sábado, 14 de diciembre de 2019

2-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

2-SEGUNDA PARTE  DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD


II ¿FORMAN LOS JUDIOS UNA NACION?

Lo juicios que se citan a continuación, ofrecerán una explicación de lo que piensan los mismo judíos acerca de su raza, religión y ciudadanía. De ello resultara que difieren estos juicios esencialmente de las teorías y doctrinas sugeridas por lo general a los no-judíos sobre el asunto. 
Dice el rabino londinense Josef Morris: "Israel forma una gran nación... Ninguna secta, ni comunidad religiosa, tendrá derecho a llevar tal nombre. Negar la nacionalidad hebrea equivaldría a negar la existencia de los hebreos. (De la obra Israel, una nación ). 
Opina Arthur Lewis: "Al expresar ciertos judíos, que se consideran a si mismos una secta religiosa, igual que los católicos o protestantes, no definen exactamente ni sus sentimientos, ni su propia posición... Cuando un hebreo admite el bautizo, o sinceramente se convierte al cristianismo - lo que no es necesariamente la misma cosa ( ¡! ), - pocos habrá que, a partir de ese momento no dejen de considerarle judío. Su sangre, su temperamento y su "psiquis" siguen incólumes". (De la obra Los judíos, una nación ). 
Manifiesta el abogado Beltram B. Benas: "Lo esencial del hebreo es ser nacionalista a base de su raza". (De la obra El Sionismo, movimiento nacional hebreo ). 
Dice León Simón: "La idea de que los judíos forman una secta religiosa, tal como los católicos o protestantes, es un absurdo. (De la obra Estudios sobre el nacion alismo judío ).
 Expresa el catedrático Graetz que la Historia de los hebreos, luego de haber perdido estos su Estado judío, "demuestra siempre su carácter nacional, no siendo jamás solo la Historia judaica la de su Fe o de su Iglesia". 
Según Moisés Hess: "Religión hebrea significa, ante todo, patriotismo hebreo... Radica la solución del problema en el hecho de que los hebreos son más que creyentes de determinada religión, son y forman una hermandad de raza, una nación... Todo hebreo pertenece a su raza, y por ende al judaísmo, no importando nada que el o sus antepasados hayan renegado de su fe religiosa". (De Roma y Jerusalén ). 
Estos autores, cuyo número entre antiguos y modernos, podrá aumentar ad libitum , aun cuando no niegan la comunidad religiosa hebrea, sostienen al propio tiempo, que cada judío, quiéralo o no, es miembro de una nación determinada. Otros van más allá y hablan de la coherencia racial. El concepto "raza" es empleado sin restricción por los más destacados autores, mientras otros se conforman con el concepto de "nación" y "pueblo". La opinión general hebrea es que los judíos constituyen un pueblo particular, distinto de los demás, por determinados síntomas característicos físicos y espirituales, poseyendo no solo historia nacional propia, sino también vida propia y pretensiones nacionales. 
En los juicios que siguen se manifestara unidad entre raza y nacionalidad, tal como los precedentes la evidenciaron entre religión y nacionalidad. 
Brandeis, jefe sionista en los Estados Unidos, dice: "No significa nada en contra del hecho de la nacionalidad, sostener que los hebreos no son una raza absolutamente pura. En el transcurso de los tres milenios de nuestro desarrollo histórico, es lógico que se haya mezclado sangre extraña con la nuestra. Esos matrimonios con no-judíos solo tuvieron por resultado el desligar a muchos de la comunidad judía, pero no el de aumentar esta. Por esta razón, aparece insignificante la proporción de sangre ajena en el judaísmo. Probablemente, ninguna raza europea es mas pura que la nuestra". 
Dice Arthur Lewis: "Los hebreos, desde un principio, fueron una nación; pero poseen, mas que la mayoría de las naciones, el elemento de nacionalidad de mayor importancia, que es el de la raza... Se conocerá siempre con mas facilidad su judaísmo en un judío, que en un inglés su anglicismo". 
Expresa Moisés Hess: "Es imposible deformar la nariz judía; el cabello negro rizado no se convierte en rubio por el bautizo, ni sus rizos desaparecen por mucho que se peinen. La raza hebrea es una raza primitiva que, pese al cambio constante de residencia, persevero siempre en su peculiaridad; el tipo hebreo mantuvo su pureza a través de los siglos". 
Jessy E. Sampter, dice en su obra Guía del Sionismo : "Esta carga sobrellevose con mucha honra, en parte, gracias a la excelente jefatura de hombres como Brandeis, W. Mark, el rabino Steph, S. Wise, merced, por otra parte, al gigantesco trabajo realizado por los sionistas, orgullosos de su glorioso pasado, como Jacobo de Haas, Luis Lipsky, Henriette Szold, y, finalmente, por el brillante despertar de la raza en la ma sa del judaísmo norteamericano ". 
Disraelí, en su breve prefacio a la quinta edición de su obra Coningsby , usa cuatro veces la palabra "raza" al hablar de los hebreos, demostrando siempre su orgullo por ser "judío de raza" no obstante haber sido bautizado. 
Manifiesta el Dr. Ciro Adler, en el prefacio de la Enciclopedia judía: "Como esta obra trata de los hebreos como raza, nos resulto imposible excluir de ella a aquellos que sin menoscabo de su confesión, siguen perteneciendo al judaísmo".
 Estos hechos no admiten duda respecto a la duplicidad de los jefes políticos hebreos, que en vez de admitir llanamente el problema judío, tenazmente se aferran a los medios de engañar sistemáticamente al mundo no-judío. 
