jueves, 19 de diciembre de 2019

DOCTRINA POSITIVA-TEMA III-LA FILOSOFIA ARISTOTELICO TOMISTA Y +



Tema III
DOCTRINA POSITIVA:
La Filosofía griega en la Civilización Occidental.
Integración de la Razón Natural y de la Fe Sobrenatural en la Filosofía Cristiana.
San Agustín y Santo Tomás.
Filosofía del ser y lógica de la Identidad con relación al Sentido Común.

La filosofía fundada y elaborada sistemáticamente como ciencia —conocimiento por las causas o razones de lo que existe— es un producto original de la Cultura Griega de los siglos V y IV antes de Cristo. No tiene precedentes históricos y no es el resultado de una acumulación gradual y progresiva de granos de arena. Sócrates que después de algunos tanteos frustrados libera a la inteligencia abstractiva y discursiva de sus ataduras sensibles e imaginativas para elevarla a su vida propia, pura y separada de inteligencia, esto es, el acto de concebir y afirmar lo que es la definición. La definición o concepto de un ser determinado —hombre, caballo, agua, etcétera— es la afirmación de su esencia fija e inmutable; de lo que hace que sea lo que es y no otra cosa; lo que establece su identidad y su distinción. Y la primera afirmación objetiva, universal y necesaria de la inteligencia racional que hace posible todas las otras es el principio de identidad; la afirmación de que cada cosa es lo que es: el hombre es hombre, el caballo es caballo, el agua es agua. No se trata de redundancia sino de que en los individuos existentes, en las cosas reales que existen aquí y ahora, hay algo que no cambia y permanece igual a sí mismo; algo que me permite identificar ai hombre como hombre en los individuos de la especie: la esencia o la idea en el lenguaje de Platón, discípulo de Sócrates.
"Así como la Luz permanece una e idéntica y está, al mismo tiempo, en muchos lugares diferentes, sin estar separada de sí misma, así cada idea o esencia está a la vez en muchas cosas, y no por eso deja de ser una sola y misma idea" 2i. Sócrates es el primero de los filósofos de Occidente y su mayor acontecimiento pedagógico en el orden natural y humano. Desde él y para siempre, la filosofía es la ciencia de la definición, la ciencia de la esencia y del fin de lo que existe. Definir es distinguir y jerarquizar; es establecer el lugar y el rango de cada cosa en el orden del universo. La definición es la soberanía de la mente, el señorío del hombre sobre sí mismo y sobre las cosas, es una real y verdadera libertad: "La filosofía es la única moneda de buena ley por la cual hay que cambiar todas las otras. Con ella se adquiere y se obtiene todo: fortaleza, templanza, justicia; en una palabra, la virtud no es verdadera más que unida a la sabiduría, independientemente de las voluptuosidades, tristezas, temores y todas las demás pasiones... la verdadera virtud es una purificación de toda clase de pasiones" 2S. Aristóteles es la culminación y la síntesis del pensamiento filosófico griego, el gran ordenador y sistematizado de las ciencias humanas. A lo que después se llamó Metafísica y es título de una de sus obras, Aristóteles denominaba Filosofía Primera o Teología. Filosofía Primera, porque su objeto es el ser, el primero de nuestros conceptos; Teología, porque su último objeto es Dios, ser primordial y sumo. "Metafísica es la ciencia del ser en cuanto ser; que estudia las últimas causas (el qué, el por qué y el para qué o fin), y los primeros principios (lo que está primero en el ser, el conocer y el hacer), o sea las razonas abstractísimas de las cosas; cuyo objeto material es el mundo, el alma y Dios" 2e.
-4 Platón, Parménides. 23 Platón. 26 Leonardo Castellani, ELEMENTOS DE METAFÍSICA.
