"La Corte de la suprema indignidad", "Como se paraliza la República" y "Estar presentes".
Boletin 58 - octubre 2004 -
Significado de la palabra:
"OTROSÍ" Nro. 58 – octubre del 2004
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El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia (¿), referente a la indemnización obligatoria para todos aquellos que se exilaron después de 1976, no resiste el menor análisis sensato. Es arbitrario, discriminatorio, tendencioso e ilegal,
es decir que reúne todos los requisitos como para que el tribunal que
lo dictó sea sometido al juicio político previsto para los jueces que no
saben administrar justicia o que caen en flagrante incumplimiento de
los deberes de su cargo. Que es lo que pretendemos desde estas páginas.
No podemos dejar de angustiarnos como ciudadanos cuyos destinos están en
manos de estos ideólogos trepados a las escalinatas de los tribunales
(tribunales desquiciados, es verdad, pero con poder para imponer sus
pareceres).
La sentencia fue dictada por unanimidad lo que nos lleva ante todo a una conclusión que pone en juego la honorabilidad de estos magistrados. Está claro que de Zaffaroni no se podía esperar algo distinto no sólo –y no tanto- porque su procedencia doctrinaria (o, mejor dicho, ideológica) hacía previsibles pronunciamientos de esta naturaleza y tenor sino porque está en humillante sintonía con los requerimientos del poder político que para algo lo designó.-
Y lo mismo cabe decir de su colega íntima y discípula, Highton de Nolasco,
carente por completo de criterio jurídico y orbitante del pensador del
garantismo irreductible, justamente el mentado Zaffaroni. En cuanto a Boggiano, su voto debe ser entendido como un esfuerzo postrero para retener el cargo,
esfuerzo tan indigno como inútil porque los implacables sicarios de
Kirchner que se sientan en el Congreso siguieron dando muestras de
inflexibilidad en el cumplimiento de las instrucciones recibidas: la
Corte entera para el presidente, sin admitir la menor fisura. Respecto a los radicales Fayth, Petracchi y Belluscio (todos
provenientes del riñón de Alfonsín y sobrevivientes del Pacto de
Olivos) cambiaron su decisión de años anteriores que había denegado las
indemnizaciones a los autoexilados por no estar comprendidos en los
supuestos de la ley 24.043, ley de por sí suficientemente agraviante del
buen sentido y de la equidad, extraída de los enjuagues a que era tan
afecto el ex presidente Carlos Menem. Suponemos que sus razones tendrán para marcar el paso al ritmo que se les imponga desde la casa bermeja.-
Pero
como la izquierda no se anda con chiquitas y siempre va por más, ahora
por una tramoyesca vía hermenéutica (la recorrida por la Corte que ya no
es ni suprema ni de justicia), obtiene más dinero para más presuntas
víctimas de la represión. Lo que sobrevenga quedará librado a la
exultante imaginación de los terroristas de hoy; que, como los de ayer,
la tienen en porciones patológicas. Y así como los de antaño trataron de justificar la guerra por ellos declarada (con el apoyo, dirección e inspiración de Fidel Castro) los de hogaño consiguieron legalizar “su” paz (con el apoyo, dirección e inspiración de Néstor Kirchner) a costa de la renovación de un enfrentamiento que sólo ellos desean mantener y que la sociedad procura olvidar.-
Y
se comprende que así se lo propongan puesto que esperan cobrar muchos
millones de pesos, incluso más de los que ya llevan percibidos en virtud
de esa extraña ley, que obliga a los agredidos a pagar a sus agresores y
a cederles sus predios, en especial en aquellos en que ejercieron su
defensa legítima. A
propósito, a esta altura nadie duda que esta sentencia de los máximos
jueces (dos aliados, uno amenazado y tres atemorizados) viene a
completar o a facilitar el formidable negocio inmobiliario
que se prometen desde el 3 de marzo del corriente, cuando el Alm. Godoy
anunció la entrega de las más de 15 hectáreas ubicadas en una de las
zonas más apreciadas de la Capital Federal, de propiedad de la Armada
donde se encontraba la ESMA.-
A la señora Yofre de Vaca Narvaja
- madre del asesino serial Fernando, ahoora al frente de un burgués
comercio, habiendo al parecer olvidado entre otros, los homicidios de la
jovencita Paula Lambruschini y del general Pedro E. Aramburu, sin
contar innúmeros atentados de su autoría o inspiración -, tal vez por su
