Los elementos religiosos del peronismo (12a. parte)
EL MESÍAS SOCIAL
El anuncio de la salvación social es
privativo de un mesías que no surge, según lo explicado, de un azar
político, sino de unas circunstancias dadas reales y concretas. Ellas
condicionan la irrupción de la figura del Caudillo o Dux como fundador y
conductor de una nueva era: la de la liberación definitiva de la
humanidad, en el seno mismo de la historia.
No se trata de una alegoría: en la propia Cámara de Diputados de la Nación fue llamado, con mayúsculas, el Mesías:
No se trata de una alegoría: en la propia Cámara de Diputados de la Nación fue llamado, con mayúsculas, el Mesías:
"Perón el Mesías, enviado del destino".
Curiosamente, este rasgo mesiánico no sería privativo de un período histórico sino que informa toda su vida hasta su muerte:
"Perón logró al fin su rehabilitación, y regresó triunfante como el Mesías".
La exaltación y el culto del mesías lleva
implícita la egolatría. Esta es inconciliable con el principio de la
limitación del poder político, aberrante, absolutista y totalitaria, y
tiende a concentrar el poder en manos de ese "yo" que ocupa el centro
del sistema político.
Dicha divinización ayuda a explicar esa obediencia irrestricta que funciona de un modo automático, sin un análisis sobre la naturaleza del pedido que se formula. La razón es que se entiende responder a un mandato divino.
Dicha divinización ayuda a explicar esa obediencia irrestricta que funciona de un modo automático, sin un análisis sobre la naturaleza del pedido que se formula. La razón es que se entiende responder a un mandato divino.
- Ningún peronista entra a analizar las
situaciones: basta que el General Perón quiera una cosa para que todos
estemos dispuestos a cumplirla de inmediato"
Cada militante se concebía a sí mismo como
el apóstol de una idea redentora. Incluso el mismo Perón llegó a emplear
la palabra "apóstol" para señalar que en la escuela de conducción
peronista debían formarse apóstoles más que eruditos doctrinarios.
Sugestivamente, los compañeros del Führer también fueron llamados
apóstoles.
El mesianismo político necesita, para configurarse como tal, la existencia de dos socios: un líder carismático egolátrico y un grupos social que otorgue a esa figura meramente humana condiciones sobrenaturales hasta reconocerle aptitudes casi divinas. A su tiempo se ha subrayado la función claramente política que cumplía el cultivo del sentido sacro en su personalidad pública:
El mesianismo político necesita, para configurarse como tal, la existencia de dos socios: un líder carismático egolátrico y un grupos social que otorgue a esa figura meramente humana condiciones sobrenaturales hasta reconocerle aptitudes casi divinas. A su tiempo se ha subrayado la función claramente política que cumplía el cultivo del sentido sacro en su personalidad pública:
"La intensificación del culto a su
persona cumplía la función de ersatz. Se atribuyeron a la persona de
Perón fuerzas sobrenaturales; se la elevó al rango de ser todopoderoso,
capaz de hacer desaparecer las antinomias, de lograr que sucediera lo
que no había ocurrido, en una palabra, de resolver los problemas o de
hacerlos desaparecer".
En determinadas oportunidades el liderazgo
de Perón asumía un sentido verdaderamente mediúmnico, como lo certifica
una conspicua figura del peronismo:
"Perón parecía estar en trance ante la multitud. El podía adivinar lo que la gente sentía y quería".
Donde estas conductas adquieren un valor
paradigmático es en la figura de Evita, quien expresa esa perfección
sobrehumana del líder al insinuar su identificación con la misma persona
divina de Cristo:
"Perón es un genio que no tiene
defectos, y si tuviera uno sería sólo tener demasiado corazón, que sería
el más sublime de todos los defectos, ya que Cristo perdonó por su gran
corazón a quienes lo crucificaron".
Más aún, Perón es el que traza la diferencia
entre el bien y el mal, entre el error y la verdad, y algo es verdad.
Perón es el que dice lo que es verdad, y algo es verdad no porque en sí
sea verdadero, sino en primer lugar porque Perón lo dice:
"El General Perón ha dicho que no sería
posible el justicialismo sin el sindicalismo. Y esto es verdad, primero
porque lo ha dicho el General Perón y segundo, porque efectivamente es
verdad".
En el discurso de Evita, Perón supera la talla meramente humana para constituirse en un arquetipo:
"A veces pienso que Perón ha dejado de ser un hombre como los demás; que Perón es un ideal encarnado".
En un pasaje de su autobiografía política
ella define todo sus ser y el sentido de su vida en función de la
persona sagrada de su cónyuge:
"Por eso ni mi vida ni mi corazón me
pertenecen y nada de todo lo que soy o tengo es mío. Todo lo que soy,
todo lo que tengo, todo lo que pienso y todo lo que siento es de Perón".
Un artículo de una revista oficial del
movimiento compara (no sería ciertamente el único caso) a Perón con la
misma figura de Jesucrsito:
"Claman para que el
Hijo de Dios vuelva a la Tierra. No hace falta. No precisa herederos,
porque dejó en marcha la más clara y terminante de las políticas".