Sínodo de la Amazonía: Señores cardenales y obispos, ¿de verdad quieren una Iglesia así?
Del blog de Aldo Maria Valli, Duc in altum, hemos tomado el siguiente análisis del profesor Roberto de Mattei sobre el Instrumentum laboris publicado por la Santa Sede con miras al Sínodo de los obispos sobre la Amazonía, programado para el próximo mes de octubre ().
Las primeras reacciones al Instrumentum laboris para el
Sínodo de la Amazonía se centran en la apertura a la posibilidad de los
sacerdotes casados y de la inclusión de la mujer en el sacerdocio de la
Iglesia. Pero el Instrumentum laboris es algo más que
eso: se trata de un manifiesto de la ecoteología de la liberación que
propone una visión panteísta e igualitaria inaceptable para un católico.
Como ha destacado
acertadamente José Antonio Ureta, se trata de abrir de par en par las
puertas del Magisterio a la ecología india y la ecoteología, derivados
hispanoamericanos de la teología de la liberación, cuyos corifeos, tras
el desplome de la URSS y el fracaso del auténtico socialismo han atribuido a los pueblos indígenas y a la naturaleza el papel histórico de fuerza revolucionaria en clave marxista.
En el documento publicado por la Santa Sede el pasado 17 de
junio, la Amazonía irrumpe como «un nuevo sujeto» en la vida de la Iglesia
(nº2). ¿Y qué es la Amazonía? Es algo más que un lugar físico, es una «biosfera
compleja» (nº10), pero es también «una realidad llena de vida y sabiduría»
(nº5) que se convierte en paradigma conceptual y convoca a una conversión
«pastoral, ecológica y sinodal» (nº5). Para llevar a cabo su misión profética,
la Iglesia tiene que ponerse a la escucha de los «pueblos amazónicos» (nº7).
Esos pueblos son capaces de vivir en armonía con todo el Cosmos (nº12), pero
sus derechos están amenazados por los intereses económicos de las
multinacionales que, como dicen los indígenas de Guaviare (Colombia), «le han cortado
las venas a su Madre Tierra» (nº17). La Iglesia «escucha los clamores tanto de
los pueblos como de la Tierra» (nº18), porque la Amazonía es un lugar
teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de
revelación de Dios (nº19). Se añade una tercera fuente a la Revelación junto a
la Sagrada Escritura y la Tradición: la Amazonía, territorio donde «todo está
conectado» (nº20), todo «constitutivamente existen en relación, formando un
todo vital» (nº21). En la Amazonía se
hace realidad el ideal comunista, porque, en el colectivismo tribal, «Todo
se comparte, los espacios privados –típicos de la modernidad– son mínimos».
Los pueblos indígenas se han liberado del monoteísmo y han
recuperado el animismo y el politeísmo. Es más, como se lee en el nº25, «La
vida de las comunidades amazónicas aún no afectadas por el influjo de la
civilización occidental se refleja en la creencia y en los ritos sobre el
actuar de los espíritus, de la divinidad –llamada de múltiples maneras– con y
en el territorio, con y en relación a la naturaleza. Esta cosmovisión se recoge
en el ‘mantra’ de Francisco: “Todo está conectado”
(LS 16, 91, 117, 138, 240)».
El documento afirma con insistencia que la cosmovisión
amazónica abarca «sabiduría ancestral […] reserva viva de la espiritualidad y
cultura indígena» (nº26). Por consiguiente, «Los pueblos amazónicos originarios
tienen mucho que enseñarnos. […]Los
nuevos caminos de evangelización han de construirse en diálogo con estas
sabidurías ancestrales en las que se manifiestan semillas del Verbo» (nº29). La
riqueza de la Amazonía no consiste en ser monocultural, sino en constituir «un
mundo pluriétnico, pluricultural y plurireligioso (nº36) con el que es
necesario establecer un diálogo. Los pueblos amazónicos «nos confrontan con la
memoria del pasado y con las heridas causadas durante largos períodos de
colonización. Por ello el papa Francisco pidió “humildemente perdón, no sólo
por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos
originarios durante la llamada conquista de América”. En
este pasado la Iglesia a veces ha sido cómplice con los colonizadores, ello
sofocó la voz profética del Evangelio»(nº38).
