Boletin 55 - julio 2004 -
¡ESTA ES LA SUBVERSIÓN!
"OTROSÍ" Nro. 55 – julio del 2004
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¡ESTA ES LA SUBVERSIÓN!
Nadie
puede ser tan tonto, complaciente, distraído o cómplice como para
seguir negando la realidad. Una realidad que nos estalla día a día y que
podemos ver en directo o por televisión. Es la realidad de la violencia
brutal, injustificada, gratuita y orquestada que aparece un poco por
todas partes a lo largo y ancho del país.-
Lo
que ocurrió él 16 de julio en el corazón de la Capital Federal es
grave, gravísimo por varios motivos. En primer lugar porque significa,
ni más ni menos, que el retorno de esa misma violencia que creíamos
desterrada para siempre apenas había huido el último terrorista de los
70´. Hoy vemos que no es así; volvieron todos los que pudieron aunque no
todos ejerciéndola con la fruición de entonces porque a algunos de ellos la suerte los encontró ubicados en puestos de gobierno como Duhalde, Righi, Ibarra y, si se quiere aunque de menor cuantía, el propio Kirchner.-
En
segundo término porque los acontecimientos acaecidos frente a la
legislatura porteña son la culminación de una etapa en esta nueva
historia del terrorismo en la Argentina y el comienzo de otra.
Desde
la asunción del actual presidente y aun antes, con las excusas más
increíbles y las pretensiones más inverosímiles, estos actos de mayor o
menor violencia -casi todos claramente delictivos- se eempezaron a
registrar encadenándose en una suerte de espiral cuyo momento culminante
fue éste al que nos estamos refiriendo; pero debe quedar constancia -y
que nadie se llame a engaño- que se está apenas ante el fin de un
momento, que se trata de una bisagra hacia intentonas más duras y
sistemáticas.
Estamos
ciertos que ahora se inaugura una nueva forma distinta -no ya
cuantitativa sino cualitativa- de esta fuerza incontrolable que el
gobierno montonero (que nadie eligió y que accedió sólo por
insuficiencias del régimen político argentino) puso en movimiento como
alternativa al que había recibido (por cierto que altamente viciado).
Careciendo de un partido político propio, de aliados seguros, de
sindicatos afines, de auténtica inserción social, el gobierno se decidió
por construir con sus propios restos y los que pudo recoger una
coalición capaz de reemplazar al anterior ordenamiento -del que provenía
y del que se había beneficiado pero que deseaba y necesitaba sustituir,
para lo cual tenía que destruirlo- que, de alguna manera le impedía o
le dificultaba su revolución pendiente. No por convicción sino por inercia.-
Además, los hechos del 16 J. (como se ha dado en denominar las fechas
en que algo importante ocurre) estuvieron tan preparados y
sistematizados que no se pudo disimular tal circunstancia no obstante la
babosa e hipócrita dialéctica desplegada por los voceros y los
protagonistas de los mismos. Como, por ejemplo, la legisladora Vilma
Ripoll que lanzó al aire la primera versión que luego habría de ser
recogida disciplinadamente por sus demás compinches: hubo un grupo de
infiltrados -quizá no más de diez- que sustituyéndose a los reclamantes
la empezaron a las pedradas y a los golpes con la policía, con los
empleados de la legislatura, con el edificio en que ésta funciona y con
los mismos legisladores que se vieron obligados a escapar como pudieron
por puertas y ventanas, con mengua de su dignidad (aquellos que aun la conservan). Esto, obviamente, no es verdad en modo alguno.
