Boletin 43 - abril 2003 -
"El voto sobre Cuba", "La revolucion se prepara en la calle" y "¿Qué hay de las elecciones?"
"OTROSÍ" Nro. 43 – abril del 2003
Contenido:
1 - "EL VOTO SOBRRE CUBA"
2 - "LA REVOLUCION SE PREPARA EN LA CALLE"
3 - ¿QUÉ HAY DE LAS ELECCIONES?"
1 - "EL VOTO SOBRE CUBA"<
Mucha
discusión y mucha reacción produjo la decisión del presidente Duhalde
de abstenerse en la votación en la ONU con respecto a la cuestión de los
derechos humanos en la marxista Cuba. De esa manera se abandonó una
tradición de la política exterior argentina. Se invocaron para ello
razones no del todo convincentes, si se exceptúa la de solidarizarse con
la similar actitud de Brasil. Como a esta altura de los acontecimientos
mundiales no nos vamos a escandalizar de nada (o de pocas cosas, como
la agresión a Irak), entendemos que la decisión de nuestro gobierno no
aporta ningún principio de solución para el terrible caso cubano, una
verdadera prisión flotante, último trozo emergente de un universo que se
derrumbó sin que Castro se diera cuenta.- La
abstención de Argentina y Brasil -que equivalía a un voto de rechazo de
la condena a este comunismo caribeño tardío- coincidió con la muerte,
tras un sospechoso juicio sumarísimo, de tres "terroristas" que
intentaron huir de la isla. Castro aplicó su ley, lo que no está mal
porque las leyes están para ser aplicadas eso sí, allá como acá. Ejerció
un derecho inalienable de todo gobierno como custodio del orden a su
cargo, el de defenderse.-
¿Cómo,
pues, reconocerle esta facultad superior a Castro, exportador de
revoluciones y de revolucionarios, y negársela a los que a su turno la
pusieron en práctica? Menuda dificultad la de la izquierda del
continente; esta izquierda -toda la armada de los 60 en adelante y buena
parte de la pre y posarmada- proviene de Cuba que la inspiró, la
entrenó, la financió y la apoyo de todos los modos posibles. ¡Este
comportamiento fue, en realidad, la grande violación de los derechos
humanos en América y en otras partes del mundo! Estas tres postreras
víctimas de la vesanía estalinista de Castro no son más que eso,
muestras de un sistema tiránico por su práctica y en sus principios, por
necesidad y por naturaleza. No cabe escandalizarse por esos crímenes
tras medio siglo de experiencia continuada en el mismo sentido.
Experiencia a la que todos los países americanos asistieron como
víctimas (el nuestro), como cómplices (Méjico) o como reflejo
(Nicaragua).-
Castro
mismo proporcionó en su discurso del 1º de mayo una razón válida para
justificar su proceder y que debe ser escuchada por tirios y troyanos.
Explicó que los ajusticiados eran terroristas que habían cometido un
atentado (aunque no murió nadie) pero que era el primer paso para una
maniobra mucho más amplia que iba a costar la vida a millones de cubanos
¡El sabe muy bien de qué habla! Como que en ese efecto cascada -que
comienza por pequeños atentados para precipitarse y culminar en la
guerra revolucionaria- consiste la táctica central de la subversión que
Castro desató por todo el continente. Se ha de inquirir, entonces y ante
el ejemplo y la explicación que acaba de proporcionar el jefe marxista,
qué delitos cometieron los militares argentinos que defendieron al
estado nacional, a su ordenamiento y a su legislación.-
2 - "LA REVOLUCION SE PREPARA EN LA CCALLE"
Sería
un error gravísimo e imperdonable descuidar o minimizar lo que está
ocurriendo en las calles y rutas del país. La presencia de la izquierda
violenta (pre-armada) en los lugares públicos con cualquier excusa y con
cualquier reclamo, no es un episodio que puede seguir pasando
desapercibido ni con el que se pueda seguir transando. El tratamiento
que el gobierno y los medios les dan a estos episodios (fastidiosos,
agresivos, bullangueros, desafiantes y esencialmente irracionales) es el
de considerarlos sucesos 1) justificados por la intención, 2)
simpáticos por lo espontáneo; 3) justificados como el ejercicio directo
de la democracia. No es preciso decir que todas estas apreciaciones y
otras similares son falsas.-
A
nadie se le oculta, por otra parte, que la intervención abierta de la
izquierda es decisiva como que constituye su estrategia actual.-
Sus
gritos, sus procedimientos, sus discursos, en fin su estilo, se parecen
demasiado a los que se aplicaron en las décadas del 60 y del 70
preanunciando lo que vendría después y no dejan lugar a dudas. En todo
