EL FRACASO DE LAS MISIONES BLACK BUCK
Entre las 00.05 (03.05Z) y las 04.20 (07.20Z) del 30 de
mayo, el aeropuerto de la capital malvinense fue bombardeado por una fragata
británica que al finalizar su tarea, se retiró hacia el sur, dejando un saldo
de un muerto y seis heridos. En Bahía Fox ocurrió algo similar entre las 03.45
(06.45Z) y las 04.25 (07.25Z) en tanto a las 08.50 (11.50Z) y a las 09.20
(12.20Z), aviones Sea Harrier volvieron a atacar la estación aérea, dañando
levemente al Aermacchi 0767/4-A-116,
según se ha dicho.
Las
posiciones del Regimiento de Infantería 4 en monte Wall también sufrieron los
efectos del bombardeo aéreo pero en esa oportunidad, las aeronaves británicas
debieron retirarse con premura debido la acción de las baterías del GADA 601.
Uno de los incursores, el mayor Jerry Pook, al comando del Harrier GR.3
matrícula XZ963, fue averiado por la 1ª Batería de 35 mm y debió retirarse rumbo al este con pérdida de combustible. Al mismo tiempo, efectivos argentinos efectuaban un
desplazamiento hacia los montes Dos Hermanas y Enriqueta a fin de cubrir el
flanco oeste1.
Pook
voló de regreso al “Hermes” con sus tanques prácticamente vacíos y a 30 millas náuticas se
eyectó, forzando su rescate por medio de helicópteros2.
A las
10.00 (13.00Z) se produjo uno de los hechos más espectaculares de la guerra
terrestre cuando un helicóptero Puma del Ejército depositó sobre el monte Kent
al grupo de elite “Alacrán”, de la Gendarmería Nacional,
que pensaba efectuar desde allí operaciones detrás de las líneas enemigas.
En
momentos en que los primeros hombres se aprestaban a saltar a la turba, aviones
Sea Harrier provenientes del este atacaron el sector alcanzando al helicóptero
con numerosos impactos de cañón. El aparato se precipitó a tierra y en su
interior perecieron varios hombres.
En la
oportunidad, destacaron por su pericia y valor, el comandante Jorge Esteban San Emeterio, el
sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta y el sargento primero Miguel Víctor Pepe, quienes lograron evacuar a
los heridos antes de que la máquina estallase.
Ese
día, un avión Electra L-188 de la
Armada aterrizó y partió sin inconvenientes de Puerto
Argentino y la lancha patrullera “Islas Malvinas” fue atacada por la aviación
enemiga en Bahía Anunciación, sufriendo daños menores.
Mientras
tanto, los infantes de marina del Comando 45 abandonaban Douglas Paddock
y muy
temprano en la mañana iniciaban la marcha a Caleta Trullo, a la que
arribaron a las 23.00 (02.00Z), después de una penosa caminata a través
de
aguadas y pantanos, con un frío extremadamente intenso y lloviznas
esporádicas. Partirían con las primeras luces hacia Estancia House,
evidencia bastante perceptible de que el avance británico comenzaba a
tornarse
incontenible.
La madrugada del 30 de mayo, los ingleses llevaron a cabo la operación Black Buck 5, apremiados como estaban por destruir los sistemas de comunicaciones del enemigo.
Dado el
estrepitoso fracaso de los bombardeos, el alto mando británico había decidido
armar a los Vulcan con algún tipo de misil aire/tierra para neutralizar la
amenaza que representaban los radares.
Londres
sabía que la Argentina
disponía de numerosos equipos de comunicaciones en las islas y era
imperioso destruirlos, especialmente el Westinghouse AN/TPS043 F del Grupo 2 de
Vigilancia y Control Aéreo de la Fuerza
Aérea, apostado en el aeropuerto desde el 6 de abril al
mando del eficiente mayor Miguel Ángel Silva3.
