Boletin 45 - junio 2003 -
"Ya no hay dudas"
"OTROSÍ" Nro. 45 – junio del 2003
1 - "YA NO HAY DUDAS"
Fue
y es, sin discusión, una desvergüenza lo que hizo por decisión personal
el presidente. Néstor Kirchner, forzar la renuncia del recientemente
nombrado por él mismo Procurador General del Tesoro Dr. Carlos Alberto
Sánchez Herrera sin ningún fundamento objetivo serio. Esta actitud
prepotente e ilegal demuestra varias cosas, algunas ya insinuadas en los
primeros pasos de la actual gestión y que fueron recogidos y destacados
en el número anterior de OTROSI.-
Sería
risible poner en cuestión que éste se trata de un gobierno de
izquierda. Todo lo indicaba y lo hacía suponer. Los antecedentes de la
hoy pareja reinante -en segunda línea por la juventud entonces de sus
integrantes pero de militante bullanguería que los marcaría para
siempre-, las designaciones que realizó sin consultar más que a su
reducido círculo de iniciados, las mismas declaraciones del Kirchner
candidato y del Kirchner presidente –declaraciones de interpretación
indubitable a pesar de un cierto eufemismo que las envolvía-, en fin los
pasos iniciales de este primer magistrado típico producto de las
minorías enclaustradas en el poder, nada permitía optimismo alguno sobre
el perfil ideológico y los compromisos consecuentes que esta nueva
gestión adoptaba.-
Se
trataba, más bien, de determinar qué clase de izquierda llegaba y se
estaba insertando en los intersticios del estado. Porque se debe que
reconocer que hay varias izquierdas; y sin detenernos ahora en la
cuestión de qué se debe entender por tal (no obstante ser ésta una
cuestión pendiente, de muy difícil ubicación y de primaria importancia)
admitamos que existe una tolerable que parece dispuesta a una
convivencia civilizada y que, en definitiva, no reniega de su origen
"burgués", una forma espectacular del liberalismo.
Circunstancia
que no le resta peligrosidad ya que es desde allí de donde suelen salir
los otros, los jóvenes idealistas de la Generación del 70 (a la que
pertenecen emblemáticamente y no casualmente Néstor Kirchner y su mujer)
porque prepara de algún modo el clima, las condiciones objetivas y
subjetivas para que sobrevenga aquella otra que, mesiánica y salvaje,
reivindica su derecho a utilizar las armas para imponer sus modelos. O,
mejor dicho, su Modelo, el del Hombre Nuevo, el que surgirá de la
Revolución a partir de cuyo triunfo todo se solucionará para siempre
porque los seres humanos se reivindicarán a sí mismos en la perfección
de la desalienación permanente. El paraíso en la tierra.-
Por
supuesto hay otras izquierdas, algunas más tremebundas y otras más
pacatas, unas más utópicas y otras más racionales, unas más
transparentes y otras más acomodaticias, unas más intransigentes y otras
más flexibles. Pero todas comparten por lo menos dos rasgos comunes: su
tendencia a la transgresión y a la fractura (lo que las vuelve tan
proclives en su extremo a generar jóvenes armados y asesinos) y vocación
y gusto a declararse y sentirse perseguidas. Ambos comportamientos los
llevan a cabo desde fuera del poder, desde sus cercanías y aun, como lo
podemos ver ahora, desde su interior.-
Pero,
quizá, la peor izquierda sea la infiltrada, la oculta, la clandestina,
la ficticia, la rencorosa, la que se apodera de los resortes del poder
–los resortes claves, los demás admite compartirlos dando así la imagen
de un sano pluralismo- y entonces se dedica a impartir justicia, claro:
su justicia.-
Si
le viene bien lo hace por la vía legal (como el decreto que dictó Raul
Alfonsín creando la tristemente célebre CONADEP que pasará a la memoria
de los argentinos como la más solemne farsa inquisitorial de su
historia) o la judicial, tal como lo viene intentando desde 1983 con la
gran farsa del juicio a las Juntas militares del Proceso.-
Contó
para esto con tribunales y jueces adictos y complacientes que adoptaron
como premisa apriorística el hecho que la izquierda que los manejaba,
forzaba o inspiraba daba por sentado sin tolerar que se lo cuestionara
como si se tratara de una verdad revelada o una verdad evidente del tipo
de las matemáticas: la represión no tuvo razón de ser (ni, por lo
tanto, justificación) puesto que no hubo violencia revolucionaria ni
guerra terrorista ni actividad guerrillera que enfrentar y combatir.