edad o por sus rencores inextinguibles, se le confunden los recuerdos y
las realidades. Declaró entre sollozos –que probablemente no le
sobrevinieron cuando veía a su hijo embarcado en las aventuras más
aberrantes- que
el dinero que va a percibir merced a la buena predisposición de sus
correligionarios de la Corte no debía ser considerado como un
resarcimiento sino como una reivindicación moral.-
¡Vaya hipocresía y vaya travesura dialéctica la de esta anciana que olvida sus pecados pero no sus mañas! ¿Es
que no fue ella la que viene litigando desde hace años para
beneficiarse con tal “reivindicación moral”? ¿O hemos de creerle que
sólo lo hizo para rescatar la memoria de su marido y de su otro hijo
muerto por su participación en la subversión? Ahora, en el momento de
reunirse con sus dineros –que algún consuelo le proporcionarán a sus
casi 90 años- vuelve a rescatar el terrorismo protagonizado por sus
familiares (“la subversión fue necesaria entonces”, fueron sus palabras
que un Poder Judicial más estricto y menos bizco podría calificar de
apología del delito). Nadie podrá entender en buena lógica porqué el
responsable e iniciador de la violencia podía no esperar una respuesta
condigna.-
Es que en la inteligencia terrorista –y este es un punto crucial en su estructura y metodología- no cabe el derecho a la defensa ante el ataque revolucionario que se sostiene en una sórdida vocación redentorista.
La violencia revolucionaria está justificada por sí misma, es como la verdad revelada para los creyentes;
y, por lo tanto, todo lo que se le oponga u obstaculice es condenable
sin más y, a su turno, debe ser castigado. Está todo muy claro: el bien
acá y el mal allá. Pero para el caso que no triunfe “el bien” habrá que
esperar a que cambien los tiempos para que se aplique la sanción a los
que no comprendieron el signo de los vientos de la historia (los que en
los 70 soplaban desde Cuba y despeinaban al joven Kirchner) y así
usufructuar la justicia revolucionaria en forma contante y sonante, lo
que no deja de ser un premio.-
En medio de estos abracadabrantes acontecimientos nos queda una comprobación
que también puede ser considerada como una lección si la sabemos
aprender y aprovechar; y es que la subversión sigue estando entre
nosotros, apenas disimulada, ahora protegida y siempre presta a
reaparecer y resucitar con sus siniestros coros de muertes, secuestros y
destrucción. Lo que quiere decir que la guerra –por el momento bajo
otras formas menos bélicas pero no menos perversas- continúa. Sería espantoso que, bajo la guía de jefes ciegos, rendidos o infiltrados, no se lo advirtiera así.
Y,
como lo hizo la señora Yofre, viuda de Vaca Narvaja, se pueden
conseguir dos efectos simultáneamente, la legitimación del terrorismo
(porque esto significa el pronunciamiento del “alto” tribunal) y su
reparación teórica y hasta ética (“entonces fue necesario”). A partir de
este fallo y de semejante juicio de valor nada quedará en pie. Y
Gramsci habrá triunfado aun sin proponérselo pero como él sugería: no
por las armas sino por el terrorismo reducido y traducido a términos culturales. Otra forma de violencia.-
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Raul Castells
ha demostrado cómo –de la manera más fácil y hasta simpática y emotiva-
se puede conseguir que una república deje de funcionar en el momento
que se quiera. Basta, por lo que se vio en el Chaco, que una persona extorsione a algún magistrado judicial para que éste ceda,
desconozca el derecho e incumpla del modo más grosero la ley. Lo
extorsione del modo que sea, por la exposición mediática, por el temor a
las consecuencias sociales, por la presión psicológica, por la
obsecuencia reverencial. Poco importa en determinado contexto que el
orden jurídico se desplome ni que se instaure una discrecionalidad en
beneficio de los matones disfrazados de mártires, lo que supone la
instalación del principio de desigualdad a favor de los izquierdistas,
cuanto más violentos y aspamentosos mejor.-
El caso de D’Elía se convertirá con el tiempo - lo es ya- en paradigmático:
a casi seis meses de haber cometido un delito gravísimo (la toma y
desguasamiento de un establecimiento policial), que él mismo reconoció y
que se encuentra probado hasta la saciedad, ningún juzgado lo ha llamado a declarar, sin duda a la espera de recibir las instrucciones correspondientes.