Con el
objeto de engañar al enemigo, los argentinos habían colocado una antena falsa
en las alturas de Sapper Hill con la cual esperaban atraer a los bombarderos hacia
ese punto y ponerlos al alcance de tiro de su artillería.
El
Vulcan matrícula XM597 piloteado por Neil McDougall, partió de la base de Waddington
poco antes de antes de la medianoche del 30 de mayo (23.50Z) y tras seis horas
de vuelo en el que hizo los reabastecimientos aéreos de rigor, alcanzó el
blanco.
Completaban
la dotación Chris Lackman como copiloto, Dave Castle navegador de radar,
Barry
Smith navegador de pantalla, Rod Trevaskus ingeniero de vuelo y Brian
Gardner instructor de reabastecimiento. Se trataba de la misma
tripulación y aparato de la operación Blak Back 4 que dos días antes
había
abortado la misión al fallar la manguera de uno de los
cisternas Victor que lo acompañaban.
Armados con dos misiles Shrike AGM-45 A,
los Vulcan se convertían en los
cazas más grandes de la historia de la aviación mundial, junto con los
Hawker Siddeley Nimrod MR-1, dotados de igual número de AIM-9 Sidewinder
para ataques ocasionales.
El
vuelo se llevó a cabo de acuerdo a lo planeado. Cuando el avión se hallaba a 200 millas del
archipiélago y a 300 pies
de altura, comenzó un lento ascenso hasta los 16.000 pies, alcanzando las 20 millas de distancia desde donde inició la corrida de bombardeo. En ese preciso momento rompió el silencio de radio para coordinar
con la Fuerza
de Tareas un ataque con los Sea Harrier.
En
pleno ascenso, el navegador de radar comunicó que las emisiones del
Westinghouse enemigo habían cesado y eso tuvo en vilo a la tripulación
hasta que 40 segundos después, las mismas reaparecieron.
Los
operadores del Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo (VYCA) estaban atentos y
al detectar la presencia del bombardero, volvieron a apagar el radar para
emitir señales de menor frecuencia tratando, según se dijo, el avión siguiese de largo y fuese
blanco de las antiaéreas.
El
Vulcan continuó su avance y a las 05.45 (08.45Z) disparó sus misiles, iniciando
inmediatamente maniobras de evasión.
Los
proyectiles erraron el objetivo y solo uno provocó daños insignificantes en
el montaje de la guía de onda,
al impactar a 10 metros
del dispositivo. El radar siguió operando hasta el fin de la guerra y
como contramedida, sus operadores se limitaron a apagarlo antes de cada ataque.
Mientras se retiraban de regreso a Ascensión, McDougall y su
gente estaban seguros de haber alcanzado el blanco pero para su desazón, 24
horas después supieron que el obstinado radar seguía operando. Se trataba de un
nuevo fracaso para el escuadrón que poco y nada había logrado durante la
campaña.
Tres horas antes de aquella incursión (02.30), uno de los
cañones Sofma (Citefa) de 155
mm L33 de fabricación argentina, rechazó el ataque de un
buque enemigo que se había aproximado para cañonear Sapper Hill y los
alrededores del aeropuerto, obligándolo a regresar mar adentro.
La primera de aquellas piezas, fabricadas en 1977, había
llegado a Malvinas a bordo de un Hércules C-130, el 13 de mayo. Su arribo fue
motivo de alegría entre las fuerzas acantonadas en el archipiélago que lo
bautizaron “Gran Berta” en recuerdo del célebre cañón alemán de 8500 kilogramos de
peso y 20 kilómetros
de alcance, de la
Primera Guerra Mundial. Tres días después hicieron lo propio otros dos,
“El Gran Chaparral” y “El Gran Leopoldo”, apostados a 150 metros uno de otro,
constituyéndose con ellos una línea de fuego de gran potencia.
El
cañón sirvió para contrarrestar los bombardeos navales porque su
alcance era superior al de cualquier otra arma desplegada en tierra. Su
arribo trajo algo de esperanzas y tranquilidad a las
tropas, sometidas a diario a tan duro hostigamiento.
