sábado, 29 de junio de 2019

ASESINATO DE SALLUSTRO. MUERTE DEL GENERAL SÁNCHEZ





La ciudadanía seguía con atención el desarrollo de los acontecimientos cuando una nueva noticia hizo estremecer nuevamente al país. A las 9:30 del lunes 10 de abril, grupos terroristas asesinaron en la ciudad de Rosario al general Juan Carlos Sánchez, comandante del II Cuerpo de Ejército, en momentos en que se dirigía a la ciudad de Santa Fe para efectuar una visita de inspección.
Las líneas telefónicas se saturaron y las rotativas comenzaron a rodar aceleradamente para lanzar ediciones especiales en tanto las cadenas de radio y televisión enviaban a sus representantes para cubrir la novedad.
La Operación Sonia Segunda fue planificada por la conducción del ERP y las FAR de manera conjunta. La misma fue sometida a un largo proceso de estudio y análisis pero al no lograrse un acuerdo en cuanto al modo de proceder, es decir, si debían secuestrar al alto jefe militar para canjearlo posteriormente por varios de sus compañeros detenidos o si directamente había que ejecutarlo, los cabecillas decidieron someter la decisión a votación de sus camaradas detenidos en las diferentes cárceles del país, quienes deberían expedirse en clave, a través de las personas que fuesen a visitarlos. 

La opción vencedora fue la primera.
Reunidos en el “Paraíso Perdido”, nombre en clave de su centro de operaciones, ubicado en Crespo 680 de la ciudad de Rosario, los altos mandos de ambas organizaciones llegaron a la conclusión de que se necesitarían no menos de siete vehículos y una veintena de efectivos, para acometer la operación, incluyendo una posta sanitaria, otra de sostén y una tercera de reserva.
Las tareas de inteligencia llevaron cerca de un mes. Los insurgentes pudieron determinar que el general no llevaba custodia y que apenas se movía en un Ford Falcon Deluxe negro del Ejército, conducido por un chofer.
Desde el bar ubicado en la esquina de Córdoba y Ovidio Lagos y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Litoral, los subversivos estudiaron minuciosamente los movimientos del militar y de ese modo, supieron como ubicar a sus cuadros y posicionar los móviles.
La mañana del 10 de abril, un Peugeot 504 blanco se detuvo a mitad de cuadra, sobre la calle Rioja, entre Bulevard Oroño y Alvear. Lo ocupaban tres efectivos de las FAR, armados con un fusil FAL, una escopeta a repetición y otra similar de caño recortado. En la esquina de Rioja y Alvear, aguardaba la camioneta Chevrolet azul con techo blanco, patente B-544688, con otros dos combatientes en su interior, en este caso del ERP, uno de ellos provisto de una pistola ametralladora PAM, y el otro de una calibre 11,25.
En Córdoba, casi esquina Alvear, hiz lo propio un Torino blanco con otros tres individuos dentro, también del ERP, armados con ametralladoras. Su misión era  atacar si el vehículo del general lograba eludir el primer cerco en Rioja y Alvear e intentaba darse a la fuga. Inmediatamente detrás se detuvo el Fiat 1500 verde con los efectivos de apoyo, en tanto el grupo de reserva, lo hizo en un Peugeot 504 plateado, que aguardaba Alvear, entre Rioja y Santiago, con tres cuadros de las FAR en el interior
Del Peugeot 504 blanco se bajó el guerrillero armado con la escopeta de caño recortado y echó a caminar hasta la mitad de cuadra, mientras una mujer se dirigía presurosamente hacia Bulevard Oroño y Rioja.
Cuando el Fold Falcon patente C-340648, salió del domicilio del general Sánchez, la combatiente de las FAR, Gabriela Yofre (nombre de guerra “Mecha”), observaba desde esa última posición.
Ni bien le avisó al conductor de la Chevrolet, éste puso primera y se cruzó en medio de la calle, intentando cerrale el paso del sedán negro pero el suboficial ayudante Celestino Barneche, se percató de la maniobra y logró esquivarla aunque para ello, debió disminuir la velocidad. Eso le dio tiempo al acompañante de la camioneta a descender y abrir fuego, haciendo añicos los vidrios delanteros del vehículo.
Al ver que Barneche había eludido el bloqueo, el Peugeot 504 blanco se lanzó a la carrera por Alvear, llevando a uno de los guerrilleros asomado por el techo corredizo; el sujeto apuntó con su FAL y disparó, alcanzando al general Sánchez por la parte posterior.
El terrorista que se encontraba a pie, intentó accionar su arma pero la misma se trabó, por lo que sin perder tiempo, corrió hacia el Peugeot plateado de la sección de reserva y se subió rápidamente para escapar en él.
El comandante del II Cuerpo de Ejército fue alcanzado de lleno por los proyectiles de ambos atacantes, pereciendo al instante. Su chofer, de 46 años, se desplomó sobre el asiento delantero y allí quedó gravemente herido, mientras el automóvil seguía su marcha a baja velocidad, con todos sus vidrios destrozados.
Una bala perdida del FAL perforó la estructura metálica del kiosco de diarios y revistas ubicado en la esquina de Alvear y Córdoba y dio en la cabeza de la señora Dora Elcira Cucco de Araya, de 41 años, quien quedó tendida entre el piso metálico del puesto y la vereda, en medio de un charco de sangre.
En su marcha sin control, el Ford Falcon del general Sánchez cruzó la calle Córdoba, se subió a la vereda opuesta y pegó, sin mayores consecuencias, contra el frente del restaurant “Nueva América”, ubicado en Alvear 794. En su huida, los tripulantes del Torino blanco pasaron a su lado y al hacerlo, aminoraron la marcha para corroborar que el objetivo había sido cumplido. Al ver el cuerpo sin vida del militar volvieron a acelerar y se alejaron presurosamente por Alvear, seguidos por el Fiat 1500 y el Peugeot celeste.
El auto del general Sánchez luego del atentado
(Fotografía: "La Razón")

