Tema III
DOCTRINA POSITIVA:
La Filosofía griega en la Civilización Occidental.
Integración de la Razón Natural y de la Fe Sobrenatural en la
Filosofía Cristiana.
San Agustín y Santo Tomás.
Filosofía del ser y lógica de la Identidad con relación al Sentido
Común.
La filosofía fundada y
elaborada sistemáticamente como ciencia —conocimiento por las causas o razones
de lo que existe— es un producto original de la Cultura Griega de los siglos V
y IV antes de Cristo. No tiene precedentes históricos y no es el resultado de
una acumulación gradual y progresiva de granos de arena. Sócrates que después
de algunos tanteos frustrados libera a la inteligencia abstractiva y discursiva
de sus ataduras sensibles e imaginativas para elevarla a su vida propia, pura y
separada de inteligencia, esto es, el acto de concebir y afirmar lo que es la
definición. La definición o concepto de un ser determinado —hombre, caballo,
agua, etcétera— es la afirmación de su esencia fija e inmutable; de lo que hace
que sea lo que es y no otra cosa; lo que establece su identidad y su
distinción. Y la primera afirmación objetiva, universal y necesaria de la
inteligencia racional que hace posible todas las otras es el principio de identidad;
la afirmación de que cada cosa es lo que es: el hombre es hombre, el caballo es
caballo, el agua es agua. No se trata de redundancia sino de que en los
individuos existentes, en las cosas reales que existen aquí y ahora, hay algo
que no cambia y permanece igual a sí mismo; algo que me permite identificar ai
hombre como hombre en los individuos de la especie: la esencia o la idea en el
lenguaje de Platón, discípulo de Sócrates.
"Así como la Luz
permanece una e idéntica y está, al mismo tiempo, en muchos lugares diferentes,
sin estar separada de sí misma, así cada idea o esencia está a la vez en muchas
cosas, y no por eso deja de ser una sola y misma idea" 2i. Sócrates es el
primero de los filósofos de Occidente y su mayor acontecimiento pedagógico en el
orden natural y humano. Desde él y para siempre, la filosofía es la ciencia de
la definición, la ciencia de la esencia y del fin de lo que existe. Definir es
distinguir y jerarquizar; es establecer el lugar y el rango de cada cosa en el
orden del universo. La definición es la soberanía de la mente, el señorío del
hombre sobre sí mismo y sobre las cosas, es una real y verdadera libertad:
"La filosofía es la única moneda de buena ley por la cual hay que cambiar
todas las otras. Con ella se adquiere y se obtiene todo: fortaleza, templanza,
justicia; en una palabra, la virtud no es verdadera más que unida a la
sabiduría, independientemente de las voluptuosidades, tristezas, temores y
todas las demás pasiones... la verdadera virtud es una purificación de toda clase
de pasiones" 2S. Aristóteles es la culminación y la síntesis del
pensamiento filosófico griego, el gran ordenador y sistematizado de las
ciencias humanas. A lo que después se llamó Metafísica y es título de una de
sus obras, Aristóteles denominaba Filosofía Primera o Teología. Filosofía
Primera, porque su objeto es el ser, el primero de nuestros conceptos;
Teología, porque su último objeto es Dios, ser primordial y sumo.
"Metafísica es la ciencia del ser en cuanto ser; que estudia las últimas causas
(el qué, el por qué y el para qué o fin), y los primeros principios (lo que
está primero en el ser, el conocer y el hacer), o sea las razonas
abstractísimas de las cosas; cuyo objeto material es el mundo, el alma y
Dios" 2e.
-4 Platón, Parménides.
23 Platón. 26 Leonardo Castellani, ELEMENTOS DE METAFÍSICA.
El concepto de ser es
universal y penetra todos los demás. Por esto es que afirmamos que todas y cada
miga de las cosas existentes o que pueden existir son esto o aquello. Así, por
ejemplo, decimos que el hombre es un animal racional o que la Política es la
ciencia práctica del Bien Común. "Es evidente que este concepto es
inmediato; de manera que se puede hablar de una «intuición intelectual» en el
hombre, como hablan algunos modernos. En el sentido de que sea una idea innata
o que esté en la mente antes del conocer sensible —pues nada hay en el
intelecto sin pasar antes por los sentidos— sino como una percepción
intelectual necesaria, trascendente y simultánea a la percepción del qué (lo
que ellas son, la esencia) de las cosas sensibles; que es el objeto propio del
intelecto humano" 27. Todas las otras ciencias —matemáticas, física,
biología, etcétera— son particulares frente a la universalidad de la Filosofía.
