Boletín 35 - abril 2002 -
"La izquierdización de las asambleas" y "La guerra en Colombia¨
"OTROSÍ" Nro. 35 – abril del 2002
"LA IZQUIERDIZACION DE LAS ASAMBLEAS"
No
es este el espacio para tratar el tema - por lo demás apasionante - de
ese fenómeno que terminó llamándose asambleas barriales; valen o
valieron como expresión de un estado de ánimo colectivo, de una reacción
social de cansancio contra una dirigencia partidocrática y tecnocrática
que no sabe sino fracasar. Y en ese sentido no se puede discutir su
genuinidad ni su comportamiento de democracia casi directa. No se podía
esperar mucho de ellas porque por su propia índole estaban destinadas a
su rápida autodisolución pero, insistimos, valían como indicio del
hartazgo generalizado. Sin embargo la siempre acechante izquierda se
encontró un poco imprevistamente con estas reuniones de clase media que
le proporcionaron lo que a ella le falta: el número. Déficit que siente
cada vez más, como cuando para denostar al golpe del 24 de marzo no pudo
convocar ni 3000 personas no obstante haberse empleado a fondo y
movilizado todos sus mecanismos de propaganda.-
Es lástima que esa inútil pero significativa manifestación del
"demos" en los barrios finalice de esta manera, lejos de sus
inspiraciones originales y copada por estos nuevos prototerroristas que
le imponen programas radicalizados e increíbles utilizando, otra vez, a
la buena gente como trampolín y megáfono de su discurso barato y
forzando una audiencia que no tiene y que espontáneamente le vuelve la
espalda.-
"LA GUERRA EN COLOMBIA"
Por fin el presidente colombiano Andrés Pastrana se decidió,
después de tres años de infructuosas y casi suicidas conversaciones con
los terroristas de la FARC, ponerles fin, retomar la iniciativa y pasar
militarmente al ataque para lo cual hubo de recuperar el territorio de
42.000 kms2. que, en un acto más de alienación que de habilidad, les
había cedido. Olvidó la experiencia del resto del mundo - incluyendo
nuestro país - que enseña que con el terrorismo no se negocia y esto por
varias razones de a puño.-
En
primer lugar porque ya el mero hecho de sentarse a dialogar con bandas
que recurren a la violencia como sistema produce un efecto devastador
para la sociedad y para el estado legalmente constituido como es el
reconocimiento del enemigo en un pie de igualdad, aceptando sus títulos
para comportarse como un poder legítimo-.
Es desconocer la naturaleza del terrorismo como fenómeno moderno
que apareció en Occidente apenas terminada la Segunda Guerra Mundial. Si
se estudia el fenómeno con serenidad y objetividad se comprobará que el
terrorismo consiste en un ataque global contra un ordenamiento jurídico
al que no acepta por considerarlo radicalmente injusto. Lo suyo es una
postura revolucionaria en sentido profundo y estricto, que llega para
cambiar el orden establecido por las raíces y con los procedimientos más
crueles (incluyendo la amenaza a diez sacerdotes y el asesinato de
Mons. Duarte), actuando con la libertad que da, a sus ojos y a priori,
la mística de la Revolución prometida que todo lo legitima.-
Por lo que se otorga a sí mismo todos los fueros que proporciona la nuda violencia y le niega al estado al que combate el derecho a defenderse,
empezando por desconocerle uno básico y harto admisible, el de recurrir
a los mismos métodos que la subversión aplica sostenida en su propia
conciencia ética.-
Pero además de esta consecuencia aberrante
- la de legitimar a la organización montada para provocar la caída del
régimen legal tenido hasta entonces por tal e invalidando la resistencia
- se produce otra en la que, Dios sea loado, nuestras Fuerzas
Armadas en su oportunidad no cayeron: no sólo es contraproducente
negociar con los subversivos sino que es inútil e imposible porque ellos
no renuncian (no pueden renunciar) a sus fines ni procedimientos.-
En toda negociación se debe entregar algo, sacrificar una
pretensión, renunciar a un objetivo. Nada de eso está dispuesto a hacer
el terrorismo, le resulta psicológicamente insuperable el escollo, no
desea ni puede alcanzar una transacción. La guerra revolucionaria es a todo o nada
y por eso las soluciones intermedias son siempre precarias. En
ocasiones hacen la parodia de abandonar las armas y declaran seguir su
actividad por los carriles "normales" (esto es, según las "normas" de
legalidad y convivencia) o retomarlas si disponían de un partido que les
sirviera de pantalla como ocurre con la ETA y su minoritaria expresión
electoral que, inexplicablemente, es aceptada - en virtud de una gran
complicidad tácita - por el resto de la partidocracia española.-
La táctica de la FARC, como no podía ser de otro modo, fue la de
dejar pasar el tiempo para ganarlo, a la espera que el gobierno se
desgastara y desprestigiara y especulando con el cansancio que años de
guerra no podía dejar de generar en el pueblo colombiano. Así, de paso,
