EL COMUNISMO MARXISTA EN LA ECONOMÍA NACIONAL
LIBRE EXÁMEN Y COMUNISMO
CAPÍTULO QUINTO
La acción del Comunismo sobre la economía
nacional y, en particular, sobre las condiciones del trabajo y de los
trabajadores, se funda en el mito marxista de la explotación necesaria,
inevitable, impersonal del obrero por el patrono, dentro del régimen
capitalista de la producción. Según la llamada teoría de la plusvalía que Marx
expone en "El Capital" —su obra culminante de prestidigitador y
embaucador insuperable—, el patrón se queda con una parte del valor que produce
el trabajo del obrero; y este despojo es tan irremediable como la caída de los
cuerpos, en la estructura económica sobre la cual se levanta la sociedad
burguesa. . . Quiere decir que el beneficio del empresario capitalista no es
más que un robo cuya comisión no puede evitar toda vez que suscribe un contrato
de trabajo, aunque pague exactamente la fuerza de trabajo depositada bajo la
piel del obrero, porque éste produce un plus valor sobre lo necesario para su subsistencia
material; y dicho excedente pasa a poder del empresario.
.
. Marx pretende demostrar "científicamente" en su teoría de la
plusvalía, la sentencia de Proudhon: "la propiedad es un robo"; a la
vez que suscitar en el alma de las "víctimas" de la explotación, un
odio implacable y un resentimiento feroz en contra no sólo del empresario
—propietario—, sino de todo el orden social y político existente que lo condena
irremisiblemente.
Claro
está que nadie se atreve en el día de hoy, ni siquiera los representantes de la
clase dirigente que va a ser arrasada
por la revolución del proletariado; nadie se atreve, repetimos, a
declarar públicamente que si se distribuyera todo el beneficio patronal,
incluso toda la renta del capital invertido en la Nación, apenas aumentaría en
algunos centavos el jornal obrero. Y esto únicamente en el improbable caso de
que se mantuviera el nivel de la renta y del costo de la producción. Decímos
improbable por no decir imposible, puesto que suprimido el
empresario-propietario, tiene que ser reemplazada en la dirección de la
fábrica, de la granja, de la mina, etc., por una numerosa y costosísima
burocracia. Las experiencias colectivistas demuestran hasta la fecha que sin la
mediación del terror, disminuye y empeora la producción, a la vez que aumentan
fabulosamente los costos.
Es
lógico que así sea, si se tiene en cuenta que la colectivización de la
propiedad y de los medios de producción constituyen un atentado contra la
naturaleza humana y sus inmutables exigencias; de donde resulta que sólo por la
violencia extrema, del terror y del crimen aplicados impunemente, es posible
obtener un rendimiento más o menos satisfactorio, tanto en la dirección
burocrática responsable, como en la mano de obra.
La propiedad y la iniciativa privadas, junto
con el amor a la ganancia y la complacencia en la posesión, son normalmente
insustituibles. Es natural al hombre la afirmación de su voluntad de ser en la
posesión de bienes exteriores y, sobre todo, un patrimonio familiar que le
proporcione seguridad e independencia, incluso frente al mismo Estado. Y por
esto es que cuando se tiende o se llega a la implantación efectiva de la
comunidad de los bienes y de la socialización del trabajo, se empobrece y se
anarquiza vertiginosamente la economía nacional hasta precipitar la miseria y
el caos. Ante la inminencia de la miserabilización general o en medio de la
catástrofe que ha llegado en lugar del paraíso prometido, los empresarios del
Comunismo no tienen otro recurso para insistir en su programa contra natura que
el empleo de la violencia. Solamente el terror como sistema exclusivo de
gobierno, administrado por un contralor policial de la vida de las personas en
todos sus aspectos e intimidades, puede ahogar las inevitables reacciones para
volver al orden natural y hacer que los hombres sean eficaces en el trabajo y
en las condiciones puestas en ejecución.
Lo
grave es que buena parte de la propaganda anticomunista y antisoviética que se
usa, principalmente de procedencia norteamericana es equívoca y contraproducente.
