ASESINATO DE SALLUSTRO. MUERTE DEL GENERAL SÁNCHEZ
La ciudadanía seguía con atención el desarrollo de los
acontecimientos cuando una nueva noticia hizo estremecer nuevamente al país. A
las 9:30 del lunes 10 de abril, grupos terroristas asesinaron en la ciudad de
Rosario al general Juan Carlos Sánchez, comandante del II Cuerpo de Ejército,
en momentos en que se dirigía a la ciudad de Santa Fe para efectuar una visita
de inspección.
Las líneas telefónicas se saturaron y las rotativas
comenzaron a rodar aceleradamente para lanzar ediciones especiales en tanto las
cadenas de radio y televisión enviaban a sus representantes para cubrir la
novedad.
La Operación Sonia Segunda fue planificada por la conducción
del ERP y las FAR de manera conjunta. La misma fue sometida a un largo proceso
de estudio y análisis pero al no lograrse un acuerdo en cuanto al modo de
proceder, es decir, si debían secuestrar al alto jefe militar para canjearlo
posteriormente por varios de sus compañeros detenidos o si directamente había
que ejecutarlo, los cabecillas decidieron someter la decisión a votación de sus
camaradas detenidos en las diferentes cárceles del país, quienes deberían
expedirse en clave, a través de las personas que fuesen a visitarlos.
La opción vencedora fue la primera.
Reunidos en el “Paraíso Perdido”, nombre en clave de su centro
de operaciones, ubicado en Crespo 680 de la ciudad de Rosario, los altos mandos
de ambas organizaciones llegaron a la conclusión de que se necesitarían no
menos de siete vehículos y una veintena de efectivos, para acometer la
operación, incluyendo una posta sanitaria, otra de sostén y una tercera de
reserva.
Las tareas de inteligencia llevaron cerca de un mes. Los insurgentes
pudieron determinar que el general no llevaba custodia y que apenas se movía en
un Ford Falcon Deluxe negro del Ejército, conducido por un chofer.
Desde el bar ubicado en la esquina de Córdoba y Ovidio Lagos
y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Litoral, los
subversivos estudiaron minuciosamente los movimientos del militar y de ese
modo, supieron como ubicar a sus cuadros y posicionar los móviles.
La mañana del 10 de abril, un Peugeot 504 blanco se detuvo a
mitad de cuadra, sobre la calle Rioja, entre Bulevard Oroño y Alvear. Lo
ocupaban tres efectivos de las FAR, armados con un fusil FAL, una escopeta a
repetición y otra similar de caño recortado. En la esquina de Rioja y Alvear,
aguardaba la camioneta Chevrolet azul con techo blanco, patente B-544688, con
otros dos combatientes en su interior, en este caso del ERP, uno de ellos
provisto de una pistola ametralladora PAM, y el otro de una calibre 11,25.
En Córdoba, casi esquina Alvear, hiz lo propio un Torino
blanco con otros tres individuos dentro, también del ERP, armados con
ametralladoras. Su misión era atacar si
el vehículo del general lograba eludir el primer cerco en Rioja y Alvear e
intentaba darse a la fuga. Inmediatamente detrás se detuvo el Fiat 1500 verde
con los efectivos de apoyo, en tanto el grupo de reserva, lo hizo en un Peugeot
504 plateado, que aguardaba Alvear, entre Rioja y Santiago, con tres cuadros de
las FAR en el interior
Del Peugeot 504 blanco se bajó el guerrillero armado con la
escopeta de caño recortado y echó a caminar hasta la mitad de cuadra, mientras
una mujer se dirigía presurosamente hacia Bulevard Oroño y Rioja.
Cuando el Fold Falcon patente C-340648, salió del domicilio
del general Sánchez, la combatiente de las FAR, Gabriela Yofre (nombre de
guerra “Mecha”), observaba desde esa última posición.
Ni bien le avisó al conductor de la Chevrolet, éste puso
primera y se cruzó en medio de la calle, intentando cerrale el paso del sedán
negro pero el suboficial ayudante Celestino Barneche, se percató de la maniobra
y logró esquivarla aunque para ello, debió disminuir la velocidad. Eso le dio
tiempo al acompañante de la camioneta a descender y abrir fuego, haciendo añicos
los vidrios delanteros del vehículo.
