miércoles, 26 de junio de 2019

EL SECUESTRO DE OBERDAN SALLUSTRO


Sallustro en cautiverio

A principios del mes de marzo, diferentes agrupaciones políticas trabajaban febrilmente de caras a las elecciones que se llevarían a cabo exactamente un año después. 

Una de las que se disponía a dirimir su futuro en las urnas era al Nueva Fuerza, suerte de heredera del Partido Cívico Independiente, fundado por el ingeniero Álvaro Alsogaray en 1957. Roberto Mario Uzal, era uno de sus principales dirigentes, conocido abogado y político, integrante de su Junta Promotora Nacional y miembro de una conocida familia del partido de Vicente López, donde su padre, había sido intendente municipal en tres oportunidades1.

El Dr. Uzal era uno de los puntales de la agrupación en la Zona Norte; había sido vicepresidente de la Junta Inscriptora de Vicente López, miembro de la Junta Promotora en el mismo distrito, diputado nacional por el Partido Demócrata (conservador) y miembro del Tribunal de Disciplina del Colegio de Abogados de San Isidro, donde gozaba de amplias simpatías.

La noche del 18 de marzo, miraba la televisión en su habitación de la planta alta, cuando a las 19:45, un vehículo se detuvo frente a su vivienda, en el 1133 de la calle Juan Bautista Alberdi, frente al lateral izquierdo de la parroquia Jesús en el Huerto de los Olivos y de él descendió una joven para dirigirse a la puerta y tocar el timbre. 

Al ser atendida por la esposa del abogado, la recién llegada dijo traer un recado del escribano Mazzei, amigo de la familia y que tenía urgencia por ver al dueño de casa. Cuando la confiada mujer le franqueó la puerta, reparó en un Fiat 1500 verde estacionado junto a la vereda y en un hombre que descendía de él.

-Es mi novio que está cerrando el coche - dijo la joven.

Y ante una repentina señal, tres sujetos armados irrumpieron en el vestíbulo del domicilio, manifestando pertenecer a la organización Montoneros.
La señora de Uzal comenzó a gritar y eso alertó a su marido quien, decidido a defender su hogar, tomó el revólver calibre 44 que guardaba en su ropero y bajó para enfrentar a los atacantes. 

-¡¡Cuidado, Toto... son montoneros!! – lo alertó su compañera, pero ya era tarde.

Cuando Uzal se asomó por el hueco de la escalera, vio a uno de los asaltantes subiendo hacia la planta alta con su pistola en la mano, por lo que sin mediar palabra, le efectuó dos disparos, alcanzándolo a la altura del estómago. El guerrillero cayó de espaldas y rodó escalones abajo, sin emitir sonido.
Durante el tiroteo que siguió a continuación, el letrado recibió dos impactos en el abdomen, uno con orificio de salida por la axila derecha, cayendo pesadamente sobre el parquet, encima de un charco formado por su propia sangre, en tanto los insurgentes se daban a la fuga, pintando apresuradamente consignas revolucionarias y cargando al herido.
Los paramédicos que llegaron en la ambulancia le brindaron a Uzal los primeros auxilios y dada la gravedad de su estado, lo trasladaron a un sanatorio de la localidad, donde fue intervenido quirúrgicamente por un equipo de especialistas a cargo del Dr. Pratto (médico forense). Sin embargo, todo fue inútil porque a los dos días falleció, al haberse complicado su cuadro clínico2. Tenía 57 años de edad.
Dr. Roberto
Mario Uzal
Una primer inspección en el domicilio de la víctima permitió determinar que se habían efectuado, al menos, cuarenta disparos, que efectivamente, uno de los agresores había sido alcanzado y que antes de huir, los guerrilleros pintaron leyendas.
Los peritajes permitieron establecer que al menos una de las armas utilizadas durante la acción pertenecía al cargamento capturado en Pilar, el 29 de abril de 1971; que el grupo de ataque estaba integrado por no menos de cuatro personas, que posiblemente contaban con el apoyo de otros dos vehículos y que la acción se había desarrollado en el marco de un operativo contra la Nueva Fuerza, tres de cuyos locales, habían sido incendiados ese mismo día.
¿Por qué causa había atacado Montoneros al Dr. Uzal? ¿Cuál fue su crimen para condenarlo a muerte? ¿Era acaso por su militancia política? Todo apuntaba a que sí y eso ponía en evidencia la intolerancia de aquellos grupos y su fanatismo ala hora de accionar.
Pero no la sacaron barata los agresores porque, como se ha dicho, una de las balas de Uzal alcanzó a Jorge Gustavo Rossi, quien falleció poco después, en una casa operativa, mientras era atendido por un médico de la organización.
El día anterior, el ERP ejecutó al comandante principal de Gendarmería Pedro Abel Agarotti, acusado de ordenar torturas cuando era jefe de policía en Tucumán. Según algunas fuentes, el oficial se encontraba cortando el cerco de su casa, en Amoedo 287, Quilmes Oeste, cuando desde un Torino que se detuvo frente a la vivienda descendieron dos desconocidos -uno de ellos provisto de una ametralladora- quienes, sin mediar palabra, abrieron fuego contra él, matándolo en el acto.
Marzo fue un mes movido en materia de acciones armadas. El 4 estalló una bomba en el domicilio de un funcionario del Ministerio de Trabajo en San Lorenzo, provincia de Santa Fe; al otro día, un autotitulado Comando Popular de Liberación Olmedo-Baldú asaltó una armería en Avellaneda y el día 8 fueron encarcelados los presuntos autores de un frustrado atentado al palco presidencial, durante los festejos del 9 de julio en Buenos Aires. Pese a la vigilancia, uno de los acusados logró a huir por una de las ventanas de Tribunales, donde se hallaba alojado y desaparecer en el anonimato. Tres días después, los montoneros tomaron una clínica en Córdoba y se llevaron insumos.
El 12 de marzo, otro comando del ERP intentó copar la guardia de la Base Aérea de Morón, importante guarnición militar, asiento de la VII Brigada Aérea, que ese mismo año incorporó los ultramodernos Mirage III Dasault de origen francés, con los que se decidió dar forma al Escuadrón Mariano Moreno3.
Esa noche, varios desconocidos se acercaron hasta el puesto de control para desarmar al soldado Luis N. Molina, quien al verse rodeado, intentó resistir a tiros y cayó abatido por los atacantes. La agrupación emitió un breve comunicado lamentando la muerte y advirtiendo a agentes del orden, guardias y conscriptos que no intentasen resistir los asaltos porque pagarían con sus vidas hacerlo.
Al otro día, estallaron otros artefactos en el domicilio del jefe de la Brigada de Explosivos de Santa Fe; el 15 un pelotón del ERP se apoderó de armas en Longchamps y el 17 detonaron varias bombas más, una de ellas en la vivienda particular del propietario de Sugarosa, importante frigorífico de Rosario y otra en el Club Hípico Militar San Jorge, ubicado en los alrededores de Hurlingham, acción conjunta acometida por el destacamento Descamisados, de Montoneros y las FAR, todo antes del referido atentado contra el Dr. Uzal.
En el Club Hípico todo se desarrolló de manera vertiginosas. A las 08:15 a.m., dos hombres y una bella mujer de largos cabellos redujeron al personal del establecimiento y luego de colocar catorce artefactos explosivos interconectados entre sí, se retiraron.