Gabriela Yofré abandonó la zona a pie, en dirección al “Paraíso Primero”; el conductor del Peugeot blanco corrió hasta la camioneta Chevrolet y después de abordarla, le dijo al conductor que tomase por Rioja para avisarles a Alejandro Gaitini Zorrilla y Jorge Emilio Reyna que el operativo había sido cumplido y por consiguiente, debían abandonar el área. Hicieron lo mismo con Briggiler, que aguardaba en el Citroen y luego continuaron hacia el Hospital Centenario1, donde tenían pensado mimetizarse entre el personal.
Antes de llegar, se colocaron los guardapolvos grises y blancos que llevaban en unos bolsos y así ingresaron al nosocomio, caminando con calma hasta la Facultad de Medicina. Una vez fuera, ya en la calle Santa Fe, abordaron un ómnibus y se alejaron sin llamar la atención.
Para entonces, Gaitini y Reyna se replegaban hacia el “hospital de campaña” en tanto el Citroen de Briggiler se dirigía a una playa de estacionamiento ubicada en el centro de la ciudad, donde dejó guardado el vehículo y abordó un taxi2.  
Varios testigos que se encontraban en la cercana estación de servicio de la calle Córdoba corrieron hasta el Ford Falcon para auxiliar a sus ocupantes, algunos de ellos portando matafuegos en tanto otras personas llamaron a la policía para dar cuenta del hecho.
Numerosos patrulleros se hicieron presentes para interrumpir el tránsito en Santa Fe, Córdoba, Santiago y Alvear y a las 9:36 hizo lo propio la primera ambulancia, en la que fueron evacuados el militar y su chofer, el primero en dirección al Hospital Centenario y el segundo al Sanatorio Parque, distantes ambos a sólo tres cuadras del lugar3.
La señora de Araya también fue socorrida. Los paramédicos que llegaron en la segunda ambulancia la recogieron del suelo aún con vida pero cuando la depositaron en la camilla, notaron que su estado era crítico. Cinco médicos se ocuparon de ella una vez en la Asistencia Pública pero nada pudieron hacer. Sus heridas eran mortales y al cabo de cuatro horas, dejó de existir.
Minutos después de ocurrido el atentado, se hicieron presentes autoridades militares y policiales, encabezadas por el subcomandante del II Cuerpo de Ejército, general de brigada Elbio Leandro Amaya y el ayudante del Estado Mayor, mayor Ángel Gómez Pola, a quienes acompañaban el jefe de la Departamental de Rosario, comandante mayor de Gendarmería (RE) Agustín Feced, su segundo, el comisario Ramón Basavilbaso y el delegado de la Policía Federal, comisario Oscar Camigliano. Detrás de ellos llegó un autobomba de los bomberos de Rosario pero al cabo de un tiempo, se retiró sin efectuar ningún procedimiento.
Pasadas un par de horas, el Comando en Jefe del Ejército emitió un comunicado repudiando y condenando el atentado:

