jueves, 19 de diciembre de 2019

DOCTRINA POSITIVA:TEMA VI-LA FAMILIA CRISTIANA Y +



DOCTRINA POSITIVA:
TEMA VI
La familia cristiana fundada en el matrimonio indisoluble y en la Patria Potestad.
El hombre es un ser social por naturaleza.

Desde el principio de su vida se presenta encuadrado en diversas formas de asociación, de las cuales necesita para su subsistencia, crianza, educación, expansión de la personalidad, adquisición y ejercicio de habilidades y virtudes, la salvación de su alma. La primera sociedad natural es la familia, la más simple e irreductible; base de todas las otras y elemento integrante de la parroquia, del municipio, de la provincia y de la Nación. La familia es, ante todo, el hogar que brinda la intimidad y protege el pudor de los miembros en un ambiente recoleto y vedado para los extraños. Allí y solamente allí, encuentra el cuidado más solícito, la individualidad de cada uno de los hijos; se atiende al peculiar modo de ser y se perfilan los caracteres. El más fuerte lleva la carga de los débiles y se consuman, en silencio, los mayores sacrificios. Si la familia se relaja o deshace, el hogar se extingue y el hombre queda a la intemperie, aislado, desamparado, desprovisto de los cuidados y afectos más necesarios. Queda en la indigencia y a merced del Estado que la aplasta como a un gusano con su peso de Leviatán. Quiere decir que de la unidad, cohesión, solidez y estabilidad de la familia, dependen la unidad, cohesión, solidez y estabilidad de la Nación. Lo que son y valen las familias es y vale la Nación. La trascendental y decisiva importancia de la institución familiar se advierte a través de la atención que ha querido dispensarle Dios. No sólo es una institución de orden natural, sino que nuestra Religión Católica nos enseña su origen divino y su divina reparación. La primera pareja, Adán y Eva, la hizo directamente Dios comunicándoles él poder de transmitir la vida: '"Creced y multiplicaos". Y el mismo Dios encarnado, Nuestro Señor Jesucristo, la rehízo sobre la base de un sacramento, "el gran Sacramento", como lo llama San Pablo. Y lo que Dios ha unido en matrimonio por la expresa voluntad de los creyentes no puede ser dividido en la tierra por el arbitrio de los mismos. Es tanto un vínculo sagrado como un vínculo natural de carácter indisoluble porque sólo unidos, en mutua fidelidad, pueden cumplir plenamente el fin de matrimonio que es engendrar, criar y educar a los hijos. Y de aquí deriva también la patria potestad que es la autoridad del marido sobre la mujer y de ambos sobre los hijos, asegurando la unidad indispensable del gobierno para mejor servir el fin de la familia. Conforme con la tradición de la antigua Roma, depurada y enaltecida por el divino magisterio de la Iglesia Católica, en las PARTIDAS de Alfonso el Sabio se destaca esa soberanía del jefe—pater familias— sobre el conjunto' compuesto por: "el señor de ella y su mujer, y todos los que viven bajo su dependencia y sobre quienes tienen mandamiento, así como los hijos, los sirvientes y los criados". La institución de la familia en nuestra gran tradición católica e hispánica, hasta la sanción de la Ley de Matrimonio Civil, a fines del año 1888, por un Parlamento jacobino, es la que define y precisa la Cátedra Infalible: "La familia es el principio de toda sociedad y de todo reino. La recta forma de esta institución, según la misma necesidad del derecho natural, se apoya primariamente en la unión indisoluble del varón y de la mujer, y se complementa en las obligaciones y mutuos derechos entre padres e hijos, amos y criados" 53 León XIII, QUOD APOSTOLICI MUNERIS.. "Ninguna ley humana puede quitar al hombre el derecho natural y primario que tiene de contraer matrimonio, ni puede tampoco ley humana alguna poner límites a la causa principal del matrimonio, cual lo estableció la autoridad de Dios en el principio: “Creced y multiplicaos" 54. La doctrina católica en lo que respecta a la familia tiene su más acabada formulación en la encíclica CASTI CONUBI de Pío XI: "Como la familia o sociedad doméstica se concibe y de hecho existe antes que la sociedad civil, se sigue que los derechos y deberes de aquélla son anteriores y más inmediatamente naturales que los de ésta". Y en lo que se refiere a la autoridad del padre y jefe de la familia, imagen de la prioridad de Dios, nos enseña: '"La igualdad de derechos debe, sin duda alguna, admitirse en cuanto atañe a la persona y dignidad humanas y en las cosas que se derivan del pacto nupcial y van anexas al