Resulta inexplicable que el alto mando argentino no haya
despachado mayor cantidad de piezas tratándose de un arma tan efectiva y
poderosa.
Por esos días, la actividad de las PAC pareció disminuir
notablemente, llegándose a observar secciones de hasta un solo avión como
ocurrió ese mismo día de la Black Buck 5, a las 16.17 (19.17Z) y las 16.19 (19.19Z), algo inusual
hasta el momento4.
A las 04.45 (07.45Z) un Hércules argentino debió abortar su
aterrizaje debido al cañoneo naval y la presencia de aeronaves enemigas. Esos
Sea Harrier bombardearon el aeropuerto sin consecuencias y se retiraron. Seis
horas después (10.40), se produjo una nueva incursión, esta vez a muy a baja
altura y los dos aviones fueron repelidos por las
baterías de 20 y 35 mm
y un misil Roland que estalló antes de alcanzar el objetivo. De todas maneras,
llegaron a ser tocados, uno de ellos el que chocó contra la torre de control
del “Hermes” al intentar posarse en su plataforma (11.18 hora argentina).
Esa madrugada la
FAS despachó dos escuadrillas de aviones Canberra MK-62
integradas por los bombarderos matrícula B-108 y B-101. Los tripulaban los capitanes
Ricardo Pastrán y Fernando J. Casado al primero y los primeros tenientes Ricardo
Sproviero y Hugo Moreno al segundo (indicativo “Charrúa”). La segunda formación
(indicativo “Odín”), estaba constituida por los aparatos matrícula B-105
al comando del capitán Alfredo R. Bredeston y su par Miguel A. Sisco, y el B-109,
al de los primeros tenientes Antonio J. Muad y Raúl E. Acosta.
En misión de cobertura y diversión despegaron dos Mirage III
E (indicativo “Pitón”), tripulados por los capitanes Guillermo Ballesteros
(I-014) y Carlos Arnau (I-107), armados ambos con dos misiles Matra/530,
quienes debían detectar y atraer aviones enemigos en combinación con el radar
de la BAM
“Malvinas”.
Las escuadrillas partieron el 31 de mayo
a las 04.00 (07.00Z) desde Río Gallegos, para bombardear la pista metálica que los británicos
habían desplegado en San Carlos.
Antes de iniciar el descenso, el Canberra de Sproviero debió
regresar por haber perdido al avión guía, razón la cual Bredeston y Sisco continuaron
solos.
Pese a la lluvia que se abatía sobre el área, en el brazo de
San Carlos los pilotos alcanzaron a ver luces en el puerto y un buque en la
bahía, por lo que desde una altura de 600 pies y a una velocidad de 400 nudos,
arrojaron sus bombas y escaparon hacia la derecha, en busca del
continente5.
La escuadrilla “Odin” llegó inmediatamente después, retirándose por la misma ruta luego de lanzar sus cargas.
El ataque destruyó una carpa de la Base Águila del Escuadrón
Aeronaval 846 y una central telefónica, provocando serias lesiones en el rostro del
teniente R. C. Harden, quien fue evacuado hacia el hospital de Bahía Ajax y de
ahí al buque hospital “Uganda”.
Como en esos momentos el radar Westinghouse debió ser
apagado por el ataque del Vulcan, los Mirage de la sección “Pitón” no tuvieron
más remedio que regresar, aterrizando en su base a las 06.15 (09.15Z).
Volvieron a despegar en horas de la tarde con el indicativo “Flecha” (16.19),
llevando esta vez, misiles Matra 550. Para desazón de sus mandos, tampoco establecieron enlace
y también desistieron6.
Horas después tomaron tierra en Puerto Argentino el Hércules
del vicecomodoro Cano y un Fellowship F-28 de la Armada, transportando
equipo, municiones y medicinas (en su viaje de regreso evacuaron personal
herido). Mientras tanto, en el litoral patagónico, el HMS “Conqueror”
patrullaba las costas a solo 41 kilómetros, secundado a la distancia por el
“Spartan” y el “Splendid”.