-¡¿Dónde está el cuidador?! – fue lo primero que preguntaron al irrumpir en la vivienda del encargado.

La esposa del aludido, presa de viva excitación, respondió que se encontraba en el casino de oficiales, a lo que el sujeto, luciendo ropas deportivas y una pistola en la mano, le respondió:

-No se inquiete señora. Quédese quieta, junto a su hija, que no le va a pasar nada.

Para entonces, ya habían sido desarmados dos suboficiales que habían pasado la noche en el establecimiento, el jardinero y el resto de los empleados. El encargado fue el último en caer en sus manos; lo obligaron a arrojarse al suelo junto a los demás y les ordenaron a todos permanecer quietos.
Los desconocidos colocaron los artefactos en el casino y una vez finalizada la tarea, les ordenaron al personal cautivo, incluyendo la esposa del cuidador y su hija, alejarse rápidamente del lugar.
No hizo falta que lo repitieran. Loa aludidos se lanzó a la carrera a campo traviesa, intentando llegar al cercano Club de Golf de Hurlingham. Vecinos del lugar los vieron pasar pero creyendo que perseguían a su perro o algún otro animal, no le dieron importancia al asunto.

Justo en ese momento, se produjo la explosión. Fue en el sector del bar, una sola de las catorce bombas instaladas, produciendo daños en todo el casino, donde buena parte del techo a dos aguas que lo cubría se desmoronó. Lo mismo ocurrió con el mobiliario, el mostrador, un aparato estereofónico y la cristalería, no así las persianas que al encontrarse levantadas, no sufrieron los efectos de la onda expansiva.

. El año estuvo signado por la puesta en vigencia de otras tres leyes de emergencia, la 19.582, del 20 de abril que establecía el régimen para el cumplimiento de medidas cautelares de carácter personal por la comisión de delitos subversivos, la 19.583, del mismo día, que fijaba normas para agilizar los sumarios iniciados como consecuencia de esos delitos y la 19.584, del 24 del mismo mes que otorgaba a las Fuerzas Armadas el control de las cárceles y unidades penitenciarias donde hubiese subversivos detenidos.
Horas después del ataque al Dr. Uzal, la policía llevó a cabo una serie de operativos destinados a dar con los responsables. La cédula de identidad Nº 7.950.763 a nombre de Jorge Guillermo Rossi, hallada en el lugar de los hechos, fue la clave para seguir las primeras pistas y allanar su domicilio, ubicado en Bolívar 1554, de la localidad de Hurlingham.
Ramona Cristina
Galarza
Hacia allí partieron numerosas unidades policiales pero al llegar al lugar, se supo que su esposa, Ramona Cristina Galarza (en algunas fuentes Galíndez), acababa de abandonar la vivienda llevándose consigo a su pequeño hijo Alfredo, nacido el pasado 21 de diciembre. De todas maneras, las fuerzas del orden pudieron determinar la ideología política del occiso y su compañera al incautar abundante bibliografía izquierdista y peronista y otros elementos que permitieron esclarecer el atentado.
Se supo entonces que pocas horas antes del hecho, los atacantes despojaron del Fiat 1500 patente B240.918, a su propietario, Elbio Ubaldino Martínez y a bordo del mismo, se dirigieron a la finca de Olivos donde vivía la víctima.
Se pudo terminar también que Rossi pertenecía a la sección juvenil del Círculo Católico de Obreros de la Capital Federal y que trabajaba en una fábrica de letreros de la localidad de Hurlingham. Había vivido dos años en Córdoba, donde integró la mesa directiva de la Juventud Obrera Católica de esa ciudad y recibido el adoctrinamiento previo a sus actividades subversivas.
Durante las redadas fueron allanados domicilios en Zárate -de donde era oriundo Rossi-, San Fernando y la Capital Federal, en especial la sede del Círculo Católico de Obreros, sita en Díaz Vélez 4019 y se detuvieron a dos mujeres. Con todas esas pruebas y las confesiones de las personas arrestadas, la policía pudo comprobar que los terroristas habían enterrado a su compañero en un descampado de la localidad bonaerense de Ingeniero Otamendi, próxima a Campana, cerca de las vías del Ferrocarril Mitre y hacia allí se encaminaron varias partidas para exhumar e identificar el cuerpo. De esa manera, se estableció que los atacantes pertenecían efectivamente a la organización Montoneros, confirmando el parte que éstos habían emitido horas después del suceso y que habían llevado a cabo acciones similares en días anteriores.
La policía llega a un descampado de la localidad bonaerense de Ingeniero Otamendi,
en inmediaciones de Campana, donde los montoneros enterraron el cuerpo de su
compañero Jorge Guillermo Rossi
(Fotografía: "La Razón")

