sábado, 14 de diciembre de 2019

4-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

SEGUNDA PARTE  DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

IV LA CURVA ASCENDENTE DEL PODERIO FINANCIERO HEBREO

La alta finanza hebrea entro en contacto con los intereses norteamericanos por intermedio de los Rothschild. Puede afirmarse que los Estados Unidos sirvieron de fundamento para la inmensa fortuna de la casa Rothschild, y esto, como ocurre siempre con las riquezas judías, gracias a la guerra . Los primeros veinte millones de thálers, que tuvieron disponibles los Rothschild para sus operaciones, fueron el precio por las fuerzas del Ducado de Hesse, que hubieron de combatir contra las colonias norteamericanas de Inglaterra. 
A partir de ese primer contacto entre los Rothschild y los asuntos norteamericanos, aquellos conquistaron en ocasiones ulteriores, aunque siempre por intermedio de agentes, influencia sobre las Finanzas de nuestro país. Ni uno solo de los hijos de viejo Rothschild establecióse aquí: Amschel quedo en Francfort, Salomón partió a Viena, Nahan Mayer a Londres, Charles a Nápoles, y James a París. En su época fueron ellos los verdaderos "Jefes de Estado" europeos, siendo continuadas sus dinastías por los respectivos descendientes hasta nuestros días.
El primer agente hebreo de los Rothschild en los Estados Unidos fue Augusto Belmont, que inmigro en 1827, desempeñando la presidencia del Comité Nacional Democrático al estallar la guerra civil. La familia Belmont habíase convertido al cristianismo, existiendo actualmente en Nueva York una capilla conmemorativa de los Belmont. 
El poderío de los Rothschild, luego de su unión con muchas otras familias de banqueros, logro tanta importancia que no se le puede caracterizas ya con el apellido de una sola familia, sino que es preciso comprenderlo como la hegemonía de una compacta raza. Se suele hablar en este sentido de una potencia financiera internacional hebrea. 
Mas ya cayo el misterioso velo que envolvía antes el nombre de los Rothschild. El pueblo denomina muy acertadamente la administración financiera militar con la expresión "dinero de sangre". Numerosos negocios, con los cuales ciertos potentados financieros se convirtieron en verdaderos déspotas de los pueblos, quedaron al descubierto. Mas el método original de los Rothschild, o sea el de unir entre si las casas de banca hebreas de todos los países, se mantuvo firme por considerarlo extraordinariamente conveniente. Se advierten las intimas relaciones existentes entre casas neoyorquinas con sus similares en Francfort, Dresde y Hamburgo, con las de Londres y Paris por la firma de la sociedad, que evidencia una unidad internacional. 
A esta índole de transacciones financieras internacionales dedican especialmente los hebreos su actividad y merecen su preferencia por "no poseer en absoluto ilusiones nacionales y patrióticas", según dijo cierto autor. Para el financista internacional el alza y baja de la paz y la guerra no significa sino determinada fluctuación en el mercado mundial financiero.
 Es de público conocimiento que la pasada guerra mundial fue postergada varias veces a instancias de financistas internacionales. Si hubiera estallado prematuramente, habrían podido, tal vez, salvarse aquellos pueblos a los que, a toda costa se quería comprometer en ella. Los magnates de las finanzas internacionales debieron calmar reiteradamente el entusiasmo bélico que había desencadenado su propia propaganda. Acaso sea cierto que Rothschild escribió en 1911 una carta al Káiser condenando la guerra, porque en 1991 todavía no era el tiempo. Lo evidente es que en 1914 no escribió carta alguna en igual sentido. 
Es indudable que existen íntimas relaciones entre la alta finanza internacional hebrea y las complicaciones bélicas y revolucionarias. En los asuntos pasados ya se conocen perfectamente estas relaciones; también existen en los actuales. La Coalición antinapoleónica de las Naciones, fue obra judía hallándose su cuartel general en Holanda. Cuando invadió Napoleón este país se traslado a Francfort sobre el Maine. Resulta notable conocer cuantos magnates financieros judíos proceden, precisamente de esta ciudad. Los Rothschild, los Schiff, los Speyer, y varios más son oriundos de la famosa ciudad alemana. 