A las 13.31 (16.31Z), aviones británicos efectuaron un vuelo
de reconocimiento a gran altura sobre la isla Borbón y Bahía Elefante y entre
las 13.57 (16.57Z) y las 14.28 (17.28Z) volvieron a castigar las instalaciones
de la BAM
“Malvinas” y las posiciones del Regimiento de Infantería 25 cuyo jefe, el
teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, mantenía su puesto en las trincheras, junto a sus hombres, a la vista del aeropuerto.
Por la noche, efectivos del SAS y el Comando 42, apostados
en las cimas del monte Kent, abrieron fuego con sus piezas de 105 mm, batiendo las
posiciones del Batallón de Infantería de Marina 5 y los regimientos de
infantería 4 y 3. A
raíz de esa acción, se decidió invertir la posición de uno de los Sofma de 155 mm para repeler el
ataque.
Fue la misma noche en que la Brigada 3 de Comando
alcanzó Estancia House y el transatlántico “Canberra” ingresó en la Bahía de San Carlos para
desembarcar al Batallón de Infantería 5 al mando del brigadier Wilson.
La Black Back 6 fue más letal para las tropas argentinas pero igual de ineficaz en cuanto al logros de sus objetivos.
El
mismo bombardero Vulcan, piloteado por Neil McDougall, despegó de Wideawake a las 20.45 (23.45Z) del 2 de junio y se dirigió
directo al archipiélago, precedido por dos cisternas Victor y seguido por otros
dos.
Su
objetivo, era el mismo radar Westinghouse de la misión anterior que para
desazón de los mandos británicos, seguía operando normalmente.
Como ocurrió con la Black Buck
5, en momentos en que el avión iniciaba su corrida de tiro listo para disparar sus
cuatro misiles Shrike, el radar fue apagado. Sin embargo, en esta ocasión, el
operador de pantalla de a bordo captó las señales del Skyguard que el Ejército mantenía
en las inmediaciones como control de fuego para las baterías del GADA 601.
McDougall
redujo aceleradores y el Vulcan inició el descenso hasta los 10.000 pies en dirección
a Sapper Hill. En ese momento, el Skyguard se encendió y casi al mismo tiempo,
la artillería argentina abrió fuego.
En la
parte posterior, Rod Trevaskus enganchó los misiles sobre el radar y disparó. Solo
salieron dos, que destruyeron la antena y mataron a cuatro efectivos, un oficial,
un suboficial y dos conscriptos, sin contar los heridos de distinta
consideración.
Acuciado
por la falta de combustible, el gigantesco bombardero emprendió el regreso y
mientras lo hacía, el piloto alcanzó a ver a si izquierda el resplandor de una
explosión bajo la niebla.
Escoltado por un Nimrod MR.2, McDougall y su gente volaron sobre la negrura del mar hasta un punto intermedio entre las islas y la costa de Brasil donde los esperaba otro Victor para trasvasar combustible7.
El piloto vio la manguera que pendía de la parte posterior del cisterna y cuando estaba a
punto de conectar su lanza, esta se rompió, impidiendo la operación. Un chorro
de combustible cubrió el parabrisas y los mantuvo a ciegas hasta que el flujo del aire lo disipó.
El
inconveniente forzó a su comandante a adoptar una rápida decisión y después de
evaluar distintas opcione, no le quedó más remedio que buscar un aeropuerto
alternativo a efectos de no estrellarse en el mar.
El
punto más cercano era Río de Janeiro y hacia allí enfilaron mientras trepaban hasta los 40.000 pies,
tratando de ahorrar combustible.
Para
evitar inconvenientes a la hora de aterrizar, el comandante ordenó disparar los
dos misiles que le quedaban pero uno de ellos se negó a salir.