La mañana del 21 de marzo de 1972, Oberdan Guillermo Sallustro, presidente de FIAT-Concorde Argentina, se despidió de su esposa, Ida Burgstaller y se dispuso a abordar su automóvil para dirigirse a la Capital Federal. Afuera lo aguardaba su chofer, José Fuentes, a quien saludó mientras aquel le abría la puerta del auto. El empresario se sentó junto al conductor y mientras éste ponía en marcha el motor, abrió su portafolio y se puso a revisar unos documentos, los cuales deseaba poner en orden antes de llegar a su oficina de Cerrito 740, frente a la Av. 9 de Julio.
Todavía hay quienes creen que el alto ejecutivo era italiano y que había sido enviado por la FIAT para hacerse cargo de la planta más importante de la poderosa empresa, fuera de la península. Sin embargo, al igual que sus hermanos Attila y Oreste, era paraguayo, hijo de un hogar de inmigrantes italianos de buena posición (según algunas fuentes, su progenitor había sido cónsul), nacido en Asunción, el 17 de julio de 1915. Siendo niño aún, regresó con su familia a Italia y a poco de iniciar sus estudios de derecho, se enroló en el ejército para combatir en la Segunda Guerra Mundial. Participó en las campañas italianas de Albania y Grecia pero al poco tiempo desertó para unirse a los partisanos y combatir al régimen fascista. Finalizada la contienda, ingresó en la FIAT y a partir de ese momento fue escalando posiciones mientras completaba sus estudios en la universidad.
En 1946, con el título de abogado en la mano, fue designado agregado comercial de la embajada italiana en Asunción y al año siguiente, integró la delegación que la empresa envió a la Argentina para estudiar el montaje de una planta industrial en el país.
En Turín, el consejo directivo de la FIAT lo designó director general en la Argentina y desde ese momento se abocó de lleno al emprendimiento, convirtiéndose en una suerte de “segundo embajador” italiano en nuestro país.
Aquella mañana, como de costumbre, el vehículo del empresario salió por Carlos Casares en dirección a Pasteur, buscando la Av. Libertador pero antes de llegar a la esquina, una camioneta Dodge le cerró el paso y un FIAT 1500 gris que venía en sentido contrario, se le puso a la par. Varios individuos descendieron de ellos apuntándoles con sus armas, dos hombres y dos mujeres de la parte posterior del primero, cubierta por una lona verde, dos sujetos del segundo, uno de ellos luciendo uniforme de suboficial de la policía y sujetando una ametralladora en sus manos. Después de efectuar un disparo contra Fuentes, los asaltantes sacaron a Sallustro del auto y lo introdujeron en el segundo vehículo, para alejarse a gran velocidad. La camioneta, que había entrado por Carlos Casares, efectuó un giro de 180º y haciendo sonar las ruedas sobre el pavimento partió en sentido contrario, seguida por el Fiat 1500. 
Oberdan Sallustro
Herido en el hombro derecho, Fuentes corrió de regreso a la casa del industrial, ubicada a media cuadra, sobre Casares 2628/36 y antes de desplomarse inconsciente, puso al tanto a su familia que de inmediato, dio parte a la policía5.
Los secuestradores doblaron por Balcarce y al cabo de cuatro cuadras tomaron Pacheco, en dirección a la Av. Santa Fe. Pasaron raudamente frente al castillo que hasta el año 2000 se alzaba en la esquina sudoeste, en su intersección con Ricardo Gutiérrez y al llegar a las vías del Ferrocarril Mitre, aminoraron la marcha para cruzar las vías. Para su sorpresa, se encontraron con inesperada novedad de que la barrera estaba baja, detalle que ponía en riesgo la operación.
Siguiendo instrucciones de su superior, el guerrillero que vestía uniforme policíal, descendió del Fiat 1500 y colocándole la pistola en la sien al empleado ferroviario, lo obligó a levantar la barrera advirtiéndole que de no hacerlo, le volaba la cabeza.
El hombre no lo dudó y así pasaron ambos rodados, con el cautivo a bordo del segundo.
El grupo comando estaba integrado por ocho individuos, tres de los cuales eran mujeres; lo encabezaba Sigfrido Debenedetti y lo supervisaba Joe Baxter, destacando además Mario Raúl Klachko (nombre de guerra “Polaco”), Benito Urteaga, Roberto Coppo y la pareja de Klachko, Guiomar Schmidt, joven de 26 años, casualmente brasilera, como la esposa de Sallustro.
La policía puso en marcha de inmediato un operativo de búsqueda, pero el mismo no dio resultado. Mientras tanto, los secuestradores se desplazaban por la Ruta Panamericana en dirección a la Capital Federal, uno a corta distancia del otro y al llegar a la Av. General Paz tomaron hacia el Riachuelo para descender media hora después por una de las bajadas de La Matanza, e introducirse en Villa Lugano.
Minutos después, se detuvieron frente a un chalet ubicado en Castañares 5413, casi esquina Larrayaga, a escasos metros de la Autopista Dellepiane, un lugar tranquilo y poco transitado que les permitía a los terroristas moverse con total impunidad. El subversivo que viajaba junto al conductor de la camioneta descendió y abrió el portón e inmediatamente después, los vehículos ingresaron lentamente hasta los fondos, avanzando por el sector del jardín que corría al costado de la vivienda. Allí bajaron a su víctima y la introdujeron por la puerta posterior, para llevarla a través de un pasillo hasta un obscuro y estrecho sótano que funcionaba como “cárcel del pueblo”. Cuarenta y ocho horas después, emitieron un comunicado exigiendo libertad para los presos políticos, mejoras en las condiciones laborales de la FIAT, le reincorporación de los trabajadores cesanteados, la derogación de las leyes represivas y un millón de dólares de rescate.
La conmoción que produjo el secuestro repercutió en el mundo y sacudió al mismo gobierno italiano, ni que hablar del directorio de la FIAT que, como primera medida, decidió el envío de uno de sus más encumbrados dirigentes, Aurelio Peccei, partisano antifascista como Sallustro en tiempos de la guerra, para encargarse de las negociaciones.
El revuelo aumentó cuando, según fuentes confiables, el emisario pidió reunirse con Santucho, alojado en el sector de máxima seguridad de la cárcel de Devoto, con el objeto de gestionar la liberación del empresario. En lo que a la investigación se refiere, el gobierno se la había encomendado especialmente al comisario Esteban Pidal, quien inició una exhaustiva pesquisa sondeando en el rubro de bienes raíces y el de la venta de armas, creyendo que por ahí daría con algún indicio.
Peccei traía instrucciones de la FIAT y del mismo gobierno italiano de no inmiscuirse en la política argentina, de ahí sus gestiones casi secretas con los siempre presentes Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, para llegar hasta el máximo jefe de la organización terrorista.



