MINISTRO DE INDUSTRIA
El
20 de enero de 1961, John Fitzgerakd Kennedy asumió la presidencia de los
Estados Unidos, tras imponerse, por estrecho margen, en las elecciones del 8 de
noviembre del año anterior. La ceremonia de asunción fue fastuosa, como suele
ocurrir en esos casos, con la familia presidencial -especialmente su dominante
padre-, exultante en el palco de honor y la ciudadanía dando mayor realce al
evento.
Ese
fue el día que el flamante mandatario pronuncio su célebre frase: “No
preguntes lo que el país puede hacer por tí, pregúntate qué es lo que tú puedes
hacer puedes por tu país”, repetida
hasta el hartazgo en cuanta documental, película, texto o folleto se edita al
conmemorarse su asesinato, evocar su gobierno, referirse a su clan familiar o
hacer alusión a la Guerra Fría y la historia del siglo XX.
El mundo intuía que el nuevo mandatario se proponía
endurecer la postura de su país con respecto a Cuba y que tenía planes a corto
plazo para ella, libres sus manos después que su antecesor rompiera las
relaciones diplomáticas con la isla caribeña, apenas diecisiete días antes.
La Habana estaba alerta y se preparaba para recibir el
golpe. En vista de ello, se habían adoptado una serie de medidas tendientes a
contrarrestar cualquier intento de agresión. Se decretó la movilización
general, se puso en estado de alerta máxima a las fuerzas armadas y se prohibió
el tránsito por las playas e incluso avenidas costaneras, incluyendo el puerto
y el Malecón. Al mismo tiempo, se emplazaron piezas de artillería y baterías
antiaéreas a lo largo de toda la costa y se incrementaron al máximo los
sistemas de vigilancia.
Los servicios de inteligencia cubanos estaban en permanente
estado de alerta y coincidían unánimemente en que los Estados Unidos preparaban
un ataque. Eso no impidió que el 2 de enero de 1961 se organizara una
desafiante parada militar, para conmemorar el segundo aniversario de la
revolución. A la vista de Fidel, el Che y los altos mandatarios del gobierno,
el Ejército Rebelde desfiló marcialmente por la Plaza Martí, luciendo sus
impecables uniformes verde olivo y sosteniendo sus armas con firmeza, seguido
por las milicias populares, con su típica indumentaria azul e inmediatamente después,
por tanques, camiones y jeeps –la mayoría arrastrando cañones- de procedencia soviética.
Castro bramó ese día.
De un pasado en que la vida era una vergüenza, de un pasado
en que la vida era sin esperanza, la Revolución ha llevado al país a un minuto
en que se siente como una gran honra ser hijo de esta nación.
Inmediatamente después, ordenó a la embajada de los Estados
Unidos, reducir su personal de sesenta y cinco miembros a dieciocho, el mismo
número que poseía la de Cuba en Washington a lo que Eisenhower respondió con la
ruptura de relaciones, según se ha dicho.
Pese a la latente amenaza, nada impidió que el proceso
revolucionario siguiese su curso.
A dos meses de su regreso, Fidel Castro le comunicó al Che
que había decidido ponerlo al frente del Ministerio de Industria, uno de los
tantos organismos centrales que el gobierno acababa de crear. El anuncio se
hizo el 22 de febrero y la noticia se dio a conocer ese mismo día, tanto en los
medios gráficos como en radio y televisión.
No era el primer argentino en ocupar cargos de alta
jerarquía en el extranjero y en procesos revolucionarios de proyección global.
Hemos referido anteriormente, que veintiocho años antes, el porteño Walter
Oscar Ricardo Darré había desempeñado las funciones de ministro de Agricultura
y Abastecimiento del III Reich, jefe del Departamento de la Raza y Reasentamiento
de las SS y que como teórico racial y rural, había impulsado la reforma agraria
nazi. Por otra parte, Benigno Benjamín Villanueva había estado al frente de la
caballería del zar durante la guerra de Crimea y Afganistán, el almirante
Manuel Blanco Encalada fue el primer presidente de Chile y San Martín la
primera autoridad del Perú independiente, solo por mencionar a algunos. Pero su
llegada al nuevo cargo, proyectó aún más su figura y la colocó casi a la par
del mismísimo Castro, que parecía confiar cada vez más en él.
John F. Kennedy asume la presidencia de EE.UU. |
Al día siguiente, el Che se dispuso a asumir sus funciones.
Se presentó en la sede del INRA y ante la concurrencia allí reunida, renunció a
la presidencia del Banco Nacional. Aplausos y vivas a la revolución de por
medio, repitió la misma fórmula que en aquella oportunidad, cuando se hizo
cargo de la entidad reguladora: compromiso con el trabajo, cumplimiento de las
leyes y castigo a los transgresores.
Dos días después, el 24 de febrero, salió de su casa,
abordó su automóvil y partió con destino al ministerio. Esa mañana se levantó a
las 08.30, desayunó frugalmente y se despidió cariñosamente de Aleida y la
pequeña y salió a la calle.