Con
la tripulación colocándose las máscaras de oxígeno y reuniendo la
documentación confidencial para meterla en una bolsa, McDougall
despresurizó la
cabina y le indicó a Brian Gardner que abriese la escotilla. La bolsa
cayó al
mar pero cuando el copiloto quiso cerrar, la abertura se trabó; superar
el inconveniente llevó varios minutos pero finalmente lo lograron.
En ese
momento, McDougall estableció contacto con Río de Janeiro informando que
se encontraba en emergencia y necesitaba aterrizar lo más rápidamente
posible. Los brasileros intuyeron algo raro y comenzaron a
indagar. Los ingleses intentaron eludir las preguntas respondiendo con
evasivas y eso puso en evidencia que venían de una misión
de combate y efectivamente, tenían problemas.
La
noticia corrió como reguero de pólvora, primero por Brasil y después por
el mundo y llevó a decenas de periodistas y curiosos a correr hasta el
aeropuerto para
cubrir la noticia y obtener información.
Mientras
la embajada británica iniciaba febriles gestiones ante el gobierno
carioca tratando de lograr la tan necesaria autorización de aterrizaje,
el bombardero,
que llevaba viento de cola, hizo un descenso inicial a 20.000 pies y ya con la
pista a la vista (se encontraba a unas seis millas de distancia), comenzó a
bajar en espiral pronunciado, extendiendo sus frenos aerodinámicos y cerrando
los aceleradores.
En ese
preciso momento, cuatro poderosos cazas del 5 Batallón de la Fuerza Aérea Brasilera despegaron de bases cercanas y se pusieron a la par de la aeronave británica
para vigilar sus movimientos.
El
avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Galeao, en medio de un
riguroso dispositivo de seguridad poniendo a Brasil, por un breve momento, en el epicentro de la opinión pública internacional.
Cuando
el Vulcan rodaba por el asfalto hacia una plataforma lateral, varios
vehículos se le acercaron transportando a miembros de las fuerzas armadas y
operarios del aeropuerto.
Después
de apagar las turbinas, personal castrense procedió a asegurar cuidadosamente
el misil y puso al avión bajo fuerte custodia armada, a cargo de la policía
militar.
La
situación se tornó extremadamente comprometida para el gobierno
brasilero, al ponerlo de un momento a otro ante un dilema de difícil
solución.
Brasilia
representaba diplomáticamente a la
Argentina y pese a mostrarse favorable a una solución diplomática
desde el primer momento, apoyaba la posición de su vecino y hasta le brindaba ayuda
encubierta8, pero al mismo tiempo, tenía buenas relaciones con Gran Bretaña y Estados Unidos, de quienes era
aliado histórico.
La
decisión de retener al bombardero generó algunos roces diplomáticos entre ambos
países (Brasil y el Reino Unido), ya que según revelaron documentos secretos
difundidos por la prensa brasilera en 2006, se generó un entredicho en extremo delicado. Los
ingleses argumentaban, no sin razón, que mientras el gobierno de Joao Baptista Figueiredo retenía el bombardero, hacía la vista
gorda con el paso en escala técnica de aeronaves provenientes de Libia, con armamento
destinado a la Argentina9.
Documentos del desaparecido Servicio Nacional de
Informaciones (SNI) han dado cuenta del problema que enfrentaba Brasilia frente
a la guerra entre su vecina y el Reino Unido. Según “O Estado do Sao Paulo”, se
trataba de una cuestión complicada porque la defensa de una solución negociada
no le había impedido al régimen de Figueiredo declarar su apoyo a la pretensión
argentina sobre las islas. En una palabra, para Londres, Brasil no era neutral10.
Al
retener al Vulcan, el gobierno argentino pidió a su par carioca la
aplicación de una política neutral, algo incompatible con el apoyo
que el país vecino le venía brindando desde el inicio del conflicto, un
apoyo ínfimo si se lo comparaba con
el que Gran Bretaña recibía por varias vías, pero concreto al fin.