Podrían aducir los judíos reformistas, que la mayoría de los autores citados pertenecen al sionismo. Es posible y hasta resulta verosímil, que existan dos programas diferentes en el judaísmo; uno destinado a los judíos, y otro a los no-judíos. Para saber cual de ellos es el verdadero, tendría que comprobarse cual es que se realiza, y este es el sionista. Fue primero reconocido por los aliados, después por la Conferencia de Paz, y hoy por la Sociedad de las Naciones. No hubiera esto ocurrido, si los gobiernos no estuvieran persuadidos de obedecer así mejor y lo más exactamente las órdenes de los verdaderos jefes de Israel. Y son estos los que propugnan la originalidad de los hebreos como raza y nación. 
La idea de que los judíos integren una nación perteneciente al pasado, sino del porvenir. No solo se consideran una nación como las demás, sino que llegan a suponerse una Supernación. A base de irrevocables testimonios judíos se puede avanzar otro paso sosteniendo que la forma futura de la nación hebrea será de la de un reino. 
Comprueba históricamente Israel Friedlander la separación de raza y nacionalidad de los hebreos desde los tiempos más remotos, para lo cual menciona dos ejemplos de la Historia. 
Cita primero a los samaritanos, que "según su raza fueron semijudíos que pretendieron ser hebreos puros por medios de la religión"; mas fueron rechazados por los judíos, "que decidieron conservar la pureza de su raza". Es el segundo ejemplo citado, según el libro de Esra, la exigencia del árbol genealógico, y de la anulación de los matrimonios mixtos. Dice Friedlander, que en los tiempos posbíblicos "esta separación de la raza hebrea acentuóse en mucho mayor grado". La conversión al judaísmo "nunca fue, como acaeció en otras comunidades religiosas, solo cuestión de fe. Muy raras veces se hicieron prosélitos. Cuando, en último caso, fueron admitidos, siempre fue bajo la condición expresa de que abandonaban con ello el derecho a ser judíos de raza. 
"Para la moderna investigación baste decir que los hebreos siempre se sintieron una raza particular, estrictamente distinta del resto de la humanidad. Quien de entre ellos niegue la originalidad de la raza hebrea en su pasado, ignora los hechos de la Historia judía, o intencionadamente la supone falsa". 
Al futuro poderío político hebreo refirióse Moisés Hess al decir -¡en 1862!- en Roma y Jerusalén: "Ninguna nación debería permanecer indiferente ante el hecho de que en las futuras luchas europeas no puede el judaísmo tener nación alguna por amiga o enemiga". 
Si Manuel Montagu, hebreo inglés, gobernador de la Palestina, utiliza a menudo el concepto de "restauración del reino judío". 
Ajad Ha-Am, que propugno siempre la idea nacional judía, tal como de antiguo existió, y cuya influencia no es posible menospreciar, aunque su nombre sea escasamente conocido entre los nojudíos, mantiene su ahínco la extravagante posición de ver en los hebreos la "supernación". Reproduce fielmente León Simón la opinión del gran maestro: "En tanto que al modo de pensar hebreo le es perfectamente familiar la idea del superhombre, no lo es, en cambio, su aplicación general al individuo en particular, sino mas bien a la nacional, o sea al pueblo de Israel como supernación, como pueblo predilecto". 
Dice Moisés Hess: "En las naciones fronterizas entre Oriente y Occidente, en Rusia, Polonia, Prusia y Austria viven millones de nuestros hermanos que ansían fervorosamente la restauración del reino judío, rezando por el apasionadamente en sus preces diarias". 
En conocimiento de todos estos juicios de los mas opuestos autores, emitidos en muy diversas épocas, no puede caber la mínima duda sobre y como piensan de si mismos. El hebreo siéntese súbdito de un pueblo, con el cual se sabe unido por lazos de sangre, que no pueden romperse por cambio alguno de dogma religioso; siéntese heredero del pasado de su pueblo y se sabe un combatiente para el glorioso porvenir político del mismo. El hebreo pertenece a una raza y a una nación, para las que ansia un reino terrenal, que domine por encima de todas la demás naciones, y tenga a Jerusalén por capital del mundo. 
El punto flaco para los pueblos civilizados es el reproche de los prejuicios religiosos judíos. En nítida exposición de este hecho psicológico, anteponen los jefes hebreos siempre marcadamente este punto al dirigirse a las naciones no-judías. Servirá entonces a los espíritus ignorantes saber que los jefes mismos del hebraísmo confiesan francamente que las preocupaciones de los judíos no tiene jamás su origen en su religión, y que si se les persigue no es debido a su religión. El intento de cubrir a los hebreos con el escudo de su religión, resulta ante estas pruebas y ante sus propias confesiones un acto de mala fe. 
Pero aun cuando careciéramos de estos testimonios documentales de origen judío, nos restaría una prueba irrefutable a favor de la mancomunidad nacional y de raza de los judíos, que es la infalible responsabilidad mutua de todos por cada uno y que se evidencia en todas las ocasiones...Critiquese a fondo a los capitalistas hebreos, y protestaran hasta los hebreos de las clases mas pobres. Menciónese a Rothschild, y hasta el judío revolucionario del ghetto considerara la crítica una ofensa personal, protestando vivamente contra ella. Dígase que un funcionario público judío abusa de sus facultades en beneficio de sus "compatriotas" y en perjuicio de la oposición acudirán en su defensa. Quizás la mayor parte de ellos perdieron ya la relación con los preceptos dogmáticos y del culto de su religión, más con su coherencia nacional y su identidad racial, demuestran prácticamente cual es su religión verdadera.