Todo en la represión fue exceso.-
Ese
pasado no existió y si existió se lo borró por un acto de la voluntad
democrática que acababa de llegar al gobierno. Nunca se lo replanteó ni
se permitió que lo hiciera, lo que es un infame modo de legalizarlo y,
además, de dejar indefensa a la sociedad a la que se le hizo perder la
memoria.-
Entre
esos jueces estuvo hasta su reciente nombramiento como secretario de
derechos humanos el Dr. Eduardo Luis Duhalde, esforzado paladín ayer
como funcionario judicial de la inconstitucionalidad de las leyes de
amnistía de Punto Final y de Obediencia Debida; y antes de ayer,
militante (o, cuanto menos, ideólogo) de ese terrorismo del que nadie se
hace cargo y defensor de sus atroces protagonistas como Roberto
Santucho ante cuya personalidad psicópata cayó transido de admiración (y
suponemos que de adhesión), como lo confesó explícitamente. Esto nos
hace sospechar que el secretario también lo sea.-
Lo
ocurrido con el Dr. Sánchez Herrera, virtualmente depuesto por una
decisión de Verbiztki más que de Kirchner, pone de relieve –como
decíamos- más de un aspecto que urge destacar –antes que sea tarde- de
la actualidad política argentina. Fue despedido de la peor manera por el
solo hecho de haber defendido en su oportunidad al general Juan
Bautista Saciañ, probablemente amigo de su padre, el asesinado general
Juan Carlos Sánchez junto con su mujer –o sea la madre del defenestrado
funcionario.-
Cabe
aclarar que el asesino era un cliente de Duhalde. Le resultó
intolerable al presidente esta situación por lo que creó un nuevo código
de ética pública, hasta ahora desconocido o mantenido en estricta
reserva en las cuevas de los terroristas que vuelven y que pone en
aplicación en perjuicio del hijo de una de las víctimas del terror de
los setenta –la edad aurea según el primer magistrado- pero cuidándose
de extenderlo a otro actor de la época, el mencionado Eduardo L. Duhalde
a quien le confió la defensa de los derechos humanos de sus
compatriotas.
Esta
discriminación se explica aunque sea profundamente ilícita e inmoral,
sólo por la ubicación de uno y otro en los bandos enfrentados durante la
subversión. Kirchner elige de nuevo –ahora no como un muchacho que toca
el bombo sino como un hombre maduro que rige o pretende los destinos
del país para lo cual no fue, en rigor, electo- la izquierda delictiva
contra el orden, la sensatez y la convivencia. De alguna manera se puede
decir que procura y que hasta se complace en el retorno al pasado y en
la reinstalación de sus condiciones de enfrentamiento sin cuartel y de
los procedimientos de violencia de antaño.-
Si
Sánchez Herrera fue defensor de un imputado por el secuestro de niños,
Duhalde lo fue del asesino probado de un empresario extranjero, sin
contar con la serie de atentados aislados y de guerrilla urbana y rural
en los que intervino personalmente, inspiró o promovió. Nada de esto
espantó al ex camarista y actual secretario de derechos humanos ni,
menos aun según todos los indicios, al presidente que lo designó.-
¿Por
qué desplazó al Procurador del Tesoro que le había hecho ganar a su
provincia más de seiscientos millones de dólares –puestos a buen recaudo
de la angurria del estado nacional y de los bancos privados en
similares extranjeros-? Porque en su secreto estatuto de moral
administrativa no puede figurar en su plantilla nadie vinculado directa o
indirectamente con la represión. Terrible anatema, insuperable estigma
este antecedente que merece la expulsión (antes con toda posibilidad
hubiera merecido la muerte).-
Aquí,
como se advierte, el presidente Kirchner está creando una causa
inexistente de desahucio y un criterio arbitrario de designación. Está
haciendo de un prejuicio ideológico propio y personal una política de
estado, de una emoción subjetiva una razón de estado, de un gusto íntimo
un derecho, de una voluntad de venganza un supuesto acto de justicia.-
El
presidente Kirchner –contrariamente a lo que había prometido de no
gobernar con los ojos en la nuca- quiere colocar al país al borde un
nuevo baño de sangre del que aparentemente se muestra nostálgico. Quiere
revivirlo, reanudarlo, reivindicarlo completando desde el poder la
labor llevada a cabo por los comunicadores durante estos últimos 20
años, continuadores desarmados del terrorismo –del que el defendido de
Eduardo L. Duhalde, Roberto Santuchio es paradigma- y prologuistas de la
estrategia presente que empezó a ejercerse implacablemente, con un
trasfondo jacobino que seguramente se irá desarrollando con el tiempo.-
Porque
ya no se puede dudar –a la vista de lo acontecido de un modo tan
precipitado en estos pocos días del nuevo gobierno- que se está ante una
ofensiva contra el orden, ahora no desde la clandestinidad como antes
sino desde el poder mismo.-
Y
como ayer, la primera víctima es el estado de derecho. Verdad es que el
actual estado de derecho está herido de muerte por haber surgido del
fraude más calamitoso. "El derecho de sufragio ... quedó suprimido de
hecho". Lo denunció en estos términos severos Bartolomé Mitre en ocasión
parecida y sus palabras valen en el presente porque la tramposa
ingeniería electoral que llevó a Kirchner al gobierno equivale a la
supresión de hecho del sufragio como se quejaba Mitre.
Con
toda evidencia este presidente –solapadamente socialista- tiene
conciencia de su origen ilegítimo y busca no subsanarlo sino
consolidarlo; esto es no sanear su principio sino borrarlo, superarlo
mediante actos de fuerza y hechos consumados. Sabe que en un comienzo
tropezará con alguna resistencia y que ello acortará la luna de miel que
sus comunicadores fieles (Página 12, Clarín, diversos programas de TV
que alardean de independientes, etc.) procuran hacer creer.
