Boletin 48 - octubre 2003 - "Carta al Presidente de la Nación (Néstor Carlos Kirchner)"
"OTROSÍ" Nro. 48 – octubre del 2003
"Carta al Presidente de la Nación"
Señor presidente Néstor Kirchner:
En mi carácter -ni más ni menos- de argentino,
me dirijo a V. E. con respecto a sus palabras pronunciadas ante la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el día 25 de
septiembre del año 2003, palabras las más desdichadas, injustas y
mentirosas que pudo pronunciar un compatriota en la situación actual. En
virtud de todo lo cual le digo: V. E. habló –de hecho, no de derecho, como lo demostraré a continuación- en nombre del pueblo y de la nación argentinos
cuando, dirigiéndose a la comunidad internacional allí reunida, afirmó
que "nosotros somos los hijos de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo".
Si esta expresión es textual o no poco importa ya que es fiel y ese fue
su concepto y esa su intención.-
No admito semejante suposición que V. E., sin autoridad intelectual ni institucional alguna, ha presentado ante el mundo
como una suerte de doctrina de estado, de dogma nacional o de axioma
colectivo. Como una postura ya adoptada o compartida por la unanimidad o
por la mayoría de la sociedad argentina, como una opinión que ya nadie
pone en discusión ni puede ni debe hacerlo. V. E., por este método, ha
erigido su opinión personal o de sector en una declaración social que
compromete al pueblo actual y de ahora y en adelante, dada la solemnidad
de la ocasión elegida y la calidad del auditorio al que se dirigió.
Sin embargo tal suposición no es más que eso,
una suposición, una pretensión enteramente subjetiva y que solo puede
alcanzar su responsabilidad como individuo y no como funcionario.
Pretender lo contrario -esto es, que una declaración temperameental,
inconsulta e intempestiva es la de toda una nación- es echar la base
para el totalitarismo con que V. E. viene amenazando a los compatriotas
que no lo votaron (que son la inmensa mayoría) y los que lo votaron, que
son de lejos los menos.
Para decirlo de una sola vez: V. E. ha tomado una actitud prepotente, ilegítima, falsaria y usurpadora.
V. E. no tiene en modo alguno ningún derecho a proceder como lo hizo
porque ha incurrido en un exceso en la representación del país y en un
abuso de confianza al imponer como general su apreciación personal.
V. E. me está sustituyendo ante el mundo y alterando en mi fuero íntimo.
Porque yo no creo en lo que dijo y le desconozco la facultad para
proceder de tal manera. Y como yo, una multitud de argentinos que
tampoco se sienten comprometidos en su declamación; ellos también se
saben usufructuados, trampeados y utilizados por V. S. y su corte de
ideólogos.
Son millones de argentinos que no comparten su postura ideológica ni sentimental
porque no nos consideramos (ni queremos ser) hijos de las Madres. En
todo caso los hijos carnales de estas Madres están muertos en combate en
una guerra que ellos mismos provocaron y eligieron. Merecieron la
respuesta recibida.-
Está claro
que V. E., como primer magistrado que es (sin detenerme ahora en la
consideración de la bondad de sus títulos democráticos como gobernante,
harto discutibles desde que perdió la primera vuelta de las elecciones
de abril pasado y ganó por la deserción de su correligionario y
adversario Carlos Menem) dispone de la capacidad para obligar a la
Argentina jurídicamente en las compromisos que adquiera (como la firma
del acuerdo con el FMI, por ejemplo) pero no la de forzarla política ni principistamente asumiendo una representación que no se le ha concedido ni V. E. ha requerido.
V. E. de esta manera está dando un salto por encima de la voluntad
social argentina (que no fue consultada sobre cuestión tan extrema como
que una definición a su respecto determina o podrá determinar una
estructura por completo nueva del organismo argentino). Sepa V. E. que no existe motivo alguno para que ejerza una representación no concedida ni para que V. E. intente la extrapolación de sus criterios íntimos al resto de la sociedad que circunstancialmente conduce.-
Se está, pues, ante un acto de PREPOTENCIA en el sentido que indica el Diccionario de la Real Academia:
abuso de poder, ostentación del mismo. V. E. fue más allá de lo que le
estaba permitido y de su mandato legal no sólo al hacer que el país
asuma una valoración sobre el pasado sino el de presentar esa opinión
como un hecho consumado y definitivo, irrecurrible. Esto es un golpe dialéctico, una trampa moral y, en lo básico, una inexactitud.-
Pero por lo que llevo dicho, se trata también de una usurpación en cuanto V. E. maneja, administra una voluntad general que debe y puede presumir que no lo acompañará. No es un dato menor el que V. E. no trató en la campaña electoral el tema del terrorismo y de la represión de dos décadas atrás y si lo hizo fue en forma tangencial y discreta. ¿A qué sacarlo ahora
repentina y agresivamente a la superficie en momentos en que al
argentino medio lo cercan otros problemas y otras injusticias, no pocos
de los cuales derivan de la gestión de V. E.?
