18-SEGUNDA PARTE DEL PREFACIO PERSONAL DEL SEÑOR HENRY FORD
XVIII PANORAMA PRESENTE DE LA "CUESTION HEBREA"
Esta
latente la cuestión judía en los Estados Unidos desde hace largos años, pero
solo por debajo del nivel de la gran publicidad. Todo el mundo, y mas que nadie
el judío mismo, sabe perfectamente que existe; pero se atrevieron muy pocos a
exponerla a la saludable influencia de la publicidad mas vasta. En tal sentido
y para comprender este silencio, es preciso hablar realmente de
"valor". Contados videntes pretendieron hacer constar públicamente la
existencia de dicha cuestión, pero el poder oculto y desconocido del judaísmo
les ato tan reciamente, que a su despecho debieron desistir de la discusión del
asunto en público. El que se atreva a hablar francamente de los hebreos, debe
contar de antemano con invencibles obstáculos, que combata en intima unión con
la verdad sin tacha.
Consiste
un detalle restrictivo para la discusión en público de la cuestión hebrea en la
costumbre yanqui de fijarse en palabras pronunciadas con asentimiento y
aplauso. En las épocas mejores de nuestro pasado consideróse la resistencia
contra la opinión pública un rasgo de virilidad, apreciándose no solo el valor
de un hombre por sus adeptos sino también por la cantidad de sus adversarios.
Nos hemos vuelto, desde entonces, más inocuos, buscando y apreciando ante todo
la aprobación. Se irguieron nuestros padres al tropezar con obstáculos;
nosotros, en cambio, nos doblegamos modestos. La pública discusión se ha vuelto
insípida, sin relieves propios; propende el periodismo a no disgustarse con
nadie. Nuestra brega en favor de los débiles carece de bríos para arremeter
contra los poderosos, que arrastran a aquellos. Nuestro culto del éxito enervo
el vigor a nuestros juicios morales y a nuestra actividad comercial. Las luchas
serias, salvo los simulacros en la arena política, las evitamos en lo posible,
porque no osamos entendérnoslas con adversarios que se defienden.
Empero,
y a pesar de todo, se consiguió poder usar públicamente el término
"judío", que hace pocos años aun estaba proscrito de nuestro
vocabulario. Aparece ahora en primera plana de casi todos los diarios, y por
doquier es objeto del público debate, aunque los hermanos del B'nai B'rith
hagan todo lo humanamente posible por evitarlo.
Resulta
tal libertad en provecho de judíos y no-judíos ya no tienen los primeros necesidad
de mirar angustiosamente los labios ajenos para ver si de ellos brota la palabra
"judío". El judío es hoy el judío y se le llama como le corresponde.
Terminaron la restricción del juicio y el uso de perífrasis. Procede el mayor
obstáculo contra los esfuerzos de la humanidad para explicarse los sucesos
mundiales, tanto antiguos como modernos, de que jamás llego a comprender quien
y que es el judío, ni donde se encuentra. El judío, o según Disraelí "la
cuestión racial", es la llave de "la cuestión racial", es la
llave de la Historia Universal. Pero, ¿como penetrar en su interior cuando se
le oculta a uno la llave?
Hace
alrededor de ocho meses, el Dearborn Independent comenzó una serie de estudios
acerca de la cuestión judía. No deben estos interpretarse como un ataque contra
los judíos, sino como in intento de ir reuniendo los sillares sobre los cuales
se edifica la moderna cuestión judía. Fue su objeto aclarar conceptos, y si
hubo cierta esperanza en el fondo, fue la de que los dirigentes judíos
norteamericanos llegaría al convencimiento de que para sus correligionarios
residentes en los Estados Unidos había sonado la hora de que un estado de
desconfianza, miseria y desprecio, se trocara en otro no solo de tolerancia,
sino de abierta y leal convivencia y cooperación.
