25-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
XXV PLANES FINANCIEROS DE LOS HEBREOS
Se
funda el poderío financiero judío en sus recíprocas relaciones internacionales,
extendiéndose sobre todo el mundo en forma de una ininterrumpida cadena de
Bancos y puntos de enlace financieros, ubicándose siempre del lado de aquellos
que se prestan a favorecer las jugadas dudosas de los estrategas hebreos. Se
hallaba su sede central, y tal vez se encuentre hoy en Alemania, o mejor dicho,
en Francfort sobre el Maine, pero cierta manifiesta nerviosidad parece indicar
que se va tornando necesario su traslado. Pudiera ser que la Providencia
resultara, al fin y al cabo, más fuerte que todo el poderío financiero hebreo.
De doquiera confluye el oro del mundo entero para ser engullido por los sótanos
de los edificios bancarios de las Américas del Norte y del sur. Mas no para
fructificar en dichos continente, sino para movilizar el dominio hebreo hacia
un ultimo golpe desesperado. Esta gran potencia financiera hebrea, tiene miedo.
Tiene para ello razón suficiente. La sangre derramada durante la guerra
mundial, cuyos intereses aun ahora esta cobrando, chorrea en sus manos. ¡No es
de extrañar, entonces que el judaísmo tiemble ante la posibilidad de verse
desenmascarado!
Algunos
grandes Bancos hebreos en diferentes países, por poderosos que fueren, no constituirían
de por sí un peligro. En competencia leal y con armas idénticas, no puede
sostenerse el judío. Los Rothschild no fueron jamás banqueros en el sentido
propiamente dicho de esta profesión, sino que oficiaron de prestamistas de
dinero a los Estados, a cuyos representantes sobornaron previamente para que
emitieran empréstitos. Estos hebreos enhebraban sus negocios tal como el
usurero, que induce al hijo ingenuo del aristócrata a que le solicite dinero
prestado, sabiendo que su padre lo pagara.
A
nosotros, entonces, no nos interesa el banquero hebreo individualmente. Los
loros que repiten estúpidamente las frases hebreas, creen que el negociante
judío tiene el mismo derecho a ganar que otro negociante cualquiera. Nadie lo
niega. Pero cuando observamos frente a nosotros una cadena ininterrumpida de
consulados financieros de sistema uniforme, y que no pueden considerarse Bancos
norteamericanos, franceses, británicos españoles, ni alemanes, sino que
representan solo eslabones de la cadena universal bancaria hebrea, resulta que,
efectivamente, no se trata aquí de individuos judíos, que como otras personas
pueden dedicarse a sus asuntos, particulares, sino de un conjunto de
inimaginable poder, con fines buenos o malos. Lo malo, sin embargo, tiene
enorme preponderancia sobre lo bueno.
Tal
sistema bancario universal no quiere decir tampoco que en cada país la casa de
banca mas fuerte sea precisamente judía. Así, por ejemplo, Kuhn, Loeb Cia ., no
representa ni con mucho el instituto bancario más sólido de los Estados Unidos.
Empero, emana de esta casa un sistema financiero, que actualmente prevalece en
la totalidad de la Hacienda yanqui. Paul Warburg, semita de procedencia germana
y miembro del trust financiero universal hebreo, fue enaltecido en los círculos
oficiales norteamericanos con elogios completamente inmerecidos. La influencia
de este espíritu de Warburg, conjuntamente con el de los Stern, Fürstenberg,
Sonnenschen, Sansoon, Samuel y Bleichroder en otros varios países, fue
verdaderamente asombrosa.
Los
financistas judíos "hicieron" la guerra mundial, así como hicieron
todas las guerras de importancia. Ningún hebreo iniciado lo negara, y aun
muchos de ellos se jactan de tal hazaña, como una señal inequívoca del poderío
mundial judío. Reinaba por encima de los Estados beligerantes una junta
financiera internacional puramente judía, inalcanzable o inhallable. Si los
miembros de dicha junta hubiesen realmente sido leales a sus respectivas
patrias, ninguno de ellos habría podido prevalecer entre ellos. Por el
contrario, estando como estaban unidos en potencia financiera supranacional,
poseyendo secretos de todas las naciones, manteniéndose en constante relación
personal mutua, aun en épocas en que estaban rotas todas las comunicaciones
entre las naciones beligerantes; siendo, además, los verdaderos señores
susceptibles de decidir sobre la duración de la guerra, como sobre la hora de
la mal llamada paz, convertíase este grupo hebreo en horrendo peligro para
quien haya comprendido tales maquinaciones y contactos subterráneos.
