Boletin 54 -
junio 2004 -
¿Que se proponen? y ¨Lastimosa reiteración¨.
"OTROSÍ" Nro. 54 – junio del 2004
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¿QUE SE PROPONEN?
El
gobierno -que, no lo olvidemos, proviene de una cultura montonera con
todo lo que esto implica- parece no cansado sino satisfecho de los actos
de violencia que vienen conmoviendo al país desde hace tiempo pero que
en los últimos días, fines de junio, se han incrementado hasta lo
inadministrable. Bastaría una recopilación de tales acontecimientos para
sopesar con corrección su gravedad y considerar sus consecuencias.
Tal
vez, si se observa en perspectiva, no interese tanto la violencia
desarrollada -perversa, gratuita, extrema, ilegal, mediática, inútil-
por los piqueteros como la pasividad, la postura de resignación o,
mejor, de rendición adoptada por el estado. Es todo el aparato represor
de éste -palabreja cuyo simple eco estremece de furor y de temor a
muchos de sus integrantes actuales- que se desmoronó sin emplearse,
pasivamente, cómplicemente.
El
Estado se retiró de la defensa del orden, de la imposición de la ley,
del afianzamiento de la seguridad pública y privada. El Estado desertó
de sus funciones e incumplió sus obligaciones de poder político. El
mismo cayó, consiguientemente, en ilegitimidad, manchó sus títulos
republicanos, ya bastante vidriosos por su origen de minoría
fraudulenta.
Producto
de una basta ingeniería pre-electoral y pos electoral, su forma de
llegada -como un golpe de dados- fue la única de que dispuso el
movimiento montonero para acceder al gobierno. Repitió su trampa y su
astucia del 73 con el "tío" Cámpora, cuando accedió siendo una minoría
insignificante y mesiánica que no podía beneficiarse sino de un hartazgo
general, una confusión terminal y un discursismo atronador que no
dejaba pensar ni permitía distinguir ni juzgar; se había empujado a la
sociedad a un maniqueísmo sin tonalidades ni alternativas: o esto o lo
otro y nada más.
La
diferencia está en que entonces -treinta años antes- el montonerismo
había practicado con éxito su estrategia del "entrismo" y ahora, en
cambio, no lo pudo hacer porque el peronismo había alcanzado tal grado
de disolución y de desorganización -luego de la experiencia liberal y de
los bandazos del presidente Duhalde- que ya no había materia en la que
penetrar, ideario del que apropiarse, organismo en el que instalarse ni
bandera que arrebatar.
El
25 de mayo del 2003 el presidente Kirchner estaba solo y tenía que
empezar a construir un poder inexistente. Para lo cual no tenía muchas
opciones. El justicialismo le respondía con sequedad y escasa
convicción. La otra izquierda lo miraba con desconfianza, conociendo su
pasado de beneficiario de la política petrolera de Menem y poco afecto a
la ortodoxia de ese progresismo proteico. Lo que algunos -con
ingenuidad o picardía y todos confusamente- llaman "derecha" se alejaba
espantada, recelosa de un principismo más sospechado que conocido. En
definitiva, que el nuevo presidente despertaba más expectativas que
esperanzas y, quizá, más curiosidad que confianza. Todos tenían la
sensación de un salto al vacío.-
A
poco andar, se advirtió junto a un rencor seco contra las Fuerzas
Armadas y las de seguridad -a las que nunca, lo comprobamos de
inmediato, dejó de odiar y de temer-, una inclinación maliciosa hacia
ciertas fuerzas del pasado que lo habían acunado en su juventud. Supimos
así que
su
programa de futuro consistía en volver al pasado, reinstalándolo con
todas sus procacidades y perversiones. No quiso que nada de ese
pretérito -que, por otra parte, pocos recuerdan y sólo un puñado añora-
se perdiera y que sus dolores y crueldades retornaran en toda su
virulencia e infertilidad.-
Al
recién advenido gobierno le quedaba poco espacio y únicamente lo podía
rescatar de su vaciedad una gestión exitosa. No la tuvo, quizá porque
prefirió retomar los hilos de la historia allí donde los habían dejado
sus antiguos correligionarios agrupados todavía en torno a los fugitivos
Firmenich y Perdía.
