jueves, 19 de diciembre de 2019

EL ESTADO MILITAR



II. EL ESTADO MILITAR
La doctrina de Guerra Contrarrevolucionaria reconoce y demuestra que lo militar es lo primero en la Política» En el advenimiento histórico de una Nación a la Soberanía Política, hay normalmente una guerra justa de independencia o de liberación. De tal modo que la primera forma de existencia del Estado Nacional es un Estado Militar o la Nación en Armas. • Y en todo tiempo de decisión histórica, cuando está en peligro la misma existencia, la integridad y el decoro de la Nación, lo militar reasume su prioridad natural y la responsabilidad suprema de la conducción política. Se comprende claramente que no es posible encarar un estado de guerra sino con una política de guerra. Y esta Guerra Revolucionaria o Subversiva que se libra en todos los terrenos interiores y exteriores, lo mismo en cada alma que en la población entera, lo mismo en cada casa, escuela o empresa que en la calle, en la ciudad o en el campo; esta guerra total exige la movilización íntegra e integral de todos los habitantes, sin exclusión de sexo, edad o condición. El enemigo emplea ancianos, mujeres y niños por cuyo intermedio comete los crímenes más horrendos. La mentira se presenta en la figura de la verdad, el enemigo como amigo, el odio como amor, la violencia como mansedumbre, el Anticristo se reviste con la apariencia de Cristo. La Historia Universal no ha contemplado jamás una guerra semejante a la que soporta la Humanidad hoy; no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal, inspirada por un espíritu diabólico que excede el nivel humano, aunque sean hombres los que se enfrentan y destruyen. No ver o no querer ver esta pavorosa realidad no es simplemente una ceguera, sino el mayor de los crímenes contra Dios y contra la Patria.
Urge que las Armas se definan y se decidan en la línea del espíritu guerrero y heroico, no en la frustración habitual del espíritu civilista y burgués. El vacío insondable de autoridad y la falta de reacción que denuncian al Estado inexistente reclaman la plenitud del Estado militar de emergencia para librar la gran batalla contra:
a. El enemigo exterior que es la Usura Internacional, cuya expoliación nos está aplastando. b. El enemigo interno, aliado del primero, que lo está socavando todo para entregarnos a la esclavitud bajo el terror comunista.
Lo primero que debe comprender todo argentino honesto y patriota es que no se puede enfrentar de veras a la subversión comunista, sin liberar a la Nación de la Usura externa e interna. Estudios serios y bien documentados estiman que el daño hecho a nuestra Patria, sea por exacciones ilícitas en el comercio exterior, sea por ganancias también ilícitas y giradas íntegramente por empresas extranjeras, sea por evasión de divisas en servicios de la deuda pública y privada, más lo producido por la usura interna en sus diversas formas; el daño anual a la Patria, repetimos, suma por todos estos conceptos alrededor de 4.000 millones de dólares. Y todavía debemos agregar lo que una intervención honrada y eficiente de ese inmenso caudal de recursos —4.000 millones de dólares— permitiría obtener para el país y sus 'habitantes. Somos el principal exportador de capital del mundo entero. No hay empresa que resista semejante descapitalización año tras año. Tampoco podría jamás una política nacional, mediatizada por la Usura que desangra a la Nación, ni controlar, ni contener, ni superar a la subversión ideológica y social que crece día por día. Estamos atrapados e inermes, traicionados y entrampados. La cuestión es clara y simple: rompemos ese cerco de la Usura que nos está extrangulando o perecemos como Nación y como personas. Los que dicen que no se puede, que somos débiles e incapaces para enfrentar a tan gran Poder, son cobardes y viles traidores a la Patria. Recordemos el tiempo de las Invasiones Inglesas, de la Independencia Nacional y de la Confederación Argentina: éramos muchos menos y mucho más pobres, no teníamos ninguna o casi ninguna fuerza material, pero sobraba la vergüenza en los hijos y arraigados en esta tierra. Los argentinos necesitamos hoy, como entonces, que la vergüenza nos ilumine la mente y nos encienda el corazón, para ser plenamente viriles. Cuando Santa Catalina de Siena le exigía a los Papas, a los Reyes, a los prelados y a los grandes señores: "Sed más viriles", no se refería al valor físico que también puede tener un necio o un criminal. Quería significar, ante todo, el valor cristiano y civil que se ejercita en las cosas de Dios y de la Patria, esto es, el valor en el testimonio de la Verdad y en el ejemplo del esfuerzo y del Sacrificio. El valor cristiano y civil hecho de coraje y de paciencia •—fortaleza del ánimo— significa vivir en subordinación y encuadrados en las jerarquías naturales y espirituales que constituyen el orden de la Verdad, de la Justicia y del Amor. El Estado Militar se funda en el Sacrificio y desprecia el egoísmo, vive y se sostiene en el hombre esencial que no busca el éxito ni el provecho personal, sino que hace don de sí mismo para servir a Dios y al prójimo. Y sabe que la Patria es lo más próximo al hombre verdadero después de Dios. La política de guerra moviliza a todos los hombres hábiles, varones y mujeres, en la conciencia y en la pasión del servicio de la Patria en peligro. La política de guerra es necesariamente una política nacionalista en la Economía, en el Derecho y en la Educación. Entiéndase que nacionialista no quiere decir estatista, sino defensa