matrimonio, porque en este campo ambos cónyuges gozan de los mismos derechos y están sujetos a las mismas obligaciones; en lo demás, ha de reinar cierta desigualdad y moderación, como exigen el bienestar de la familia, y la debida unidad y firmeza del orden en la sociedad doméstica" La autoridad que inviste el varón —marido y padre— está penetrada de amor, sostenida por el amor; lo cual no significa que tenga que ser débil o complaciente. Por el contrario, a imagen y semejanza del modelo divino debe ser justiciero y misericordioso, riguroso y tierno, a la vez. La subordinación voluntaria y sincera de la mujer es también un acto de amor; no debe ser algo que se soporta, sino que se quiere y acepta. Esposa y madre, es la señora junto al señor su ayuda, su aliento, su compañera en la misión que debe cumplir y la verdadera educadora de   los hijos. Su modelo es la Virgen María, la excelsa Madre de Dios, Señora y Reina de la gran familia humana, omnipotencia suplicante y corredentora con su divino Hijo.
54 León XIII, RERUM NOVARUM.
Nuestra Argentina no ha dejado nunca de ser fiel a la tradición eminentemente mariana de la Madre Patria. Y el espíritu jacobino no ha conseguido desarraigar el altísimo respeto hacia la mujer que evidencia, por ejemplo, el reglamento de San Martín para uso del Regimiento de Granaderos a Caballo, al mencionar los delitos por los cuales un oficial debe ser arrojado del cuerpo: "10 Por poner la mano a cualquier mujer, aunque haya sido insultado por ella". El hombre deja generalmente la familia de donde proviene para fundar la propia. No es conveniente que la esposa v la madre, así como los hijos menores, salgan a trabajar afuera. La vida del hogar se resiente en su intimidad, en el diálogo, en la proximidad y en la asistencia de los hijos, imprescindibles para una buena educación. Debe asegurarse un salario familiar y una asistencia social suficientes para evitar la dispersión del hogar y el desencuentro de sus miembros. La tarea docente constituye una excepción; por cierto, continúa y completa la misión educativa de la familia. La mujer es insustituible en el cuidado de la infancia. No se trata, por cierto, de excluir a la mujer casada del ejercicio de otras profesiones u oficios; pero es evidente que la ausencia durante el día, así como una ocupación más o menos absorbente en cuestiones extrañas, no favorecen la vida del hogar ni la educación de los hijos. La libertad, la seguridad y el decoro de la institución familiar exigen la Propiedad Privada y la Herencia. La posesión y uso de un patrimonio suficiente, así como la transmisión del mismo junto con la sangre, están en el orden natural y sirven a la estabilidad, consistencia y voluntad de perpetuar el linaje. Hay bienes para disfrutar y bienes para obtener una renta o salario. Lo primero que necesita una familia es la habitación, la posesión de una casa, un lugar privado, independiente, aislado, para la vida del hogar. El bien de familia por excelencia es la casa, el solar, la heredad. Disponer de un techo, cultivar una tierra propia, es un principio de libertad para la familia, puesto que le procura mejores condiciones económicas y una mayor estabilidad. La defensa del hombre, de su personalidad y de su vida interior, reclama una casa independiente, aunque sea mínima, habitada por una sola familia, antes que esos grandes palomares colectivos que ahora se usan. La familia constituida como Dios manda es también el primer organismo político dentro del Estado. Garantizada en sus libertades jurídicas y protegida en su formación y desarrollo, debe participar por intermedio de su jefe en la elección de las autoridades de los cuerpos administrativos, comenzando por el municipio. Es que la familia, lo mismo que la parroquia, el municipio, la provincia, los cuerpos docentes, culturales, militares, profesionales, manuales, empresarios y obreros, son los órganos vivientes de la Nación. De ellos tiene que emanar la representación más natural y mejor calificada para constituir los organismos supremos del Estado. Los pares en cada orden intermedio eligen a sus pares para ser representados en el gobierno. Es la más auténtica, la más justa de las formas representativas. La familia, institución de derecho divino y natural, está encuadrada en la misión sagrada de la paternidad. No es del Estado, sino que se encuentra en el Estado. Debe ser reconocida en su verdadero ser; reverenciada en su dignidad altísima; protegida y fortalecida en su vínculo, en su misión, en su libertad por el derecho positivo.