La ecología integral
incluye «la transmisión de la experiencia ancestral, cosmologías,
espiritualidades y teologías de los pueblos indígenas, en torno al cuidado de
la Casa Común» (nº50). Estos pueblos, «En su sabiduría ancestral han cultivado
la convicción que toda la creación está conectada, lo cual merece nuestro respeto
y responsabilidad. La cultura de la Amazonía, que integra los seres humanos con
la naturaleza, se constituye en un referente para construir un nuevo paradigma
de la ecología integral» (nº56). La Iglesia tiene que despojarse de su
romanidad y asumir un rostro amazónico:
«El rostro amazónico de la Iglesia encuentra su expresión en la pluralidad de
sus pueblos, culturas y ecosistemas. Esta diversidad necesita de una opción por
una Iglesia en salida y misionera, encarnada en todas sus actividades, expresiones
y lenguajes» (nº107). «Una Iglesia con rostro amazónico en sus pluriformes
matices procura ser una Iglesia “en salida” (cf. EG 20-23), que deja
atrás una tradición colonial monocultural, clericalista e impositiva, que sabe
discernir y asumir sin miedos las diversas expresiones culturales de los
pueblos» (nº110). El espíritu panteísta que anima la naturaleza amazónica es un
leit-motiv del documento. «El
Espíritu creador que llena el universo (cf. Sab 1,7) es el que durante siglos
ha alimentado la espiritualidad de estos pueblos aún antes del anuncio del
Evangelio y el que les mueve a aceptarlo desde sus propias culturas y
tradiciones» (nº120). Por tanto, «Hay
que captar lo que el Espíritu del Señor a través de los siglos ha enseñado a
estos pueblos: la fe en el Dios Padre-Madre Creador, el sentido de comunión y
armonía con la tierra, el sentido de solidaridad con sus compañeros, el
proyecto del “buen vivir”, la sabiduría de civilizaciones milenarias que poseen
los ancianos y que influye en la salud, la convivencia, la educación, el
cultivo de la tierra, la relación viva con la naturaleza y la ‘Madre Tierra’,
la capacidad de resistencia y resiliencia en particular de las mujeres, los
ritos y las expresiones religiosas, las relaciones con los antepasados, la
actitud contemplativa y el sentido de gratuidad, de celebración y de fiesta, y
el sentido sagrado del territorio» (nº121).
Además, en función de una saludable
descentralización de la Iglesia, «las comunidades piden que las
Conferencias Episcopales adapten el ritual eucarístico a sus culturas». «La
Iglesia se ha de encarnar en las culturas amazónicas que poseen un alto sentido
de comunidad, igualdad y de solidaridad por lo que no se acepta el clericalismo
en sus diversas formas de manifestarse. Los pueblos originarios poseen una rica
tradición de organización social donde la autoridad es rotativa y con un
profundo sentido de servicio. Desde esta experiencia de organización sería
oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad
de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial,
administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden». (nº127).
Partiendo de la premisa de que «el celibato es un don para la Iglesia», se pide
expresamente «para las zonas más remotas de la región, se estudie la
posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente
indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una
familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que
acompañen y sostengan la vida cristiana» (nº129). Por otra parte, es necesario
proporcionar a las mujeres sin falta «su liderazgo, así como espacios cada vez
más amplios y relevantes en el área formativa: teología, catequesis, liturgia y
escuelas de fe y política», así como «identificar el tipo de ministerio oficial
que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy
desempeñan en la Iglesia amazónica».
¿Qué más se puede añadir? ¿Callarán los obispos, sucesores de los
Apóstoles, y los cardenales, consejeros del Papa en el gobierno de la
Iglesia, ante este manifiesto político-religioso que pone patas arriba
la doctrina y la praxis del Cuerpo Místico de Cristo?
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)