17-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
XVII POLONIA ENCADENADA POR LA CONFERENCIA DE LA PAZ
Puede
resumirse la fundamental diferencia entre los informes de Suart Samuel
por un lado y de los demás informantes ingleses y norteamericanos, incluyendo a
Morgenthau , por otro, acerca de la situación de los hebreos en Polonia, en la
formula de que buscan estos últimos las causas que motivan los hechos actuales,
lo que omite Mr. Samuel.
En
realidad existen disidencias entre los hebreos y otros pueblos, que se pueden
constatar por doquier, pero el mundo se entera de tal estado de cosas
únicamente en caso de que empiece a molestar a los judíos. Allí donde el plan
judío de sojuzgar a los pueblos no-judíos marche fácilmente, no se sabe en
absoluto. Los no-judíos ¡que se lamenten, que protesten, que se subleven todo
lo que quieran! No se instituirá nunca en su ayuda ni la más insignificante
comisión investigadora internacional. Pero no bien el judío tropiece con la
mínima resistencia contra su proceder hostil, se alza en el mundo entero
inmediatamente el clamor de "persecuciones". Ocurrió así cuando los
polacos, tomando por ejemplo la firme mancomunidad de la minoría hebrea,
empezaron a fundar a su vez las cooperativas polacas, que en seguida se
conceptuaron de "antisemitas" y se transformaron en
"persecutoras de los judíos". De inmediato los hebreos residentes en
las cuatro partes del mundo crearon una propaganda antipolaca tan general, como
odiosa e injusta. Se caldearon los ánimos, ocurrieron deplorables violencias y
la lucha aun no ceso. Las informaciones periodísticas sobre las violencias
cometidas por los polacos contra los hebreos, suelen siempre limitarse a la
referencia de hechos descriptos con multitud de horripilantes detalles. Cierto
es que los judíos también han sufrido. ¿Quien pretenderá excusar la injusticia
cometida hasta con el más ruin de los seres humanos? La muerte de una sola
persona, el maltrato de una sola familia, es un crimen. Malo seria que la
humanidad, engañada por la acumulación de tales noticias, perdiera el
sentimiento de lastima frente a ello. Mucho sufrieron todos los pueblos
europeos; mas de todos sus sufrimientos oímos hablar mucho menos que de
aquellos, en su mayoría imaginarios, de los hebreos. Se impone
involuntariamente la pregunta: ¿Por que motivos y razones se cometen estos
saqueos y persecuciones? ¿Es que se inclinan a ello los polacos por naturaleza?
¿Son esos hechos un frecuente detalle en los 800 años de convivencia
judeo-polaca? Tal no es el caso. Entonces, ¿que causas provocan este moderno
cambio de cosas?
Se
esforzó Morgenthau por descubrir estas causas, si bien en menor grado que sus
colaboradores no-judíos. Fue su informe, en cambio, ocultado por el judaísmo
norteamericano, porque no concordaba con la propaganda antipolaca por aquella
puesta en escena. El capitán Wright, que profundizo seriamente en el asunto
para facilitar a sus compatriotas un juicio exacto acerca del asunto de los
judíos polacos, fue injuriado. Y es que no se deseaba una aclaración imparcial
del problema, sino que se precisaba una conmiseración sentimental para con los
hebreos y una predisposición contra los polacos.
Morgenthau,
verbigracia, no emplea la palabra "pogrom" diciendo: "Evita
intencionalmente la delegación el termino "pogrom", porque el mismo
puede aplicarse tanto a la mas mínima ofensa, como a matanzas en masa
preparadas y perpetradas deliberadamente".
Coinciden
todos los informes en un solo punto: en que el número de los hebreos asesinados
resulta infinitamente menor de lo que la propaganda semita había indicado. En
el sector de Polonia donde no hubo tantos disturbios, se eleva el número de
hebreos inocentemente a 18. Para todo el territorio polaco y en el tiempo
durante el cual este fue escenario de acciones bélicas, admite Stuart Samuel
que solo pudo hacer constar 18 asesinatos de israelitas. Dice el capitán
Wright: "De acuerdo con mis cálculos, no se ultimaron inocentemente mas de
200 o 300 personas. Uno solo de dichos casos seria ya demasiado; pero cuando
tomamos esta cifra como medida de los excesos cometidos contra los hebreos, mas
bien me asombra la insignificancia que la magnitud de la misma". Expresa
el embajador Rumbold: "Si esos excesos hubieran sido atizados u
organizados por las autoridades civiles o militares, es posible que el numero
de victimas hubiese sido mucho mayor".
Fueron
bastante graves los acontecimientos de Lemberg. Insinúa Stuart Samuel que
corresponde la culpa de ellos sólo a los polacos. Los demás informantes que
examinaron el caso, refieren que el gobierno polaco hizo todo lo posible por
reparar el daño y evitar la repetición de tales incidentes. No obstante ello,
se lee siempre en los diarios que miles y miles de pobres hebreos son
inocentemente sacrificados en Polonia.
