jueves, 19 de diciembre de 2019

DOCTRINA NEGATIVA:TEMA VII-EL ABSOLUTISMO DE LA PROPIEDAD Y +



DOCTRINA NEGATIVA:
TEMA VII
El absolutismo de la propiedad privada en el Derecho Liberal y la crítica marxista de la propiedad privada, completando su crítica de la Religión y del Estado. Estructura económica de la sociedad y las superestructuras ideológicas: religiosa, filosófica, jurídica, etcétera, en la concepción del Comunismo.
Es oportuno recordar, una vez más, que el Liberalismo, en todas sus manifestaciones teóricas y prácticas, tiene un sentido negativo, disociador, radicalmente anticristiano. Se evidencia en su postulado de la libertad individual o de la persona humana, como principio primero y fin último; esto es, como bien supremo de la vida. Es el sentido absoluto de la libertad del hombre que se pretende afirmar en la negación de todo límite y de toda ley que no emanen de ella misma. Es la libertad del egoísmo que sólo se reconoce en el proceso de liberación de todo compromiso u obligación anterior o superior a su expresa elección. Se comprende que este proceso dialéctico de negación en negación culmine inexorablemente en la negación de la misma libertad de negarse, de rehusarse, de reservarse entero para sí. La progresiva disociación del egoísmo termina con el aniquilamiento completo del yo en la masificación colectivista, en la esclavitud del Comunismo Ateo y Materialista. El Cardenal Ottaviani nos ilustra esta dialéctica de la libertad liberal: "El hombre, según Rousseau, está encadenado por culpa de la sociedad, no obstante haber nacido libre, pero resulta que ha roto las pretendidas cadenas; las del servicio de Dios; la del culto a la Verdad; las del respeto a la tradición y las de la civilización (está de moda la barbarie). Ha roto el hombre todos los vínculos más sagrados y, no obstante, nunca se halló más encadenado". La Declaración de los Derechos del Hombre v del Ciudadano, que traduce fielmente el espíritu liberal y masónico de la Revolución Francesa, es la máxima exaltación del hombre egoísta. Carlos Marx lo ha sabido describir con aguda perspicacia y lo expone cínicamente en un breve ensayo juvenil sobre la cuestión judía: "Los llamados derechos humanos, a diferencia de los derechos del ciudadano, no son otra cosa que los derechos del hombre egoísta, miembro efectivo de la sociedad burguesa que el Estado debe proteger y garantizar. De donde resulta que la vida es un simple medio al servicio de la sociedad del hombre egoísta, cuyo fin al asociarse no es la unión con sus semejantes sino asegurarse el aislamiento y el tranquilo disfrute de sus bienes, al amparo de las leyes convenidas". Y Rousseau dijo: "Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado; y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como< antes. Tal es el problema fundamental del contrato" 63 EL CONTRATO SOCIAL, V. Se evidencia en este planteo liberal, democrático y burgués, que no tiene en cuenta en absoluto el Bien Común; y que se considera exclusivamente el bien del individuo, principio y fin de la sociedad. La sofística liberal consiste en la separación abstracta del hombre como ser político, el ciudadano genérico; y del hombre como ser social, el individuo real y concreto que es rico o pobre, fuerte o débil, capaz o incapaz, sabio o ignorante, virtuoso o vicioso, honesto o hábil para parecerlo; todo esto en los más diversos grados. El Estado anula aparentemente en el plano político todas estas diferencias de nacimiento, de fortuna, de condición, de cultura, de profesión, de conducta; considera al hombre como un ente abstracto y lo hace miembro imaginario de una imaginaria soberanía, copartícipe por igual de la soberanía popular (Marx) esto es, lo reduce al uno vacío e indiferente del Sufragio Universal, secreto y obligatorio (Ley Sáenz Peña). Pero, al mismo tiempo, deja hacer al egoísmo en la libre concurrencia de las diferencias accidentales entre los individuos, desde las económicas y sociales hasta las raciales y culturales. La pregonada igualdad ante la ley no significa relaciones entre iguales, por más libre que sea cada uno de contratar o no: son intereses, necesidades y tentaciones distintos los que se enfrentan en las relaciones cotidianas. La esfera del egoísmo es radicalmente dialéctica; su dinámica es la contradicción infinita, la negación de la negación como hemos señalado. El amor excesivo del propio yo acaba en el anonadamiento del yo en la masa informe y servil: "No héroes, sino masa", como dijo Marx. Es que el hombre egoísta lejos de ser el hombre natural o esencial es la figura misma del pecado, el estado de separación de Dios y del prójimo. La política liberal desconoce el Pecado Original y la necesidad de la divina Redención para la naturaleza caída. Por el contrario, legitima al hombre egoísta, al que se supone naturalmente bueno —Locke, Rousseau y el Iluminismo anglo francés—. Quiere decir que es anticristiana en su raíz y esencia. El Liberalismo, que se define en la ruptura con la tradición católica y en la autonomía de la razón, ha inspirado todas las constituciones democráticas contemporáneas, incluso la nuestra de 1853 y sus reformas de 1860 y de 1957. En todas ellas, se reconocen como derechos, naturales e imprescriptibles: la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad del individuo. Nos interesa examinar la institución de la Propiedad Privada en este nuevo derecho. Se plantea, al igual que todas las otras, como una prerrogativa del hombre egoísta.
