sábado, 14 de diciembre de 2019

A CONTINUAR LA ENTREGA

miércoles, 11 de diciembre de 2019

CAMBIAR PARA QUE NADA CAMBIE

Como era lógico y de esperar, la asunción de Alberto Fernandez y de Cristina Fernandez de Kirchner a la presidencia y vice de la nación, despertó una oleada de algarabía y desenfreno (en algunos casos pornográficos) entre sus votantes; los que inmunes a todo dato de la realidad esperan ilusionados que la nueva dupla gobernante traiga consigo la solución a los múltiples problemas económicos que padecemos los argentinos.


Lo que ni estos, ni los otros, ni casi nadie, tiene en cuenta es que, aquí y en la China, un cambio de gobierno no significa necesariamente que el Poder cambie de manos. Menos que menos en nuestra patria sometida desde hace décadas al imperialismo internacional de dinero.


En ese contexto, el regreso del kirchnerismo, luego del desastre macrista, representa simplemente el inicio de un momento que es la continuidad lógica de otro; es decir la continuidad de un proceso.


Esos dos momentos están dados por la vigencia de dos modelos económicos que se alternan en la política argentina desde el siglo pasado; como dos caras de la misma moneda.


Por un lado el modelo  que propone el capitalismo liberal, que consiste en pocas palabras, en lo siguiente: reducción del gasto público (es decir achicamiento del Estado), rebaja de los impuestos, flexibilización laboral, estabilidad monetaria y financiamiento externo. Es lo que hicieron en nuestra historia reciente  –salvando detalles- los militares del Proceso, Carlos Saul Menem y Mauricio Macri.


Por el otro lado, su contraparte, el populismo de izquierda, que propone: crecimiento del gasto público, expansión monetaria, reestructuración de la deuda externa, altos impuestos, retenciones al campo y planes sociales. Es lo que hizo –por ejemplo- el kirchnerismo.


Las diferencias entre ambos modelos son claras, pero también es claro algo, y es que ambos coinciden en seguir atados al poder financiero internacional, a la esclavitud de la deuda, eh ahí la cuestión. Por ende, cualquier sea el modelo que se aplique –más allá de algún éxito inicial- está condenado al fracaso.


Los resultados están a la vista. Periódicamente  la  Argentina debe enfrentarse a situaciones de crisis que la retrotraen a su real situación de postración económica y de sometimiento.


Dicho esto la pregunta que se impone es la siguiente: ¿Cuál es el modelo que proponen los nacionalistas para salir adelante?


Pues bien, la propuesta cae de maduro. En apretada síntesis lo que se necesita es un modelo que ante todo rompa con la esclavitud de la deuda externa y del financiamiento en desmedro de los intereses nacionales; y que luego aplique los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia, (primacía del bien común, reciprocidad en los cambios y subsidiaridad); más concretamente, que contemple un adecuado impuso estatal a la industria y un proteccionismo selectivo a las actividades más competitivas; junto con la aplicación de la teoría cualitativa de la moneda del Dr. Walter Beveraggi Allende, es decir, crédito abundante y barato destinado a la actividad productiva.


Demás está decir que para llevar adelante esto es indispensable dos cosas, en lo interno, una clase dirigente patriota y honesta; y en lo internacional, la unidad con los demás países de nuestra América en torno a un proyecto de construcción de un poder autónomo de los centros de poder mundial que permita el desarrollo nacional.


No hay otra alternativa, o retomamos el control de nuestra economía o perecemos.






                    Edgardo Atilio Moreno