hora local, fue atacado a tiros cuando ingresaba junto a su esposa, Ana María Fresno Ovalle, en el apartamento que ocupaba en un barrio de la ciudad. Los autores del atentado fueron elementos neofascistas locales encabezados por el tristemente célebre Stefano Delle Chiae, militante de la Triple A que había estado presente en Ezeiza el día de la masacre. Del mismo tomaron parte el norteamericano Michael Townley y el agente cubano de la CIA Virgilio Paz Romero. Tanto Leigthon como su esposa resultaron heridos pero lograron sobrevivir.
El 25 de noviembre de 1975, cuatro efectivos de Coordinación Federal, derribaron a patadas la puerta del apartamento que Roberto Pizarro y su esposa Alicia Gariazzo ocupaban en Caballito, cerca de Plaza Irlanda. Pizarro era hijo de uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile y por esa razón estaba bajo la lupa del gobierno de Pinochet.
Los agentes irrumpieron violentamente y después de revolver todo se llevaron a ambos detenidos. Fueron conducidos al Departamento Central de Policía, sobre la Av. Belgrano, para ser arrojados a un calabozo y quedar incomunicados durante diez días, solo alimentados a pan y agua. En el interín, soportaron interrogatorios, golpes y torturas.
Cuando el detenido preguntó las causas de su arresto, los policías le dijeron que la DINA los estaba buscando.
Después de sufrir todo tipo de apremios, los Pizarro fueron introducidos en un caminón-calular y trasladados a la tenebrosa cárcel de Villa Devoto, donde permanecieron encerrados por espacio de un año. Sus dos hijos de 7 y 5 años quedaron abandonados en la vivienda hasta que alguien se hizo cargo de ellos.
Si se salvaron de ser ejecutados fue porque compartieron la prisión con dos ciudadanos británicos por los cuales la embajada de su país había intervenido. Ellos fueron quienes alertaron sobre su suerte y el destino que les esperaba, razón por la cual, se iniciaron gestiones para obtener su liberación y posterior extradición. Diecinueve años después, el “siempre listo” Martín Balza les pidió disculpas por lo sucedido.
El 18 de abril de aquel mismo año, Pinochet visitó nuevamente la Argentina y como en mayo del año anterior, fue recibido en la Base Aérea Militar de Morón por una María Estela Martínez de Perón que desde hacía diez meses regía los destinos de la nación.
El cuerpo del general Prats yace horriblemente mutilado sobre la vereda de la calle Malabia |
Como
en aquella ocasión, llegó en un vuelo de Lan-Chile y tras firmar una
serie de acuerdos protocolares, se reunió a solas con la presidenta y
otros funcionarios donde manifestaron su preocupación por la creciente
escalada terrorista, acordando formas de conjuntas de combate. Era la
ratificación de lo hablado un año antes en ese mismo lugar, cuando Perón
ocupaba la presidencia.
A
los chilenos les inquietaba el accionar subversivo en la provincia de
Tucumán y su posible ramificación por el noroeste argentino por lo que a
principios de ese mes el canciller Vignes había viajado a Santiago con
el objeto de formalizar la visita y preparar una agenda. Vignes
condecoró al canciller Patricio Carvajal entregándole la Orden del
Libertador y trabajó en el bosquejo de la declaración conjunta de ambos
presidentes. Isabel Perón y Pinochet, la suscribieron en Morón, donde
además ratificaron los derechos soberanos de ambos países en la
Antártida, expresaron su mutua voluntad de mejorar las condiciones de
transporte por el estrecho de Magallanes, interconectar los sistemas
nacionales de telecomunicación, constituir empresas binacionales,
estimular el turismo y llegar a acuerdos con respecto al gas. Pero lo
más importante fue, sin duda, el pacto de seguridad e inteligencia
establecido entre ambos regímenes. Era imperioso actuar en forma
sincronizada y de esa manera frenar la acometida subversiva a ambos
lados de la cordillera, algo que se había acordado de palabra en la
reunión del año anterior.
Como explica el fiscal Pablo Ouviña del Tribunal Oral Federal 1 que entendió en la causa del Plan Cóndor, tras los golpes de Estado de Chile y Uruguay en 1973, los exiliados creyeron que la Argentina era el último refugio disponible en el continente y hacia allí emigraron cientos, por no decir miles de personas, sin percatarse de que se dirigían a una trampa. Que un gobierno sea electo no significa que fuese una democracia y en ese sentido, el peronismo no lo era por lo que a decir de Ouviña, nuestro país se convirtió en una gran prisión, una celada.
Los vínculos entre los estados totalitarios, las dictaduras militares entre las cuales se encontraba el régimen justicialista, comenzaron en 1973 y se fortalecieron el 28 de noviembre de 1975 con la firma del acta constitutiva del Plan Cóndor. El acontecimiento tuvo lugar durante un encuentro secreto de tres días que se desarrolló en la capital chilena.
Sigue diciendo Ouviña que en marzo de 1976 "comenzó la etapa madura del plan", porque el golpe de Estado en Argentina favoreció su consolidación. Fue cuando Brasil se incorporó formalmente y comenzaron a prepararse "grupos ejecutores" para intervenir fuera del Cono Sur.
Desde su establecimiento, la base del operativo fue Santiago de Chile pero a fines de 1976 la misma se trasladó a Buenos Aires, desde donde se coordinaron las acciones y se le dio mayor vigor al movimiento. En 1978 ingresaron Perú y Ecuador, completando el bloque continental que ya formaban la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay15, bajo supervisión directa de la CIA.
