sábado, 14 de diciembre de 2019

17-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

17-SEGUNDA PARTE  DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD


XVII POLONIA ENCADENADA POR LA CONFERENCIA DE LA PAZ

Puede resumirse la fundamental diferencia entre los informes de Suart Samuel por un lado y de los demás informantes ingleses y norteamericanos, incluyendo a Morgenthau , por otro, acerca de la situación de los hebreos en Polonia, en la formula de que buscan estos últimos las causas que motivan los hechos actuales, lo que omite Mr. Samuel.
En realidad existen disidencias entre los hebreos y otros pueblos, que se pueden constatar por doquier, pero el mundo se entera de tal estado de cosas únicamente en caso de que empiece a molestar a los judíos. Allí donde el plan judío de sojuzgar a los pueblos no-judíos marche fácilmente, no se sabe en absoluto. Los no-judíos ¡que se lamenten, que protesten, que se subleven todo lo que quieran! No se instituirá nunca en su ayuda ni la más insignificante comisión investigadora internacional. Pero no bien el judío tropiece con la mínima resistencia contra su proceder hostil, se alza en el mundo entero inmediatamente el clamor de "persecuciones". Ocurrió así cuando los polacos, tomando por ejemplo la firme mancomunidad de la minoría hebrea, empezaron a fundar a su vez las cooperativas polacas, que en seguida se conceptuaron de "antisemitas" y se transformaron en "persecutoras de los judíos". De inmediato los hebreos residentes en las cuatro partes del mundo crearon una propaganda antipolaca tan general, como odiosa e injusta. Se caldearon los ánimos, ocurrieron deplorables violencias y la lucha aun no ceso. Las informaciones periodísticas sobre las violencias cometidas por los polacos contra los hebreos, suelen siempre limitarse a la referencia de hechos descriptos con multitud de horripilantes detalles. Cierto es que los judíos también han sufrido. ¿Quien pretenderá excusar la injusticia cometida hasta con el más ruin de los seres humanos? La muerte de una sola persona, el maltrato de una sola familia, es un crimen. Malo seria que la humanidad, engañada por la acumulación de tales noticias, perdiera el sentimiento de lastima frente a ello. Mucho sufrieron todos los pueblos europeos; mas de todos sus sufrimientos oímos hablar mucho menos que de aquellos, en su mayoría imaginarios, de los hebreos. Se impone involuntariamente la pregunta: ¿Por que motivos y razones se cometen estos saqueos y persecuciones? ¿Es que se inclinan a ello los polacos por naturaleza? ¿Son esos hechos un frecuente detalle en los 800 años de convivencia judeo-polaca? Tal no es el caso. Entonces, ¿que causas provocan este moderno cambio de cosas? 
Se esforzó Morgenthau por descubrir estas causas, si bien en menor grado que sus colaboradores no-judíos. Fue su informe, en cambio, ocultado por el judaísmo norteamericano, porque no concordaba con la propaganda antipolaca por aquella puesta en escena. El capitán Wright, que profundizo seriamente en el asunto para facilitar a sus compatriotas un juicio exacto acerca del asunto de los judíos polacos, fue injuriado. Y es que no se deseaba una aclaración imparcial del problema, sino que se precisaba una conmiseración sentimental para con los hebreos y una predisposición contra los polacos. 
Morgenthau, verbigracia, no emplea la palabra "pogrom" diciendo: "Evita intencionalmente la delegación el termino "pogrom", porque el mismo puede aplicarse tanto a la mas mínima ofensa, como a matanzas en masa preparadas y perpetradas deliberadamente". 
Coinciden todos los informes en un solo punto: en que el número de los hebreos asesinados resulta infinitamente menor de lo que la propaganda semita había indicado. En el sector de Polonia donde no hubo tantos disturbios, se eleva el número de hebreos inocentemente a 18. Para todo el territorio polaco y en el tiempo durante el cual este fue escenario de acciones bélicas, admite Stuart Samuel que solo pudo hacer constar 18 asesinatos de israelitas. Dice el capitán Wright: "De acuerdo con mis cálculos, no se ultimaron inocentemente mas de 200 o 300 personas. Uno solo de dichos casos seria ya demasiado; pero cuando tomamos esta cifra como medida de los excesos cometidos contra los hebreos, mas bien me asombra la insignificancia que la magnitud de la misma". Expresa el embajador Rumbold: "Si esos excesos hubieran sido atizados u organizados por las autoridades civiles o militares, es posible que el numero de victimas hubiese sido mucho mayor". 
Fueron bastante graves los acontecimientos de Lemberg. Insinúa Stuart Samuel que corresponde la culpa de ellos sólo a los polacos. Los demás informantes que examinaron el caso, refieren que el gobierno polaco hizo todo lo posible por reparar el daño y evitar la repetición de tales incidentes. No obstante ello, se lee siempre en los diarios que miles y miles de pobres hebreos son inocentemente sacrificados en Polonia. 
