jueves, 19 de diciembre de 2019

5-EL COMUNISMO MARXISTA EN LA ECONOMÍA NACIONAL

 


EL COMUNISMO MARXISTA EN LA ECONOMÍA NACIONAL
LIBRE EXÁMEN Y COMUNISMO

CAPÍTULO QUINTO



 La acción del Comunismo sobre la economía nacional y, en particular, sobre las condiciones del trabajo y de los trabajadores, se funda en el mito marxista de la explotación necesaria, inevitable, impersonal del obrero por el patrono, dentro del régimen capitalista de la producción. Según la llamada teoría de la plusvalía que Marx expone en "El Capital" —su obra culminante de prestidigitador y embaucador insuperable—, el patrón se queda con una parte del valor que produce el trabajo del obrero; y este despojo es tan irremediable como la caída de los cuerpos, en la estructura económica sobre la cual se levanta la sociedad burguesa. . . Quiere decir que el beneficio del empresario capitalista no es más que un robo cuya comisión no puede evitar toda vez que suscribe un contrato de trabajo, aunque pague exactamente la fuerza de trabajo depositada bajo la piel del obrero, porque éste produce un plus valor sobre lo necesario para su subsistencia material; y dicho excedente pasa a poder del empresario.
. . Marx pretende demostrar "científicamente" en su teoría de la plusvalía, la sentencia de Proudhon: "la propiedad es un robo"; a la vez que suscitar en el alma de las "víctimas" de la explotación, un odio implacable y un resentimiento feroz en contra no sólo del empresario —propietario—, sino de todo el orden social y político existente que lo condena irremisiblemente.
Claro está que nadie se atreve en el día de hoy, ni siquiera los representantes de la clase dirigente que va a ser arrasada  por la revolución del proletariado; nadie se atreve, repetimos, a declarar públicamente que si se distribuyera todo el beneficio patronal, incluso toda la renta del capital invertido en la Nación, apenas aumentaría en algunos centavos el jornal obrero. Y esto únicamente en el improbable caso de que se mantuviera el nivel de la renta y del costo de la producción. Decímos improbable por no decir imposible, puesto que suprimido el empresario-propietario, tiene que ser reemplazada en la dirección de la fábrica, de la granja, de la mina, etc., por una numerosa y costosísima burocracia. Las experiencias colectivistas demuestran hasta la fecha que sin la mediación del terror, disminuye y empeora la producción, a la vez que aumentan fabulosamente los costos.
Es lógico que así sea, si se tiene en cuenta que la colectivización de la propiedad y de los medios de producción constituyen un atentado contra la naturaleza humana y sus inmutables exigencias; de donde resulta que sólo por la violencia extrema, del terror y del crimen aplicados impunemente, es posible obtener un rendimiento más o menos satisfactorio, tanto en la dirección burocrática responsable, como en la mano de obra.
 La propiedad y la iniciativa privadas, junto con el amor a la ganancia y la complacencia en la posesión, son normalmente insustituibles. Es natural al hombre la afirmación de su voluntad de ser en la posesión de bienes exteriores y, sobre todo, un patrimonio familiar que le proporcione seguridad e independencia, incluso frente al mismo Estado. Y por esto es que cuando se tiende o se llega a la implantación efectiva de la comunidad de los bienes y de la socialización del trabajo, se empobrece y se anarquiza vertiginosamente la economía nacional hasta precipitar la miseria y el caos. Ante la inminencia de la miserabilización general o en medio de la catástrofe que ha llegado en lugar del paraíso prometido, los empresarios del Comunismo no tienen otro recurso para insistir en su programa contra natura que el empleo de la violencia. Solamente el terror como sistema exclusivo de gobierno, administrado por un contralor policial de la vida de las personas en todos sus aspectos e intimidades, puede ahogar las inevitables reacciones para volver al orden natural y hacer que los hombres sean eficaces en el trabajo y en las condiciones puestas en ejecución.
