domingo, 23 de junio de 2019

EPILOGO



El vuelo hasta Asunción transcurrió sin novedades. A poco del despegue, el comandante Nowak dejó la cabina y se dirigió hasta el asiento en el que Perón se encontraba sentado, para presentarle sus respetos y disculparse, tanto por los inconvenientes de la partida, como por la lentitud del vuelo. El ex mandatario le manifestó su admiración por su desempeño profesional y lo animó a seguir conversando.
La máquina voló hasta Reconquista escoltada por los dos Gloster Meteor MK.4 del Grupo 3 de Caza perteneciente a la VII Brigada Aérea con asiento en Morón. Al llegar a ese punto, los cazas viraron y se retiraron para aterrizar en el aeródromo de aquella ciudad, después de ser relevados por otros dos aparatos similares que siguieron al Catalina hasta la frontera con Paraguay.
El hidroavión ingresó en su espacio aéreo y quince minutos después aterrizó en el aeropuerto militar de Ñu Guazú (17.45), en medio de un gran despliegue y muchas expectativas.
Perón vivió en Paraguay exactamente un mes, primero en la residencia particular de Ricardo Gayol, un  próspero comerciante argentino radicado en Asunción y después en una confortable finca de Villarrica, localidad del departamento de Guairá a 172 kilómetros al este de la capital. El 2 de noviembre de ese mismo año partió hacia Venezuela y tres días después se estableció en Panamá, primera etapa de su largo exilio. Regresaría triunfante a la Argentina 18 años después, para asumir su tercera presidencia en 1973, en un clima de inusitada violencia que convulsionaba al país desde 1970.

Cuando en octubre de 1955 partió al exilio, dejó atrás a miles de obreros que veían en él a una figura protectora. Muchos habían luchado y muerto por defenderlo y él no estuvo a la altura de esos hechos. Como dice Miguel Angel Cavallo al final de su libro, editado poco después de los hechos: 

“…aquellos hombres…todo lo esperaban de él… Muchos esperaban todo de él. Habían delegado sus propias personas en él. Y en él su esperanza, y su futuro, y el futuro de sus hijos, en la menos masculina de las renunciaciones.
“Muchos esperaban todo de él.
“El; el mismo dijo: ‘Si el pueblo me necesita, mi lugar está con él. Si el pueblo no me necesita, como argentino me sentiré más seguro en la cárcel que en ninguna embajada extranjera. Digo esto, no para atribuirme méritos, sino para hacer resaltar la diferencia que hay entre nosotros, y esos opositores a la violeta que cuando se resfrían se van a una embajada como exiliados’.
“De la Embajada, a la Cañonera.
“¡El!”1.