Llama
la atención del lector de los "Protocolos" el gran número de párrafos
que hablan de asuntos monetarios y financieros. La replica hebrea de que dichos
Protocolos solo pudieron ser redactados por un criminal o un loco, esta
calculada para aquellos que, o bien no los leyeron, o que pasaron por alto los
planes financieros contenidos en ellos. Los criminales o los locos no suelen
hacer tan fría y científicamente la autopsia de un sistema financiero vigente,
proclamando frente a aquel, otro nuevo y para ellos mejor. Es preciso, pues,
que nos ocupemos de nuevo detenidamente de algunos de esos puntos a que hacen
referencia los Protocolos.
"Allí
donde nos vaya mal, nos transformaremos en proletariado revolucionario,
convirtiéndonos en suboficiales de los partidos subversivos. Cuando surjamos,
con nosotros también surgirá el siniestro poder de la Bolsa", como decía
el jefe sionista Teodoro Herzl en su obra titulada: "Un Estado
judío". Ante esa unión entre la anarquía y la preponderancia bursátil, se
halla el mundo actualmente. Véase lo que ocurre en Rusia, y véase también lo
que hizo esa caterva de agentes que acudió a Versalles para restablecer la
"Paz". Esta fue hecha por financistas, siendo aquel Tratado el recibo
presentado no solo a un enemigo vencido, sino al mundo entero. Recogen ahora
los banqueros judíos los intereses de todas las partes del mundo.
Resulta
interesante leer al respecto lo que dice el Protocolo núm. 6: " Al
siguiente día de la catástrofe política (¡!)
empezaremos ya a crear poderosos monopolios y acumulaciones de riquezas,
frente a los cuales las mayores fortunas no-judías quedaran dependientes en tal
forma, que por fuerza se resquebrajaran, y con ellas todo crédito
nacional".
"Al
propio tiempo será preciso instigar enérgicamente el comercio y las industrias,
y particularmente la especulación, cuya tarea consistirá en servir de
contrapeso a la industria. Sin ella, la industria aumentaría la opulencia
general, mejorando, asimismo, la situación de la agricultura, y llegaría a
ponerse en condiciones de emanciparse de sus deudas a los Bancos hipotecarios.
Mediante la industria se evacuara el campo llano, tanto de hombres, como de
capital. Con la especulación deberá afluir el dinero de todo el mundo a
nuestras manos. A fin de destruir la industria de los infieles, despertaremos
en ellos la sed de toda índole de lujos, como estimulo para la
especulación".
Queda
aquí establecida netamente la idea de que los derroches y las deudas, favorecen
el poderío del prestamista hebreo. No acredita este, dinero para fortificar,
las industrias, sino para explotarlas. Cualquier opulencia independiente,
industrial o agrícola, amenaza su preponderancia mundial. Debe la industria,
entonces, refrenarse por medio de la especulación, que se aumentara a su vez
con el cotidianamente más creciente lujo. Un pueblo trabajador puede muy pronto
librarse de deudas con el producto de su trabajo. Por eso es preciso despertar
en él apetitos nuevos y mantenerlo en la esclavitud deudora. Consiste uno de
los medios para ello en "deshabituar" a la vida del campo.
"Lograremos
por la fuerza el aumento de jornales, mas no serán beneficiosos para los
obreros porque al propio tiempo aumentaremos los precios de todas las
necesidades de la vida, con el pretexto de que es el resultado de la crisis de
la agricultura y la ganadería. Socavaremos también profunda y artificialmente,
las fuentes de toda sana producción, a fin de infiltrar a los obreros ideas
ácratas e inducirles al alcoholismo..."
Ocurrió
todo esto realmente y es conocido de todo el mundo o Conserva el Museo
Británico de Londres desde el año 1906 un ejemplar impreso de dichos
"Protocolos". ¿Los redactó, pues, un profeta, que supo místicamente
prever los acontecimientos, o más bien un poder que fríamente los
prefijara?
El
plan mundial judío, tal como se muestra en dichos Protocolos, se basa
especialmente en premisas económicas falsas, a cuya adopción es preciso inducir
a gobiernos y pueblos. Mas estas no solo son falsa, sino que se esgrimen
conscientemente al objeto de engañar, tornándose irrealizables.
Los
conceptos efectivos que tiene el judío de la vida económica, son absolutamente
distintos de aquellos que enseñan a los infieles. Los financistas judíos
conocen mejor que nadie lo rematadamente
absurdo del sistema financiero vigente, pero extraen su provecho de dicho
absurdo, destruyen la sociedad no-judía y fortifican así el predominio
pan-judío. Se esfuerzan con toda energía en mantener este sistema falso, hasta
tanto nos lleve al inevitable derrumbamiento. Desearían, entonces, reedificar
el mundo de acuerdo con los principios financieros verdaderamente hebreos. El
falso sistema sirve solo para la era todavía no-judía. Que efectivamente, se
trata la vida económica actual, esta demostrado en el tercer Protocolo. Se dice
allí, luego de haberse indicado los medios conducentes a instigar el odio de
las clases bajas contra los ricos: "Aumentara esta enemistad todavía a
raíz de situaciones criticas, que lleven a catástrofes bursátiles y a la
paralización de todo el mecanismo.