Una Semana antes del mentado rapto, más precisamente el 17 de agosto de 1972, se produjo en Barracas un tiroteo entre fuerzas policiales y elementos subversivos, de resultas del cual cayó abatido Carlos Raúl Capuano Martínez, uno de los integrantes del grupo comando que secuestró y asesinó al general Aramburu y tomó por asalto la localidad cordobesa de La Calera, el 1 de julio de 1970.
Los hechos se sucedieron de manera vertiginosa, tal como habían ocurrido el 7 de septiembre de aquel mismo año, en William C. Morris, cuando cayeron en combate Carlos Gustavo Ramus y Fernando Luis Abal Medina.
Eran, aproximadamente, las 11.30 de aquel jueves de feriado escolar6 cuando tres hombres jóvenes entraron en el Restaurant-Bar “Santa Lucía”, ubicado en la intersección de la Av. Montes de Oca y Martín García y tomaron ubicación en una mesa próxima a la entrada.
Después de pedir tres cafés, uno de ellos, que lucía una campera marrón y pantalón claro, extrajo un plano y lo desplegó sobre la tabla, para señalarles a sus compañeros algunos puntos y dar ciertas indicaciones.
Restaurant-Bar "Santa Lucía" en Av. Montes de Oca y Martín García, lugar donde
se produjo el enfrentamiento
(Fotografía: "La Razón")

Cuando el mozo se acercó con las tres tazas, el sujeto plegó nuevamente la hoja y espero que aquel se retirara. El empleado colocó cada pocillo frente a ellos y enseguida se retiró, mientras los recién llegados volvían a concentrar su atención sobre la carta.
A esa hora de la mañana había varios parroquianos ocupando las mesas, algunos en grupo, conversando animadamente, una pareja aquí, dos amigos allá, dos o tres leyendo el periódico y los menos bebiendo sus infusiones en soledad. Al ver gesticular y hasta discutir a los tres sujetos, un cliente que se encontraba sentado cerca reparó en lo que estos decían y ni bien terminó de consumir su café, se acercó al mostrador para decirle al propietario, que se hallaba en la caja, que algo raro sucedía.
Era tal el estado de tensión que se vivía en esos días, tan impresionada se hallaba la sociedad, que el dueño del bar no lo dudó un instante y tomando el teléfono, se comunicó con la Comisaría 26, dentro de cuya jurisdicción se encontraba el local.
Sin perder tiempo, su titular despachó una patrulla policial encabezada por el oficial principal José María Fungueiro quien a poco de llegar, se aproximó a la mesa, seguido por los dos agentes que lo acompañaban, todos vestidos de civil.
Al ser abordados, dos de los individuos exhibieron credenciales que los acreditaban como policías de la provincia de Buenos Aires pero el tercero,sin dar tiempo a nada, se incorporó, dio dos pasos hacia atrás y extrajo una pistola de grueso calibre con la que abrió fuego sin mediar palabra. El oficial a cargo recibió una bala en el hemitortax derecho y otra en la cabeza, cayendo cuan largo era sobre el piso. Se generó entonces un violento tiroteo que obligó a los presentes a arrojarse al suelo y ponerse a cubierto. El delincuente efectuó al menos ocho disparos, pero no pudo evitar que los policías repeliesen la agresión. Aprovechando la confusión, los sediciosos se dieron a la fuga, dos de ellos por la avenida Montes de Oca en sentido norte, hacia el vecino barrio de Constitución, en tanto el que había efectuado los disparos, lo hizo por Martín García, en dirección a Isabel la Católica.
Carlos Mario
Capuano Martínez
Casi en la esquina, al 874 de Martín García, frente a la Escuela Técnica Nº 15, el fugitivo se parapetó detrás de un Fiat 600 blanco, patente B-756.944 y comenzó a tirar, pero fue alcanzado por un disparo efectuado por el agente que corría en primer lugar, un individuo, alto y rubio que vestía piloto claro. El malhechor cayó bañado en sangre pero se volvió a incorporar y con mucha dificultad se dirigió hasta otro vehículo de la misma marca, un sedán azul, patente B-636.544 estacionado en la esquina, al que intentó subir con la intensión de escapar. Al ver eso, los policías aceleraron el paso pero uno de ellos trastabilló y cayó sobre el pavimento, lesionándose levemente la mano derecha. Para su fortuna, en ese preciso instante, su compañero abrió fuego nuevamente y abatió al desconocido, quien quedó tendido sobre el pavimento, acribillado por varios impactos. Sujetando sus armas con ambas manos, los agentes se aproximaron cautelosamente, comprobando al llegar, que el sujeto estaba muerto.
De manera inmediata, se hicieron presentes móviles del Sexto Cuerpo de Vigilancia al mando del comisario inspector Roberto Estanislao Kelly, quien se hizo cargo de la situación, en tanto una ambulancia, procedía a retirar al oficial principal Fungueiro, para trasladarlo al Hospital Argerich, donde ingresó en quirófano para ser sometido a una primera intervención quirúrgica7. El agente herido en la mano también fue derivado al nosocomio mientras el comisario Kelly iniciaba una intensa búsqueda para dar con los prófugos, uno de los cuales llevaba puesto un saco claro, pantalones marrones y una tricota del mismo color.
Grande fue la sorpresa, sobre todo en medios gubernamentales, cuando se supo que el subversivo abatido era Carlos Raúl Capuano Martínez, uno de los captores del general Aramburu, intensamente buscado desde 1970. Su cadáver fue evacuado en ambulancia hacia la morgue judicial y allí quedó en depósito una vez realizada la autopsia; una bala en el hemitórax derecho había acabado con su vida. El análisis del plano abandonado sobre la mesa permitió determinar que los subversivos planeaban un asalto a la sucursal del Banco Shaw, que desde el año anterior atendía en Av. Montes de Oca 402.  
Oficial principal
José María Fungueiro
La noticia vino a coincidir con la liberación del empresario Isidoro Miguel Graiver en La Plata, luego de intensa búsqueda.
Los restos de Capuano Martínez fueron velados en la unidad básica “Gral. Juan José Valle”, ubicada en la circunscripción 14ª, de la Capital Federal, Tucumán 422, donde se hicieron presentes decenas de militantes justicialistas entre ellos Ernesto Jauretche -sobrino del renombrado pensador-, miembro del consejo directivo de la Juventud Peronista; el secretario general de la CGT cordobesa, Atilio López y la Agrupación Peronista de Abogados, por medio de una corona8.  Otra ofrenda floral a nombre del líder justicialista y su esposa, fue colocada a la cabeza del féretro, que al momento de ser trasladado hasta el cementerio de la Chacarita, fue envuelto con la bandera argentina. Dos días después, falleció el oficial principal Fungueiro, quien sería ascendido “post-mortem”, al grado de subcomisario9.
Poco a poco, la célula fundacional de los montoneros se iba descabezando; tres de sus principales cabecillas habían muerto y el resto se hallaba acorralado, intentando eludir a la justicia. Sólo era cuestión tiempo para que el resto de sus integrantes fuesen aniquilados. Pero si alguien creía que los días de la organización estaban contados se equivocaba completamente. Cada día que pasaba se iban sumando adeptos y con el aparente apoyo de Perón desde el exterior, sus bases se solidificaban y su dirigencia se volvía más osada. 