Pero si Perón no estuvo dispuesto a pelear, otros lo hicieron en su nombre y hasta dieron su vida por su persona, como lo habían hecho centenares de trabajadores y soldados que cayeron en su defensa durante las acciones de junio y septiembre.
En el mes de febrero de 1956 Lonardi ya no gobernaba el país. Después de un golpe interno acaecido en el seno del movimiento revolucionario, el valeroso general que había luchado y puesto el pecho en los momentos más difíciles de la contienda, fue removido y reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, siempre con el almirante Rojas como vicepresidente. 
El 15 del mismo mes estalló un polvorín del Ejército en la provincia de Mendoza, producto de un atentado. El 2 de marzo fueron atacados varios puestos de vigilancia del Colegio Militar de la Nación y una fábrica militar cercana y el 8 de junio, un grupo de suboficiales peronistas pertenecientes a la Escuela de Mecánica del Ejército, copó la guardia en momentos en que el presidente de la Nación, visitaba la provincia de Santa Fe acompañado por varios funcionarios de su gobierno. También se intentó abrir las puertas de la unidad para permitir a los civiles tomar una vez más las armas y reducir a quienes opusiesen resistencia.
El movimiento fue abortado pero puso en estado de alerta a las guarniciones militares. Era evidente que elementos peronistas de las fuerzas armadas estaban gestando un contragolpe y que había que moverse con rapidez para contrarrestarlo.
Ese mismo día el Regimiento 7 de Infantería de La Plata se sublevó a las ordenes del coronel (RE) Oscar L. Cogorno. Tres tanques, media docena de camiones y varios vehículos militares salieron de sus cuarteles e intentaron tomar el Comando de la II División de Ejército y la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, sin alcanzar el objetivo. Pocas horas después se replegaron, rechazados por tropas de Infantería de Marina enviadas desde la Base Naval de Río Santiago y se atrincheraron en sus cuarteles donde permanecieron encerrados toda la noche, sitiados por las tropas del gobierno. En la madrugada del 9 de junio, esas fuerzas fueron bombardeadas fueron bombardeadas y ametralladas por aviones de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval mientras las tropas de tierra abrían fuego con sus baterías y armas livianas.
A todo esto, en Las Plata, militantes peronistas asesinaron a un inspector de la Policía Federal en Ringuelet y atacaron trenes bloqueando previamente las vías con diferentes objetos. En la zona noroeste, más precisamente en Campo de Mayo, militares y civiles al mando del general Isidro Martín coparon el puesto de guardia de la Puerta Nº 3, y otro grupo de suboficiales hizo lo propio en el Comando de la Agrupación de Infantería, al mando de los coroneles Alcibíades E. Cortines y Ricardo S. Ibazeta.
Por su parte, en Rosario, milicianos peronistas se apoderaron de LT2 para transmitir consignas partidarias a la nueva revolución y al ideal justicialista, pero fueron rápidamente reducidos por efectivos policiales al mando del capitán de fragata (RE) Kurtzeman2.
Hubo también desplazamientos en La Pampa pero ninguno llegó a prosperar. En la madrugada del 10 de junio la situación se hallaba completamente controlada y el total de los jefes del alzamiento, detenidos.
La Revolución Libertadora actuó con extrema dureza y condenó a la pena capital a 18 militares y una cincuentena de civiles. Fueron fusilados el general de División Juan José Valle, los coroneles (RE) Alcibíades Eduardo Cortines y Ricardo Salomón Ibazeta, el teniente coronel (RE) Oscar Lorenzo Cogorno, los capitanes Dardo Néstor Cano y Eloy Luis Caro, los tenientes primeros Jorge Leopoldo Noriega y Néstor Marcelo Videla, los suboficiales principales Miguel Ángel Paolini y Ernesto Garecca, el sargento Hugo Eladio Quiroga, el cabo primero Miguel José Rodríguez, los sargentos ayudantes Isauro Costa y Luis Brignotti, el sargento Luciano Isaías Rojas, el teniente de Reserva Juan Alberto Abadie, el teniente coronel Valentín Irigoyen y el capitán José Miguel Costelo. Fueron pasados por las armas, también, varios civiles la mayoría, militantes sindicales, todos ellos en los basurales de José León Suárez y en la localidad de Lanús, escapando milagrosamente a estas penas el general Tanco y otros condenados, quienes se mantuvieron ocultos hasta el 13 de junio cuando la ley marcial, impuesta el día 8, fue levantada. Al día siguiente, él junto a otros sublevados, se refugiaron en la embajada de Haití, donde solicitaron asilo.
Enterado el Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE), de que los oficiales buscados se hallaban en la legación, su titular, el coronel Domingo Quaranta se presentó armado al frente de un pelotón integrado por civiles y militares violentamente en su interior en un acto que violaba todo protocolo diplomático y la jurisdicción del país caribeño.
Como en esos momentos el embajador Jean Brierre no se encontraba fue su esposa la que salió a recibir a los invasores, sorprendida en la noche, vistiendo ropas de dormir y una bata sobre ellas.

-Señor –dijo la dama mientras descendía la escalera- usted no puede entrar aquí y menos armado. Soy la embajadora y le recuerdo que…

-¡¡Que vas a ser la embajadora, negra de mierda!! – le espetó Quaranta con dureza.