El concepto de ser es universal y penetra todos los demás. Por esto es que afirmamos que todas y cada miga de las cosas existentes o que pueden existir son esto o aquello. Así, por ejemplo, decimos que el hombre es un animal racional o que la Política es la ciencia práctica del Bien Común. "Es evidente que este concepto es inmediato; de manera que se puede hablar de una «intuición intelectual» en el hombre, como hablan algunos modernos. En el sentido de que sea una idea innata o que esté en la mente antes del conocer sensible —pues nada hay en el intelecto sin pasar antes por los sentidos— sino como una percepción intelectual necesaria, trascendente y simultánea a la percepción del qué (lo que ellas son, la esencia) de las cosas sensibles; que es el objeto propio del intelecto humano" 27. Todas las otras ciencias —matemáticas, física, biología, etcétera— son particulares frente a la universalidad de la Filosofía. Estudian un ser determinado: cantidad, movimiento, vida, etcétera. La Filosofía, en cambio, estudia a todos los seres en cuanto son ser y desde su principio primero y fin último. Quiere decir que es doblemente universal: por su objeto —todos los seres—, y porque los considera en sus razones o causas primeras. La verdad es lo que es; afirmar en el pensamiento lo que es en la realidad; decir lo que es, es; y lo que no es, no es. Estar en la verdad es identificar el pensamiento con la realidad. El principio de identidad rige el discurso lógico, porque es el principio mismo del ser, de lo que es, de la realidad. La fidelidad es la conducta que obra la verdad, lo que es, en identidad con lo que es esencial y nos compromete para siempre: Dios, la Patria, la familia, la amistad, la profesión. El principio de identidad rige el ser, el conocer y el obrar. La filosofía primera o metafísica se divide en: 1. Ontología o Ciencia del Ser. 2. Lógica o Ciencia del Pensamiento y de la Verdad. 27 Leonardo Castéllani, ibídem.
3. Moral o Ciencia de la conducta. La inteligencia filosófica se eleva por la vía causal hasta la existencia necesaria de una Causa Primera que es Dios. Platón lo llama el Bien Absoluto; Aristóteles, Motor Inmóvil, Acto Puro, Inteligencia Perfecta. Claro está que nuestra inteligencia, nuestra razón natural, no puede ir más allá de la demostración de la existencia de Dios; y de un conocimiento indirecto y negativo que dice más bien lo que Dios no es, por contraste de las cosas visibles y proporcionadas a nuestra limitación. El conocimiento de Dios en lo que Él es, en su intimidad esencial, en su vida misma, sólo puede llegar a a nosotros por una revelación del mismo Dios y por la Fe sobrenatural en la Palabra revelada, en Cristo Nuestro Señor. León XIII, en su encíclica ETERNI PATRIS, nos enseña con nitidez magistral la virtud y los límites de la razón natural, así como su elevación por la Fe en el conocimiento de Dios y de lo que en el hombre se ordena a Dios: "Pero no por esto es razón despreciar ni dejar a un lado los medios naturales con que, gracias a la sabiduría divina, que todas las cosas ordena con suavidad y eficacia, es ayudado el humano linaje, entre cuyos auxilios consta generalmente ser principal el recto uso de la filosofía. No adornó Dios, en vano, la mente de los hombres con la ley de la razón, la cual, lejos de ser extinguida ni disminuida por la luz sobreañadida de la Fe, es antes perfeccionada por ella y acrecentada su virtud y hecha hábil para cosas mayores.. . Es, pues, muy conforme el orden establecido por la Divina Providencia para convertir a los pueblos a la Fe y a la salud, acudir aun a las ciencias humanas en busca de auxilio; industria razonable y prudente, usada por los Padres más ilustres de la Iglesia, según consta en los antiguos documentos. No fue a la verdad uno solo, sino muchos y, éstos graves, los oficios que solía hacer en ellos la razón; los cuales comprendió el gran Agustín diciendo “Que con esta ciencia es engendrada la fe tan saludable y que por ella se nutre, se defiende y confirma. ..»
