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Boletín 39 - octubre 2002 - "Cuando la guerra es justa el que no mata peca" , "Nueva estrategia frente al terror revolucionario" y "Conmemoraciones"
"OTROSÍ" Nro. 39 – octubre del 2002
Contenido:
“CUANDO LA GUERRA ES JUSTA EL QUE NO MATA PECA"
“NUEVA ESTRATEGIA FRENTE AL TERROR REVOLUCIONARIO”
“CONMEMORACIONES”
“CUANDO LA GUERRA ES JUSTA EL QUE NO MATA PECA"
- SAN AGUSTÍN -
Hemos decidido adoptar esta máxima del santo de Hipona porque nos parece de la mayor actualidad y vigencia, en especial para nosotros.-
Se trata de un principio tanto ético como jurídico,
de estricta aplicación ayer - durante la guerra antisubversiva - como
hoy, cuando los defensores de entonces del orden son perseguidos como
delincuentes con una saña que, ciertamente, los jueces no ponen para
investigar y castigar a los verdaderos criminales (comunes o
"políticos", si es que la distinción es posible) debilidad - que con
toda licitud puede confundirse con tolerancia y aun complicidad - de la
que se benefician en primer término los funcionarios y ex funcionarios y algún que otro magistrado y, por supuesto, los propios terroristas nunca arrepentidos.-
Cuando el santo obispo - padre de la Iglesia Occidental y, según algunos, fundador de la Europa hasta su descalabro por la desunión religiosa - escribió este genuino código del cristiano en la guerra, asentaba el principio esencial y básico de la justicia en el ejercicio de la violencia. Cuando los valores en juego son superiores, cuando se batalla por la verdad nadie está exento de la responsabilidad de intervenir - por supuesto, de acuerdo a sus circunstancias y condiciones personales - en la guerra.-
Es
verdad que la guerra no es nunca de desear, es siempre una excepción
dolorosa que, sin embargo, debe ser afrontada con la misma conciencia
ética que acompaña a todos los actos humanos es decir sujeta a determinados condicionamientos que justifican y legalizan e, inclusive, hacen obligatoria su práctica. Hay valores superiores al de la paz
y por los cuales se merece vivir, morir y matar. Esto lo comprendieron,
proclamaron y aplicaron los terroristas que, en nombre de una
indefinida revolución que sólo ellos conocían, hundieron al país en la peor y más constante y sistemática violencia del siglo XX.
“NUEVA ESTRATEGIA FRENTE AL TERROR REVOLUCIONARIO”
El
recientemente asumido presidente colombiano Alvaro Uribe empezó a
cumplir su promesa electoral básica por la que fue elegido: combatir
al terrorismo instalado en su país hace casi 40 años y hacerlo sin
contemplaciones, remilgos ni falsos y paralizantes escrúpulos, hasta la
raíz y por la raíz.-
Es
verdad que en el mismo momento en que estaba prestando juramento en el
centro de la capital Bogotá, hombres de la FARC cometían un nuevo y
feroz atentado practicamente en las puertas del palacio gubernamental en
el transcurso de la ceremonia a la que asistía, entre otros pocos
dirigentes, el presidente argentino Duhalde. Evidentemente tal operativo
tuvo o pudo tener más de un significado y una
lectura para los expertos y para la ciudadanía que había acompañado al
flamante primer mandatario con más del 50% de los sufragios. Constituyó
ese acto terrorista múltiple (que cobró por lo menos 17 vidas y unos 40
heridos) una formidable prueba de fuerza y de impunidad; el mensaje parece haber sido: golpeamos dónde y cuando queremos.
Lo que en la estrategia dialéctica del terrorismo (paralela a la propiamente militar) es de la máxima importancia
porque consiste en transmitir e imponer la sensación en la sociedad
civil que está apareciendo un estado nuevo, distinto y opuesto al
admitido por todos hasta ese momento, es decir un nuevo ordenamiento
jurídico, una nueva legalidad, un nuevo titular de la fuerza
teóricamente monopolizada por el gobierno. A partir de la aparición de un factor revolucionario desconocido - que pretende provenir de las entrañas mismas del pueblo - todo
cambia porque el estado agredido debe competir, por los medios y los
métodos que sean, con ese elemento desconocido y reafirmar su legalidad
refundándola en la eficacia y en la capacidad de imponer orden y de
restablecer la seguridad. El poder institucionalizado debe justificarse, volver a justificarse.-
Pero el doctor Uribe no se amilanó ni se dejó apartar de su objetivo central y de inmediato dispuso contraatacar.
