ATAQUE COMANDO EN LA ISLA BORBÓN
El SAS al ataque |
El 15 de mayo de 1982, efectivos del SAS llevaron a cabo un
golpe comando al norte del archipiélago, que en mucho rememoró las arriesgadas
misiones en África durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente las acciones de Sirte, Agheila y Agedabia1.
La isla Borbón2, próxima a Bahía Elefante Marino,
es la cuarta en tamaño después de Soledad, Gran Malvinas y Weddell; posee 8800 hectáreas de
extensión y se encuentra a escasos kilómetros de la segunda.
Poblada
por diferentes especies de aves y una importante
colonia de pingüinos, se alzan en ella un pequeño caserío de 25
personas, sin contar las granjas dispersas dedicadas a la cría de
ovejas. Fuera de ello, lo más
destacable es su rudimentario aeródromo, en realidad dos pistas de
tierra entrecruzadas y una caseta, utilizado
hasta ese momento por las pequeñas aeronaves del servicio interisleño
dedicadas
principalmente, al servicio de provisión y mensajería.
Las fuerzas de ocupación argentinas establecieron en ella la
mencionada Estación Aeronaval “Calderón”, concebida como base auxiliar de
aviones ligeros asignados al componente naval del Teatro de Operaciones. Se
encontraba al mando del teniente de navío Ricardo Daniel Merega, jefe de la Compañía H del BIM3 y desde el
29 de abril era asiento de cuatro Aermacchi MB-339A de entrenamiento avanzado
pertenecientes a la 1º Escuadrilla de Ataque e igual número de Mentor T-34C de entrenamiento básico de
la 4º Escuadrilla de Ataque, transferidos desde Puerto Argentino cuando las
autoridades del COAN (Comando de Aviación Naval) la declararon operativa.
El 30 de abril fue destinado a su dotación el Short SC-7 Skyvan
3M matrícula PA-50 de la
Prefectura Naval que, procedente de Río Grande, hizo una escala
previa en Puerto Argentino, hasta donde voló escoltado por un King Air 4-G-44
de la Aviación Naval.
El aparato en cuestión, aterrizó en Malvinas a las 10.50 y
después de cargar combustible, partió hacia su destino final en la isla Borbón,
llevando a bordo personal de la
Armada destinado al mantenimiento de las aeronaves y al
funcionamiento de la torre de control. Con ellos viajó medio centenar de efectivos de la Compañía H del
Batallón de Infantería 3, con su respectivo armamento y equipo3.
Los nueve aviones mencionados llevaron a cabo misiones de
reconocimiento armado, búsqueda, rescate e incluso se contemplaron ataques ligeros a blancos
de ocasión que nunca se produjeron aunque, según hemos visto, en una
oportunidad los Mentor llegaron a enfrentarse a los Sea Harrier.
Poco es lo que se puede agregar respecto a la Estación Aeronaval
“Calderón” salvo la llegada de los IA-58 Pucará el 1 de mayo, después de los
bombardeos enemigos al aeródromo de Prado del Ganso.
A las 04.44 hs aquella agitada jornada, habiéndose
llevado a cabo los primeros bombardeos, el alto mando del TOAS decidió
desplegar al Escuadrón Aeromóvil Pucará hacia la isla Borbón, a efectos de
dispersar y poner a resguardo el material aéreo. En la oportunidad, el
aparato matrícula A-529 del teniente Russo aterrizó y quedó varado, después de
dañar su tren delantero al despegar. Con él, llegaron los tenientes Címbaro y
Morales (10.30), después de aquel accidentado vuelo posterior al ataque de los Sea
Harrier, que los mantuvo en el aire por espacio de
tres horas y a las 12.00 hs. del mismo día, hizo lo propio el Pucará matrícula
A-520 del capitán Benítez, que al encontrar la pista congestionada, emprendió
el regreso a Prado del Ganso.
A las 13.00, Benítez y su numeral, el teniente Hernández (avión
matrícula A-552), volvieron a despegar en un vuelo de reconocimiento ofensivo y aterrizando en “Calderón” a las 14.20.