Todo ese lumpen convocado por las izquierdas de los
más disímiles matices (pero que, a pesar de sus diferencias, siempre
coinciden a la hora de los daños) se dio cita sin saber mucho porqué ni
para qué, básicamente inspirado en su vocación de transgresión y
destrucción porque sí. A esa corte de los milagros no faltó nadie, desde
las clásicas meretrices hasta los insólitos “travestis”, desde los
vendedores ilegales hasta los estudiantes de la FUBA que llegaron para
no quedar fuera de ese calor “popular” que habitualmente les es tan
ajeno, desde los piqueteros profesionales hasta los activistas siempre
dispuestos a sumar su cuota de odio y de desorden. No faltando tampoco los vagos y aburridos en búsqueda de experiencias desconocidas con que matar su tiempo.-
Todos
se movieron a clarinadas, respondiendo a indicaciones y tácticas
previamente diseñadas, como si hubieran recibido algún tipo de
instrucción para asaltar los espacios públicos. No fue necesario
extremar la imaginación ni la memoria para retrotraernos a los días del
“cordobazo”, antesala y señal del terrorismo que se inauguró entonces.-
En
rigor, nadie -ni los dirigentes- sabían qué estaban solicitando ni qué
impidiendo y se confundían con las excusas invocadas, como quedó
acreditado ridículamente con las declaraciones y explicaciones
posteriores en que todos - políticos izquierdistas, homosexuales
militantes, progresistas doctrinarios, comunicadores tramposos,
comerciantes fraudulentos, hetairas ensoberbecidas- fueron dando ante cada micrófono que se les ponía delante, repitiendo un discurso (casi ingenuo) mal aprendido y nada convincente.-
Es
sintomático que la terminología política haya terminado en esta
verborragia -jamás tan pobre- que avergonzaría a cuualquier dirigente de
segunda y tercera fila de otra época. Estamos, sin duda, ante una
declinación intelectual de nuestra clase partidocrática que queda
demostrado hasta el espanto con las hermenéuticas con que nos
bombardearon ese viernes negro.-
La izquierda en general también está en franca decadencia, en caída libre ya que sólo en un proceso tan hondo y evidente de desaparición puede darse que tengan que recurrir a la hez de la sociedad para tener alguna presencia y hacerse notar.-
Lo
que, ciertamente, no le quita peligrosidad; la circunstancia –que el
gobierno persiste en descuidar- que a los asaltos en la Capital se hayan
agregado los que encabezó Raul Castells -mientras su pareja se disfrazaba lastimosamente de “femme” fatal- en
Santiago del Estero y el Chaco, pone de relieve que se está tendiendo
una maniobra integral, amplia y coordinada en todo el país. Con la
bobalicona aprobación del gobernador de Córdoba, que recibió entre toma y
toma amicalmente al jefe piquetero como dándole su aprobación.-
Por
su parte, Beliz y Quantin -entre cínicos y desopilantes- tuvieron que
hacerse cargo de la responsabilidad de este gobierno montonero que, con
la excusa que no conviene reprimir, permitió todos los excesos. Eso de
que ese día fue una derrota completa de los piqueteros es tan falso como
que todo fue obra de un pequeño grupo de ·”provocadores”. Mienten los
católicos del gobierno y los
marxistas de la oposición. Tal vez entrampado en su discurso contra la
represión –Ibarra reconoció que era necesario reprimir aunque insistió
que con racionalidad con lo que vaya a saber uno qué quiso decir- los
montoneros en el poder no atinan a responder ni a reaccionar frente a
conductas que, al fin y al cabo, les siguen siendo afines.
Los actuales funcionarios no son más que montoneros que ya llegaron y los otros los que todavía que
pujan por llegar. Y a propósito, el primer magistrado no repensará su
contestación a las palabras de Mons. Aguer -que le adelantó que la
situación social se estaba saliendo de madre- o se obcecará en que todo
está controlado. A propósito señalemos que la dualidad
tolerancia-gatillo fácil -que parece obsesionar al presidente- es,
además de una frase hecha, una falsedad tramposa en la que nadie debe
caer.-
Un poder ejecutivo autoparalizado, una justicia federal envuelta en las instrucciones que recibe
y que cansinamente se apresta a conocer delitos gravísimos cometidos
hace más de un mes fueron el marco de esta pueblada que constituyó un
claro delito de sedición, desde que no permitió el funcionamiento de un
poder del estado sin que ningún magistrado ni miembro del ministerio
público se desvele por este principio de
destrucción de la autoridad. ¿Es que no estamos en el ejercicio de la
estrategia fundamental del terrorismo que consistía en levantar un
estado revolucionario paralelo y disputándole poder y espacio al
establecido? ¿Para qué seguir postergando una conclusión que, si llega
tarde, será fatal?.-
Nos
preguntamos asimismo no sin angustia ¿éste es el momento propicio
elegido por el estado para retirarse y dejar a la república en manos y a
disposición de estos prototerroristas que siempre van por más? ¿Qué nos
espera con montoneros arriba y abajo?
Lo
que ocurrió el 16 de julio no puede ni debe ser disimulado,
tergiversado, negado ni olvidado. Es la revolución cultural en marcha,
son sus aprestos, sus primeros pasos. De ahí el esfuerzo y el interés de
sus inspiradores y protagonistas -activos y pasivos, públicos y
ocultos- en desviar la atención pública y en disminuir la gravedad de
los sucesos, esfuerzo compartido por el gobierno.
Lo cierto y lo central es que de un modo bastante inesperado el país quedó prisionero -o por lo menos envuelto- en una interna de la izquierda; Ibarra,
preocupado por el resguardo de su poder tambaleante, trata de no quedar
pegado con la otra siniestra más radicalizada y por eso mismo más libre
para practicar su deporte favorito (el único que conoce) el de la
transgresión por la transgresión misma.