La muerte de Capuano Martínez y el secuestro de Sallustro distrajeron a la opinión pública de otro hecho de magnitud que aconteció en esos días, la cumbre Perón – Frondizi en Puerta de Hierro, encuentro que se había pactado telefónicamente desde Buenos Aires en la Navidad de 1971.
Fue una reunión a puertas ceradas en las que el ilustre visitante manifestó haberse encontrado con un anfitrión cordial y lúcido, muy bien informado sobre lo que ocurría en el país. Era la primera vez que se veían y tras la charla inicial, que duró cerca de tres horas, comenzaron a pergeñar entre ambos lo que luego sería el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación).
Rogelio Frigerio y Giancarlo Elia Valori fueron los encargados de organizar las reuniones, fijando el 13 de marzo como fecha tope. A las 18:00 de aquel día, el dirigente desarrollista tocó el timbre en la Residencia “17 de Octubre” y un minuto después, uno de los ordenanzas que trabajaban allí lo condujo hasta el edificio principal. El propio López Rega le abrió la puerta y lo hizo pasar a la sala, donde el líder justicialista esperaba en compañía de su esposa, Valori y otros invitados.
Encuentro Perón-Frondizi en Puerta de Hierro

Frondizi y Frigerio les estrecharon las manos y tomaron asiento en el salón principal para iniciar un diálogo cordial que se fue centrando en la problemática nacional y las medidas necesarias para encauzar la política y la economía.
Perón fue claro a la hora de analizar la situación y explicó que acababa de nombrar al Dr. Héctor J. Cámpora como su delegado personal y al temible coronel (RE) Jorge Osinde como su representante militar. Los recién llegados no dijeron nada, pero debieron experimentar algo de frío al escuchar el último nombre.

-El país se encuentra dividido en dos bandos –dijo– uno constituido por la dictadura militar ejercida en nombre y representación de las Fuerzas Armadas, y otro formado por el pueblo argentino que, constituyendo la masa de una Argentina justa, libre, soberana y se opone a los designios de la mencionada dictadura que parece luchar precisamente por todo lo contrario4.
                                    
Hubo un segundo encuentro el 29 de marzo pero dados los acontecimientos que mantenían en vilo al país, poca trascendencia tuvo. El secuestro de Sallustro tomó a todos por sorpresa y de eso debieron hablar en la última reunión.
Lo cierto es que en Buenos Aires la tensión crecía y las pesquisas no prosperaban, como tampoco los intentos de Peccei por llegar a un acuerdo con los captores. Según Juan B. Yofre, el emisario conversó con Santucho en la oficina del jefe del penal pero lo que dijeron jamás trascendió. El gobierno argentino intervino y molesto por lo que interpretó como una injerencia de la poderosa empresa en sus asuntos internos, dispuso el traslado del detenido a la cárcel de Rawson, decisión que “Il Tempo” de Roma aprobó, comparándola con las medidas adoptadas por los países más democráticos de la Tierra, entre ellos Canadá.
Como si todo fuera poco, el 4 de abril estalló en Mendoza una nueva revuelta popular que al mejor estilo del Cordobazo y el Rosariazo, desencadenó en hechos de violencia y destrucción, con su secuela de muertos y heridos.
Ese día, por la mañana, los obreros se concentraron frente al local de la CGT en tanto los docentes hicieron lo propio en la sede de su sindicato.
La policía montada los intimó a evacuar las calles utilizando carros hidrantes y cabalgaduras pero pese a que varias maestras optaron por desconcentrarse, el grueso se incorporó a las filas obreras y juntas marcharon hacia la Casa de Gobierno, donde una comisión exigió ser recibida para entregarle un petitorio a su titular, Francisco Gabrielli.
Arden trolebuses durante el Mendozazo

Al no ser recibidos, los trabajadores iniciaron acciones violentas que fueron reprimidas por la policía y la Gendarmería y cuando comenzaron a volar todo tipo de proyectiles, aquellas utilizaron sus armas y ahí se produjeron las primeras víctimas. Un carro hidrante fue pasto de las llamas, así como varios trolebuses y automóviles, sin contar los comercios vandalizados.
A las dos de la tarde, la ciudad fue declarada zona de emergencia, Gabrielli, presentó su renuncia y el gobierno envió como interventor al general Luis Carlos Gómez Centurión con quien la calma fue renaciendo lentamente. El saldo de aquella nueva revuelta fue de un muerto, Ramón Quiroga y decenas de heridos aunque según trascendidos, en días posteriores se produjo el deceso de algunas personas más. La violencia se extendió a la provincia de San Juan, que ese mismo día vivió una noche de extrema agitación callejera en oposición a la aplicación de las nuevas tarifas eléctricas. Se alzaron barricadas, se cargó contra la policía, se arrojaron objetos de todo tipo y tamaño y se destruyó el sistema de alumbrado público dejando a obscuras a extensos sectores de la ciudad.  Pese a que los comerciantes se sumaron a las protestas realizando un apagón voluntario, varios negocios fueron atacados y sus vidrieras destrozadas por los manifestantes, quienes también destruyeron e incendiaron automóviles, medios de transporte, cabinas telefónicas y dependencias públicas, entre ellas la playa de estacionamiento de la Casa de Gobierno, donde ardieron más de setenta vehículos. El toque de queda estuvo vigente hasta las 6 a.m. del 5 de abril y recién a partir de esa hora, la calma comenzó a renacer. La Comisión Coordinadora de la resistencia a las nuevas tarifas, integrada por la mesa directiva de la CGT local, la Federación Económica, la Asociación Sanjuanina de Maestros, la Federación de Jubilados y el Centro de Empleados de Comercio, había convocado a una concentración en la plaza 25 de Mayo de la capital provincial (4 de abril), la cual fue autorizada por el ministro de Gobierno, Dr. Federico Bochelli, sin embargo, a las 13.00 horas, el jefe de policía, coronel Roberto Amado Guerin hizo saber, a través de un comunicado, que el Ministerio del Interior había prohibido el acto. Eso enardeció los ánimos y pocas horas después, se sucedieron los primeros enfrentamientos que desembocarían en violencia. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el comandante del Regimiento de Infantería de Montaña 22 con asiento en Marquesado, coronel Federico Miranda, emitió un primer comunicado informando a la población que la concentración estaba prohibida, solicitando a continuación, la colaboración de la ciudadanía para prevenir actos de violencia. Previendo que la decisión no iba a ser acatada, el alto jefe militar envió tropas al centro de la ciudad, ubicándolas en lugares estratégicos al tiempo que la policía recorría las calles y tomaba posiciones.
Disturbios callejeros en el centro de Mendoza
(Fotografía: "La Razón")