Les siguieron media
hora después, los tenientes Giménez y Calderón en los aviones matrícula A-517 y
A-509 respectivamente, quienes debieron abortar la operación de aterrizaje en
antes de alcanzar el aeródromo de Borbón y retornaron al istmo de Darwin.
A las 18.30 llegaron los tenientes Furios y Morales, con sus
aparatos matrícula A-556 y A-502, quienes tampoco pudieron descender. Vale
recordar que los vuelos entre Prado del Ganso y la Isla Borbón duraban
entre una hora veinte y una hora treinta minutos debido porque los tres
aeródromos estaban en permanente estado de “alerta roja”, lo que obligaba a los
pilotos a orbitar a baja altura hasta que la misma finalizase.
Al día siguiente, el escuadrón de aviones Pucará recibió
la orden de regresar a Prado del Ganso por lo que a las 09.00 decoló el teniente
Furios aterrizando media hora más tarde, seguido a las 10:30 por el
capitán Benítez, los tenientes Címbaro y Morales, quienes regresaron juntos en el
aparato matrícula A-509, el teniente Hernández y el teniente Russo.
El 10 de mayo se encontraban desplegados en la isla Borbón varios IA-58 Pucará, Aermacchis y Mentor junto al Skyvan de la Prefectura Naval.
Los británicos necesitaban neutralizar esa amenaza para
evitar cualquier acción sobre las fuerzas de desembarco, incluyendo el pequeño
radar dentro de cuyo alcance quedaba comprendido Puerto San Carlos. En ese
sentido, prepararon un golpe comando a la estación, el cual se inició la noche del 11 al 12 de mayo, cuando ocho efectivos del SAS
llegaron en helicóptero a la cercana isla Keppel4, donde
permanecieron hasta el día siguiente en espera de efectuar el cruce. Su misión
era hallar al enemigo, estudiar sus movimientos, detectar el radar y ubicar los
depósitos de armas y los tambores de combustible para aviones.
El
13 de mayo por la noche, esos efectivos abordaron varios
kayaks y remando sobre un mar ondulante, cruzaron a la isla Borbón,
desembarcando en la costa oeste. Una vez allí, escondieron los botes en
una hondonada y despacharon
una avanzada de cuatro hombres para establecer un puesto de observación
(PO) en
cercanías de la base. Los observadores eligieron una colina de 300 metros de altura al noroeste del objetivo, denominada First Mount Hill, donde montaron un
pequeño campamento y comenzaron a estudiar los movimientos del enemigo.
El día 14, bajo una persistente llovizna, el grupo de
avanzada envió un mensaje radial al “Hermes” informando sobre la presencia del
personal en la base, la cantidad de aeronaves allí estacionadas y los puntos a
atacar. Finalizada la transmisión, se desplazaron varios metros del puesto de
observación y procedieron a balizar un sector del terreno destinado al
aterrizaje de los helicópteros que traerían a los cuarenta y cinco
efectivos del Escuadrón D 22. Con ellos venía un observador de artillería naval, el capitán
Chris Brown, de la 148 Batería del Regimiento 29 de Comandos de la Royal Marine, quien
ya había participado en la captura de Grytviken.
En la madrugada del 15 de mayo, dos Sea King HC4 partieron
de las cubiertas del portaaviones y en vuelo nocturno, se dirigieron a la isla
Borbón.
Pese
a que había luna llena, los pilotos debieron utilizar
visores nocturnos para orientarse, dado los peligros que representaba
desplazarse sobre el mar en esas condiciones y de ese modo alcanzaron el
punto
preestablecido. Antes de que las máquinas tocaran tierra, Brown saltó al
exterior y detrás
suyo hicieron lo propio los SAS, dividiéndose en dos grupos, el primero
destinado a dar cobertura con un ataque de apoyo e iluminación por medio
de bengalas y el segundo para efectuar el asalto, sabotear las aeronaves
y volar los depósitos.
