sábado, 14 de diciembre de 2019

25-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

25-SEGUNDA PARTE  DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD


XXV PLANES FINANCIEROS DE LOS HEBREOS

Se funda el poderío financiero judío en sus recíprocas relaciones internacionales, extendiéndose sobre todo el mundo en forma de una ininterrumpida cadena de Bancos y puntos de enlace financieros, ubicándose siempre del lado de aquellos que se prestan a favorecer las jugadas dudosas de los estrategas hebreos. Se hallaba su sede central, y tal vez se encuentre hoy en Alemania, o mejor dicho, en Francfort sobre el Maine, pero cierta manifiesta nerviosidad parece indicar que se va tornando necesario su traslado. Pudiera ser que la Providencia resultara, al fin y al cabo, más fuerte que todo el poderío financiero hebreo. De doquiera confluye el oro del mundo entero para ser engullido por los sótanos de los edificios bancarios de las Américas del Norte y del sur. Mas no para fructificar en dichos continente, sino para movilizar el dominio hebreo hacia un ultimo golpe desesperado. Esta gran potencia financiera hebrea, tiene miedo. Tiene para ello razón suficiente. La sangre derramada durante la guerra mundial, cuyos intereses aun ahora esta cobrando, chorrea en sus manos. ¡No es de extrañar, entonces que el judaísmo tiemble ante la posibilidad de verse desenmascarado! 
Algunos grandes Bancos hebreos en diferentes países, por poderosos que fueren, no constituirían de por sí un peligro. En competencia leal y con armas idénticas, no puede sostenerse el judío. Los Rothschild no fueron jamás banqueros en el sentido propiamente dicho de esta profesión, sino que oficiaron de prestamistas de dinero a los Estados, a cuyos representantes sobornaron previamente para que emitieran empréstitos. Estos hebreos enhebraban sus negocios tal como el usurero, que induce al hijo ingenuo del aristócrata a que le solicite dinero prestado, sabiendo que su padre lo pagara.
A nosotros, entonces, no nos interesa el banquero hebreo individualmente. Los loros que repiten estúpidamente las frases hebreas, creen que el negociante judío tiene el mismo derecho a ganar que otro negociante cualquiera. Nadie lo niega. Pero cuando observamos frente a nosotros una cadena ininterrumpida de consulados financieros de sistema uniforme, y que no pueden considerarse Bancos norteamericanos, franceses, británicos españoles, ni alemanes, sino que representan solo eslabones de la cadena universal bancaria hebrea, resulta que, efectivamente, no se trata aquí de individuos judíos, que como otras personas pueden dedicarse a sus asuntos, particulares, sino de un conjunto de inimaginable poder, con fines buenos o malos. Lo malo, sin embargo, tiene enorme preponderancia sobre lo bueno. 
Tal sistema bancario universal no quiere decir tampoco que en cada país la casa de banca mas fuerte sea precisamente judía. Así, por ejemplo, Kuhn, Loeb Cia ., no representa ni con mucho el instituto bancario más sólido de los Estados Unidos. Empero, emana de esta casa un sistema financiero, que actualmente prevalece en la totalidad de la Hacienda yanqui. Paul Warburg, semita de procedencia germana y miembro del trust financiero universal hebreo, fue enaltecido en los círculos oficiales norteamericanos con elogios completamente inmerecidos. La influencia de este espíritu de Warburg, conjuntamente con el de los Stern, Fürstenberg, Sonnenschen, Sansoon, Samuel y Bleichroder en otros varios países, fue verdaderamente asombrosa. 
Los financistas judíos "hicieron" la guerra mundial, así como hicieron todas las guerras de importancia. Ningún hebreo iniciado lo negara, y aun muchos de ellos se jactan de tal hazaña, como una señal inequívoca del poderío mundial judío. Reinaba por encima de los Estados beligerantes una junta financiera internacional puramente judía, inalcanzable o inhallable. Si los miembros de dicha junta hubiesen realmente sido leales a sus respectivas patrias, ninguno de ellos habría podido prevalecer entre ellos. Por el contrario, estando como estaban unidos en potencia financiera supranacional, poseyendo secretos de todas las naciones, manteniéndose en constante relación personal mutua, aun en épocas en que estaban rotas todas las comunicaciones entre las naciones beligerantes; siendo, además, los verdaderos señores susceptibles de decidir sobre la duración de la guerra, como sobre la hora de la mal llamada paz, convertíase este grupo hebreo en horrendo peligro para quien haya comprendido tales maquinaciones y contactos subterráneos. 