Por orden del comandante de la plaza, se ejecutaron en Pinsk 35 judíos, sin previo fallo judicial. Dice al respecto el general Jadwin: "No se les puede probar participación en el hecho a ningún alto funcionario militar ni civil, ni tampoco a los polacos que residen en esta parte de Rusia blanca". 
Se suele olvidar generalmente en los Estados Unidos que, todavía en Polonia existe hoy (1920), una especie de estado de guerra. Constituye Polonia, al menos sobre el papel, una nación independiente. Esta empero, solo puede sostenerse luchando. El bolcheviquismo la amenaza siempre. Dondequiera que los ejércitos rusos irrumpieran en el país, serian simpáticamente acogidos por los hebreos.  Este hecho, innegable hasta en los Estados Unidos, explica por que los comunistas simpatizan más con los judíos que los polacos. Al rechazar estos a las tropas rojas, hallaban en todas partes instituciones soviéticas instaladas por los hebreos como si hubiesen sido ya preparadas de antemano ¡No es de extrañar, entonces, que frente a tales hechos los polacos sigan desconfiando de los judíos! 
No quisieron los judíos naturalizarse polacos: de ahí provienen todas las desavenencias. Lo insinúa Samuel al decir: "En diversas oportunidades se excito la ira de los soldados y de la población polaca por la exigencia hebrea de constituir los judíos una nacionalidad propia frente a la nacionalidad polaca". Se expresa Morgenthau con mayor claridad, expresando: "Condujo esto a conflictos con las declaraciones nacionalistas de ciertas organizaciones hebreas, que exigen independencia y autonomía nacionales y culturales, y también, la ayuda financiera del Estado Polaco". 
El capital Wright facilita la mejor descripción de la situación, diciendo: "Consiste el programa judío en Polonia en que se certifique a todos los hebreos residentes en Polonia y se les trate como tales. Pretenden elegir su propia representación semita con amplísimas facultades legislativas y contributivas, representación que podría por ejemplo, decretar un impuesto general para fines de la emigración judía. El Estado polaco tendría que entregar a esta representación legislativa una suma correspondiente a las necesidades hebreas de beneficencia y financieras. Tendría que concedérseles también todos los consejos municipales y asamblea legislativa nacional, las bancas que corresponden a su población. De acuerdo con esto, la sexta o séptima parte del Parlamento polaco se compondría de hebreos elegidos solo por hebreos. Exigen, además, juzgados especiales judíos, o por lo menos el uso del yidisch en la jurisdicción. Pero la pretensión más grande tiende a la completa autonomía nacional, tal como esta fue concedida en Ucrania por el "Rad Central" con fecha 9 de enero de 1918. Forman los judíos, según esta, una nación con soberanía absoluta, imprimiéndose los billetes de Banco, admitidos entonces, en textos hebreos y ucranios". 
Se inquiere a veces por la veracidad de los Protocolos de Sión. ¡No se presenta automáticamente allí donde los hebreos luchan por el poder político, o donde lo lograron? Presentase en la literatura rabínica, en las pretensiones hebreas en los Estados Unidos, en las exigencias hebreas en los países balcánicos. También aporta el proceder de los judíos en Rusia una prueba contundente. Cada fase de la historia moderna hace aparecer a los "Protocolos" como el ideal y el programa práctico hebreos. 
¿Cuantos norteamericanos, a quienes se pretende inducir a que adopten una posición benévola hacia los 250.000 judíos polacos inmigrados, oyeron decir algo de este plan israelita en Polonia? ¿Se supone, acaso, que estos inmigrantes judíos procedentes de Polonia se despojaron de sus ideales en el puerto de Nueva York? 
A fin de tornar comprensible dicho plan a sus compatriotas ingleses, el capital Wright (cuyo informe siendo como es un apéndice del de Samuel , profusamente repartido en Norteamérica, se nos suprimió del todo) saca a colación: "Si los hebreos de Inglaterra, cuando fuesen veinte o treinta veces más numerosos, exigiesen que el Consejo de Inspección semita obtuviera amplias facultades, incluyendo el derecho de establecer contribuciones para su emigración, y, además que en los Municipios en la Cámara de los Comunes y de los Lores se reservaran bancas a determinado numero de representantes judíos; si el presidente de Asuntos Escolares les debiera pagar cierta suma, y si algunos hebreos exigiesen juzgados especiales judíos, o por lo menos el uso de su rara parla ante los juzgados ingleses, y si anhelasen los exaltados que los billetes del Banco de Inglaterra se imprimiesen con texto hebreo e inglés, es indudable que tales exigencias no despertarían grandes simpatías en el pueblo británico". 
Debe hacerse constar el hecho de que los miembros hebreos de las delegaciones informantes inglesa y norteamericana suprimieron estas reflexiones, y que el mundo no las llego a conocer, sino por los colaboradores no-judíos de aquellos. Es preciso recordar también que la prensa judaizada defraudó completamente el informe de Wright, aunque haciendo creer que reproducía verídicamente los resultados alcanzados por la delegación británica. Cuando citóse el nombre de Wright, fué sólo en todo de insulto o de desdén. 
