2-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
II ¿FORMAN LOS JUDIOS UNA NACION?
Lo
juicios que se citan a continuación, ofrecerán una explicación de lo que
piensan los mismo judíos acerca de su raza, religión y ciudadanía. De ello
resultara que difieren estos juicios esencialmente de las teorías y doctrinas
sugeridas por lo general a los no-judíos sobre el asunto.
Dice
el rabino londinense Josef Morris: "Israel forma una gran nación...
Ninguna secta, ni comunidad religiosa, tendrá derecho a llevar tal nombre.
Negar la nacionalidad hebrea equivaldría a negar la existencia de los hebreos.
(De la obra Israel, una nación ).
Opina
Arthur Lewis: "Al expresar ciertos judíos, que se consideran a si mismos
una secta religiosa, igual que los católicos o protestantes, no definen
exactamente ni sus sentimientos, ni su propia posición... Cuando un hebreo
admite el bautizo, o sinceramente se convierte al cristianismo - lo que no es
necesariamente la misma cosa ( ¡! ), - pocos habrá que, a partir de ese momento
no dejen de considerarle judío. Su sangre, su temperamento y su
"psiquis" siguen incólumes". (De la obra Los judíos, una nación
).
Manifiesta
el abogado Beltram B. Benas: "Lo esencial del hebreo es ser nacionalista a
base de su raza". (De la obra El Sionismo, movimiento nacional hebreo
).
Dice
León Simón: "La idea de que los judíos forman una secta religiosa, tal
como los católicos o protestantes, es un absurdo. (De la obra Estudios sobre el
nacion alismo judío ).
Expresa el catedrático Graetz que la Historia
de los hebreos, luego de haber perdido estos su Estado judío, "demuestra
siempre su carácter nacional, no siendo jamás solo la Historia judaica la de su
Fe o de su Iglesia".
Según
Moisés Hess: "Religión hebrea significa, ante todo, patriotismo hebreo...
Radica la solución del problema en el hecho de que los hebreos son más que
creyentes de determinada religión, son y forman una hermandad de raza, una
nación... Todo hebreo pertenece a su raza, y por ende al judaísmo, no
importando nada que el o sus antepasados hayan renegado de su fe
religiosa". (De Roma y Jerusalén ).
Estos
autores, cuyo número entre antiguos y modernos, podrá aumentar ad libitum , aun
cuando no niegan la comunidad religiosa hebrea, sostienen al propio tiempo, que
cada judío, quiéralo o no, es miembro de una nación determinada. Otros van más
allá y hablan de la coherencia racial. El concepto "raza" es empleado
sin restricción por los más destacados autores, mientras otros se conforman con
el concepto de "nación" y "pueblo". La opinión general
hebrea es que los judíos constituyen un pueblo particular, distinto de los
demás, por determinados síntomas característicos físicos y espirituales,
poseyendo no solo historia nacional propia, sino también vida propia y
pretensiones nacionales.
En
los juicios que siguen se manifestara unidad entre raza y nacionalidad, tal
como los precedentes la evidenciaron entre religión y nacionalidad.
Brandeis,
jefe sionista en los Estados Unidos, dice: "No significa nada en contra
del hecho de la nacionalidad, sostener que los hebreos no son una raza
absolutamente pura. En el transcurso de los tres milenios de nuestro desarrollo
histórico, es lógico que se haya mezclado sangre extraña con la nuestra. Esos
matrimonios con no-judíos solo tuvieron por resultado el desligar a muchos de
la comunidad judía, pero no el de aumentar esta. Por esta razón, aparece
insignificante la proporción de sangre ajena en el judaísmo. Probablemente, ninguna
raza europea es mas pura que la nuestra".
Dice
Arthur Lewis: "Los hebreos, desde un principio, fueron una nación; pero
poseen, mas que la mayoría de las naciones, el elemento de nacionalidad de
mayor importancia, que es el de la raza... Se conocerá siempre con mas
facilidad su judaísmo en un judío, que en un inglés su anglicismo".
Expresa
Moisés Hess: "Es imposible deformar la nariz judía; el cabello negro
rizado no se convierte en rubio por el bautizo, ni sus rizos desaparecen por
mucho que se peinen. La raza hebrea es una raza primitiva que, pese al cambio
constante de residencia, persevero siempre en su peculiaridad; el tipo hebreo
mantuvo su pureza a través de los siglos".
Jessy
E. Sampter, dice en su obra Guía del Sionismo : "Esta carga sobrellevose
con mucha honra, en parte, gracias a la excelente jefatura de hombres como
Brandeis, W. Mark, el rabino Steph, S. Wise, merced, por otra parte, al
gigantesco trabajo realizado por los sionistas, orgullosos de su glorioso
pasado, como Jacobo de Haas, Luis Lipsky, Henriette Szold, y, finalmente, por
el brillante despertar de la raza en la ma sa del judaísmo norteamericano
".
Disraelí,
en su breve prefacio a la quinta edición de su obra Coningsby , usa cuatro
veces la palabra "raza" al hablar de los hebreos, demostrando siempre
su orgullo por ser "judío de raza" no obstante haber sido
bautizado.
Manifiesta
el Dr. Ciro Adler, en el prefacio de la Enciclopedia judía: "Como esta
obra trata de los hebreos como raza, nos resulto imposible excluir de ella a
aquellos que sin menoscabo de su confesión, siguen perteneciendo al
judaísmo".
Estos hechos no admiten duda respecto a la
duplicidad de los jefes políticos hebreos, que en vez de admitir llanamente el
problema judío, tenazmente se aferran a los medios de engañar sistemáticamente
al mundo no-judío.