Y puede agregarse: peligrosamente equívoca y contraproducente en absoluto. No
se ataca ni se refuta a la doctrina comunista, como fundamentalmente errónea,
antinatural e impracticable en condiciones normales; tampoco se la condena como
intrínsecamente perversa, porque sus creadores y corifeos han sido
diabólicamente inspirados por el odio a Dios y a todo lo que es de Dios en el
hombre; esto es, por un resentimiento nihilista, incurable y feroz. Por el
contrario, dicha propaganda comienza por hacer el más cálido elogio de Marx y
de Engels, así como de los propósitos del movimiento ideológico y social que
ellos organizaron y orientaron. Así, por ejemplo, leemos en la página 20 de la
edición española del libro de G. Couts y N. Lodge, "El País de los Ciegos"
(Barcelona, 1951):
"La
Revolución Rusa inspiró esperanzas universales porque muchos la consideraron no
meramente una revolución rusa, sino también como inicio de una bienhechora
revolución que daría la vuelta a la tierra. Y la Unión Soviética ha continuado
inspirando estas esperanzas a los no informados porque fue hija de aquella
revolución. Y reivindica ser la única heredera del más poderoso y noble
movimiento popular del siglo XIX y principios del 20. El socialismo
revolucionario internacional. Fundado por Marx y Engels, y elaborado por
grandes pensadores y dirigentes políticos de muchos países, este movimiento vio
la salvación de la Humanidad en la inevitable subida al Poder de las clases
trabajadoras de todas las naciones. Concebido de modo que completara la obra
iniciada por las Revoluciones inglesa, norteamericana, y francesa, trató de
combinar una grave y realista síntesis única de todas las tendencias
liberadoras y humanizadoras del acervo humano. Vio la guerra, la miseria y la
injusticia contemporáneas como fruto necesario del funcionamiento de las
instituciones capitalistas, y extendió ante los pueblos de la Tierra la visión
de un Mundo de paz, justicia, seguridad y plenitud. Y prometió abolir de una
vez para siempre, la secular explotación del hombre por el hombre.
Con
el transcurso de los años, este movimiento alcanzó gran fuerza moral y política
en la mayoría de las naciones de Europa y proyectó con más o menos intensidad
sus radiantes reflejos en todos los continentes..,.,., Conquistó el idealismo
de la juventud, acució el sentimiento de rectitud de muchas personas
significadas por su bondad y su grandeza, y hasta tocó el corazón de reyes y
emperadores".
Hemos
prolongado la cita para que se aprecie debidamente una muestra típica de la literatura
que los norteamericanos dedican a combatir el comunismo soviético..,., Cabe
preguntarse, por lo tanto, si Lenín o Stalin, La Pasionaria o Togliatti,
Codovilla o Puiggros, harían una profesión de fe más definida y un elogio más
exaltado de la doctrina comunista,.,., de sus fundadores y del movimiento
iniciado a mediados del siglo pasado y que hoy domina la mitad del mundo y
tiende a dominar el resto.
Ocurre
que el Comunismo Marxista es verdadero, bueno, generoso, justiciero y
progresista, una síntesis de todo lo mejor que han aportado los movimientos
humanistas anteriores; pero Lenín primero, después Stalin y ahora Khrushchov,
han desviado, deformado y desnaturalizado la Revolución Rusa del año 1917 que
fue la culminación del "más poderoso y noble movimiento popular del siglo
XIX y principios del 20". Quiere decir que los dirigentes soviéticos han
traicionado la idea y han convertido en instrumento de sus ambiciones
personales de Poder, la Revolución de Octubre, erigiéndose en siniestros Zares
Rojos, herederos aprovechados de los antiguos déspotas del sufrido pueblo ruso
y animados por el designio de los más audaces entre ellos: el dominio del
mundo.
No
puede darse una estulticia mayor ni una colaboración más eficiente a los planes
del enemigo como la del libro que comentamos, a pesar de su excelente
documentación y su ordenada distribución para un sostenido efectismo sobre el
público lector.