También
es de la mayor evidencia que se está poniendo en ejecución el plan
confeccionado por los sobrevivientes del castrismo en Ecuador, donde se
dispuso -con las adaptaciones del caso- la adoppción de una estrategia
común a todos los países del continente consistente en explotar del modo
más masivo posible el descontento y los sufrimientos derivados de las
indudables e insoportables injusticias que viven amplios sectores de su
población. Mediante este tipo de conmociones se busca instalar en una
sociedad desagradada y agraviada un clima de subversión, un sentimiento
de indignación por los fracasos sistemáticos de la economía y por la
impune e incorregible corrupción de la dirigencia.-
De
esta manera la izquierda procura un doble objetivo; por un lado
comparte -y consigue que se admita por el estado- el ejercicio del
poder; por el otro logra adueñarse del
malestar existente y monopoliza la reacción que se genera. Es una forma
de volver al viejo principio castrista de hacer de los Andes una gran
Sierra Maestra. Y el hecho que las violencias hayan comenzado a orillas
del Río de La Plata no significa sino un cambio de escenario porque lo
que se busca es la implantación en los grandes centros del desorden
cuanto más anárquico, inexplicable e infundado mejor.
De
ahí que la confusión del 16 J. beneficie en su demencia a todas las
izquierdas que se regodean en un ambiente que les es en alguna medida
favorable a todas, incluso a las más morigeradas como lo acredita la
circunstancia que ninguna de sus expresiones se manifestó en condena
abierta a los atentados. O sea
que no estamos ante “abusos” deplorables pero más o menos explicables
sino ante “usos” pensados por un comando único ubicado lejos de nuestra
república, tal vez en el Caribe.-
Un caso típico fue la declaración de guerra de Oscar Kooperman, cabeza de un movimiento fantasma que solo se caracteriza por su ferocidad discursiva pero que no dudamos de su aptitud de llevarla a la acción. Prometió perseguir a los legisladores que voten a favor de la reforma del Código hasta “que se tengan que exiliar”
¿No es esto un auténtico terrorismo de Estado? ¡Cuándo los responsables
comprenderán que ha sonado la hora de responder en los términos de un
desafío que cada vez se vuelve más audaz y más orgánico!
La
paciente justicia argentina -que más de un mes después de haberse
arrasado una comisaría aun discute su competencia con labilidad y
tolerancia- no vaciló en detener a un general de la Nación provocando la muerte de su esposa; para que nadie dudara de su
severidad el juez Urso le negó al general Saa el derecho a asistir a su
sepelio. La crueldad acompaña hasta los límites de la perversidad a
esta “justicia” antirepresiva.-
La izquierda posarmada ha levantado otra ficción contra la cual arremeter para no dejar tranquila la sensibilidad de los argentinos. Ahora con la cuestión del Plan Cóndor -cuya inexistencia institucional consta a todos-
es la excusa por la que se movilizan los disciplinados jueces que
quieren hacer ver -siguiendo las directivas recibidas- una terrible
conspiración contra los luchadores de la democracia, los terroristas
setentistas. Hubo
-es probable y, en todo caso, fue necessario- una coordinación de los
diversos estados sudamericanos afectados por la guerra revolucionaria de
esos años ¿Cómo no iba a ser así? La guerra fue continental -según lo declararon en su momento y lo siguen haciendo ahora sus personeros-, la respuesta también lo fue: nada de
ilícito, pues en este acción conjunta; lo que se procura es extender la
condena a todos los aspectos de la lucha antisubversiva.-
Bendini nos recuerda demasiado al general Carcaño, aquel del tétrico Operativo Dorrego, reiterado con más cautela y menos ostentosidad con esta nueva conducción.-
Cuando
el ministro Fernández le atribuye a “la extrema izquierda” la culpa por
el ataque a la Legislatura no podemos menos que preguntarnos dónde
ubica a las Madres de las que su presidente nos declaró hijos. ¿Nuestras
madres cometieron esos destrozos?
A Bonadío le pasa lo peor que le puede ocurrir a un juez, medir con dos varas. Declaró
la prescripción de los delitos cometidos por un vasco terrorista
(confeso de sus delitos cometidos hace 20 años) ahora exiliado en
nuestro país y denegó su excarcelación a España requerida por el insospechable Garzón
¡Exactamente lo contrario de lo que tiene dispuesto con
respecto a militares argentinos a los que, sin prueba, los procesó y se
apresta a condenarlos por ser sus delitos imprescriptibles! Esta
doble óptica -más propia de su mandante Kirchner- sí constituye delito
de prevaricato. Pero nadie se molestará en enrostrárselo.
Víctor Eduardo Ordóñez
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
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Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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