caso -y menos las autoridades responsables del orden presente y del
futuro- tienen derecho a equivocarse, a volver a equivocarse. No son
inocentes ni idealistas jóvenes y no tanto -como tampoco lo fueron los
del pasado- los que arrojan piedras, tiran bombas "molotov", queman
automóviles, rompen vidrieras, saquean e impulsan al saqueo, enfrentan e
hieren a policías y cometen cuando desmán les indica su imaginación de
marginales y de delincuentes así sean potenciales. Si quisiéramos aguzar
la observación podríamos, quizá, detectar alguna diferencia no menor
pero tampoco relevante con los del pretérito cercano. Hoy no son, como
entonces, sólo estudiantes de clase media los que salen a cometer
estropicios bajo esa impunidad que da el número, esa legitimidad que
pretende la multitud; ahora se trata en buena parte de sujetos realmente
periféricos que movidos más por el impulso ideológico que por la
necesidad, se abalanzan sobre la propiedad privada e incluso sobre la
pública como forma de protesta. Alegan necesidades que no son las
propias y lo hacen por cálculo dialéctico, no por generosidad, para
disponer de la prerrogativa de agredir, no para solucionar problemas.-
Tales
comportamientos se parecen mucho más a una táctica de presión, de
desgaste, de acostumbramiento a la violencia gratuita que a un modo
genuino y leal de requerir soluciones o de buscar respuestas. No se
puede (ni se debe) disimular el hecho que se está -por su reiteración,
por su sistematización, por su simultaneidad- ante una verdadera
gimnasia revolucionaria que va más allá, mucho más allá de una simple
agitación social o de una preocupación reivindicativa de derechos
laborales cercenados o de intereses gremiales desconocidos. Lo demuestra
con toda claridad la actitud adoptada en el conflicto de la fábrica
Blukman, tomada artificiosamente por un grupo minoritario e sus
empleados en nombre de todos en momentos en que se estaba cerca de una
solución satisfactoria para la empresa y para su personal; por si
alguien no lo creyera ahí está la negativa de la parte sindical a
concurrir a la audiencia de conciliación en el ministerio de Trabajo: el
negocio de los revoltosos consiste en mantener abierto el litigio y con
éste la tensión.-
Cualquier
excusa les viene bien, cualquier conflicto es aprovechable para estos
profesionales de la lucha constante y del enfrentamiento renovado.
Incluso llegan a provocarlos o a ahondarlos hasta volverlos
inconciliables en una combinación de leninismo y gramscismo. Por eso es
que han instalado en las calles no la revolución sino el espíritu
revolucionario. En esos aquelarres se dan cita piqueteros y
homosexuales, cada cual con su petitorio bajo el brazo o en el puño;
caudillejos y delincuentes, hambrientos y matones, universitarios
burgueses y habitantes del lumpen urbano. Un caudal de energías
negativas y perversas inundan las ciudades a horcajadas de necesidades
reales que nadie tiene el derecho de explotar ni de frivolizar. Como lo
hacen los Castells, los D'Elía, los Pistrola y tantos más que oscilan en
un equilibrio harto inestable entre la causa obrera que dicen defender y
la actividad hampona que despliegan en la práctica. Ahora bien, esta
presencia que nadie desea ni precisa se completa con la ausencia de
dónde sí harían falta tantos brazos pagos por el estado, como en Santa
Fe. Aquí se expone su calaña moral.-
Esas
pequeñas multitudes que diariamente ocupan las calles y mortifican a
los ciudadanos con particular sadismo, van contra todos los valores
imprescindibles para una vida civilizada y carcomen las bases de un
estado que se presenta sugestivamente débil . La negación y el olvido
del respeto mutuo, del sentido de solidaridad, del recurso al dialogo
racional, de la dignidad de no mendigar, del desdoro de robar, del honor
del progreso por mérito propio, de la satisfacción de la propiedad bien
obtenida son los pasos hacia la autodestrucción de lo que alguna vez se
conoció o se vislumbró como cultura argentina. Ahora con estos tumultos
tolerados por el gobierno y soportados por la sociedad, con estos
aprietes que perjudican a todos, con esta representación fraudulenta
ejercida por dirigentes jamás elegidos, se pone en peligro "lo común",
lo que se tiene de participativo en la sociedad, lo que nos identifica
como nación relativamente feliz no tanto por próspera como por ordenada.