Hasta el día anterior, su rutina había sido la misma. Salía
por la calle 18, giraba a la izquierda por la avenida residencial, avanzaba
hasta el boulevard de la Avenida 5ª y ahí doblaba a la derecha, para dejar a un
lado el edificio de la Seguridad del Estado y seguir por el túnel, debajo del
río Almendares, hasta el Malecón. Una vez ahí, tomaba la costanera y bordeaba
el mar hasta el Banco Nacional. Ahora que era ministro la cosa era diferente.
Aquella nueva jornada en la que comenzaba sus nuevas
funciones, el Che pensó tomar otra ruta, en dirección a la Plaza de la
Revolución y de ahí hasta el INRA.
A poco de ganar la calle, desconocidos apostados detrás de
unos setos, frente a su casa, abrieron fuego contra él. Aleida con la niña en
sus brazos corrió a refugiarse bajo la escalera, seguida por la joven niñera
Sofía Gato; mientras afuera resonaban los estampidos.
La versión oficial dice que los agresores intentaban matar
a un alto militar rebelde que vivía cerca, de apellido Salinas, quien justo en
ese momento pasaba en su coche por el lugar. La investigación arrojó como
resultado que había sido “un asunto de polleras” (así lo aseguró Oscar
Fernández Mell, que vivía en la casa del Che) y de ahí no pasó.
Pero la verdad parece haber sido otra.
Al empezar los disparos, los custodios del Che abrieron
fuego y alcanzaron a uno de los atacantes. Según el relato de la niñera, cuatro
o cinco hombres de barba aguardaban el paso de Salinas al otro lado de la calle
y lo abatieron cuando este se puso a tiro. El gobierno, sin embargo, intentó
ocultar los hechos y como no lo logró, se encargó de difundir la versión del drama
pasional.
Lo cierto es que aquellos hombres intentaban asesinar al
Che y que pertenecían a las guerrillas contrarrevolucionarias que se oponían a
la injerencia soviética en Cuba, acusando al argentino de ser el principal
responsable.
A partir de ese día, el flamante ministro de Industria
redobló su custodia y comenzó a circular con una caja de granadas en su
automóvil, además de cambiar su itinerario a diario y adoptar otras medidas
como revisar exhaustivamente a quienes acudían a la sede del Ministerio eran y
apostar guardias en torno a su domicilio.
Mientras tanto, la fuga de personalidades seguía. José
Pardo Llada logró escapar a Miami y numerosas personas fueron detenidas.
La designación del Che al frente de la cartera de Industria
parecía coincidir con las agoreras conclusiones de René Dumont, en el sentido
que la economía local estaba fracasando por varios motivos, el principal, la
reforma agraria, puesta en manos ineficaces, el fracaso de las cooperativas y
la incipiente caída del consumo. Eso provocó escasez de productos y un marcado
debilitamiento de la moneda.
Lo primero que hizo el Che, fue proponer un plan
quinquenal, al mejor estilo peronista o stalinista, apuntando principalmente a
la industria pesada y la liviana, la primera financiada a través de créditos
internacionales y la segunda por el esfuerzo propio. Habló de plantas
siderúrgicas, de producción de acero, de explotación minera y de petróleo y
mientras lo hacía, los entendidos se preguntaban de donde sacaría Cuba los
recursos para ello si los créditos llegaban a fracasar. De la producción
azucarera, nada dijo de momento, como tampoco de los otros baluartes de la
economía nacional como el café y el tabaco.
El próximo quinquenio será el de la
industrialización de Cuba. Queremos montar, en forma paralela, una industria
ligera y una industria pesada. La primera será producto de nuestro esfuerzo; la
segunda, la crearemos gracias a los créditos y ayudas de los países
socialistas, minas, siderurgia, petróleo y altos hornos. La Junta Central de
Planificación (JUCEPLAN) establecerá programas que tendrán fuerza de ley. La
industrialización es uno de los grandes objetivos del Gobierno revolucionario.
A diferencia del imperialismo yanki, los países socialistas no se contentan con
ofrecernos créditos para que podamos comprar maquinarias; nos las venden para
que podamos fabricar luego nuestras propias máquinas.
……………………………………………………………………………………...
Nuestro objetivo más importante, por el momento, es
la defensa de nuestra reserva de divisas. Es probable que se debilite aún un
poco pero se recuperará hacia mediados de enero de 1960. Hemos frenado nuestras
importaciones. Hay que restringirlas más aún. Esperamos una recuperación de la
cotización del azúcar en el mercado internacional, para utilizar buena parte de
las divisas en tareas de industrialización1.
Una
de las primeras medidas que adoptó el Che Guevara para potenciar la producción
nacional fueron las jornadas de trabajo voluntario basado principalmente en la
“propiedad socialista” que surgió tras la ola de expropiaciones.
Para
él, la incorporación masiva de trabajadores en todas las áreas de la economía
nacional era algo imperioso, porque de esa manera se creaba una “conciencia
socialista” y sobre todo, se daba impulso a la participación obrera en la
industria y la campesina en las zonas rurales.
El
trabajo voluntario debía propender a la formación del individuo y para ello,
era necesario imponer un estricto código disciplinario y tomar conciencia que
el mismo se aplicaría con rigor espartano. Las jornadas tendrían lugar en las
horas de libres, durante los días de descanso reglamentario, fuera de la
jornada laboral habitual y no tendrían retribución pecuniaria.
