SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
IV LA CURVA ASCENDENTE DEL PODERIO FINANCIERO HEBREO
La
alta finanza hebrea entro en contacto con los intereses norteamericanos por
intermedio de los Rothschild. Puede afirmarse que los Estados Unidos sirvieron
de fundamento para la inmensa fortuna de la casa Rothschild, y esto, como
ocurre siempre con las riquezas judías, gracias a la guerra . Los primeros
veinte millones de thálers, que tuvieron disponibles los Rothschild para sus
operaciones, fueron el precio por las fuerzas del Ducado de Hesse, que hubieron
de combatir contra las colonias norteamericanas de Inglaterra.
A
partir de ese primer contacto entre los Rothschild y los asuntos
norteamericanos, aquellos conquistaron en ocasiones ulteriores, aunque siempre
por intermedio de agentes, influencia sobre las Finanzas de nuestro país. Ni
uno solo de los hijos de viejo Rothschild establecióse aquí: Amschel quedo en
Francfort, Salomón partió a Viena, Nahan Mayer a Londres, Charles a Nápoles, y
James a París. En su época fueron ellos los verdaderos "Jefes de
Estado" europeos, siendo continuadas sus dinastías por los respectivos
descendientes hasta nuestros días.
El
primer agente hebreo de los Rothschild en los Estados Unidos fue Augusto
Belmont, que inmigro en 1827, desempeñando la presidencia del Comité Nacional
Democrático al estallar la guerra civil. La familia Belmont habíase convertido
al cristianismo, existiendo actualmente en Nueva York una capilla conmemorativa
de los Belmont.
El
poderío de los Rothschild, luego de su unión con muchas otras familias de
banqueros, logro tanta importancia que no se le puede caracterizas ya con el
apellido de una sola familia, sino que es preciso comprenderlo como la
hegemonía de una compacta raza. Se suele hablar en este sentido de una potencia
financiera internacional hebrea.
Mas
ya cayo el misterioso velo que envolvía antes el nombre de los Rothschild. El
pueblo denomina muy acertadamente la administración financiera militar con la
expresión "dinero de sangre". Numerosos negocios, con los cuales
ciertos potentados financieros se convirtieron en verdaderos déspotas de los
pueblos, quedaron al descubierto. Mas el método original de los Rothschild, o
sea el de unir entre si las casas de banca hebreas de todos los países, se
mantuvo firme por considerarlo extraordinariamente conveniente. Se advierten
las intimas relaciones existentes entre casas neoyorquinas con sus similares en
Francfort, Dresde y Hamburgo, con las de Londres y Paris por la firma de la
sociedad, que evidencia una unidad internacional.
A
esta índole de transacciones financieras internacionales dedican especialmente
los hebreos su actividad y merecen su preferencia por "no poseer en
absoluto ilusiones nacionales y patrióticas", según dijo cierto autor.
Para el financista internacional el alza y baja de la paz y la guerra no
significa sino determinada fluctuación en el mercado mundial financiero.
Es de público conocimiento que la pasada
guerra mundial fue postergada varias veces a instancias de financistas
internacionales. Si hubiera estallado prematuramente, habrían podido, tal vez,
salvarse aquellos pueblos a los que, a toda costa se quería comprometer en ella.
Los magnates de las finanzas internacionales debieron calmar reiteradamente el
entusiasmo bélico que había desencadenado su propia propaganda. Acaso sea
cierto que Rothschild escribió en 1911 una carta al Káiser condenando la
guerra, porque en 1991 todavía no era el tiempo. Lo evidente es que en 1914 no
escribió carta alguna en igual sentido.
Es
indudable que existen íntimas relaciones entre la alta finanza internacional
hebrea y las complicaciones bélicas y revolucionarias. En los asuntos pasados
ya se conocen perfectamente estas relaciones; también existen en los actuales.
La Coalición antinapoleónica de las Naciones, fue obra judía hallándose su
cuartel general en Holanda. Cuando invadió Napoleón este país se traslado a
Francfort sobre el Maine. Resulta notable conocer cuantos magnates financieros
judíos proceden, precisamente de esta ciudad. Los Rothschild, los Schiff, los
Speyer, y varios más son oriundos de la famosa ciudad alemana.