Brasil permitió la partida del avión con destino a la isla
Ascensión recién el 10 de junio, sin el misil y con el compromiso de no
volver a utilizarlo en la guerra, ello de acuerdo a lo
solicitado por el gobierno de facto argentino11.
El cazabombardero voló a Waddington y el 13 de junio se le
reemplazó la lanza de reabastecimiento por una nueva.
Hubo una séptima misión Black Buck la noche del 11 de junio,
cuando el avión matrícula XM607 fue alistado con la misma tripulación de la
Black Buck 1, salvo el instructor de
reabastecimiento en vuelo que en esta ocasión fue Peter Standing12.
Como en las misiones anteriores, el aparato partió entre las
20.30 (23.40Z) y a las 20.50 (23.50Z), hizo el primer reabastecimiento aéreo. Y
como en las tres primeras incursiones, llevaba bombas en lugar de misiles.
El
ataque se hizo del mismo modo y pese a su
aparatosidad, no ocasionó daños significativos, dejando en evidencia el
excesivo gasto de energías, armamento y capital que implicó la operación
para tan magros resultados.
Notas
1 Relato de Jerry Pook: “En
ruta hacia el objetivo, mi radio comenzó a
presentar problemas y quedó muda por
un corto tiempo. Afortunadamente
el problema se solucionó
antes del ataque. A poco de alcanzar mi meta comencé a recibir fuego concentrado de armas livianas
desde tierra y mi
avión fue alcanzado.
Sentí un golpe
bastante fuerte, pero
todo parecía funcionar bien, por
lo que seguí adelante, dispuesto a llevar a cabo el ataque
sobre una posición en la que se habían posado algunos helicópteros. Esa misma mañana, cuatro Hueys habían aterrizado
en la parte inferior de las laderas de la montaña (Monte
Kent) para trasladar al Regimiento 4 hacia Dos Hermanas.
Como la posición fue abandonada, me
dirigí hacia un puesto de artillería ubicado a 2 kilómetros
de distancia, sobre una colina. Al ver la posición frente a mí
disparé dos cohetes
de dos pulgadas al tiempo que
comencé a recibir fuego concentrado de armas livianas. Casi
enseguida me di cuenta de que las cosas no habían
salido del todo bien. Mi tablero comenzó a indicar que estaba perdiendo combustible y
que la pérdida de aceite iba en aumento, ya que
también experimenté un fallo hidráulico en el sistema Nº 1. La radio volvió a
fallar y fue entonces que
comprendí que estaba librado a mi propia decisión. Decidí
volar hacia los portaaviones y por esa razón enfilé hacia el mar, pero
minutos más tarde me di cuenta de que no
lograría llegar. Mi única esperanza radicaba en acercarme a la Fuerza
de Tareas lo más posible” (Jerry Pook, Raf Harrier Ground Attack. Falklands,
Pen & Sword Aviation, South Yorkshire, 2007).
2 J. Ethell y
A. Price, Guerra aérea sudatlántica, Instituto de Publicaciones
Navales, Bs. As., 1987, pp. 135/136.
3 Ante la proximidad de las
fuerzas enemigas, ese radar fue desplazado hacia Puerto Argentino la
noche del 13 al 14 de junio.
4 Eso llevó a suponer que realmente el “Invincible”
había sido alcanzado.
5 Aterrizaron a las 06.40 (09.40Z).
6 Estuvieron de regreso en su base a las 17.52 (20.52Z).
7 El abastecimiento se hizo a 20.000 pies de altura.
8 Los dos Embraer 111 Bandeirantes para misiones de búsqueda y
detección.
9 “O Estado do Sao Paulo”, 12 de noviembre de 2006.
10 Ídem.
11 Ídem.
12 Comandante Martin Whiters,
copiloto Peter L. Taylor, radarista Robert D. Wrigth, navegante Gordon C. Graham.,
ingeniero de vuelo Hugh Prior e instructor de reabastecimiento en vuelo Peter
Standing.
Publicado 26th February 2015 por Malvinas.Guerra en el Atlántico Sur