martes, 3 de diciembre de 2019

La viuda del capitán Viola lleva el horror grabado en su mente pero se lo niegan y ocultan

Un reclamo de justicia, para que finalmente se detenga a los asesinos y se cuente una historia que no sea sesgada, se escuchó el domingo en la localidad tucumana de Yerba Buena durante un emotivo homenaje al capitán Humberto Viola y a su pequeña hija de tres años, al cumplirse 45 años del aberrante crimen perpetrado por el ERP.
El acto, organizado por el intendente local, Mariano Campero, y por el Ejército, tuvo lugar en el cementerio municipal y contó con la presencia de familiares y veteranos de Malvinas, ante una formación que incluyó a representantes de la Compañía de Inteligencia de Montaña 5 "Mayor Humberto Viola" y del Liceo Militar "Araoz de Lamadrid".
La gran ausente fue la viuda de Viola, Maby (María Cristina Picón), que no se encontraba bien anímicamente. Sí estuvieron dos de sus hijas, con sus respectivas familias: María Fernanda, que en 1974 tenía solo 5 años y salió gravemente herida del bárbaro atentado del ERP en el centro de la capital provincial, y Luciana, a quien Maby gestaba en su vientre.


Luciana y María Fernanda, con Luz García Hamilton.

Carlos Picón, cuñado del capitán Viola, fue el principal orador. Destacó las virtudes que demostró su hermana a lo largo de todos estos años, como el sacrificio, la tolerancia y la esperanza, aunque dijo que “le cuesta mantenerse entera y no sucumbir ante tanto dolor”. Pese a todo, dijo que ella sigue “con la fe puesta en que Dios, desde su magnanimidad divina, abra los corazones de aquellos en los que solo anidan el odio, la venganza y la sed de sangre, para que los argentinos vuelvan a mirarse a los ojos del alma, sin resentimientos ni rencores”. “Hoy, ante la tumba de Humberto y Cristina, Maby nos pide que continuemos la lucha iniciada por tantos para lograr una memoria completa, no la memoria sesgada”, expresó. En este sentido resaltó que “el horror aún perdura en su mente y su memoria y sistemáticamente se lo rechazan, se lo niegan, se lo ocultan”. También dijo que, con paciencia, ella aguarda “ver algún día la sentencia que condene a los responsables de este hecho criminal”. Y recordó que “nuestros queridos muertos también tenían, y hoy tienen, derechos humanos”. Conmovedoras fueron también las palabras de María Laura Picón, hija de Carlos y sobrina de Maby, quien lamentó no tener recuerdos personales del capitán Viola y de la pequeña Cristina, y sólo poder imaginarlos por fotos y testimonios de otros. El intendente envió su saludo a Maby que “seguramente está pasando un mal momento por lo que significa sintetizar eso que pasó en el 74 en un día como hoy”. Confió que a su edad, de 36 años, no tuvo la oportunidad de conocer al capitán Viola, a quien sí conocieron parientes muy cercanos. Y añadió que éste “es uno de los casos más aberrantes y emblemáticos, que sintetizan muchas cuestiones, y es por eso que desde ese lugar pretendo manifestarme, porque entiendo que es un caso que representa a muchos otros”. Al homenaje adhirieron la Fundación Unidos por Ellos, Academia General Belgrano, Unión de promociones, Circulo Nacionalista de Tucumán, entre otras agrupaciones.


Viola fue asesinado en un caluroso mediodía el 1 de diciembre de 1974, cuando llegó junto a su familia a la casa de sus padres en la capital tucumana para un clásico almuerzo dominical. Cuando su esposa cruzó la calle para abrir el portón, estallaron los disparos contra el vehículo que partían desde otros autos. Ráfagas de fusil, perdigonadas de escopeta. El capitán salió malherido del auto por la puerta del acompañante, para preservar a sus hijas. Corrió media cuadra hasta que más balazos lo derrumbaron antes de llegar a la esquina. Allí lo remataron. En el asiento trasero del vehículo habían quedado las dos pequeñas: María Fernanda, de 5 años, con una gravísima herida cerebral, y María Cristina, de 3 y medio, a quien los proyectiles le habían arrancado la mitad de la cabeza y llegaría muerta al hospital. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) quería vengar la muerte de 16 guerrilleros ocurrida cuatro meses antes, en el intento fallido de copar un regimiento en Catamarca, y en su lista de objetivos figuraba Humberto Viola.
Algunos de sus atacantes fueron condenados a prisión perpetua, pero fueron liberados a fines de los años 80.
 
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