La constitución francesa de 1793, en su artículo 16, la define: "El derecho del ciudadano de gozar y disponer a su antojo de todos sus bienes, de sus rentas, de los frutos de su trabajo y de su industria". El código de Napoleón en su artículo 544 reitera que es "el derecho de gozar y de disponer de las cosas de la manera más absoluta". Nuestra Constitución Nacional no es tan categórica ni precisa; pero establece en el mismo sentido liberal, que es el derecho de todo habitante de usar y disponer de su propiedad, en el artículo 14: y que "la propiedad es inviolable", en el artículo 17. Son todas las posiciones del egoísmo que se apartan radicalmente de la justicia y de la caridad. Hemos expuesto en la parte positiva de la Doctrina el pensamiento tradicional. La exigencia constante es la comunicación de los bienes que se poseen, sean materiales o espirituales. No se concibe que el propietario pueda gozar y disponer a su antojo de los bienes poseídos. Nada de lo que tenemos es para nosotros solos. La legitimidad de la posesión depende del uso social, de que hagamos partícipes a nuestros prójimos, aquellos que más nos necesitan. El ejercicio del derecho de la Propiedad Privada, así como toda la actividad económica del hombre egoísta, se aparta absolutamente del Bien Común divino y humano. Se manifiesta como usura, especulación y explotación plutocrática en la economía de lucro, inevitable en el régimen liberal y burgués. "Ninguno- de los llamados derechos humanos va, por otra parte, más allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en sí mismo, disociado de la comunidad. . . el único nexo que mantiene a los individuos en cohesión es la necesidad y el interés privado, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta" 84 Marx: LA CUESTIÓN JUDIA..
Es notorio que la crítica marxista de la Propiedad Privada, lo mismo que la crítica de la Religión y del Derecho, no se refiere jamás a la institución tal como ha sido concebida y realizada en el Occidente Cristiano a lo largo de mil quinientos años, durante el proceso de formación de las grandes naciones europeas: Francia, Inglaterra, España, Portugal. Marx y Engels falsifican impúdicamente la historia de la Civilización Occidental, cuando declaran en el MANIFIESTO COMUNISTA DE 1848: "La revolución comunista es la ruptura más radical con el régimen tradicional de la propiedad; nada hay de extraño si en el curso de su desenvolvimiento rompe de la manera más radical con las ideas tradicionales". La verdad es que no se trata de ruptura con el régimen de la propiedad ni con las ideas de la tradición, sino con las instituciones y las ideologías del régimen liberal burgués, inspirado en la Revolución de los modernos, a partir de la Reforma Protestante en el siglo XVI. La crítica marxista es puramente negativa, dialéctica, nihilista. Pone en descubierto, claro está, la raíz egoísta de la Civilización liberal, plutocrática v progresista de 1600 a 1900, que ha querido levantarse sin Cristo y ser exclusivamente del hombre; pero como si fuese la verdadera Civilización Grecorromanocristiana. La crítica marxista pretende que la misma Religión de Cristo no es más que una superestructura ideológica que ha surgido como una compensación ilusoria del egoísmo frustrado en su felicidad terrenal. El hombre egoísta en la futura sociedad comunista habrá alcanzado la felicidad real en esta tierra y ya no tendrá necesidad de una supuesta felicidad en el más allá. Consumada la redención humana, no le hará falta ninguna divina Redención, y Cristo pasará a ser una curiosidad de la época en que el hombre necesitaba de las ilusiones para vivir. "La destrucción de la Religión como felicidad ilusoria del pueblo es una exigencia de su felicidad real" 84 Marx, PARA UNA CRITICA DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO DE HEGEL.  .
