TEMA II.
DOCTRINA NEGATIVA:
La Reforma Protestante y la ruptura de la unidad Católica de
Occidente. El Libre Examen contra la autoridad de la Verdad y su Cátedra de la
Unidad.
Se equivocan
gravemente quienes pretenden interpretar al Comunismo como un fenómeno
asiático. La verdad es que no procede del Oriente, sino del seno mismo de la
Cristiandad Occidental y por obra de cristianos renegados, al menos sus
primeros ensayos históricos. El actual predominio judío en la dirección
comunista y en la explotación financiera se explica por el proceso de
descristianización de las naciones occidentales bajo la acción disgregadora del
Libre Examen. Para los cristianos reformadores (Lutero, Calvino, Swinglio) que
se rebelaron contra la autoridad de Roma y su cátedra de la Unidad cayendo en
la anarquía y en la separación vale la tremenda imputación de San Juan a los
judíos: "Estaba en el mundo y el mundo fue hecho por El, pero el mundo no
le conoció. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Después de mil
quinientos años de acción redentora y civilizadora de la Iglesia de Cristo,
hubo cristianos que la desconocieron, rechazaron e intentaron destruirla. Las
gentes y las naciones apartadas del Divino Reformador comenzaron a seguir a los
reformadores improvisados, que brotaban como bongos en todas las clases
sociales, particularmente en las menos distinguidas y cultivadas, otros tantos
"Cristos" demasiado humanos, nivelados en la vulgaridad que osaron
confundirse con el único Cristo, verdadero Dios y hombre verdadero... Quiere
decir que el Libre Examen es el principio del Comunismo... porque es el
principio de la crítica de toda autoridad divina y humana; de la Revolución
Permanente contra toda distinción y jerarquía.
En vano pretenderá
Descartes frenar a sus discípulos de la duda metódica —fórmula técnica del
Libre Examen—, previniéndole que no "apoyaría de ningún modo a esos
espíritus turbulentos e inquietos que no siendo llamados ni por nacimiento ni
por fortuna al manejo de los negocios públicos no dejan jamás de maquinar
alguna nueva fórmula; y si yo imaginara que en este escrito hay algo que me
hiciera sospechoso de esta locura, lamentaría mucho que fuese, publicado. Jamás
mi designio ha ido más allá de la reforma de mis propios pensamientos"
Ocurre que Lutero es precursor tanto de Tomás de Munzer ideólogo del Comunismo
anabaptista, como de Renato Descartes, padre de todas las formas del idealismo
moderno, incluso del materialismo mecanicista de Rousseau v del materialismo
histórico de Marx. El gran humanista español Juan Luis Vives, testigo y
comentador de la Revolución Comunista anabaptista de la Baja Alemania, nos ha
dejado un esquema del proceso dialéctico que desde el Libre Examen aplicado a
la Verdad de la Fe lleva hasta la comunidad de los bienes materiales; un
esquema objetivamente válido para todos los ensayos históricos, incluso para
explicar la Revolución Comunista Mundial de nuestros días: "En otro
tiempo, en Alemania,' las cosas de la piedad estaban de tal suerte constituidas
que se mantenían firmes y estables . . . Mas alguien advino que se atrevió a
discutir algunas, al principio moderada y medrosamente, muy luego sn rebozo... para
negarlas, suprimirlas o rechazarlas, mostrando tanta seguridad como si el
objetante hubiese bajado del cielo, conociendo los secretos designios de Dios,
o se tratase de coser un zapato o un vestido ... "De las discrepancias de
opiniones surgió la discordia de la vida... y entonces, a los que habían
suscitado la guerra, en el fementido nombre de la libertad e injustísima
igualdad de los inferiores con los superiores, sucedieron los que decretaron,
pidieron y eligieron no ya aquella igualdad, sino la comunidad de todos los
bienes".
19 DISCURSO DEL MÉTODO., Segunda
Parte.