A las 8 p.m. los dirigentes de la Coordinadora, encabezados por el secretario general de la CGT, Enrique Lorenzo Fernández, se puso en marcha hacia la plaza en abierto desafío a las autoridades. Fue entonces que comenzó la violencia que provocó varios heridos y generó numerosas detenciones. El sindicalista Constantino Cartá sufrió un infarto y debió ser evacuado un nosocomio cercano. Pasadas las 21.00 horas, la situación era crítica y las radios sólo transmitían información oficial. Tropas fuertemente pertrechadas llegaron a bordo de camiones militares a la plaza Laprida, desde donde avanzaron sobre distintos puntos de la ciudad, en especial las barricadas levantadas en José Ignacio de la Roca y Sarmiento y la plaza Hipólito Yrigoyen, hacia donde convergían también móviles policiales. En medio de las corridas, fue alcanzado por una bala en la pierna derecha el estudiante Juan García, de 17 años, quien debió ser socorrido por otros manifestantes. La violencia volvió a renacer en Mendoza, durante el sepelio de Ramón Quiroga, muerto frente a la Casa de Gobierno durante los disturbios del día 4. El cortejo partió hacia el cementerio a las 17:45, seguido por una columna que fue calculada en unas 5000 personas. Lo encabezaba el vehículo fúnebre, llevando el cajón, seguido inmediatamente después por otros dos que portaban las coronas, entre las cuales destacaban una del Movimiento Nacional Justicialista, la Federación Juvenil Comunista, las 62 Organizaciones, la CGT y el mismo Perón. Pronunciaron palabras durante las exequias en la necrópolis, Gervasio López por el gremio de los canillitas y Carlos Fiorentini, por la CGT regional, quien ni bien terminó de hablar, fue sacado velozmente por sus correligionarios hasta un automóvil que partió a gran velocidad ya que, según trascendió, pesaba una orden de detención sobre él. Poco antes de las 19:00 horas, una extensa columna se puso en marcha desde ese punto hacia el centro de la ciudad, iniciando disturbios a medida que se aproximaba. Una vez más, fue destruido el alumbrado público, volcando automóviles y haciendo añicos las vidrieras de numerosos comercios, entre ellas, las de un supermercado. Se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del orden, el más violento sobre la calle Independnecia, camino a El Plumerillo,donde los vándalos, muchos de ellos cubiertas sus cabezas con cascos de motociclistas, habían encendido una gran hoguera.
-¡¡No somos extremistas -gritaban al divisar a los medios de prensa- protestamos contra los aumentos!!
Lejos de opinar lo mismo, el gobierno nacional manifestó que el aumento tarifario era la excusa de la que se valían los agitadores para generar el caos y la violencia, "vanguardia de las fuerzas obscuras que se oponen a la institucionalización del país".
La violencia se extendió durante toda la noche y finalizó en la madrugada, con un saldo de diez a doce heridos y al menos cuatrocientas detenidos, veintiséis de ellos militantes sindicales. Muchos de ellos fueron apresados en la terminal de ómnibus, donde se los sorprendió portando armas de diferente calibre. En el departamento de Las Heras, donde se encuentra el cementerio, se escucharon constantemente disparos, uno de los cuales mató a una señora ajena a los disturbios (se trató de una bala perdida) y en Guaymallén sufrieron heridas un niño de 5 años, un adolescente de 17 y varias personas más, algunas, según trascendidos, víctimas de francotiradores. La intervención del Ejército y la llegada de refuerzos de la Policía Federal (300 efectivos), comenzó a inclinar la balanza y puso fin a los enfrentamientos.
Efectivos de la Gendarmería Nacional conducen a un grupo de detenidos en la
esquina de Colón y San Martín (Mendoza) frente al edificio del Correo Central
(Fotografía: "La Razón")

El 7 de abril fue día de paro, tal como lo dispuso la CGT y ni comercios ni Bancos abrieron sus puertas, así como tampoco funcionaron los medios de transporte, las oficinas públicas ni los diarios. Las calles de la ciudad estuvieron estrictamente vigiladas por las tropas y la policía y su cielo permanentemente atravesado por aviones y helicópteros. Dada la situación de emergencia, el comando del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, emitió el siguiente comunicado:

En horas de esta mañana (por el día 4), mientras se desarrollaba un paro activo de dos horas de duración dispuesto por la CGT regional Mendoza se organizó una manifestación sobre la Casa de Gobierno a efectos de protestar por los aumentos de tarifas eléctricas y la falta de solución de la huelga que afecta a los docentes mendocinos. En esas circunstancias, grupos de activistas comenzaron a efectuar depredaciones, saqueos, robos, incendios y otras actividades conexas para las cuales se hallan particularmente instruidos por elementos extremistas de izquierda. Impuesto del desarrollo de los hechos, Su Excelencia el señor comandante en jefe del Ejército, dispuso se pusieran en ejecución las normas legales vigentes y se decretara, a través de la Junta de Comandantes en Jefe, zona de emergencia, a fin de garantizar el orden, la vida de los habitantes, el patrimonio público y privado y el normal desenvolvimiento de las instituciones. El Poder Ejecutivo Nacional dictó, a tal fin, el decreto correspondiente y en base a ello, el Comando del III Cuerpo de Ejército ha dispuesto los desplazamientos de efectivos necesarios. Este lamentable suceso, los asesinatos y los recientes secuestros no constituyen hechos aislados, sino sucesivas etapas del extremismo de izquierda, que, consciente de su orfandad popular, no trepida en utilizar cualquier medio a fin de impedir la normalización institucional de la República, Su ceguera, sectarismo y su carencia del sentido de la patria los aleja, como siempre, del pueblo argentino, el cual conoce que sus Fuerzas Armadas van a garantizar inexorablemente el proceso electoral que lleve a la normalización definitiva del país, porque asó lo quiere el pueblo, su nunca desmentida vocación democrática y su respeto por los valores fundamentales del hombre.

