Boletín 41 - diciembre 2002 -
"Cuando la guerra es justa el que no mata peca" , "¿Qué esperar?", "La experiencia colombiana"
"OTROSÍ" Nro. 41 – diciembre del 2002
Contenido:
1 - "ANNIVERSARIO PARADIGMATICO"
2 - ¿QUÉ ES ESO DE CONSENSUAR LA VIOLENCIA?
3 - "LA CONFESION"
"ANIVERSARIO PARADIGMATICO"
El 2 de diciembre se cumplió un nuevo y aterrador aniversario de un crimen que tanto por lo atroz y doloroso que fue como por lo significativo que continua siendo justifica la memoria permanente. Fue el doble asesinato del capitán Viola y de su pequeña hija a manos de los subversivos que seguían practicando ese idealismo que tanto conmovía y sigue conmoviendo a nuestros políticos.
El doble homicidio -para que no dejara de tener los peores y mas patológicos rasgos de que es capaz la naturaleza humana- se llevo a cabo ante la mirada de la mujer del oficial y madre de la criatura.
Todo para combatir el capital y para alcanzar una democracia autentica.
Los ideólogos del terrorismo, como se ve, sabían que métodos apropiados
debían utilizar para conseguir sus fines.-
Nadie los recordó.
Menos nadie los arduos defensores de los derechos humanos, cuyas
agrupaciones parecen multiplicarse a medida que sus hombres y mujeres
incurren en fracasos políticos: es como si buscaran refugio en esos
organismos para prolongar su vida publica, a esta altura ya sin sentido
fuera de volver a la guerra de los 60 y 70 que quisieran revivir. Tapan con estruendos multitudinarios estos propósitos a los que disfrazan de reivindicaciones sociales o jurídicas o morales (como
permitir el emparejamiento de los "gays") pero nada tienen que decir de
sus antiguos asesinatos a los que tienen por no cometidos. O, en el
fondo, justificados.
Porque ¿qué son ni que importan dos vidas en la marcha de un proceso revolucionario llamado a triunfar por imperativo histórico (Marx dixit) y que, por lo tanto, todo lo legitima al tiempo que lo olvida?
¿QUÉ ES ESO DE CONSENSUAR LA VIOLENCIA?
El Colegio de Abogados de la Capital Federal se considero autorizado
para tomar intervención en el ya abrumador conflicto que las diversas
agrupaciones de "piqueteros" vienen desarrollando con fruición desde
hace tanto tiempo, demasiado tiempo.
Pero no lo hizo del modo ni con las preocupaciones que eran de esperar de ellos,
hombres de ley y de derecho, defensores decididos de la normativa
juridica, labor -otra frustracion para los argentinos- para la que se
supone fueron preparados durante varios años de estudios en la
universidad.-
Porque la realidad es que dicha corporación de profesionales -formados en y para la justicia en su mas precisa acepción- adoptaron una actitud que, en el mejor de los casos, podría ser calificada de intermedia, neutra o aceptica.
Y frívola. Lo que concretamente propusieron los abogados porteños fue
intermediar entre estos revoltosos prototerroristas y las fuerzas del
orden de manera que, según ellos, las partes enfrentadas en el caso
transaran un poco cada una: los activistas no cometerían sus habituales
desmanes y la policía no caería en el feo vicio de la represión, que
tanto disgusta a la izquierda. Se le estaba sugiriendo a estos, nada
menos, que inobservaran sus deberes.-
El episodio es un acto mas de la picaresca zurda argentina
que, como se sabe, no es brillante pero si ingeniosa y, sobre todo,
inescrupulosa. Como lo esta demostrando esta maniobra de la referida
agrupación de togados-que, por otra parte, sigue comandada desde las
sombras por el decano de Derecho, Dr. Alterini-.
Lo
menos que se puede decir al respecto es que carece de seriedad y de
sentido este proyecto de interceder entre delincuentes y fuerzas de
seguridad
como si se tratara de iguales o de asimilables, ante la posibilidad de
encontrar un punto de concordancia. No nos animamos a decir que esta fue
la intención de los abogados; quizá no lo haya sido a nivel de
conciencia pero, indudablemente, lo fue en el subconsciente.
A
estos profesionales del derecho mas alla de su sectarismo y de su
ideologización- no se les pudo escapar que estaban prohijando una
actividad delictual innegable.
¿Qué es esto de intervenir -como si se tratara de un litigio judicial
en el que los contendientes se disputan la razón y la verdad jurídica
ajustándose a determinadas y conocidas normas, respetadas por ambos- en
la función policial para contenerla mientras se convence o se trata de
convencer a los delincuentes de la vereda de enfrente para que no caigan
en las varias figuras penales en que incursionan, como suelen hacerlo y
que son como el trasfondo de sus invasiones urbanas, por lo demás cada
vez mas insoportables y frecuentes?