Llama la atención del lector de los "Protocolos" el gran número de párrafos que hablan de asuntos monetarios y financieros. La replica hebrea de que dichos Protocolos solo pudieron ser redactados por un criminal o un loco, esta calculada para aquellos que, o bien no los leyeron, o que pasaron por alto los planes financieros contenidos en ellos. Los criminales o los locos no suelen hacer tan fría y científicamente la autopsia de un sistema financiero vigente, proclamando frente a aquel, otro nuevo y para ellos mejor. Es preciso, pues, que nos ocupemos de nuevo detenidamente de algunos de esos puntos a que hacen referencia los Protocolos. 
"Allí donde nos vaya mal, nos transformaremos en proletariado revolucionario, convirtiéndonos en suboficiales de los partidos subversivos. Cuando surjamos, con nosotros también surgirá el siniestro poder de la Bolsa", como decía el jefe sionista Teodoro Herzl en su obra titulada: "Un Estado judío". Ante esa unión entre la anarquía y la preponderancia bursátil, se halla el mundo actualmente. Véase lo que ocurre en Rusia, y véase también lo que hizo esa caterva de agentes que acudió a Versalles para restablecer la "Paz". Esta fue hecha por financistas, siendo aquel Tratado el recibo presentado no solo a un enemigo vencido, sino al mundo entero. Recogen ahora los banqueros judíos los intereses de todas las partes del mundo. 
Resulta interesante leer al respecto lo que dice el Protocolo núm. 6: " Al siguiente día de la catástrofe política (¡!)  empezaremos ya a crear poderosos monopolios y acumulaciones de riquezas, frente a los cuales las mayores fortunas no-judías quedaran dependientes en tal forma, que por fuerza se resquebrajaran, y con ellas todo crédito nacional". 
"Al propio tiempo será preciso instigar enérgicamente el comercio y las industrias, y particularmente la especulación, cuya tarea consistirá en servir de contrapeso a la industria. Sin ella, la industria aumentaría la opulencia general, mejorando, asimismo, la situación de la agricultura, y llegaría a ponerse en condiciones de emanciparse de sus deudas a los Bancos hipotecarios. Mediante la industria se evacuara el campo llano, tanto de hombres, como de capital. Con la especulación deberá afluir el dinero de todo el mundo a nuestras manos. A fin de destruir la industria de los infieles, despertaremos en ellos la sed de toda índole de lujos, como estimulo para la especulación". 
Queda aquí establecida netamente la idea de que los derroches y las deudas, favorecen el poderío del prestamista hebreo. No acredita este, dinero para fortificar, las industrias, sino para explotarlas. Cualquier opulencia independiente, industrial o agrícola, amenaza su preponderancia mundial. Debe la industria, entonces, refrenarse por medio de la especulación, que se aumentara a su vez con el cotidianamente más creciente lujo. Un pueblo trabajador puede muy pronto librarse de deudas con el producto de su trabajo. Por eso es preciso despertar en él apetitos nuevos y mantenerlo en la esclavitud deudora. Consiste uno de los medios para ello en "deshabituar" a la vida del campo. 
"Lograremos por la fuerza el aumento de jornales, mas no serán beneficiosos para los obreros porque al propio tiempo aumentaremos los precios de todas las necesidades de la vida, con el pretexto de que es el resultado de la crisis de la agricultura y la ganadería. Socavaremos también profunda y artificialmente, las fuentes de toda sana producción, a fin de infiltrar a los obreros ideas ácratas e inducirles al alcoholismo..." 
Ocurrió todo esto realmente y es conocido de todo el mundo o Conserva el Museo Británico de Londres desde el año 1906 un ejemplar impreso de dichos "Protocolos". ¿Los redactó, pues, un profeta, que supo místicamente prever los acontecimientos, o más bien un poder que fríamente los prefijara? 
El plan mundial judío, tal como se muestra en dichos Protocolos, se basa especialmente en premisas económicas falsas, a cuya adopción es preciso inducir a gobiernos y pueblos. Mas estas no solo son falsa, sino que se esgrimen conscientemente al objeto de engañar, tornándose irrealizables. 
