DOCTRINA NEGATIVA:
TEMA VII
El absolutismo de la propiedad privada en el Derecho Liberal y la
crítica marxista de la propiedad privada, completando su crítica de la Religión
y del Estado. Estructura económica de la sociedad y las superestructuras
ideológicas: religiosa, filosófica, jurídica, etcétera, en la concepción del
Comunismo.
Es oportuno recordar,
una vez más, que el Liberalismo, en todas sus manifestaciones teóricas y
prácticas, tiene un sentido negativo, disociador, radicalmente anticristiano.
Se evidencia en su postulado de la libertad individual o de la persona humana,
como principio primero y fin último; esto es, como bien supremo de la vida. Es
el sentido absoluto de la libertad del hombre que se pretende afirmar en la
negación de todo límite y de toda ley que no emanen de ella misma. Es la
libertad del egoísmo que sólo se reconoce en el proceso de liberación de todo
compromiso u obligación anterior o superior a su expresa elección. Se comprende
que este proceso dialéctico de negación en negación culmine inexorablemente en
la negación de la misma libertad de negarse, de rehusarse, de reservarse entero
para sí. La progresiva disociación del egoísmo termina con el aniquilamiento
completo del yo en la masificación colectivista, en la esclavitud del Comunismo
Ateo y Materialista. El Cardenal Ottaviani nos ilustra esta dialéctica de la
libertad liberal: "El hombre, según Rousseau, está encadenado por culpa de
la sociedad, no obstante haber nacido libre, pero resulta que ha roto las
pretendidas cadenas; las del servicio de Dios; la del culto a la Verdad; las
del respeto a la tradición y las de la civilización (está de moda la barbarie).
Ha roto el hombre todos los vínculos más sagrados y, no obstante, nunca se
halló más encadenado". La Declaración de los Derechos del Hombre v del
Ciudadano, que traduce fielmente el espíritu liberal y masónico de la
Revolución Francesa, es la máxima exaltación del hombre egoísta. Carlos Marx lo
ha sabido describir con aguda perspicacia y lo expone cínicamente en un breve
ensayo juvenil sobre la cuestión judía: "Los llamados derechos humanos, a
diferencia de los derechos del ciudadano, no son otra cosa que los derechos del
hombre egoísta, miembro efectivo de la sociedad burguesa que el Estado debe
proteger y garantizar. De donde resulta que la vida es un simple medio al
servicio de la sociedad del hombre egoísta, cuyo fin al asociarse no es la
unión con sus semejantes sino asegurarse el aislamiento y el tranquilo disfrute
de sus bienes, al amparo de las leyes convenidas". Y Rousseau dijo:
"Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza
común la persona y los bienes de cada asociado; y por la cual cada uno,
uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como<
antes. Tal es el problema fundamental del contrato" 63 EL CONTRATO
SOCIAL, V. Se evidencia en este planteo liberal, democrático y burgués,
que no tiene en cuenta en absoluto el Bien Común; y que se considera
exclusivamente el bien del individuo, principio y fin de la sociedad. La
sofística liberal consiste en la separación abstracta del hombre como ser
político, el ciudadano genérico; y del hombre como ser social, el individuo
real y concreto que es rico o pobre, fuerte o débil, capaz o incapaz, sabio o
ignorante, virtuoso o vicioso, honesto o hábil para parecerlo; todo esto en los
más diversos grados. El Estado anula aparentemente en el plano político todas
estas diferencias de nacimiento, de fortuna, de condición, de cultura, de profesión,
de conducta; considera al hombre como un ente abstracto y lo hace miembro
imaginario de una imaginaria soberanía, copartícipe por igual de la soberanía
popular (Marx) esto es, lo reduce al uno vacío e indiferente del Sufragio
Universal, secreto y obligatorio (Ley Sáenz Peña). Pero, al mismo tiempo, deja
hacer al egoísmo en la libre concurrencia de las diferencias accidentales entre
los individuos, desde las económicas y sociales hasta las raciales y
culturales. La pregonada igualdad ante la ley no significa relaciones entre
iguales, por más libre que sea cada uno de contratar o no: son intereses,
necesidades y tentaciones distintos los que se enfrentan en las relaciones
cotidianas. La esfera del egoísmo es radicalmente dialéctica; su dinámica es la
contradicción infinita, la negación de la negación como hemos señalado. El amor
excesivo del propio yo acaba en el anonadamiento del yo en la masa informe y
servil: "No héroes, sino masa", como dijo Marx. Es que el hombre
egoísta lejos de ser el hombre natural o esencial es la figura misma del
pecado, el estado de separación de Dios y del prójimo. La política liberal
desconoce el Pecado Original y la necesidad de la divina Redención para la
naturaleza caída. Por el contrario, legitima al hombre egoísta, al que se
supone naturalmente bueno —Locke, Rousseau y el Iluminismo anglo francés—.