Podrían
aducir los judíos reformistas, que la mayoría de los autores citados pertenecen
al sionismo. Es posible y hasta resulta verosímil, que existan dos programas
diferentes en el judaísmo; uno destinado a los judíos, y otro a los no-judíos.
Para saber cual de ellos es el verdadero, tendría que comprobarse cual es que
se realiza, y este es el sionista. Fue primero reconocido por los aliados,
después por la Conferencia de Paz, y hoy por la Sociedad de las Naciones. No
hubiera esto ocurrido, si los gobiernos no estuvieran persuadidos de obedecer
así mejor y lo más exactamente las órdenes de los verdaderos jefes de Israel. Y
son estos los que propugnan la originalidad de los hebreos como raza y nación.
La
idea de que los judíos integren una nación perteneciente al pasado, sino del
porvenir. No solo se consideran una nación como las demás, sino que llegan a
suponerse una Supernación. A base de irrevocables testimonios judíos se puede
avanzar otro paso sosteniendo que la forma futura de la nación hebrea será de
la de un reino.
Comprueba
históricamente Israel Friedlander la separación de raza y nacionalidad de los
hebreos desde los tiempos más remotos, para lo cual menciona dos ejemplos de la
Historia.
Cita
primero a los samaritanos, que "según su raza fueron semijudíos que
pretendieron ser hebreos puros por medios de la religión"; mas fueron
rechazados por los judíos, "que decidieron conservar la pureza de su
raza". Es el segundo ejemplo citado, según el libro de Esra, la exigencia
del árbol genealógico, y de la anulación de los matrimonios mixtos. Dice
Friedlander, que en los tiempos posbíblicos "esta separación de la raza
hebrea acentuóse en mucho mayor grado". La conversión al judaísmo "nunca
fue, como acaeció en otras comunidades religiosas, solo cuestión de fe. Muy
raras veces se hicieron prosélitos. Cuando, en último caso, fueron admitidos,
siempre fue bajo la condición expresa de que abandonaban con ello el derecho a
ser judíos de raza.
"Para
la moderna investigación baste decir que los hebreos siempre se sintieron una
raza particular, estrictamente distinta del resto de la humanidad. Quien de
entre ellos niegue la originalidad de la raza hebrea en su pasado, ignora los
hechos de la Historia judía, o intencionadamente la supone falsa".
Al
futuro poderío político hebreo refirióse Moisés Hess al decir -¡en 1862!- en
Roma y Jerusalén: "Ninguna nación debería permanecer indiferente ante el
hecho de que en las futuras luchas europeas no puede el judaísmo tener nación
alguna por amiga o enemiga".
Si
Manuel Montagu, hebreo inglés, gobernador de la Palestina, utiliza a menudo el
concepto de "restauración del reino judío".
Ajad
Ha-Am, que propugno siempre la idea nacional judía, tal como de antiguo existió,
y cuya influencia no es posible menospreciar, aunque su nombre sea escasamente
conocido entre los nojudíos, mantiene su ahínco la extravagante posición de ver
en los hebreos la "supernación". Reproduce fielmente León Simón la
opinión del gran maestro: "En tanto que al modo de pensar hebreo le es
perfectamente familiar la idea del superhombre, no lo es, en cambio, su
aplicación general al individuo en particular, sino mas bien a la nacional, o
sea al pueblo de Israel como supernación, como pueblo predilecto".
Dice
Moisés Hess: "En las naciones fronterizas entre Oriente y Occidente, en
Rusia, Polonia, Prusia y Austria viven millones de nuestros hermanos que ansían
fervorosamente la restauración del reino judío, rezando por el apasionadamente
en sus preces diarias".
En
conocimiento de todos estos juicios de los mas opuestos autores, emitidos en
muy diversas épocas, no puede caber la mínima duda sobre y como piensan de si
mismos. El hebreo siéntese súbdito de un pueblo, con el cual se sabe unido por
lazos de sangre, que no pueden romperse por cambio alguno de dogma religioso;
siéntese heredero del pasado de su pueblo y se sabe un combatiente para el
glorioso porvenir político del mismo. El hebreo pertenece a una raza y a una
nación, para las que ansia un reino terrenal, que domine por encima de todas la
demás naciones, y tenga a Jerusalén por capital del mundo.
El
punto flaco para los pueblos civilizados es el reproche de los prejuicios
religiosos judíos. En nítida exposición de este hecho psicológico, anteponen
los jefes hebreos siempre marcadamente este punto al dirigirse a las naciones
no-judías. Servirá entonces a los espíritus ignorantes saber que los jefes
mismos del hebraísmo confiesan francamente que las preocupaciones de los judíos
no tiene jamás su origen en su religión, y que si se les persigue no es debido
a su religión. El intento de cubrir a los hebreos con el escudo de su religión,
resulta ante estas pruebas y ante sus propias confesiones un acto de mala
fe.
Pero
aun cuando careciéramos de estos testimonios documentales de origen judío, nos
restaría una prueba irrefutable a favor de la mancomunidad nacional y de raza
de los judíos, que es la infalible responsabilidad mutua de todos por cada uno
y que se evidencia en todas las ocasiones...Critiquese a fondo a los
capitalistas hebreos, y protestaran hasta los hebreos de las clases mas pobres.
Menciónese a Rothschild, y hasta el judío revolucionario del ghetto considerara
la crítica una ofensa personal, protestando vivamente contra ella. Dígase que
un funcionario público judío abusa de sus facultades en beneficio de sus
"compatriotas" y en perjuicio de la oposición acudirán en su defensa.
Quizás la mayor parte de ellos perdieron ya la relación con los preceptos
dogmáticos y del culto de su religión, más con su coherencia nacional y su
identidad racial, demuestran prácticamente cual es su religión verdadera.