Pero estas relaciones internacionales, no tienden únicamente al predominio en el mercado meramente financiero, sino que se adueñan también de determinadas ramas industriales ligadas estrechamente a las operaciones financieras. Lo común es que, una vez logrado el predominio, se anulen brutalmente a los demás interesados. La Enciclopedia Hebrea dice al respecto: "Muy rara vez se ligaron intereses financieros hebreos con intereses industriales, salvo en la industria de metales y piedras preciosas. De tal modo, los Rothschild son los señores de mercado del mercurio; los hermanos Barnato y los Werner, hijos de Guggenheim, del de cobro y hasta cierto punto del de la plata". Podría añadirse aun el "control" que ejerce el judío internacionalmente sobre el aguardiente , la telegrafía sin hilos , los teatros , el periodismo europeo y gran parte del norteamericano , entre otros aspectos mercantiles. 
Agrega la Enciclopedia Hebrea : "Existió, efectivamente, en cambio, un predominio judío, caracterizado, en el terreno de las Deudas de Estado, a favor de las intimas relaciones internacionales entre las diversas fam ilias israelitas de mayor importancia" . 
Ante las estúpidas negativas del periodismo judío, es preciso hacer constar que eminencias hebreas no niegan las tendencias de su raza por un predominio financiero internacional, pero añaden que dicha tendencia no es ya tan intensa como en el pasado. "En estos últimos años (expresa la Enciclopedia Hebrea ) también financistas no-judíos aprendieron nuestros métodos cosmopolitas, y en conjunto, el control en manos judías se aminoro mas que aumento". 
En lo que se refiere a los Estados Unidos, es evidente que la posición de muchas casas hebreas en Wall Street fue más fuerte que antes de la guerra que hoy. Creo la guerra condiciones que proyectan una nueva luz sobre el internacionalismo financiero hebreo. En el transcurso de la neutralidad norteamericana en la pasada guerra mundial pudo observarse muy bien la extensión de las relaciones extranjeras de determinados personajes, y también el grado a que se llego anteponiendo negocios financieros internacionales a las obligaciones nacionales mas fundamentales. Necesariamente la guerra coloco la totalidad del capital no-judío en un bando, frente a determinados grupos capitalistas hebreos, que apostaron por ambos bandos. El consejo de viejo Rothschild cuando dijo: "No coloques todos tus huevos en un solo canasto" se comprende solo al aplicarlo al proceder hebreo en asuntos nacionales e internacionales. La finanza israelita equipara absolutamente partidos y animosidades políticas, apostando por todos el motivo por el cual no pierde jamás. Por la misma razón, la finanza hebrea tampoco pierde nunca una guerra. Dado que esta interesada siempre en los dos bandos en lucha, no se equivoca jamás en el bando triunfante, y sus condiciones de paz se formulan de modo tal que los desembolsos de sus correligionarios interesados en el bando vencido quedan siempre cubiertos. Este y no otro fue también el motivo y objeto por el cual los hebreos de todo el mundo asintieron en masa a la Conferencia de la Paz en Paris. 
Muchas de las casas bancarias de Wall Street han sido antiguamente sucursales de casas germanas y austriacas ya existentes, que se ayudaron mutuamente con capitales, manteniendo asimismo estrechísimas relaciones. Varias de ellas hasta estuvieron unidas por lazos familiares de sus asociados. Pero siempre fue el lazo mas fuerte el de la raza. La mayor parte de estas casas bancarias soportaron rudos golpes durante la guerra, por haberse jugado sus relaciones europeas en el bando falso. Solo se considera esto como un pasajero desliz y los financistas hebreos estarán muy pronto preparados para reanudar la lucha por la hegemonía financiera absoluta en los Estados Unidos. El porvenir decidirá su éxito. Es rarísimo que todos los esfuerzos hebreos por su predominio mundial vayan por mal camino. Siempre, en el justo momento en que piensan colocar la piedra final en su arco triunfal, ocurre cualquier desgracia, y toda la obra se derrumba estrepitosamente. Esto ocurrió tantas veces en la historia judía, que los mismos hebreos lo saben perfectamente e idearon buscar una explicación al fenómeno. Traen en muchos casos a colación el famoso "antisemitismo". Aun en nuestros días, en los que el voraz incendio de la guerra ilumino tantas cosas que normalmente se ocultaban en las tinieblas, se califica al general despertar de los pueblos de antisemitismo, explicándolo por el hecho de que luego de cada guerra se acostumbra echar toda la culpa al pobre e inocente hebreo. 
¿No se impone imperiosamente aquí la pregunta de por qué? 