Radica
la prueba de que no contienen sino hechos escuetos, en el fracaso experimentado
por los judíos en sus múltiples intentos de comprobar la inexactitud de ellas.
Ni un solo hecho se pudo rebatir. Al iniciarse una campaña con la intención de
agraviar al adversario, o de crear prejuicios de raza, puede, en efecto, conducir
tal sistema a tomar cosas posibles o verosímiles por hechos reales. En cambio,
estos estudios no constituyeron jamás una campaña, sino que sirvieron al objeto
de hacer luz en alguna que otra parte del país, en tal cual industria, en
asuntos mantenidos en tinieblas justamente por aquellos cuya obligación sagrada
debería haber sido la de mantener viva, por medio de la prensa, la luz de la
verdad.
No
hubiesen alcanzado nunca las publicaciones del Dearborn Independent, la
importancia que adquirieron, de no ser que el público no se hallara en
condiciones de observar por doquier la presencia de nuestras aseveraciones,
comprobadas por la práctica. Las refutaciones de los judíos solo sirvieron para
fortificar aun más el vigor convincente de nuestros asertos. Resulta que los
judíos se encuentran en la desagradable situación de tener que tener lo
desconocido, por conocerse su misterio, y haberse descubierto sus consecuencias
en hechos. Ya no se dan aires de "manfichistas" en sus reuniones
íntimas; tampoco gritan ni escandalizan como lo hacían sus rabinos en publico,
sino que reflexionan seriamente antes de admitir esto o lo otro como real y
efectivo, pero sin saber por ahora donde, una vez iniciado este procedimiento,
les pueda conducir mas adelante. Y es que les arredra la verdad máxima, la
verdad sin restricciones.
Pesa
una responsabilidad enorme sobre las personas que poseen esa verdad por entero.
Lo imprescindible es tener carácter o intenciones nobles. Si se concretaran
estas campañas nuestras a desparramar odios, ya estaría indicado el modo del
proceder. De tener la intención de promover escándalos, otra forma adoptarían.
Pero como propenden a crear los fundamentos para la neta y seria comprensión de
un problema y su posible solución, nos basta con acotar exactamente dicho
problema, apoyándolo en lo posible en hechos concretos. Tal es el caso de esta
obra. Si van contenidas en ellas verdades desagradables para los judíos, ellos
mismos tienen la culpa. Si refutaron ciertos hechos, seria cuestión de volver a
aportar material nuevo, porque este desgraciadamente abunda para ellos y para
nosotros. Si los voceros judíos, en su intento de rebatirnos, hubiesen
permanecido serios y veraces, no necesitarían ahora temer lo venidero. Con su
modo de proceder, ellos mismo han corroborado públicamente lo expresado en
estos estudios, o sea: que los hebreos constituyen el pueblo mas firmemente
organizado de todos los residentes en los Estados Unidos. Ni el gobierno, ni la
Administración de este país, están tan bien organizados como el judaísmo
norteamericano. Esto ocurre no solo en Norteamérica, sino que se puede observar
y comprobar en todas partes. Los principales medios de que en este ultimo
semestre echo mano el hebraísmo, fueron "mítines monstruo" organizados
telegráficamente allí donde fue posible.
No
en vano los hebreos dominan el sistema de canales informativos, últimamente
ampliado con la telegrafía sin hilos.
No
tienen sus logias y demás comunidades ese carácter defectuoso que observamos en
las instituciones de otros pueblos, sino que se hallan organizados como Estados
en miniatura, con funcionarios que no tienen otra tarea que la de trabajar
constantemente por el engrandecimiento del poderío hebreo, aquí como en otros
países. Con la ostentación del multitudes en las sinagogas, por medio de sus
diarios y revistas, con su seudo instituciones de beneficencia, en sus
"clubs" conservadores, sus grupos socialistas y bolcheviques -
elementos todos que cooperan perfectamente bajo una orden única, - demuestran
que forman una nación peculiarísima dentro del pueblo norteamericano que no
aspira ni aspirara jamás a una intima convivencia con el americanismo, sino que
siempre y en toda oportunidad busca diferencias y reclama especiales derechos.