No olvidó que había llegado por afuera del sistema mismo que, en su
falso bipartidismo, venía lidiando con la subversión de marxistas y
narcotraficantes desde hacía décadas sin siquiera conseguir que
retrocediera. Su antecesor incluso había llegado al desatino de negociar y pactar con tan feroz enemigo
al que le cedió una zona a la que pudicamente se le dio el nombre de
"neutral" o "libre", en la que la FARC actuó y fue considerada de hecho y
de derecho como autoridad legítima y exclusiva. Se la trató de igual a igual, error gravísimo y, por lo general, irreversible
porque se le concede a esa banda salvaje un status y prerrogativas que
sólo se le reconocen a un estado soberano. Se le hicieron concesiones,
se admitieron culpas, se le permitió comportamientos propios de un
gobierno verdadero, tal como administrar justicia, percibir impuestos y
legislar.-
La
debilidad y la confusión mental, el temor, la falta de apoyo social, lo
inédito de la situación, la corrupción de buena parte de la dirigencia
política, la ineptitud de la cúpula castrense,
fueron elementos que arrastraron a Colombia a un estadio virtualmente
terminal; al punto que debió tolerar la intromisión norteamericana,
alarmado Estados Unidos por la instalación en lo que entiende
historicamente como su "espacio de influencia" de un fenómeno imprevisto
parecido a un Vietnam cuyos fantasmas su sociedad nunca consiguió
eliminar (las consecuencias de este insuperado complejo parece que ahora
las tendrá que pagar Irak).
El "Plan Colombia",
desde la perspectiva que se lo quiera ver, es la aplicación concreta y
postrera de la Doctrina Monroe y una secuela de la Guerra Fría. Sin
embargo no hay que apresurarse a condenar la actitud expectante de la
Argentina frente a esta intervención de EE. UU. porque cada vez son más
fuertes los indicios que señalan que la suerte de Colombia repercutirá
sobre los otros países de la región en un sentido o en otro.-
Uribe tuvo, a nuestro entender, dos aciertos iniciales. El primero
proponer a los voluntarios civiles que intervengan activamente en la
represión, en especial informando acerca de los movimientos de la
subversión; como él mismo aclaró esto no se puede hacer individualmente
sino mediante una actividad multitudinaria y se comprende porqué: los
terroristas pueden eliminar a uno o a diez, incluso a cien colaboradores
del gobierno pero si una gran parte de la sociedad realiza ese tipo de
inteligencia los guerrilleros -por más desalmados que sean- no podrá
atacar a todos ellos. Es decir que lo que el presidente está proponiendo es poner en práctica la misma táctica aconsejada por los teóricos del terror:
cada uno debe actuar como pez en el agua, según el axioma de Mao. Ahora
la invitación es, con toda inteligencia, invertir la situación de modo
que sea la propia sociedad agredida la que vigile y "conspire" contra el
agresor. No sólo cerrarse y defenderse pasivamente sino pasar al
ataque y combatir activamente al enemigo, denunciándolo, acotándolo,
trabándolo. La comunidad organizada contra el terrorismo organizado.-
Además
en su reciente discurso ante la Asamblea de la ONU - por cierto que muy
aplaudido - Uribe puso el dedo en el centro del problema que azota a su
país al requerirle a los mandatarios allí presentes que adopten medidas
para eliminar el consumo masivo de drogas; ahí reside la clave de la
tragedia colombiana porque claro está que no habría narcotráfico si no
hubiera quien las adquiriera (Estados Unidos, con el 5% de la población
mundial consume el 50% o más de la producción de heroínas) y, entonces,
tampoco habría financiamiento para el terrorismo que es aliado no tanto
de los productores como de los traficantes del miserable producto,
verdaderas mafias al servicio de la decadencia.-
“CONMEMORACIONES”
Se cumplió un cuarto de siglo de la muerte en combate del "Che" Guevara, en el rispido territorio boliviano. Fue el campo y el modo elegidos por el mismo y a partir de ese momento las izquierdas del mundo entero - por encima de fronteras, culturas y matices - lo transformaron en símbolo y mártir, es decir en leyenda, tan falso e imaginativo como toda leyenda