Los conceptos efectivos que tiene el judío de la vida económica, son absolutamente distintos de aquellos que enseñan a los infieles. Los financistas judíos conocen mejor que nadie lo  rematadamente absurdo del sistema financiero vigente, pero extraen su provecho de dicho absurdo, destruyen la sociedad no-judía y fortifican así el predominio pan-judío. Se esfuerzan con toda energía en mantener este sistema falso, hasta tanto nos lleve al inevitable derrumbamiento. Desearían, entonces, reedificar el mundo de acuerdo con los principios financieros verdaderamente hebreos. El falso sistema sirve solo para la era todavía no-judía. Que efectivamente, se trata la vida económica actual, esta demostrado en el tercer Protocolo. Se dice allí, luego de haberse indicado los medios conducentes a instigar el odio de las clases bajas contra los ricos: "Aumentara esta enemistad todavía a raíz de situaciones criticas, que lleven a catástrofes bursátiles y a la paralización de todo el mecanismo.  Cuando hayamos provocado la crisis económica general por todos los medios subterráneos de nuestras manos, provocaremos en toda Europa, con las masas de obreros, conflictos callejeros. Los obreros derramaran la acostumbraron desde su infancia a envidiar, y cuya propiedad creerán poder después repartirse entre sí". 
Es todo esto de público dominio, como que ocurre ya en Europa. Las armas primeramente esgrimidas fueron de índole económica. El plan judío ser realizó merced a la división de la sociedad no-judía en ricos y pobres. Divide y vencerás, tal es el lema del hebreo. División de la sociedad cristiana por medio de animosidades económicas, confesionales, sociales y nacionales, en tanto los judíos forman una unidad compacta, que solo por este hecho se halla en condiciones de dominar a un mundo dividido en su seno. Tengamos únicamente en cuenta el enorme poderío hebreo en Rusia, Alemania, Austria, Francia, Italia, Inglaterra y los Estados Unidos, como resultado de la guerra mundial. Ningún banquero judío de Rusia fue molestado, en tanto que a los no-judíos se les paso por las armas, quitándose sus bienes. El bolcheviquismo no suprimió el capitalismo; solo traspaso los capitales de propietarios no-judíos a manos judías, y este es en realidad el único y exclusivo objeto, tanto del socialismo, como del anarquismo y del bolcheviquismo. Allí donde se publique la caricatura de un capitalista cubierto de oro y brillantes, llevara, inevitablemente las facciones de un tipo no-judío. Los "capitalistas" denunciados en el periodismo rojo, no son nunca judíos. Cualquier huelga de importancia, en los ferrocarriles, en la industria del acero o en la minera, va siempre contra empresas no-judías: radica ahí toda la finalid ad del movimiento obrero rojo. Es de una raza extraña, es semita y es anticristiano.
Un punto interesante de los "Protocolos" es el de la contraposición del sistema financiero actualmente favorecido por los judíos, y que representa el sistema hebreo genuino. 
Se dice en el Protocolo 20: "El patrón de oro destruyó a aque llos Estados que lo adoptaron, pues no pudo realmente satisfacer la demanda de signos monetarios, especialmente por la razón de que retirábamos tanto oro de la circulación como considerábamos conveniente". El no-judío ingenuo preguntara: "¿Por que podían los hebreos tener interés en retirar el oro de la circulación, no pudiendo así extraer beneficios del mismo?" No olvidemos al respecto lo dicho acerca de la diferencia fundamental entre el "productor" y el "recolector". Para la gente cuya herramienta es el dinero, una crisis económica resulta mucho más lucrativa que una época prolongada de bienestar económico. 
"Provocamos situaciones criticas en la vida económica, con tal de dinero de la circulación". Todo el mundo sabe que la desaparición del dinero disponible de la circulación general, produce pánico y consternación. Nosotros, los norteamericanos, fuimos testigos durante quince meses de tal desaparición y de sus consecuencias. La orden respectiva se envió telegráficamente a los financistas para un día determinado, y ese mismo día sobrevino una catástrofe económica en todo el territorio de la Unión. Banqueros honestos intentaban ayudar, en tanto que aquellos otros iniciados extratanpingües ganancias de aquella catástrofe. Se substrajo el dinero a su objetivo legal, siendo dado a los especuladores al 6 por ciento, quienes a su vez volvieron a prestarlo al 30 por ciento. 
No se le ocurrirá a ninguna persona cuerda querer explicar tales acontecimientos como "leyes naturales", ni como consecuencia de una practica comercial honesta. 
En otra parte se burlan los Protocolos de la política financiera de los gobiernos, diciendo: "A raíz de métodos admitidos por gobernantes torpes, vacióse el Tesoro publico. Seguía a esto el periodo de contraer deudas y de gasta los últimos activos, y esto llevo a los Estados no-judíos al borde de la bancarrota". 
Están los Estados en bancarrota, desde el punto de vista financiero, y se sostienen solo artificialmente por medio de contribuciones tan enormes, que equivalen a la desposeción. Estados Unidos, falsamente llamado el "país más rico del mundo", se halla en su condición de Estado exactamente tan pobre y arruinado como cualquier otro. Nada tiene, salvo deudas, y sigue contrayendo empréstitos. 