El comandante en Jefe del Ejército comunica con profundo pesar que en el día de la fecha ha sido asesinado por elementos extremistas el señor comandante del Segundo Cuerpo de Ejército, general de división, don Juan Carlos Sánchez. Esta seria pérdida para la institución responde del mismo modo que los episodios con que se ha querido altera la vida del país en los últimos tiempos, a un objetivo primordial del extremismo: impedir a cualquier precio la institucionalización del país, sin vacilar en recurrir a los más deleznables procedimientos para agudizar la violencia y generar el caos.
La apertura del proceso político persigue por objetivo la entrega del poder a las autoridades legítimamente emanadas de la voluntad popular, objetivo en el que el Ejército, juntamente con las otras fuerzas armadas, ha empeñado no solamente su voluntad sino también su propio prestigio. Las fuerzas que se oponen a este proceso han actuado a mansalva contra una de las principales autoridades del Ejército, creyendo que el terror sistematizado bastará para detener el proceso de institucionalización que está y estará impulsado por todos los comandantes, propulsores partícipes de este objetivo. En ese sentido, el señor comandante del Segundo Cuerpo de Ejército era uno de los hombres que con más vigor y entusiasmo bregaba para que el proceso se desarrollase con las mayores facilidades y en la forma más amplia posible. Dando un rotundo ejemplo de rechazo a quienes bastardamente buscan atribuir a los mandos el deseo de perpetuarse en el poder.
El Comando en Jefe del Ejército reitera ante tan descalificable actitud el más firme propósito de continuar en el apoyo del objetivo enunciado, a fin de restablecer la vigencia constitucional como fundamento para la paz, el orden y el progreso de nuestra patria.

Inmediatamente después, el II Cuerpo de Ejército emitió otros tres comunicados, rubricados por el general Elbio Leandro Anaya, reemplazante del occiso al frente de su comandancia:

Nº 1
Se pone en conocimiento de la población en general que a partir de este momento, fuerzas del Ejército, Gendarmería y Policía han iniciado un vasto operativo de control y búsqueda de los asesinos del general de división Juan Carlos Sánchez. Se recomienda prestar el máximo apoyo a dichas fuerzas. Se advierte que todo acto que perturbe las acciones programadas será severamente reprimido. Asimismo, se solicita colaboración para obtener información referida a/o los criminales, para ello se requieren datos de un Peugeot blanco y un individuo joven de 18 a 20 años, rubio y de estatura mediana.

Nº2
Se lleva a conocimiento de la población que en [el] cobarde acto que le costó la vida al general de división Juan Carlos Sánchez, fue herida una mujer a los hechos ya conocidos. Esta nueva víctima de las manos asesinas que se encubren en el anonimato debe servir a la opinión pública para repudiar todos los hechos de vandalismo que cometen estos delincuentes al servicio de intereses extranacionales. Este luctuoso suceso debe servir para que el pueblo y ejército estrechen aún más las filas a fin de eliminar de nuestra sociedad a los agentes del caos y el desorden.

Nº 3
El comandante del Segundo Cuerpo de Ejército concordante con el pedido de cooperación recabado a la opinión pública, quienes resaltar ante la misma, la particular actitud de quienes proclamando derechos humanos, pretenden disimular la gravedad de los designios del terrorismo y sus criminales métodos. Es por ello que ésta es hora de definiciones que no admiten ya posiciones ambiguas, expresiones dialécticas o juegos de palabras por parte de quienes tienen el inexcusable deber de definirse, tanto en el campo político como en el jurídico. Se está con la ley y el orden o contra ella.



Para entonces, fuerzas policiales y militares bloqueaban los accesos y salidas de la ciudad, llevaban a cabo operativos de control en las rutas y efectuaban una intensa búsqueda para dar con los autores del hecho. Las fuerzas de seguridad acuartelaron a todos sus efectivos, se cancelaron las licencias, los francos y los permisos y se puso al personal en estado de alerta, prohibiéndose el acceso a toda persona ajena a la sede del comando y a las respectivas centrales policiales4.