Pero
juega con la sorpresa, con la situación de indefensión en que se
encuentra el pueblo, con una notoria indiferencia de la mayoría respecto
a ciertos temas que se le ha enseñado a olvidar (precisamente los de la
subversión) y, sobre todo, con un gran margen de impunidad que le
permite al gobierno hacer lo que le venga en gana en determinadas
cuestiones cuyo manejo se ha reservado con la máxima impudicia y
prepotencia.Como si siguiera tocando el bombo, Kichner saca sus leyes.-
Acaba
de introducir un elemento novedoso y distorsionador, el de la lealtad
de los funcionarios no sólo al gobernante de turno sino a su ideología,
rencores y prejuicios. Es decir que reclama su complicidad bajo pena de
exclusión. Quedó, pues, en suspenso el art. 16 de la Constitución que
exige unicamente la idoneidad para ocupar cargos públicos; y también ha
dejado de lado la primera parte de la norma que establece que en la
República Argentina no hay fueros especiales: en este caso ¡vaya si los
hay! desde que se requiere para la función ser izquierdista o afín,
prohibiendo al que no lo sea.-
El
Estado de derecho –reanudada la subversión con otras metodologías y con
otro discurso- comenzó a desaparecer aunque mantenga por algún tiempo
las apariencias. Lo que se produce no sólo por las inobservancias de
reglas fundamentales ni por la desigualdad manifiesta (a favor de sus
correligionarios vivos y muertos) en los procederes del gobierno sino,
en especial, por la abdicación de sus facultades y atributos; como lo es
de modo eminente el monopolio de la fuerza.
En
cambio, en estos días podemos ver cómo diversos grupos de virtuales
salteadores de caminos (recibidos en la Casa Rosada con una calidez que
equivalía a un sonoro aval) imponen su ley y sus pretensiones, con una
nada sutil vinculación con los funcionarios que aceptan casi todos sus
reclamos y que consiguen algo para ellos mucho más valioso, la
representatividad en exclusiva (no por esto auténtica) de vastos
sectores sumergidos o empobrecidos.
Es
más: se tiene la impresión que desde el propio gobierno se inspiran y
se lanzan a estos revoltosos profesionales como vanguardia para
allanarle el camino; tal el caso de la banda de Castells que tomó y
ocupó las instalaciones del PAMI exigiendo la renuncia de su directorio
enfrentado con el presidente. Esta utilización desbordada de ramas
paraestatales –sin entrar a juzgar de la justicia de sus clamores y
reclamos- es también un golpe a la legalidad de los comportamientos
oficiales.-
He
aquí, entonces, una situación incomprensible de tan paradójica: un
gobierno con una autoridad formal pero sin poder real y concreto trata
de procurárselo mediante actitudes ilegales unas y arbitrarias otras.
Que para completar su odiosa discrecionalidad no vacila en castigar el
derecho de defensa en juicio o, mejor dicho, en imposibilitarlo.
El
presidente Kirchner no quiere que el general Sassiaiñ -ni más ni menos
que un ciudadano argentino- sea defendido cuando es acusado y por eso
persigue a su defensor. Es oportuno recordar que ese derecho a la
defensa fue respetado con escrupulosidad aun durante el maldecido
Proceso para aquellos casos que fueron llevados ante los tribunales
respectivos, en adecuado funcionamiento hasta que una izquierda
destructora y rabiosa parecida a ésta, los suprimió en el mismo día y
por el mismo acto que liberó a cientos de subversivos.-
¿Será
exagerado decir que aquella pandilla –bien que renovada- que asoló al
país hace 30 años y más está volviendo para completar su periplo
interrumpido por la derrota militar?.-
¿Estaremos
viendo fantasmas allí donde no hay sino un intento de rescate a título
personal de algunas figuras y de algunas conductas de un pretérito más
cercano de lo que creíamos? No es conveniente caer en optimismos cómodos
sobre todo si nos obligan a cerrar los ojos y a perder la memoria.
Es
evidente que Kirchner hará de su obsesión contra la represión una
política oficial que ya empezó a poner en práctica; con un impulso
atropellador que expresa más su rencor de vencido que su vocación de paz
como mandatario de todos los argentinos y que, por lo tanto, debería
colocarse por encima de diferencias y diferendos que ensangrentaron
nuestro suelo en una Guerra Revolucionaria que todavía no terminamos de
entender ni, slgunod, de admitir. Es esta actitud que calificaríamos de
frívola de la sociedad argentina la que, justamente, permite estas
reapariciones, estos retornos, estas venganzas.-
Y
no deja de ser cruelmente irónico, perversamente cínico desplazar al
defensor (que había probado con exceso su idoneidad) de un represor
todavía no juzgado mientras se apoya con sordo énfasis a quien defendió a
un subversivo que había hecho del asesinato su doctrina y su método,
manteniéndolo en un puesto que no le corresponde sin ofensa al buen
sentido y a las víctimas de un terrorismo que no termina de irse.-
por Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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