Cuando hayamos provocado la crisis económica general por todos los
medios subterráneos de nuestras manos, provocaremos en toda Europa, con las
masas de obreros, conflictos callejeros. Los obreros derramaran la
acostumbraron desde su infancia a envidiar, y cuya propiedad creerán poder
después repartirse entre sí".
Es
todo esto de público dominio, como que ocurre ya en Europa. Las armas
primeramente esgrimidas fueron de índole económica. El plan judío ser realizó
merced a la división de la sociedad no-judía en ricos y pobres. Divide y
vencerás, tal es el lema del hebreo. División de la sociedad cristiana por
medio de animosidades económicas, confesionales, sociales y nacionales, en
tanto los judíos forman una unidad compacta, que solo por este hecho se halla
en condiciones de dominar a un mundo dividido en su seno. Tengamos únicamente
en cuenta el enorme poderío hebreo en Rusia, Alemania, Austria, Francia,
Italia, Inglaterra y los Estados Unidos, como resultado de la guerra mundial.
Ningún banquero judío de Rusia fue molestado, en tanto que a los no-judíos se
les paso por las armas, quitándose sus bienes. El bolcheviquismo no suprimió el
capitalismo; solo traspaso los capitales de propietarios no-judíos a manos
judías, y este es en realidad el único y exclusivo objeto, tanto del
socialismo, como del anarquismo y del bolcheviquismo. Allí donde se publique la
caricatura de un capitalista cubierto de oro y brillantes, llevara,
inevitablemente las facciones de un tipo no-judío. Los "capitalistas"
denunciados en el periodismo rojo, no son nunca judíos. Cualquier huelga de
importancia, en los ferrocarriles, en la industria del acero o en la minera, va
siempre contra empresas no-judías: radica ahí toda la finalid ad del movimiento
obrero rojo. Es de una raza extraña, es semita y es anticristiano.
Un
punto interesante de los "Protocolos" es el de la contraposición del
sistema financiero actualmente favorecido por los judíos, y que representa el
sistema hebreo genuino.
Se
dice en el Protocolo 20: "El patrón de oro destruyó a aque llos Estados
que lo adoptaron, pues no pudo realmente satisfacer la demanda de signos
monetarios, especialmente por la razón de que retirábamos tanto oro de la
circulación como considerábamos conveniente". El no-judío ingenuo preguntara:
"¿Por que podían los hebreos tener interés en retirar el oro de la
circulación, no pudiendo así extraer beneficios del mismo?" No olvidemos
al respecto lo dicho acerca de la diferencia fundamental entre el
"productor" y el "recolector". Para la gente cuya
herramienta es el dinero, una crisis económica resulta mucho más lucrativa que
una época prolongada de bienestar económico.
"Provocamos
situaciones criticas en la vida económica, con tal de dinero de la
circulación". Todo el mundo sabe que la desaparición del dinero disponible
de la circulación general, produce pánico y consternación. Nosotros, los
norteamericanos, fuimos testigos durante quince meses de tal desaparición y de
sus consecuencias. La orden respectiva se envió telegráficamente a los
financistas para un día determinado, y ese mismo día sobrevino una catástrofe
económica en todo el territorio de la Unión. Banqueros honestos intentaban
ayudar, en tanto que aquellos otros iniciados extratanpingües ganancias de
aquella catástrofe. Se substrajo el dinero a su objetivo legal, siendo dado a
los especuladores al 6 por ciento, quienes a su vez volvieron a prestarlo al 30
por ciento.
No
se le ocurrirá a ninguna persona cuerda querer explicar tales acontecimientos
como "leyes naturales", ni como consecuencia de una practica
comercial honesta.
En
otra parte se burlan los Protocolos de la política financiera de los gobiernos,
diciendo: "A raíz de métodos admitidos por gobernantes torpes, vacióse el
Tesoro publico. Seguía a esto el periodo de contraer deudas y de gasta los
últimos activos, y esto llevo a los Estados no-judíos al borde de la
bancarrota".
Están
los Estados en bancarrota, desde el punto de vista financiero, y se sostienen
solo artificialmente por medio de contribuciones tan enormes, que equivalen a
la desposeción. Estados Unidos, falsamente llamado el "país más rico del
mundo", se halla en su condición de Estado exactamente tan pobre y
arruinado como cualquier otro. Nada tiene, salvo deudas, y sigue contrayendo
empréstitos.