Alienta
en cada Estado, en cada población, una organización hebrea con determinadas
ordenes políticas, cuya primera y principal consiste en anular toda persona,
todo diario y otra institución cualquiera, que deje transparentar la mas leve
independencia frente a la cuestión hebrea, y mantenerlas sumisas al "temor
a los judíos". Dichas organizaciones, poseen a su vez sus departamentos
especiales para determinados objetos. Consiste uno de ellos en concitar odios
contra las personas a quienes se desea anular: tal formación artificial de hostilidad
contra algo o alguien es uno de los medios orientales de combate mas odiosos y
bajos que pueda imaginarse, y que solo puede ser esgrimido por personas de
determinada predisposición.
La
organización centralizada, creada por los hebreos en los Estados Unidos y que
en caso necesario puede hacerse funcionar simultáneamente en cada uno de sus
Estados, representa un poderío tan recio y homogéneo como ninguna otra
institución lo posee. Merecería, efectivamente, nuestro aplauso, si se sirviera
con ello al bien general del país. Más no es así. No solo es exclusivamente
hebrea, sino que en muchas oportunidades se muestra hostilmente antiamericana,
dado que combate resueltamente muchas instituciones que, por su carácter y
tradición, son pura y exclusivamente norteamericanas. El hebreo considera
todavía a Norteamérica como a una masa informe, a la que cada cual puede
moldear a su antojo. No reconoce a Norteamérica tal como se desarrollo y
existe, sino que cree que es un derecho propio dar a este país las formas que
el, según su manera de ser, tenga por conveniente.
Solo
pueden disputar los derechos de propiedad y de arraigo en los Estados Unidos,
aquellos que sustenten los mismos ideales, los innatos de la raza blanca
europea, sobre fundamentos cristianos. No solo no coinciden con la mayoría de
ellos los judíos, sino que los atacan duramente. Cierto personaje hebreo
declaro poco ha en Nueva York, que los Estados Unidos no constituyen un Estado
cristiano, y sus declaraciones demostraron que, según su criterio, tampoco
llegarían jamás a serlo; siempre combatió el domingo cristiano, como miembro de
una sociedad cuyos fines son la implantación del sábado mosaico como fiesta
legal (1).
Pese
a todo ello, la verdad, a la larga, no deja nunca que la encarcelen. La publica
discusión de esta cuestión en la prensa va tomando rumbos diferentes a los que
los hebreos hubiesen esperado y deseado.
No
sirve ahora la prensa ya tanto a la mixtificación, como a la propagación de la
verdad en este asunto.
En
las réplicas que se publicaron contra el Dearborn Independent , se reflejo
manifiestamente el desengaño, representado, o bien un ardid, o dando fe de una
absoluta impotencia, que dada la importancia vital del conjunto de estas
cuestiones, resulta en los dos casos igualmente humillante para los hebreos. No
consiguieron ni una sola refutación efectiva, tanto con respecto a los
"Protocolos", como en lo referente a ningún otro detalle. Parece como
si nos rindieran armas. Se explica de ahí también la falta de lealtad, porque
no osan mirar las cosas de frente, sino que se deslizan envolviéndose
hábilmente en frases huecas y en ardides. Si fueran falsos nuestros asertos,
compruébese por ellos tal falsedad.
La
replica que publicaron unos cuantos hebreos prominentes por lo menos se mantiene
decente en el tono, lo que no es posible decir de la mayoría de las replicas
hebreas, como la replica en el sentido de pretender hacer creer que nuestra
obra sea dictada por un antisemitismo degradante.