Y corriendo a la señora de Brierre de un empellón, entró a punta de pistola en las habitaciones donde se encontraban los asilados, y con la ayuda de sus hombres, los sacó a la calle de manera violenta.
Versiones que surgieron mucho después de esos hechos dan cuenta que Quaranta y su gente intentaron fusilar a los detenidos en la puerta misma de la embajada pero que la presencia de testigos se los impidió. Son versiones que surgieron medio siglo después, en plena vorágine de denuncias y procesos por violaciones a los derechos humanos, pero que nadie mencionó en su momento, ni los más acérrimos peronistas ni aquellos que pedían sangre. Lo cierto es que para entonces, la ley marcial había sido levantada y los fusilamientos detenidos.
Tanco fue arrestado y conducido con su gente a la Penitenciaría Nacional en calidad de detenido.
A casi un año del estallido de la Revolución Libertadora, el estallido revolucionario justicialista fue abortado y poco a poco la calma fue renaciendo en todo el ámbito del país.
El castigo impuesto a los complotados fue demasiado duro. No había actuado así Perón cuando el 16 de junio sus seguidores le pedían a gritos la pena de muerte para los responsables de tan sangrienta jornada o cuando su esposa Eva le imploró fusilar al general Menéndez y sus seguidores después del fallido intento del 28 de septiembre de 1951. Sin embargo, había sido él quien encendió la mecha del odio, dividiendo a la sociedad, enfrentando a las clases sociales y alimentando el resentimiento en su provecho.
En 1963 se organizó en Buenos Aires una agrupación política que llevó por nombre “Partido Revolución Libertadora”, que propiciaba los ideales del movimiento para contrarrestar el cada vez más perceptible resurgimiento del peronismo, la infiltración comunista y el retorno de Perón. Sus principales líderes, el escribano Jorge Fauzón Sarmiento3 y el Dr. Ismael Carlos Gutiérrez Pechemiel4, habían militado y combatido en los comandos civiles revolucionarios sufriendo el primero, prisión y torturas y el segundo, agravada su situación por su parentesco con el general Benjamín Menéndez, apremios y persecuciones.
El Partido Revolución Libertadora, cuyo símbolo era un gorila de feroz aspecto y su lema “Llene de gorilas el Congreso”, inició una violenta campaña contra el peronismo, sufriendo un atentado explosivo en su sede partidaria que ocasionó heridas a dos agentes de policía. Sus manifestantes llegaron a enfrentarse con elementos sindicales cuando María Estela Martínez de Perón visitó el país en 19655y se presentó con la Lista 20 en las elecciones del mes de marzo de 1965, llevando a Gutiérrez Pechemiel como candidato a diputado nacional en primer término.
El mismo año en que se fundó el partido, otro grupo de ciudadanos, civiles y militares, la mayoría de activa participación en el movimiento armado, dio forma a la Comisión de Afirmación de la Revolución Libertadora, con el firme propósito de mantener encendido el espíritu que animó al movimiento. Eran (y siguen siendo) sus postulados: la defensa de la libertad en todos los campos y los sabios principios de la Constitución de 1853, el respeto a las libertades individuales y mantener siempre vigente la condena a la tiranía peronista y a los totalitarismos de toda especie. El Dr. Alejandro Dussaut fue su primer presidente, sucedido, tras su fallecimiento, por el general Federico Toranzo Montero, y cumplido su mandato, por el contralmirante Isaac Francisco Rojas.
Durante esos tres ejercicios la actividad fue intensa, con la organización de actos, homenajes, agasajos, conferencias, publicaciones, almuerzos de camaradería, solicitadas e intervenciones en radio y televisión. En 1980 al cumplirse los 25 años de la asonada, se llevaron a cabo importantes actos, el principal en el estadio Luna Park, que fue colmado por una gran multitud, oportunidad en la que pronunciaron encendidos discursos importantes personalidades civiles y militares. Cinco años después, la Comisión publicó el libro A treinta años de la Revolución Libertadora, que tuvo amplia repercusión y fomentó todo tipo de actividades culturales. Tras el fallecimiento del almirante Rojas el 12 de abril de 1994, esas actividades decayeron un tanto, pero resurgieron en agosto de 2001 a raíz de los graves acontecimientos sociales que vivía el país. En la oportunidad, con la asunción como presidente del almirante Jorge Julio Palma, se emitió un comunicado que decía textualmente: 

Los miembros de la Comisión de Afirmación de la Revolución Libertadora, creada hace 40 años, ante la muy crítica situación que vive la Nación, consideran un deber cívico relanzarse en su acción testimonial a fin de contribuir en la medida de lo posible en la recuperación de la República, procurando así corregir la tergiversación histórica predominante en los últimos años, ahondando en la verdaderas y profundas causas de nuestra crisis moral y, por lo tanto, jurídica.

En el año 2005 el Dr. Ismael C. Gutiérrez Pechemiel, vocal titular de la comisión y ex comando civil revolucionario presentó su libro Los bienes del ex dictador, fruto de su labor como secretario de la Junta Nacional de Recuperación Patrimonial y la Intervención Custodia de Bienes entre los años 1955 y 1957. Tras la muerte del Alte. Palma, asumió la presidencia el capitán de navío (RE) Hugo Dietrich con quien la comisión funciona hasta el día de hoy. Pertenecen y han pertenecido a ella el almirante Carlos Sánchez Sañudo, el Doctor Rafael Sarmiento, el Dr. Juan de Tomas, el capitán de navío (RE) Héctor Mario Vergnaud, el contralmirante (RE) Fernando Biondi, capitán de fragata (RE) Mario H Martínez, el Dr. Ismael C. Gutiérrez Pechemiel, el Dr. Ricardo Meabe, el Dr. Gerardo Ancarola, contralmirante (RE) Luis Sánchez Moreno, capitán de fragata (RE) Horacio Gómez Beret, el Dr. Jorge Valladares, el Dr. Edgardo Manara, la señora Sara A. de Castro Madero, la señora Victoria Gammelson, la Lic. Alejandra Moyano y numerosos adherentes.
Perón regresó al poder en 1973, en medio del baño de sangre que venía sufriendo el país desde 1970 por parte del terrorismo y la guerrilla subversiva que ese año secuestró y asesinó al general Pedro Eugenio Aramburu, uno de los principales protagonistas de esta historia. Murió en la gloria, amado y reverenciado, aunque sin poder frenar la ola de violencia que agitaba al país en tan negro período de su historia. Su herencia fue un gobierno inepto y demencial, sin capacidad ni talento, encabezado por su tercera esposa, María Estela Martínez de Perón, que condujo a la nación a una de sus peores crisis sociales, morales y económicas, a un nuevo golpe de Estado y a una dictadura torpe y sangrienta, como pocas se han visto en la historia de América.
1955 marcó la hora del desencuentro para los argentinos. La nación que a principios de siglo fue la más rica del mundo, que alimentó a las hambreadas naciones de Europa sin pedir nada a cambio, que llegó a ocupar el séptimo lugar en el escalafón mundial; el “granero del mundo”, la tierra que abrió sus brazos a millones de inmigrantes, inició el camino del caos y la violencia, del que no pudo salir más. Los años dorados de la Argentina quedaron atrás y sus incapacidades y defectos, saltaron a la vista agudizándose con el transcurso del tiempo. El país opulento anterior a 1955 hoy es un mito. Perón y la Revolución Libertadora son, en gran parte, responsables de ello.