Era
Dracón, o la personificación de Licurgo en combinación con Sila.
El
Che hizo de la Revolución su campo experimental y allí puso en práctica sus
ideas de comunismo extremo.
Jornadas de trabajo voluntario |
La
primera vez que practicó el trabajo voluntario fue el 22 de noviembre de 1959,
cuando se ofreció para colaborar en la construcción de la Escuela “Camilo
Cienfuegos”, en la provincia de Oriente, pero ahora estaba dispuesto a predicar
con el ejemplo.
Para
trabajar en su organización, reunió un equipo de entendidos integrado por
Orlando Borrego, el comandante Manuel Fajardo (“Piti”), Wilfredo de la O,
Carlos Rafael Rodríguez y él en persona, quienes ya habían abordado el asunto
en 1959.
Una
de las primeras ocasiones en que se lo vio participar personalmente, fue en el
Reparto José Martí, barrio obrero de la capital, durante la construcción de
viviendas funcionales en reemplazo de las destartaladas edificaciones del lugar2.
Y a partir de ese momento, ya fuera en fábricas, campos, talleres, plantaciones
y obras públicas, se lo solía ver abocado a la tarea, siempre durante las horas
asignados al descanso obligatorio, a veces empuñando el pico y la pala, otras
el machete y la hoz e incluso manejando un tractor o arrastrando una carretilla
junto a simples obreros.
Fidel
Castro aprobó esas medidas y hasta se sumó a ellas, tomando parte en la zafra y
en la cosecha, al igual que otros altos funcionarios del gobierno.
El trabajo voluntario es la expresión genuina de la actitud
comunista ante el trabajo, en una sociedad donde los medios fundamentales de
producción son de propiedad social; es el ejemplo de los hombres que aman la
causa de los proletarios y que sub ordinan a esa causa los momentos de recreo y
de descanso para cumplir abnegadamente con las tareas de la revolución.
El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia,
es el esfuerzo realizado por la sociedad y para la sociedad como un aporte
individual y colectivo, y va formando esa alta conciencia que nos permite
acelerar el proceso del tránsito hacia el comunismo3.
Al
capitalismo despiadado, el Che Guevara contrapuso el comunismo extremo; al
ultramercantilismo de occidente, el peso agobiante de una economía estatista y
dirigista, al monetarismo frío y calculador, el corporativismo irreflexivo en
manos inadecuadas, como acertadamente señaló René Dupont. Así intentó salir del
aislamiento en el que la estaban dejando sus hermanas del continente y superar
una crisis que amenazaba descalabrarlo todo.
Fue
las bases del Sistema Presupuestario de Financiamiento que implementaría
rigurosamente entre 1963 y 1964, según su decir, una coherente adaptación a las
necesidades de la isla. De esa manera, pudo guiar, al menos por un tiempo, el
rol de la banca y las empresas, tomando como base la autogestión financiera
soviética, que potenció con la puesta en práctica de la ley del valor en las
economías de tránsito, al sustituir el sistema capitalista por el socialista.
Por
otra parte, favoreció el otorgamiento de créditos bancarios sin intereses,
asignados por el presupuesto a las empresas, por no existir relación de crédito
en esas operaciones. De ese modo, al recibir el capital, se lo ponía a producir
y lo manufacturado se entregaba al Estado para que lo distribuyera equitativa y
racionadamente entre la población4.
Esas
eran las perspectivas para Cuba y su pueblo cuando la tan temida crisis estalló
como un volcán
Imágenes
El ejército rebelde desfila en La Habana (2 de enero de 1961) |
Otra vista del desfile (2 de enero de 1961) |
Fidel Castro, Dorticós y el Che durante el desfile del 2 de enero de 1961 |
Manejando un tractor |
A punto de dirigir la palabra a trabajadores y milicianos |
Fidel Castro en la zafra |
Embolsando productos agrícolas |
Otra toma el mismo día |
Trabajando en la construcción |
Fidel también participa |
Cortando cañas |
Construyendo viviendas |
Fidel corta caña y habla |
Cumpliendo su turno en la Fábrica Nº 1 "Luis Millán" |
A la par de los obreros |
En un depósito del sector portuario |
Notas
1 Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, El Che en la Revolución cubana (1955.1966), Instituto del Libro, p.
77 y ss
2 Víctor
Pérez Galdós, “Che Guevara: un símbolo del trabajo voluntario en Cuba”, Radio Rebelde, 22 de
noviembre de 2014, (http://www.radiorebelde.cu/especiales/che/che-guevara-simbolo-trabajo-voluntario-cuba-20141122/).
3 Ernesto “Che”
Guevara, El socialismo y el hombre nuevo,
Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1977, p. 85
4 Sobre las teorías
económicas del Che ver: Marcelo Luna, Ernesto
“Che” Guevara economista,
https://bibliotecanacionandaluzasevillafiles.wordpress.com/2008/09/ernesto-che-guevara-economista.pdf
Publicado 31st August 2014 por Alberto N. Manfredi (h)