Al ver que Barneche había eludido el bloqueo, el Peugeot 504 blanco
se lanzó a la carrera por Alvear, llevando a uno de los guerrilleros asomado
por el techo corredizo; el sujeto apuntó con su FAL y disparó, alcanzando al
general Sánchez por la parte posterior.
El terrorista que se encontraba a pie, intentó accionar su
arma pero la misma se trabó, por lo que sin perder tiempo, corrió hacia el
Peugeot plateado de la sección de reserva y se subió rápidamente para escapar
en él.
El comandante del II Cuerpo de Ejército fue alcanzado de
lleno por los proyectiles de ambos atacantes, pereciendo al instante. Su
chofer, de 46 años, se desplomó sobre el asiento delantero y allí quedó gravemente
herido, mientras el automóvil seguía su marcha a baja velocidad, con todos sus
vidrios destrozados.
Una bala perdida del FAL perforó la estructura metálica del
kiosco de diarios y revistas ubicado en la esquina de Alvear y Córdoba y dio en
la cabeza de la señora Dora Elcira Cucco de Araya, de 41 años, quien quedó
tendida entre el piso metálico del puesto y la vereda, en medio de un charco de
sangre.
En su marcha sin control, el Ford Falcon del general Sánchez cruzó
la calle Córdoba, se subió a la vereda opuesta y pegó, sin mayores
consecuencias, contra el frente del restaurant “Nueva América”, ubicado en Alvear
794. En su huida, los tripulantes del Torino blanco pasaron a su lado y al
hacerlo, aminoraron la marcha para corroborar que el objetivo había sido
cumplido. Al ver el cuerpo sin vida del militar volvieron a acelerar y se
alejaron presurosamente por Alvear, seguidos por el Fiat 1500 y el Peugeot
celeste.
Gabriela Yofré abandonó la zona a pie, en dirección al “Paraíso Primero”; el conductor del Peugeot blanco corrió hasta la camioneta Chevrolet y después de abordarla, le dijo al conductor que tomase por Rioja para avisarles a Alejandro Gaitini Zorrilla y Jorge Emilio Reyna que el operativo había sido cumplido y por consiguiente, debían abandonar el área. Hicieron lo mismo con Briggiler, que aguardaba en el Citroen y luego continuaron hacia el Hospital Centenario1, donde tenían pensado mimetizarse entre el personal.
El auto del general Sánchez luego del atentado (Fotografía: "La Razón") |
Gabriela Yofré abandonó la zona a pie, en dirección al “Paraíso Primero”; el conductor del Peugeot blanco corrió hasta la camioneta Chevrolet y después de abordarla, le dijo al conductor que tomase por Rioja para avisarles a Alejandro Gaitini Zorrilla y Jorge Emilio Reyna que el operativo había sido cumplido y por consiguiente, debían abandonar el área. Hicieron lo mismo con Briggiler, que aguardaba en el Citroen y luego continuaron hacia el Hospital Centenario1, donde tenían pensado mimetizarse entre el personal.
Antes de llegar, se colocaron los guardapolvos grises y
blancos que llevaban en unos bolsos y así ingresaron al nosocomio, caminando con
calma hasta la Facultad de Medicina. Una vez fuera, ya en la calle Santa Fe, abordaron
un ómnibus y se alejaron sin llamar la atención.
Para entonces, Gaitini y Reyna se replegaban hacia el
“hospital de campaña” en tanto el Citroen de Briggiler se dirigía a una playa
de estacionamiento ubicada en el centro de la ciudad, donde dejó guardado el
vehículo y abordó un taxi2.
Varios testigos que se encontraban en la cercana estación de
servicio de la calle Córdoba corrieron hasta el Ford Falcon para auxiliar a sus
ocupantes, algunos de ellos portando matafuegos en tanto otras personas llamaron
a la policía para dar cuenta del hecho.