La verdad es que no existe contradicción
alguna entre el comunismo ideológico de Marx y la realización comunista con la
Unión Soviética.,.,., Los dirigentes máximos del Imperio de la Hoz y del
Martillo son tan adictos y fieles al "Manifiesto Comunista" de 1848 y
al movimiento de las Internacionales obreras, como los autores de "El País
de los Ciegos"; pero una cosa es la propaganda ideológica de una utopía
revolucionaria y la acción demoledora del orden existente en su nombre; y otra
cosa, la pretensión de realizar su fantástico programa de mitos impracticables
por cuanto suprimen o prescinden de la naturaleza humana.,.,. Se comprende
fácilmente que Lenín y Stalin hayan tenido que apelar al terror y al crimen,
cada vez más implacablemente, para llevar adelante la colectivización de los
bienes, de las actividades y de las almas de las gentes sometidas a su "Dictadura
del Proletariado".
No
sólo no han traicionado el programa comunista, sino que son los más
consecuentes y tenaces ejecutores de la absurda ideología elaborada por Marx y
Engels para la destrucción de Occidente.
La
falsedad y la perversidad está en la idea comunista antes que en la práctica
del comunismo dentro del plano natural. Y todas las violencias, extorsiones y
crímenes que se documentan en el país de los ciegos, no son más que los
resultados inevitables de una política de lo imposible.
La
comunidad de los bienes materiales es naturalmente impracticable, porque la
propiedad privada es una necesidad natural en el hombre. Una sociedad sin
clases es naturalmente irrealizable porque lo natural es la jerarquía para que
haya unidad en la multitud;.,., no puede haber orden alguno sin dirigentes y
dirigidos, sea cual fuere la actividad o función social que se considere..,.,.
La política real y verdadera es el arte de lo posible; pero el Comunismo es el
programa de lo imposible, mitología pura, utopía retórica y terror práctico:
nihilismo puro.
Conclusión:
la ideología comunista de Marx a través de la lucha de clases y de la
propaganda subversiva de las Internacionales obreras y de los partidos de
izquierda, conduce necesariamente al terror soviético; y el terror soviético a
favor de procesos internos análogos a los que se han desarrollado en Rusia y en
las diversas naciones que han ido cayendo bajo su dominio, amenaza con
extenderse al mundo entero.
Claro
está que en la U.R.S.S. y en los países que están detrás de la cortina de
hierro, la comunidad de los bienes y la sociedad sin clases, sólo rige para la
inmensa multitud de los sometidos por el terror a un trabajo de esclavos y a
una existencia miserable. Pero sobre ese mundo comunizado de los sin clase y sin
patrimonio alguno, se levanta el monstruoso Poder Soviético, las forzadas y
estrictas jerarquías de los administradores del terror que integran el partido
comunista bolchevique ruso, con sus 6 millones de afiliados (La Unión Soviética
por si sola, tiene un mínimo de 200 millones de habitantes),.,., su Comité
Central de 72 miembros,.,. su Politburó de 14 y su mecanismo complejísimo; y
esta clase dirigente de comisarios, funcionarios, mariscales, directores de
industria, escritores y artistas, etc. Es la realidad política decisiva en la
U.R.S.S.
Quiere
decir que el Estado Soviético que se denomina Dictadura del Proletariado para
despistar,.,., es una estructura de dominio férreamente jerarquizada que
culmina en un "supremo y absoluto jerarca; esto es, en un zar rojo que
ejerce una autoridad personal sin límites y sin escrúpulos.
Es
notorio, pues, que no se trata de un Estado bolchevizado, nivelado,
socializado, anarquizada e impotente, como fue el Estado democrático y
socialista de Kerensky, sino de un poder rígidamente jerarquizado,
personalizado, centralizado y unificado hasta la unanimidad moral absoluta.
El partido Comunista Bolchevique Ruso se
consagró a bolchevizar, ablandar, nivelar, miserabilizar, anarquizar, al Poder
Zarista primero y después al Poder Social democrático ; pero una vez
constituido en Poder se hizo necesariamente antibolchevique respecto de sí
mismo para continuar su obra de bolchevización de los otros Poderes existentes
en el mundo por medio del Komintern, del Kominform, de los partidos comunistas
nacionales, de los frentes populares y de los actuales frentes nacionales que
se organizan contra la oligarquía, el Imperialismo Yanqui, y por la Paz.