La Conferencia de la Paz no considero de su obligación establecer unidad y concordia en Polonia. Muy por el contrario: sembró discordias que perduraran mientras subsista la vigencia de dicho Tratado. Dice su art. 11: "Se prohíbe obligar a los hebreos a cualquier obra que implique un agravio contra la santificación de su sábado. No deberá tampoco redundar en su perjuicio, el que se nieguen a participar los sábados en una sesión judicial, o a cumplir con un precepto legal… Declara Polonia su asentimiento a abstenerse a celebrar escrutinios generales o locales en sábado. No deberán hacerse en sábados los censos para elecciones u otras estadísticas". Vale decir, que a Polonia se le prohíbe realizar elecciones o censos en un sábado. El sábado mosaico constituye la festividad legal . Depende de ella el gobierno y los juzgados. El domingo ¡haced lo que queráis, escrutinios o censos, como se hace en Polonia y Alemania! Más no en sábado. Es el día de Judas...  
Hizo la Conferencia de Versalles con Polonia, lo que los bolcheviques con Rusia: instituyó el sábado mosaico como fiesta legal. 
Y los mismos elementos que fueron beneficiados con tan extraña implantación de costumbres rituales hebreas en la legislación de un país eminentemente católico, con la ayuda eficacísima del presidente de los Estados Unidos, son los que afluyen ahora por millares y millares a nuestras costas. No es de extrañar que en ellos tome cuerpo la creencia de que si nuestro Presidente sojuzgo a Polonia bajo la voluntad judía, seria justo y posible lo mismo también en América. 
Se instituyeron, además, en Polonia, legalmente, escuelas especiales para niños hebreos. Si hasta entonces, Polonia había sufrido de la falta de una educación escolar uniforme, en la que se le enseñaran a la juventud polaca los ideales polacos en idioma polaco, fue la Conferencia de la "Paz" la que consagro a perpetuidad la falta. 
Se utiliza en el citado art. 11, el concepto "los hebreos", en tanto que en el art. 9 dice el concepto correspondiente "los ciudadanos polacos". Se pueden evitar muchos errores traduciendo la pomposa formula de "minorías de raza, religión e idioma" incluida en el Tratado sencillamente por "los judíos": son ellos los que integran esa minoría, tan zarandeada, y que en mayor escala hace hablar de si, la "minoría" que, en una palabra, domino a toda la Conferencia de la "Paz". 
Dice el art. 9: "Se encargara Polonia de que en ciudades y regiones donde resida un porcentaje considerable de ciudadanos polacos distintos por su idioma, los hijos de dichos ciudadanos reciban su instrucción elemental en su propio idioma. En ciudades y regiones en que resida un considerable porcentaje de ciudadanos pertenecientes a minorías de raza, religión e idioma, facilitárseles a estas minorías participación y beneficio, correspondientes a su numero, de las cantidades presupuestadas en las cuentas del Estado, Municipios u otras, para fines educativos, religiosos o benéficos". 
Tiene el Estado polaco además que facilitar el dinero; su distribución, en cambio, lo hacen los mismos judíos. 
"Comisiones educativas designadas por las comunidades locales hebreas en Polonia se encargaran, bajo la inspección general del Estado, de la distribución de su parte apropiada de los fondos públicos, que de acuerdo con el articulo 9 se destinan a las escuelas hebreas". ¡Admirable! ¡Que pronto se desmorona el hermoso edificio de "minorías de raza, religión e idioma", apenas brilla el dinero! Se le substituye en este caso de inmediato por el concepto de ¡¡"judíos"!!. 
"Estados Unidos, el Imperio Británico, Francia, Italia y el Japón, y las principales naciones aliadas y asociadas de un lado y Polonia de otro" - según empieza el texto del Tratado, - hacen de todas estas prerrogativas, no una cuestión del libre albedrío de Polonia, sino que lo transforman en una exigencia de la Liga de las Naciones. Exige el art. 12 que todos los convenios referentes a las "minorías de raza, religión e idioma" (formula diplomática para expresar "judíos") deberán supeditarse a la garantía de la Liga de las Naciones. La citada cláusula substrae a los hebreos residentes en Polonia totalmente a la competencia de las autoridades polacas. No tiene estos judíos mas que quejarse a Ginebra y el hebraísmo internacional se encargara del resto. 
Los Estados Unidos contribuyeron a perpetuar tales condiciones en el Tratado de Paz. ¿El pueblo norteamericano también contribuirá a forzarlas, en un caso dado, en contra de Polonia? O ¿es que con el cuarto de millón de hebreos polacos inmigrados tendrá la suficiente cantidad de anestésico israelita, que aplico la Conferencia de la Paz a Polonia? ¿Quien seria capaz de substraerse a este espíritu de odio implacable e intransigente que respira toda esa propaganda de judío internacional contra Polonia, aun después de haberla humillado hasta lo infinito en la Conferencia de Versalles?