Boletin 42 - marzo 2003 -
"La izquierda es implacable" y "Sutiles precisiones"
"OTROSÍ" Nro. 42 – marzo del 2003
Contenido:
1 - "LA IZQUIERDA ES IMPLACABLE"
2 - "SUTILES PRECISIONES"
1 - "LA IZQUIERDA ES IMPLACABLE";.-
La
izquierda en general, aun la más pacata y convencional, está teñida de
sangre o de un sentimiento de odio sordo, de una violencia tácita; hay
algo en ella (tal vez su contenido antinatural) que la empuja a los
últimos límites de ese mismo odio y de esa misma violencia que gusta
cultivar (a condición que no se la utilice contra ella).
Es como una ley inscripta en su cultura y en su temperamento y una secuela de su ideología, un rasgo tipificante de su mentalidad o sea de su inteligencia y voluntad. El caso más patente y patético y, se quiere hasta sistemático, entre los recientes – si dejamos de lado las Madres que constituyen un caso patológico singular - es el de las Abuelas que han montado una ágil y rentable estructura de destrucción de cientos de familias que eran felices hasta el momento de su intervención que ellas suponen justiciera.-
Es como una ley inscripta en su cultura y en su temperamento y una secuela de su ideología, un rasgo tipificante de su mentalidad o sea de su inteligencia y voluntad. El caso más patente y patético y, se quiere hasta sistemático, entre los recientes – si dejamos de lado las Madres que constituyen un caso patológico singular - es el de las Abuelas que han montado una ágil y rentable estructura de destrucción de cientos de familias que eran felices hasta el momento de su intervención que ellas suponen justiciera.-
Los mozalbetes que precipitaron la muerte de un hombre de más de 80 años – acusado no se sabe bien de qué y al que apabullaron con insultos y amenazas hasta matarlo - pueden inscribirse en esta sombría línea izquierdista, en esta vocación y gusto de exterminar todo lo que no sea ella. Ninguno se arrepintió considerando sin duda que se trató de un efecto no previsto pero merecido y, por lo tanto, justo. En todo caso, esta nueva vida cobrada por la furia pos-subversiva no les importó ni la lamentaron a pesar de haberla provocado.-
En cambio la actitud de Página 12 – rama quebrada del quebrado árbol de Clarín - no pudo disimular su torva alegría por la muerte por cáncer del Gral. Fortunato Galtieri. Allí reapareció y revivió en toda su espeluznante realidad la entraña homicida, la maldad hecha gimnasia – esa renovada satisfacción por la muerte ajena - del ex montonero (o sin ex, como ahora se puede comprobar) Horacio Verbitski.
Sorprendente, alarmante y sospechosa concepción de los derechos humanos (de los que vive) que a sus ojos es un universo selecto y cerrado del que no pueden participar sino ellos mismos, es decir sus ideólogos (y beneficiarios), jamás sus contrincantes.
Pero estos redactores marginales de la Noble y Magneto no ceden en sevicia y perversidad a los que se atosigan a las puertas del Hospital Naval clamando por la muerte del almirante Massera, internado en coma en terapia intensiva. Estas bestiales exposiciones de rencor (que en el fondo reflejan un miedo que no se les fue) nos recuerdan algunos personajes y episodios de "1984" de Orwell y nos proporcionan una ocasión vivencial para ubicarnos y rememorar la anterior realidad argentina que, como se ve, no terminó de transcurrir ya que sus presupuestos fundamentales y sus fieros talantes continúan. Esos lobos ansiosos y necesitados de sangre siguen entre nosotros, siempre iguales a sí mismos, inescrupulosos, irrecuperables, prestos y dispuestos a repetirse y prolongarse sin cansancio ni arrepentimiento en ellos y en sus hijos hasta que no quede ninguno de sus vencedores en pie.-
¿Hemos de esperar algo, un gesto de dignidad, un acto de bondad, un auténtico sentimiento de amor, una inspiración sana en gente como ésta; en un Zamora que vende libros, en una Carlotto que se desvive por la identidad de unos jóvenes que nunca conoció ni le interesan, en un Castells que atraca comercios para alimentar a sus compinches y clientes que no quieren trabajar? ¿O en un Bravo que quiere ser democrático aun a costa de la ley?
¿Qué son estos seres y qué se puede esperar de estos seres capaces de odiar hasta la muerte y más allá? ¿Qué sociedad nos aguarda en manos de personas que desean seguir matando y que se satisfacen cuando la parca llega en forma natural?
2 - "SUTILES PRECISIONES">
En
una edición de fines del año pasado el equilibrado diario "La Nación"
llevó a cabo una sutil construcción ético-jurídica en verdad complicada y
difícil de seguir y también de aceptar. En la columna editorial del
29.XII. se embrolló en consideraciones acerca, nada menos, que la razón
de estado tratando de extraerle el mayor provecho posible aplicando un
grueso maquiavelismo disfrazado de realismo.