Con esta síntesis luminosa, inicia Vives su
opúsculo acerca DE LA COMUNIDAD DE LOS BIENES, escrito en latín, en la Ciudad
de Brujas, donde residía. La revolución comunista de los campesinos alemanes
acababa de ser aplastada a sangre y fuego en Münster, Westfalia; ciudad que
durante más de un año había soportado un régimen severo de terror, despojo y
exterminio, bajo la tiranía de los amigos del pueblo, el panadero Juan Mathys y
el sastre Juan de Levden, precursores de Hébert y Saint Just, de Lenin y
Trotsky, de Stalin y Khrushchev, de Azaña y Negrín, de Castro y Guevara. El
esquema de Vives describe las etapas de un proceso ideológico y político que se
ha venido repitiendo en diversos escenarios históricos, con diversas amplitud y
duración; pero que se inicia invariablemente con la crítica de la Religión;
sigue con la crítica de las jerarquías intelectuales, políticas y sociales,
para finalizar con la crítica de la Propiedad Privada y la pretendida
implantación de la comunidad de bienes. La Historia Universal documenta la
influencia decisiva del Poder Político en la propagación de la verdadera Fe o
de falsas creencias: la conversión de Constantino hizo católico al Imperio
Romano; la del príncipe Vladimiro hizo católico ortodoxo al Imperio Ruso. Los
príncipes alemanes que abrazaron la Reforma afianzaron el protestantismo en sus
súbditos; el triunfo político de la Revolución Francesa ha contaminado de
laicismo masónico a todas las naciones católicas. .. No entiende absolutamente
nada de Comunismo el que no ve que la cuestión fundamental no reside en la
economía, ni en la organización social, ni en la política, ni en la filosofía,
sino que reside en la Religión; más precisamente, en la negación de Cristo y en
la Iglesia Católica que prolonga la Encarnación y la Redención en el tiempo.
Tan sólo el enfoque teológico, cristológico, ilumina el trasfondo satánico del
Movimiento Comunista y nos da la clave de su expansión arrolladora en las almas
y en las naciones cristianas, o mejor, descristianizadas, por el Libre Examen.
El Libre Examen es
avaricia intelectual, subjetivismo de la Verdad Teológica, metafísica y moral,
suficiencia del propio juicio con desprecio de toda autoridad. En lugar de la
ironía socrática que lleva a la conciencia de la propia ignorancia o de la
humildad como principio de Sabiduría, el derecho a la duda universal, de juzgar
toda palabra divina y humana; el derecho de reservarse exclusivamente para sí,
de aceptar o rechazar toda autoridad exterior. La Verdad es una, indivisible,
inmutable; idéntica a través de la diversidad de las lenguas, razas,
nacionalidades, épocas, idiosincrasias y otras peculiaridades. La Verdad es
docente de suyo; por eso Cristo, la Verdad de Dios, es el Maestro. Y sus
discípulos para enseñar a las gentes tenían necesidad de que el Maestro
instituyera una Cátedra que continuara la unidad v la integridad de su
magisterio divino. Esa Cátedra de definición es la roca sobre la cual está
edificada su Iglesia. Lutero se rebeló contra la Cátedra de la unidad y su
magisterio divino; y en su lugar puso su propio juicio para interpretar la
Palabra de Dios; su sentimiento interior v su experiencia personal. Estas son
palabras suyas: "Ni el Papa, ni un Obispo, ni hombre alguno, tienen
derecho de imponer una sola sílaba al cristiano sin su consentimiento". Y
con respecto a la Palabra de Dios, sentencia: "puesto que todos somos
sacerdotes no se nos puede negar la facultad de disentir y de juzgar lo justo y
lo infinito según la Fe". Así es como la Palabra que es "Camino,
Verdad y Vida", se arroja a los perros para ser despedazada por el
arbitrio, la ignorancia, el resentimiento y la vulgaridad de los intelectuales
y manuales sueltos. Le debemos a Lutero la primera Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, esto es, del Libre Examen aplicado a las cosas de
Dios: "Libertad del individuo y derecho de cada cual a guiarse por la
experiencia de su propio espíritu". "...Si has recibido la Palabra
por la Fe, considera cumplidos todos los preceptos y considérate a ti mismo
libre de todo". "... todos los sacramentos quedan entregados a tu
libertad personal. ..". En lugar del Papa legítimo, sucesor de Pedro, se
autoproclaman el papa Lutero, el papa Münzer, el papa Swinglio, el papa Calvino
y tantos otros papas cuantos se sienten inspirados y llamados de lo alto. El
Libre Examen es, pues, el origen de esta horrenda confusión de Cristo y de la
autoridad delegada por El, con cada uno de los innumerables cristianismos
particulares (sectas protestantes) que se propagaran por las naciones
occidentales, provocando la quiebra de su unidad espiritual, la separación y la
subversión. En lugar del hombre viejo, renovado por la sangre de Jesucristo y
por la Gracia santificante, el hombre del pecado, enceguecido y enamorado de su
libertad y de su poder, que se finge en estado de salud original (bondad
natural), con un buen sentido ilimitado y una libertad enteramente dueña de sus
actos y capaz de osarlo todo. Lutero es precursor de este hombre nuevo de los
tiempos modernos, con su famosa tesis de la justificación por la sola Fe, sin
las obras. En el siglo XVIII, llamado de las Luces, se completa la imagen del
hombre nuevo, enteramente ficticio y prefabricado: sus rasgos distintivos son:
1. Suficiencia del
juicio individual, conforme a la tesis cartesiana de que "el buen sentido
es la cosa mejor repartida del mundo". 2. La bondad natural que encubre la
cínica exaltación del egoísmo, simulando que siempre "son rectos los
primeros movimientos de la naturaleza" 20. 3. La igualdad completa de
todos los hombres que por "ley son tan iguales como los animales de cada
especie" 21. 4. El Progreso indefinido, sin fin, de la humanidad hacia la súper
humanidad.
