sábado, 29 de junio de 2019

"OTROSI" Nº56 - agosto 2004 - "Se consumó la entrega de la ESMA", "El cónsul se enoja" y "La Carlotto cuida su escenario"

Significado de la palabra:

OTROSÍ. (Del lat. alterum, otro, y sic, así.) adv. c. Demás de esto, además. Ú. por lo común en lenguaje forense. Il m. Der. Cada una de las peticiones que se ponen después de la principal.

Boletin 56 - agosto 2004 - 

"Se consumó la entrega de la ESMA", "El cónsul se enoja" y "La Carlotto cuida su escenario"



"OTROSÍ" Nro. 56 – agosto del 2004
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Indice con links directos:
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Por previsible amplia mayoría la legislatura porteña aprobó el traspaso de los 11.000 mts2. que pertenecieron a la ESMA a la ciudad de Buenos Aires; graciosa concesión realizada por la nación al Estado de Buenos Aires pero, en la práctica tan graciosa donación fue a las Madres, Abuelas, CELS y demás espantajos de los "derechos humanos".
Fue el fin de una comedia y el comienzo de una tragedia. Porque, si bien el almirante Godoy y sus hiper adictos altos jefes navales pueden felicitarse mutuamente y refregarse las manos - han cumplido con la obediencia debida al más alto precio, el del propio honor y el de la fuerza - dando tan amplia satisfacción a sus enemigos de ayer (y aunque ellos no lo sepan ni lo crean, a los de hoy), han hecho más, han producido, si cabe, un efecto más devastador que el previsto en un primer momento. Con la entrega de esos terrenos –tan valiosos por más de un motivo, en especial por su alta cotización ética- no sólo formalizaron y, por así decirlo, graficaron la rendición anunciada el gris 3 de marzo pasado sino que, lisa y llanamente, ilegitimaron la guerra antisubversiva y, consecuentemente, legitimaron la subversiva de un modo que ni el más comprometido y radicalizado miembro del gobierno pudo en sus mejores sueños, imaginar.-.


