Boletín 38 - agosto 2002 -
"Estos jueces, estos reos y estos acusadores¨
"OTROSÍ" Nro. 38 – agosto del 2002
"ESTOS JUECES, ESTOS REOS Y ESTOS ACUSADORES"
Después del exabrupto jurídico que se permitió el juez (¿) Claudio Bonadío
- disponiendo la detención y procesamiento de 41 altos oficiales
argentinos - poco queda por decir. Tal vez no tengamos derecho a
asombrarnos puesto que no es la primera vez que en el fuero federal - de
lejos el más desacreditado de un harto desacreditado poder judicial -
suceden estos episodios que carecen de razonabilidad, de sensatez, de la
mínima decencia. El propio Bonadío, el ahora camarista Cavallo y algunos más de la misma estirpe
se pusieron al frente de la contraofensiva dispuesta por la izquierda
para recuperar en la paz los espacios que perdieron en la guerra. Esto
está claro y aquí, en esta complicidad apenas encubierta, reside la gran responsabilidad de los magistrados que se prestan a actuar de ariete de la subversión.
Con astuta táctica gramsciana han conseguido invertir la situación y con descarado manipuleo de la opinión pública (o, si se prefiere, del inconsciente colectivo) colocan
a las víctimas como victimarios, a los asesinos como perseguidos, a los
defensores como opresores y a los agresores como héroes.
Toda una revuelta de cuño kafkiano por la cual consiguieron que
la sociedad olvidara quienes fueron y son los responsables de la
violencia subversiva de los 60' y 70' y quienes los que tomaron a su
cargo una represión tan legítima como imprescindible, cuales las
virtudes que unos y otros encarnaron y cuales los valores que unos y
otros defendieron. El resultado es éste que se tiene a la vista: un
jerarca de Montoneros como Verbistky trepado al sitial de fiscal
distribuyendo premios y castigos sin que nadie le recuerde su pretérito
de terrorista en tanto el máximo conductor de esa fuerza de
homicidas y secuestradores seriales - Mario Firmenich - se postula sin
inconveniente a presidente de la república, horas antes de la detención
del general que decidiera la recuperación de las Malvinas. Una sociedad que asiste y tolera semejantes despropósitos, tales ocurrencias surrealistas, está muy agredida o muy enferma.-
Nada de esto, por supuesto, es casual, improvisado ni inocente.
Muy por el contrario cada uno de los protagonistas de estos episodios
tiene un papel y una función que cumplir y lo hace con mayor o menor
desparpajo y eficacia. Cada uno tenía y tiene una razón - por lo general
inconfesable pero conocida - para actuar como lo hacen y lo seguirán
haciendo en esta comedia trágica que se está representando en estos
momentos. El rol central recayó - tal vez por motivos circunstanciales -
en el nombrado y renombrado juez Bonadío que es el que aparece como el
más decidido impulsor y beneficiario de esta intriga que tantos
sinsabores ocasiona, tanto como injusticias conlleva.-
Le correspondió a Bonadío la tarea de encarcelar - con lo que de
humillante y traumático tiene esa actitud que en el caso adquiere un
significado simbólico más que propiamente procesal - a los que
consideró, ni él ni nadie sabe ni sabrá porqué, culpables de la
desaparición de 20 militantes del horror. Estos - dando por buena la versión que, efectivamente murieron - cayeron
en combate, es decir en el campo y según las reglas de juego que ellos
mismos eligieron; corrieron un riesgo que habían previsto desde el
comienzo; no se privaron del placer de asesinar a un empresario anciano
en plena vía pública creyendo que con este nuevo homicidio - que si
no nos equivocamos fue el último de su prolongada cacería humana -
asestaban un golpe terminal al sistema capitalista.-
Estos místicos del crimen como método y como fin reaparecen ahora como víctimas según táctica habitual y socorrida;
eran muchachos preparados en el extranjero (probablemente en Libia)
habiendo recibido una preparación especial para la práctica del
terrorismo urbano, con lo que difícilmente se los pudiera tomar por esos jóvenes idealistas que las Madres y las Abuelas (éstas más que aquéllas porque no son tan tremebundas sino más solapadas en sus manifestaciones) gustan vendernos.-
O
sea que continúa la gran ficción, una ficción aplastante y sórdida, a
la que acaba de incorporarse un juez federal de la nación. Una pregunta que corre es ¿porqué lo hizo?
¿Por motivos personales, por convicciones ideológicas, por
especulaciones acerca de su futuro, por honestas confusiones derivadas
de denuncias que pudo considerar serias, por influjo de algún general
rencoroso dispuesto a llevar su traición y su deserción a las últimas
consecuencias? Las respuestas pueden ser todas afirmativas porque el personaje da para cualquier interpretación.-
Cercado por sospechas de enriquecimiento ilícito (según se rumorea), por un doble homicidio
jamás esclarecido con arma prohibida de guerra, sometido a una presión
mediática tanto más insoportable cuanto se trata de un funcionario que
pretende sentar plaza de progresista, nada de esto excluye la
posibilidad de un cálculo en el que se apueste a un próximo triunfo
electoral de la izquierda.-
Como quiera que sea el incidente nos enseña que el terrorismo -
bajo el aspecto que haya adoptado - no se ha ido sino que permanece
rondando la ciudad y carcomiendo sus lazos interiores, esos que permiten
la convivencia civilizada. Convivencia, dicho esto al pasar, que exige
antes que nada detectar y combatir al enemigo verdadero y, como una
consecuencia lógica y moral, solidarizarse con los que se decidieron y
supieron combatirlo.
Para comprender cabalmente lo que está ocurriendo entre nosotros
respecto a esta compleja situación de la Guerra Subversiva se han de
considerar algunos aspectos:
- esa Guerra Subversiva continúa y, por consiguiente, constituye un error mayúsculo y fatal dar por clausurada la Antisubversiva;
- Lenin, actualizado por Gramsci, sigue en plena vigencia; él escribió: "la democracia no es en modo alguno un límite infranqueable sino solamente una de las etapas del camino del capitalismo al comunismo" (no es preciso recordar que en el concepto de capitalismo Lenin incluye todo el orden de valores cristianos y occidentales con los que está dispuesto a terminar), "la democracia debe estar subordinada al interés revolucionario" (también sabemos el contenido feroz que el término revolución tiene en la pluma del líder soviético) Por su parte el pensador italiano nos dejó la sinceridad de su estrategia: "En un conflicto todo juicio de moralidad es absurdo; el único juicio posible es el político, es decir el de la correspondencia de medio a fin ..." Todo esto - y muchos textos más - es indispensable tenerlo presente a la hora de juzgar a los terroristas, a los que los justificaron y a los que los enfrentaron y a los que persiguen a éstos; hay que conocer las motivaciones, inspiraciones y presupuestos filosóficos y éticos de aquellos para entender sus conductas, sus métodos y sus objetivos.-
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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