Estudian un ser determinado: cantidad, movimiento, vida, etcétera. La
Filosofía, en cambio, estudia a todos los seres en cuanto son ser y desde su
principio primero y fin último. Quiere decir que es doblemente universal: por
su objeto —todos los seres—, y porque los considera en sus razones o causas
primeras. La verdad es lo que es; afirmar en el pensamiento lo que es en la
realidad; decir lo que es, es; y lo que no es, no es. Estar en la verdad es
identificar el pensamiento con la realidad. El principio de identidad rige el
discurso lógico, porque es el principio mismo del ser, de lo que es, de la
realidad. La fidelidad es la conducta que obra la verdad, lo que es, en
identidad con lo que es esencial y nos compromete para siempre: Dios, la
Patria, la familia, la amistad, la profesión. El principio de identidad rige el
ser, el conocer y el obrar. La filosofía primera o metafísica se divide en: 1.
Ontología o Ciencia del Ser. 2. Lógica o Ciencia del Pensamiento y de la
Verdad. 27 Leonardo Castéllani, ibídem.
3. Moral o Ciencia de
la conducta. La inteligencia filosófica se eleva por la vía causal hasta la
existencia necesaria de una Causa Primera que es Dios. Platón lo llama el Bien
Absoluto; Aristóteles, Motor Inmóvil, Acto Puro, Inteligencia Perfecta. Claro
está que nuestra inteligencia, nuestra razón natural, no puede ir más allá de
la demostración de la existencia de Dios; y de un conocimiento indirecto y
negativo que dice más bien lo que Dios no es, por contraste de las cosas
visibles y proporcionadas a nuestra limitación. El conocimiento de Dios en lo
que Él es, en su intimidad esencial, en su vida misma, sólo puede llegar a a
nosotros por una revelación del mismo Dios y por la Fe sobrenatural en la
Palabra revelada, en Cristo Nuestro Señor. León XIII, en su encíclica ETERNI
PATRIS, nos enseña con nitidez magistral la virtud y los límites de la razón
natural, así como su elevación por la Fe en el conocimiento de Dios y de lo que
en el hombre se ordena a Dios: "Pero no por esto es razón despreciar ni
dejar a un lado los medios naturales con que, gracias a la sabiduría divina,
que todas las cosas ordena con suavidad y eficacia, es ayudado el humano
linaje, entre cuyos auxilios consta generalmente ser principal el recto uso de la
filosofía. No adornó Dios, en vano, la mente de los hombres con la ley de la
razón, la cual, lejos de ser extinguida ni disminuida por la luz sobreañadida
de la Fe, es antes perfeccionada por ella y acrecentada su virtud y hecha hábil
para cosas mayores.. . Es, pues, muy conforme el orden establecido por la
Divina Providencia para convertir a los pueblos a la Fe y a la salud, acudir
aun a las ciencias humanas en busca de auxilio; industria razonable y prudente,
usada por los Padres más ilustres de la Iglesia, según consta en los antiguos
documentos. No fue a la verdad uno solo, sino muchos y, éstos graves, los
oficios que solía hacer en ellos la razón; los cuales comprendió el gran
Agustín diciendo “Que con esta ciencia es engendrada la fe tan saludable y que
por ella se nutre, se defiende y confirma. ..»