Poco antes de las 13:00 horas de aquel agitado día, cuando la conmoción por el atentado que le costó la vida al general Sánchez se hallaba en su pico, cinco móviles particulares de la División de Informaciones Policiales Antidemocráticas, dependiente de la Superintendencia de Seguridad Nacional, se detuvieron frente al chalet de la calle Castañares 5413, en el barrio de Villa Lugano. Detrás de ellos, llegaron tres patrulleros de la Policía Federal y con ellos efectivos del V Cuerpo de Vigilancia, reforzados por agentes de la Comisaría 48ª en cuya jurisdicción se encontraba la propiedad.
Portando ametralladores y armas largas, los uniformados rodearon la manzana y se posicionaron en techos y esquinas, mientras otros procedían a cortar el tránsito y colocaban sus vehículos a modo de barrera, para evitar cualquier intento de fuga.
Una primera mirada permitió determinar que la propiedad se encontraba habitada, pese al aspecto descuidado de su jardín. Su frente estaba pintado de blanco y sus grandes ventanas cerradas con postigones de madera verdes, a través de cuyas hendiduras era posible ver el exterior. Situada en medio del terreno, se accedía a través de un portón ubicado a la derecha y en la parte posterior, pegada contra la medianera sobresalía una parrilla de material.
La vivienda de Castañares 5413 después del hecho (Fotografía: "La Razón")

Encabezaba el procedimiento el comisario Esteban Pidal, quien tenía a su cargo la investigación del secuestro y seguía una pista que lo había llevado primeramente hasta ciertas agencias que vendían garantías de alquileres y finalmente a dos armeros, Carlos Tomás Ponce de León y Ángel Augusto Averame, cuyas declaraciones condujeron a los investigadores hasta otros implicados, entre ellos el ciudadano brasilero José Luis Da Silva y su mujer Marta Mitidiero. A la policía no le costó mucho extraerles los nombres de Osvaldo Sigfrido Debenedetti y Eduardo Pedro Pala, quienes se encontraban ocultos en la vivienda de Martiniano Leguizamón 4441/45, en la que se había llevado a cabo un vasto procedimiento el día anterior.
Horas después, fue arrestado el periodista uruguayo Andrés Alsina Bea quien según versiones, corroboró las declaraciones de Debenedetti en cuanto a la propiedad de la calle Castañares y la identidad de sus moradores.
Los efectivos policiales, vistiendo ropas de civil, descendieron de los vehículos y avanzaron cautelosamente hasta el portón de entrada en tanto los uniformados se mantenían a la expectativa en diferentes posiciones.
En el interior del chalet, Benito Urteaga creyó notar movimientos por lo que tomando su Ithaca 37, miró a través de los postigones, notando la presencia de varios sujetos armados.

-¡La policía! –le advirtió a sus compañeros.

El “polaco” Klachko y Eduardo Coppo corrieron por sus armas y se ubicaron junto a las ventanas en tanto Guiomar Schmidt, esposa del primero, hizo lo propio con su pistola de 9 mm para agazaparse seguidamente detrás de un sillón.
Cuando los policías de disponían a ingresar, Urteaga asomó el caño de su carabina por la ventana y abrió fuego, hiriendo de gravedad al oficial Miguel Ángel Minasso, que encabezaba el operativo.
Los agentes retrocedieron, cubiertos por las ráfagas de metralla de un compañero que se había parapetado en la casa lindera y se pusieron a cubierto para disparar también.
En ese momento, una voz desde el interior del chalet conminó a detener el fuego.

-¡¡No disparen… tenemos a Sallustro!!

Pero el tiroteo continuó varios minutos más, generando el consabido sobresalto en el barrio.
En esos momentos, llegaron más patrulleros, cuyos tripulantes saltaron al pavimento y tomaron ubicación, para disparar también contra la vivienda. Los extremistas comprendieron que su situación era en extremo comprometida y siguiendo indicaciones de Urteaga, se dispusieron a escapar. Fue entonces que sucedió la tragedia.
Sin dejar de tirar, abandonaron la vivienda y corrieron hacia la medianera, por la parte posterior del jardín. Antes de salir, Klachko se detuvo en el umbral de la habitación donde se encontraba recostado Sallustro, le apuntó al pecho con su pistola y disparó cuatro veces, matándolo en el acto.
Los asesinos treparon la parrilla y escaparon por la casa lindera, en dirección al pasaje Vicente Desimone. Una vez allí, corrieron hacia Larraya y al llegar a la esquina se apoderaron de un Jeep, en el que emprendieron la fuga. Sin embargo, a las pocas cuadras hicieron lo propio con un Torino blanco, propiedad de un médico de la zonavehículo mucho más veloz, en el que se perdieron por las calles, a gran velocidad.
En el chalet, quedó Guiomar Schmidt, quien al verse rodeada arrojó su pistola y alzó los brazos. Los agentes la tiraron al suelo y arrastrándola de los pelos, la llevaron hasta uno de los móviles policiales, en el que partió esposada hacia la Superintendencia de Seguridad Nacional.
Mientras eso sucedía, los efectivos policiales ingresaron en el chalet con sus armas listas y adoptando las precauciones del caso, comenzaron a recorrer el interior, revisando cada rincón en busca de más ocupantes. Grande fue su sorpresa cuando al ingresar a una de las habitaciones del fondo, hallaron el cuerpo sin vida del industrial italiano.
Los agentes se acercaron lentamente y tras cuidadosa inspección, constataron que, efectivamente, Sallustro estaba muerto. A su lado había una carta dirigida al Dr. Peccei, escrita tiempo atrás, cuando tenían lugar las gestiones para dar con su paradero. En ella pedía mesura a la hora de proceder y aseguraba tener la conciencia limpia y el alma en paz, refiriéndose, sobre el final, a su hijo muerto y al mismísimo Creador. Decía textualmente la nota:


