sábado, 14 de diciembre de 2019

18-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD

18-SEGUNDA PARTE  DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
XVIII PANORAMA PRESENTE DE LA "CUESTION HEBREA"

Esta latente la cuestión judía en los Estados Unidos desde hace largos años, pero solo por debajo del nivel de la gran publicidad. Todo el mundo, y mas que nadie el judío mismo, sabe perfectamente que existe; pero se atrevieron muy pocos a exponerla a la saludable influencia de la publicidad mas vasta. En tal sentido y para comprender este silencio, es preciso hablar realmente de "valor". Contados videntes pretendieron hacer constar públicamente la existencia de dicha cuestión, pero el poder oculto y desconocido del judaísmo les ato tan reciamente, que a su despecho debieron desistir de la discusión del asunto en público. El que se atreva a hablar francamente de los hebreos, debe contar de antemano con invencibles obstáculos, que combata en intima unión con la verdad sin tacha. 
Consiste un detalle restrictivo para la discusión en público de la cuestión hebrea en la costumbre yanqui de fijarse en palabras pronunciadas con asentimiento y aplauso. En las épocas mejores de nuestro pasado consideróse la resistencia contra la opinión pública un rasgo de virilidad, apreciándose no solo el valor de un hombre por sus adeptos sino también por la cantidad de sus adversarios. Nos hemos vuelto, desde entonces, más inocuos, buscando y apreciando ante todo la aprobación. Se irguieron nuestros padres al tropezar con obstáculos; nosotros, en cambio, nos doblegamos modestos. La pública discusión se ha vuelto insípida, sin relieves propios; propende el periodismo a no disgustarse con nadie. Nuestra brega en favor de los débiles carece de bríos para arremeter contra los poderosos, que arrastran a aquellos. Nuestro culto del éxito enervo el vigor a nuestros juicios morales y a nuestra actividad comercial. Las luchas serias, salvo los simulacros en la arena política, las evitamos en lo posible, porque no osamos entendérnoslas con adversarios que se defienden. 
Empero, y a pesar de todo, se consiguió poder usar públicamente el término "judío", que hace pocos años aun estaba proscrito de nuestro vocabulario. Aparece ahora en primera plana de casi todos los diarios, y por doquier es objeto del público debate, aunque los hermanos del B'nai B'rith hagan todo lo humanamente posible por evitarlo. 
Resulta tal libertad en provecho de judíos y no-judíos ya no tienen los primeros necesidad de mirar angustiosamente los labios ajenos para ver si de ellos brota la palabra "judío". El judío es hoy el judío y se le llama como le corresponde. Terminaron la restricción del juicio y el uso de perífrasis. Procede el mayor obstáculo contra los esfuerzos de la humanidad para explicarse los sucesos mundiales, tanto antiguos como modernos, de que jamás llego a comprender quien y que es el judío, ni donde se encuentra. El judío, o según Disraelí "la cuestión racial", es la llave de "la cuestión racial", es la llave de la Historia Universal. Pero, ¿como penetrar en su interior cuando se le oculta a uno la llave? 
Hace alrededor de ocho meses, el Dearborn Independent comenzó una serie de estudios acerca de la cuestión judía. No deben estos interpretarse como un ataque contra los judíos, sino como in intento de ir reuniendo los sillares sobre los cuales se edifica la moderna cuestión judía. Fue su objeto aclarar conceptos, y si hubo cierta esperanza en el fondo, fue la de que los dirigentes judíos norteamericanos llegaría al convencimiento de que para sus correligionarios residentes en los Estados Unidos había sonado la hora de que un estado de desconfianza, miseria y desprecio, se trocara en otro no solo de tolerancia, sino de abierta y leal convivencia y cooperación. 
Radica la prueba de que no contienen sino hechos escuetos, en el fracaso experimentado por los judíos en sus múltiples intentos de comprobar la inexactitud de ellas. Ni un solo hecho se pudo rebatir. Al iniciarse una campaña con la intención de agraviar al adversario, o de crear prejuicios de raza, puede, en efecto, conducir tal sistema a tomar cosas posibles o verosímiles por hechos reales. En cambio, estos estudios no constituyeron jamás una campaña, sino que sirvieron al objeto de hacer luz en alguna que otra parte del país, en tal cual industria, en asuntos mantenidos en tinieblas justamente por aquellos cuya obligación sagrada debería haber sido la de mantener viva, por medio de la prensa, la luz de la verdad. 