Por
orden del comandante de la plaza, se ejecutaron en Pinsk 35 judíos, sin previo
fallo judicial. Dice al respecto el general Jadwin: "No se les puede
probar participación en el hecho a ningún alto funcionario militar ni civil, ni
tampoco a los polacos que residen en esta parte de Rusia blanca".
Se
suele olvidar generalmente en los Estados Unidos que, todavía en Polonia existe
hoy (1920), una especie de estado de guerra. Constituye Polonia, al menos sobre
el papel, una nación independiente. Esta empero, solo puede sostenerse
luchando. El bolcheviquismo la amenaza siempre. Dondequiera que los ejércitos
rusos irrumpieran en el país, serian simpáticamente acogidos por los
hebreos. Este hecho, innegable hasta en
los Estados Unidos, explica por que los comunistas simpatizan más con los
judíos que los polacos. Al rechazar estos a las tropas rojas, hallaban en todas
partes instituciones soviéticas instaladas por los hebreos como si hubiesen
sido ya preparadas de antemano ¡No es de extrañar, entonces, que frente a tales
hechos los polacos sigan desconfiando de los judíos!
No
quisieron los judíos naturalizarse polacos: de ahí provienen todas las
desavenencias. Lo insinúa Samuel al decir: "En diversas oportunidades se
excito la ira de los soldados y de la población polaca por la exigencia hebrea
de constituir los judíos una nacionalidad propia frente a la nacionalidad
polaca". Se expresa Morgenthau con mayor claridad, expresando:
"Condujo esto a conflictos con las declaraciones nacionalistas de ciertas
organizaciones hebreas, que exigen independencia y autonomía nacionales y
culturales, y también, la ayuda financiera del Estado Polaco".
El
capital Wright facilita la mejor descripción de la situación, diciendo:
"Consiste el programa judío en Polonia en que se certifique a todos los
hebreos residentes en Polonia y se les trate como tales. Pretenden elegir su
propia representación semita con amplísimas facultades legislativas y
contributivas, representación que podría por ejemplo, decretar un impuesto
general para fines de la emigración judía. El Estado polaco tendría que
entregar a esta representación legislativa una suma correspondiente a las
necesidades hebreas de beneficencia y financieras. Tendría que concedérseles
también todos los consejos municipales y asamblea legislativa nacional, las
bancas que corresponden a su población. De acuerdo con esto, la sexta o séptima
parte del Parlamento polaco se compondría de hebreos elegidos solo por hebreos.
Exigen, además, juzgados especiales judíos, o por lo menos el uso del yidisch
en la jurisdicción. Pero la pretensión más grande tiende a la completa
autonomía nacional, tal como esta fue concedida en Ucrania por el "Rad
Central" con fecha 9 de enero de 1918. Forman los judíos, según esta, una
nación con soberanía absoluta, imprimiéndose los billetes de Banco, admitidos
entonces, en textos hebreos y ucranios".
Se
inquiere a veces por la veracidad de los Protocolos de Sión. ¡No se presenta
automáticamente allí donde los hebreos luchan por el poder político, o donde lo
lograron? Presentase en la literatura rabínica, en las pretensiones hebreas en
los Estados Unidos, en las exigencias hebreas en los países balcánicos. También
aporta el proceder de los judíos en Rusia una prueba contundente. Cada fase de
la historia moderna hace aparecer a los "Protocolos" como el ideal y
el programa práctico hebreos.
¿Cuantos
norteamericanos, a quienes se pretende inducir a que adopten una posición
benévola hacia los 250.000 judíos polacos inmigrados, oyeron decir algo de este
plan israelita en Polonia? ¿Se supone, acaso, que estos inmigrantes judíos
procedentes de Polonia se despojaron de sus ideales en el puerto de Nueva
York?
A
fin de tornar comprensible dicho plan a sus compatriotas ingleses, el capital
Wright (cuyo informe siendo como es un apéndice del de Samuel , profusamente
repartido en Norteamérica, se nos suprimió del todo) saca a colación: "Si
los hebreos de Inglaterra, cuando fuesen veinte o treinta veces más numerosos,
exigiesen que el Consejo de Inspección semita obtuviera amplias facultades,
incluyendo el derecho de establecer contribuciones para su emigración, y,
además que en los Municipios en la Cámara de los Comunes y de los Lores se
reservaran bancas a determinado numero de representantes judíos; si el
presidente de Asuntos Escolares les debiera pagar cierta suma, y si algunos
hebreos exigiesen juzgados especiales judíos, o por lo menos el uso de su rara
parla ante los juzgados ingleses, y si anhelasen los exaltados que los billetes
del Banco de Inglaterra se imprimiesen con texto hebreo e inglés, es indudable
que tales exigencias no despertarían grandes simpatías en el pueblo
británico".
Debe
hacerse constar el hecho de que los miembros hebreos de las delegaciones
informantes inglesa y norteamericana suprimieron estas reflexiones, y que el
mundo no las llego a conocer, sino por los colaboradores no-judíos de aquellos.
Es preciso recordar también que la prensa judaizada defraudó completamente el
informe de Wright, aunque haciendo creer que reproducía verídicamente los
resultados alcanzados por la delegación británica. Cuando citóse el nombre de
Wright, fué sólo en todo de insulto o de desdén.