Se va a levantar en el predio un hipócrita y perverso "museo de la memoria", de la memoria de los terroristas que por esas instalaciones pasaron después de sus crímenes (reconocidos con placentera tranquilidad de conciencia por sus protagonistas más atroces, como Miguel Bonasso, los descendientes de los Santuchos y algunos más que siguen por ahí lucrando con sus fechorías de otros tiempos). En cambio, los atentados (homicidios, secuestros, torturas, amenazas) cometidos contra las Fuerzas armadas y de seguridad en especial y contra la sociedad en general, pasarán rigurosa y metódicamente al olvido. No habrá para sus cuantiosas víctimas, militares y civiles, recuerdo ni memoria. Ni museo. Ni literatura que los reivindique como luchadores del orden y la libertad natural. Para ellos la ignominia en la representación colectiva, para sus victimarios el homenaje.-
No vamos a detenernos en la consideración de lo que esta maniobra urdida en las alturas del poder política y consentida y completada en las del poder militar, significa para los montoneros y erpianos, muertos y sobrevivientes, ahora en el gobierno (sólo diríamos que llegaron imprevistamente, ni por las armas como esperaban ni por los votos que no obtuvieron); esta conquista de un terreno que ha adquirido a partir de ahora un valor simbólico tremendo, es para esas bandas nunca disueltas una victoria que, ante sus ojos, se presenta como final y definitiva.
Ahora deseamos hacer una referencia, una más, a la actitud de los responsables últimos de la conducción castrense. No nos hacemos la ilusión que vayan a escuchar ni, menos, rectificar su conducta de acomodamiento a las deshonrosas órdenes recibidas; sólo y simplemente pretendemos echar la semilla de lo que llamaríamos remordimiento o, quizá, preocupación. Una preocupación tanto moral como profesional y, o si se prefiere, "técnica".
¿Han pensado en la posibilidad –nada lejana- que vuelva la subversión pero no ya por vía electoral (como la casualidad les permitió acceder en el 2003) sino abiertamente por la violencia organizada y militante según ya se advierte por todos lados? ¿Cómo ven y qué interpretan cuando pequeñas pero bochincheras y mediáticas multitudes de marginales ocupan las calles, atacan edificios públicos, toman rehenes (incluso ministros), exigen por la fuerza que se los mantenga sin trabajar y que, incluso, se los mime más allá de la satisfacción de sus necesidades elementales? ¿Qué razonan los jefes militares cuando observan que los responsables del asalto y destrucción de dos comisarías son recibidos por el propio presidente?
¿No creen adivinar detrás de esas convulsivas marchas que asolan las calles de las ciudades argentinas un esbozo de golpe de estado, una gimnasia prerrevolucionaria, un anticipo de un terror que jamás fue renunciado ni descartado? ¿no vislumbran que la historia, que tanta sangre y dolor costó, puede repetirse ya que los indicios y las tácticas de treinta años atrás vuelven a implementarse pero esta vez virtualmente, a la luz del día y sin anticuerpos? ¿No les dice nada ese movimiento incansable de reclamos artificiosos y hasta excéntricos? ¿O en verdad se confunden y suponen que ese lumpen movido por mafiosos practica una democracia directa?
Y, en todo caso, ¿ésta es la democracia que los generales, almirantes y brigadieres en actividad quieren para el país? Según sean sus respuestas –en definitiva, se trata de saber si sirven a la república o a un sistema partidario- nos daremos cuenta si están dispuestos a continuar el desguace de las fuerzas a sus órdenes o, si por el contrario, están dispuestos (y en condiciones objetivas y subjetivas) de reanudar la guerra antisubversiva cuando sea necesario. Y el interrogante final: quien maneja sus servicios de inteligencia, oficiales especializados o fueron también transferidos a los Bonasso y Verbitzky.-
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Héctor Timerman es hijo de quien es y eso no lo justifica por cierto pero lo explica. Fracasado en varias intentonas periodísticas no tuvo inconveniente en alistarse al lado de Mariano Grondona que es un liberal consecuente en cuanto a su asepsia doctrinaria y en cuanto a su escepticismo glandular, falencias que lo llevan a acoplarse con cualquiera y a practicar un ecumenismo casi sin fronteras (sólo le espanta cierta incivilizada "derecha").-
Volviendo al improvisado diplomático – beneficiario directo del giro izquierdista registrado cuando accedió al poder una ultra minoría de audaces montoneros que se comportan como si fueran una mayoría - publicó una larga carta de lectores en La Nación del 12 de agosto pasado quejándose de un artículo del Wall Street Journal en el que se identifica a los piqueteros de hoy con los terroristas de antaño; en verdad le sobra razón a la autora –es lo que venimos sosteniendo desde hace tiempo- que se muestra más sagaz o más honesta que tantos analistas locales.
Porque, en efecto, los piqueteros –organizados, transgresores, prepotentes, farsantes- cumplen las funciones de agitación de los violentos de 30 años atrás: irracionalizar la política, ahondar los conflictos o provocar otros nuevos, muchos de ellos extremados o artificiales, hacer imposible la concordia, indispensable virtud social.
Es decir, procuran crear un clima contestatario de agitación y de insatisfacción, de desconfianza y de conmoción más o menos permanente de manera que la sociedad se conforme a una nueva metodología de reclamo cada vez más radicalizada y por fuera de las instituciones. Mediante esta agitación renovada y sistemática se destruye o se vacía la república todavía vigente y se busca instalar una distinta, con presupuestos que surgen de estas mismas alharacas que pretenden (en vano) ser multitudinarias y espontáneas.
En cuanto a su afirmación que "el accionar piquetero es parte de un debate intenso, muchas veces saludable" es una mendacidad que, por estólida, resulta increíble aun para los más dispuestos a aceptar la ecuación ¿Qué clase de debate puede surgir de la extorsión abierta, de la ocupación de casinos, de la toma por asalto de oficinas públicas, del arrasamiento de comisarías, del sitio tendido en torno a la legislatura de la Capital Federal (impidiendo justamente el debate) y un por ahora interminable etcétera ?