La cuestión del "antisemitismo" no basta para explicar completamente el malograr de las potencias financieras hebreas en su intento de predominio absoluto en un país como los Estados Unidos de Norteamérica. Ese ficticio antisemitismo no alcanza a aquellos que, reciamente atrincherados, están detrás de la valla de su capitalismo. La callada resistencia de la alta finanza no-judía de Wall Street, por ejemplo, y aquella de la Bolsa de Fondos de Nueva York, no son "antisemitas". No impide esta resistencia a los hebreos que realicen sus negocios, sino que solo hace frente al abierto programa de un absoluto predominio, que no tiende al bienestar universal, sino únicamente al egoísmo de determinada raza. 
Hasta hace pocos años, la casa bancaria Kuhn, Loeb y Cia., según la opinión publica, alentaba esperanzas de ocupar muy pronto el primer puesto entre los bancos emisores neoyorquinos. Numerosas razones apoyaban dicha opinión, y entre otras el hecho de que dicha casa financio a Mr. Harriman en su lucha contra Mr. J. Hill en la cuestión de los ferrocarriles. Pero ello no obstante dicha esperanza se esfumo. 
Con razón social Kuhn, Loeb y Cia., la potencialidad financiera judía en los Estados Unidos alcanzo su más alto nivel. Jefe principal de la casa fue el extinto Jacobo Schiff, nativo de Francfort sobre el Maine, donde su padre fue uno de los corredores de la casa Rothschild. Fue también socio de la casa, Otto Kahn, oriundo de Mannheim, y ligado desde largo tiempo con los Speyer, igualmente nativos de Francfort, en tanto que otro tercer consorcio, Felix Warburg, contrajo enlace con una hija de Jacobo Schiff. 
Un esplendor mayor que el de esta razón social no la alcanzo la alta finanza hebrea en parte alguna. Empero, se advirtió últimamente cierto movimiento de flanco, que acaso acerque la ambición hebrea a su fin. Acorralados en Wall Street, se concentraron algunos financistas hebreos sobre otros centros norteamericanos, y esta ulterior influencia en asuntos yanquis promete acrecentarse. Si dirige el primero de estos movimientos de flanco contra las Américas Central y del Sur. El apoyo financiero y los buenos consejos, que recibió Méjico últimamente durante la extrema tirantez de sus relaciones con los Estados Unidos, procedieron de fuente hebrea norteamericana. En cambio, el intento de lograr influencias en el Japón, no parece haber prosperado tanto. Se sabe que Jacobo Schiff ayudó financieramente al Japón en su lucha contra Rusia. Esto explicose perfectamente: como siendo un negocio esplendido y, además, una oportunidad propicia para vengarse de Rusia por su supuesto mal trato de los hebreos. Al propio tiempo aprovecho Schiff la ocasión de inculcar a los prisioneros rusos en los campamentos japoneses las ideas subversivas, que cristalizaron mas tarde en el bolcheviquismo ruso. Empero, el objeto primordial parece haber sido el de agregar el naciente Imperio del Japón a la cadena de las conquistas hebreas por la fuerza de su dinero. Ya había arraigado el poder financiero hebreo en el Japón; pero al parecer, las esperanzas de Schiff en este sentido no se cumplieron del todo. Es indudable que los japoneses entienden mucho mas del "peligro hebreo" que los norteamericanos. Además esa raza es en extremo desconfiada y trato todo este asunto simplemente desde un punto de vista comercial, lo cual dicen que disgusto muchísimo a Jacobo Schiff. Esto es de gran importancia actualmente frente a la propaganda que constantemente tiende a causar rozamientos entre los Estados Unidos y el Japón. 
El objetivo último parece ser Sudamérica. El hebraísmo se sirve, para lograr la hegemonía mundial, de dos medios: el manejo de dineros, y la utilización de personas. No existe gobierno, que pueda trasplantar a 250.000, o 500.000, o hasta un millón de personas de una parte a la otra del mundo, tal como traslada sus ejércitos un general. El hebraísmo, en cambio, puede hacerlo, y lo hace ahora. Es todo cuestión de fletamentos. Desde Polonia, donde la todopoderosa conferencia de la paz creo especiales prerrogativas para los hebreos, tanto que estos deberían tener fundados motivos para permanecer allí, se esta preparando un inmenso traslado hacia el Oeste. Una parte de esas masas es dirigida hacia América del sur. Otra parte de los ya emigrados a los Estados Unidos embarcara también con rumbo al continente Sur, después de cierto periodo preparatorio en nuestro país. 
Consiste el segundo medio para lograr la hegemonía mundial en la utilización del oro y su influencia. Si se quiere explicar cual pueda ser el objeto real de ello, consta que una enorme fluctuación de personas hebreas y de dinero hebreo se desarrolla actualmente en dirección de América del Sur. Junto a esto es posible observar una gran importación de materiales que, deduciendo por lo que dicen los "Protocolos" sionistas, solo puede encaminarse hacia un fin netamente determinado. 
