miércoles, 26 de junio de 2019

"OTROSI" Nº47 - septiembre 2003 - " Las contradicciones" y "La Nación dividida


Significado de la palabra:


OTROSÍ. (Del lat. alterum, otro, y sic, así.) adv. c. Demás de esto, además. Ú. por lo común en lenguaje forense. Il m. Der. Cada una de las peticiones que se ponen después de la principal.



Boletin 47 - septiembre 2003 - 

" Las contradicciones" y "La Nación dividida

"OTROSÍ" Nro. 47 – septiembre del 2003

Contenido:
1 - LAS CONTRADICCIONES >>>>
2 - LA NACIÓN DIVIDIDA >>>>
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El presidente Kirchner y muchos de sus hombres incurren a cada paso en contradicciones vivas que nadie se recata en denunciar y menos en corregir. He aquí algunas:
1) El presidente tuvo palabras perentorias de condena al terrorismo en su primera visita a Estados Unidos. La Argentina adoptó, pues, como política de estado una voluntad de combatir esa actividad tan deleznable a nivel global, pero. ¿en el plano local? ¿Cómo se compatibiliza ese compromiso internacional – combatir ese terrorismo presuntamente de origen árabe, inubicable y nunca probado - con el claro apoyo que se le presta al practicado en nuestro suelo mediante tres artilugios:
· la persecución de quienes lo enfrentaron,
· el retorno de quienes lo prohijaron a altos cargos del poder (Bielsa, Duhalde, Bonasso y un interminable etcétera) y
· la reivindicación disimulada del terrorismo mismo al negar su existencia.-
2) Declarar la caza de militares argentinos – ordenando su captura y procesamiento y complaciéndose en ello - al tiempo que otorga inmunidad a sus pares norteamericanos de manera que a aquellos se los condenará por lo que hicieron –si es que lo hicieron- hace 30 años y a éstos se los perdona para lo que hagan próximamente.-