La situación se tornó en extremo preocupante cuando llegaron a oídos de las autoridades versiones de que en la capital cordobesa se estaban produciendo incidentes. Para peor, el mismo 7 de abril, con los medios de prensa dando cuenta de que la situación comenzaba a normalizarse en Cuyo, se supo que fuerzas combinadas del Ejército y las policías de Tucumán y Salta realizaban rastrillajes en el sector selvático de Toro Loco para determinar la existencia de un foco guerrillero allí asentado.
Dos días antes, el miércoles 5, la policía provincial se había topado con dos desconocidos en pleno monte, jóvenes ambos, de fuerte constitución física, quienes se dieron a la fuga luego de un breve intercambio de disparos. Al día siguiente, un tercer supuesto guerrillero, luciendo barba y uniforme de combate, escapó hacia la espesura tras recibir la voz de alto, eludiendo por muy poco a las descargas que la patrulla efectuó contra él y horas después, otra partida dio con un campamento del Ejército Revolucionario del Pueblo, en el que fueron hallados armas, municiones, volantes y material bibliográfico de tendencia marxista. Toro loco es un paraje de la Quebrada de los Cedros y las Sierras de Medina, situado a 120 kilómetros al nordeste de la capital provincial, en el linde con la provincia de Salta, zona boscosa de difícil acceso, hacia donde se desplazaron efectivos del Regimiento de Infantería 29, con asiento en Tucumán, al comando del teniente coronel Mario Alberto Piotti, para efectuar una amplia redada. Las fuerzas combinadas, integradas por las mencionadas tropas y efectivos de policía de ambas provincias totalizaban un centenar de hombres y respondían a las denuncias efectuadas por vecinos de la zona, quienes alarmados por la presencia de desconocidos, corrieron a alertar  alas autoridades. Para llegar hasta allí, las fuerzas regulares debieron cruzar a Salta y siguiendo la Ruta 9, efectuar un rodeo por La Candelaria, para volver a ingresar en Tucumán a traves de la estancia "El Molino", previo cruce del río Cuchi-Yacú. Tiempo atrás, la policía salteña había instalado cerca un puesto dotado de un poderoso equipo de radio a raíz del conflicto de límites que ambas provincias mantenían. Por su parte, el comandante de la V Brigada de Infantería, general Ernesto Federico Della Croce, dispuso el envío de 60 efectivos fuertemente armados y un poderoso equipo radiotransmisor, seguido por el jefe de la policía salteña en persona, comandante de gendarmería (R) Enrique Ferreyra al frente de su fuerza, quien se instaló en el área, junto a su par de la policía tucumana, comisario inspector Roque Rubén Rodríguez. Al mismo tiempo, el jefe de la III Zona de Inspección de la policía de Salta, con base en Metán, comisario Alberto Ralle, dispuso el refuerzo del mencionado destacamento, al frente del cual se encontraba el oficial Santos Antonio González, secundado por el radiooperador Luis Zerda y los agentes Frías y Millán. De acuerdo con el informe elevado por el comisario Ralle y declaraciones que luego hizo a la prensa, el primer encuentro con los desconocidos tuvo lugar el miércoles 5 de abril a las 11 a.m., cuando el oficial González regresaba de El Ceibal en una camioneta de la estancia El Molino que conducía Antonio Moreno. Impartida la voz de alto, los supuestos guerrilleros, en lugar de acatar la orden, extrajeron sus armas y abrieron fuego, huyendo inmediatamente después hacia la espesura. El propio comisario Ralle efectuó un reconocimiento del sector, guiado por baqueanos de la zona, solicitando apoyo a los destacamentos policiales de Rosario de la Frontera, El Tala, Metán y La Candelaria con los cuales intentaba efectuar un movimiento envolvente sobre la localidad de Strancas. Una vez allí, estableció contacto con el jefe de policía de la provincia, coronel Enrique George, para informarle que había enviado una patrulla al mando del cabo Corbalán con órdenes de cortar el camino que une Las Botijas con Trancas, en el límite provincial. La misma se topó con un extraño de abundante barba, uniforme de fajina y un grueso cinturón de cuero quien ignorando la voz de alto, se dio a la fuga en dirección a La Aguada, eludiendo las cerradas descargas que se le hicieron.
Redadas del Ejército en Tucumán. efectivos del Regimiento
de Infantería 29 rastrillan la zona de Toro Loco, en las sierras
de Medina y la Quebrada de los Cedros
(Fotografía: "La Razón")

Por pedido expreso del coronel George, en horas del mediodía la Dirección de Aeronáutica despachó una avioneta para sobrevolar la región. El propio comandante Ferreyr, de la Gendarmería, llegó a la zona a bordo de un avión que tocó tierra en un descampado próximo a La Candelaria, seguido alrededor de las 15:00 por los elementos de la V Brigada de Infantería y la policía salteña, que lo hizo con armamento especial y perros rastreadores. Los rastrillajes no arrojaron resultados, de ahí la opinión de los lugareños en cuanto a los posibles subversivos quienes ante semejante despliegue de fuerzas, habrían optado por evacuar el sector en dirección a La Ovejería y Chorrillos, siguiendo luego por el río Nío hasta el sector de llanuras. La novedad trajo al recuerdo los intentos guerrilleros de los uturuncos, Taco Ralo y Masetti, todos ellos desbaratados. En otro procedimiento realizado en un rancho próximo al ingenio Santa Isabel, en inmediaciones de Monteros, sobre el camino que conduce a los valles calchaquíes, la policía incautó dos carabinas Mauser propiedad del Ejército, otra calibre 22, quinientos proyectiles de diversa dimensión, indumentaria, víveres y material de propaganda, prueba concluyente de la presencia de guerrilleros en el área, posiblemente integrantes del ERP, vinculados al secuestro del presidente de Fiat-Concorde, Oberdan Sallustro. Fue una denuncia anónima la que los guió hasta allí, permitiendo determinar que junto con los sediciosos se encontraba un delincuente común de apellido Giménez, fugado con ellos de la cárcel tucumana de Villa Urquiza, el lunes 6 de septiembre de 1971. A medida que pasaban los días, la sensación de zozobra fue en aumento. Ni las investigaciones iniciadas por las fuerzas de seguridad, ni las gestiones de Peccei ni las que llevaban a cabo los hijos del secuestrado, parecían dar resultados. La población seguía con atención el desarrollo de los acontecimientos y se acongojaba ante los pedidos de su esposa, solicitando le proveyese a su marido los medicamentos necesarios para su afección cardíaca. Hubo un momento, a mediados de abril, que las investigaciones parecieron encauzarse. La gente del comisario Pidal dio con cierta pista a través de una inmobiliaria y así llegaron hasta dos vendedores de armas, Ángel Augusto Averame y Carlos Tomás Ponce de León, cabezas de una red de delatores que los condujo hasta un ciudadano brasilero.