Dicen
mas adelante los Protocolos: "Demuestra cada empréstito la incapacidad e
ignorancia del respectivo gobierno en cuanto a los derechos del Estado. Los
empréstitos, como espada de Damocles, se suspenden sobre las casas reinantes,
que en vez de repartir contribuciones a tiempo, extienden las manos pidiendo
limosna a nuestros financistas. Los empréstitos exteriores, sobre todo, son
como las sanguijuelas, que no se pueden arrancar del cuerpo de los Estados
hasta que caen por su propio peso, si no es el gobierno quien las quit e violentamente,
pero los gobiernos nojudíos, muy lejos de suprimirlos, tornan a
"lanzar" cada vez otros nuevos. Irremisiblemente deben hundirse a
consecuencia de tan perenne y voluntaria sangría".
No
admite replica alguna esta crítica .
Añaden
los Protocolos con escarnio: "Entendámonos bien: aunque nosotros mismos
hayamos propiciado tan necia política, naturalmente que no la seguiremos. ¿Cual
es el efecto de un empréstito, especialmente de uno exterior? La emisión de un
certificado de deuda con la promesa de pagar intereses. El empréstito ofrece un
5 por ciento, y resulta que luego de 30 años el Estado pago los intereses
inútilmente, aunque haya devuelto toda la cantidad adeudada: después de 40 años
habrá pagado los intereses por doble valor, y al cabo de 60 años, por valor
triple de la deuda, en tanto que esta queda incólume".
¡Más
claro, el agua! Y, sin embargo, ¿quien se dará cuenta cabal de ello? Aun
seguimos viviendo bajo la influencia de la doctrina, que dice que las
"deudas nacionales redundan en beneficio de la economía nacional".
Por el contrario, lo cierto es que el importe de las deudas nacionales ofrece
una exacta medida de la esclavitud de los Estados bajo el cetro de Judá.
Se
ocupan los capítulos 20 y 21 de los "Protocolos" en exponer el
programa de la política que seguirán los hebreos, cuando hayan alcanzado el
poder mundial, diciendo: "Una vez que ocupemos los tronos del mundo, se
excluirán todos los procedimientos económicos, que no coincidan con nuestros
intereses".
1º
"Se cerraran definitivamente las Bolsas de fondos, pues no admitiremos que
nuestro renombre sufra con las oscilaciones de los precios de nuestros valores.
Fijaremos para estos un cambio forzoso igual a su valor nominal total sin
permitir que nadie lo alce o baje. Las alzas de precios son seguidas de bajas:
esa fue nuestra gran jugada con los títulos de los Estados
no-judíos".
2º
"Legal embargo del dinero, a fin de regular su circulación"
3º
"Implantaremos una unidad monetaria, basada sobre el valor de determinada
unidad productiva, aunque el material del que se componga la moneda sea papel o
madera (¿?). Emitiremos en todo momento tanto dinero como sea preciso para
satisfacer las necesidades normales de cada ciudadano, emitiendo con cada
nacimiento una suma determinada, y retomándola con cada defunción".
4º
"Serán comprados por nuestro gobierno títulos y valores, y este, en vez de
pagar tributos por los empréstitos, los emitirá bancariamente. Este
procedimiento evitara todo estancamiento monetario en la Hacienda publica, toda
vida parasitaria y ociosa, condiciones y habilidades que para nosotros fuero
útiles, en tanto, los infieles eran todavía dependientes; pero que no
admitiremos cuando nuestro Reino haya llegado".
5º
"Substituiremos las bolsas por instituciones financieras del Estado, cuya
misión será la de fijar el valor de los títulos oficiales, de acuerdo con
instrucciones del gobierno. Dichos institutos estarán fundados de tal manera,
que en un solo día podrán comprar o vender respectivamente por valor de 500
millones de papel industrial, de modo que toda empresa industrial dependerá de
nosotros. Es de imaginar el enorme poderío que alcanzaremos con tales
medidas.
Se
prevén las siguientes fuentes de ingresos contributivos en el Imperio mundial judío:
1º Recargo progresivo sobre la propiedad; 2º Recargo progresivo sobre los
beneficios y herencias; 3º Contribución sobre el traspaso de bienes, en
efectivo o en valores; 4º Tasa al lujo y recargo del sellado.
Dichas
medidas harán desaparecer el odio de pobres contra ricos, ya que estos serán
considerados como los pilares financieros del Estado y como responsables de un
pacifico bienestar. Comprenderá el proletariado que es el rico el único que
facilita los medios para que siga subsistiendo tal estado de cosas y se llegue
al bienestar pacifico.
FIN