Pero
estas relaciones internacionales, no tienden únicamente al predominio en el
mercado meramente financiero, sino que se adueñan también de determinadas ramas
industriales ligadas estrechamente a las operaciones financieras. Lo común es
que, una vez logrado el predominio, se anulen brutalmente a los demás
interesados. La Enciclopedia Hebrea dice al respecto: "Muy rara vez se
ligaron intereses financieros hebreos con intereses industriales, salvo en la
industria de metales y piedras preciosas. De tal modo, los Rothschild son los
señores de mercado del mercurio; los hermanos Barnato y los Werner, hijos de
Guggenheim, del de cobro y hasta cierto punto del de la plata". Podría
añadirse aun el "control" que ejerce el judío internacionalmente
sobre el aguardiente , la telegrafía sin hilos , los teatros , el periodismo
europeo y gran parte del norteamericano , entre otros aspectos
mercantiles.
Agrega
la Enciclopedia Hebrea : "Existió, efectivamente, en cambio, un predominio
judío, caracterizado, en el terreno de las Deudas de Estado, a favor de las
intimas relaciones internacionales entre las diversas fam ilias israelitas de
mayor importancia" .
Ante
las estúpidas negativas del periodismo judío, es preciso hacer constar que
eminencias hebreas no niegan las tendencias de su raza por un predominio
financiero internacional, pero añaden que dicha tendencia no es ya tan intensa
como en el pasado. "En estos últimos años (expresa la Enciclopedia Hebrea
) también financistas no-judíos aprendieron nuestros métodos cosmopolitas, y en
conjunto, el control en manos judías se aminoro mas que aumento".
En
lo que se refiere a los Estados Unidos, es evidente que la posición de muchas
casas hebreas en Wall Street fue más fuerte que antes de la guerra que hoy.
Creo la guerra condiciones que proyectan una nueva luz sobre el
internacionalismo financiero hebreo. En el transcurso de la neutralidad
norteamericana en la pasada guerra mundial pudo observarse muy bien la
extensión de las relaciones extranjeras de determinados personajes, y también
el grado a que se llego anteponiendo negocios financieros internacionales a las
obligaciones nacionales mas fundamentales. Necesariamente la guerra coloco la
totalidad del capital no-judío en un bando, frente a determinados grupos
capitalistas hebreos, que apostaron por ambos bandos. El consejo de viejo Rothschild
cuando dijo: "No coloques todos tus huevos en un solo canasto" se
comprende solo al aplicarlo al proceder hebreo en asuntos nacionales e
internacionales. La finanza israelita equipara absolutamente partidos y
animosidades políticas, apostando por todos el motivo por el cual no pierde
jamás. Por la misma razón, la finanza hebrea tampoco pierde nunca una guerra.
Dado que esta interesada siempre en los dos bandos en lucha, no se equivoca
jamás en el bando triunfante, y sus condiciones de paz se formulan de modo tal
que los desembolsos de sus correligionarios interesados en el bando vencido
quedan siempre cubiertos. Este y no otro fue también el motivo y objeto por el
cual los hebreos de todo el mundo asintieron en masa a la Conferencia de la Paz
en Paris.
Muchas
de las casas bancarias de Wall Street han sido antiguamente sucursales de casas
germanas y austriacas ya existentes, que se ayudaron mutuamente con capitales,
manteniendo asimismo estrechísimas relaciones. Varias de ellas hasta estuvieron
unidas por lazos familiares de sus asociados. Pero siempre fue el lazo mas
fuerte el de la raza. La mayor parte de estas casas bancarias soportaron rudos
golpes durante la guerra, por haberse jugado sus relaciones europeas en el
bando falso. Solo se considera esto como un pasajero desliz y los financistas
hebreos estarán muy pronto preparados para reanudar la lucha por la hegemonía
financiera absoluta en los Estados Unidos. El porvenir decidirá su éxito. Es
rarísimo que todos los esfuerzos hebreos por su predominio mundial vayan por
mal camino. Siempre, en el justo momento en que piensan colocar la piedra final
en su arco triunfal, ocurre cualquier desgracia, y toda la obra se derrumba
estrepitosamente. Esto ocurrió tantas veces en la historia judía, que los
mismos hebreos lo saben perfectamente e idearon buscar una explicación al
fenómeno. Traen en muchos casos a colación el famoso "antisemitismo".
Aun en nuestros días, en los que el voraz incendio de la guerra ilumino tantas
cosas que normalmente se ocultaban en las tinieblas, se califica al general
despertar de los pueblos de antisemitismo, explicándolo por el hecho de que
luego de cada guerra se acostumbra echar toda la culpa al pobre e inocente
hebreo.
¿No
se impone imperiosamente aquí la pregunta de por qué?
La
cuestión del "antisemitismo" no basta para explicar completamente el
malograr de las potencias financieras hebreas en su intento de predominio
absoluto en un país como los Estados Unidos de Norteamérica. Ese ficticio
antisemitismo no alcanza a aquellos que, reciamente atrincherados, están detrás
de la valla de su capitalismo. La callada resistencia de la alta finanza
no-judía de Wall Street, por ejemplo, y aquella de la Bolsa de Fondos de Nueva
York, no son "antisemitas". No impide esta resistencia a los hebreos
que realicen sus negocios, sino que solo hace frente al abierto programa de un
absoluto predominio, que no tiende al bienestar universal, sino únicamente al
egoísmo de determinada raza.