Quiere decir que es anticristiana en su raíz y esencia. El Liberalismo, que se
define en la ruptura con la tradición católica y en la autonomía de la razón,
ha inspirado todas las constituciones democráticas contemporáneas, incluso la
nuestra de 1853 y sus reformas de 1860 y de 1957. En todas ellas, se reconocen
como derechos, naturales e imprescriptibles: la libertad, la igualdad, la
propiedad y la seguridad del individuo. Nos interesa examinar la institución de
la Propiedad Privada en este nuevo derecho. Se plantea, al igual que todas las
otras, como una prerrogativa del hombre egoísta.
La constitución
francesa de 1793, en su artículo 16, la define: "El derecho del ciudadano de
gozar y disponer a su antojo de todos sus bienes, de sus rentas, de los frutos
de su trabajo y de su industria". El código de Napoleón en su artículo 544
reitera que es "el derecho de gozar y de disponer de las cosas de la
manera más absoluta". Nuestra Constitución Nacional no es tan categórica
ni precisa; pero establece en el mismo sentido liberal, que es el derecho de
todo habitante de usar y disponer de su propiedad, en el artículo 14: y que
"la propiedad es inviolable", en el artículo 17. Son todas las
posiciones del egoísmo que se apartan radicalmente de la justicia y de la
caridad. Hemos expuesto en la parte positiva de la Doctrina el pensamiento
tradicional. La exigencia constante es la comunicación de los bienes que se
poseen, sean materiales o espirituales. No se concibe que el propietario pueda
gozar y disponer a su antojo de los bienes poseídos. Nada de lo que tenemos es
para nosotros solos. La legitimidad de la posesión depende del uso social, de
que hagamos partícipes a nuestros prójimos, aquellos que más nos necesitan. El
ejercicio del derecho de la Propiedad Privada, así como toda la actividad
económica del hombre egoísta, se aparta absolutamente del Bien Común divino y
humano. Se manifiesta como usura, especulación y explotación plutocrática en la
economía de lucro, inevitable en el régimen liberal y burgués. "Ninguno-
de los llamados derechos humanos va, por otra parte, más allá del hombre
egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del
individuo replegado en sí mismo, disociado de la comunidad. . . el único nexo
que mantiene a los individuos en cohesión es la necesidad y el interés privado,
la conservación de su propiedad y de su persona egoísta" 84 Marx: LA
CUESTIÓN JUDIA..
Es notorio que la
crítica marxista de la Propiedad Privada, lo mismo que la crítica de la
Religión y del Derecho, no se refiere jamás a la institución tal como ha sido
concebida y realizada en el Occidente Cristiano a lo largo de mil quinientos
años, durante el proceso de formación de las grandes naciones europeas:
Francia, Inglaterra, España, Portugal. Marx y Engels falsifican impúdicamente
la historia de la Civilización Occidental, cuando declaran en el MANIFIESTO
COMUNISTA DE 1848: "La revolución comunista es la ruptura más radical con el
régimen tradicional de la propiedad; nada hay de extraño si en el curso de su
desenvolvimiento rompe de la manera más radical con las ideas
tradicionales". La verdad es que no se trata de ruptura con el régimen de
la propiedad ni con las ideas de la tradición, sino con las instituciones y las
ideologías del régimen liberal burgués, inspirado en la Revolución de los
modernos, a partir de la Reforma Protestante en el siglo XVI. La crítica
marxista es puramente negativa, dialéctica, nihilista. Pone en descubierto,
claro está, la raíz egoísta de la Civilización liberal, plutocrática v
progresista de 1600 a
1900, que ha querido levantarse sin Cristo y ser exclusivamente del hombre;
pero como si fuese la verdadera Civilización Grecorromanocristiana. La crítica
marxista pretende que la misma Religión de Cristo no es más que una
superestructura ideológica que ha surgido como una compensación ilusoria del
egoísmo frustrado en su felicidad terrenal. El hombre egoísta en la futura
sociedad comunista habrá alcanzado la felicidad real en esta tierra y ya no
tendrá necesidad de una supuesta felicidad en el más allá. Consumada la
redención humana, no le hará falta ninguna divina Redención, y Cristo pasará a
ser una curiosidad de la época en que el hombre necesitaba de las ilusiones
para vivir. "La destrucción de la Religión como felicidad ilusoria del
pueblo es una exigencia de su felicidad real" 84 Marx, PARA UNA CRITICA DE LA
FILOSOFÍA DEL DERECHO DE HEGEL. .