Numerosos patrulleros se hicieron presentes para interrumpir
el tránsito en Santa Fe, Córdoba, Santiago y Alvear y a las 9:36 hizo lo propio
la primera ambulancia, en la que fueron evacuados el militar y su chofer, el
primero en dirección al Hospital Centenario y el segundo al Sanatorio Parque,
distantes ambos a sólo tres cuadras del lugar3.
La señora de Araya también fue socorrida. Los paramédicos que
llegaron en la segunda ambulancia la recogieron del suelo aún con vida pero
cuando la depositaron en la camilla, notaron que su estado era crítico. Cinco
médicos se ocuparon de ella una vez en la Asistencia Pública pero nada pudieron
hacer. Sus heridas eran mortales y al cabo de cuatro horas, dejó de existir.
Minutos después de ocurrido el atentado, se hicieron presentes
autoridades militares y policiales, encabezadas por el subcomandante del II Cuerpo
de Ejército, general de brigada Elbio Leandro Amaya y el ayudante del Estado
Mayor, mayor Ángel Gómez Pola, a quienes acompañaban el jefe de la
Departamental de Rosario, comandante mayor de Gendarmería (RE) Agustín Feced,
su segundo, el comisario Ramón Basavilbaso y el delegado de la Policía Federal,
comisario Oscar Camigliano. Detrás de ellos llegó un autobomba de los bomberos
de Rosario pero al cabo de un tiempo, se retiró sin efectuar ningún
procedimiento.
Pasadas un par de horas, el Comando en Jefe del
Ejército emitió un comunicado repudiando y condenando el atentado:
El comandante en Jefe del Ejército comunica con profundo
pesar que en el día de la fecha ha sido asesinado por elementos extremistas el
señor comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, general de división, don Juan
Carlos Sánchez. Esta seria pérdida para la institución responde del mismo modo
que los episodios con que se ha querido altera la vida del país en los últimos
tiempos, a un objetivo primordial del extremismo: impedir a cualquier precio la
institucionalización del país, sin vacilar en recurrir a los más deleznables
procedimientos para agudizar la violencia y generar el caos.
La apertura del proceso político persigue por objetivo la
entrega del poder a las autoridades legítimamente emanadas de la voluntad
popular, objetivo en el que el Ejército, juntamente con las otras fuerzas
armadas, ha empeñado no solamente su voluntad sino también su propio prestigio.
Las fuerzas que se oponen a este proceso han actuado a mansalva contra una de
las principales autoridades del Ejército, creyendo que el terror sistematizado
bastará para detener el proceso de institucionalización que está y estará
impulsado por todos los comandantes, propulsores partícipes de este objetivo. En
ese sentido, el señor comandante del Segundo Cuerpo de Ejército era uno de los
hombres que con más vigor y entusiasmo bregaba para que el proceso se desarrollase
con las mayores facilidades y en la forma más amplia posible. Dando un rotundo
ejemplo de rechazo a quienes bastardamente buscan atribuir a los mandos el
deseo de perpetuarse en el poder.
El Comando en Jefe del Ejército reitera ante tan descalificable
actitud el más firme propósito de continuar en el apoyo del objetivo enunciado,
a fin de restablecer la vigencia constitucional como fundamento para la paz, el
orden y el progreso de nuestra patria.
Inmediatamente después, el II Cuerpo de Ejército emitió
otros tres comunicados, rubricados por el general Elbio Leandro Anaya,
reemplazante del occiso al frente de su comandancia:
Nº
1
Se
pone en conocimiento de la población en general que a partir de este momento,
fuerzas del Ejército, Gendarmería y Policía han iniciado un vasto operativo de
control y búsqueda de los asesinos del general de división Juan Carlos Sánchez.
Se recomienda prestar el máximo apoyo a dichas fuerzas. Se advierte que todo acto que perturbe las acciones
programadas será severamente reprimido. Asimismo, se solicita colaboración para
obtener información referida a/o los criminales, para ello se requieren datos
de un Peugeot blanco y un individuo joven de 18 a 20 años, rubio y de estatura
mediana.