"Que si la razón
natural dio a la tierra óptima semilla de doctrina antes de ser fecundada por
la virtud de Cristo, mucho más ricas habrá que producirlas, después de haber
sido restauradas y engrandecidas por la gracia del Salvador, las fuerzas
enteras del entendimiento humano". San Agustín hizo suya la sentencia del
profeta Isaías: "Si no creyereis no entenderéis". En su Epístola a
Consentía, del año 410. nos aclara el verdadero sentido de filosofar en la Fe:
"Dios está muy lejos de odiar en nosotros la facultad por la que nos creó
superiores al resto de los animales. El nos libre de pensar que nuestra Fe nos
incita a no aceptar ni buscar la razón, pues no podríamos creer si no
tuviéramos almas racionales. .. La Fe purifica la razón para que capte y
soporte la luz de la Gran Razón. .. .Quien ni siquiera desea entender y opina
que basta creer las cosas que debemos entender, no sabe aún para qué sirve la
Fe. . . No es pequeño principio de conocimiento de Dios el conocer ya lo que
Dios no es, antes de que podamos conocer lo que es. Ama intensamente el
entender. . . Ni siquiera las Sagradas Escrituras —que imponen la Fe en grandes
misterios antes de que podamos entenderlos— podrían serte útiles si no las
entiendes correctamente". San Agustín es un momento decisivo en la lenta,
segura y finísima labor de integrar la filosofía clásica de los griegos,
particularmente la de Platón, en la Fe de Cristo "en quien están
encerrados todos los tesoros de- la sabiduría y de la ciencia", como dijo
San Pablo IV ningún genio sobre la tierra, ni antes ni después de San Agustín,
penetró tan hondamente en el estudio del alma humana, del problema del mal y de
la libertad. En LA CIUDAD DE DIOS, nos ha dejado la primera interpretación
católica de la Historia Universal. La obra de los Padres de la Iglesia —San Agustín
es el mayor entre ellos— fue continuada y perfeccionada por los Doctores de la
Edad Media, llamados escolásticos. En el siglo XIII, culmina en la SUMA
TEOLOGICA y en LA SUMA CONTRA GENTILES de Santo Tomás de Aquino la integración
de la sabiduría humana de los antiguos filósofos de la Revelación; la Filosofía
se eleva sobrenaturalmente en el servicio de la Sagrada Teología, cuyo fin
último es la Salvación del hombre. Las conclusiones de la razón natural
—filosofía— y las certezas de la Fe Sobrenatural concuerdan y se armonizan en
perfecta adecuación. Los planteos v soluciones de los problemas filosóficos
aproximan tanto la razón a las verdades de Fe, que aquélla termina por
presentir lo que no es capaz de alcanzar por sí misma. Nos recuerda León XIII —encíclica
ETERNI PATRIS— que "Tomás de Aquino, de quien nota muy bien Cayetano que,
por la misma veneración con que honró a los doctores sagrados, recibió en
cierto modo el entendimiento de todos ellos. Las doctrinas de éstos, dispersas
a modo de miembros separados de un mismo cuerpo, Tomás las unió y ligó en un
haz, dispúsolas con orden admirable y en tales niveles las enriqueció, que con
justa razón es tenido el santo Doctor por auxilio y honor de la Iglesia. ... No
hay parte alguna de la filosofía que no tratara con solidez y agudeza
juntamente; trató las leyes del raciocinio, de Dios y de las sustancias
incorpóreas, y de las otras cosas sensibles, de los actos humanos y de sus
principios". Cristo no ha venido a derogar la ley natural, ni el saber ni
las virtudes naturales, ni el sentido común. Por el contrario, ha venido a
confirmar, depurar, perfeccionar y prestigiar en la divina luz que es El, todo
lo que es conforme a la naturaleza humana; herida, pero no aniquilada por el
Pecado. Cristo ha venido a llenar, a colmar el vacío —oscuridad de la mente,
deficiencia de la voluntad para el bien, el dolor, la decrepitud y la muerte
corporal— hecho por el Pecado Original y los que se suman individual y
colectivamente. Cristo es el Ser realísimo, la Verdad realísima y el Amor
realísimo. Por esto es que todo lo real, verdadero y amable en esta vida, se
confirma y se perfecciona sobrenaturalmente en la Fe, en la Esperanza y en la
Caridad de Dios. La síntesis prodigiosa de todo el saber esencial en la divina
Sabiduría Revelada, de la filosofía en la Fe, que es la Suma Teológica de Santo
Tomás, responde al mismo sentido de la Encarnación del Verbo, de la unión de lo
sobrenatural y lo natural, que se evidencia en la DIVINA COMEDIA de Dante, en
las Catedrales Góticas -—Chartres, Reims, Estrasburgo—, en la política misional
y cruzada de San Luis o en la llama de amor viva que abrasaba el corazón de San
Francisco de Asís; todas expresiones monumentales de una Epoca Aurea,
definitivamente clásica y ejemplar, en la Civilización Occidental, donde todas