del ser, de la integridad, y de la Soberanía de la Nación; recuperación de todo lo que ha sido entregado, transferido o adulterado del patrimonio espiritual y material; de todo lo que es y debe ser de la Nación y estar al servicio de todos los habitantes y del Bien Común, La movilización integral tiene que atender tanto a la Seguridad como al Desarrollo, con la prioridad debida a la primera, sobre todo, en tiempo de guerra. Debe ser una movilización obligatoria de todas las personas aptas para la Defensa Nacional y para el servicio del trabajo socialmente útil. Es un imperativo de esta hora crucial despertar en la juventud y, ante todo, en la juventud militar, la vocación de grandeza y de heroísmo. Enseñar y exaltar en las almas por medio de la escuela, de la Universidad y de todos los medios de difusión que tan sólo los señores pueden conquistar, consolidar y continuar, un Señorío político, una Patria soberana, sobre la tierra. Señor es el hombre esencial que existe para la Verdad y que está dispuesto a dar la vida por la Verdad y por aquellos que son en la Verdad: Dios, la Patria, la Familia, los amigos. Todo el que se ha elevado al señorío de sí mismo sabe que la ley natural y sobrenatural es el Sacrificio, sabe también que el egoísmo es la ley del hombre del pecado y de la muerte. Está escrito que tan sólo el que pierde la vida es el que la gana de veras. Dar y saberse dar es el estilo de los Señores. La historia la hacen los Señores y no las masas. Los pueblos se ennoblecen y se envilecen, se elevan o se degradan, según son y valen sus conductores. Una torpe herencia, lo mismo es que sea de origen suarista o jacobino, ha generalizado a través de ideólogos y vendedores de utopías demagógicas el fetichismo de la inmaculada concepción de los pueblos en el sentido vulgar de multitud, de número, de expresión masiva. El pecado original no los ha lesionado, tampoco los pecados que se han ido sumando. El hombre como individuo es pecador, pero como multitud permanece intacto e íntegro. Un infantilismo endémico entre los doctores, educadores y políticos profesionales mantiene esta ficción populista que no resiste la más leve confrontación con la experiencia. Nos debemos a la Verdad y no al éxito. Y la Verdad que se manifiesta a todo argentino preocupado por el destino nacional, es:
1. Que no constituimos un verdadero pueblo organizado, jerarquizado y ordenado al Bien Común, sino una masa inorgánica, subvertida, envenenada por las ideologías y entregada a las pasiones más vulgares. 2. Que el suelo argentino es, en su mayor parte, sobre todo la montañosa y fronteriza, un inmenso desierto. Hasta la pampa húmeda se va despoblando en favor de una monstruosa concentración urbana, sobre todo, el Gran Buenos Aires, el Gran Rosario y la Gran Córdoba. 3. Que los vecinos, Uruguay, Bolivia y principalmente Chile Comunista constituyen un verdadero peligro para nuestra Seguridad. Medítese tan sólo en el hecho de que la mayor proporción de habitantes en las zonas de fronteras no es de argentinos, sino de chilenos, bolivianos y paraguayos.
La POLÍTICA de Aristóteles enseña, desde hace veinticuatro siglos, que los tres factores principales que deben considerarse para la Constitución del Estado son la población, el suelo y los vecinos. Existe en la Patria un resto de Señores, una reserva de calidad humana en todos los estratos sociales. Esas legítimas superioridades con el apoyo de las Armas y la fuerza del Estado Militar tienen que elevar a la masa hasta el nivel de un pueblo verdadero, restableciendo las jerarquías naturales en todos los órdenes de la vida nacional: familiar, escolar, universitario, profesional, empresario, laboral, administrativo, judicial, etcétera. Las exigencias que deben cumplirse para la jerarquización institucional son en todos los casos: trato de honor para la persona, cuidado del Bien Común.
Después del adoctrinamiento nacional y de la liberación financiera para poner la economía al servicio del hombre y del Bien Común, son objetivos inmediatos de la Política de guerra: a. La descentralización de la población, de la industria y del comercio de los centros urbanos absorbentes, principalmente del Gran Buenos Aires, radicándolos en las zonas de producción de la materia prima, previa la construcción de los barrios residenciales y de las plantas industriales. b. La movilización militar de los cientos de miles de menores sueltos, sin hogar propiamente dicho, de todo el país (hay 500.000 tan sólo en el Gran Buenos Aires) para ordenarlos, educarlos y prepararlos en oficios y profesiones socialmente útiles. Se trata de una movilización obligatoria para el servicio del trabajo, hasta lograr la idoneidad en el oficio. c. Suspender toda edificación suntuaria o veraniega hasta edificar y habilitar los dos millones de viviendas necesarias que faltan en el país, derivando hacia donde lo exija el cumplimiento de dicho plan, los equipos de técnicos y obreros calificados, los materiales de construcción y los créditos del Estado de fácil amortización y largo plazo y al más bajo interés. d. Colonización y fomento de la región fronteriza con familias argentinas, si fuera posible de militares argentinos en retiro con arraigo por haber prestado servicio en dicha zona, como ocurre con el personal de Gendarmería. Se comprende la prioridad que debe darse en las actuales circunstancias a la frontera con Chile. Nos ocuparemos en el capítulo siguiente de la proyección sobre el destino argentino que va a tener el Régimen Comunista en el vecino país.