Nº2
Se
lleva a conocimiento de la población que en [el] cobarde acto que le costó la
vida al general de división Juan Carlos Sánchez, fue herida una mujer a los
hechos ya conocidos. Esta nueva víctima de las manos asesinas que se encubren
en el anonimato debe servir a la opinión pública para repudiar todos los hechos
de vandalismo que cometen estos delincuentes al servicio de intereses
extranacionales. Este luctuoso suceso debe servir para que el pueblo y ejército
estrechen aún más las filas a fin de eliminar de nuestra sociedad a los agentes
del caos y el desorden.
Nº
3
El
comandante del Segundo Cuerpo de Ejército concordante con el pedido de cooperación
recabado a la opinión pública, quienes resaltar ante la misma, la particular
actitud de quienes proclamando derechos humanos, pretenden disimular la
gravedad de los designios del terrorismo y sus criminales métodos. Es por ello
que ésta es hora de definiciones que no admiten ya posiciones ambiguas,
expresiones dialécticas o juegos de palabras por parte de quienes tienen el
inexcusable deber de definirse, tanto en el campo político como en el jurídico.
Se está con la ley y el orden o contra ella.
Para entonces, fuerzas policiales y militares
bloqueaban los accesos y salidas de la ciudad, llevaban a cabo operativos de
control en las rutas y efectuaban una intensa búsqueda para dar con los autores
del hecho. Las fuerzas de seguridad acuartelaron a todos sus efectivos, se
cancelaron las licencias, los francos y los permisos y se puso al personal en
estado de alerta, prohibiéndose el acceso a toda persona ajena a la sede del
comando y a las respectivas centrales policiales4.
Poco antes de las 13:00 horas de aquel agitado día, cuando la
conmoción por el atentado que le costó la vida al general Sánchez se hallaba en
su pico, cinco móviles particulares de la División de Informaciones Policiales
Antidemocráticas, dependiente de la Superintendencia de Seguridad Nacional, se
detuvieron frente al chalet de la calle Castañares 5413, en el barrio de Villa Lugano.
Detrás de ellos, llegaron tres patrulleros de la Policía Federal y con ellos efectivos
del V Cuerpo de Vigilancia, reforzados por agentes de la Comisaría 48ª en cuya
jurisdicción se encontraba la propiedad.
Portando ametralladores y armas largas, los uniformados
rodearon la manzana y se posicionaron en techos y esquinas, mientras otros
procedían a cortar el tránsito y colocaban sus vehículos a modo de barrera,
para evitar cualquier intento de fuga.
Una primera mirada permitió determinar que la propiedad se
encontraba habitada, pese al aspecto descuidado de su jardín. Su frente estaba
pintado de blanco y sus grandes ventanas cerradas con postigones de madera
verdes, a través de cuyas hendiduras era posible ver el exterior. Situada en
medio del terreno, se accedía a través de un portón ubicado a la derecha y en
la parte posterior, pegada contra la medianera sobresalía una parrilla de
material.
La vivienda de Castañares 5413 después del hecho (Fotografía: "La Razón") |
Encabezaba el procedimiento el comisario Esteban Pidal, quien tenía a su cargo la investigación del secuestro y seguía una pista que lo había llevado primeramente hasta ciertas agencias que vendían garantías de alquileres y finalmente a dos armeros, Carlos Tomás Ponce de León y Ángel Augusto Averame, cuyas declaraciones condujeron a los investigadores hasta otros implicados, entre ellos el ciudadano brasilero José Luis Da Silva y su mujer Marta Mitidiero. A la policía no le costó mucho extraerles los nombres de Osvaldo Sigfrido Debenedetti y Eduardo Pedro Pala, quienes se encontraban ocultos en la vivienda de Martiniano Leguizamón 4441/45, en la que se había llevado a cabo un vasto procedimiento el día anterior.
Horas después, fue arrestado el periodista uruguayo Andrés
Alsina Bea quien según versiones, corroboró las declaraciones de Debenedetti en
cuanto a la propiedad de la calle Castañares y la identidad de sus moradores.