Dicen mas adelante los Protocolos: "Demuestra cada empréstito la incapacidad e ignorancia del respectivo gobierno en cuanto a los derechos del Estado. Los empréstitos, como espada de Damocles, se suspenden sobre las casas reinantes, que en vez de repartir contribuciones a tiempo, extienden las manos pidiendo limosna a nuestros financistas. Los empréstitos exteriores, sobre todo, son como las sanguijuelas, que no se pueden arrancar del cuerpo de los Estados hasta que caen por su propio peso, si no es el gobierno quien las quit e violentamente, pero los gobiernos nojudíos, muy lejos de suprimirlos, tornan a "lanzar" cada vez otros nuevos. Irremisiblemente deben hundirse a consecuencia de tan perenne y voluntaria sangría".
No admite replica alguna esta crítica . 
Añaden los Protocolos con escarnio: "Entendámonos bien: aunque nosotros mismos hayamos propiciado tan necia política, naturalmente que no la seguiremos. ¿Cual es el efecto de un empréstito, especialmente de uno exterior? La emisión de un certificado de deuda con la promesa de pagar intereses. El empréstito ofrece un 5 por ciento, y resulta que luego de 30 años el Estado pago los intereses inútilmente, aunque haya devuelto toda la cantidad adeudada: después de 40 años habrá pagado los intereses por doble valor, y al cabo de 60 años, por valor triple de la deuda, en tanto que esta queda incólume". 
¡Más claro, el agua! Y, sin embargo, ¿quien se dará cuenta cabal de ello? Aun seguimos viviendo bajo la influencia de la doctrina, que dice que las "deudas nacionales redundan en beneficio de la economía nacional". Por el contrario, lo cierto es que el importe de las deudas nacionales ofrece una exacta medida de la esclavitud de los Estados bajo el cetro de Judá. 
Se ocupan los capítulos 20 y 21 de los "Protocolos" en exponer el programa de la política que seguirán los hebreos, cuando hayan alcanzado el poder mundial, diciendo: "Una vez que ocupemos los tronos del mundo, se excluirán todos los procedimientos económicos, que no coincidan con nuestros intereses". 
1º "Se cerraran definitivamente las Bolsas de fondos, pues no admitiremos que nuestro renombre sufra con las oscilaciones de los precios de nuestros valores. Fijaremos para estos un cambio forzoso igual a su valor nominal total sin permitir que nadie lo alce o baje. Las alzas de precios son seguidas de bajas: esa fue nuestra gran jugada con los títulos de los Estados no-judíos". 
2º "Legal embargo del dinero, a fin de regular su circulación" 
3º "Implantaremos una unidad monetaria, basada sobre el valor de determinada unidad productiva, aunque el material del que se componga la moneda sea papel o madera (¿?). Emitiremos en todo momento tanto dinero como sea preciso para satisfacer las necesidades normales de cada ciudadano, emitiendo con cada nacimiento una suma determinada, y retomándola con cada defunción". 
4º "Serán comprados por nuestro gobierno títulos y valores, y este, en vez de pagar tributos por los empréstitos, los emitirá bancariamente. Este procedimiento evitara todo estancamiento monetario en la Hacienda publica, toda vida parasitaria y ociosa, condiciones y habilidades que para nosotros fuero útiles, en tanto, los infieles eran todavía dependientes; pero que no admitiremos cuando nuestro Reino haya llegado". 
5º "Substituiremos las bolsas por instituciones financieras del Estado, cuya misión será la de fijar el valor de los títulos oficiales, de acuerdo con instrucciones del gobierno. Dichos institutos estarán fundados de tal manera, que en un solo día podrán comprar o vender respectivamente por valor de 500 millones de papel industrial, de modo que toda empresa industrial dependerá de nosotros. Es de imaginar el enorme poderío que alcanzaremos con tales medidas. 
Se prevén las siguientes fuentes de ingresos contributivos en el Imperio mundial judío: 1º Recargo progresivo sobre la propiedad; 2º Recargo progresivo sobre los beneficios y herencias; 3º Contribución sobre el traspaso de bienes, en efectivo o en valores; 4º Tasa al lujo y recargo del sellado. 
Dichas medidas harán desaparecer el odio de pobres contra ricos, ya que estos serán considerados como los pilares financieros del Estado y como responsables de un pacifico bienestar. Comprenderá el proletariado que es el rico el único que facilita los medios para que siga subsistiendo tal estado de cosas y se llegue al bienestar pacifico. 
FIN