No hubiesen alcanzado nunca las publicaciones del Dearborn Independent, la importancia que adquirieron, de no ser que el público no se hallara en condiciones de observar por doquier la presencia de nuestras aseveraciones, comprobadas por la práctica. Las refutaciones de los judíos solo sirvieron para fortificar aun más el vigor convincente de nuestros asertos. Resulta que los judíos se encuentran en la desagradable situación de tener que tener lo desconocido, por conocerse su misterio, y haberse descubierto sus consecuencias en hechos. Ya no se dan aires de "manfichistas" en sus reuniones íntimas; tampoco gritan ni escandalizan como lo hacían sus rabinos en publico, sino que reflexionan seriamente antes de admitir esto o lo otro como real y efectivo, pero sin saber por ahora donde, una vez iniciado este procedimiento, les pueda conducir mas adelante. Y es que les arredra la verdad máxima, la verdad sin restricciones. 
Pesa una responsabilidad enorme sobre las personas que poseen esa verdad por entero. Lo imprescindible es tener carácter o intenciones nobles. Si se concretaran estas campañas nuestras a desparramar odios, ya estaría indicado el modo del proceder. De tener la intención de promover escándalos, otra forma adoptarían. Pero como propenden a crear los fundamentos para la neta y seria comprensión de un problema y su posible solución, nos basta con acotar exactamente dicho problema, apoyándolo en lo posible en hechos concretos. Tal es el caso de esta obra. Si van contenidas en ellas verdades desagradables para los judíos, ellos mismos tienen la culpa. Si refutaron ciertos hechos, seria cuestión de volver a aportar material nuevo, porque este desgraciadamente abunda para ellos y para nosotros. Si los voceros judíos, en su intento de rebatirnos, hubiesen permanecido serios y veraces, no necesitarían ahora temer lo venidero. Con su modo de proceder, ellos mismo han corroborado públicamente lo expresado en estos estudios, o sea: que los hebreos constituyen el pueblo mas firmemente organizado de todos los residentes en los Estados Unidos. Ni el gobierno, ni la Administración de este país, están tan bien organizados como el judaísmo norteamericano. Esto ocurre no solo en Norteamérica, sino que se puede observar y comprobar en todas partes. Los principales medios de que en este ultimo semestre echo mano el hebraísmo, fueron "mítines monstruo" organizados telegráficamente allí donde fue posible. 
No en vano los hebreos dominan el sistema de canales informativos, últimamente ampliado con la telegrafía sin hilos. 
No tienen sus logias y demás comunidades ese carácter defectuoso que observamos en las instituciones de otros pueblos, sino que se hallan organizados como Estados en miniatura, con funcionarios que no tienen otra tarea que la de trabajar constantemente por el engrandecimiento del poderío hebreo, aquí como en otros países. Con la ostentación del multitudes en las sinagogas, por medio de sus diarios y revistas, con su seudo instituciones de beneficencia, en sus "clubs" conservadores, sus grupos socialistas y bolcheviques - elementos todos que cooperan perfectamente bajo una orden única, - demuestran que forman una nación peculiarísima dentro del pueblo norteamericano que no aspira ni aspirara jamás a una intima convivencia con el americanismo, sino que siempre y en toda oportunidad busca diferencias y reclama especiales derechos. 
Alienta en cada Estado, en cada población, una organización hebrea con determinadas ordenes políticas, cuya primera y principal consiste en anular toda persona, todo diario y otra institución cualquiera, que deje transparentar la mas leve independencia frente a la cuestión hebrea, y mantenerlas sumisas al "temor a los judíos". Dichas organizaciones, poseen a su vez sus departamentos especiales para determinados objetos. Consiste uno de ellos en concitar odios contra las personas a quienes se desea anular: tal formación artificial de hostilidad contra algo o alguien es uno de los medios orientales de combate mas odiosos y bajos que pueda imaginarse, y que solo puede ser esgrimido por personas de determinada predisposición. 
La organización centralizada, creada por los hebreos en los Estados Unidos y que en caso necesario puede hacerse funcionar simultáneamente en cada uno de sus Estados, representa un poderío tan recio y homogéneo como ninguna otra institución lo posee. Merecería, efectivamente, nuestro aplauso, si se sirviera con ello al bien general del país. Más no es así. No solo es exclusivamente hebrea, sino que en muchas oportunidades se muestra hostilmente antiamericana, dado que combate resueltamente muchas instituciones que, por su carácter y tradición, son pura y exclusivamente norteamericanas. El hebreo considera todavía a Norteamérica como a una masa informe, a la que cada cual puede moldear a su antojo. No reconoce a Norteamérica tal como se desarrollo y existe, sino que cree que es un derecho propio dar a este país las formas que el, según su manera de ser, tenga por conveniente. 