Los efectivos policiales, vistiendo ropas de civil, descendieron
de los vehículos y avanzaron cautelosamente hasta el portón de entrada en tanto
los uniformados se mantenían a la expectativa en diferentes posiciones.
En el interior del chalet, Benito Urteaga creyó notar
movimientos por lo que tomando su Ithaca 37, miró a través de los postigones,
notando la presencia de varios sujetos armados.
-¡La policía! –le advirtió a sus compañeros.
El “polaco” Klachko y Eduardo Coppo corrieron por sus armas y
se ubicaron junto a las ventanas en tanto Guiomar Schmidt, esposa del primero,
hizo lo propio con su pistola de 9 mm para agazaparse seguidamente detrás de un
sillón.
Cuando los policías de disponían a ingresar, Urteaga asomó el
caño de su carabina por la ventana y abrió fuego, hiriendo de gravedad al
oficial Miguel Ángel Minasso, que encabezaba el operativo.
Los agentes retrocedieron, cubiertos por las ráfagas de
metralla de un compañero que se había parapetado en la casa lindera y se
pusieron a cubierto para disparar también.
En ese momento, una voz desde el interior del chalet conminó
a detener el fuego.
-¡¡No disparen… tenemos a Sallustro!!
Pero el tiroteo continuó varios minutos más, generando el
consabido sobresalto en el barrio.
En esos momentos, llegaron más patrulleros, cuyos tripulantes
saltaron al pavimento y tomaron ubicación, para disparar también contra la
vivienda. Los extremistas comprendieron que su situación era en extremo
comprometida y siguiendo indicaciones de Urteaga, se dispusieron a escapar. Fue
entonces que sucedió la tragedia.
Sin dejar de tirar, abandonaron la vivienda y corrieron hacia
la medianera, por la parte posterior del jardín. Antes de salir, Klachko se
detuvo en el umbral de la habitación donde se encontraba recostado Sallustro,
le apuntó al pecho con su pistola y disparó cuatro veces, matándolo en el acto.
Los
asesinos treparon la parrilla y escaparon por la casa
lindera, en dirección al pasaje Vicente Desimone. Una vez allí,
corrieron hacia
Larraya y al llegar a la esquina se apoderaron de un Jeep, en el que
emprendieron
la fuga. Sin embargo, a las pocas cuadras hicieron lo propio con un
Torino blanco, propiedad de un médico de la zonavehículo mucho más
veloz, en el que se perdieron por las calles, a gran
velocidad.
En el chalet, quedó Guiomar Schmidt, quien al verse rodeada arrojó
su pistola y alzó los brazos. Los agentes la tiraron al suelo y arrastrándola
de los pelos, la llevaron hasta uno de los móviles policiales, en el que partió
esposada hacia la Superintendencia de Seguridad Nacional.
Mientras eso sucedía, los efectivos policiales ingresaron en
el chalet con sus armas listas y adoptando las precauciones del caso, comenzaron
a recorrer el interior, revisando cada rincón en busca de más ocupantes. Grande
fue su sorpresa cuando al ingresar a una de las habitaciones del fondo,
hallaron el cuerpo sin vida del industrial italiano.
Los agentes se acercaron lentamente y tras cuidadosa inspección,
constataron que, efectivamente, Sallustro estaba muerto. A su lado había una
carta dirigida al Dr. Peccei, escrita tiempo atrás, cuando tenían lugar las gestiones
para dar con su paradero. En ella pedía mesura a la hora de proceder y aseguraba
tener la conciencia limpia y el alma en paz, refiriéndose, sobre el final, a su
hijo muerto y al mismísimo Creador. Decía textualmente la nota:
Doctor Aurelio Peccei
Presidente
Empresa Fiat-Concord
Estimado amigo Dr. Aurelio Peccei:
Me han informado que Ud. está en Buenos Aires. Más que el jefe, está aquí el amigo. Resuelva todo con serenidad y equilibrio, como siempre. Sócrates, antes de tomar la cicuta, deploraba la actitud llorona de sus discípulos y de Xantipa; los juzgaba envidiosos porque él conocería antes que los demás la verdad.