Como explica el fiscal Pablo Ouviña del Tribunal Oral Federal 1 que entendió en la causa del Plan Cóndor, tras los golpes de Estado de Chile y Uruguay en 1973, los exiliados creyeron que la Argentina era el último refugio disponible en el continente y hacia allí emigraron cientos, por no decir miles de personas, sin percatarse de que se dirigían a una trampa. Que un gobierno sea electo no significa que fuese una democracia y en ese sentido, el peronismo no lo era por lo que a decir de Ouviña, nuestro país se convirtió en una gran prisión, una celada.
Los vínculos entre los estados totalitarios, las dictaduras militares entre las cuales se encontraba el régimen justicialista, comenzaron en 1973 y se fortalecieron el 28 de noviembre de 1975 con la firma del acta constitutiva del Plan Cóndor. El acontecimiento tuvo lugar durante un encuentro secreto de tres días que se desarrolló en la capital chilena.
Sigue diciendo Ouviña que en marzo de 1976 "comenzó la etapa madura del plan", porque el golpe de Estado en Argentina favoreció su consolidación. Fue cuando Brasil se incorporó formalmente y comenzaron a prepararse "grupos ejecutores" para intervenir fuera del Cono Sur.
Desde su establecimiento, la base del operativo fue Santiago de Chile pero a fines de 1976 la misma se trasladó a Buenos Aires, desde donde se coordinaron las acciones y se le dio mayor vigor al movimiento. En 1978 ingresaron Perú y Ecuador, completando el bloque continental que ya formaban la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay15, bajo supervisión directa de la CIA.
Imágenes
Perón con Banzer en noviembre de 1973 |
Con Bordaberry y su familia durante su viaje a Montevideo. Tres días antes se había reunido con Banzer en Buenos Aires (Imagen: Uruguay. Visión Marítima) |
El encuentro con Pinochet en Morón. Que la izquierda peronista desmienta esto (Imagen: "La Razón") |
Y mientras ellos dialogaban en Chile ocurría esto |
Y esto |
Y esto |
Visitando a Stroessner en Paraguay |
Luego de recibir el collar "Francisco Solano López" Stroessner
lo nombre teniente general honorario del Ejército paraguayo (Imagen: "La Nación") |
Frente al panteón de los Héroes del Paraguay el intendente de Asunción ne entrega las llaves de la ciudad y lo nombra "ciudadano ilustre" (Imagen: "La Nación") |
Visita al Parlamento y la Corte Suprema de Justicia (Imagen: "La Nación") |
Despedida. Perón emprende el regreso |
Día de la armada. Perón pasa revista a las tropas de la Fuerza Aérea formadas en el Aeroparque Metropolitano antes de viajar a Puerto Belgrano (Imagen: "La Nación") |
Perón recibe al embajador italiano y anuncia un próximo viaje a la península (Imagen: "La Nación") |
Así quedó el automóvil del general Prats luego del atentado |
Fotografía tomada desde lo alto. El cuerpo del militar chileno yace en la vereda, el de su esposa se encuentra dentro del vehículo, completamente destrozado |
Edmur Pericles Camargo, ciudadano brasilero. Fue arrestado por la policía aeroportuaria argentina en Ezeiza y no se lo volvió a ver. En Brasil señalan fechas diferentes para su secuestro |
Bernardo Leigthon víctima de un atentado en Roma. A la der. Stefano Delle Chiaie |
Junio de 1974. Franco concede a Isabel Perón la Cruz de Isabel la Católica, máxima distinción del gobierno español (Imagen: "La Nación") |
Pinochet y Banzer tras la firma del Acuerdo de Charaña (Febrero de 1975) |
Abril de 1975. Pinochet regresa a la Argentina En la imagen junto a Isabel Perón en la Base Aérea de Morón |
Mienten los montoneros cuando afirman que ambos mandatarios pidieron la reunión. La misma se realizó a solicitud de Perón |
Hans Ulrich Rudel y su familia visitan a Perón en Gaspar Campos ¿Cómo explican la Tendencia y el peronismo estas imágenes? ¿Seguirán insistiendo con la fábula de López Rega? |
Otra junto al as nazi de la Luftwaffe |
Notas
1 Facundo
Aguirre, “El día que se juntaron Pinochet y Perón”, La Verdad Obrera, 12 de
septiembre de 2013 (http://pts.org.ar/El-dia-que-se-juntaron-Pinochet-y-Peron).
2 Sergio
Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., pp. 343-344.
3 “La
Razón, “La Nación”, sábado 18 de mayo de 1974.
4 “La
Tercera” de Chile, 17 de mayo de 1974; “La Razón”, Bs. As., 18 de mayo de 1974
(primera plana).
5 Ídem.
6 Sergio
Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., p. 344 (nota al pie). Citan a Mariano
Caucino, Infobae, 01/07/2014.
7 Alberto
N. Manfredi (h), Perón y la Tercera
Posición. El IV Reich en la Argentina
Loris
Zanatta, Loris Zanatta, La Internacional
Justicialista. Auge y ocaso de los sueños imperiales de Perón,
Sudamericana, Buenos Aires, 2013.
8 Acervo -
Mortos e Desaparecidos Políticos. Ficha descriptiva: Joaquim Pires Cerveira,
Procedimiento administrativo CEMDP 064/96, Brasil. Secretaria Especial dos
Direitos Humanos. Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos Políticos.Direito
à verdade e à memória: Comissão Especial sobre Mortos e Desaparecidos. 1ª
Edição. Brasília: Secretaria Especial dos Direitos Humanos, 2007.
9 Bufano y
Laura Teixidó, op. Cit., p. 340-341.
10 Pedro
Ramón Corrio y Carlos A. Seara Perón.
Testimonios médicos y vivencias (1973-1974), Lumen.
Publicado 27th June 2016 por Alberto N. Manfredi (h)