"Que si la razón natural dio a la tierra óptima semilla de doctrina antes de ser fecundada por la virtud de Cristo, mucho más ricas habrá que producirlas, después de haber sido restauradas y engrandecidas por la gracia del Salvador, las fuerzas enteras del entendimiento humano". San Agustín hizo suya la sentencia del profeta Isaías: "Si no creyereis no entenderéis". En su Epístola a Consentía, del año 410. nos aclara el verdadero sentido de filosofar en la Fe: "Dios está muy lejos de odiar en nosotros la facultad por la que nos creó superiores al resto de los animales. El nos libre de pensar que nuestra Fe nos incita a no aceptar ni buscar la razón, pues no podríamos creer si no tuviéramos almas racionales. .. La Fe purifica la razón para que capte y soporte la luz de la Gran Razón. .. .Quien ni siquiera desea entender y opina que basta creer las cosas que debemos entender, no sabe aún para qué sirve la Fe. . . No es pequeño principio de conocimiento de Dios el conocer ya lo que Dios no es, antes de que podamos conocer lo que es. Ama intensamente el entender. . . Ni siquiera las Sagradas Escrituras —que imponen la Fe en grandes misterios antes de que podamos entenderlos— podrían serte útiles si no las entiendes correctamente". San Agustín es un momento decisivo en la lenta, segura y finísima labor de integrar la filosofía clásica de los griegos, particularmente la de Platón, en la Fe de Cristo "en quien están encerrados todos los tesoros de- la sabiduría y de la ciencia", como dijo San Pablo IV ningún genio sobre la tierra, ni antes ni después de San Agustín, penetró tan hondamente en el estudio del alma humana, del problema del mal y de la libertad. En LA CIUDAD DE DIOS, nos ha dejado la primera interpretación católica de la Historia Universal. La obra de los Padres de la Iglesia —San Agustín es el mayor entre ellos— fue continuada y perfeccionada por los Doctores de la Edad Media, llamados escolásticos. En el siglo XIII, culmina en la SUMA TEOLOGICA y en LA SUMA CONTRA GENTILES de Santo Tomás de Aquino la integración de la sabiduría humana de los antiguos filósofos de la Revelación; la Filosofía se eleva sobrenaturalmente en el servicio de la Sagrada Teología, cuyo fin último es la Salvación del hombre. Las conclusiones de la razón natural —filosofía— y las certezas de la Fe Sobrenatural concuerdan y se armonizan en perfecta adecuación. Los planteos v soluciones de los problemas filosóficos aproximan tanto la razón a las verdades de Fe, que aquélla termina por presentir lo que no es capaz de alcanzar por sí misma. Nos recuerda León XIII —encíclica ETERNI PATRIS— que "Tomás de Aquino, de quien nota muy bien Cayetano que, por la misma veneración con que honró a los doctores sagrados, recibió en cierto modo el entendimiento de todos ellos. Las doctrinas de éstos, dispersas a modo de miembros separados de un mismo cuerpo, Tomás las unió y ligó en un haz, dispúsolas con orden admirable y en tales niveles las enriqueció, que con justa razón es tenido el santo Doctor por auxilio y honor de la Iglesia. ... No hay parte alguna de la filosofía que no tratara con solidez y agudeza juntamente; trató las leyes del raciocinio, de Dios y de las sustancias incorpóreas, y de las otras cosas sensibles, de los actos humanos y de sus principios". Cristo no ha venido a derogar la ley natural, ni el saber ni las virtudes naturales, ni el sentido común. Por el contrario, ha venido a confirmar, depurar, perfeccionar y prestigiar en la divina luz que es El, todo lo que es conforme a la naturaleza humana; herida, pero no aniquilada por el Pecado. Cristo ha venido a llenar, a colmar el vacío —oscuridad de la mente, deficiencia de la voluntad para el bien, el dolor, la decrepitud y la muerte corporal— hecho por el Pecado Original y los que se suman individual y colectivamente. Cristo es el Ser realísimo, la Verdad realísima y el Amor realísimo. Por esto es que todo lo real, verdadero y amable en esta vida, se confirma y se perfecciona sobrenaturalmente en la Fe, en la Esperanza y en la Caridad de Dios. La síntesis prodigiosa de todo el saber esencial en la divina Sabiduría Revelada, de la filosofía en la Fe, que es la Suma Teológica de Santo Tomás, responde al mismo sentido de la Encarnación del Verbo, de la unión de lo sobrenatural y lo natural, que se evidencia en la DIVINA COMEDIA de Dante, en las Catedrales Góticas -—Chartres, Reims, Estrasburgo—, en la política misional y cruzada de San Luis o en la llama de amor viva que abrasaba el corazón de San Francisco de Asís; todas expresiones monumentales de una Epoca Aurea, definitivamente clásica y ejemplar, en la Civilización Occidental, donde todas las cosas humanas, el alma y la