Un reclamo de justicia, para que finalmente se detenga a los asesinos y
se cuente una historia que no sea sesgada, se escuchó el domingo en la
localidad tucumana de Yerba Buena durante un emotivo homenaje al capitán
Humberto Viola y a su pequeña hija de tres años, al cumplirse 45 años
del aberrante crimen perpetrado por el ERP.
El acto, organizado por el intendente local, Mariano Campero, y por el Ejército, tuvo lugar en el cementerio municipal y contó con la presencia de familiares y veteranos de Malvinas, ante una formación que incluyó a representantes de la Compañía de Inteligencia de Montaña 5 "Mayor Humberto Viola" y del Liceo Militar "Araoz de Lamadrid".
El acto, organizado por el intendente local, Mariano Campero, y por el Ejército, tuvo lugar en el cementerio municipal y contó con la presencia de familiares y veteranos de Malvinas, ante una formación que incluyó a representantes de la Compañía de Inteligencia de Montaña 5 "Mayor Humberto Viola" y del Liceo Militar "Araoz de Lamadrid".
Luciana y María Fernanda, con Luz García Hamilton.
Carlos Picón, cuñado del capitán Viola, fue el principal orador. Destacó
las virtudes que demostró su hermana a lo largo de todos estos años,
como el sacrificio, la tolerancia y la esperanza, aunque dijo que “le cuesta mantenerse entera y no sucumbir ante tanto dolor”.
Pese a todo, dijo que ella sigue “con la fe puesta en que Dios, desde su
magnanimidad divina, abra los corazones de aquellos en los que solo
anidan el odio, la venganza y la sed de sangre, para que los argentinos
vuelvan a mirarse a los ojos del alma, sin resentimientos ni rencores”.
“Hoy, ante la tumba de Humberto y Cristina, Maby nos pide que continuemos la lucha iniciada por tantos para lograr una memoria completa, no la memoria sesgada”, expresó.
En este sentido resaltó que “el horror aún perdura en su mente y su memoria y sistemáticamente se lo rechazan, se lo niegan, se lo ocultan”.
También dijo que, con paciencia, ella aguarda “ver algún día la
sentencia que condene a los responsables de este hecho criminal”. Y
recordó que “nuestros queridos muertos también tenían, y hoy tienen,
derechos humanos”.
Conmovedoras fueron también las palabras de María Laura Picón, hija de
Carlos y sobrina de Maby, quien lamentó no tener recuerdos personales
del capitán Viola y de la pequeña Cristina, y sólo poder imaginarlos por
fotos y testimonios de otros.
El intendente envió su saludo a Maby que “seguramente está pasando un
mal momento por lo que significa sintetizar eso que pasó en el 74 en un
día como hoy”.
Confió que a su edad, de 36 años, no tuvo la oportunidad de conocer al
capitán Viola, a quien sí conocieron parientes muy cercanos. Y añadió
que éste “es uno de los casos más aberrantes y emblemáticos, que
sintetizan muchas cuestiones, y es por eso que desde ese lugar pretendo
manifestarme, porque entiendo que es un caso que representa a muchos
otros”.
Al homenaje adhirieron la Fundación Unidos por Ellos, Academia General
Belgrano, Unión de promociones, Circulo Nacionalista de Tucumán, entre
otras agrupaciones.
Viola fue asesinado en un caluroso mediodía el 1 de diciembre de 1974, cuando llegó junto a su familia a la casa de sus padres en la capital tucumana para un clásico almuerzo dominical. Cuando su esposa cruzó la calle para abrir el portón, estallaron los disparos contra el vehículo que partían desde otros autos. Ráfagas de fusil, perdigonadas de escopeta. El capitán salió malherido del auto por la puerta del acompañante, para preservar a sus hijas. Corrió media cuadra hasta que más balazos lo derrumbaron antes de llegar a la esquina. Allí lo remataron. En el asiento trasero del vehículo habían quedado las dos pequeñas: María Fernanda, de 5 años, con una gravísima herida cerebral, y María Cristina, de 3 y medio, a quien los proyectiles le habían arrancado la mitad de la cabeza y llegaría muerta al hospital. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) quería vengar la muerte de 16 guerrilleros ocurrida cuatro meses antes, en el intento fallido de copar un regimiento en Catamarca, y en su lista de objetivos figuraba Humberto Viola.
Viola fue asesinado en un caluroso mediodía el 1 de diciembre de 1974, cuando llegó junto a su familia a la casa de sus padres en la capital tucumana para un clásico almuerzo dominical. Cuando su esposa cruzó la calle para abrir el portón, estallaron los disparos contra el vehículo que partían desde otros autos. Ráfagas de fusil, perdigonadas de escopeta. El capitán salió malherido del auto por la puerta del acompañante, para preservar a sus hijas. Corrió media cuadra hasta que más balazos lo derrumbaron antes de llegar a la esquina. Allí lo remataron. En el asiento trasero del vehículo habían quedado las dos pequeñas: María Fernanda, de 5 años, con una gravísima herida cerebral, y María Cristina, de 3 y medio, a quien los proyectiles le habían arrancado la mitad de la cabeza y llegaría muerta al hospital. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) quería vengar la muerte de 16 guerrilleros ocurrida cuatro meses antes, en el intento fallido de copar un regimiento en Catamarca, y en su lista de objetivos figuraba Humberto Viola.
Algunos de sus atacantes fueron condenados a prisión perpetua, pero fueron liberados a fines de los años 80.
Publicado 7 hours ago por Centro de Estudios Salta