3) El actual se pretende un gobierno democrático en el que cada uno tendría libertad para decir lo que le plazca. Sin embargo el jefe de gabinete – no sabemos cual de los Fernández es - advirtió que ninguno de ellos está para opinar sino para gobernar de modo que los inhabilitó para mantener el menor disenso con el jefe. ¿Tan férrea disciplina es compatible con el declamado pluralismo con que se engalana Kirchner?.-
4) El presidente aprovechó la primera oportunidad para responderle con una burda filípica al general Brinzoni al que destituyera apenas llegado al gobierno - por las quejas de éste en su discurso de despedida.
No se mostró tan severo ni celoso de sus fueros frente a los reclamos de la DAIA y de la fundación Wishental que le rezongaron por manifestaciones del actual Comandante en Jefe, general Bendini, supuestamente antisemitas. Aquí, en cambio, fue delicado y comprensivo con los impugnadores poniendo al más alto oficial del Ejército Argentino bajo una investigación por sus dichos. ¿En estas manos está el honor nacional? ¿En estas manos la seguridad nacional ya que no se le permite al responsable último de la misma formular sus hipótesis de conflicto por no ofender a una minoría?.-
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Néstor Kirchner llegó al gobierno con varias promesas, de ellas probablemente la más atractiva - y la más perentoria - haya sido la de asegurar la unidad de los argentinos, de todos los argentinos. En ningún momento hizo referencia a un programa que, sin embargo, está llevando a cabo con perversa tenacidad.-
Ese programa consiste, como es obvio ahora pero no lo era antes, en volver a la problemática de ese período que él considera la etapa áurea de la democracia argentina, los míticos 70, los del terror indiscriminado. Volver a una problemática como aquella significa el retorno a todas sus inquietudes e iniquidades, reclamos, expectativas, propuestas, personajes y ... métodos, sin rectificación ni arrepentimiento.-
Y sin castigo, excepto para un bando, precisamente el triunfador o sea el que se opuso –utilizando idénticos procedimientos- a la agresión sistemática del terrorismo. Esa vuelta atrás es irracional por más de un motivo.-
En primer lugar porque su simple planteo (o, mejor dicho, replanteo) resulta anacrónico; si exógena y artificiosa fue su introducción en ese entonces –plena Guerra Fría, Cuba exportadora de la revolución, la Unión Soviética disputando la periferia- después de tres décadas resulta incomprensiblemente suicida.-
Etapa en la que acaecieron modificaciones sustanciales, entre otras la hecatombe de la Unión Soviética y con la misma la extinción de uno de los dos grandes polos de la contienda global, la desaparición de factores políticos hasta ese momento en completa vigencia, la concordante aparición de nuevas perspectivas de valores y de pensamiento, la disolución de lealtades por las que aun se mataba y se moría, el cambio o abandono de convicciones que se creyeron profundas (y que, en muchos casos, en verdad lo eran), la sustitución de categorías culturales que todavía estructuraban a Occidente; en fin, si bien la violencia a la que se recurrió en nuestro continente y en nuestro país como una metodología puesta en práctica de un modo simultaneo y coordinado respondía en cierta medida a causas de fondo, a deseos insatisfechos, a una cierta vocación de justicia inmediata –lo típico de la utopía-, todo eso cayó, quedó atrás, perdió inclusive el perfil idealista y la apariencia de bondad exaltada que presentaba.
Se trata de un pasado que fue superado y lo mejor –quizá lo único- que se puede hacer hoy, treinta años después, es sepultarlo, olvidar tanto los errores como los terrores, intentar forjar un proyecto común y posible.- Para lo cual es más útil olvidar que castigar, arrepentirse que perdonar. En todo caso resulta evidente lo que hubiera sido una república estructurada y gobernada por energúmenos capaces de atrocidades como las que cometieron y acometieron aquellos "utópicos" que ahora el presidente tanto extraña que los manda llamar.-
Lo dicho en especial para el sector que tomó sobre sí la responsabilidad enorme de iniciar las hostilidades.
Hay, pues, que empezar por reconocer que hubo una guerra, una guerra nueva y desconocida en su formulación moderna. Era la Guerra Revolucionaria. Mucho se ha hablado sobre la misma y ahora la infamia consiste en negarla.
Cuando se pretende recuperarla en los términos en que se lo intenta bajo el gobierno de Kirchner se incurre en trampa, en malicia, en falsedad histórica. Porque las cosas no sucedieron como se las están exhibiendo en una versión entre ramplona y mentirosa, entre funambulesca y alienante.-
Los sucesos se desarrollaron, a pesar de todo, de una forma más racional y explicable y con un entretejido más complejo que el maniqueísta con que se lo expone desde el oficialismo actual y desde los medios de comunicación adictos.
Hubo un agresor que con mayor o menor reticencia terminó por coincidir a pesar de las diferencias de enfoque (estratégico-táctico, político, programático y hasta doctrinario) bajo la común denominación de terrorismo: el terror fue el vínculo que acercó y que unificó y que, en definitiva, identificó a Montoneros, al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y a otras fuerzas menores pero no más inofensivas.-
Si no se acepta este presupuesto de hecho es imposible intentar cualquier debate ni proponer cualquier comprensión: si no nos ponemos de acuerdo sobre lo que fue el pasado, sobre lo que realmente ocurrió en un pretérito que algunos se esfuerzan en deformar o negar, no será viable ni legítima ninguna convivencia.-
Ante la agresión se produjo la reacción propia de todo cuerpo vivo y sano; o sea la defensa de todo un sistema agraviado y puesto en cuestión y riesgo. Nos aproximamos ahora a la verdad que es indispensable para que las generaciones nuevas conozcan, comprendan y acepten que se trató de una guerra sin más; de una guerra de características especiales y extraordinarias a las que fue necesario y lícito hacer frente con recursos también extraordinarios. No es decente desvirtuar ese tramo de nuestra historia, haciendo recaer toda la responsabilidad de la sangre derramada y de la muerte sembrada sobre aquel que se defendió, eximiendo de culpa y sanción a quien tomó la iniciativa. Tanto peor cuanto que de esa postura se derivan castigos judiciales y persecuciones interminables, profundamente injustas y por completo ilegales.-
No se deja pensar a la sociedad argentina. Tanto se la abruma con falsas anécdotas horripilantes que la narrativa de los subversivos se vuelve pueril y confusa, beneficiándose con un a-criticismo que fuerza su aceptación sin más. Se la aturulla con un discurso constante y unilateral que no admite la disidencia; se ha llegado incluso a declarar delictiva la defensa o el simple elogio de los hombres que tomaron a su cargo la represión.-
Digamos al pasar que uno de los núcleos de la tramoya – montada apenas asumido el primer gobierno democrático - reside en juzgar al represor por sus "abusos" haciendo caer así los "usos", es decir confundiendo los excesos con los justificativos y para ello nada mejor que desnaturalizar e ilegitimar la guerra sin más y en su totalidad, sin permitir una discusión serena ni un atisbo de explicación.-
La represión – que, como era lícito e indispensable, pasó de la mera defensa pasiva al ataque abierto, yendo a buscar al enemigo en sus madrigueras, escondido en los más ocultos e inesperados resquicios de la sociedad (partidos, parroquias, sindicatos, clubes, ONG, etc.) - no surgió de la nada ni obedeció a alguna demencia colectiva que afectó a los oficiales de las Fuerzas Armadas de un día para el otro. Aunque suene a infantil esto hay que recordarlo y resaltar porque eso es lo que queda en la versión de los subversivos.-
Insistimos en que si no se coincide en la realidad de los hechos – la interpretación correrá luego a cargo de cada analista - no se podrá dejarlos en el pasado, donde deben quedar si es que estamos dispuestos a vivir en paz y a no volvernos locos.
Recordarlos es revivirlos y revivirlos -por lo menos en la situación actual, con este gobierno integrado por sobrevivientes de aquella lucha- equivale a restablecer la enemistad entre argentinos, un odio pensado en el extranjero para consumo interno.-
El gobierno progresista que nos conduce (¿adónde?) quiere reivindicar la guerra subversiva, no darla por terminada, quiere continuarla imponiendo no ya sus métodos sino sus principios y apenas si puede disimular su bronco discurso de otrora el que le brota cada tanto en la voz de sus funcionarios más prominentes.-


por Dr. Víctor Eduardo Ordóñez

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Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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