pero que ni siquiera tiene la calidad y la ventaja de la espontaneidad
que rodea a las autenticas surgidas de la imaginación anónima del
pueblo.-
El
"Che", en cambio, fue y es un producto elaborado por los intelectuales y
comunicadores de todo rango del "progresismo" internacional (como gusta disimularse) armado, posarmado y desarmado que nos ha filtrado por todas partes. Pero
Ernesto Guevara no fue un héroe como se nos quiere hacer creer sin
admitir contestación en contra, sino un feroz, sistemático e
inescrupuloso homicida serial que con gusto se trasladaba a
cualquier lugar del mundo que la central soviética, de la que dependía,
lo destinara; así fuera la Africa tribal o la América caribeña, mezcla
de fanático y mercenario, de ideólogo y de delincuente, ganado por una
borrachera de gloria y de nombradía, fue incapaz de arraigarse ni de
despertar afectos ni lealtades allí donde luchaba o instaba a luchar: es
que nada real lo ataba a esa gente concreta que movilizaba para morir o
matar sino una abstracción revolucionaria, tan perversa como suele
serlo.-
Prueba de ello
es que proponía y aplicaba la misma respuesta y solución para todas las
circunstancias y problemáticas, sin entrar en esas molestas
distinciones sociológicas y culturales (y aun étnicas) que son
esenciales para una política sinceramente preocupada por el bien común.
Nada de esto se encontrara en el terrorista Guevara
que se alejó de la Cuba de Castro no solo - como se sospechaba hasta
ahora - porque la isla era demasiado chica para ambos sino porque la
Revolución tampoco admitía cabida a los dos. Castro opto
por ponerse al servicio y al amparo de la URSS en tanto nuestro
compatriota (?) procuro extender su revolucionarismo al resto del
continente. Aquel continua y este perecio en su aventura después de
cobrarse la vida de no menos de 50 bolivianos y de haberse dado con los
dientes contra la indiferencia del pueblo del Altiplano. Como le hubiera ocurrido en los demás países de haber sobrevivido. Murió en su ley, Dios tenga compasión de él.-
También se cumplió un nuevo aniversario del atentado perpetrado por Montoneros contra el edificio del Estado Mayor Conjunto que costo varias vidas de militares y civiles, algunos por completo ajenos a los odios de los terroristas. En realidad, el episodio
- si bien cruel y sórdido como todos los protagonizados por esos
"muchachos idealistas" que no encontraron otro modo de expresarse que
por las armas - no tendría especial relevancia después de tanto
tiempo sino fuera porque fue ideado y llevado a la practica por quien
hoy es un fiscal de la república, un comunicador de peso y un obstinado y
falso defensor de los DD. HH., Horacio Vertbizky (a) el Perro, su
nom de guerre en la cúpula de la banda asesina que integraba. El, además
de planificador del crimen colectivo, fue el encargado de dar la orden
para que se hiciera estallar el coche-bomba que habría de terminar con
la vida de varios argentinos y con la integridad física de otras decenas
en numero indeterminado.-
Algo muy atroz, muy deformante y enfermizo debe estar acaeciendo sobre y entre nosotros para que un delincuente - exactamente un asesino serial - seaa ahora el referente y el garante de nuestra dignidad, aunque en la realidad lo sea solo de sus cómplices de entonces y de ahora.
Pero el hecho que este hombre
- por cierto que bien rentado por los órrganos del capitalismo que dice
combatir, como la Fundación Ford que le paga un millón de dólares
anuales - ocupe un espacio publico, tenga influencia y se mueva con
descarada impunidad sin que nadie le recuerde su pasado delictual ni le
reproche su presente falsario, es un síntoma de anomia, de confusión y
de resignación.
Es
el signo de esas bandas que mataron secuestraron y destruyeron con la
misma convicción con que hoy se refugian en las leyes que quisieron
cambiar por la fuerza y que cobran indemnizaciones paradójicamente por haber matado, secuestrado y destruido veinte años atrás.-
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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