Hay
que hacer constar frente a ello, que todo el antisemitismo en los Estados
Unidos es una moderna creación de los propios voceros judíos. Lo necesitan,
aunque más no sea para retener en sus manos a la masa judía. En consecuencia,
tratan de demostrar que el Dearborn Independent, no debería atacar a los judíos
por ser judíos. Demuestran así que temen, no tanto al antisemitismo de los
no-judíos, como la comprensión entre otros judíos magnánimos, de que la causa
judeonorteamericana esta en malas manos. Es siempre el
"antisemitismo" el ultimo refugio de los voceros judíos desleales al
hallarse frente a la verdad, y muy conscientemente lo utilizaron entre los
no-judíos, para poder dominar mejor con su ayuda a su propio pueblo.
Poco
ha reprodujeron los diarios una "Protesta contra el antisemitismo"
firmada por algunos personajes no-judío, publicándola dos veces consecutivas,
porque la primera inserción no produjo efecto. Por lo visto, dichos diarios
estaban hartos de tener que volver a reproducir siempre las declaraciones
oficiales emanadas del Gran Cuartel general hebreo. Para causar mayor efecto,
solicitóse también la firma de Woodrow Wilson, cuyo hecho se consumo
telegráficamente al mundo entero.
Con
su característico modo de proceder, apoyan así los mismos hebreos nuestro
aserto, de que ejercen una inadmisible influencia en la política. La obra
presente solo aporto unas cuantas pruebas, en tanto la masa principal de
pruebas documentadas espera aun el momento de su publicación. Un asunto, que
viene al caso, desarrollóse últimamente ante la más amplia de las
publicidades.
Cuando
se presento en el Congreso la Ley de Inmigración, hubo una aplastante mayoría
en favor de ciertas restricciones, y el Congreso delibero de acuerdo a los
hechos presentados, y según sus sentimientos patrióticos. Apenas aprobaba la
ley, funcionaron las líneas telegráficas con protestas hebreas, y los trenes
para Washington se llenaron de agentes
judíos. Los parlamentos buscaban un refugio. Se pronunciaban discursos
aprendidos de memoria, y se introdujeron algunas modificaciones en el tenor de
la ley. La mágica palabra "judío" deshizo el principal objetivo del
proyecto de ley, como se funde la nieve bajo los rayos solares. Ningún pueblo,
de los que inmigran en nuestro país, había protestado; solamente los judíos. En
cambio, el admirable funcionamiento de las numerosas piezas de su mecanismo de
propaganda en todo el país, facilito a dicha protesta el aspecto de un gran
acontecimiento de la voluntad nacional. Pero no pudieron, con todo esto,
encubrir un punto: el que llegase a comprender que la mayoría de los
inmigrantes que arriban a nuestra costa son hebreos.
Empero,
la labor legislativa del Congreso de los Estados Unidos en una cuestión de
importancia suma para la totalidad del país, fue en esta ocasión entorpecida
por los semitas exactamente en la misma forma como hace diez años estos mismos
semitas obligaron al Congreso a denunciar el tratado de comercio con Rusia. Se
ofrecen aquí manifiestamente dos pruebas fehacientes de poderío y violencia
despótica, que no se preocupan en absoluto de las horrorosas consecuencias que
podrá acarrear tal proceder para el bienestar de nuestro país.
Así
como aquel rompimiento con Rusia formaba parte del plan mundial judío, lo mismo
ocurre ahora con la inmigración de hebreos polacos en Norteamérica. No hay
"pogrom" alguien que les expulse de allí, sino que no constituye esta
frase más que un simple ardid de propaganda. Los hebreos van abandonando
Polonia, porque saben que se prepara allí algo grave. Los planes del
bolcheviquismo judío aun no están cumplidos. Agentes judíos norteamericanos
enriquecidos hacen venir a sus parientes pobres. Constituyen los Estados Unidos
el gran receptáculo para estos simpáticos coetáneos; Francia y Gran Bretaña...