¿Es que para estos universitarios que fatigan a diario los pasillos de nuestros tribunales, los dos bandos son lo mismo, valen igual, defienden valores similares, cuentan con idénticos derechos y facultades? ¿Es que en verdad no advierten las diferencias? Semejante
confusión tajantemente se equipara con la complacencia por el desorden y
con la complicidad con los energúmenos que destruyen la propiedad
privada, mortifican a los ciudadanos, coartan su facultad a la libre y
tranquila circulación y, cuando la ocasión se les presenta (lo que
también es frecuente) roban, mas por afición que por necesidad.-
Asimismo -aunque estos profesionales del derecho no lo hayan querido- estan legitimando el accionar de estas bandas organizadas o semiorganizadas
por conducciones estratégicamente violentas al mismo tiempo que
ilegitiman o ponen en tela de juicio la actuación de la policía, por lo
general mal vista o sospechada por jueces parciales, comunicadores
tramposos y políticos comprometidos.-
Esta
insólita intervención de los abogados de la Capital tampoco contribuye a
mejorar su propia imagen, tan deteriorada como la de los propios
magistrados.
Han roto, por lo pronto, el principio de igualdad ya que estos
inesperados servicios no los prestan, que sepamos, al resto de la
sociedad que debe pagar de su peculio la defensa de sus derechos y el
incumplimiento de sus deberes. Pero, además, a nadie hasta ahora se le
ocurrió proteger "preventivamente" a delincuentes potenciales (o en
acto) que hasta se dan el lujo y el gusto de anunciar su agenda de
tropelías con pasmosa anticipación (y asegurándose la impunidad para lo
que arreglaron con el ministro de Justicia Juan José Alvarez) Como se
sabe, los "piqueteros" cuentan con una extraña pasividad de un Estado
que se siente débil y desautorizado por esa misma debilidad que, al
parecer, le es insuperable.-
Es difícil creer, en realidad, en la buena voluntad del Colegio mencionado para proceder como lo hizo;
no importa que no haya llevado a la practica semejante propuesta ya que
la formulo. Y sin inconvenientes intelectuales ni pudores éticos. Con
esto basta para descalificar a estos profesionales que -si se
comportaron con un mínimo de conocimiento de su materia- sabrían que
incurrieron probablemente en una suerte de encubrimiento de delitos a
cometer, facilitando las condiciones para su comisión. Y si actuaron con
la desaprensión que nosotros olfateamos, habrían cometido el de
apología del delito o el de obstrucción de la acción de la justicia.
Pocas conductas tan desdorosas como esta de los abogados de Buenos Aires
en que se apadrina a delincuentes -que en oportunidades llegaron al
homicidio- en tanto se neutraliza a los encargados de la represión.
Esta intervención del Colegio de Abogados los presenta como los amigos de la violencia
-que, para ellos, ha dejado de ser monopolio del Estado- y desarticula a
los defensores del orden y de la legalidad. Implícitamente crea un
status especial para los "piqueteros" al otorgarles -o pretender
hacerlo- un marco de impunidad.
¿Quién los llamo?
Aunque no es agradable resulta conveniente leer literatura para-terrorista
en la que, tal vez de un modo involuntario (descreemos de la honestidad
intelectual de sus autores), se pueden encontrar datos y recuerdos al
fin y al cabo ilustrativos. Ilustrativos de lo que los terroristas de
los 60 y 70 fueron y de lo que sus continuadores y legitimadores son.-
Es el caso de "Todo o nada",
apología disfrazada bajo la forma de biografía, de ese asesino serial y
principista que fue en vida el contador Roberto (Robi) Santucho;
que, como se sabe, fue el creador, conductor e inspirador de una
tétrica organización homicida y terrorista conocida como Ejercito
Revolucionario del Pueblo (ERP) y cuyo brazo politico -también bajo su
férrea conducción- era el Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT). Cabe asimismo tener presente que el ERP no cedió en horror e
irracionalidad a Montoneros, el otro engendro que, como en un delirio
colectivo inexplicable (a no ser por el apoyo recibido del exterior en
plena Guerra Fría), hundió al pais en un baño de sangre mucho mas
intenso, demencial y perverso que el del siglo XIX.-
La autora de esta acrobacia científica -el libro en cuestión que es mas peligroso por lo que oculta que por lo que dice- es una conocida militante de la izquierda "civilizada" posarmada, empleada del grupo Clarín, María Seoane.
En sus paginas, la mayoría de ellas prescindibles, incluye unas
declaraciones sabrosas del hasta hace poco precandidato radical a la
presidencia de la nación, doctor Osvaldo Alvarez Guerrero, autoeliminado
de sus pretensiones a la primera magistratura después de un calculo que
no necesito de finura para llegar a su conclusión: ningún radical
volverá en lo inmediato al gobierno de manera que es inútil postularse.