Para descargo de su conciencia, sepa que estoy muy sereno yo también, porque finalmente conoceré la verdad de Giorgio y de Dios.
Cordialmente
Oberdan Sallustro
Estimado amigo Dr. Aurelio Peccei:
Me han informado que Ud. está en Buenos Aires. Más que el jefe, está aquí el amigo. Resuelva todo con serenidad y equilibrio, como siempre. Sócrates, antes de tomar la cicuta, deploraba la actitud llorona de sus discípulos y de Xantipa; los juzgaba envidiosos porque él conocería antes que los demás la verdad.
Para descargo de su conciencia, sepa que estoy muy sereno yo también, porque finalmente conoceré la verdad de Giorgio y de Dios.
Cordialmente
Oberdan Sallustro
La noticia causó conmoción y dio la vuelta al mundo,
alcanzando especial repercusión en Italia y el Vaticano.
Ni bien se supo en la FIAT (13:30), Aurelio Peccei convocó a
una reunión urgente de directorio y se puso en contacto con la embajada
italiana y la sede central en Turín. Inmediatamente después, se trasladó hasta
el lugar del hecho, acompañado por varios funcionarios y ya en el lugar, fue
conducido hasta la habitación en la que yacía el cadáver, para que procediera a
su identificación. Pasadas las 15:00 horas, regresó a las oficinas de la calle
Cerrito y desde la presidencia, ubicada en el piso 18º, convocó una reunión urgente de directivos y gerentes para tratar el asunto a puertas cerradas.
Al ser requerido por los medios, la dirección de prensa de la
empresa informó que el alto ejecutivo iba a dar una conferencia en horas de la
tarde aunque pasado un tiempo, esa versión fue desmentida. Recién a las 16:00
se dio a conocer en forma oficial que los funerales del Dr. Sallustro se iban a
realizar en el santuario de Nuestra Señora Madre de los Inmigrantes de La Boca
y que la empresa permanecería cerrada el día 11, en señal de duelo.
También el gobierno llamó a una reunión de emergencia en la Casa de Gobierno, a la que se dieron cita comandantes, ministros, secretarios y altos jefes militares, lo mismo las diferentes agrupaciones políticas, obligadas como se sentían a pronunciarse en consecuencia.
El Dr. Aurelio Peccei se hace presente en el lugar (Fotografía: "La Razón") |
También el gobierno llamó a una reunión de emergencia en la Casa de Gobierno, a la que se dieron cita comandantes, ministros, secretarios y altos jefes militares, lo mismo las diferentes agrupaciones políticas, obligadas como se sentían a pronunciarse en consecuencia.
La reunión del CONASE tuvo lugar pasadas las 15:00 y la
presidió el presidente de la Nación, teniente general Alejandro Agustín Lanusse,
recién llegado de Rosario, hasta donde había viajado para interiorizarse de los
pormenores del atentado que le costara la vida al general Sánchez.
Dada la gravedad de la situación, el primer mandatario
convocó también a los dirigentes de las agrupaciones políticas reconocidas, a
la CGT, a las autoridades del sector empresario y a los representantes a nivel
de directores de los diversos estamentos estatales.
Una vez finalizado el cónclave, fueron recibidos los
representantes de los partidos políticos reconocidos oficialmente, entre ellos
Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Horacio Thedy, Vicente Solano Lima, Eduardo
Paz, Alberto Fonrouge, Oscar Alende, Horacio Sueldo, Jorge A. Allende, Carlos
Aguinaga, Emilio Jofre, Juan Aguirre Lanari, Arial Dulevich, Víctor Alderete,
Leopoldo Bravo, Ricardo de la Torre y Fernando Sabsay. Los mismos, condenaron
los actos de violencia y las causas que los impulsaban y se comprometieron a
pronunciarse al respecto. De la Torre y Sabsay entregaron una nota en nombre de
la Junta Promotora del Partido Renovador, solicitando serenidad y reflexión a
la hora de actuar pues si bien no se podía tolerar que un grupo de delincuentes
alterase el orden y desarrollo del país mediante actos de violencia, el
gobierno no debía caer en la trampa de responder de la misma manera
Quien también llamó a reunión fue el brigadier general Carlos Alberto
Rey, para tratar a nivel de brigadieres, los graves asuntos que estaban aconteciendo
en el país.