produjo y aprovechó un efecto propio de las situaciones continuadas de
violencia - una violencia estructural - que consiste en que, ansiosa de
paz por provisoria que sea, la gente tiende a olvidarse de los comienzos
y de la responsabilidad de la guerra, a olvidarse o a desinteresarse de
quienes y porqué se inició; el terror, a través de sus más variadas y
feroces manifestaciones, termina creando una crisis de valores en la que
todo es igual, ocupando íntegramente el espacio de preocupación y
cubriendo toda la problemática política; se prefiere descuidar un
aspecto esencial del conflicto ¿quién tiene razón, de qué lado está el
bien, porqué bando conviene optar?.-
He aquí el gran beneficio para los subversivos: colocarse en igualdad de condiciones ante la consideración social; tiempo habrá para
enjuiciar y condenar a los defensores del orden agredido. Tétrica
maniobra casi siempre exitosa- de alteración de los roles y de los
valores en litigio en función de la cual el agresor de ayer se
transforma en el agredido de hoy y el transgresor en el titular de la
nueva legitimidad. Sin olvidar que en el ínterin de las conversaciones
las FARC usaron esa etapa para rearmarse y buscar nuevos adherentes
(Manuel Marulanda, "Tiro Fijo" es un semianalfabeto que encabeza huestes
de no menos de 20.000 individuos.-
El caso colombiano es singularmente complejo y su análisis no puede agotarse en unas pocas líneas. En primer lugar el
hecho que este prolongado conflicto interno (38 años de duración) haya
movido a EE. UU. a encarar un resistido operativo que le demandará de
arranque u$s 1.300 millones, está indicando que para la Casa Blanca -
dejada atrás la Guerra Fría - la cuestión le importa más que otras
pendencias en el mundo, excepto la del Cercano Oriente; en definitiva
aquí se pone en riesgo la estabilidad en su "zona de influencia"; la
proximidad de un estado contestatario como Venezuela es un elemento
dinamizador que no puede descuidar en especial ante el eventual efecto
dominó que podría encender en llamas a la región. Si el socialista
radicalizado Lula gana en Brasil ¿quién garantiza que le podrá o querrá
poner coto al poderoso movimiento de "los sin tierra" que lo acompaña
desde el comienzo con obvias conexiones y simpatías con los guerrilleros
colombianos? Pero ¿tiene derecho EE. UU. a intervenir en una guerra que
todavía es intestina pero que le puede afectar en su ya lanzada
proyección imperial?
Y he aquí, entonces, un segundo factor
a tener en cuenta, el de la posibilidad, nada inverosímil, de que el
terrorismo colombiano pretenda - como ya lo está intentando entre
nosotros - extenderse a otros países sudamericanos creándose un nuevo y
gigantesco Vietnam que arrasaría con democracias endebles e, inclusive,
con nacionalidades aun no del todo solidificadas. Y por si todo esto
fuera poco tales alternativas se producen en el marco de una
globalización equívoca, confusa y de curso errático que puede terminar
absorbiendo este tipo de conflictos sin diluirlos.-
Finalmente
hay que agregar que detrás de los terroristas colombianos - al igual
que de los de Perú y Méjico - se encuentran los narcotraficantes que, si
bien no aportan nada en materia ideológica cuentan y mucho a la hora de
contabilizar las enormes sumas de dinero que obtienen de su comercio
(se calcula que sus inversiones en la bolsa de Nueva York superan los
u$s 6.000 millones anuales). De hecho, la subversión, que se desempeña
como un verdadero estado que cobra impuestos y peaje, tiene en el amplio
territorio que domina la mayor parte de campos productores de amapola y
coca, laboratorios para su procesamiento e instalaciones para la
comercialización. Todas las perversidades hallan, al fin, los caminos y
las excusan para su alianza.-
La Argentina ¿puede mantenerse alejada de esta guerra y, en todo caso, por cuánto tiempo en atención a su experiencia histórica?.
El propio diputado Miguel A. Toma - que, por su pasado más que
por su cargo actual de presidente de la Comisión de Defensa, algo sabe
al respecto - advirtió, al igual que el obispo de Añatuya, acerca de
infiltraciones de guerrilleros provenientes de la FARC en poblaciones
precarias de la Capital y del Gran Buenos Aires. La Argentina no
puede mantenerse indiferente ante el estallido terrorista que se expande
por el continente; no sólo no lo puede hacer por la memoria de lo que
vivió y sufrió dos décadas atrás sino por la perspectiva cierta que la
agresión salvaje se repita en el presente siglo.
Nada nos excusaría,
ni la sordina con que la siempre cómplice casta política procura tapar
la realidad, desorientar la opinión pública, deformar los datos y los
indicios ni la turbia defensa de los derechos humanos ni los complejos
de culpa que se intentaron distribuir e imponer. Una vez más, alguien
tiene que reaccionar cuando aun es tiempo.
FOTOCOPIE Y DISTRIBUYA
Dr. Víctor Eduardo Ordóñez
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