En este marco de impunidad para unos y de persecución a mansalva para
otros, nadie puede ser optimista, excepto, claro está, los propios
izquierdistas que usufructúan con total descaro las posiciones
alcanzadas en el poder judicial, nacional o provincial.-
Dando por sincera la actitud del líder piquetero (dicho entre paréntesis, no deja de tratarse de una farsa, del montaje
de un fenómeno mediático en virtud del cual una minoría prepotente y
bochinchera se transforma en multitudes aguerridas y justicieras en
búsqueda de sus reivindicaciones), se ha de convenir en que al
presidente Kirchner no le convenía cargar con una muerte en sus todavía
flacas alforjas y desvaidas filas. Consecuencia menos admisible y más
perjudicial tratándose de un gobierno declaradamente montonero como
éste. Castells, por su parte, se mostró más flexible de lo que era de
esperar pues trató sin inconvenientes con dos extremos del arco
justicialista, desde el excéntrico Rodríguez Saa hasta el semi prófugo
Carlos Menem. No se puede dudar tampoco que hubo negociaciones con el
gobierno central ante la eventualidad que un inmanejable Castells se
dejara morir (que se hubiera tomado la cosa en serio): su suerte no le
podía ser indiferente a un elenco que retomó la senda de la
transversalización, acotado como se halla por un peronismo duhaldista
que tiende a cercarlo en los límites partidarios.-
Grandilocuencia, espectacularidad, especulación, riesgo calculado, lo que fuere, Castells se salió con la suya
y puede ser considerado como el triunfador en la emergencia ya que
subió a un nivel de expectativa –a lo menos momentáneo- que por sí nunca
hubiera alcanzado.
En cambio la justicia cayó derrotada porque mostró que está dispuesta a adaptarse a cualquier condicionamiento extra jurídico. Y también el sistema partidocrático
recibió un revés desde que un solo individuo, sin mayor estructura,
consiguió desplazar a sus insoportables figurones que cuentan con dinero
y micrófonos. La enseñanza que el barbado y callejero caudillo nos deja
es que desde el instante en que consiguió su libertad contra derecho
todo será posible en la Argentina. En adelante no se necesitará la
interposición de recursos ni de escritos de apelación ni herramientas
judiciales similares; bastará con la imagen de perseguido, el simple
clamor del prisionero, una voz balbuciente del hambriento para que la
norma cese ante el promovido mártir y el orden jurídico sea puesto entre
paréntesis. Casi medio centenar de “presos políticos” esperan la hora
de su reivindicación; menos
de cuarenta días de dieta más o menos veraz y más o menos rigurosa
serán suficientes para lograr la gloria del reconocimiento y la
gratificación de la impunidad.-
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El
próximo 28 de octubre a las 18.30 horas se reunirán frente a la ESMA
–lo que reste de ella- todos quienes se oponen a la entrega de sus
instalaciones –tan valiosas por tantos motivos-.
Se
entonarán el Himno nacional (antes que las bandas montoneras lo
prohiban como hicieron ese desdichado 24 de marzo en el que el retrato
del terrorista Guevara cubrió hasta oscurecerla la bandera argentina) y
varias marchas militares. No se realizarán actos de provocación ni se
pronunciarán arengas pero será una forma que
servirá, quizá, para recordar, en la víspera de los treinta años de su
creación, el significado de los establecimientos de educación y de
formación en los que se iniciaron durante generaciones nuestros marinos,
aun aquellos que no lo merecían y que con el tiempo así lo demostraron,
en especial al llegar a cargos de la más alta responsabilidad.-
En
tiempos del discurso único, de los silencios impuestos, de la
intransigencia feroz, de los rencores interminables, de la
unilateralidad disimulada,
es más preciso que nunca reunirse y manifestar con la serenidad de los
valientes y de los virtuosos la oposición a políticas de homogeneidad
cultural que impiden y hasta prohiben pensar diferente.-
Víctor Eduardo Ordóñez
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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