¡no quieren serlo! Todo es infortunio para Polonia, pero los judíos
norteamericanos son suficientemente poderosos para reproducir el ejemplo de
España, donde siglos enteros no bastaron para apaciguar el vengativo odio de
los hebreos contra todo un pueblo, por supuestos agravios. Desde el barrio Este
neoyorquino, el bolcheviquismo se transplanto a Rusia. ¿Es que ha de iniciarse
desde aquí también la destrucción de Polonia? Acaso ocurran acontecimientos que
destruyan el diabólico plan judío...
Constituye
además la lucha contra el Dearborn Independent una prueba palpable del
predominio hebreo en nuestra prensa. No es que el dueño de un diario local
fuera directamente influenciado por los centros del poder hebreo en Washington,
Nueva York o Chicago, sino que una o dos docenas de ricos semitas, sus mejores
clientes avisadores, que reciben a su vez instrucciones del Cuartel general
judío, bastan perfectamente para obligar, cualquiera que sea su modo de pensar.
Casi todos los editores de diarios están perfectamente orientados acerca de la
cuestión hebrea, y de una comisión de periodistas bien informados, podrían el
Gobierno y el público aprender todo lo necesario.
Estuvo
muy bien que Wilson y demás firmantes publicaran una protesta contra el
"antisemitismo", en el supuesto de que quisieran dirigirse contra esa
clase, en la que nosotros no entramos. También hubiese firmado el Dearborn
Independent tal protesta, porque somos adversarios del antisemitismo, cuyas
bases formaron los judíos para suscitarlo.
En
cambio, se dirigió dicha protesta contra la discusión en público de la cuestión
hebrea. ¡Como siempre!
Pero
sea como fuere, cada publicación, provenga de la "Liga
anti-difamatoria", o de otra parte, será bienvenida, tanto más cuanto que
los defensores no-judíos de la causa hebrea tomen cartas en el asunto. A los voceros
judíos no les queda mas remedio que
desmentir, engañar y amenazar. En cambio, los defensores no-judíos analizan el
pro y el contra para comprobar sus verdades. Esperamos asi que se llegue a un
debate realmente práctico.
No
excluiríamos ninguna producción literaria judía, por denigrante que fuese, del
correo o de la biblioteca publica en que se hallare. Cualquier orador hebreo
podría sin cuidado hablar en asambleas públicas. Empresa alguna judía tendría
que temer un boicot. Defendemos la libertad de palabra y de hechos. Los
hebreos, en cambio, no quieren ni libertad de palabra, ni de prensa. En cada
Estado de la Unión el B'nai B'rith, trabaja para lograr una ley que prohíba en
absoluto cualquier publicación que desagrade a los judíos: tal es la verdadera
respuesta de los judíos a los hechos aquí aducidos.
En
centenares de bibliotecas públicas los hebreos están interesados en eliminar
toda obra que suscite la mínima duda de que los judíos son el pueblo más
virtuoso y ejemplar del mundo entero, el pueblo predilecto de Dios.
Así
ocurre en los Estados Unidos y en mayor escala en aquellos Estados de Levante,
que otrora con mayor virilidad propugnaron la mas amplia libertad yanqui en
palabras y hechos. Prosígase así en lo futuro, que cada caso redunda por fin en
una prueba mas, de que cuanto venimos escribiendo acerca de los hebreos es la
pura y única verdad.
Es
el siguiente el panorama actual de la cuestión judía en los Estados Unidos:
Esta en marcha un acontecimiento publico de hechos velados demasiado tiempo ha.
Los dirigentes judíos son plenamente conscientes de la verdad de estos hechos.
Consiste su replica en desmentir y suprimir. El resultado: absoluto fracaso si
se sigue por este camino.
(1) Que en esto, entre judíos se procede igual,
resulta de una frase del abogado Loeb en la asamblea de judíos ortodoxos del 24
de enero de 1912, quien dijo: "Viviremos en un estado cristiano, lo que es
incompatible con nuestros intereses; por lo tanto el Estado Cristiano debe ser
destruido..." - N. de. A.