las cosas humanas, el alma y la Ciudad, las instituciones y las costumbres, las
obras de la sabiduría, de la piedad, de la belleza, de las ciencias y de las
artes útiles, de la paz y de la guerra, tenían su fundamento en Cristo y en su
Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Conclusiones: La filosofía cristiana que
nace y se desarrolla del filosofar en la fe es natural y sobrenaturalmente
realista: Dios es El que es y cada cosa es lo que es: el agua es agua; el pan
es pan; el vino es vino. Dios es indefinible, inconcebible en sí mismo, porque
es simplemente; y su simplicidad infinita es inabordable por la razón finita,
abstractiva y discursiva del hombre. Nuestra razón natural entiende, explica,
comprende las cosas por medio del análisis y de la síntesis; tiene que dividir
el objeto en sus partes constitutivas, sean esenciales o accidentales/para
luego componerlas mentalmente en sus juicios y discursos demostrativos o
inductivos. Abstraer quiere decir separar, dividir y generalizar, o sea,
analizar en la mente. La abstracción es la vida misma de nuestra inteligencia;
por su virtud se eleva de la sensación individual, subjetiva y contingente, al
concepto universal, objetivo y necesario de las cosas reales; esto es, a la
definición de su esencia, su ser esto o aquello, agua o alma, por ejemplo. El
universo creado es un conjunto ordenado y jerarquizado de seres, en cuya escala
vertical los inferiores son partes constitutivas, materia de la forma superior
de ser: el mineral de la planta, la planta del animal, el animal del hombre,
por cuya mejor parte su alma inteligente y capaz de querer es imagen y
semejanza de Dios. El inferior está ordenado y al servicio del superior; el
mineral inerte a lo que tiene vida; la vida vegetal a la animal; ésta a la
racional del hombre y el hombre a Dios, principio y fin último de todo lo que
existe. Definir es distinguir. El concepto o la definición de un determinado
ser —hombre, caballo o manzano— tiende a fijar su última diferencia, aquella
distinción esencial que lo identifica y lo separa de lo que él no es
específicamente. Así, por ejemplo, en la definición de hombre, animal racional,
lo que más importa es su distinción racional, ser animal le es común con los
irracionales y no lo distingue en sí mismo. La lógica de esa filosofía
cristiana es la lógica de la identidad y de la no contradicción: la afirmación
y la negación de lo mismo no pueden ser verdaderas a la vez. Y es la lógica
donde el tercero está excluido: no hay más que la afirmación y la negación, ser
o no ser. No es verdadero, ni honesto, ni viril navegar a dos aguas, es decir,
la indefinición, la ambigüedad, la duplicidad en cualquier terreno teórico o
práctico. Por último, es la lógica de la razón suficiente. Quiere decir que
todo lo que existe o es verdadero tiene una razón o fundamento suficiente, con
la sola excepción de Dios que es el Principio, la Razón y la Verdad misma de
todo lo que tiene principio, razón de ser y es verdadero en la medida de su
ser; es decir, todo lo creado. Toda obra humana, teórica o práctica, debe
reflejar esa unidad, orden, jerarquía, servicio de lo inferior a lo que es
superior y hermandad de los iguales en su esencia y rango, que manifiesta el
universo creado en orden a su Creador. Esta filosofía del ser y su lógica de la
identidad coinciden con la posición ingenua y espontánea del Sentido Común. El
hombre común que no está intoxicado por la literatura y la prensa vulgares es
realista en su pensamiento y exige la identidad en el discurso, aunque lio haya
oído jamás ni la palabra filosofía ni la palabra lógica. Tiende espontáneamente
hacia la Verdad y no quiere ser engañado, aunque él engañe a los otros por
interés o por temor o por placer. Quiere ir al grano de las cuestiones
planteadas; y no quiere que le pasen gato por liebre. Se preocupa por la
identidad y no admite que su interlocutor se vaya por las ramas; exige que al
pan se lo llame pan y al vino, vino. Así como no le gusta que lo engañen,
aunque él engañe a otros, tampoco le gusta que sean injustos con él, aunque por
su parte cometa injusticias con otros. El Sentido Común es la vida espontánea,
ingenua, sin examen crítico, de la inteligencia natural: afirma lo que es y
reclama la identidad de las esencias en el discurso. Es realista y pone la
verdad en la identidad del ser; no soporta ni lo contradictorio ni lo ambiguo.
La filosofía verdadera, la filosofía cristiana, es el Sentido Común reflexiva y
críticamente asumido; examinado en sus fundamentos y estructura de categorías
mentales; potenciado y elevado sobrenaturalmente en la Fe, para entender las
cosas de Dios y las cosas humanas en vista de Dios y de la vida eterna: La Fe
Ilustradísima.