Lo grave es que buena parte de la propaganda anticomunista y antisoviética que se usa, principalmente de procedencia norteamericana es equívoca y contraproducente. Y puede agregarse: peligrosamente equívoca y contraproducente en absoluto. No se ataca ni se refuta a la doctrina comunista, como fundamentalmente errónea, antinatural e impracticable en condiciones normales; tampoco se la condena como intrínsecamente perversa, porque sus creadores y corifeos han sido diabólicamente inspirados por el odio a Dios y a todo lo que es de Dios en el hombre; esto es, por un resentimiento nihilista, incurable y feroz. Por el contrario, dicha propaganda comienza por hacer el más cálido elogio de Marx y de Engels, así como de los propósitos del movimiento ideológico y social que ellos organizaron y orientaron. Así, por ejemplo, leemos en la página 20 de la edición española del libro de G. Couts y N. Lodge, "El País de los Ciegos" (Barcelona, 1951):
"La Revolución Rusa inspiró esperanzas universales porque muchos la consideraron no meramente una revolución rusa, sino también como inicio de una bienhechora revolución que daría la vuelta a la tierra. Y la Unión Soviética ha continuado inspirando estas esperanzas a los no informados porque fue hija de aquella revolución. Y reivindica ser la única heredera del más poderoso y noble movimiento popular del siglo XIX y principios del 20. El socialismo revolucionario internacional. Fundado por Marx y Engels, y elaborado por grandes pensadores y dirigentes políticos de muchos países, este movimiento vio la salvación de la Humanidad en la inevitable subida al Poder de las clases trabajadoras de todas las naciones. Concebido de modo que completara la obra iniciada por las Revoluciones inglesa, norteamericana, y francesa, trató de combinar una grave y realista síntesis única de todas las tendencias liberadoras y humanizadoras del acervo humano. Vio la guerra, la miseria y la injusticia contemporáneas como fruto necesario del funcionamiento de las instituciones capitalistas, y extendió ante los pueblos de la Tierra la visión de un Mundo de paz, justicia, seguridad y plenitud. Y prometió abolir de una vez para siempre, la secular explotación del hombre por el hombre.
Con el transcurso de los años, este movimiento alcanzó gran fuerza moral y política en la mayoría de las naciones de Europa y proyectó con más o menos intensidad sus radiantes reflejos en todos los continentes..,.,., Conquistó el idealismo de la juventud, acució el sentimiento de rectitud de muchas personas significadas por su bondad y su grandeza, y hasta tocó el corazón de reyes y emperadores".
Hemos prolongado la cita para que se aprecie debidamente una muestra típica de la literatura que los norteamericanos dedican a combatir el comunismo soviético..,., Cabe preguntarse, por lo tanto, si Lenín o Stalin, La Pasionaria o Togliatti, Codovilla o Puiggros, harían una profesión de fe más definida y un elogio más exaltado de la doctrina comunista,.,., de sus fundadores y del movimiento iniciado a mediados del siglo pasado y que hoy domina la mitad del mundo y tiende a dominar el resto.
Ocurre que el Comunismo Marxista es verdadero, bueno, generoso, justiciero y progresista, una síntesis de todo lo mejor que han aportado los movimientos humanistas anteriores; pero Lenín primero, después Stalin y ahora Khrushchov, han desviado, deformado y desnaturalizado la Revolución Rusa del año 1917 que fue la culminación del "más poderoso y noble movimiento popular del siglo XIX y principios del 20". Quiere decir que los dirigentes soviéticos han traicionado la idea y han convertido en instrumento de sus ambiciones personales de Poder, la Revolución de Octubre, erigiéndose en siniestros Zares Rojos, herederos aprovechados de los antiguos déspotas del sufrido pueblo ruso y animados por el designio de los más audaces entre ellos: el dominio del mundo.
No puede darse una estulticia mayor ni una colaboración más eficiente a los planes del enemigo como la del libro que comentamos, a pesar de su excelente documentación y su ordenada distribución para un sostenido efectismo sobre el público lector.