El próximo intento de conquistar el poder total del continente americano procederá tal vez del Sur, donde el poderío israelita hoy en día es mucho mas fuerte de lo que su reducido numero hace suponer, pues sus intrigas revolucionarias se hacen notar ya en los frecuentes incidentes entre los diversos Estados. 
Internamente debemos fijar nuestra atención sobre Nueva York y su centro financiero, donde indicábamos ya el subido nivel del poderío financiero semita. Otra señal de la influencia israelita sobre la Hacienda yanqui resulta menos lisonjera para dicha raza, y es la de que no pudiendo elevarse más su influencia financiera, descenderá por canales profundos y muchos más irregulares que ninguna otra actuación financiera. 
Constituirá un extraordinario capitulo la relación de las tretas de los Robin, Lamar, Arnstein y demás miembros de la banca que contribuyo eficazmente a la larga serie de hechos criminales que tuvo por escenario obscuros rincones de Wall Street. El punto principal en todas estas historias seria que esta índole de delitos resulta genuinamente judío. No es posible afirmar que tal proceder contara con el asentimiento de la comunidad hebrea en general; pero lo cierto es que aquellos y sus portavoces permanecieron siempre callados frente a este delinquir financiero, cuando debieron haber hecho oír sus correligionarios la mas vehemente reprobación. Cualquier fiscal conoce perfectamente el obcecado celo de los semitas en defender a un miembro de su raza, sin reparar en la gravedad o índole de su delito. Lo cierto es que, en investigaciones practicadas hace pocos años, y cuyo resultado evidencio que cierto vicio explotado mercantilmente era monopolio exclusivo judío, descubrióse que tomaron parte activa también algunos hebreos probos. Pero esto no fue óbice para que a la publicación de los hechos en la prensa se opusiera la más tenaz resistencia. 
Se sorprendió en fecha reciente el país ante la noticia de que se habían perdido por robos organizados en banda en Wall Street, valores y títulos del empréstito de la Libertad por valor de 12 millones de dólares. Las pesquisas demostraron que los títulos comerciados entre la Bolsa y los Bancos, habían sido confiadamente transportados por mensajeros (los messenger boys ) que a menudo llevaban hasta valores por 250.000 dólares de una caja a otra, y cuyo trafico se desarrollo en el barrio localmente estrecho de Wall Street. En el verano de 1918 se reclutaron estos messenger boys para servicios de guerra y hubo necesidad de colocar a otros empleados adultos. De inmediato se advirtieron indicios alarmantes. Desaparecieron los emisarios uno tras otro sin que volviera nadie a tener noticias suyas. Se adoptaron toda clase de precauciones. Los emisarios debieron salir solo por parejas, vigilados por los detectives más hábiles; mas los emisarios seguían desapareciendo tan misteriosamente como antes. Continuaron así las cosas hasta la primavera de 1920, sumando las cantidades desaparecidas hasta 12 millones de dólares. Por fin pudieron practicarse algunas detenciones, de cuyos sumarios resulto la existencia de una banda perfectamente organizada de ladrones judíos , compuesta por cierto número de judíos acaudalados en unión de criminales hebreos profesionales . Este Estado Mayor sirvióse de jóvenes semitas, en su mayoría recién inmigrados de Rusia , que bajo inofensivos apellidos anglo-sajones pidieron los puestos de mensajeros en Wall Street, para después desaparecer con los valores que se les confiaba, y que los jefes "reducían" en otras poblaciones, es decir, convertían en dinero.   
Gracias a un emisario no-judío, cuya miseria se aprovecho para complicarle en el asunto, se descubrió el delito, aunque sus cómplices le amenazaron de muerte. Algunos ingresaron en la cárcel, pero los jefes de la banda evitaron al castigo huyendo, protegidos por grandes y misteriosas influencias. La posición de la prensa y población hebreas frente a estos criminales, es de simpatía y admiración. Y ¿por que no? Victimas de esos robos fueron únicamente los "goyim", los no-judíos, y la victima principal el capitalismo no-judío. El "kahal" neoyorquino echo tierra al asunto y guardo absoluto silencio. Dada en cambio la coherencia estrechísima de todos los elementos hebreos en la capital, hubiera podido aclararlo un mancomunado intento de investigación, como también otras muchas cosas. Consta, entonces, que el instituto racial protege manifiestamente a todo miembro judío perseguido por la Ley, por mucho que este haya merecido su castigo.