La crisis marxista del Derecho no es la crítica de las instituciones jurídicas de la gran tradición católica y romana sino de las que el liberalismo ha vaciado de toda sustancia ética, de todo espíritu -de justicia y de caridad, para reducirlas ideológicamente a un nuevo orden coactivo y externo de las relaciones sociales: "expresión oficial del hecho" —dice Marx— de la explotación de la mayoría por una minoría erigida en clase dominante, incluso a la sombra augusta de la Libertad, de la Igualdad y de la Fraternidad. La inspiración satánica de la crítica despiadada de Marx y de los marxistas se evidencia en el deliberado confusionismo mental y en el resentimiento feroz que han propagado universalmente: la confusión generalizada del orden cristiano y occidental con el desorden liberal y burgués, traspasando el odio que provoca el espíritu de usura y avaricia del hombre egoísta, el Cristo crucificado por Amor v a su Iglesia que prolonga la Encarnación en el tiempo. Claro está que también contribuye eficazmente a exasperar el resentimiento social el aburguesamiento de la Iglesia humana y de los católicos. Vamos a resumir ahora la crítica marxista de la Propiedad Privada y de la economía capitalista. Es una prueba más de la siniestra trasposición que acabamos de denunciar y que es toda -'la fuerza ideológica del Comunismo: "La dialéctica sofista de Marx, empeñada a fondo en EL CAPITAL, presenta la famosa sentencia socialista de su adversario Proudhon, "la propiedad es un robo", como una conclusión científicamente demostrada. "La llamada acumulación primitiva de los futuros empresarios capitalistas en la primera fase del desarrollo de la sociedad moderna, ha sido el fruto de la rapiña, del robo violento. "Las ganancias que obtienen los capitalistas en sus empresas resultan de la apropiación del excedente del valor —plusvalía— que produce el obrero sobre el salario percibido. Y esta explotación del obrero es una consecuencia necesaria del mecanismo de la estructura económica; de tal modo que mientras subsista la forma de la economía capitalista, el obrero será explotado, será despojado, será una víctima, sean cuales fueren los sentimientos y disposiciones éticas de sus patronos. "Quiere decir que los propietarios tienen que desaparecer para que se liberen los proletarios de la condición de explotados. He aquí la contradicción funcionando en los términos extremos que se excluyen absolutamente entre sí. "Y Marx agrega, además, que los propietarios van a desaparecer necesariamente por la ley misma del desarrollo capitalista: «La centralización de los medios de producción y la socialización dpi trabajo llegan a un punto en que son incompatibles con la envoltura capitalista. Esta se rompe. Suena la hora postrera de la propiedad capitalista, los expropiadores son expropiados» e5. "No sólo está comprendida en la conciencia marxista de clase la posición del propietario como la de un ladrón que se apropia, quieras que no, de lo que pertenece al asalariado como fruto de su trabajo, sino que también incluye la seguridad absoluta de que los expropiadores serán expropiados y que este desenlace se cumplirá tan fatalmente como un proceso natural". La Unión Soviética y los demás Estados comunistas de detrás y delante de la "cortina de hierro" documentan acerca de la gran estafa y del carácter dialéctico —nada más que aparente— de la crítica teórica y práctica del marxismo: se suprime la Propiedad Privada en la masa esclavizada e inerte; pero no sólo no se suprime la economía de producción, de lucro y de poder, al margen del Bien Común y del bien de la persona, sino que se levanta ahora sobre el supercapitalismo del Estado Comunista o Socialista y el egoísmo satánico de sus dirigentes.