 La verdad es que no existe contradicción alguna entre el comunismo ideológico de Marx y la realización comunista con la Unión Soviética.,.,., Los dirigentes máximos del Imperio de la Hoz y del Martillo son tan adictos y fieles al "Manifiesto Comunista" de 1848 y al movimiento de las Internacionales obreras, como los autores de "El País de los Ciegos"; pero una cosa es la propaganda ideológica de una utopía revolucionaria y la acción demoledora del orden existente en su nombre; y otra cosa, la pretensión de realizar su fantástico programa de mitos impracticables por cuanto suprimen o prescinden de la naturaleza humana.,.,. Se comprende fácilmente que Lenín y Stalin hayan tenido que apelar al terror y al crimen, cada vez más implacablemente, para llevar adelante la colectivización de los bienes, de las actividades y de las almas de las gentes sometidas a su "Dictadura del Proletariado".
No sólo no han traicionado el programa comunista, sino que son los más consecuentes y tenaces ejecutores de la absurda ideología elaborada por Marx y Engels para la destrucción de Occidente.
La falsedad y la perversidad está en la idea comunista antes que en la práctica del comunismo dentro del plano natural. Y todas las violencias, extorsiones y crímenes que se documentan en el país de los ciegos, no son más que los resultados inevitables de una política de lo imposible.
La comunidad de los bienes materiales es naturalmente impracticable, porque la propiedad privada es una necesidad natural en el hombre. Una sociedad sin clases es naturalmente irrealizable porque lo natural es la jerarquía para que haya unidad en la multitud;.,., no puede haber orden alguno sin dirigentes y dirigidos, sea cual fuere la actividad o función social que se considere..,.,. La política real y verdadera es el arte de lo posible; pero el Comunismo es el programa de lo imposible, mitología pura, utopía retórica y terror práctico: nihilismo puro.
Conclusión: la ideología comunista de Marx a través de la lucha de clases y de la propaganda subversiva de las Internacionales obreras y de los partidos de izquierda, conduce necesariamente al terror soviético; y el terror soviético a favor de procesos internos análogos a los que se han desarrollado en Rusia y en las diversas naciones que han ido cayendo bajo su dominio, amenaza con extenderse al mundo entero.
Claro está que en la U.R.S.S. y en los países que están detrás de la cortina de hierro, la comunidad de los bienes y la sociedad sin clases, sólo rige para la inmensa multitud de los sometidos por el terror a un trabajo de esclavos y a una existencia miserable. Pero sobre ese mundo comunizado de los sin clase y sin patrimonio alguno, se levanta el monstruoso Poder Soviético, las forzadas y estrictas jerarquías de los administradores del terror que integran el partido comunista bolchevique ruso, con sus 6 millones de afiliados (La Unión Soviética por si sola, tiene un mínimo de 200 millones de habitantes),.,., su Comité Central de 72 miembros,.,. su Politburó de 14 y su mecanismo complejísimo; y esta clase dirigente de comisarios, funcionarios, mariscales, directores de industria, escritores y artistas, etc. Es la realidad política decisiva en la U.R.S.S.
Quiere decir que el Estado Soviético que se denomina Dictadura del Proletariado para despistar,.,., es una estructura de dominio férreamente jerarquizada que culmina en un "supremo y absoluto jerarca; esto es, en un zar rojo que ejerce una autoridad personal sin límites y sin escrúpulos.
Es notorio, pues, que no se trata de un Estado bolchevizado, nivelado, socializado, anarquizada e impotente, como fue el Estado democrático y socialista de Kerensky, sino de un poder rígidamente jerarquizado, personalizado, centralizado y unificado hasta la unanimidad moral absoluta.
El partido Comunista Bolchevique Ruso se consagró a bolchevizar, ablandar, nivelar, miserabilizar, anarquizar, al Poder Zarista primero y después al Poder Social democrático ; pero una vez constituido en Poder se hizo necesariamente antibolchevique respecto de sí mismo para continuar su obra de bolchevización de los otros Poderes existentes en el mundo por medio del Komintern, del Kominform, de los partidos comunistas nacionales, de los frentes populares y de los actuales frentes nacionales que se organizan contra la oligarquía, el Imperialismo Yanqui, y por la Paz.