Doctor Aurelio Peccei  Presidente  Empresa Fiat-Concord 
Estimado amigo Dr. Aurelio Peccei: 
Me han informado que Ud. está en Buenos Aires. Más que el jefe, está aquí el amigo.  Resuelva todo con serenidad y equilibrio, como siempre. Sócrates, antes de tomar la cicuta, deploraba la actitud llorona de sus discípulos y de Xantipa; los juzgaba envidiosos porque él conocería antes que los demás la verdad. 
Para descargo de su conciencia, sepa que estoy muy sereno yo también, porque finalmente conoceré la verdad de Giorgio y de Dios. 
Cordialmente 
                                                                                                           Oberdan Sallustro


La noticia causó conmoción y dio la vuelta al mundo, alcanzando especial repercusión en Italia y el Vaticano.
Ni bien se supo en la FIAT (13:30), Aurelio Peccei convocó a una reunión urgente de directorio y se puso en contacto con la embajada italiana y la sede central en Turín. Inmediatamente después, se trasladó hasta el lugar del hecho, acompañado por varios funcionarios y ya en el lugar, fue conducido hasta la habitación en la que yacía el cadáver, para que procediera a su identificación. Pasadas las 15:00 horas, regresó a las oficinas de la calle Cerrito y desde la presidencia, ubicada en el piso 18º, convocó una reunión urgente de directivos y gerentes para tratar el asunto a puertas cerradas.
Al ser requerido por los medios, la dirección de prensa de la empresa informó que el alto ejecutivo iba a dar una conferencia en horas de la tarde aunque pasado un tiempo, esa versión fue desmentida. Recién a las 16:00 se dio a conocer en forma oficial que los funerales del Dr. Sallustro se iban a realizar en el santuario de Nuestra Señora Madre de los Inmigrantes de La Boca y que la empresa permanecería cerrada el día 11, en señal de duelo.
El Dr. Aurelio Peccei se hace presente en el lugar
(Fotografía: "La Razón")