La crisis marxista del
Derecho no es la crítica de las instituciones jurídicas de la gran tradición
católica y romana sino de las que el liberalismo ha vaciado de toda sustancia
ética, de todo espíritu -de justicia y de caridad, para reducirlas
ideológicamente a un nuevo orden coactivo y externo de las relaciones sociales:
"expresión oficial del hecho" —dice Marx— de la explotación de la
mayoría por una minoría erigida en clase dominante, incluso a la sombra augusta
de la Libertad, de la Igualdad y de la Fraternidad. La inspiración satánica de
la crítica despiadada de Marx y de los marxistas se evidencia en el deliberado
confusionismo mental y en el resentimiento feroz que han propagado universalmente:
la confusión generalizada del orden cristiano y occidental con el desorden
liberal y burgués, traspasando el odio que provoca el espíritu de usura y
avaricia del hombre egoísta, el Cristo crucificado por Amor v a su Iglesia que
prolonga la Encarnación en el tiempo. Claro está que también contribuye
eficazmente a exasperar el resentimiento social el aburguesamiento de la Iglesia
humana y de los católicos. Vamos a resumir ahora la crítica marxista de la
Propiedad Privada y de la economía capitalista. Es una prueba más de la
siniestra trasposición que acabamos de denunciar y que es toda -'la fuerza
ideológica del Comunismo: "La dialéctica sofista de Marx, empeñada a fondo
en EL CAPITAL, presenta la famosa sentencia socialista de su adversario
Proudhon, "la propiedad es un robo", como una conclusión
científicamente demostrada. "La llamada acumulación primitiva de los
futuros empresarios capitalistas en la primera fase del desarrollo de la
sociedad moderna, ha sido el fruto de la rapiña, del robo violento. "Las
ganancias que obtienen los capitalistas en sus empresas resultan de la
apropiación del excedente del valor —plusvalía— que produce el obrero sobre el
salario percibido. Y esta explotación del obrero es una consecuencia necesaria
del mecanismo de la estructura económica; de tal modo que mientras subsista la
forma de la economía capitalista, el obrero será explotado, será despojado,
será una víctima, sean cuales fueren los sentimientos y disposiciones éticas de
sus patronos. "Quiere decir que los propietarios tienen que desaparecer
para que se liberen los proletarios de la condición de explotados. He aquí la
contradicción funcionando en los términos extremos que se excluyen
absolutamente entre sí. "Y Marx agrega, además, que los propietarios van a
desaparecer necesariamente por la ley misma del desarrollo capitalista: «La
centralización de los medios de producción y la socialización dpi trabajo
llegan a un punto en que son incompatibles con la envoltura capitalista. Esta
se rompe. Suena la hora postrera de la propiedad capitalista, los expropiadores
son expropiados» e5. "No sólo está comprendida en la conciencia marxista
de clase la posición del propietario como la de un ladrón que se apropia,
quieras que no, de lo que pertenece al asalariado como fruto de su trabajo,
sino que también incluye la seguridad absoluta de que los expropiadores serán
expropiados y que este desenlace se cumplirá tan fatalmente como un proceso
natural". La Unión Soviética y los demás Estados comunistas de detrás y
delante de la "cortina de hierro" documentan acerca de la gran estafa
y del carácter dialéctico —nada más que aparente— de la crítica teórica y práctica
del marxismo: se suprime la Propiedad Privada en la masa esclavizada e inerte;
pero no sólo no se suprime la economía de producción, de lucro y de poder, al
margen del Bien Común y del bien de la persona, sino que se levanta ahora sobre
el supercapitalismo del Estado Comunista o Socialista y el egoísmo satánico de
sus dirigentes.