65 EL CAPITAL. 66 Jordán B. Genta, LIBRE EXAMEN Y COMUNISMO, Capítulo II, págs. 203 y 204 de esta edición.

Y la Internacional Súper capitalista de la Banca va a coincidir finalmente —si Dios lo permite— con el Estado Súper capitalista de la Internacional Comunista en el dominio único y exclusivo del mundo entero: un solo rebaño y un solo pastor que en lugar de ser el Vicario de Cristo será el de Satanás, el Anticristo. Tal es el objetivo final de la Guerra Revolucionaria del Comunismo financiada por la Banca Internacional —cuyos titulares son principalmente judíos—, pero no lo logrará, ni siquiera por un instante, si, con la ayuda de Dios, nos disponemos a luchar por la instauración de todas las «osas en Cristo, Nuestro Señor y Señor de la Patria. El liberalismo y su espíritu de libertad individual fuera de la Verdad que es Cristo, en el mejor de los casos, es una posición suicida: tiene que desaparecer para abrirle paso a la abolición de la libertad que es el infierno comunista. No es prudente, ni sensato, ni razonable, creer que se puede llegar a restaurar la Patria y el mundo en Cristo por la vía democrática y burguesa del Sufragio Universal. Más bien, es imprudente, insensato y absurdo, porque ya nos lo anticipó el propio Marx: "El Sufragio Universal es el gradímetro de la madurez del proletariado" 67 ORÍGENES DE LA FAMILIA. Juan XXIII, MATER ET MAGISTRA.. El liberalismo no es solución, ni por elecciones ni por fuerza, porque "el aspecto' más siniestramente típico de la época moderna se encuentra en la tentativa absurda de querer edificar un orden temporal sólido y fecundo fuera de Dios" 69 Pío XI, DIVINI REDEMPTORIS.. La solución de la Cuestión Social, reiterando lo expuesto en la Doctrina Positiva, hay que buscarla en la estructuración corporativa o sindical, autónoma, armónica y solidaria; y en la máxima difusión de la propiedad privada, merced a la capitalización de los beneficios legítimos del trabajo, a favor del trabajador y aparte del justo salario. Todo esto bajo la protección, asistencia e intervención subsidiaria del Estado que tiene el cuidado del Bien Común. Y la Caridad en todo, porque la justicia natural no basta para la paz estable, para la tranquilidad duradera en el orden. La Fe Católica nos enseña que siempre habrá ricos y pobres, así como fuertes y débiles, lúcidos y torpes. La verdadera justicia social no consiste en abolir esas diferencias accidentales, ya que resultan de la naturaleza individual de cada uno y de las condiciones propias de familia y de nación. La pretendida solución comunista —comunidad de los bienes— es una violencia contra la naturaleza humana que acaba con la dignidad y la libertad, tanto de la persona como de la familia. Nuestro Señor Jesucristo ama la pobreza decorosa, humilde y sosegada, sin envidia ni ansiedad; la de esos pobres ricos que tienen el corazón en el Suyo porque allí está su tesoro. También ama a los ricos generosos, llanos, caritativos, que saben hacerse perdonar su riqueza y hasta amar por los pobres. Dios no soporta, en cambio, la avaricia, raíz psicológica del pecado; esto es, el sórdido egoísmo que se manifiesta por igual en la soberbia insensible de los ricos y en la soberbia rencorosa de los pobres sin humildad. La diferencia engendra odio; pero entre ricos miserables y pobres miserabilizados por la insensibilidad burguesa y la ideología marxista. El Estado Liberal y el Estado Comunista no son más que expresiones dialécticas del hombre egoísta, disociado de Dios y del prójimo. "No habría ni socialismo ni comunismo si los gobernantes de los pueblos no hubiesen despreciado las enseñanzas y maternales advertencias de la Iglesia; pero los gobiernos prefieren construir sobre las bases del liberalismo y del laicismo otras estructuras sociales que, aunque a primera vista, parecen presentar un aspecto firme y grandioso, han demostrado bien pronto su carencia de fundamentos sólidos, por lo que han ido derrumbándose una tras otra, como tiene que derrumbarse todo lo que se mezquina.