20 Rousseau. 21 Rousseau.
He aquí la ficción del
hombre nuevo que es el supuesto de todas las ciencias de la conducta que se
elaboran desde hace dos siglos: ética, psicología, política, ciencias sociales
y jurídicas, pedagogía, economía e historia. Son ciencias de la realidad humana
que desconocen el Pecado Original y sus consecuencias penales, así como la
Divina Redención y la acción de la Gracia sobrenatural. Todas ellas planteadas
sobre una falsa conciencia de sí mismo en el hombre que adultera casi toda la
literatura y la cultura de nuestros días. En la perspectiva de la Nueva Ciencia
de este Hombre Nuevo, la historia de las sociedades "no descubren otra
cosa que la violencia de los poderosos y la opresión de los débiles" 22; o
"La historia de cualquier sociedad hasta, nuestros días es la historia de
la lucha de clases. . . opresores y oprimidos, en oposición constante"23.
Se advierte la coincidencia absoluta de Rousseau, doctrinario de la Democracia
del Número, de la voluntad popular, con Marx, doctrinario del Comunismo Ateo y
Materialista. Rousseau nos ha dejado en EL CONTRATO SOCIAL las bases de esa
constitución civil o estructura jurídica de la democracia abstracta, mecánica y
mayoritaria. El MANTFIESTO COMUNISTA de Marx y Engels, publicado en 1848, no es
otra cosa que el plan ejecutivo de la Democracia Jacobina y así lo declara
expresamente: "El primer paso de la revolución obrera es la constitución
del proletariado en clase dominante, la conquista de la democracia. "El
proletariado se valdrá de su dominación política para despojar a la burguesía
de todo capital, para centralizar todos los medios de producción en manos del
Estado. "Es obvio que la democracia basada en el sufragio universal o
soberanía popular es el medio eficaz para promover la subversión legal".
El Comunismo está llegando visiblemente al poder en
22 Rousseau. 23 Marx.
nuestra Patria por la vía
pacífica de los comicios libre y garantizado. Conviene que el lector medite
acerca de la estrecha vinculación que existe entre Liberalismo, Protestantismo
y Comunismo, a través de este texto de Luis Blanc en su HISTORIA DE LA
REVOLUCIÓN FRANCESA. "El individualismo que inauguró Lutero se ha
desarrollado con una fuerza irresistible, y desprendido del elemento religioso
ha triunfado en Francia —y también en nuestra Argentina—; con los publicistas de
la Constituyente rige en el presente y es el alma de las cosas". La
Reforma protestante quebró la unidad espiritual v moral de las Naciones del
Occidente Cristiano. El Libre Examen con su dialéctica de la contradicción
infinita ha promovido todas las divisiones, oposiciones y subversiones en el
orden nacional e internacional. Frente al avance arrollador del Comunismo
monolítico —que tiene la unidad, la cohesión y la fuerza satánicas de la
negación— no queda más que la única fórmula vital de nuestro tiempo, la única
divisa que tiene la nitidez de una afirmación soberana: Occidente, o mejor lo
que queda del Occidente Cristiano, y nuestra Patria en primer término, deben
volver a la Fe Católica, al Orden Católico, a la unidad católica de la
política. De lo contrario, van a perecer irremisiblemente, inexorablemente.