De cualquier manera, su voz es importante porque continuo su carrera
publica y partidaria con posterioridad a la acción subversiva lo que
quiere decir, según leeremos, que tuvo a la vista y en perspectiva a la
guerra revolucionaria, sus consecuencias y motivaciones. Todo lo que
contempla con simpatía y a-críticamente.-
Nos confiesa el ex gobernador de Río Negro: "...
Los sectores progresistas del radicalismo, expresados por entonces por
Raúl Alfonsín, Conrado Storani, Hipólito Solari Irigoyen, los chicos que
recién empezaban su experiencia política en Franja Morada de la
universidad, el grupo de Renovación y Cambio mas radicalizado
discutíamos cual era la estrategia que podíamos tener con la izquierda
revolucionaria, mas esquemáticamente con la guerrilla... ¿Qué teníamos
que hacer con la guerrilla? ¿Reprimirla, aniquilarla ...? Alfonsín solía
decir que los guerrilleros del ERP eran radicales desbandados. Y algo
de razón tenia.. Buena parte de los integrantes del ERP, como Santucho,
provenía de familias radicales ... De manera que la tradición de la
lucha armada no era ajena al radicalismo..." Hasta aquí las palabras del alto dirigente.
Aunque su análisis (transmitido en una simple conversación con Seoane)
sea un poco pueril y superficial, resulta ilustrativo en cuanto a la
proximidad e, incluso, afinidad entre ciertos sectores de la UCR -en ese
momento en la oposición- y lo que impropiamente Alvarez Guerrero llama
"guerrilleros": la actividad guerrillera era una táctica y un método
pero no una definición ni una filosofía ya que la estrategia de fondo y
el pensamiento nuclear de los terroristas era la revolución en su
acepción mas plena. Es lastima que tan relevante dirigente se confunda
en la terminología que usa lo que revela también su confusión
intelectual.-
Pero lo que mas interesa acá es que, aun a su pesar y casi sin advertirlo, pone de manifiesto una
cierta afinidad o proclividad de segmentos determinantes del viejo
partido hacia la izquierda mas honda y mas dispuesta a llevar sus
principios y programas a las ultimas consecuencias, por mas trágicas y
devastadoras que ellas fueren.
No podían -ni
siquiera los entonces jóvenes correligionarios y que luego habrían de
ocupar cargos de alto nivel en los dos gobiernos de que dispusieron a
partir de 1983- llamarse a engaño respecto a la actividad terrorista
que ya había logrado sus mas altos niveles de salvajismo, de perversión
y de ensañamiento, sus pretensiones y objetivos. Si dudaban y se
preguntaban que hacer con este fenómeno -que según se desprende de su
relato pareciera haberlos sorprendido- era porque no lo veían tan
nefasto ni tan condenable, pese a sus procedimientos criminales y a sus
feroces declaraciones que prometían y presagiaban lo peor.
O sea que aceptaban en los terroristas una cierta legitimidad, uno o varios valores a rescatar y
que, no obstante su violencia sistemática (tal vez, por eso mismo) se
podía dialogar con ellos, en definitiva que se los podía y debía tener
en cuenta a la hora de compartir el poder; que eran sus aliados
potenciales y naturales, que no había nada de fondo que los alejara ni
que les produjera rechazo ni reclamara sanción para tanto mal disparado
indiscriminadamente.-
El hecho es que los terroristas -por otra vía, con otra mascara, con otro pero parecido discurso- llegaron a los gobiernos radicales y justicialistas sin arrepentirse ni purgar sus delitos.
Metieron la metralleta en el maletín del legislador, la bomba debajo
del brazo de burócrata y se insertaron en la vida civil sin problemas y
sin que nadie les exigiera cuentas. Desfachatadamente percibieron
indemnizaciones que una sociedad aturullada por el redoblar implacable y
unilateral de los medios les pago sin protestar. Y de a poco
consiguieron sus deseos postreros como la persecución y humillación de
los militares que los habían vencido con las armas en las manos o la
adopción de leyes contra la naturaleza. Y vienen por mas.
Estas
reflexiones del veterano, un poco ingenuo y un poco cínico jefe radical
nos sirven, por lo menos, para detectar alguna borrosa clave del pasado
inmediato.
Pero ahora no nos hemos de entretener en una cuestión académica (del
tipo: ¿qué son los descendientes de Irigoyen?) sino sacar las
conclusiones practicas pertinentes. Porque el que así hablo es uno,
solo uno, de los políticos argentinos que con total desaprensión han
empujado al pueblo a la rendición y a la complacencia frente a un
enemigo que no desapareció sino que se oculto y que no se arrepintió
sino que se transformo.-
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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