65 EL CAPITAL. 66 Jordán B. Genta,
LIBRE EXAMEN Y COMUNISMO, Capítulo II, págs. 203 y 204 de esta edición.
Y la Internacional Súper capitalista
de la Banca va a coincidir finalmente —si Dios lo permite— con el Estado Súper capitalista
de la Internacional Comunista en el dominio único y exclusivo del mundo entero:
un solo rebaño y un solo pastor que en lugar de ser el Vicario de Cristo será
el de Satanás, el Anticristo. Tal es el objetivo final de la Guerra
Revolucionaria del Comunismo financiada por la Banca Internacional —cuyos
titulares son principalmente judíos—, pero no lo logrará, ni siquiera por un
instante, si, con la ayuda de Dios, nos disponemos a luchar por la instauración
de todas las «osas en Cristo, Nuestro Señor y Señor de la Patria. El
liberalismo y su espíritu de libertad individual fuera de la Verdad que es
Cristo, en el mejor de los casos, es una posición suicida: tiene que
desaparecer para abrirle paso a la abolición de la libertad que es el infierno
comunista. No es prudente, ni sensato, ni razonable, creer que se puede llegar
a restaurar la Patria y el mundo en Cristo por la vía democrática y burguesa
del Sufragio Universal. Más bien, es imprudente, insensato y absurdo, porque ya
nos lo anticipó el propio Marx: "El Sufragio Universal es el gradímetro de
la madurez del proletariado" 67 ORÍGENES DE LA FAMILIA. Juan XXIII, MATER ET
MAGISTRA.. El liberalismo no es solución, ni por elecciones ni por
fuerza, porque "el aspecto' más siniestramente típico de la época moderna
se encuentra en la tentativa absurda de querer edificar un orden temporal
sólido y fecundo fuera de Dios" 69 Pío XI, DIVINI REDEMPTORIS.. La solución
de la Cuestión Social, reiterando lo expuesto en la Doctrina Positiva, hay que
buscarla en la estructuración corporativa o sindical, autónoma, armónica y
solidaria; y en la máxima difusión de la propiedad privada, merced a la
capitalización de los beneficios legítimos del trabajo, a favor del trabajador
y aparte del justo salario. Todo esto bajo la protección, asistencia e
intervención subsidiaria del Estado que tiene el cuidado del Bien Común. Y la
Caridad en todo, porque la justicia natural no basta para la paz estable, para
la tranquilidad duradera en el orden. La Fe Católica nos enseña que siempre
habrá ricos y pobres, así como fuertes y débiles, lúcidos y torpes. La
verdadera justicia social no consiste en abolir esas diferencias accidentales,
ya que resultan de la naturaleza individual de cada uno y de las condiciones
propias de familia y de nación. La pretendida solución comunista —comunidad de
los bienes— es una violencia contra la naturaleza humana que acaba con la
dignidad y la libertad, tanto de la persona como de la familia. Nuestro Señor Jesucristo
ama la pobreza decorosa, humilde y sosegada, sin envidia ni ansiedad; la de
esos pobres ricos que tienen el corazón en el Suyo porque allí está su tesoro.
También ama a los ricos generosos, llanos, caritativos, que saben hacerse
perdonar su riqueza y hasta amar por los pobres. Dios no soporta, en cambio, la
avaricia, raíz psicológica del pecado; esto es, el sórdido egoísmo que se
manifiesta por igual en la soberbia insensible de los ricos y en la soberbia
rencorosa de los pobres sin humildad. La diferencia engendra odio; pero entre
ricos miserables y pobres miserabilizados por la insensibilidad burguesa y la
ideología marxista. El Estado Liberal y el Estado Comunista no son más que
expresiones dialécticas del hombre egoísta, disociado de Dios y del prójimo.
"No habría ni socialismo ni comunismo si los gobernantes de los pueblos no
hubiesen despreciado las enseñanzas y maternales advertencias de la Iglesia;
pero los gobiernos prefieren construir sobre las bases del liberalismo y del
laicismo otras estructuras sociales que, aunque a primera vista, parecen
presentar un aspecto firme y grandioso, han demostrado bien pronto su carencia
de fundamentos sólidos, por lo que han ido derrumbándose una tras otra, como
tiene que derrumbarse todo lo que se mezquina.