Imágenes
Dr. Roberto Mario Uzal
asesinado por Montoneros
el 18 de marzo de 1972
(Fotografía: "La Razón")

Domicilio del Dr. Uzal en Olivos, Juan Bautista Alberdi 1133
(Fotografía: "La Razón")

Comandante (R) Abel Pedro
Agarotti, ametrallado frente
a su domicilio en Quilmes.
Había desempeñado la
jefatura de policía en
Tucumán

Personal del Ejército y la Policía Militar montan
guardia en los accesos al Club Hípico San Jorge
en Hurlingham, luego del atentado
(Fotografía: "La Razón")

Esquina de Carlos Casares y Colón, en la localidad de Martínez
donde fue iterceptado el Dr. Sallustro
(Fotografía: "La Razón")

Aldo y Bruno Sallustro, dos de los hijos del industrial (Fotografía: "La Razón")

Restaurant-Bar "Santa Lucía", Av. Montes de Oca y Martín García
donde se produjo el enfrentamiento en el que murió Carlos Raúl
Capuano Martínez, el 17 de agosto de 1972
(Fotografía: "La Razón")
Detrás de este Fiat 600 blanco se parapetó Capuano
Martínez antes de ser abatido por la policía
(Fotografía: "La Razón")

Garay, el mozo del bar "Santa Lucía" (de sobretodo obscuro), el lustrabotas
Moisés Tepero (con boina) y el vecino Vera (mano en el rostro) detallan los
hechos al periodista de "La Razón"
(Fotografía: "La Razón")

Mendoza, esquina de Lavalle y San Juan, 4 de abril de 1972, la policía
arroja gases lacrimógenos contra los manifestantes
(Fotografía: "La Razón")

Arden vehículos en Mendoza (Fotografía: "La Razón")
España y San Martín, pleno centro de Mendoza. Una mujer
yace herida en el pavimento
(Fotografía: "La Razón")


Vándalos tumban un automóvil.
Mendoza, 6 de abril de 1972
(Fotografía: "La Razón")

Notas

1 El intendente Roberto Uzal había sido diputado provincial por el conservadorismo.

2 El Dr. Uzal ingresó a la sala de operaciones minutos antes de las 22 hs., del mismo día sábado. Permaneció allí cerca de cinco horas y recibió diez litros de sangre. Su cadáver fue trasladado al hospital vecinal de Vicente López para que el médico forense Harry Pozzi le efectuase la autopsia correspondiente, la cual permitió establecer que el cuerpo había recibido dos impactos de bala, el primero de ellos sin orificio de salida, cuyo recorrido hacia la región lumbar finalizó a milímetros de la columna vertebral y el segundo con entrada por el costado derecho, a la altura de la cadera y salida por la axila derecha, provocando graves lesiones en el intestino grueso y el delgado, el hígado, la vena cava y el pulmón. El parte médico fue concluyente, permitiendo determinar que la muerte se había producido “por desequilibrio del medio interno”.

3 La VII Brigada Aérea fue creada Perón el 9 de enero de 1951, por Resolución Nº 112, publicada en el Boletín Aeronáutico Confidencial Nº 45. Poco después recibió las dotaciones de Glsoter Meteor Mk.IV integrantes de los Grupos 2 y 3 de Caza.

4 “Una cumbre política en el exilio español”, La Nación, domingo 16 de septiembre de 2012, sección Enfoques. Cita a Luis Eduardo Meglioli, Perón y Frondizi. La conversación (El Emporio)

http://www.lanacion.com.ar/1508486-una-cumbre-politica-en-el-exilio-espanol

5 La casa abarcaba un cuarto de manzana y tenía otra entrada por la calle Colón. Según relató el chofer de Sallustro, el Fiat 1500 iba conducido por un hombre joven de barba, el asaltante vestido de uniforme, un sujeto rubio, de ojos claros, se mostraba muy nervioso y el disparo se lo hizo quien parecía estar al mando del operativo, un individuo armado con una pistola 9 mm. Las fuentes periodísticas difieren en sus relatos. En algunas, el chofer del empresarios es José Fuentes y en otras Puentes y de acuerdo con La Nación en lugar de tomar por la calle Pacheco en dirección a las vías, los secuestradores huyeron por Balcarce en dirección a Olivos, algo imposible porque, en primer lugar, el tránsito en esa arteria corre en sentido contrario y se corta en Pirovano, antes de llegar a la divisoria Paraná.

6 Se conmemoraba un nuevo aniversario del fallecimiento del Gral. José de San Martín, Padre de la Patria y Libertador de América.

7 Dada la gravedad de su cuadro, fue derivado al Hospital Policial Churruca, donde volvió a ser intervenido bajo la supervisión de su director, comisario inspector médico Horacio José Storni.

8 En un bar cercano a la unidad básica donde se llevaba a cabo el velatorio, los montoneros dejaron el parte de guerra, relatando los hechos que pusieron fin a la vida del terrorista. Para entonces, las autoridades presumían que uno de los prófugos era Mario Eduardo Firmenich. Decreto Nº 8031, Buenos Aires, 20/11(72, Boletín Oficial de la República Argentina, Año LXXXI, Nº 22.638, lunes 2 de abril de 1973, p. 14.

9 Decreto Nº 8031, Buenos Aires, 20/11(72, Boletín Oficial de la República Argentina, Año LXXXI, Nº 22.638, lunes 2 de abril de 1973, p. 14.





Fuentes

-El Terrorismo en la Argentina. Evolución de la delincuencia terrorista en la Argentina, Poder Ejecutivo Nacional, 1979.

-Ramón Genaro Diaz Bessone, Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978), Círculo Militar, Bs. As., 1988. 

-John Pimlott, Ian Beckett, David Johnson, Nigel De Lee, Peter Reed y Francis Toase, Guerra de guerrillas (operaciones-grupos-tácticas), Ediciones Fernández Reguera, Buenos Aires, 1987 (Copyright Bison Books Ltds, 1985).  -Diarios “La Nación”, “La Prensa”, “Clarín”, “La Razón”, marzo-abril de 1972.


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