Carente
de energías propias, Kirchner optó por lo que denominó la
"transversalidad" pagando a buen precio a los hermeneutas que supieran
explicar y extender el concepto. En ese espacio todavía a abrir de la
transversalidad hay que ubicar los movimientos y las algazaras de los
piqueteros que empiezan a jugar su función transmitiendo la sensación de
multitudes en marcha, de vanguardias del proletariado, un proletariado
demasiado dormido para las necesidades y gustos de un gobierno huérfano
de apoyo y de consenso.
Todo
era y es ficticio pero, como lo enseñaba Maquiavelo, todo consiste en
hacer creer. Y aquí se trataba y se trata de hacer creer que el pueblo
está en rebeldía, que quiere cambios rápidos y radicales y que persigue
objetivos integrales, verdad que son un poco degradados y hasta poco
compatibles ya que van desde el rompimiento con el FMI hasta la
obtención de una garrafa.
Artificial,
organizado, primario, este segmento del gobierno montonero de Kirchner
logró movilizar los sectores más marginales (y, por eso mismo, más
manejables) de la sociedad y los lanzó contra el resto, a sabiendas que
la auténtica mayoría no podría reaccionar. Esta es la clave, según
vislumbramos, el punto nuclear de la estrategia de estos neomontoneros:
introducir otra vez la violencia en lugar de la política, hacer de la
transgresión una cultura, del arrebato un derecho, de la venganza por
mano propia el ejercicio de la única justicia tolerable.-
Sobre
este vacío creado por la violencia multitudinaria, por esta actividad
salvaje por fuera del sistema establecido, se levanta el edificio de la
nueva legalidad. Por eso la policía no se puede mover ni el poder
judicial intervenir. Se deja al lumpen, mesiánico y vindicante, libre y
poderoso en la calle; el primer magistrado, los ministros y los más
altos funcionarios se muestran complacidos con sus extravagancias y sus
delitos.
Se
ha suspendido en la Argentina la práctica de la justicia y no se
sanciona sino al débil que no puede reunir un grupo que lo justifique o
que lo apañe. Ni a D'Elía ni a Castells ni a ninguno de sus sicarios se
los sanciona. Se ha creado un ámbito donde la ley se ha derogado o se la
aplica discrecional y arbitrariamente. El sistema institucional mismo
quedó conmovido por la base al trasladarse el poder represivo a los
particulares
¿Qué
clase de autoridad puede ejercer quien, como Kirchner, inhibe a su
policía de actuar siquiera para defenderse? Por esta vía se está
abrogando la normativa penal y cualquier otra de manera que la Argentina
se transformará en el reino de la selva en la que cada uno deberá
volver a su individualidad pre-política. Al mismo tiempo el gobierno, al
prescindir de la policía e inhabilitarla para actuar incluso ante
delitos "in fraganti" y reiterados, traslada su fuerza de la que es
titular natural e indelegable a organismos paralelos como los
piqueteros, sus fuerzas de choque.-
¡Esto
es, pues, lo que Kirchner quiso decir cuando informó que no iba a dejar
los principios en la puerta de la casa de gobierno! No le creímos
entonces pero esto es lo que proponía y lo que está llevando a cabo
ahora, quizá con demasiada precipitación.-
LASTIMOSA REITERACIÓN
El
general Bendini al parecer no comprendió la deshonra en la que incurrió
al borrar al general Videla de la sala de directores del Colegio
Militar y de Comandantes del Ejército. Acaba de ratificar que lo
volvería a hacer si se lo mandaran. Ante este caso patológico de
obediencia debida -la denostada obediencia debida- no nos queda sino
recomendarle un pistoletazo que ponga fin a la tragedia de su honor
perdido. No lo hacemos porque nuestra moral católica nos lo prohibe pero
humanamente ningún caballero tendría otra opción.-
Víctor Eduardo Ordóñez
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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