Pero la preocupación del autor de la nota no es, por supuesto, teórica sino una concreta referencia a la cuestión del terrorismo. Pero no, como hubiera sido de esperar, relacionado con el que asoló durante largos años a nuestro país – violencia que, como nos consta, no termina de retirarse sino que sigue revoloteando como un fantasma para unos y como una añoranza para otros- sino con respecto al que dicen golpeó a Estados Unidos en septiembre del 2001, "fecha que es un punto de inflexión en muchos aspectos" según dramatiza el diario. Así será si así lo dice.-
Pero la preocupación del autor de la nota no es, por supuesto, teórica sino una concreta referencia a la cuestión del terrorismo. Pero no, como hubiera sido de esperar, relacionado con el que asoló durante largos años a nuestro país – violencia que, como nos consta, no termina de retirarse sino que sigue revoloteando como un fantasma para unos y como una añoranza para otros- sino con respecto al que dicen golpeó a Estados Unidos en septiembre del 2001, "fecha que es un punto de inflexión en muchos aspectos" según dramatiza el diario. Así será si así lo dice.-
Por supuesto no es éste el espacio para considerar la cuestión de "razón de estado", una de las más delicadas en el derecho y en la ciencia políticos. Baste señalar para mensurar su importancia el hecho que sobre un concepto y una práctica así se fundaron los totalitarismos (y las democracias) modernos. La razón de estado todo lo cubre y todo lo justifica y se basta a sí misma para legalizar cualquier procedimiento. En última instancia es la voluntad del déspota la que legaliza y fundamenta una u otra acción y reacción.-
Lo dicho tiene que ser matizado adecuadamente porque invocado como lo hace el diario, sin mayores consideraciones, la puerta del poder se abre para cualquier aberración y abuso.-
Estamos de acuerdo – coincide con la sabiduría política clásica- en que la salud pública es la ley máxima ante la cual deben ceder todas las demás porque éstas encuentran su razón y justificativo en la satisfacción de aquella primera –básica y previa al resto de la legislación- cuya atención es prioritaria y excluyente. De esto no cabe duda; menos a nosotros que predicamos la legitimidad de la represión de las décadas de los 60 y 70 justamente en un razonamiento como éste.
Como dice el editorialista "en situaciones ordinarias medidas ordinarias, antes desafíos extraordinarios respuestas extraordinarias"; no podríamos disentir en esta ecuación que aparece tan cargada de lógica y de sentido común.
Sin embargo, nos preguntamos ¿cómo y porqué no aplicar tan sensatas observaciones y afirmaciones al caso argentino en el período mencionado, cuando indudablemente la agresión subversiva, llámese, Montoneros, ERP o alguna otra agrupación menor, era total, raigal, estrictamente revolucionaria, cruel, implacable e insatisfecha hasta que no se alcanzara "la victoria final", según recitaban ellos mismos.
Porque – como se sabe o se debería saber - el accionar terrorista no se detenía ante ningún límite más o menos previsible o convencional ni ante el desconocimiento de alguna parte del código penal; muy por el contrario se desafiaba y desconocía a éste (y a las leyes afines) por completo y por principio pero obviamente era invocado cuando convenía y se procuraba un refugio en sus tribunales y garantías cuando se perdía la batalla.
¿Tenían derecho a esto los subversivos, a buscar protección en una legislación a la que se quería destruir en nombre de una ideología antisistema, en un estado que se aspiraba a suplantar? Y no sólo cambiar un determinado cuerpo de leyes sino al orden de valores que se encerraba detrás y que sostenía a aquel.-
Ahora La Nación, tan crítica con respecto a la guerra antisubversiva en la Argentina y tan comprometida con la postura y prédica de los organismos de derechos humanos, se muestra más razonable y comprensiva pero con respecto al terrorismo que afecta a Estados Unidos. Entonces su nuevo espíritu aparece amplio y hasta tolerante. Nos sigue diciendo en su nueva postura: "Ciertos conceptos –tales como el orden republicano, la seguridad nacional (¡) o la razón de estado- han adquirido un peso superior ..."
Nada parece alarmar ni merecer la condena o la prevención del editorialista. Que continúa "Bush ... enfrenta una situación anormal: el desafío del terrorismo". Y remata: "En casos semejantes y de manera temporaria las naciones civilizadas del mundo siempre se han reservado el derecho de vigilar y reprimir a sus enemigos conforme a los presupuestos de la razón de Estado. El estado de excepción legitima, pues, medidas también de carácter excepcional"..
Salvado el vicio gramatical de la reiteración, podemos afirmar que nada es más verdadero. No se puede combatir a un enemigo extraordinario, inédito, desconocido, sin recursos apropiados, con ataduras legales, con suicidas escrúpulos procesalistas.
Ante la ley de muerte que impuso el terrorismo organizado en el país no quedaba sino actuar como se hizo: contestar la violencia con la violencia, tratar al enemigo – que había tomado la iniciativa en su ejercicio - como tal.
Esta observación elemental, primaria, sensata como ninguna, no pudo ser formulada (ni escuchada cuando se la esgrimió) por los defensores de la represión sino que, por el contrario, se los condenó en los tribunales y en los medios.
No deja de ser curioso ni irritativo que se alegue este derecho a la excepción a favor del estado más poderoso del mundo (en su oportunidad campeón de los derechos humanos) cuando a éste le resulta conveniente; y que, en cambio, se mantenga abierto y pendiente el litigio entre represores y reprimidos y que se insista en condenar a los primeros y en justificar (y aun exaltar) a los segundos.-
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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