Ciudad, las instituciones y las costumbres, las obras de la sabiduría, de la piedad, de la belleza, de las ciencias y de las artes útiles, de la paz y de la guerra, tenían su fundamento en Cristo y en su Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Conclusiones: La filosofía cristiana que nace y se desarrolla del filosofar en la fe es natural y sobrenaturalmente realista: Dios es El que es y cada cosa es lo que es: el agua es agua; el pan es pan; el vino es vino. Dios es indefinible, inconcebible en sí mismo, porque es simplemente; y su simplicidad infinita es inabordable por la razón finita, abstractiva y discursiva del hombre. Nuestra razón natural entiende, explica, comprende las cosas por medio del análisis y de la síntesis; tiene que dividir el objeto en sus partes constitutivas, sean esenciales o accidentales/para luego componerlas mentalmente en sus juicios y discursos demostrativos o inductivos. Abstraer quiere decir separar, dividir y generalizar, o sea, analizar en la mente. La abstracción es la vida misma de nuestra inteligencia; por su virtud se eleva de la sensación individual, subjetiva y contingente, al concepto universal, objetivo y necesario de las cosas reales; esto es, a la definición de su esencia, su ser esto o aquello, agua o alma, por ejemplo. El universo creado es un conjunto ordenado y jerarquizado de seres, en cuya escala vertical los inferiores son partes constitutivas, materia de la forma superior de ser: el mineral de la planta, la planta del animal, el animal del hombre, por cuya mejor parte su alma inteligente y capaz de querer es imagen y semejanza de Dios. El inferior está ordenado y al servicio del superior; el mineral inerte a lo que tiene vida; la vida vegetal a la animal; ésta a la racional del hombre y el hombre a Dios, principio y fin último de todo lo que existe. Definir es distinguir. El concepto o la definición de un determinado ser —hombre, caballo o manzano— tiende a fijar su última diferencia, aquella distinción esencial que lo identifica y lo separa de lo que él no es específicamente. Así, por ejemplo, en la definición de hombre, animal racional, lo que más importa es su distinción racional, ser animal le es común con los irracionales y no lo distingue en sí mismo. La lógica de esa filosofía cristiana es la lógica de la identidad y de la no contradicción: la afirmación y la negación de lo mismo no pueden ser verdaderas a la vez. Y es la lógica donde el tercero está excluido: no hay más que la afirmación y la negación, ser o no ser. No es verdadero, ni honesto, ni viril navegar a dos aguas, es decir, la indefinición, la ambigüedad, la duplicidad en cualquier terreno teórico o práctico. Por último, es la lógica de la razón suficiente. Quiere decir que todo lo que existe o es verdadero tiene una razón o fundamento suficiente, con la sola excepción de Dios que es el Principio, la Razón y la Verdad misma de todo lo que tiene principio, razón de ser y es verdadero en la medida de su ser; es decir, todo lo creado. Toda obra humana, teórica o práctica, debe reflejar esa unidad, orden, jerarquía, servicio de lo inferior a lo que es superior y hermandad de los iguales en su esencia y rango, que manifiesta el universo creado en orden a su Creador. Esta filosofía del ser y su lógica de la identidad coinciden con la posición ingenua y espontánea del Sentido Común. El hombre común que no está intoxicado por la literatura y la prensa vulgares es realista en su pensamiento y exige la identidad en el discurso, aunque lio haya oído jamás ni la palabra filosofía ni la palabra lógica. Tiende espontáneamente hacia la Verdad y no quiere ser engañado, aunque él engañe a los otros por interés o por temor o por placer. Quiere ir al grano de las cuestiones planteadas; y no quiere que le pasen gato por liebre. Se preocupa por la identidad y no admite que su interlocutor se vaya por las ramas; exige que al pan se lo llame pan y al vino, vino. Así como no le gusta que lo engañen, aunque él engañe a otros, tampoco le gusta que sean injustos con él, aunque por su parte cometa injusticias con otros. El Sentido Común es la vida espontánea, ingenua, sin examen crítico, de la inteligencia natural: afirma lo que es y reclama la identidad de las esencias en el discurso. Es realista y pone la verdad en la identidad del ser; no soporta ni lo contradictorio ni lo ambiguo. La filosofía verdadera, la filosofía cristiana, es el Sentido Común reflexiva y críticamente asumido; examinado en sus fundamentos y estructura de categorías mentales; potenciado y elevado sobrenaturalmente en la Fe, para entender las cosas de Dios y las cosas humanas en vista de Dios y de la vida eterna: La Fe Ilustradísima.