Hasta
hace pocos años, la casa bancaria Kuhn, Loeb y Cia., según la opinión publica,
alentaba esperanzas de ocupar muy pronto el primer puesto entre los bancos
emisores neoyorquinos. Numerosas razones apoyaban dicha opinión, y entre otras
el hecho de que dicha casa financio a Mr. Harriman en su lucha contra Mr. J.
Hill en la cuestión de los ferrocarriles. Pero ello no obstante dicha esperanza
se esfumo.
Con
razón social Kuhn, Loeb y Cia., la potencialidad financiera judía en los
Estados Unidos alcanzo su más alto nivel. Jefe principal de la casa fue el
extinto Jacobo Schiff, nativo de Francfort sobre el Maine, donde su padre fue
uno de los corredores de la casa Rothschild. Fue también socio de la casa, Otto
Kahn, oriundo de Mannheim, y ligado desde largo tiempo con los Speyer,
igualmente nativos de Francfort, en tanto que otro tercer consorcio, Felix
Warburg, contrajo enlace con una hija de Jacobo Schiff.
Un
esplendor mayor que el de esta razón social no la alcanzo la alta finanza
hebrea en parte alguna. Empero, se advirtió últimamente cierto movimiento de
flanco, que acaso acerque la ambición hebrea a su fin. Acorralados en Wall
Street, se concentraron algunos financistas hebreos sobre otros centros
norteamericanos, y esta ulterior influencia en asuntos yanquis promete
acrecentarse. Si dirige el primero de estos movimientos de flanco contra las
Américas Central y del Sur. El apoyo financiero y los buenos consejos, que
recibió Méjico últimamente durante la extrema tirantez de sus relaciones con
los Estados Unidos, procedieron de fuente hebrea norteamericana. En cambio, el
intento de lograr influencias en el Japón, no parece haber prosperado tanto. Se
sabe que Jacobo Schiff ayudó financieramente al Japón en su lucha contra Rusia.
Esto explicose perfectamente: como siendo un negocio esplendido y, además, una
oportunidad propicia para vengarse de Rusia por su supuesto mal trato de los
hebreos. Al propio tiempo aprovecho Schiff la ocasión de inculcar a los
prisioneros rusos en los campamentos japoneses las ideas subversivas, que
cristalizaron mas tarde en el bolcheviquismo ruso. Empero, el objeto primordial
parece haber sido el de agregar el naciente Imperio del Japón a la cadena de
las conquistas hebreas por la fuerza de su dinero. Ya había arraigado el poder
financiero hebreo en el Japón; pero al parecer, las esperanzas de Schiff en
este sentido no se cumplieron del todo. Es indudable que los japoneses
entienden mucho mas del "peligro hebreo" que los norteamericanos.
Además esa raza es en extremo desconfiada y trato todo este asunto simplemente
desde un punto de vista comercial, lo cual dicen que disgusto muchísimo a
Jacobo Schiff. Esto es de gran importancia actualmente frente a la propaganda
que constantemente tiende a causar rozamientos entre los Estados Unidos y el
Japón.
El
objetivo último parece ser Sudamérica. El hebraísmo se sirve, para lograr la
hegemonía mundial, de dos medios: el manejo de dineros, y la utilización de
personas. No existe gobierno, que pueda trasplantar a 250.000, o 500.000, o
hasta un millón de personas de una parte a la otra del mundo, tal como traslada
sus ejércitos un general. El hebraísmo, en cambio, puede hacerlo, y lo hace
ahora. Es todo cuestión de fletamentos. Desde Polonia, donde la todopoderosa
conferencia de la paz creo especiales prerrogativas para los hebreos, tanto que
estos deberían tener fundados motivos para permanecer allí, se esta preparando
un inmenso traslado hacia el Oeste. Una parte de esas masas es dirigida hacia
América del sur. Otra parte de los ya emigrados a los Estados Unidos embarcara
también con rumbo al continente Sur, después de cierto periodo preparatorio en
nuestro país.
Consiste
el segundo medio para lograr la hegemonía mundial en la utilización del oro y
su influencia. Si se quiere explicar cual pueda ser el objeto real de ello,
consta que una enorme fluctuación de personas hebreas y de dinero hebreo se
desarrolla actualmente en dirección de América del Sur. Junto a esto es posible
observar una gran importación de materiales que, deduciendo por lo que dicen
los "Protocolos" sionistas, solo puede encaminarse hacia un fin
netamente determinado.