La reunión se llevó a cabo en horas del mediodía, en el Edificio “Cóndor”,
la mítica sede de la Fuerza Aérea y contó con la presencia de veinticuatro
altos oficiales a excepción de los brigadieres Roberto Donato Bortot e Higinio
González, quienes no puieron concurrir, impedidos por otras obligaciones.
El detalle a destacar fue la presencia del brigadier (RE) Jorge
Rojas Silveyra, embajador argentino en España, de paso en el país, quien fue
especialmente invitado por la máxima autoridad para exponer sobre sus
tratativas y conversaciones con el general Perón. Lo mismo ocurrió con los
representantes de las otras armas, a saberse, el general de división Jorge
Rafael Herrera, jefe del Estado Mayor y el general de brigada Mario Miatello, secretario
del SIDE, por el Ejército y el vicealmirante Eugenio Fuenterosa, jefe del
Estado Mayor de la Armada y el contraalmirante Eduardo Casado.
Tras las exposiciones del brigadier Rey, el embajador Rojas
Silveyra ofreció una detallada explicación de sus gestiones ante el líder
justicialista y a continuación, se refirieron a cuestiones institucionales los
brigadieres Lorenzo Diego Bravo Deheza, Alí Luyis Ypres Corbat y Orlando Ramón
Agosti5.
Imágenes
Vista posterior del automóvil en el que viajaba el general Juan Carlos Sánchez al ser atacado (Fotografía: "La Razón") |
La policía ha cortado el tránsito en la esquina de Alvear y Rioja (Fotografía: "La Razón") |
General Juan Carlos Sánchez Comandante del II Cuerpo de Ejército (Fotografía: "La Razón") |
Esquina de Córdoba y Alvear (Fotografía: "La Razón") |
Víctima inocente Dora Elcira Cucco de Araya (Fotografía: "La Razón") |
Testigos señalan el lugar donde quedó tendido el cuerpo de la señora de Araya en el kiosco de diarios y revistas ubicado en la esquina de Alvear y Córdoba (Fotografía: "La Razón") |
Dr. Oberdan Sallustro |
Impactos de bala en el frente de la vivienda (Fotografía: "La Razón") |
La flecha señala la medianera por donde escaparon los terroristas (Fotografía: "La Razón") |
Trayectoria que hicieron los asesinos a través de la vivienda lindera, rumbo al pasaje Vicente Desimone (Fotografía: "La Razón") |
El tiroteo y posterior hallazgo del cadáver de Sallustro atrajo a numerosos curiosos (Fotografía: "La Razón") |
Tres de los terroristas que asesinaron a Sallustro. Mario Klachko fue el autor material. Su esposa Guiomar Scmidt intentó adjudicarse el hecho (Fotografía: "La Razón") |
Portón de la vivienda contigua a la que ocupaban los terroristas Según testigos, uno de ellos arrojó su arma allí. (Fotografía: "La Razón") |
Osvaldo Sigfrido Debenedetti Fue quien orientó las pesquisas (Fotografía: "La Razón") |
Con la CGT (Fotografía: "La Razón") |
Con los medios de comunicación (Fotografía: "La Razón") |
Fuentes
-Jorge Joaquín Negre, “Asesinato del general Juan Carlos
Sánchez (Operación Sonia)”, Jorge Negre, 4 de febrero de 2016
-Rogelio Allaniz, “Secuestro y muerte de Oberdan Sallustro”,
sitio de Rogelio Allaniz, 25 de julio de 2016, Historia (http://rogelioalaniz.com.ar/secuestro-y-muerte-de-oberdan-sallustro/).
-Ramón Genaro Diaz Bessone, Guerra
revolucionaria en la Argentina (1959-1978), Círculo Militar, Bs.
As., 1988.
-Diarios
“La Nación”, “La Prensa”, y “La Razón”, abril de 1972.
Publicado 27th June 2016 por Alberto N. Manfredi (h)