Solo pueden disputar los derechos de propiedad y de arraigo en los Estados Unidos, aquellos que sustenten los mismos ideales, los innatos de la raza blanca europea, sobre fundamentos cristianos. No solo no coinciden con la mayoría de ellos los judíos, sino que los atacan duramente. Cierto personaje hebreo declaro poco ha en Nueva York, que los Estados Unidos no constituyen un Estado cristiano, y sus declaraciones demostraron que, según su criterio, tampoco llegarían jamás a serlo; siempre combatió el domingo cristiano, como miembro de una sociedad cuyos fines son la implantación del sábado mosaico como fiesta legal (1). 
Pese a todo ello, la verdad, a la larga, no deja nunca que la encarcelen. La publica discusión de esta cuestión en la prensa va tomando rumbos diferentes a los que los hebreos hubiesen esperado y deseado. 
No sirve ahora la prensa ya tanto a la mixtificación, como a la propagación de la verdad en este asunto. 
En las réplicas que se publicaron contra el Dearborn Independent , se reflejo manifiestamente el desengaño, representado, o bien un ardid, o dando fe de una absoluta impotencia, que dada la importancia vital del conjunto de estas cuestiones, resulta en los dos casos igualmente humillante para los hebreos. No consiguieron ni una sola refutación efectiva, tanto con respecto a los "Protocolos", como en lo referente a ningún otro detalle. Parece como si nos rindieran armas. Se explica de ahí también la falta de lealtad, porque no osan mirar las cosas de frente, sino que se deslizan envolviéndose hábilmente en frases huecas y en ardides. Si fueran falsos nuestros asertos, compruébese por ellos tal falsedad. 
La replica que publicaron unos cuantos hebreos prominentes por lo menos se mantiene decente en el tono, lo que no es posible decir de la mayoría de las replicas hebreas, como la replica en el sentido de pretender hacer creer que nuestra obra sea dictada por un antisemitismo degradante. 
Hay que hacer constar frente a ello, que todo el antisemitismo en los Estados Unidos es una moderna creación de los propios voceros judíos. Lo necesitan, aunque más no sea para retener en sus manos a la masa judía. En consecuencia, tratan de demostrar que el Dearborn Independent, no debería atacar a los judíos por ser judíos. Demuestran así que temen, no tanto al antisemitismo de los no-judíos, como la comprensión entre otros judíos magnánimos, de que la causa judeonorteamericana esta en malas manos. Es siempre el "antisemitismo" el ultimo refugio de los voceros judíos desleales al hallarse frente a la verdad, y muy conscientemente lo utilizaron entre los no-judíos, para poder dominar mejor con su ayuda a su propio pueblo. 
Poco ha reprodujeron los diarios una "Protesta contra el antisemitismo" firmada por algunos personajes no-judío, publicándola dos veces consecutivas, porque la primera inserción no produjo efecto. Por lo visto, dichos diarios estaban hartos de tener que volver a reproducir siempre las declaraciones oficiales emanadas del Gran Cuartel general hebreo. Para causar mayor efecto, solicitóse también la firma de Woodrow Wilson, cuyo hecho se consumo telegráficamente al mundo entero. 
Con su característico modo de proceder, apoyan así los mismos hebreos nuestro aserto, de que ejercen una inadmisible influencia en la política. La obra presente solo aporto unas cuantas pruebas, en tanto la masa principal de pruebas documentadas espera aun el momento de su publicación. Un asunto, que viene al caso, desarrollóse últimamente ante la más amplia de las publicidades. 
Cuando se presento en el Congreso la Ley de Inmigración, hubo una aplastante mayoría en favor de ciertas restricciones, y el Congreso delibero de acuerdo a los hechos presentados, y según sus sentimientos patrióticos. Apenas aprobaba la ley, funcionaron las líneas telegráficas con protestas hebreas, y los trenes para Washington se llenaron  de agentes judíos. Los parlamentos buscaban un refugio. Se pronunciaban discursos aprendidos de memoria, y se introdujeron algunas modificaciones en el tenor de la ley. La mágica palabra "judío" deshizo el principal objetivo del proyecto de ley, como se funde la nieve bajo los rayos solares. Ningún pueblo, de los que inmigran en nuestro país, había protestado; solamente los judíos. En cambio, el admirable funcionamiento de las numerosas piezas de su mecanismo de propaganda en todo el país, facilito a dicha protesta el aspecto de un gran acontecimiento de la voluntad nacional. Pero no pudieron, con todo esto, encubrir un punto: el que llegase a comprender que la mayoría de los inmigrantes que arriban a nuestra costa son hebreos. 
Empero, la labor legislativa del Congreso de los Estados Unidos en una cuestión de importancia suma para la totalidad del país, fue en esta ocasión entorpecida por los semitas exactamente en la misma forma como hace diez años estos mismos semitas obligaron al Congreso a denunciar el tratado de comercio con Rusia. Se ofrecen aquí manifiestamente dos pruebas fehacientes de poderío y violencia despótica, que no se preocupan en absoluto de las horrorosas consecuencias que podrá acarrear tal proceder para el bienestar de nuestro país. 