El
próximo intento de conquistar el poder total del continente americano procederá
tal vez del Sur, donde el poderío israelita hoy en día es mucho mas fuerte de
lo que su reducido numero hace suponer, pues sus intrigas revolucionarias se
hacen notar ya en los frecuentes incidentes entre los diversos Estados.
Internamente
debemos fijar nuestra atención sobre Nueva York y su centro financiero, donde
indicábamos ya el subido nivel del poderío financiero semita. Otra señal de la
influencia israelita sobre la Hacienda yanqui resulta menos lisonjera para
dicha raza, y es la de que no pudiendo elevarse más su influencia financiera,
descenderá por canales profundos y muchos más irregulares que ninguna otra
actuación financiera.
Constituirá
un extraordinario capitulo la relación de las tretas de los Robin, Lamar,
Arnstein y demás miembros de la banca que contribuyo eficazmente a la larga
serie de hechos criminales que tuvo por escenario obscuros rincones de Wall
Street. El punto principal en todas estas historias seria que esta índole de
delitos resulta genuinamente judío. No es posible afirmar que tal proceder
contara con el asentimiento de la comunidad hebrea en general; pero lo cierto
es que aquellos y sus portavoces permanecieron siempre callados frente a este
delinquir financiero, cuando debieron haber hecho oír sus correligionarios la
mas vehemente reprobación. Cualquier fiscal conoce perfectamente el obcecado
celo de los semitas en defender a un miembro de su raza, sin reparar en la
gravedad o índole de su delito. Lo cierto es que, en investigaciones
practicadas hace pocos años, y cuyo resultado evidencio que cierto vicio
explotado mercantilmente era monopolio exclusivo judío, descubrióse que tomaron
parte activa también algunos hebreos probos. Pero esto no fue óbice para que a
la publicación de los hechos en la prensa se opusiera la más tenaz
resistencia.
Se
sorprendió en fecha reciente el país ante la noticia de que se habían perdido
por robos organizados en banda en Wall Street, valores y títulos del empréstito
de la Libertad por valor de 12 millones de dólares. Las pesquisas demostraron
que los títulos comerciados entre la Bolsa y los Bancos, habían sido
confiadamente transportados por mensajeros (los messenger boys ) que a menudo
llevaban hasta valores por 250.000 dólares de una caja a otra, y cuyo trafico
se desarrollo en el barrio localmente estrecho de Wall Street. En el verano de
1918 se reclutaron estos messenger boys para servicios de guerra y hubo
necesidad de colocar a otros empleados adultos. De inmediato se advirtieron
indicios alarmantes. Desaparecieron los emisarios uno tras otro sin que
volviera nadie a tener noticias suyas. Se adoptaron toda clase de precauciones.
Los emisarios debieron salir solo por parejas, vigilados por los detectives más
hábiles; mas los emisarios seguían desapareciendo tan misteriosamente como
antes. Continuaron así las cosas hasta la primavera de 1920, sumando las
cantidades desaparecidas hasta 12 millones de dólares. Por fin pudieron
practicarse algunas detenciones, de cuyos sumarios resulto la existencia de una
banda perfectamente organizada de ladrones judíos , compuesta por cierto número
de judíos acaudalados en unión de criminales hebreos profesionales . Este
Estado Mayor sirvióse de jóvenes semitas, en su mayoría recién inmigrados de
Rusia , que bajo inofensivos apellidos anglo-sajones pidieron los puestos de
mensajeros en Wall Street, para después desaparecer con los valores que se les
confiaba, y que los jefes "reducían" en otras poblaciones, es decir,
convertían en dinero.
Gracias
a un emisario no-judío, cuya miseria se aprovecho para complicarle en el
asunto, se descubrió el delito, aunque sus cómplices le amenazaron de muerte.
Algunos ingresaron en la cárcel, pero los jefes de la banda evitaron al castigo
huyendo, protegidos por grandes y misteriosas influencias. La posición de la
prensa y población hebreas frente a estos criminales, es de simpatía y
admiración. Y ¿por que no? Victimas de esos robos fueron únicamente los "goyim",
los no-judíos, y la victima principal el capitalismo no-judío. El
"kahal" neoyorquino echo tierra al asunto y guardo absoluto silencio.
Dada en cambio la coherencia estrechísima de todos los elementos hebreos en la
capital, hubiera podido aclararlo un mancomunado intento de investigación, como
también otras muchas cosas. Consta, entonces, que el instituto racial protege
manifiestamente a todo miembro judío perseguido por la Ley, por mucho que este
haya merecido su castigo.