Luego el improvisado diplomático –llegado al cargo de cónsul en Nueva York por recomendación e influencia de su difunto padre- se explaya acerca de las citas del artículo que objeta. Dice algo que no le conviene porque se le puede volver en contra bien interpretado "Muchos de quienes formamos parte de este gobierno fuimos víctimas del terrorismo de Estado y por lo tanto estamos convencidos de que la vía pacífica para la solución de los problemas sociales es la única alternativa" Nos alegramos que un montonero tal vez en agras haya alcanzado tal conclusión ¡Lástima que ni él ni su padre ni sus correligionarios no lo hayan advertido antes! ¡Cuánta sangre y muerte nos hubiéramos evitado! Pero, tardío y tácito, el reconocimiento es mezquino porque en la inteligencia de Timerman (h) la observación es aplicable sólo a los luchadores contra la subversión, es decir, en su terminología, "los terroristas de estado" , esto es, no a sus correligionarios a los que parece exculpar sin siquiera detenerse a enjuiciarlos ni mencionar sus fechorías.-
Un poco más adelante aclara con cierta cínica ingenuidad el concepto. "Terroristas son quienes cometieron los atentados del 11 de septiembre. Terroristas son también quienes volaron hace 10 años la sede de la mutual judía de la AMIA ... "Es certísimo pero ¿y los que volaron el comedor de la Policía Federal y los que hicieron saltar por los aires a la hija de Lambruschini y a un jefe de la policía y a su mujer, los que secuestraron a Aramburu, los que atacaron en Viejobueno y en el regimiento de La tablada? ¿Cómo califica a éstos actores el novato cónsul en N. Y., en qué categoría ética los ubica? Porque existieron esos atentados que bien pueden ser llamados actos terroristas, ni peores ni mejores que los que él enumera ¿O no los hubo? Y en su caso ¿cómo llamar a sus responsables?
Pues bien, las palabras de Timerman (h), oídas con algún optimismo, podrían estar indicando una rectificación de lo que se realizó y programó cuando él era aun un mozalbete que contemplaría a su padre en su telúrico esfuerzo por confundir a la opinión argentina. Nos tememos que no haya tal rectificación porque no hay en los izquierdistas contemporáneos tampoco arrepentimiento y sospechamos que el flamante diplomático limite su adjetivación a los autores de las voladuras de las Torres y de la AMIA, los demás no son terroristas, tal vez se trate de terroristas buenos (o idealistas incomprendidos).-
No queremos extendernos y finalizamos la nota con una referencia a una afirmación insólita y pueril. Se vanagloria el neofuncionario de la forma con que fueron designados los jueces de la Corte Suprema, olvidando con malicia que el decreto 222 por el que se regiría el mecanismo de designación de esos magistrados se convirtió desde el primer momento en papel mojado, en una formalidad incumplida. Más de 18.000 objeciones al nombramiento de Argibay Molina (que cuando fue camarista jamás fundamentó su voto) fueron ignoradas por el gobierno y por el senado con olímpico desdén.
Comprendemos pero no admitimos que H. T. haga sus primeras armas al servicio del gobierno que integra incurriendo en una hipocresía rotunda. Este juego de medias verdades, de ocultamientos, de supuestos axiomáticos y de olvidos dolosos, de discriminaciones tramposas, es el modo de ganarse y de asegurarse el pan cotidiano. Allá cada uno que sabe cual es su precio.-
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La pérfida señora de Carlotto – que se especializa en nombre de su odio en destruir familias constituidas con la solidez que da el amor auténtico - no tolera que nadie, y menos un recién llegado al territorio de los derechos humanos, le pise el poncho ni le quite protagonismo. Ella y sus comilitonas no toleran que alguien que no sean ellas mismas se ocupe ni preocupe por obtener una mejor justicia, por mejorar la legislación penal ni por descubrir a los autores de tantos secuestros y asesinatos que nos vienen conmoviendo desde que el mal llamado garantismo se instaló en nuestros tribunales y universidades.-
La Carlotto, al igual que la Bonafini quieren cada una monopolizar esta cuestión para lo cual se han dividido las tareas: una se encarga de los nietos de desaparecidos y otra de los desaparecidos mismos. Pero sólo de esos, de los que pelearon y perdieron en la década del 70; de las actuales y concretas víctimas de nuestros días se desinteresan por completo.
Lo que viene a demostrar algo que venimos sospechando desde hace tiempo, para ellas (y para las demás organizaciones de los derechos humanos, incluyendo la secretaría a cargo del que fuera abogado de Santucho y socio de Ortega Peña) es un instrumento de operación para recuperar vigencia, una excusa para estar presentes, reivindicando y reviviendo aquellas jornadas sangrientas que sus descendientes llevaron a cabo con saña que ellas admiran y un ideario tétrico cuyo simple elogio constituye un delito; en fin una herramienta para actualizar aquella ferocidad revolucionaria de la que nos quieren hacer olvidar.-
Ahora la señora de Carlotto se molestó con una vecina de un joven secuestrado que le había enviado una carta al presidente solicitando una verdadera política de seguridad y que se olvidara un poco del pasado y se interesara más por el presente. Y agregó que "Blumberg no existe" Con lo que acreditó su genuino sentido moral (no le importa nada fuera de la suerte de su supuesta nieta desaparecida), probó asimismo su insensibilidad para con un padre cuyo hijo efectiva e indudablemente fue asesinado, y demostró que, en definitiva, toda esta temática de los derechos humanos es para estas sierpes una cuestión abstracta y utilitaria que sólo puede ser manejada por ellas, siempre que no escape a los hechos de la década en que se formaron Kirchner y muchos de sus hombres. Lo que ocurra ahora no importa por lo mismo que no es rentable en ningún sentido.- .
Claro que esta indiferencia con respecto a los delitos que nos agobian no es inocente ni tampoco la lenidad para su tratamiento. Estas mujeres se proponen mantener un régimen criminalístico permisivo y laxo con el objeto de que no se reconstruya un estado fuerte, justiciero y represor (por el que se clama), que entorpezca con algún tipo de preocupación por la seguridad colectiva la implantación del clima revolucionaria (el de una violencia latente cuyos tiempos ellas pretenden manejar) y en el que buscan comenzar nuevamente.-
Finalmente nos preguntamos y le preguntamos a la briosa señora si no hay detrás de sus despectivas palabras un toque de envidia. Porque sabe que ninguna puede reunir una concentración de más de 200.000 personas. La soledad real es su signo.-

Víctor Eduardo Ordóñez


"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA

EL QUE NO MATA PECA"

(San Agustín)




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Dr. Víctor Eduardo Ordóñez

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