Así como aquel rompimiento con Rusia formaba parte del plan mundial judío, lo mismo ocurre ahora con la inmigración de hebreos polacos en Norteamérica. No hay "pogrom" alguien que les expulse de allí, sino que no constituye esta frase más que un simple ardid de propaganda. Los hebreos van abandonando Polonia, porque saben que se prepara allí algo grave. Los planes del bolcheviquismo judío aun no están cumplidos. Agentes judíos norteamericanos enriquecidos hacen venir a sus parientes pobres. Constituyen los Estados Unidos el gran receptáculo para estos simpáticos coetáneos; Francia y Gran Bretaña... ¡no quieren serlo! Todo es infortunio para Polonia, pero los judíos norteamericanos son suficientemente poderosos para reproducir el ejemplo de España, donde siglos enteros no bastaron para apaciguar el vengativo odio de los hebreos contra todo un pueblo, por supuestos agravios. Desde el barrio Este neoyorquino, el bolcheviquismo se transplanto a Rusia. ¿Es que ha de iniciarse desde aquí también la destrucción de Polonia? Acaso ocurran acontecimientos que destruyan el diabólico plan judío... 
Constituye además la lucha contra el Dearborn Independent una prueba palpable del predominio hebreo en nuestra prensa. No es que el dueño de un diario local fuera directamente influenciado por los centros del poder hebreo en Washington, Nueva York o Chicago, sino que una o dos docenas de ricos semitas, sus mejores clientes avisadores, que reciben a su vez instrucciones del Cuartel general judío, bastan perfectamente para obligar, cualquiera que sea su modo de pensar. Casi todos los editores de diarios están perfectamente orientados acerca de la cuestión hebrea, y de una comisión de periodistas bien informados, podrían el Gobierno y el público aprender todo lo necesario. 
Estuvo muy bien que Wilson y demás firmantes publicaran una protesta contra el "antisemitismo", en el supuesto de que quisieran dirigirse contra esa clase, en la que nosotros no entramos. También hubiese firmado el Dearborn Independent tal protesta, porque somos adversarios del antisemitismo, cuyas bases formaron los judíos para suscitarlo. 
En cambio, se dirigió dicha protesta contra la discusión en público de la cuestión hebrea. ¡Como siempre! 
Pero sea como fuere, cada publicación, provenga de la "Liga anti-difamatoria", o de otra parte, será bienvenida, tanto más cuanto que los defensores no-judíos de la causa hebrea tomen cartas en el asunto. A los voceros judíos no les queda  mas remedio que desmentir, engañar y amenazar. En cambio, los defensores no-judíos analizan el pro y el contra para comprobar sus verdades. Esperamos asi que se llegue a un debate realmente práctico. 
No excluiríamos ninguna producción literaria judía, por denigrante que fuese, del correo o de la biblioteca publica en que se hallare. Cualquier orador hebreo podría sin cuidado hablar en asambleas públicas. Empresa alguna judía tendría que temer un boicot. Defendemos la libertad de palabra y de hechos. Los hebreos, en cambio, no quieren ni libertad de palabra, ni de prensa. En cada Estado de la Unión el B'nai B'rith, trabaja para lograr una ley que prohíba en absoluto cualquier publicación que desagrade a los judíos: tal es la verdadera respuesta de los judíos a los hechos aquí aducidos. 
En centenares de bibliotecas públicas los hebreos están interesados en eliminar toda obra que suscite la mínima duda de que los judíos son el pueblo más virtuoso y ejemplar del mundo entero, el pueblo predilecto de Dios.  
Así ocurre en los Estados Unidos y en mayor escala en aquellos Estados de Levante, que otrora con mayor virilidad propugnaron la mas amplia libertad yanqui en palabras y hechos. Prosígase así en lo futuro, que cada caso redunda por fin en una prueba mas, de que cuanto venimos escribiendo acerca de los hebreos es la pura y única verdad. 
Es el siguiente el panorama actual de la cuestión judía en los Estados Unidos: Esta en marcha un acontecimiento publico de hechos velados demasiado tiempo ha. Los dirigentes judíos son plenamente conscientes de la verdad de estos hechos. Consiste su replica en desmentir y suprimir. El resultado: absoluto fracaso si se sigue por este camino. 
(1) Que en esto, entre judíos se procede igual, resulta de una frase del abogado Loeb en la asamblea de judíos ortodoxos del 24 de enero de 1912, quien dijo: "Viviremos en un estado cristiano, lo que es incompatible con nuestros intereses; por lo tanto el Estado Cristiano debe ser destruido..." - N. de. A.