Se corre el riesgo de destrozar nuestra unidad y de que, a fuerza de
desconfianza recíproca, empecemos por no reconocernos con esa concordia
que resaltaba Aristóteles como condición de la vida en la ciudad.-
Es
el espíritu revolucionario en acción que amenaza y atemoriza, que
pretende ocupar el espacio que el poder legítimo ha declinado, que se
propuso la sustitución de los valores tradicionales -apreciados por la
inmensa mayoría como básicos e indispensables- por otros nuevos
revolucionarios, donde lo natural se diluye en su deformación y lo
antinatural se impone como norma. Va apareciendo -casi
imperceptiblemente- un poder que viene no del interior de la sociedad
sino de sus márgenes lo que le da su auténtico contenido y devela su
verdadero sentido. Este poder, inédito, violento, inubicable, sin
límites ni control, no tardará en transformarse en legítimo (en la
medida en que se lo acepte), por fuera del estado establecido al que le
disputará su espacio y licitud.-
Se
crea el clima de violencia psicológica y física necesario para insertar
en la comunidad lo que llamamos "espíritu revolucionario" que no
consiste sino en la convicción que el único camino que nos puede llevar a
una solución es el de la violencia; con lo que tiene de abandono de las
virtudes, de ruptura con el pasado (que supo ser mejor que este
presente y que el futuro que nos dibujan los neoterroristas), de
declinación de los modos civilizados de convivir. Buscan implosionar el
sistema no modificándolo sino destruyéndolo.-
3 - "¿QUÉ HAY DE LAS ELECCIONES?"
Fieles
a nuestro propósito de no incursionar en el terreno de la política
contingente -no por pacatería ni falta de opinión siino por una
autoimpuesta limitación a una temática que conserva toda su vigencia
como es la de la subversión impune y la de la represión sancionada- no
vamos a entrar en consideraciones relativas a los resultados electorales
del 27 de abril. Sólo rescataremos un hecho que los medios -algunos
medios- se han ingeniado en sepultar para que la opinión pública no
saque las consecuencias que serían pertinentes. El hecho es simple y
evidente y consiste en que la izquierda más tumultuosa y convulsiva, más
chillona e histérica no figuró casi en las cuentas finales de los
comicios.-
Los
primeros grandes derrotados fueron los piqueteros que llamaron a no
votar o a hacerlo en blanco o a impugnar el sufragio. Querían repetir lo
ocurrido en la anterior elección de 1999 pero esta vez que ello
sucediera en su nombre, es decir que asumiera un rasgo subversivo. Lo
que antes había sido una reacción espontánea de una sociedad cansada de
ser defraudada se pretendió utilizar como expresión de un movimiento que
carece por completo de inserción. Como siempre, esta izquierda
descolocada y extraña -históricamente ajena al sentimiento nacional-
trató de ahuparse en actitudes y reacciones que no le pertenecen,
agregarse a aspiraciones y movimientos surgidos en otros estamentos e
inspirados en otros propósitos y necesidades. Vagando y divagando a la
pesca de esas inquietudes a partir de las que pueda instalar un estado
de ánimo que sea aceptado por el crédulo pueblo argentino, esa izquierda
tan escasa como explosiva procura un lugar bajo el sol, una voz que no
tiene. Por momentos da pena sino fuera que también hastía por su
metodología inútilmente destructiva y banalmente contestataria.-
Pues
bien, nadie -o muy pocos- hizo caso de los ronquidos de Castells y
cómplices y se registró el presentismo más alto en el actual período
democrático. El razonamiento del pseudo jefe de pseudos jubilados y
desocupados -adjudicando a su convocatoria una resonancia de más de seis
millones de personas- es tan pícaro como infantil y no se lo puede
tomar en serio. ¡Esto sí que es manosear la realidad y deformarla sin
vergüenza!
Pero
el comportamiento electoral de las otras izquierdas -aun de las más
presentables como las de Bravo y la Walsh, sin contar con la
impertérrita del falso Altamira y alguna que se nos olvida- no fue más
feliz; sólo que ellas no pueden recurrir a fantasmagóricas
interpretaciones, sujetas como están a la inflexibilidad y evidencia de
los números.-
Queda
la otra izquierda, esa infiltrada, con mayor o menor disimulo, en los
partidos llamados -no se sabe porqué- "tradicionales": por ejemplo el
peronismo de Rodríguez Saa o de Kirchner o el radicalismo (¿) de Elisa
Carrió. Sería excesivo atribuirles un decisivo componente "progresista"
(que en la práctica, se quiera o no, es sinónimo de izquierda aunque,
quizá, más cultural que político) y, en todo caso, no fue ese
ciertamente el factor que gravitó para su actuación electoral. La gente
los votó como lo nuevo o lo alternativo, algunos como lo superador,
otros como lo continuador pero no como lo rupturista que es lo que
caracteriza a la nueva izquierda socialdemócrata.-
La
izquierda, entonces, a la luz de los datos del 27 de abril, no tiene
cabida en el espectro político (aunque sin duda la tiene en el
ideológico y a esto hay que estar muy atentos) y se ve obligada a
manejarse por dentro y por fuera de la vapuleada institucionalidad
argentina. Acecha a la espera de la ocasión o del resquicio para asumir
una crisis social no en busca de su superación sino de su ahondamiento; y
cualquier motivo le vendrá bien para alcanzar algún protagonismo y no
seguir girando en el vacío.-
"CUANDO LA GUERRA ES JUSTA
EL QUE NO MATA PECA"
(San Agustín)
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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