Los comandos emprendieron una larga caminata nocturna por
una zona completamente descampada, llevando consigo morteros de 81mm desarmados,
ametralladoras livianas de 7.62 y fusiles automáticos M-16 de 5.56 mm. Cuando llegaron a
la posición señalada, procedieron a armar las piezas de grueso calibre y se
dispusieron a esperar mientras el equipo de asalto, al mando del capitán John
Hamilton, el mismo que había llevado a cabo la audaz incursión sobre Grytviken,
echaba a correr hacia el objetivo.
En ese mismo momento, el HMS “Glamorgan” inició un cañoneo
de apoyo y distracción sobre las posiciones argentinas, disparando sus piezas
de 114 y 20 mm.
En su avance, el grupo de asalto se subdividió en dos
secciones, la primera, compuesta por los especialistas en demolición, se
aproximó a las aeronaves en tanto la segunda tomaba posiciones para cercar la
estación e impedir el accionar de sus defensores. A esa altura, el contacto con
los pobladores locales acordado al planificarse la misión había sido
completamente descartado ya que al momento de evaluar la posibilidad se temió
que el mismo pudiera implicar riesgos y comprometer el factor sorpresa.
Los
comandos británicos se movieron con soltura y libertad,
sin ser detectados y en esas condiciones llegaron hasta los aviones.
Trabajando a toda prisa, colocaron las cargas de trotyl debidamente
envueltas en fundas de malla negra, adosándolas con un
imán que las sujetaba al objetivo. Fue entonces que la sección de
cobertura abrió
fuego con sus morteros y ametralladoras, permitiendo a sus compañeros
completar
el trabajo.
Los argentinos ganaron el exterior disparando en todas
direcciones mientras los incursores escapaban a toda velocidad.
A las 04.20 (07.20Z), los SAS se alejaron presurosamente de
la zona y diez minutos después hicieron detonar las cargas. Sin embargo, antes
de que pudiesen abandonar el perímetro defensivo, los efectivos de la Compañía H accionaron las minas
con las que habían cercado a la base, hiriendo a dos de ellos, quienes debieron
ser retirados con ayuda de sus compañeros.
Los Sea King aguardaban con sus rotores en marcha cuando los
comandos llegaron a la carrera. Una vez allí, cargaron a los heridos, saltaron
a bordo y se elevaron, dejando en tierra buena parte de su equipo, en especial
los morteros de 81 mm,
cohetes portátiles NK de 66 mm,
las ametralladoras MAG, bengalas de mano de 40 mm, detonadores plásticos
y armas livianas, hallados e incautados al día siguiente por una patrulla de
exploración de la Compañía
de Comandos 6015.
Los comandos argentinos efectuaron recorridas de exploración
y poco después dieron con rastros de sangre dejados por los heridos en su retirada.
Aquella fría noche de luna llena y cielo despejado, los
británicos concretaron un brillante golpe sorpresa, destruyendo once de los
quince aparatos desplegados en la isla, a saberse, 6 Pucará, 4 Mentors y el
Skyvan de la
Prefectura Naval, además del radar, el depósito de municiones
y los tambores de combustible.
De ese modo, la incursión organizada por el general Julian
Thompson, el comodoro Mike Clapp y los comandantes del SAS y el SBS logró neutralizar
la amenaza que representaba la Estación Aeronaval
“Calderón” para el inminente desembarco anfibio y
despejar de presencia enemiga su retaguardia.
Notas
1 El operativo se llevó a cabo en el mes de diciembre de
1941 y en la oportunidad, tropas de elite infiltradas destruyeron en las
mencionadas bases , 61 aviones y 33 vehículos alemanes.
2 Peeble para los británicos.
3 Muchos de ellos conscriptos clase 63 armados con
fusiles FAL, que fueron asignados al dispositivo de defensa de la base.
4 Isla Vigía en la cartografía argentina.
5 Llegaron pocas horas después de la incursión enemiga,
al mando el jefe de la compañía, mayor Mario Castagneto, a bordo de un
helicóptero Chinook de la
Fuerza Aérea Argentina (ver capítulo 44 “La Compañía de Comandos 601”).
Publicado 26th February 2015 por Malvinas.Guerra en el Atlántico Sur