V. E. usurpa de este modo el centro de decisión de la nación argentina
en tema tan trascendente como es el juzgar a unos y a otros de los
actores de la violencia pretérita. Este es uno de esos temas que no
pueden quedar a cargo para su juzgamiento y valoración de los propios
protagonistas. Además, como una virtualmente inconmovible experiencia
histórica lo indica, todo ello ha de quedar a cargo de las generaciones
posteriores que contarán con más elementos de categorización y mejores
perspectivas -y un estado anímico más sereno y reflexivo- para un
pronunciamiento último, si es que es posible.
En todo caso, advierta V. E. que la Argentina -la república a cuyo frente se encuentrra hoy- se formó y consolidó en base no tanto de perdón como de olvido, consiguiendo así la conjunción y coincidencia de los esfuerzos (incluyendo sacrificios y renuncias) de los bandos enfrentados.
La Argentina no se hizo una y grande restallando el látigo del odio
ni izando la bandera del rencor ni disfrazando venganza bajo la
apariencia de justicia. Siempre requirió (y con frecuencia obtuvo) las
convenientes cuotas de prudencia y de generosidad, por encima de
proyectos y de idearios, sin pretensiones de monopolizar las victorias
¿Será mucho esperar un gesto de similar grandeza de los gobernantes
contemporáneos? ¿O la magnanimidad –esa gran virtud olvidada- ya es
factor del pasado? ¿La pequeñez actual no admite ningún optimismo?
Pero lo que es insostenible, lo que constituye un agravio
al buen sentido, lo que es, sin más, una postulación irracional y
anti-ética es su afirmación central que señala que "somos hijos de las
Madres y de las Abuelas".
Yo, repito con el tono más enfático, no lo soy de ninguna manera y agradezco al Cielo no serlo y tener buena conciencia de ello. Pero fíjese V. E. lo que está diciendo y proclamando ante la opinión pública internacional. Ni más ni menos no sólo justifica sino que reivindica los crímenes de los "hijos de las Madres" a los que desconoce o legaliza. Con lo que V. E. se vuelve voluntariamente cómplice de esos crímenes
¿Es esa su intención, su propósito, su programa? ¿Podemos llegar a decir que tenemos los argentinos a un apologista del crimen organizado y sistemático de presidente? ¿A
un hombre que se solidariza con quien manifestó su satisfacción por la
voladura de las Torres o se plegó al accionar terrorista de la ETA o
reclamó armas para la revolución y todo a voz en cuello y en ámbitos
públicos? ¿No se considera V. E. implicado en la figura de apología del delito por esta declaración ante la ONU? ¿O está V. E. buscando limpiar su pasado imponiendo desde el estado que ahora encabeza los principios, objetivos y métodos que aprobó y compartió en su juventud de estudiante? ¿Reconoce V. E. –sí o no, explícitamente- que hubo guerra en los 70,
que hubo terrorismo, que hubieron asesinatos y secuestros por
iniciativa de grupos próximos al joven Néstor Kirchner en la horrible
década del setenta?
Es impostergable que V. E. hable con sinceridad y con valentía elemental para que toda la sociedad sepa a qué atenerse, qué es lo que su más alto mandatario se propone, que cabe esperar de él, cual será su futuro. Porque comprenderá que una será la Argentina que se levante sobre una cierta concordia y otra, totalmente distinta,
la que se edifique según los valores, la mentalidad y procedimientos de
quienes echaron mano a la violencia sistemática para alcanzar el poder e
imponer su estilo de vida y su régimen ideológico.
Anunciar la filiación que V. E. señaló en la ONU coloca a los argentinos en el más espantable ridículo pero, además, hace al estado cómplice de los terroristas de veinte y treinta años atrás. ¿V. E. toma sobre su cabeza la responsabilidad del terror de entonces? Dígalo y habrá caído la legalidad de su mandato y, en consecuencia, cesado el deber de acatamiento y obediencia.
A
todo evento ¿puede ser comandante de las Fuerzas Armadas quien se
solidariza solemne y expresamente con el principal enemigo que éstas
debieron enfrentar desde la Organización Nacional? Por lo demás no tome esta interpretación como una conclusión excesiva y maliciosa de mi parte.
Fue
la misma Hebe de Bonafini quien, en su tan poco pulimentada prosa, la
extrajo en su publicación electrónica donde dijo donde dijo (comentando
su intervención en la ONU) que si el presidente se encolumna detrás
nuestro es porque quiere lo mismo que "nosotras y nuestros hijos". No es un sofisma sino, muy por el contrario, una ecuación lógica correctísima, trágicamente correcta. En rigor se trata de una doble conclusión:
reconoce –no sin alborozo- que el primer magistrado argentino se ha
encolumnado detrás de la organización que preside y, en segundo lugar,
si lo ha hecho es porque quiere la nación, el estado, la sociedad que
anhelaban sus hijos para lo cual éstos llevaron una guerra crudelísima,
dirigida e inspirada desde el extranjero, sin cuartel y sin reglas,
matando y muriendo ¿Es así, como lo dice Hebe Bonafini, "su" madre? Niéguelo o acéptelo, su pronunciamiento es crucial y nos es debida a todos.-
Ahora bien, V. E., curiosamente en el mismo discurso en que se declaró hijo de las Madres (es decir, terrorista, adicto o proclive a la práctica del terror) anunció su rechazo a su ejercicio en el mundo de hoy. Es incomprensible y si se persigue una explicación no se puede concluir sino que hay una mendacidad.