Imágenes
El hidroavión paraguayo PBY Catalina T-29 que conduce
a Perón aterriza en Asunción
(Imagen: Augusto Ocampos Caballeros, La Cañonera)


Perón saluda al capitán Herbert Leo Nowak, comandante 
del hidroavión que lo condujo a Asunción
(Fotografía obtenida por el subteniente Edgar Usher)


Asunción. Custodia militar en la casa donde se alojó Perón
(Fotografía: "El Plata"- Augusto Ocampos Castellanos, La Cañonera)


Numerosos asunceños se congregan frente a la residencia del 
empresario argentino Ricardo Gayol, donde se aloja Perón
(Fotografía: "El Plata"- Augusto Ocampos Castellanos, La Cañonera)


Periodistas dialogan con militares paraguayos que 
custodian la casa de Gayol en la que se instaló Perón
(Fotografía: "El Plata"- Augusto Ocampos Castellanos, La Cañonera)

Gral. Juan José Valle, jefe de la asonada pro peronista 
del 11 de junio de 1956. Es uno de los treinta fusilados 
por la Revolución Libertadora

La irracionalidad lleva a buen número de ciudadanos a 
congregarse en Plaza de Mayo para celebrar los fusilamientos
(Gentileza: Fundación Villa Manuelita)


Gral. Raúl Tanco, 
segundo del general Valle

Tte. Cnel Oscar L. Cogorno
fusilado en el Regimiento 7 de Infantería 
de La Plata el 11 de junio de 1956




Los fusilamientos de 1956 no tuvieron justificativo
(imagen: "Operación Masacre", película de Jorge -Cedrón, 1972)




Plana mayor del general Valle


Civiles y militares fusilados en junio de 1956

Este artículo aparecido en la revista "Leoplan" fue escrito 
el 18 de septiembre de 1956 por Rodolfo J. Walsh, años después 
devenido en teórico y activista montonero.
En el mismo elogia el accionar de las fuerzas que derrocaron a Perón, 
en especial a la Armada, a solo tres meses de los fusilamientos del 
mes de junio y a cuatro de la aparición de Operación Masacre
el libro en el que denuncia aquellos hechos
(Imagen: gentileza Fundación Histarmar. Historia y Arqueología Marítima)

En 1963 un grupo de civiles y militares fundó un partido político 
destinado a sostener los postulados de la Revolución Libertadora. 
Fueron sus impulsores, el escribano Jorge Fauzón Sarmiento y 
el abogado Ismael Carlos Gutiérrez Pechemiel,  
comandos civiles revolucionarios ambos


Otro afiche del Partido Revolución Libertadora. Elecciones del 
mes de marzo de 1965

El monolito erigido en inmediaciones de Saavedra en 
memoria del capitán Estivariz, el teniente Irigoin y 
el suboficial Rodríguez en 1993
(Imagen: gentileza Fundación Histarmar. Historia y Arqueología Marítima)

1993. Estado de abandono en el que se encontraba el monumento 
en memoria de los pilotos caídos el 18 de septiembre de 1955
(Imagen: gentileza Fundación Histarmar. Historia y Arqueología Marítima)








































Notas
1 Miguel Ángel Cavallo, Puerto Belgrano. Hora Cero. La Marina se subleva, p. 149.
2 Algo similar aconteció en la cercana Rafaela.
3 Prestigioso escribano de la Capital Federal, sufrió apremios, persecución y tortura durante el gobierno de Perón. Compartió su estudio con su hermano Eduardo en el edificio de la calle Cerrito 512, 4° Piso
4 Abogado, emparentado al general Benjamín Menéndez, tuvo a su cargo las investigaciones de la Junta Nacional de Recuperación Patrimonial y la Intervención Custodia de Bienes del dictador depuesto.
En la oportunidad, se alojó en el hotel del sindicato de Luz y Fuerza.




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