También el gobierno llamó a una reunión de emergencia en la Casa de Gobierno, a la que se dieron cita comandantes, ministros, secretarios y altos jefes militares, lo mismo las diferentes agrupaciones políticas, obligadas como se sentían a pronunciarse en consecuencia.
La reunión del CONASE tuvo lugar pasadas las 15:00 y la presidió el presidente de la Nación, teniente general Alejandro Agustín Lanusse, recién llegado de Rosario, hasta donde había viajado para interiorizarse de los pormenores del atentado que le costara la vida al general Sánchez.
Dada la gravedad de la situación, el primer mandatario convocó también a los dirigentes de las agrupaciones políticas reconocidas, a la CGT, a las autoridades del sector empresario y a los representantes a nivel de directores de los diversos estamentos estatales.
Una vez finalizado el cónclave, fueron recibidos los representantes de los partidos políticos reconocidos oficialmente, entre ellos Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Horacio Thedy, Vicente Solano Lima, Eduardo Paz, Alberto Fonrouge, Oscar Alende, Horacio Sueldo, Jorge A. Allende, Carlos Aguinaga, Emilio Jofre, Juan Aguirre Lanari, Arial Dulevich, Víctor Alderete, Leopoldo Bravo, Ricardo de la Torre y Fernando Sabsay. Los mismos, condenaron los actos de violencia y las causas que los impulsaban y se comprometieron a pronunciarse al respecto. De la Torre y Sabsay entregaron una nota en nombre de la Junta Promotora del Partido Renovador, solicitando serenidad y reflexión a la hora de actuar pues si bien no se podía tolerar que un grupo de delincuentes alterase el orden y desarrollo del país mediante actos de violencia, el gobierno no debía caer en la trampa de responder de la misma manera
Quien también llamó a reunión fue el brigadier general Carlos Alberto Rey, para tratar a nivel de brigadieres, los graves asuntos que estaban aconteciendo en el país.
La reunión se llevó a cabo en horas del mediodía, en el Edificio “Cóndor”, la mítica sede de la Fuerza Aérea y contó con la presencia de veinticuatro altos oficiales a excepción de los brigadieres Roberto Donato Bortot e Higinio González, quienes no puieron concurrir, impedidos por otras obligaciones.
El detalle a destacar fue la presencia del brigadier (RE) Jorge Rojas Silveyra, embajador argentino en España, de paso en el país, quien fue especialmente invitado por la máxima autoridad para exponer sobre sus tratativas y conversaciones con el general Perón. Lo mismo ocurrió con los representantes de las otras armas, a saberse, el general de división Jorge Rafael Herrera, jefe del Estado Mayor y el general de brigada Mario Miatello, secretario del SIDE, por el Ejército y el vicealmirante Eugenio Fuenterosa, jefe del Estado Mayor de la Armada y el contraalmirante Eduardo Casado.
Tras las exposiciones del brigadier Rey, el embajador Rojas Silveyra ofreció una detallada explicación de sus gestiones ante el líder justicialista y a continuación, se refirieron a cuestiones institucionales los brigadieres Lorenzo Diego Bravo Deheza, Alí Luyis Ypres Corbat y Orlando Ramón Agosti5.



Imágenes

Vista posterior del automóvil en el que viajaba
el general Juan Carlos Sánchez al ser atacado
(Fotografía: "La Razón")



La policía ha cortado el tránsito en la esquina de Alvear y Rioja (Fotografía: "La Razón")



General Juan Carlos Sánchez Comandante del II Cuerpo de Ejército (Fotografía: "La Razón")



Esquina de Córdoba y Alvear (Fotografía: "La Razón")



Víctima inocente
Dora Elcira Cucco de Araya
(Fotografía: "La Razón")

Testigos señalan el lugar donde quedó
tendido el cuerpo de la señora de Araya
en el kiosco de diarios y revistas ubicado
en la esquina de Alvear y Córdoba
(Fotografía: "La Razón")



Dr. Oberdan Sallustro



Impactos de bala en el frente
de la vivienda
(Fotografía: "La Razón")



La flecha señala la medianera por donde escaparon los terroristas (Fotografía: "La Razón")


Trayectoria que hicieron los asesinos a través de la vivienda
lindera, rumbo al pasaje Vicente Desimone
(Fotografía: "La Razón") 


El tiroteo y posterior hallazgo del cadáver de Sallustro atrajo a numerosos curiosos (Fotografía: "La Razón") 


Tres de los terroristas que asesinaron a Sallustro. Mario Klachko fue el
autor material. Su esposa Guiomar Scmidt intentó adjudicarse el hecho
(Fotografía: "La Razón")



Portón de la vivienda contigua a la que ocupaban los terroristas
Según testigos, uno de ellos arrojó su arma allí.
(Fotografía: "La Razón")



Osvaldo Sigfrido Debenedetti
Fue quien orientó las pesquisas
(Fotografía: "La Razón")



Ante la gravedad de la situación, el gobierno convoca a los
más importantes representantes del quehacer nacional  con
el objeto de analizar la situación e intercambiar ideas. En la
imagen, Lanusse reunido con el sector empresario
(Fotografía: "La Razón")



Con la CGT (Fotografía: "La Razón")



Con los medios de comunicación (Fotografía: "La Razón")




Reunión de brigadieres en el Edificio "Cóndor"
Fuentes
-Jorge Joaquín Negre, “Asesinato del general Juan Carlos Sánchez (Operación Sonia)”, Jorge Negre, 4 de febrero de 2016
-Rogelio Allaniz, “Secuestro y muerte de Oberdan Sallustro”, sitio de Rogelio Allaniz, 25 de julio de 2016, Historia (http://rogelioalaniz.com.ar/secuestro-y-muerte-de-oberdan-sallustro/).
-Ramón Genaro Diaz Bessone, Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978), Círculo Militar, Bs. As., 1988.
-Diarios “La Nación”, “La Prensa”, y “La Razón”, abril de 1972.

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