Yo creo y digo que V. E. miente,
porque si condena el terrorismo –como con la máxima claridad lo afirmó-
no puede admitir ni, menos, exaltar el que llevaron a cabo los hijos de
las Madres; si aprueba el accionar de éstos es incoherente e
inverosímil que la repruebe a nivel mundial cuando afecta a terceros
países como Estados Unidos.
Acepta o condena "in totum" al terrorismo en cualquiera de sus manifestaciones, bajo cualquier estrategia y en cualquier condición, circunstancia y lugar. O debe reconocer que hay un terror malo y otro bueno, uno justificado y otro que no. Es su deber aclarar todos estos puntos.
Porque lo que V. E. ha hecho en la Asamblea de la ONU es proponer y proyectar la nación que quiere,
que es la que hubiera surgido de las garras teñidas de sangre de
aquellos hombres y mujeres que hoy ofrece como paradigmáticos, como
ejemplos a seguir. ¿Ignora V. E. que hubo terrorismo en la Argentina, insiste en desconocer esa realidad, en legalizar esa violencia? Si
persiste en semejante ficción es porque desea que la sociedad olvide y
que la nueva generación se equivoque de nuevo o, simplemente, que se
mantenga en la indiferencia. V. E. con este comportamiento se ubica al
lado de los terroristas a los que no sólo protege sino que avala.-
Esto sin considerar que V. E. ha desconocido el principio que en lógica se llama de contradicción y en ética ha incurrido en el vicio de la falacia.-
Pero
¿en nombre de quien actúa V. E.? Repito el interrogante inicial ¿quién,
quienes le dieron mandato para aprobar y apoyar la guerra subversiva y
condenar la represión?
¿Y porque no lleva sus convicciones hasta el punto final y adopta sin
más el programa de Montoneros, del ERP o del grupo que prefiera y
convoca a los sobrevivientes para ponerlo en funcionamiento? Por
supuesto que, para no volver a engañar al pueblo, deberá reabrirse el
debate y en forma pública poner a su consideración si han de tornar los
terroristas de ayer con sus planes y métodos.
En
primer lugar hay que ponerse de acuerdo sobre qué entienden V. E. y sus
acólitos por "derechos humanos", qué por "delitos contra la humanidad"
que serían imprescriptibles e imperdonables por cualquier otra vía, qué
planean sobre la vigencia del derecho penal en especial y de la
seguridad jurídica en general. Por supuesto no escapa al criterio de V.
E. el riesgo inmenso que afecta al ordenamiento jurídico argentino en
virtud de diversas disposiciones adoptadas por su gobierno en varias
áreas; en la que en esta carta interesa los golpes que el derecho penal y
el procesal están recibiendo para su acomodamiento a las aspiraciones
vindicativas, son patentes y patéticas. En
su reciente calidad de hijo de las Madres y de las Abuelas, V. E. ha
enviado al desván de los tratos inútiles principios tan preciosos como
los de cosa juzgada, territorial e irretroactividad de las leyes. Con lo
que V. E. ha puesto en peligro de muerte todo el régimen de garantías
que hacía de la Argentina una república.-
Encarezco
al Señor de la historia y de las naciones ilumine a V. E. respecto a la
defensa y administración de los derechos de todos los argentinos,
sin favoritismos para unos ni persecuciones para otros, según lo marque
su voluntad que no es omnímoda ni, ciertamente, infalible. V. E. debe presentarse
ante su inteligencia y su corazón el bien común nacional como objetivo
último y justificante de su gestión y de su conducta pública y no
atenerse a los influjos de facción que en estos días predominan en su
ánimo y en su gobierno. Señor presidente: ajústese a derecho y a
prudencia.-
Finalmente -pero en modo alguno lo menos importantte- me
pregunto con auténtica angustia argentina si puede ser comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas de mi país quien no sólo pactó sino que se
solidarizó con el enemigo, con aquél que les infligió mayor cantidad de víctimas –y con más crueldad- que el invasor británico. Con aquel que, como V. E., desconoce que haya habido una guerra y niega ese enemigo cruel
que, como todo lo indica –y sus palabras en particular- pugna por
volver, que ya se ha reinstalado entre nosotros ¿armado, desarmado?.-
En todo caso, reitero que V. E. no tiene derecho
a sustituirse a la nación, a reemplazar al Estado, a deformar a la
república ni a pensar por los argentinos imponiéndoles sus preferencias y
sus rencores.
Dios guarde a la Patria
por Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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