La
Conferencia de la Paz no considero de su obligación establecer unidad y
concordia en Polonia. Muy por el contrario: sembró discordias que perduraran
mientras subsista la vigencia de dicho Tratado. Dice su art. 11: "Se
prohíbe obligar a los hebreos a cualquier obra que implique un agravio contra
la santificación de su sábado. No deberá tampoco redundar en su perjuicio, el
que se nieguen a participar los sábados en una sesión judicial, o a cumplir con
un precepto legal… Declara Polonia su asentimiento a abstenerse a celebrar
escrutinios generales o locales en sábado. No deberán hacerse en sábados los
censos para elecciones u otras estadísticas". Vale decir, que a Polonia se
le prohíbe realizar elecciones o censos en un sábado. El sábado mosaico
constituye la festividad legal . Depende de ella el gobierno y los juzgados. El
domingo ¡haced lo que queráis, escrutinios o censos, como se hace en Polonia y
Alemania! Más no en sábado. Es el día de Judas...
Hizo
la Conferencia de Versalles con Polonia, lo que los bolcheviques con Rusia:
instituyó el sábado mosaico como fiesta legal.
Y
los mismos elementos que fueron beneficiados con tan extraña implantación de
costumbres rituales hebreas en la legislación de un país eminentemente
católico, con la ayuda eficacísima del presidente de los Estados Unidos, son
los que afluyen ahora por millares y millares a nuestras costas. No es de
extrañar que en ellos tome cuerpo la creencia de que si nuestro Presidente
sojuzgo a Polonia bajo la voluntad judía, seria justo y posible lo mismo
también en América.
Se
instituyeron, además, en Polonia, legalmente, escuelas especiales para niños
hebreos. Si hasta entonces, Polonia había sufrido de la falta de una educación
escolar uniforme, en la que se le enseñaran a la juventud polaca los ideales
polacos en idioma polaco, fue la Conferencia de la "Paz" la que
consagro a perpetuidad la falta.
Se
utiliza en el citado art. 11, el concepto "los hebreos", en tanto que
en el art. 9 dice el concepto correspondiente "los ciudadanos
polacos". Se pueden evitar muchos errores traduciendo la pomposa formula
de "minorías de raza, religión e idioma" incluida en el Tratado
sencillamente por "los judíos": son ellos los que integran esa
minoría, tan zarandeada, y que en mayor escala hace hablar de si, la
"minoría" que, en una palabra, domino a toda la Conferencia de la
"Paz".
Dice
el art. 9: "Se encargara Polonia de que en ciudades y regiones donde
resida un porcentaje considerable de ciudadanos polacos distintos por su
idioma, los hijos de dichos ciudadanos reciban su instrucción elemental en su
propio idioma. En ciudades y regiones en que resida un considerable porcentaje
de ciudadanos pertenecientes a minorías de raza, religión e idioma,
facilitárseles a estas minorías participación y beneficio, correspondientes a
su numero, de las cantidades presupuestadas en las cuentas del Estado,
Municipios u otras, para fines educativos, religiosos o benéficos".
Tiene
el Estado polaco además que facilitar el dinero; su distribución, en cambio, lo
hacen los mismos judíos.
"Comisiones
educativas designadas por las comunidades locales hebreas en Polonia se
encargaran, bajo la inspección general del Estado, de la distribución de su
parte apropiada de los fondos públicos, que de acuerdo con el articulo 9 se
destinan a las escuelas hebreas". ¡Admirable! ¡Que pronto se desmorona el
hermoso edificio de "minorías de raza, religión e idioma", apenas
brilla el dinero! Se le substituye en este caso de inmediato por el concepto de
¡¡"judíos"!!.
"Estados
Unidos, el Imperio Británico, Francia, Italia y el Japón, y las principales
naciones aliadas y asociadas de un lado y Polonia de otro" - según empieza
el texto del Tratado, - hacen de todas estas prerrogativas, no una cuestión del
libre albedrío de Polonia, sino que lo transforman en una exigencia de la Liga
de las Naciones. Exige el art. 12 que todos los convenios referentes a las
"minorías de raza, religión e idioma" (formula diplomática para
expresar "judíos") deberán supeditarse a la garantía de la Liga de
las Naciones. La citada cláusula substrae a los hebreos residentes en Polonia
totalmente a la competencia de las autoridades polacas. No tiene estos judíos mas
que quejarse a Ginebra y el hebraísmo internacional se encargara del
resto.
Los
Estados Unidos contribuyeron a perpetuar tales condiciones en el Tratado de
Paz. ¿El pueblo norteamericano también contribuirá a forzarlas, en un caso
dado, en contra de Polonia? O ¿es que con el cuarto de millón de hebreos
polacos inmigrados tendrá la suficiente cantidad de anestésico israelita, que
aplico la Conferencia de la Paz a Polonia? ¿Quien seria capaz de substraerse a
este espíritu de odio implacable e intransigente que respira toda esa propaganda
de judío internacional contra Polonia, aun después de haberla humillado hasta
lo infinito en la Conferencia de Versalles?